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Teoría de la deriva continental: desde la prehistoria hasta Wegener
1. FIMGM
TEORIA DE LA DERIVA CONTINENTAL
La deriva continental es el desplazamiento de las masas continentales unas respecto a otras. Esta
hipótesis fue desarrollada en 1912 por el alemán Alfred Wegener a partir de diversas
observaciones empíricas, pero no fue hasta los años 60, con el desarrollo de la tectónica de
placas, cuando pudo explicarse de manera adecuada el movimiento de los continentes.
La teoría original de Alfred Wegener
La teoría de la deriva continental fue propuesta originalmente por Alfred Wegener en 1912,
quien la formula basándose,entre otras cosas, en la manera en que parecen encajar las formas de
los continentes a cada lado del Océano Atlántico, como África y Sudamérica (de lo que ya se
habían percatado anteriormente Benjamin Franklin y otros). También tuvo en cuenta el parecido
de la fauna fósil de los continentes septentrionales y ciertas formaciones geológicas. Más en
general, Wegener conjeturó que el conjunto de los continentes actuales estuvieron unidos en el
pasado remoto de la Tierra, formando un supercontinente, denominado Pangea, que significa
"toda la tierra". Este planteamiento fue inicialmente descartado por la mayoría de sus colegas,
ya que su teoría carecía de un mecanismo para explicar la deriva de los continentes. En su tesis
original, propuso que los continentes se desplazaban sobre otra capa más densa de la Tierra que
conformaba los fondos oceánicos y se prolongaba bajo ellos de la misma forma en que uno
desplaza una alfombra sobre el piso de una habitación. Sin embargo, la enorme fuerza de
fricción implicada, motivó el rechazo de la explicación de Wegener, y la puesta en suspenso,
como hipótesis interesante pero no probada, de la idea del desplazamiento continental. En
síntesis, la deriva continental es el desplazamiento lento y continuo de las masas continentales.
La deriva continental: Desde la prehistoria, la búsqueda de minerales metálicos proporcionó a
los mineros un amplio conocimiento empírico de la estructura de la corteza terrestre: la forma
en que diferente s rocas se disponen en estratos una encima de otra, la posibilidad de que las
vetas minerales se abran paso a través de los estratos, y así sucesivamente.
Pero el fundador de la geología como ciencia fue James Hutton, que trabajó en Escocia durante
la segunda mitad del siglo XVIII. Sus ideas fueron desarrolladas en el siglo XIX por otros
precursores, como los geólogos británicos Charles Lyell y Archibald Geikie. Sus
investigaciones entraron en conflicto con las creencias más establecidas sobre la edad de la
Tierra y las fuerzas que la habían modelado. Según la opinión predominante, la historia
geológica sólo podía interpretarse como una sucesión de catástrofes, entre ellas, el diluvio
universal en tiempos de Noé.
2. FIMGM
Sin embargo los nuevos geólogos eran partidarios del «uniformisrmo» que
establecía que la historia de la corteza terrestre podía explicarse sencillamente
por la acción continua y sumamente prolongada de las fuerzas corrientes de la
naturaleza.
Aunque sólo fuera por las dificultades que planteaban los viajes, los primeros
geólogos solían restringir sus estudios a las pequeñas zonas que tenían a su
alcance, pero algunos estaban dispuestos a pensar a escala planetaria.
A partir de 1600, cuando los mapas del mundo comenzaron a ser más exactos, los geógrafos
advirtieron que la costa occidental de África podía encajar con la costa oriental de América
como dos piezas de un gigantesco rompecabezas. Este hecho sugería, de manera muy general,
que en una época muy remota los dos continentes atlánticos habían estado unidos y que desde
entonces se habían ido separando. Esta hipótesis fue formulada de forma más concreta por el
científico francés A. Snider-Pellegrini en 1858; medio siglo más tarde, H.B. Baker presentó su
teoría según la cual hace 200 millones de años todos los continentes habían ocupado el sitio de
la Antártida y desde entonces se habían separado. F.B. Taylor, un geólogo norteamericano
especialmente interesado en la región de los Grandes Lagos, formuló independientemente una
teoría similar en 1910.
