España ha experimentado un importante crecimiento económico entre 1975 y 2015, duplicando su PIB y renta per cápita. Sin embargo, ha sufrido problemas estructurales como el alto desempleo. Paralelamente, se descentralizó administrativamente en comunidades autónomas y se establecieron mecanismos de cohesión territorial para evitar desequilibrios regionales, logrando aumentar la cohesión hasta la crisis.