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Historia No. 1
Matilda Cabtree
Fue una sucesión de errores trágicos. Matilda Crabtree, de catorce años, quiso hacerle
una broma a su padre: salió de un armario dando un salto y gritando “¡Buuu!” mientras
sus padres entraban en casa a la una de la mañana, después de visitar a unos amigos.
Para Bobby Crabtree y su esposa pensaron que Matilde quedaba esa noche en casa de
unos amigos. Al oír ruidos mientras entraba en su casa, Crabtree buscó una pistola
calibre 357 y entró en el dormitorio de Matilda para investigar. Cuando Matilda salió de un
salto del armario, Crabtree le disparó al cuello. Matilda Crabtree murió doce horas más
tarde.
Historia No. 2
Mañana no me traigas Manzanas
Mañana fría de 1942. En un campo de concentración, un joven mira a través de la cerca
de alambre con púas y ve a una muchacha, linda como la luz del sol. La chica también lo
ve, y su corazón salta como un cabrito perseguido por un enjambre de avispas. Ella
quiere expresar sus sentimientos y le arroja una manzana roja a través de la cerca. La
manzana le trae vida, esperanza y amor. El muchacho la recoge y un rayo de luz ilumina
su mundo de oscuridad. El joven no duerme aquella noche. El rostro angelical y la sonrisa
tímida de la joven vienen a su recuerdo.
Al día siguiente tiene unas ganas locas de volverla a ver. Se aproxima otra vez a la cerca
y para sorpresa suya, ve de nuevo a la joven. Ella aguarda la llegada misteriosa del joven
que tocó su corazón. Allí está, con otra manzana roja en la mano. Hace mucho frío, el
viento helado sopla produciendo un lamento triste. A pesar de eso, dos corazones son
calentados por el amor mientras la manzana atraviesa la cerca. El incidente se repite por
varios días. Dos jóvenes en lados opuestos de la cerca, se buscan uno al otro. Sólo por
un momento. Apenas para intercambiar miradas tiernas.
El encuentro es llama que flamea. El sentimiento inexplicable de ambos es el combustible.
Cierto día, al fin de esos momentos dulces, el joven le dice con expresión triste: Mañana
no me traigas la manzana. No estaré más aquí; me están enviando a otro campo de
concentración. Aquella tarde el muchacho se va triste con el corazón quebrado. Tal vez
nunca más vulva a verla.
Desde ese día la imagen linda de la joven dulce aparece en su mente en momentos de
tristeza. Sus ojos, las pocas palabras, la manzana roja. Para él todo es alegría en la
tristeza. Su familia muere en la guerra. Su vida es casi destruida, pero en los momentos
más difíciles la imagen de la chica de sonrisa tímida le trae alegría, aliento y esperanza.
Los años pasan, los años pasan. Un día, en Estados Unidos, dos adultos se conocen por
casualidad en un restaurante. Conversan de la vida. Hablan de sus encuentros y
desencuentros.- Bueno, ¿dónde estuviste durante la guerra? Pregunta la mujer.
Estuve en un campo de concentración en Alemania, responde el hombre.
Yo recuerdo que le arrojaba manzana a través de la cerca a un joven que también estaba
en un campo de concentración recuerda ella.
Con el corazón casi saliéndole por la boca, el hombre balbucea:
¿Y ese muchacho te dijo un día: “mañana no me traigas la manzana porque me están
llevando a otro campo de concentración?
Sí responde ella, presintiendo algo maravilloso, pero ¿Cómo puedes tú saber eso?
Él, la mira a los ojos, como se mira a una estrella, y le dice:
Yo era ese muchacho.
Silencio. Tantos recuerdos, tanta nostalgia, tanta esperanza, de volverla a ver. Las
palabras casi no le salen, pero continúa.
Me separaron de ti aquel día, pero nunca perdí la esperanza de volver a verte. ¿Quieres
casarte conmigo?
Se abrazan bien fuerte, mientras ella susurra a sus oídos: Sí claro que sí, mil veces sí.