La teoría de la deriva continental fue formulada concretamente por primera vez por Alfred
Wegener, que aparece en la fotografía (abajo), en 1912. Su idea básica era que una masa
continental original (Pangea) se había fragmentado y que a lo largo de las eras geológicas se
había Ido separando hasta formar los actuales continentes.
Así pues, en la primera década de este siglo, la idea de que incluso los
continentes, lejos de permanecer fijos e inmóviles, podían moverse en el
curso de vastos períodos de tiempo no era completamente nueva. La
persona más estrechamente vinculada a la teoría de la deriva continental
(o del desplazamiento continental, como la denominó al principio) fue el
meteorólogo alemán Alfred Wegener.
Al considerar la teoría por primera vez, se sintió inclinado a
descartarla; pero reavivaron su interés las pruebas
paleontológicas de que en un pasado remoto debió existir algún
puente terrestre que uniera Africa con Brasil, del mismo modo
que Gran Bretaña estaba unida al continente hace 20.000 años, a
través del canal de la Mancha, y Asia con América del Norte, a
través del estrecho de Bering. Pero éstos eran ejemplos de
puentes relativamente cortos. En cambio, el caso del vasto
océano Atlántico hizo que Wegener considerara más seriamente
la teoría de la deriva continental y, a partir de 1912, se dedicó a
desarrollarla.
Postuló entonces la existencia original de un supercontinente,
Pangea, que comenzó a separarse durante la era pérmica, hace
3. FIMGM
más de 200 millones de años. América se desplazó hacia el oeste, alejándose de la masa
continental eurasiática, y entre los dos continentes se formó el Atlántico. Australia se desplazó
hacia el norte y la India se alejó de Africa. Más adelante, durante el cuaternario (hace 2 millones
de años), Groenlandia se separó de Noruega. Algunos archipiélagos importantes, como los de
Japón y las Filipinas, se identificaron como fragmentos dejados atrás por estas colosales
separaciones.
El conjunto de la teoría proporcionaba una explicación satisfactoria de la distribución actual de
las masas de tierra firme o continentales, pero era preciso encontrar el mecanismo que
provocaba estos desplazamientos. A este respecto, Wegener supuso que las masas continentales
flotaban sobre algún tipo de magma plástico, como el que mana de las grandes profundidades
durante las erupciones volcánicas, y señaló que la constante rotación de la Tierra determinaría
una deriva hacia el oeste.
Los mapas de Wegener muestran la disposición de los continentes durante los períodos
carbonífero, eoceno y cuaternario (hace 300, 45 y 2 millones de años, respectivamente). Los
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terremotos constituyen pruebas de la inestabilidad de la corteza terrestre. El catastrófico sismo
de San Francisco, en 1906, se produjo porque la ciudad se encuentra sobre la falla de San
Andrees, tal como señaló Wegener.
Wegener se adentró además por otras dos líneas de estudio: Como meteorólogo, estaba
interesado en la historia del clima, y pudo comprobar que los cambios climáticos confirmaban
sus ideas. La segunda línea resultó menos satisfactoria. Una vez aceptada la idea de que la
deriva continental se había producido, no había razones plausibles para suponer que fuera a
detenerse. En consecuencia, trató de demostrarla mediante la determinación exacta, a largos
intervalos, de las distancias entre los puntos de diferentes continentes, utilizando métodos
astronómicos muy precisos y calculando la duración de las transmisiones por radio. Sus
resultados fueron negativos, pero le fue posible argumentar que el ritmo de la deriva era
demasiado lento para ser detectado con los métodos relativamente bastos disponibles en la
época.
Pero no es sorprendente que no obtuviera los
resultados deseados si es cierto que la separación
entre Africa y América ha progresado regularmente
desde la era pérmica. te ser así, la velocidad media no
sería superior a 1 metro en 30 años. Sin embargo, a
fines del siglo XX, el uso del rayo láser y de los
satélites artificiales ha permitido medir con notable
precisión el ritmo de la deriva continental,
confirmando así la teoría de Wegener.
