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I. DATOS DEL AUTOR
Abraham Valdelomar Pinto fue escritor peruano. Nació en la ciudad de
Ica el 27 de abril de 1888 y murió en Ayacucho el 3 de noviembre de
1919. Abraham Valdelomar fue hijo de Anfiloquio Valdelomar Fajardo y
de Carolina Pinto. Siguió sus estudios primarios en la ciudad de Pisco y
en la Escuela Municipal Nº 3 de Chincha, y los secundarios en el
Colegio Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe de Lima (1900-04),
donde fundó la revista La Idea Guadalupana (1903) al lado de su
compañero Manuel A. Bedoya.
En 1905 Valdelomar se matriculó en la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, pero dejó las clases al año siguiente para emplearse como
dibujante en las revistas Aplausos y silbidos, Monos y Monadas,
Actualidades, Cinema y Gil Blas, donde también trabajó como director
artístico.
En 1909 publicó sus primeros versos de estilo modernista en la revista
Contemporáneos y al año siguiente decidió reanudar sus estudios,
aunque la universidad nunca le interesó mucho, y en 1913 terminó por
abandonarla definitivamente.
En 1910, a raíz de un conflicto con Ecuador, Abraham Valdelomar
sentó plaza de soldado como integrante del "Batallón Universitario",
formado por estudiantes de San Marcos, y durante el acuartelamiento
escribió una serie de crónicas bajo el título "Con la argelina al viento"
que fueron publicadas en El Diario y La Opinión Nacional de Lima entre
abril y junio de 1910, y que le valieron un premio por parte del
Municipio de Lima; posteriormente viajó con una delegación
universitaria al sur del país, visitando Arequipa, Cuzco y Puno.
El mismo año de 1910 aparecieron publicados los primeros cuentos de
Valdelomar en las revistas Variedades e Ilustración Peruana, y al año
siguiente aparecieron por entregas en las mismas revistas sus novelas
cortas La ciudad de los tísicos y La ciudad muerta -donde hizo
manifiesta la influencia recibida por parte del escritor italiano Gabriele
D´Annunzio-, iniciando también su colaboración con el diario La Prensa
de la capital peruana. En 1912 participó en la campaña presidencial de
Guillermo Billinghurst, siendo elegido presidente del Centro
Universitario billinghurista, y, luego del triunfo de su candidato, llegó a
ser nombrado administrador de la Imprenta del Estado y director del
diario oficial El Peruano (X-1912 a V-1913).
Valdelomar renunció a ambos cargos luego de ser nombrado Segundo
Secretario de la Legación del Perú en Italia (12-V-1913),
embarcándose con destino a Europa el 30 de mayo. Después de pasar
por Panamá, Cuba y Nueva York, llegó a Roma (7-VIII-1913),
asumiendo inmediatamente sus funciones. Su estancia en esta ciudad
la aprovechó para escribir una serie de artículos que bajo el nombre de
"Crónicas de Roma" publicó en los diarios limeños La Nación (XI-1913
a I-1914) y La Opinión Nacional (V-1914 a VII-1914), pero
definitivamente lo más importante de su estancia en Italia fue su
participación en el concurso literario organizado por La Nación con el
cuento "El Caballero Carmelo", que resultó ganador del primer premio
(3-I-1914). Luego de enterarse del derrocamiento del presidente
Billinghurst, renunció a su cargo diplomático (6-II-1914) y regresó a
Lima.
De nuevo en la capital peruana, y luego de una fugaz detención por
conspirar contra el nuevo gobierno (VI-1914), Valdelomar comenzó a
trabajar como secretario personal del polígrafo peruano José de la
Riva-Agüero (1914-15). Bajo la influencia de Riva-Agüero escribió su
primer libro titulado La Mariscala (Lima, 1914), biografía novelada de
Francisca Zubiaga (1803-35), esposa del presidente Agustín Gamarra y
figura importante de la política peruana durante algunos años. Para
entonces Valdelomar ya era un colaborador frecuente de numerosas
publicaciones limeñas como los diarios El Comercio y La Crónica, y las
revistas Balnearios, Mundo Limeño y Variedades, en las que publicaba
sus poemas, cuentos y artículos.