Historia No. 3
Un huésped de dios
En una ocasión tuve una relación sentimental de lo más hermosa, o al menos así lo creía
yo. Pero un día se acabó. He oído historias de personas que de repente han abandonado
a su familia y no han vuelto nunca más. Nadie se levanta un día y se dice “se ha acabo” .
Y decide terminar su relación sentimental; o al menos así lo creía hasta que me ocurrió a
mí.
Yo soy una de esas personas que necesita hablar… o al menos a nalizar una situación,
comprender, perdonar y ser perdonada.
Pero hay quien no puede soportar esa clase de charlas.
O quizá no quiere quedar demasiado expuesto al mantenerlas. Sea por la razón que sea,
esta clase de personas parecen preferir extirpar quirúrgicamente a su pareja de su vida
quemar el puente que los une, lanzar una bomba en el hermoso jardín que podría haber
sido una amistad que durara toda la vida.
Aquél hombre sin embargo, me hizo un regalo. Con el tuve la experiencia de un amor que
no entraba en conflicto con mi mayor sensación de tener una misión que realizar en la
vida. Por primera vez parecía no haber una competición, una escisión, entre mi vida
sentimental y mi carrera profesional. Podía decidir ser un rehén de mi ego o un huésped
de dios. Sé que no es posible dejar ir a una persona – La clase de desprendimiento que la
libera no solo a ella sino también a ti – Sin desearle lo mejor de todo corazón. No bastaba
con decir: “Te dejo ir”, sino que también tenía que poder decirle: “Te dejo ir y le ruego a
dios que los ángeles te acompañen. Te dejo ir y espero que tus sueños se hagan realidad.
Te dejo ir y espero que seas feliz”.
Historia No. 4
El éxito está en ti
Tengo una amiga que es una fantástica cantante que lleva años entusiasmando al
público con su voz. También es una mujer guapísima. Todo el mundo le ha dicho
siempre que estaba destinada a ser una estrella. Pero ¿alcanzó ella su gran
oportunidad a los veinte, a los treinta o incluso a los cuarenta?, No, porque como
nos ocurre a muchos, sus demonios se lo impidieron durante años. Era capaz de
perderse una reunión importante porque tenía una resaca o decía lo incorrecto a
un ejecutivo de una discográfica porque su estilo era inmaduro.
Saboteó sistemáticamente su propio éxito. Sólo fue al cumplir los cuarenta cuando
todas las piezas de su vida empezaron a encajar, por fin su talento y su
personalidad se habían alineado. Y lo que ella pudo ver en cuanto ocurrió es que
el largo y sinuoso viaje que había seguido su vida había hecho que su éxito fuera
más luminoso aún.
Historia No 5
La historia de Sofía.
Sofía estaba casada con un hombre que la maltrataba psicológicamente. Su motivo de su
consulta era claro y específico: “Quiero hacerme respetar… me siento muy mal conmigo misma…
Cuando él me insulta o me hace a un lado me quedo cayada como si yo mereciera el castigo… No
se defenderme y además le tengo miedo… Me cansé de agachar la cabeza… Quiero hacer algo al
respecto”. Sofía abría dado el primer paso. Cuando le expliqué los principios de la asertividad y lo
que perseguía el tratamiento, los ojos le brillaron: “¡Eso es lo que necesito!”.
