La EXPIACIÓN EN EL Nuevo Testamento trascendiendo la expiación histórica
En la-sencillísima-espera
1. En la sencillísima espera Mari Paz Santos Suero Esperaré. No me da miedo el duelo. Lo conozco ya bien. Y acojo el vuelo que mece a la arboleda y a la fuente. En él iré, con todos, dócilmente. Me entrego a la sencilla y buena espera. Anhelando que llegue Primavera como siempre. A pesar de los zarpazos. Me fundo con la vida en un abrazo. … Qué curiosa la calma de las horas… Alguien muere y nace alguien ahora. Una hoja en el aire es tan graciosa… La existencia también. Rara y hermosa. Por eso, cuando llegues, Primavera, estaré aquí – te aguardo tan de veras…- en la serena, en la sencilla espera. Hagan click
2. El silbo de tus labios callados te lo atrapan las líneas en la espera que escriben en la tarde.
3. Dadme – la quiero- la esencia precisa con que cae cada hoja y se deslíe agua en primavera y tú sonríes en medio de alboroto y de la prisa. Dádmela, entonces, que quiero la dicha. Mis venas con la gracia se encaprichan del árbol, la brisa, el ir sin alarde que atrapan las aceras en la tarde. Dádmela. Quiero. Porque es como fuego. - Ay, la ciudad, que corre tan deprisa- Se queda en lo hondo para amarla luego. ¿ No veis la esencia que en todo se avisa? Deseo darla en las letras que riego. La canta la hoja, el agua, ay, tu risa. La espera que se alimenta en la vida misma…
4. Simplísimas, plenas, las cosas sencillas. El paseo diario. Calles, avenidas, llenas de rosarios en ellas tejidas de arboledas verdes, farolas altivas. La ciudad que pierde, que siempre cautiva, y la verdad simple de las cosas vivas. El perrillo alegre. Café en la cocina. La sábana al viento. Charla de vecinas. Esa alfombra roja posada en la esquina de otoñales hojas… La vida sencilla.
5. Ese espacio de luz donde nos vemos. Donde encontrarnos tan sinceramente, si viene Claridad, y si queremos, en la tranquila tarde suficiente. Instante de la tarde o la siguiente mañana. Cuando venga Melodía será cuando suceda. Diferente. Momento, sin embargo, que se fía de querer mecerse con nosotros entre tanta paz, en el sosiego que queremos tú y yo y agradecemos. Y llenará la estancia como a otros, e inundará de vida plena luego. Ese espacio de luz donde nos vemos. … en el amor compartido …
6. Quien tiene todo y quien no tiene nada. Pero algunos ni posibilidad de ser quienes son porque acallada queda la voz vestida de humildad. Quien sufrirá tantísimo, quien muere, sin llorarle ni un raro noticiario. ¿ No oís el grito ni el verso diario que llena la oración de mil mujeres? Demasiados que callan o prefieren ignorar si se roba la delicia de vivir, o se niega caridad. No será cierto que haya quien lo quiere. ¿ No oís el canto, el canto de justicia por el pesebre cálido de la eterna humildad? Esperar a pesar de la injusticia y el sufrimiento…
7. No sé decir ni qué palabras darte. Se quiebra la garganta en tu dolor. Mi mano va. No sé cómo agarrarte el alma ahora: es tanto el estupor que se aloja en tus sienes doloridas… Si pudiera totalmente quedarme con la tristeza tuya, con la herida que te sangra en la hondura… Que callarme sólo sé y abrazarla con dulzura en silencio de mi humilde escritura. No tengo voz ni sé qué ya dejarte… - Mi mano va. Quisiera consolarte- Que, si el Cielo me hiciera ese favor, con mi alma sostendría tu dolor.