Mohorovicic y la estructura de la Tierra
El 8 de octubre de 1909, se produjo un intenso terremoto a 40 km. al sur de Zagreb, en Croacia
(que entonces formaba parte del imperio Austrohúngaro). Otro terremoto ocurrido previamente
en Zagreb había determinado la instalación de un sismógrafo en el observatorio meteorológico
de la ciudad, dirigido por Andrija Mohorovicic. En su calidad de director del observatorio,
Mohorovicic recibió de todas las estaciones de Europa los registros del terremoto de 1909.
Después de analizarlos detalladamente, realizó un interesante descubrimiento. Como esperaba,
los registros reflejaban dos tipos de ondas: de compresión (P), en las que las partículas oscilan a
lo largo de la línea de propagación, y de distorsión (S), en las que el movimiento se produce en
ángulo recto con respecto a la línea de propagación.
Luego advirtió que había en realidad dos tipos de ondas P. A
escasa distancia del epicentro, la primera onda en llegar se
desplaza a una velocidad de 5,5 a 6,5 km. por segundo. A
una distancia de unos 170 km., esta onda es superada por una
segunda onda, que se desplaza a 8,1 km/s. Más allá de este
punto, hasta los 800 km., es posible detectar las dos ondas,
pero luego las más lentas se desvanecen. Mohorovicic
interpretó este fenómeno como la prueba de que las ondas
más lentas se desplazan directamente hacia el sismógrafo,
mientras que las más veloces son refractadas a una
profundidad de unos 50 km. En su honor, la capa refractora
5. FIMGM
recibió el nombre de discontinuidad de Mohorovicic, o Moho. Investigaciones posteriores
demostraron que la profundidad del Moho (el límite entre la corteza terrestre y el manto
superior) varía entre 30 y 50 km.
Pruebas de la deriva continental
El meteorólogo alemán Alfred Wegener reunió en su tesis original pruebas convincentes de que
los continentes se hallaban en continuo movimiento. Las más importantes eran las siguientes.
Pruebas de la geografía
Wegener sospechó que los continentes podrían haber estado unidos en tiempos pasados al
observar una gran coincidencia entre la forma de las costas de los continentes, especialmente
entre Sudamérica y África. Si en el pasado estos continentes hubieran estado unidos formando
solo uno (Pangea), es lógico que los fragmentos encajen. La coincidencia es aún mayor si se
tienen en cuenta no las costas actuales, sino los límites de las plataformas continentales.
Pruebas de la geología
Se basaban en los descubrimientos a partir de esta ciencia. Cuando Wegener reunió todos los
continentes en Pangea, descubrió que existían cordilleras con la misma edad y misma clase de
rocas en distintos continentes que según él, habían estado unidos. Estos accidentes se
prolongaban a una edad que se pudo saber calculando la antigüedad de los orógenos.
Pruebas de la paleontología
Wegener también descubrió otro indicio sorprendente. En distintos continentes alejados
mediante océanos, encontró fósiles de las mismas especies, es decir, habitaron ambos lugares
durante el periodo de su existencia. Y lo que es más, entre estos organismos se encontraban
algunos terrestres, como reptiles o plantas, incapaces de haber atravesado océanos por lo que
dedujo que durante el periodo de vida de estas especies Pangea había existido.
Pruebas de la paleoclimatología
Esta ciencia pretende descubrir cómo era el clima pasado de las diversas regiones del planeta a
través del estudio de rocas como el carbón o la existencia de morrenas como las dejadas por los
glaciares.
Wegener encontró aquí otra prueba que respaldaba su hipótesis. En su mapa de Pangea, las
regiones ecuatoriales contenían en los años 60 morrenas de carbón, consecuencia inevitable de
una antigua selva. Gracias a esto, se comprobó el movimiento de estos continentes desde que
Pangea fue destruido. Actualmente, estos continentes se hallan cerca de los polos.
