El poema habla sobre alguien que está llamando a la puerta del corazón de otra persona, esperando entrar. El yo lírico desea entrar en la morada del corazón de la otra persona porque se lo ha dado, pero reconoce que es sagrado. Si se le permite entrar, cenará con la otra persona, pero de lo contrario seguirá afuera como un mendigo, llamando a la puerta del corazón.