Le di a leer un folleto y le dije que tendríamos unas sesiones previas de evaluación Para
profundizar en otros aspectos de su vida. A la semana siguiente regresó con una gran novedad:
“Doctor, esta técnica es maravillosa. El sábado por la noche llegamos de una fiesta y el empezó
agredirme verbalmente como siempre. Yo, de inmediato me acordé de lo que usted me había
dicho sobre la defensa de mis derechos. Entonces tomé un portarretratos y se lo tiré directo a la
cabeza… Él se asustó tanto que no hizo nada le corté un poco la frente… Pero se lo merecía… ¡y
todo gracias a usted, doctor!”. Me sentí como una boina verde asesorando a un futuro
mercenario. Ella estaba eufórica y no hacía más que disfrutar de su “gran momento de
asertividad”. A Sofía le ocurrió lo que a muchas personas oprimidas: la acumulación tóxica hizo
explosión. El entrenamiento asertivo había servido de detonante y yo. Después de una larga
sesión pedagógica, ella volvió a la realidad: “Usted no fue asertiva, fue agresiva. El objetivo de la
asertividad no es lastimar a otros si no a defenderse, autoafirmarse, sentar precedentes de
inconformidad e intentar modificar un comportamiento que viola nuestro territorio pero a
veces, por más asertividad que usemos, es imposible producir un cambio significativo en la otra
persona. Por ejemplo, si alguien pretende abusar sexualmente de usted, la asertividad no le
serviría de nada. No está diseñada para la violencia física, aunque pueda ayudar. Frente al
violador, el carate o la defensa personal serían sin duda una mejor opción que la expresión
honesta de sentimiento. Pero usted agredió físicamente a una persona que sólo la agredía
verbalmente, y eso hizo que su posición perdiera fuerza y autoridad moral”. Su réplica no tardó
en llegar: “¿y qué propone usted? ¿Debería haberme que dado quieta y dejar que me insultara
como siempre?”. Le respondí evidentemente que no: “De ninguna manera. Usted puede ser
enfática expresar su ira de una forma adecuada y decidir que no está dispuesta a seguir
soportando ese trato. Independientemente de la respuesta de su marido, usted habrá dicho lo
que sentía con pudor”. Sofía estaba decepcionada de su terapeuta: “¡Valiente ayuda! ahí como si
nada!”. Entonces le respondí: “Usted lo ha dicho. Hay veces en que la vida nos pone entre la
espada y la pared y nos obliga a tomar una decisión crucial. Usted está en ese punto de la
encrucijada. La asertividad le permite abrir la válvula de presión para que ejerza el derecho a la
oposición, pero si su marido continúa con su conducta y se niega a respetarla, puede hacer uso
del derecho a irse, que es mucho más concluyente que el derecho a la réplica. La asertividad le
permite agotar posibilidades a la vez que la convierte en participante activa y no pasiva de la
situación. Partirle un palo en la cabeza o encerrarlo en un clóset, pero su liberación debe
comenzar por lo psicológico.
WALTER RISO.
Historia No 6
La historia del joven profesor.
Un joven profesor y abogado se sentía agradecido por sus estudiantes, quienes se reían a su
espalda, no le prestaban atención en clase y le mandaba notas burlándose de su vestimenta,
cabello y estatura. Algunos de ellos le hacían preguntas jactanciosas y otros simplemente lo
ignoraban. Tres veces por semana su adrenalina llega al techo y su auto estima al subsuelo.
Había comenzado a tener alteraciones del sueño, ansiedad flotante, dolores musculares e
irritabilidad manifiesta. Cuando mi paciente descubrió la herramienta de la asertividad, sintió un
gran alivio: “no soy el único, al fin podré defenderme”. Dos semanas después llegó a la consulta
con paso firme y seguro. Se veía más alto y su barbilla apuntaba al techo, su porte era arrogante,
como los abogados que pertenecen a bufetes importantes. Entonces dijo con orgullo. “¡la
mayoría reprobó el examen!”. No niego que a veces la venganza pueda hacernos cosquilla y
provocar en nosotros una risita malévola involuntaria, pero como ya dije, la asertividad no
pretende hacer una apología de la violencia. El auto respeto no se logra destruyendo a los que
nos molestan, sino desenmascarándolos con valentía. El joven abogado en medida avanzó en su
tratamiento, logró equilibrar y reajustar las fluctuaciones de la asertividad hasta encontrar su
propio estilo personal. Finalmente, no sin esfuerzo. Pudo sobrevivir al grupo. La asertividad es
una herramienta de la comunicación que facilitan la expresión de emociones y pensamientos,
pero no es un arma destructiva como la utilizan los agresivos. Está diseñada para defenderse
inteligentemente. Cuando la ponemos al servicio de fines nobles, la asertividad no solo se
convierte en un instrumento de salvaguardia personal. Si no que nos dignifica.
WALTER RISO.
Historia No 7
La historia de la mujer sumisa.