La teoría en la actualidad
La teoría de la deriva continental, junto con la de la expansión del fondo oceánico, quedaron
incluidas en la teoría de la tectónica de placas, nacida en los años 1960 a partir de
investigaciones de Robert Dietz, Bruce Heezen, Harry Hess, Maurice Edwing, Tuzo Wilson y
otros. Según esta teoría, el fenómeno del desplazamiento sucede desde hace miles de millones
de años gracias a la convección global en el manto (exceptuando la parte superior rígida que
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forma parte de la litosfera), de la que depende que la litosfera sea reconfigurada y desplazada
permanentemente.
Se trata en este caso de una explicación consistente, en términos físicos, que aunque difiere
radicalmente acerca del mecanismo del desplazamiento continental, es igualmente una teoría
movilista, que permitió superar las viejas interpretaciones fijistas de la orogénesis (geosinclinal
y contraccionismo) y de la formación de los continentes y océanos. Por esto, Wegener es
considerado, con toda justicia, su precursor y por el mismo motivo ambas teorías son
erróneamente consideradas una sola con mucha frecuencia.
TEORIA DE LAS PLACAS TECTONICAS
Antecedentes históricos
Fue en la década iniciada en 1960 cuando los científicos plantearon una verdadera revolución en
los conceptos de la Geología Oceánica. Todos los datos que se habían reunido durante las cuatro
décadas anteriores, sobre sondajes a grandes profundidades, muestras y fotografías del fondo
marino, mediciones del flujo de calor y del magnetismo, son ahora reinterpretados según el
concepto de la teoría de las placas tectónicas, que postula que la corteza terrestre está formada
por placas que son creadas en las cordilleras mezo-oceánicas y destruidas en las fosas marinas
vecinas a los continentes.
En 1885 y basándose en la distribución
de floras fósiles y de sedimentos de
origen glacial, el geólogo suizo Suess
propuso la existencia de un
supercontinente que incluía India, África
y Madagascar, posteriormente añadiendo
a Australia y a Sudamérica. A este
supercontinente le denominó Gondwana.
En estos tiempos, considerando las
dificultades que tendrían las plantas para
poblar continentes separados por miles
de kilómetros de mar abierto, los geólogos creían que los continentes habrían estado unidos por
puentes terrestres hoy sumergidos.
El astrónomo y meteorólogo alemán Alfred Wegener (1880-1930) fue quien propuso que los
continentes en el pasado geológico estuvieron unidos en un supercontinente de nombre Pangea,
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que posteriormente se habría disgregado por deriva continental. Su libro Entstehung der
Kontinente und Ozeane (La Formación de los Continentes y Océanos; 1915) tuvo poco
reconocimiento y fue criticado por falta de evidencia a favor de la deriva, por la ausencia de un
mecanismo que la causara, y porque se pensaba que tal deriva era físicamente imposible.
Los principales críticos de Wegener eran los geofísicos y geólogos de los Estados Unidos y de
Europa. Los geofísicos lo criticaban porque los cálculos que habían llevado a cabo sobre los
esfuerzos necesarios para desplazar una masa continental a través de las rocas sólidas en los
fondos oceánicos resultaban con valores inconcebiblemente altos. Los geólogos no conocían
bien las rocas del hemisferio sur y dudaban de las correlaciones propuestas por el científico
alemán.
A pesar del apoyo de sus colaboradores cercanos y de su reconocida capacidad como docente,
Wegener no consiguió una plaza definitiva en Alemania y se trasladó a Graz, en Austria, donde
fue más ampliamente reconocido.
En 1937, el geólogo sudafricano Alexander Du Toit publicó una lista de diez líneas de evidencia
a favor de la existencia de dos supercontinentes, Laurasia y Gondwana, separados por un océano
de nombre Tethys el cual dificultaría la migración de floras entre los dos supercontinentes.
Du Toit también propuso una reconstrucción de Gondwana basada en el arreglo geométrico de
las masas continentales y en correlación geológica. Hoy en día el ensamble de los continentes se
hace con computadoras digitales capaces de almacenar y manipular enormes bases de datos para
evaluar posibles configuraciones geométricas.
