Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, lo que significa que el hombre tiene un alma espiritual que le permite pensar, amar y escoger entre el bien y el mal, a diferencia de otros seres. Dios nos hizo de esta manera para que pudiéramos conocerlo y amarlo. Como imagen de Dios, el hombre está llamado a amar primero a Dios y luego a todos los demás seres humanos.