Sin embargo, su labor como periodista estuvo ligada al diario La
Prensa, donde tuvo a cargo la sección "Palabras" desde julio de 1915
hasta su alejamiento del diario en 1918. También publicó en La Prensa
sus "Crónicas frágiles", donde hizo conocido su seudónimo de El Conde
de Lemos; y los "Diálogos máximos", a manera de conversaciones
entre dos personajes, Manlio y Aristipo, a través de los cuales
descubrimos las personalidades de Valdelomar y del escritor José
Carlos Mariátegui.
Abraham Valdelomar también publicó en el mismo diario sus crónicas
tituladas "Impresiones"; la columna "Fuegos fatuos", donde desplegó
todo su humorismo e ironía; y finalmente sus comentarios sobre la
guerra mundial, aparecidos en 1917 bajo el rótulo de "Al margen del
cable". En 1917 ganó el concurso organizado por el Círculo de
Periodistas del Perú con su artículo "Ensayo sobre la sicología del
gallinazo".
Valdelomar, quien a su regreso de Europa se había convertido en el
líder de un grupo de jóvenes escritores, decidió fundar su propia
revista literaria, donde pudiera exponer los trabajos que estuvieran
acordes con los gustos literarios de la nueva generación que
representaba. Así, el 15 de enero de 1916 apareció el primer número
de Colónida, revista dirigida por Valdelomar que a pesar de su corta
duración -sólo publicó cuatro números, el último de mayo de 1916-
tuvo una gran repercusión en el ambiente cultural peruano, al punto
que comenzó a hablarse de un "movimiento Colónida".
Sin embargo, la importancia de esta revista no puede ser magnificada.
Se ha sostenido que la revista pretendía ser una bandera de revolución
estética y un intento de dar a conocer a los nuevos escritores
provincianos, pero es indudable que sus resultados no fueron siempre
los deseables. A pesar de todo, habría que reconocerle el mérito de
rescatar del olvido la figura de José María Eguren (1874-42), el primer
escritor peruano que merece con justicia el calificativo de poeta.
El mismo año se publicó el libro Las Voces Múltiples (Lima, 1916), que
reunía poesías de ocho escritores vinculados a Colónida, entre ellos
Valdelomar. El libro recoge los poemas "El hermano ausente en la cena
de Pascua ..." y "Tristitia", considerados los mejores de su producción
poética, donde se describe el ambiente familiar y la sensación de
ausencia y soledad que embarga al poeta.
Posteriormente publicó los que serían sus últimos libros: Belmonte, el
trágico, Ensayo de una estética futura a través del arte nuevo (Lima
1918), sobre la filosofía estética del toreo en Juan Belmonte -tema
sobre el que confiesa no encontrarse versado-, y su exitoso primer
volumen de cuentos bajo el título de El Caballero Carmelo (Lima,
1918).
En enero de 1918 renunció a su puesto de redactor en La Prensa y
comenzó una breve colaboración con la revista Sud América. Es
entonces cuando el escritor decide recorrer el territorio peruano como
conferenciante, para lo cual emprendió un viaje al norte del país (V-
1918 a XII-1918) visitando las ciudades de Trujillo, Cajamarca,
Chiclayo y Piura, así como diversos pueblos en los cuales dio charlas
sobre temas estéticos, patrióticos y sociales. Mientras, tanto había
postulado a la diputación regional de Ica y, al ser elegido para el cargo
(24-VIII-1919), viajó a la ciudad de Ayacucho, sede del Congreso
Regional del Centro.
El 1º de noviembre de 1919 Abraham Valdelomar sufrió un accidente
mientras participaba en la segunda sesión preparatoria del Congreso, a
consecuencia del cual murió al cabo de dos días, siendo trasladados
sus restos a Lima, luego de ser embalsamados. Póstumamente se
publicó Los hijos del sol (cuentos incaicos, Lima, 1921), conjunto de
relatos escritos alrededor del año 1910, y Tríptico heroico (Lima,
1921), libro de poemas patrióticos dedicados a los niños de las
escuelas del Perú. Su obra literaria, formada por los pocos libros que
publicó y sus trabajos que se encuentran desperdigados en numerosas
publicaciones periódicas, ha sido objeto de diversas recopilaciones, la
última -y también la más completa- con el título de Obras (2 vols.,
Lima 1988).