Sigue habiendo cierto desacuerdo en cuanto a la posición de los distintos continentes actuales
en Gondwana.
La teoría de las Placas Tectónicas. Teoría de Wegener
La tectónica de placas considera que la litósfera está dividida en varios grandes segmentos
relativamente estables de roca rígida, denominados placas que se extienden por el globo como
caparazones curvos sobre una esfera. Existen siete grandes placas como la Placa del Pacífico y
varias más chicas como la Placa de Cocos frente al Caribe.
Por ser las placas parte de la litósfera, se extienden a profundidades de 100 a 200 km. Cada
placa se desliza horizontalmente relativa a la vecina sobre la roca más blanda inmediatamente
por debajo. Más del setenta por ciento del área de las placas cubre los grandes océanos como el
Pacífico, el Atlántico y el Océano Indico.
En la década de los cincuenta, del siglo veinte, se señaló que las direcciones de
magnetización de las rocas antiguas, que son divergentes, podrían hacerse coincidir si se
aceptaba que había ocurrido un movimiento relativo de los continentes. (Teoría de Wegener)
Esa constatación está de acuerdo con la teoría de la existencia hace doscientos millones de años
de Pangea o Continente único que con el paso del tiempo ha llegado a la situación geográfica
actual.
Chile se enfrenta a la placa de Nazca que es alimentada desde la Cordillera Mezo-dorsal del
Pacífico por surgimiento del magma que crea nuevo fondo marino y la empuja hacia la placa
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Sudamericana, produciéndose un fenómeno de subducción, origen de los sismos ocasionados
por este choque.
La placa de Nazca se desplaza a una velocidad relativa de aproximadamente 9 cm por año con
respecto a la placa Sudamericana, introduciéndose bajo ella según un plano inclinado (plano de
Benioff). En el largo plazo, estas fuerzas tectónicas han causado el plegamiento de la placa
Sudamericana y la formación de las cadenas de la Cordillera de los Andes y la Cordillera de la
Costa.
Debido a que la zona de contacto entre las placas está sometida a grandes presiones a causa del
movimiento convergente, ambas placas están mutuamente acopladas y previo a la ruptura se
deforman elásticamente a lo largo de su interfase común.
Inmediatamente antes de la ruptura sólo una pequeña área, firmemente acoplada, resiste el
movimiento de las placas. Cuando el acoplamiento en la última zona de resistencia (una
"aspereza sísmica") es sobrepasado, el esfuerzo acumulado es liberado bruscamente, enviando
ondas de choque a través de la tierra. La ruptura comienza en el hipocentro del terremoto, esto
es, bajo el epicentro, y luego se propaga a lo largo de una zona cuya extensión depende de la
importancia del evento.
Obsérvese que, según lo dicho, el borde de subducción es lugar de concentración de sismos; y el
destino final de la placa que se hunde es alcanzar el magma a gran profundidad y completar así
el ciclo de convección térmica.
Desplazamiento de las Placas Tectónicas
Recapitulando sobre el tema, sabemos que la capa superior del globo terrestre, ocupada por
continentes y océanos, no es una masa compacta, sino que, a modo de un gran puzzle, está
conformada por bloques o placas tectónicas. Se han identificado siete placas mayores y varias
menores. Estas placas están en constante movimiento (se desplazan), separándose unas de otras
o chocando entre ellas, de ahí, que los bordes de las placas sean zonas de grandes cambios en la
corteza terrestre.
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Chile, como ya dijimos, se asocia a la placa Sudamericana y a la Pacífica, y aprisionada entre
ambas se encuentra la placa menor de Nazca. Según lo hemos reiterado, la Teoría de las Placas
Tectónicas se refiere a la estructura de la corteza terrestre, sus formas externas y sus
deformaciones. A través de ella se explican las características del relieve submarino actual,
como así mismo su origen. Los fenómenos volcánicos y sísmicos también están relacionados
con esta teoría y se explican por los movimientos de las placas.
