Este poema describe al Corazón de Cristo que late en el Sagrario, un corazón solitario que se alimenta de amor y espera pacientemente. Es un corazón que perdona y conoce a cada persona, recordando lo peor de sus vidas desde el Calvario. El poema insta a los lectores a decirle a los demás que vengan a la fuente de la vida y que existe esperanza en Jesucristo, cuyo corazón sufrió y perdonó a lo largo de su vida terrenal y está vivo hoy.