Algunas veces, no ser asertivos puede ofertar negativamente la imagen de las
personas. Una mujer retraída e inasertiva pensaba que siendo sumisa y complaciente
con los hombres éstos iban a llevarse una mejor impresión de ella. Las estrategias de
decir a todo “si”y no fijar posiciones no mostró un efecto bumerán: la mayoría de sus
amigos terminan quejándose por su extrema pasividad. Paradójicamente, la imagen que
terminó proyectando era la de una mujer insegura y necesitada de aceptación evitar la
asertividad no mejoró su imagen. Moraleja : la gente sumisa puede resultar muy querida
al principio pero con el tiempo, produce hastío: necesitamos un poco de repudio algo de
oposición constructiva para que los lazos afectivos se fortaleza.
Walter Riso
Historia No 8
La historia de las piedras.
Dicen que todo se crea dos veces: primero a través del mundo de la imaginación y
después a través del mundo de los hechos.
Un día entrevistaron a Miguel Ángel y le dijeron:
-¡Qué obra tan hermosa, señor! ¿Cómo pudo hacer algo tan brillante? ¡Usted es un genio!
Él contestó :
-Yo no soy ningún genio, fue muy sencillo lo que hice: sólo vi una piedra, le quité lo que le
sobraba y de ahí salió esta efigie.
Créanme, los grandes emprendedores aprendieron a visualizar su futuro, a ser optimistas
a la hora de realizar proyectos, a confiar en ellos, a soñar. Va a ser muy importante que
les enseñemos estos principios a los nuestros, si queremos que el día de mañana sean
excelentes directivos. Porque como ya lo dijimos, usted está creando al directivo
ejecutivo, empleado u obrero del mañana, de acuerdo con la forma en que piensa.
* Un hombre encontró una piedra:
* El distraído tropezó con ella.
* El violento la utilizó como proyectil.
* El emprendedor construyó con ella.
* El campesino la utilizó de asiento.
* Para los niños fue un juguete.
* Drummond la poetizó.
* David mató a Goliat.
* Miguel Ángel creó la más bella escultura.
En todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.
Use las piedras de su camino para aprender a vivir mejor: Enseñe a los demás a que
logren maravillas con lo que se encuentran en su camino y que hagan de su destino una
obra maravillosa.

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  • 1. Historia No. 1 Matilda Cabtree Fue una sucesión de errores trágicos. Matilda Crabtree, de catorce años, quiso hacerle una broma a su padre: salió de un armario dando un salto y gritando “¡Buuu!” mientras sus padres entraban en casa a la una de la mañana, después de visitar a unos amigos. Para Bobby Crabtree y su esposa pensaron que Matilde quedaba esa noche en casa de unos amigos. Al oír ruidos mientras entraba en su casa, Crabtree buscó una pistola calibre 357 y entró en el dormitorio de Matilda para investigar. Cuando Matilda salió de un salto del armario, Crabtree le disparó al cuello. Matilda Crabtree murió doce horas más tarde. Historia No. 2 Mañana no me traigas Manzanas Mañana fría de 1942. En un campo de concentración, un joven mira a través de la cerca de alambre con púas y ve a una muchacha, linda como la luz del sol. La chica también lo ve, y su corazón salta como un cabrito perseguido por un enjambre de avispas. Ella quiere expresar sus sentimientos y le arroja una manzana roja a través de la cerca. La manzana le trae vida, esperanza y amor. El muchacho la recoge y un rayo de luz ilumina su mundo de oscuridad. El joven no duerme aquella noche. El rostro angelical y la sonrisa tímida de la joven vienen a su recuerdo. Al día siguiente tiene unas ganas locas de volverla a ver. Se aproxima otra vez a la cerca y para sorpresa suya, ve de nuevo a la joven. Ella aguarda la llegada misteriosa del joven que tocó su corazón. Allí está, con otra manzana roja en la mano. Hace mucho frío, el