Como hemos visto gráficamente (en la animación y en los gráficos superiores), durante miles de
millones de años se ha ido sucediendo un lento pero continuo desplazamiento de las placas que
forman la corteza del planeta Tierra, originando la llamada "tectónica de placas", una teoría que
complementa y explica la deriva continental.
Los continentes se unen entre sí o se fragmentan, los océanos se abren, se levantan montañas, se
modifica el clima, influyendo todo esto, de forma muy importante en la evolución y desarrollo
de los seres vivos. Se crea nueva corteza en los fondos marinos, se destruye corteza en las
trincheras oceánicas y se producen colisiones entre continentes que modifican el relieve.
Las bases de la teoría de las placas
Como ya vimos, según la teoría de la tectónica de placas,
la corteza terrestre está compuesta al menos por una
docena de placas rígidas (unas mayores y otras menores)
que se mueven y presionan con distintas direcciones.
Estos bloques descansan sobre una capa de roca caliente
y flexible, llamada astenósfera, que fluye lentamente a
modo de alquitrán caliente.
Los geólogos todavía no han determinado con exactitud
cómo interactúan estas dos supercapas, pero las teorías
más vanguardistas afirman que el movimiento del
material espeso y fundido de la astenósfera fuerza a las
placas superiores a moverse, hundirse o levantarse.
El concepto básico de la teoría de la tectónica de placas es simple: el calor asciende. El aire
caliente asciende por encima del aire frío y las corrientes de agua caliente flotan por encima de
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las de agua fría. El mismo principio se aplica a las rocas calientes que están bajo la superficie
terrestre: el material fundido de la astenósfera, o magma, sube hacia arriba, mientras que la
materia fría y endurecida se hunde cada vez más hacia al fondo, dentro del manto. La roca que
se hunde finalmente alcanza las elevadas temperaturas de la astenósfera inferior, se calienta y
comienza a ascender otra vez.
Este movimiento continuo y, en cierta forma circular, se denomina convección. En los bordes de
la placa divergente y en las zonas calientes de la litósfera sólida, el material fundido fluye hacia
la superficie, formando una nueva corteza.
Datos a favor de un supercontinente
La glaciación de Gondwana
La expansión de los casquetes polares durante las glaciaciones deja huellas en el registro
geológico como lo son depósitos de material acarreado por el hielo y marcas de abrasión en
rocas que estuvieron en contacto con las masas de hielo durante su desplazamiento. Ambos de
estos tipos de evidencia de un evento glacial pérmico (hace 280 millones de años) han sido
reportados en Sudamérica, África, India, Australia y Antártica.
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En las reconstrucciones de Gondwana, las áreas afectadas por la glaciación son contiguas a
pesar de ocupar lo que hoy en día son distintos continentes. Inclusive las direcciones de flujo del
hielo, obtenidas a partir de las marcas de abrasión, son continuas de África occidental a Brasil
así como lo son de Antártica a India.
Datos litológicos y estructurales
Las distribuciones de rocas cristalinas, rocas sedimentarias y yacimientos minerales forman
patrones que continúan ininterrumpidos en ambos continentes cuando Sudamérica y África son
restituidos cerrando el océano Atlántico. Por ejemplo, las cadenas montañosas orientadas este-
oeste que atraviesan Sudáfrica continúan cerca de Buenos Aires, Argentina. Los estratos
sedimentarios tan característicos de sistema Karoo en Sudáfrica, que consisten en capas de
arenisca y lutita con mantos de carbón, son idénticos a los del sistema Santa Catarina en Brasil.
Datos paleontológicos
Estudios de la distribución de plantas y animales fósiles también sugieren la existencia de
Pangea. Impresiones de hojas de un helecho, Glossopteris, están ampliamente distribuidas en
rocas de África, Sudamérica, India y Australia. La reconstrucción de Gondwana restringe el área
de influencia de Glossopteris a una región contigua del supercontinente.
La distribución de fósiles de vertebrados terrestres también apoya esta interpretación. La
existencia de tetrápodos en todos los continentes durante el Triásico es una indicación de que
había conexiones terrestres entre las masas continentales.
