Jesús enseña a Pedro y a los discípulos que deben perdonar a los demás sin límite, así como Dios los perdona. Jesús cuenta la parábola de un rey que perdona una gran deuda a un siervo, pero este no perdona una pequeña deuda a otro siervo. Al final, Jesús advierte que Dios no perdonará a aquellos que no perdonen a los demás.