  • 2. viento helado sopla produciendo un lamento triste. A pesar de eso, dos corazones son calentados por el amor mientras la manzana atraviesa la cerca. El incidente se repite por varios días. Dos jóvenes en lados opuestos de la cerca, se buscan uno al otro. Sólo por un momento. Apenas para intercambiar miradas tiernas. El encuentro es llama que flamea. El sentimiento inexplicable de ambos es el combustible. Cierto día, al fin de esos momentos dulces, el joven le dice con expresión triste: Mañana no me traigas la manzana. No estaré más aquí; me están enviando a otro campo de concentración. Aquella tarde el muchacho se va triste con el corazón quebrado. Tal vez nunca más vulva a verla. Desde ese día la imagen linda de la joven dulce aparece en su mente en momentos de tristeza. Sus ojos, las pocas palabras, la manzana roja. Para él todo es alegría en la tristeza. Su familia muere en la guerra. Su vida es casi destruida, pero en los momentos más difíciles la imagen de la chica de sonrisa tímida le trae alegría, aliento y esperanza. Los años pasan, los años pasan. Un día, en Estados Unidos, dos adultos se conocen por casualidad en un restaurante. Conversan de la vida. Hablan de sus encuentros y desencuentros.- Bueno, ¿dónde estuviste durante la guerra? Pregunta la mujer. Estuve en un campo de concentración en Alemania, responde el hombre. Yo recuerdo que le arrojaba manzana a través de la cerca a un joven que también estaba en un campo de concentración recuerda ella. Con el corazón casi saliéndole por la boca, el hombre balbucea: ¿Y ese muchacho te dijo un día: “mañana no me traigas la manzana porque me están llevando a otro campo de concentración? Sí responde ella, presintiendo algo maravilloso, pero ¿Cómo puedes tú saber eso? Él, la mira a los ojos, como se mira a una estrella, y le dice: Yo era ese muchacho. Silencio. Tantos recuerdos, tanta nostalgia, tanta esperanza, de volverla a ver. Las palabras casi no le salen, pero continúa.
  • 3. Me separaron de ti aquel día, pero nunca perdí la esperanza de volver a verte. ¿Quieres casarte conmigo? Se abrazan bien fuerte, mientras ella susurra a sus oídos: Sí claro que sí, mil veces sí. Historia No. 3 Un huésped de dios En una ocasión tuve una relación sentimental de lo más hermosa, o al menos así lo creía yo. Pero un día se acabó. He oído historias de personas que de repente han abandonado a su familia y no han vuelto nunca más. Nadie se levanta un día y se dice “se ha acabo” . Y decide terminar su relación sentimental; o al menos así lo creía hasta que me ocurrió a mí. Yo soy una de esas personas que necesita hablar… o al menos a nalizar una situación, comprender, perdonar y ser perdonada. Pero hay quien no puede soportar esa clase de charlas. O quizá no quiere quedar demasiado expuesto al mantenerlas. Sea por la razón que sea, esta clase de personas parecen preferir extirpar quirúrgicamente a su pareja de su vida quemar el puente que los une, lanzar una bomba en el hermoso jardín que podría haber sido una amistad que durara toda la vida.