Abraham Valdelomar es un caso excepcional dentro de la literatura
peruana. Elogiado y atacado en vida como ningún otro escritor de su
país, estuvo decidido a triunfar en su medio para lo cual no dudó en
adoptar posturas desafiantes y escandalosas a la manera de Oscar
Wilde, a quien seguramente quiso imitar. Sin embargo, detrás del
decadentismo que solía mostrar en público y su apego a las frases
brillantes e irónicas, se descubre un auténtico temperamento artístico,
lleno de sentimiento y nostalgia, que se manifiesta en sus mejores
poemas y en los cuentos criollos que forman su libro El Caballero
Carmelo. Este contiene algunos de los mejores relatos escritos en el
Perú.
1.1. Obras Literarias.
* Cuentos criollos:
“El Caballero Carmelo”
“Los ojos de Judas”
“El vuelo de los cóndores”
“El buque negro”
“Yerba Santa”
“La paraca”
“Hebaristo, el sauce que murió de amor”.
* Cuentos exóticos:
“El palacio de hielo”
“La virgen de cera”
* Cuento cinematográfico:
“El beso de Evans”
* Cuentos yanquis:
“El círculo de la muerte” o “El suicidio de Richard Tennyson”
“Tres senas, dos ases”
* Cuentos chinos:
“Las vísceras del superior”
“El hediondo pozo siniestro”
“El peligro sentimental”
“Los Chin-Fu-Ton”
“Whong-Fau-Sang”
* Cuentos humorísticos:
“La tragedia en una redoma”,
“La historia de una vida documentada y trunca”
“Mi amigo tenía frío y yo tenía un abrigo cáscara de nuez”
“La ciudad sentimental. Un cuento, un perro y un salto.”
“Breve historia veraz de un pericote”
“Almas prestadas. Heliodoro, el reloj, mi nuevo amigo”.
* Cuentos incaicos:
-"Los hermanos Ayar"
-"El alma de la quena"
-"El alfarero (Sañu-Camayok)"
-"El pastor y el rebaño de nieve"
-“Los ojos de los reyes” o “Chaymanta Huayñuy (Más allá de la
muerte)”.
-"El camino hacia el Sol"
-“Chaymanta Huayñuy” o "El hombre maldito"
-"El cantor errante"
* Cuentos fantásticos
“El hipocampo de oro”
“Finis desolatrix veritae”
II. ANALISIS DE LA OBRA LITERARIA
2.1. Género : Cuento literario
2.2. Especie :
2.3. Argumento :
La historia del "Hipocampo de oro", sucede en una aldea de
pescadores donde una mujer llamada Glicina , que era muy hermosa y
además viuda porque no conocía el matrimonio, fue visitada en la
noche por un marinero que estuvo con ella pero que al despertar en la
mañana se fue. Pasaron entonces tres años, tres meses, tres semanas
y tres días y al cumplir éste tiempo fue hacia la orilla del sur. Pero en
el camino unos hombres le advirtieron sobre la presencia de un
personaje algo misterioso y fantástico que lo llamaba el Hipocampo de
oro, el primero en advertirla fue un viejo pescador de perlas, que le
dijo que el hipocampo de oro saldría a buscar una copa de sangre,
luego le salió al paso un pescador de corales quien le dijo que el
hipocampo de oro saldría en busca de sus ojos y por último fue aludida
por un niño pescador de carpas que le comento que el hipocampo de
oro saldría en busca del azahar de durazno de las dos almendras. Pero
la señora Glicina siguió adelante en busca del hipocampo; de un
momento a otro a la orilla del mar empezaron a ocurrir ciertos
fenómenos que presagiaban la presencia del Hipocampo de oro, y así
ocurrió se presento ante ella llorando, Glicina le interrogó porque
lloraba y le dijo que era un rey infeliz porque no tenía todo lo que
quería para ser feliz. Le contó además que tenía un conformación
orgánica algo extraña, le contó que era el único Hipocampo
sobreviviente y que vivía en el fondo del mar. Le hizo saber sus
necesidades de cambiar sus ojos por otros hasta que salga
nuevamente la luna, además contó que se debe proveer de una copa
de sangre que le daba la brillantez a su cuerpo y del azahar del
durazno de las dos almendras que le daba el poder de la sabiduría,
sino conseguía todo eso no podría volver a su reino. Ante este relato
Glicina preguntó al Hipocampo que daría él por todo eso a cambio y él
contestó que daría todo lo que le fuera solicitado hasta su reino.
