Este salmo de súplica era utilizado por Israel en ceremonias penitenciales comunitarias, particularmente en la fiesta de las Expiaciones, para pedir perdón por los pecados. El salmista confía en que Dios perdonará sus pecados a pesar de su indignidad, y pide protección no solo para sí mismo sino también para todo su pueblo.
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
A. ¿Qué es la soledad?
• En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que más se utiliza para “solitario” es shamem, que significa “desolado”.
• En el Nuevo Testamento la palabra griega eremos significa “lugares desiertos”.
• La soledad es el estado emocional de tristeza causado por sentirse solo, aislado o alejado de los demás.
• Una persona puede sentir la falta de cercanía con otros aún cuando estén en su presencia.
• David exclamó al Señor en tiempo de soledad:
“Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido”.
(Salmos 25:16)
B. ¿Qué significa estar solo?
• En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea que se traduce solo es badad, que significa “estar con uno mismo”.
• En el Nuevo Testamento, la palabra griega monos denota “sin compañía, solo, solitario”.
• Estar solo es la condición de estar sin compañía, separado de otros.
• Con frecuencia, Jesús buscó estar a solas. Se apartaba de los demás para poder tener comunión con el Padre.
“Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”.
(Mateo 14:23)
C. ¿Cuál es la diferencia entre estar a solas y sentir soledad?
• La soledad se refiere al estado emocional (por sentirse rechazado y desolado).
• Estar a solas se refiere al estado físico (el estado de estar separado de los demás).
• La soledad generalmente es una experiencia negativa (que va acompañada de un sentimiento de desesperanza).
• Estar a solas puede ser una experiencia positiva (convirtiéndola en un momento de creatividad y comunión con el Señor).
D. Ejemplos bíblicos de soledad
DAVID EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR EL RECHAZO.
“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;
No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”.
(Salmos 142:4)
JOB EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR SUS AMIGOS DESLEALES.
“El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas”.
(Job 6:14–15)
ELÍAS EXPERIMENTÓ SOLEDAD PORQUE TEMIÓ LA IRA DE DIOS.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.
(1 Reyes 19:3–4)
E. Ejemplos bíblicos de estar solo
PABLO ESTUVO SOLO CUANDO SUS AMIGOS LO ABANDONARON.
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”.
(2 Timoteo 4:16–17)
JOB ESTUVO SOLO CUANDO
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Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de san Vicente
Salmo 129
1.
2.
3. E ste es uno de los Salmos llamados “penitenciales” (Sal. 6; 32; 38; 51; 102; 143), y la tradición cristiana lo utiliza preferentemente en la liturgia de los difuntos por su marcado tono de esperanza. E n esta súplica, el reconocimiento del propio pecado se une a la confiada seguridad de obtener el perdón divino. ● El salmista, lejos de sentirse abandonado de Dios, se apoya en la conciencia de su propia indignidad, para acercarse a él. ● Con esta actitud implora el p erdón y la protección, no sólo para sí mismo, sino también para todo su Pueblo.
4. 1. CON ISRAEL 2. CON JESÚS 3. CON NUESTRO TIEMPO Este salmo de "Súplica" era utilizado por Israel en las ceremonias penitenciales comunitarias, particularmente en la fiesta de las Expiaciones: antes de renovar la Alianza, se ofrecían "sacrificios de expiación" en reparación por los pecados. Lo que llama la atención es que el "grito" del pecador no tiene por objeto confesar su pecado en forma circunstanciada y detallada: no se sabe de "qué" pecado se trata. El Evangelio está lleno de este "perdón" de Dios, cuya espera se expresaba ya en este salmo 129. Hay una profunda armonía entre el pensamiento del salmista y el pensamiento de Jesús: Dios no es este justiciero inexorable que los hombres han imaginado a veces, con aparente buena intención de salvaguardar la "justicia" o la "santidad" de Dios. La grandeza de Dios es perdonar. Para el creyente el "grito" del hombre tiene una respuesta... El mal no es fatal... La muerte no es el último acto... El pecado no es una situación "sin salida". Cuando el hombre está en el fondo del abismo, se siente solo, abandonado, condenado a quedarse en su "hoya". Ahora bien, justamente al fondo de este abismo viene a buscarnos el amor de Jesús.
5. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
6. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de tí procede el perdón , y así infundes respeto.
7. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
8. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.
9. «Desde lo más profundo grito hacia ti, Señor». Sea cual sea la oración que yo haga, Señor, quiero que vaya siempre precedida por este verso: «Desde lo más profundo». Siempre que rezo, voy en serio, Señor, y mi oración brota de lo más profundo de mi ser, de la realidad de mi experiencia y de la urgencia de mi salvación. Siempre que rezo, lo hago con toda mi alma, pongo toda mi fuerza en cada palabra, toda mi vida en cada petición. Cada oración que hago es el aliento de mi alma, el latir de mi corazón, el testamento de mi existencia. En ella van mi derecho a vivir y mi esperanza de eternidad. Conozco mi indignidad , Señor, conozco mi miseria, conozco mi pecado. Pero también conozco la prontitud de tu perdón y la generosidad de tu gracia, y eso me hace esperar tu visita con un deseo que me brota también de lo más profundo de mi ser. Voy de veras cuando rezo , Señor; no se trata de mera costumbre, rutina, necesidad de guardar las apariencias o de dar buen ejemplo; no es eso lo que me hace buscar tu presencia y caer de rodillas ante ti. Es la necesidad de ser yo mismo, en toda la pobreza de mi ser y la grandeza de mi esperanza, la que me lleva a ti, porque sólo ante ti en oración es como puedo encontrarme a mí mismo. Por eso rezo, Señor.
10. T u pueblo, Señor, espera en ti, la Iglesia espera en tu palabra; nuestras culpas nos han hundido en el abismo, pero de ti viene la misericordia, y la redención copiosa; devuélvenos, pues, la alegría de tu salvación y haznos oír el gozo y la alegría.