  • 4. Aquél hombre sin embargo, me hizo un regalo. Con el tuve la experiencia de un amor que no entraba en conflicto con mi mayor sensación de tener una misión que realizar en la vida. Por primera vez parecía no haber una competición, una escisión, entre mi vida sentimental y mi carrera profesional. Podía decidir ser un rehén de mi ego o un huésped de dios. Sé que no es posible dejar ir a una persona – La clase de desprendimiento que la libera no solo a ella sino también a ti – Sin desearle lo mejor de todo corazón. No bastaba con decir: “Te dejo ir”, sino que también tenía que poder decirle: “Te dejo ir y le ruego a dios que los ángeles te acompañen. Te dejo ir y espero que tus sueños se hagan realidad. Te dejo ir y espero que seas feliz”. Historia No. 4 El éxito está en ti Tengo una amiga que es una fantástica cantante que lleva años entusiasmando al público con su voz. También es una mujer guapísima. Todo el mundo le ha dicho siempre que estaba destinada a ser una estrella. Pero ¿alcanzó ella su gran oportunidad a los veinte, a los treinta o incluso a los cuarenta?, No, porque como nos ocurre a muchos, sus demonios se lo impidieron durante años. Era capaz de perderse una reunión importante porque tenía una resaca o decía lo incorrecto a un ejecutivo de una discográfica porque su estilo era inmaduro. Saboteó sistemáticamente su propio éxito. Sólo fue al cumplir los cuarenta cuando todas las piezas de su vida empezaron a encajar, por fin su talento y su personalidad se habían alineado. Y lo que ella pudo ver en cuanto ocurrió es que
  • 5. el largo y sinuoso viaje que había seguido su vida había hecho que su éxito fuera más luminoso aún. Historia No 5 La historia de Sofía. Sofía estaba casada con un hombre que la maltrataba psicológicamente. Su motivo de su consulta era claro y específico: “Quiero hacerme respetar… me siento muy mal conmigo misma… Cuando él me insulta o me hace a un lado me quedo cayada como si yo mereciera el castigo… No se defenderme y además le tengo miedo… Me cansé de agachar la cabeza… Quiero hacer algo al respecto”. Sofía abría dado el primer paso. Cuando le expliqué los principios de la asertividad y lo que perseguía el tratamiento, los ojos le brillaron: “¡Eso es lo que necesito!”. Le di a leer un folleto y le dije que tendríamos unas sesiones previas de evaluación Para profundizar en otros aspectos de su vida. A la semana siguiente regresó con una gran novedad: “Doctor, esta técnica es maravillosa. El sábado por la noche llegamos de una fiesta y el empezó agredirme verbalmente como siempre. Yo, de inmediato me acordé de lo que usted me había dicho sobre la defensa de mis derechos. Entonces tomé un portarretratos y se lo tiré directo a la cabeza… Él se asustó tanto que no hizo nada le corté un poco la frente… Pero se lo merecía… ¡y todo gracias a usted, doctor!”. Me sentí como una boina verde asesorando a un futuro mercenario. Ella estaba eufórica y no hacía más que disfrutar de su “gran momento de asertividad”. A Sofía le ocurrió lo que a muchas personas oprimidas: la acumulación tóxica hizo explosión. El entrenamiento asertivo había servido de detonante y yo. Después de una larga sesión pedagógica, ella volvió a la realidad: “Usted no fue asertiva, fue agresiva. El objetivo de la asertividad no es lastimar a otros si no a defenderse, autoafirmarse, sentar precedentes de inconformidad e intentar modificar un comportamiento que viola nuestro territorio pero a veces, por más asertividad que usemos, es imposible producir un cambio significativo en la otra persona. Por ejemplo, si alguien pretende abusar sexualmente de usted, la asertividad no le serviría de nada. No está diseñada para la violencia física, aunque pueda ayudar. Frente al violador, el carate o la defensa personal serían sin duda una mejor opción que la expresión honesta de sentimiento. Pero usted agredió físicamente a una persona que sólo la agredía verbalmente, y eso hizo que su posición perdiera fuerza y autoridad moral”. Su réplica no tardó en llegar: “¿y qué propone usted? ¿Debería haberme que dado quieta y dejar que me insultara como siempre?”. Le respondí evidentemente que no: “De ninguna manera. Usted puede ser enfática expresar su ira de una forma adecuada y decidir que no está dispuesta a seguir soportando ese trato. Independientemente de la respuesta de su marido, usted habrá dicho lo que sentía con pudor”. Sofía estaba decepcionada de su terapeuta: “¡Valiente ayuda! ahí como si nada!”. Entonces le respondí: “Usted lo ha dicho. Hay veces en que la vida nos pone entre la espada y la pared y nos obliga a tomar una decisión crucial. Usted está en ese punto de la encrucijada. La asertividad le permite abrir la válvula de presión para que ejerza el derecho a la oposición, pero si su marido continúa con su conducta y se niega a respetarla, puede hacer uso