Glicina por su parte le contó de aquella vez que fue visitada por un
marinero una noche, quien le dijo que cuando pasara el tiempo
previsto vaya hacia la orilla del sur y que nacerá el fruto de nuestro
amor. Por eso he venido hasta aquí, para que me des el secreto y yo
os de todo lo que me pides a cambio, entonces el Hipocampo resucitó
y de inmediato mandó a Glicina a buscar al amigo que se encontraba
en el bosque. Glicina partió de inmediato y encontró al durazno de las
dos almendras ella le contó todo y éste apenado le entrego lo pedido y
se quedó llorando. Glicina se dirigió hacia donde se encontraba el
Hipocampo, este al verla le pidió la copa de sangre ella se abrió el
pecho y sin lanzar un grito de dolor cortó una arteria, llenó la copa y se
la dio, enseguida le entregó el azahar de durazno de las dos almendras
y luego se arrancó los ojos y ella le dijo dame ahora mi hijo. El
Hipocampo le dijo que su hijo nacerá mañana después del crepúsculo
pero que ella morirá le preguntó además que le podía duplicar aquella
virtud que desease para su hijo y ella le contestó la del amor. Ella le
agradeció esto ya que valía la pena morir por un hijo y el Hipocampo e
fue hacia su reino.
2.4. Personajes :
a) Principales
A. El Hipocampo de Oro, personaje fantástico, un
hipocampo de naturaleza singular, que era el rey de las
profundidades del mar, pero que no era feliz, pues su
peculiar composición orgánica lo obligaba cada cierto
tiempo a proveerse de nuevos ojos, pero no cualquiera,
sino aquellos que sentía que le estaban predestinados.
También necesitaba de una nueva copa de sangre (que
le daba brillantez a su cuerpo), así como de azahar de
durazno de las dos almendras (que le daba el poder de
la sabiduría).
B. La señora Glicina, una mujer que vivía en una aldea
de pescadores indígenas. Era blanca, joven, bella, pero
estéril. Su mayor deseo era tener un hijo. Una noche
tuvo un idilio fugaz con un marinero que parecía ser un
príncipe rutilante; éste, antes de irse a la mañana
siguiente, le advirtió que en el transcurso de tres años,
tres meses, tres semanas y tres días debía ir a la orilla
del sur y que allí nacería el fruto de su amor.
b) Secundarios
A. El gallardo caballero que un día llegó en un barco
extraño, desembarcando en la orilla. Parecía un príncipe
de las novelas de caballería. Pernoctó una sola noche en
la casa de Glicina; ambos se amaron, pero él partió a la
mañana siguiente. Desde entonces Glicina fue conocida
como la viuda de la aldea.
B. Un viejo pescador de perlas, que también avisa a la
señora Glicina sobre la presencia del Hipocampo de oro.
C. Un joven pescador de corales, que igualmente alerta
a la señora Glicina sobre la aparición del Hipocampo de
oro.
D. Un niño pescador de carpas, que alerta a la señora
Glicina sobre la aparición del Hipocampo de oro.
E. El Durazno de las dos almendras, que entrega a
Glicina su azahar de tres pétalos, su parte más preciada.
III. APRECIACION CRITICA
La obra de Valdelomar, es uno de los más importantes
testimonios literarios de su época: el del ingreso del Perú a la realidad
contemporánea. Valdelomar reúne en su obra todas las cualidades y
los defectos de ese tiempo: aporta al país una nueva sensibilidad, pero
convierte la actividad literaria en un quehacer desprovisto de raíces en
la problemática profunda del momento. Fue brillante, pero se prodigó
demasiado. En muchos sentidos – como ha dicho Jorge Basadre- la
obra de Valdelomar acusa el impacto que tuvieron en la literatura el
periodismo y la aceleración del ritmo de la vida urbana.

