Los hijos son como los navíos que están preparándose en el puerto para surcar los mares de la vida y vivir sus propias aventuras, enfrentando riesgos y desviaciones de la ruta. Aunque los padres les brindan un puerto seguro temporal, su deber es enseñarles valores que les permitan ser ciudadanos del mundo y encontrar su propia felicidad de manera independiente.