8. Porque nos equivocamos o somos traicioneros. Limitados viajeros que al ir también nos dejamos heridas por donde vamos y heridas al fin traemos. Luego sucede la vida para curar tantas idas y venidas… Nos tenemos sin embargo. Porque somos árboles de la ribera. Cada cual a su manera, con su porqué, con su cómo… Al andar nos acercamos para hacer ancho el sendero. Queremos ser viajeros. Aunque a veces nos dejemos heridas por donde vamos y duelan las que tenemos. Porque hemos de continuar…
9. Caen las hojas del otoño que embellecen las aceras. Espejos la lluvia hace, y la ciudad se acelera. Viene de gris y amarillo nuevamente octubre. Quiera venir también el sencillo sosiego mientras, la espera. La mañana se sonroja. Con la prisa. El tropelío por las calles del gentío por la acera entre las hojas, que caen casi lisonjeras y en realidad caprichosas. La mañana. Otoño era. Y la luz que parda afuera… Y la belleza nos atrapa en cualquier esquina…
10. Cómo no amar la vida. Cómo no querer atraparla entre los labios. Si lo sabéis, decidme. No sé yo. Lo dice en primavera el brote sabio y toda esa sonrisa verdadera que brota sin querer por dondequiera venciendo a la torpeza y pese a todo. Cómo acallarla pues. Yo no sé el modo. Y sucede. Lo sé. Tanta injusticia… Sería que por eso se quedó la Belleza que vence los agravios salpicando la vida de caricias. Decídmelo vosotros. ¿ Cómo no atraparla también entre los labios…?
11. Arriesgarse. Correr. Ser solamente tú. Llevar tu pasión a tanta gente con prudencia y toda valentía, para aceptar errores, alegrías, aguantar la tristeza algunos días, y dejar que tu ser entero ría con las cosas que llegan sorprendentes. Y no asustarte nunca porque sientes. Correr hacia la Vida. Ser tú pleno. Aunque algunos te llamen diferente . Te dejo mis palabras si te guían para tu fortaleza y tu alegría. Y contagies - si tú quieres- a la gente. Atrévete. Sólo has de ser sereno. Qué apuesto todo por tu valentía. Animando siempre a quien viene detrás
12. Serenidad concédenos, instante. Tan grata, sosegada, va tu ahora… Tu luz que llega tibia y elegante. O tu sombra, cuando es acogedora. Toda la calma, sólo eso, momento. La bondadosa claridad del día si viene con nosotros. El vals lento de la hierba al sol cuando ya enfría. Como el árbol callado, a su manera, la belleza, también, todos esperan del rato, del momento, de la hora que abriga o tranquiliza… y enamora. Porque hemos de seguir hacia adelante, serenidad, regálanos, instante. Porque tenemos momentos, cosas, personas… que nos alientan.
13. El Cristo de la Paz sencillo lleva a Francisco. Con Él la entrega entera. Porque es nuestro Jesús de savia nueva que lleva la humildad como bandera. Cristo-Dios, que de todos, para todos, nos seducirá así, con su manera de amar la Vida tanto. Con su modo de enseñarnos conSigo la escalera hacia esa verdad que nos eleva: la de la entrega humilde pero entera, en pura caridad sin acomodo. Ay, Cristo de la Paz, sencillo, lleva a mi alma con Francisco en Tu bandera. Que quisiera seguirTe y darlo todo.
14. En la espera del pétalo que baila al viento. A su compás tan atrevido. En la alegría. Pues para atraparla a la serenidad aquí os convido. Con la tierra que cruje. Con el agua empañando los árboles dormidos. El cristal que amanece oscurecido. Primavera en voz baja, o en la fragua. Así. En un silencio. Y al tranquilo paseo en la existencia. Van las horas contando melodías. Van contigo. Casi vuelan. Llevándonos. En vilo. Y el pétalo gracioso que se añora aguarda. Bajo el paño de mi abrigo.
15. Madrid, octubre de 2010. Este trabajo no se comercializa. La autora prefiere su difusión libre y gratuita. http://www.maripazsantossuero-poesia.com / Registro de la Propiedad Intelectual: M-007981/2010