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  • 1. I. DATOS DEL AUTOR Abraham Valdelomar Pinto fue escritor peruano. Nació en la ciudad de Ica el 27 de abril de 1888 y murió en Ayacucho el 3 de noviembre de 1919. Abraham Valdelomar fue hijo de Anfiloquio Valdelomar Fajardo y de Carolina Pinto. Siguió sus estudios primarios en la ciudad de Pisco y en la Escuela Municipal Nº 3 de Chincha, y los secundarios en el Colegio Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe de Lima (1900-04), donde fundó la revista La Idea Guadalupana (1903) al lado de su compañero Manuel A. Bedoya. En 1905 Valdelomar se matriculó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero dejó las clases al año siguiente para emplearse como dibujante en las revistas Aplausos y silbidos, Monos y Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas, donde también trabajó como director artístico. En 1909 publicó sus primeros versos de estilo modernista en la revista Contemporáneos y al año siguiente decidió reanudar sus estudios, aunque la universidad nunca le interesó mucho, y en 1913 terminó por abandonarla definitivamente. En 1910, a raíz de un conflicto con Ecuador, Abraham Valdelomar sentó plaza de soldado como integrante del "Batallón Universitario", formado por estudiantes de San Marcos, y durante el acuartelamiento escribió una serie de crónicas bajo el título "Con la argelina al viento" que fueron publicadas en El Diario y La Opinión Nacional de Lima entre abril y junio de 1910, y que le valieron un premio por parte del Municipio de Lima; posteriormente viajó con una delegación universitaria al sur del país, visitando Arequipa, Cuzco y Puno. El mismo año de 1910 aparecieron publicados los primeros cuentos de Valdelomar en las revistas Variedades e Ilustración Peruana, y al año
  • 2. siguiente aparecieron por entregas en las mismas revistas sus novelas cortas La ciudad de los tísicos y La ciudad muerta -donde hizo manifiesta la influencia recibida por parte del escritor italiano Gabriele D´Annunzio-, iniciando también su colaboración con el diario La Prensa de la capital peruana. En 1912 participó en la campaña presidencial de Guillermo Billinghurst, siendo elegido presidente del Centro Universitario billinghurista, y, luego del triunfo de su candidato, llegó a ser nombrado administrador de la Imprenta del Estado y director del diario oficial El Peruano (X-1912 a V-1913). Valdelomar renunció a ambos cargos luego de ser nombrado Segundo Secretario de la Legación del Perú en Italia (12-V-1913), embarcándose con destino a Europa el 30 de mayo. Después de pasar por Panamá, Cuba y Nueva York, llegó a Roma (7-VIII-1913), asumiendo inmediatamente sus funciones. Su estancia en esta ciudad la aprovechó para escribir una serie de artículos que bajo el nombre de "Crónicas de Roma" publicó en los diarios limeños La Nación (XI-1913 a I-1914) y La Opinión Nacional (V-1914 a VII-1914), pero definitivamente lo más importante de su estancia en Italia fue su participación en el concurso literario organizado por La Nación con el cuento "El Caballero Carmelo", que resultó ganador del primer premio (3-I-1914). Luego de enterarse del derrocamiento del presidente Billinghurst, renunció a su cargo diplomático (6-II-1914) y regresó a Lima. De nuevo en la capital peruana, y luego de una fugaz detención por conspirar contra el nuevo gobierno (VI-1914), Valdelomar comenzó a trabajar como secretario personal del polígrafo peruano José de la Riva-Agüero (1914-15). Bajo la influencia de Riva-Agüero escribió su primer libro titulado La Mariscala (Lima, 1914), biografía novelada de Francisca Zubiaga (1803-35), esposa del presidente Agustín Gamarra y