En particular la distribución del reptil fósil Mesosaurus en África y Sudamérica, dadas sus
características tan distintivas y la ausencia de especies similares en otras regiones es un fuerte
indicio de una continuidad entre estos continentes durante el Pérmico.
Hoy en día la idea de que los continentes actuales estuvieron unidos formando Pangea en el
Permo-Triásico, y que empezaron a disgregarse a partir del Jurásico, es aceptada con pocas
reservas.
12. FIMGM
Límites de placa
Las placas limitan entre sí por tres tipos de situaciones:
Límites divergentes. Corresponden al medio
oceánico, que, de manera discontinua, se extiende a
lo largo del eje de las dorsales. La longitud de estas
dorsales es de unos 65 000 km. La parte central de la
dorsal está constituida por un amplio surco
denominado valle de rift: elongación formada por depresión de un bloque cortical entre dos
fallas o zonas de falla de rumbo más o menos paralelos,3 por el cual desde el manto asciende
magma y provoca actividad volcánica lenta y constante.
Límites convergentes. Donde dos placas se encuentran. Hay dos casos muy distintos:
Subducción. Una de las placas se pliega un ángulo pequeño, hacia el interior de la Tierra, y se
introduce bajo la otra. El límite está marcado por una fosa oceánica o fosa abisal, una estrecha
zanja, cuyos flancos pertenecen a una placa distinta. Hay dos variantes, según la naturaleza de la
litosfera en la placa que recibe la subducción: a) de tipo continental, como ocurre en la
subducción de la placa de Nazca con respecto a la Cordillera de los Andes; b) de litosfera
oceánica, donde se desarrollan edificios volcánicos en arcos insulares. Las fosas oceánicas y los
límites que marcan son curvilíneos, de gran amplitud, como la sección de un plano inclinado, el
plano de subducción con la superficie.
Colisión. Se originan cuando la convergencia facilitada por la subducción provoca
aproximación de dos masas continentales. Al final las dos masas chocan, y con los materiales
continentales de la placa que subducía emerge un orógeno de colisión, que tiende a ascender
sobre la otra placa. Así se originaron cordilleras mayores, como el Himalaya y los Alpes.
Límites de fricción. Denominación de dos placas separadas por un tramo de falla
transformante. Las fallas de esta índole intersecan transversalmente las dorsales y les permiten
desarrollar un trayecto sinuoso a pesar de que su estructura interna requeriría rectas.
Topográficamente las fallas transformantes aparecen como estrechos valles rectos asimétricos
en el fondo oceánico. Sólo una parte del medio de cada falla es propiamente límite entre placas.
Los dos extremos se proyectan dentro de una placa.
Bordes de placa
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Las zonas de las placas contiguas a los límites, los bordes de placa, son las regiones de mayor
actividad geológica interna del planeta. En ellas se concentran:
Vulcanismo: La mayor parte del vulcanismo activo se genera en el eje de las dorsales, en los
límites divergentes. Por ser submarino y de tipo fluidal, poco violento, pasa muy desapercibido.
Detrás se ubican las regiones contiguas a las fosas por el lado de la placa que no subduce.
Orogénesis: es decir, surgimiento de montañas. Es simultánea a la convergencia de placas, en
dos ámbitos: a) donde ocurre subducción. Se levantan arcos volcánicos y cordilleras, como los
Andes, ricas en volcanes; b) en los límites de colisión, donde el vulcanismo es escaso o nulo y
la sismicidad es particularmente intensa.
Sismicidad: Suceden algunos terremotos intraplaca, en fracturas en regiones centrales y
generalmente estables de las placas, pero la inmensa mayoría se origina en bordes de placa. Las
circunstancias del clima y de la historia han hecho concentrarse buena parte de la población
mundial en regiones continentales sumamente sísmicas, las que forman los cinturones
orogenéticos, junto a límites convergentes. Algunos terremotos importantes, como el de San
Francisco de 1906, se generan en límites de fricción. Los sismos importantes de las dorsales se
producen donde las fallas transformantes actúan como límites entre placas.