El documento describe el papel fundamental del Espíritu Santo en la misión de la iglesia. Explica que toda actividad misionera debe estar bajo la guía del Espíritu Santo. Además, señala que los misioneros deben ser preparados y conducidos por el poder del Espíritu Santo para llevar a cabo una misión sanadora y sacrificial. Finalmente, sugiere que la literatura misionera es uno de los medios más eficaces para difundir el evangelio hoy en día.