  • 3. figura importante de la política peruana durante algunos años. Para entonces Valdelomar ya era un colaborador frecuente de numerosas publicaciones limeñas como los diarios El Comercio y La Crónica, y las revistas Balnearios, Mundo Limeño y Variedades, en las que publicaba sus poemas, cuentos y artículos. Sin embargo, su labor como periodista estuvo ligada al diario La Prensa, donde tuvo a cargo la sección "Palabras" desde julio de 1915 hasta su alejamiento del diario en 1918. También publicó en La Prensa sus "Crónicas frágiles", donde hizo conocido su seudónimo de El Conde de Lemos; y los "Diálogos máximos", a manera de conversaciones entre dos personajes, Manlio y Aristipo, a través de los cuales descubrimos las personalidades de Valdelomar y del escritor José Carlos Mariátegui. Abraham Valdelomar también publicó en el mismo diario sus crónicas tituladas "Impresiones"; la columna "Fuegos fatuos", donde desplegó todo su humorismo e ironía; y finalmente sus comentarios sobre la guerra mundial, aparecidos en 1917 bajo el rótulo de "Al margen del cable". En 1917 ganó el concurso organizado por el Círculo de Periodistas del Perú con su artículo "Ensayo sobre la sicología del gallinazo". Valdelomar, quien a su regreso de Europa se había convertido en el líder de un grupo de jóvenes escritores, decidió fundar su propia revista literaria, donde pudiera exponer los trabajos que estuvieran acordes con los gustos literarios de la nueva generación que representaba. Así, el 15 de enero de 1916 apareció el primer número de Colónida, revista dirigida por Valdelomar que a pesar de su corta duración -sólo publicó cuatro números, el último de mayo de 1916- tuvo una gran repercusión en el ambiente cultural peruano, al punto que comenzó a hablarse de un "movimiento Colónida".
  • 4. Sin embargo, la importancia de esta revista no puede ser magnificada. Se ha sostenido que la revista pretendía ser una bandera de revolución estética y un intento de dar a conocer a los nuevos escritores provincianos, pero es indudable que sus resultados no fueron siempre los deseables. A pesar de todo, habría que reconocerle el mérito de rescatar del olvido la figura de José María Eguren (1874-42), el primer escritor peruano que merece con justicia el calificativo de poeta. El mismo año se publicó el libro Las Voces Múltiples (Lima, 1916), que reunía poesías de ocho escritores vinculados a Colónida, entre ellos Valdelomar. El libro recoge los poemas "El hermano ausente en la cena de Pascua ..." y "Tristitia", considerados los mejores de su producción poética, donde se describe el ambiente familiar y la sensación de ausencia y soledad que embarga al poeta. Posteriormente publicó los que serían sus últimos libros: Belmonte, el trágico, Ensayo de una estética futura a través del arte nuevo (Lima 1918), sobre la filosofía estética del toreo en Juan Belmonte -tema sobre el que confiesa no encontrarse versado-, y su exitoso primer volumen de cuentos bajo el título de El Caballero Carmelo (Lima, 1918). En enero de 1918 renunció a su puesto de redactor en La Prensa y comenzó una breve colaboración con la revista Sud América. Es entonces cuando el escritor decide recorrer el territorio peruano como conferenciante, para lo cual emprendió un viaje al norte del país (V- 1918 a XII-1918) visitando las ciudades de Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Piura, así como diversos pueblos en los cuales dio charlas sobre temas estéticos, patrióticos y sociales. Mientras, tanto había postulado a la diputación regional de Ica y, al ser elegido para el cargo (24-VIII-1919), viajó a la ciudad de Ayacucho, sede del Congreso Regional del Centro.