  • 6. del derecho a irse, que es mucho más concluyente que el derecho a la réplica. La asertividad le permite agotar posibilidades a la vez que la convierte en participante activa y no pasiva de la situación. Partirle un palo en la cabeza o encerrarlo en un clóset, pero su liberación debe comenzar por lo psicológico. WALTER RISO. Historia No 6 La historia del joven profesor. Un joven profesor y abogado se sentía agradecido por sus estudiantes, quienes se reían a su espalda, no le prestaban atención en clase y le mandaba notas burlándose de su vestimenta, cabello y estatura. Algunos de ellos le hacían preguntas jactanciosas y otros simplemente lo ignoraban. Tres veces por semana su adrenalina llega al techo y su auto estima al subsuelo. Había comenzado a tener alteraciones del sueño, ansiedad flotante, dolores musculares e irritabilidad manifiesta. Cuando mi paciente descubrió la herramienta de la asertividad, sintió un gran alivio: “no soy el único, al fin podré defenderme”. Dos semanas después llegó a la consulta con paso firme y seguro. Se veía más alto y su barbilla apuntaba al techo, su porte era arrogante, como los abogados que pertenecen a bufetes importantes. Entonces dijo con orgullo. “¡la mayoría reprobó el examen!”. No niego que a veces la venganza pueda hacernos cosquilla y provocar en nosotros una risita malévola involuntaria, pero como ya dije, la asertividad no pretende hacer una apología de la violencia. El auto respeto no se logra destruyendo a los que nos molestan, sino desenmascarándolos con valentía. El joven abogado en medida avanzó en su tratamiento, logró equilibrar y reajustar las fluctuaciones de la asertividad hasta encontrar su propio estilo personal. Finalmente, no sin esfuerzo. Pudo sobrevivir al grupo. La asertividad es una herramienta de la comunicación que facilitan la expresión de emociones y pensamientos, pero no es un arma destructiva como la utilizan los agresivos. Está diseñada para defenderse inteligentemente. Cuando la ponemos al servicio de fines nobles, la asertividad no solo se convierte en un instrumento de salvaguardia personal. Si no que nos dignifica. WALTER RISO. Historia No 7 La historia de la mujer sumisa. Algunas veces, no ser asertivos puede ofertar negativamente la imagen de las personas. Una mujer retraída e inasertiva pensaba que siendo sumisa y complaciente con los hombres éstos iban a llevarse una mejor impresión de ella. Las estrategias de decir a todo “si”y no fijar posiciones no mostró un efecto bumerán: la mayoría de sus amigos terminan quejándose por su extrema pasividad. Paradójicamente, la imagen que terminó proyectando era la de una mujer insegura y necesitada de aceptación evitar la asertividad no mejoró su imagen. Moraleja : la gente sumisa puede resultar muy querida
  • 7. al principio pero con el tiempo, produce hastío: necesitamos un poco de repudio algo de oposición constructiva para que los lazos afectivos se fortaleza. Walter Riso Historia No 8 La historia de las piedras. Dicen que todo se crea dos veces: primero a través del mundo de la imaginación y después a través del mundo de los hechos. Un día entrevistaron a Miguel Ángel y le dijeron: -¡Qué obra tan hermosa, señor! ¿Cómo pudo hacer algo tan brillante? ¡Usted es un genio! Él contestó : -Yo no soy ningún genio, fue muy sencillo lo que hice: sólo vi una piedra, le quité lo que le sobraba y de ahí salió esta efigie. Créanme, los grandes emprendedores aprendieron a visualizar su futuro, a ser optimistas a la hora de realizar proyectos, a confiar en ellos, a soñar. Va a ser muy importante que les enseñemos estos principios a los nuestros, si queremos que el día de mañana sean excelentes directivos. Porque como ya lo dijimos, usted está creando al directivo ejecutivo, empleado u obrero del mañana, de acuerdo con la forma en que piensa. * Un hombre encontró una piedra: * El distraído tropezó con ella. * El violento la utilizó como proyectil. * El emprendedor construyó con ella. * El campesino la utilizó de asiento. * Para los niños fue un juguete. * Drummond la poetizó. * David mató a Goliat. * Miguel Ángel creó la más bella escultura. En todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre. Use las piedras de su camino para aprender a vivir mejor: Enseñe a los demás a que logren maravillas con lo que se encuentran en su camino y que hagan de su destino una obra maravillosa.