  • 5. El 1º de noviembre de 1919 Abraham Valdelomar sufrió un accidente mientras participaba en la segunda sesión preparatoria del Congreso, a consecuencia del cual murió al cabo de dos días, siendo trasladados sus restos a Lima, luego de ser embalsamados. Póstumamente se publicó Los hijos del sol (cuentos incaicos, Lima, 1921), conjunto de relatos escritos alrededor del año 1910, y Tríptico heroico (Lima, 1921), libro de poemas patrióticos dedicados a los niños de las escuelas del Perú. Su obra literaria, formada por los pocos libros que publicó y sus trabajos que se encuentran desperdigados en numerosas publicaciones periódicas, ha sido objeto de diversas recopilaciones, la última -y también la más completa- con el título de Obras (2 vols., Lima 1988). Abraham Valdelomar es un caso excepcional dentro de la literatura peruana. Elogiado y atacado en vida como ningún otro escritor de su país, estuvo decidido a triunfar en su medio para lo cual no dudó en adoptar posturas desafiantes y escandalosas a la manera de Oscar Wilde, a quien seguramente quiso imitar. Sin embargo, detrás del decadentismo que solía mostrar en público y su apego a las frases brillantes e irónicas, se descubre un auténtico temperamento artístico, lleno de sentimiento y nostalgia, que se manifiesta en sus mejores poemas y en los cuentos criollos que forman su libro El Caballero Carmelo. Este contiene algunos de los mejores relatos escritos en el Perú. 1.1. Obras Literarias. * Cuentos criollos: “El Caballero Carmelo” “Los ojos de Judas” “El vuelo de los cóndores”
  • 6. “El buque negro” “Yerba Santa” “La paraca” “Hebaristo, el sauce que murió de amor”. * Cuentos exóticos: “El palacio de hielo” “La virgen de cera” * Cuento cinematográfico: “El beso de Evans” * Cuentos yanquis: “El círculo de la muerte” o “El suicidio de Richard Tennyson” “Tres senas, dos ases” * Cuentos chinos: “Las vísceras del superior” “El hediondo pozo siniestro” “El peligro sentimental” “Los Chin-Fu-Ton” “Whong-Fau-Sang” * Cuentos humorísticos: “La tragedia en una redoma”, “La historia de una vida documentada y trunca” “Mi amigo tenía frío y yo tenía un abrigo cáscara de nuez” “La ciudad sentimental. Un cuento, un perro y un salto.” “Breve historia veraz de un pericote”
  • 7. “Almas prestadas. Heliodoro, el reloj, mi nuevo amigo”. * Cuentos incaicos: -"Los hermanos Ayar" -"El alma de la quena" -"El alfarero (Sañu-Camayok)" -"El pastor y el rebaño de nieve" -“Los ojos de los reyes” o “Chaymanta Huayñuy (Más allá de la muerte)”. -"El camino hacia el Sol" -“Chaymanta Huayñuy” o "El hombre maldito" -"El cantor errante" * Cuentos fantásticos “El hipocampo de oro” “Finis desolatrix veritae” II. ANALISIS DE LA OBRA LITERARIA 2.1. Género : Cuento literario 2.2. Especie : 2.3. Argumento : La historia del "Hipocampo de oro", sucede en una aldea de pescadores donde una mujer llamada Glicina , que era muy hermosa y además viuda porque no conocía el matrimonio, fue visitada en la noche por un marinero que estuvo con ella pero que al despertar en la mañana se fue. Pasaron entonces tres años, tres meses, tres semanas y tres días y al cumplir éste tiempo fue hacia la orilla del sur. Pero en el camino unos hombres le advirtieron sobre la presencia de un personaje algo misterioso y fantástico que lo llamaba el Hipocampo de oro, el primero en advertirla fue un viejo pescador de perlas, que le dijo que el hipocampo de oro saldría a buscar una copa de sangre, luego le salió al paso un pescador de corales quien le dijo que el hipocampo de oro saldría en busca de sus ojos y por último fue aludida
  • 8. por un niño pescador de carpas que le comento que el hipocampo de oro saldría en busca del azahar de durazno de las dos almendras. Pero la señora Glicina siguió adelante en busca del hipocampo; de un momento a otro a la orilla del mar empezaron a ocurrir ciertos fenómenos que presagiaban la presencia del Hipocampo de oro, y así ocurrió se presento ante ella llorando, Glicina le interrogó porque lloraba y le dijo que era un rey infeliz porque no tenía todo lo que quería para ser feliz. Le contó además que tenía un conformación orgánica algo extraña, le contó que era el único Hipocampo sobreviviente y que vivía en el fondo del mar. Le hizo saber sus necesidades de cambiar sus ojos por otros hasta que salga nuevamente la luna, además contó que se debe proveer de una copa de sangre que le daba la brillantez a su cuerpo y del azahar del durazno de las dos almendras que le daba el poder de la sabiduría, sino conseguía todo eso no podría volver a su reino. Ante este relato Glicina preguntó al Hipocampo que daría él por todo eso a cambio y él contestó que daría todo lo que le fuera solicitado hasta su reino. Glicina por su parte le contó de aquella vez que fue visitada por un marinero una noche, quien le dijo que cuando pasara el tiempo previsto vaya hacia la orilla del sur y que nacerá el fruto de nuestro amor. Por eso he venido hasta aquí, para que me des el secreto y yo os de todo lo que me pides a cambio, entonces el Hipocampo resucitó y de inmediato mandó a Glicina a buscar al amigo que se encontraba en el bosque. Glicina partió de inmediato y encontró al durazno de las dos almendras ella le contó todo y éste apenado le entrego lo pedido y se quedó llorando. Glicina se dirigió hacia donde se encontraba el Hipocampo, este al verla le pidió la copa de sangre ella se abrió el pecho y sin lanzar un grito de dolor cortó una arteria, llenó la copa y se la dio, enseguida le entregó el azahar de durazno de las dos almendras y luego se arrancó los ojos y ella le dijo dame ahora mi hijo. El Hipocampo le dijo que su hijo nacerá mañana después del crepúsculo pero que ella morirá le preguntó además que le podía duplicar aquella virtud que desease para su hijo y ella le contestó la del amor. Ella le agradeció esto ya que valía la pena morir por un hijo y el Hipocampo e fue hacia su reino. 2.4. Personajes : a) Principales A. El Hipocampo de Oro, personaje fantástico, un hipocampo de naturaleza singular, que era el rey de las profundidades del mar, pero que no era feliz, pues su peculiar composición orgánica lo obligaba cada cierto tiempo a proveerse de nuevos ojos, pero no cualquiera,
  • 9. sino aquellos que sentía que le estaban predestinados. También necesitaba de una nueva copa de sangre (que le daba brillantez a su cuerpo), así como de azahar de durazno de las dos almendras (que le daba el poder de la sabiduría). B. La señora Glicina, una mujer que vivía en una aldea de pescadores indígenas. Era blanca, joven, bella, pero estéril. Su mayor deseo era tener un hijo. Una noche tuvo un idilio fugaz con un marinero que parecía ser un príncipe rutilante; éste, antes de irse a la mañana siguiente, le advirtió que en el transcurso de tres años, tres meses, tres semanas y tres días debía ir a la orilla del sur y que allí nacería el fruto de su amor. b) Secundarios A. El gallardo caballero que un día llegó en un barco extraño, desembarcando en la orilla. Parecía un príncipe de las novelas de caballería. Pernoctó una sola noche en la casa de Glicina; ambos se amaron, pero él partió a la mañana siguiente. Desde entonces Glicina fue conocida como la viuda de la aldea. B. Un viejo pescador de perlas, que también avisa a la señora Glicina sobre la presencia del Hipocampo de oro. C. Un joven pescador de corales, que igualmente alerta a la señora Glicina sobre la aparición del Hipocampo de oro. D. Un niño pescador de carpas, que alerta a la señora Glicina sobre la aparición del Hipocampo de oro. E. El Durazno de las dos almendras, que entrega a Glicina su azahar de tres pétalos, su parte más preciada. III. APRECIACION CRITICA La obra de Valdelomar, es uno de los más importantes testimonios literarios de su época: el del ingreso del Perú a la realidad contemporánea. Valdelomar reúne en su obra todas las cualidades y los defectos de ese tiempo: aporta al país una nueva sensibilidad, pero convierte la actividad literaria en un quehacer desprovisto de raíces en la problemática profunda del momento. Fue brillante, pero se prodigó demasiado. En muchos sentidos – como ha dicho Jorge Basadre- la obra de Valdelomar acusa el impacto que tuvieron en la literatura el periodismo y la aceleración del ritmo de la vida urbana.