1) El documento trata sobre cómo vernos a nosotros mismos desde la perspectiva de Dios y cómo resolver los conflictos que surgen cuando nuestra opinión propia difiere de la de Dios. 2) Explica que la única fuente fiable para formar nuestra identidad es la Palabra de Dios y 3) Ofrece algunas soluciones como acercarse a Dios, pedir perdón, cambiar nuestros patrones de pensamiento y sustituirlos por lo que dice la Biblia de nosotros.
1. Cómo verme a mi mismo desde la perspectiva de Dios
Este es un problema con el que llevo luchando bastante tiempo, y veo que no
solo yo, sino que mucha gente alrededor mía le ocurre lo mismo. La pregunta primera es
¿cómo me ve Dios? La segunda sería ¿cómo ve veo yo? Claro, el conflicto surge cuando
la opinión de Dios y la propia difieren; no digamos cuando sólo tenemos la propia
opinión de “cómo somos”. Hay otras preguntas que deberían recibir respuestas como
por ejemplo ¿porqué Dios y yo no coincidimos? ¿tiene solución este problema?
He observado que la opinión que formamos de nosotros mismos, en casi ningún
caso, es objetiva. Dicho de otro modo, necesitamos de un espejo en el cual reflejarnos,
para poder vernos. El problema, creo yo, es que fijamos ese espejo en las opiniones de
las personas que nos rodean. Problema sólo cuando estas personas no nos dan la
perspectiva divina de cómo debemos ser. Entonces lo primero que habría que hacer es
estudiar cuál es la perspectiva divina del hombre; cómo me ve Dios a mí. Creo que
viendo esto podremos descubrir que la mayoría de nuestras creencias estaban
equivocadas. Claro que la solución no es un mero asentimiento intelectual de los
conceptos bíblicos de cómo ve Dios al hombre. Es mucho más profundo. Desde mi
experiencia personal, y lo poco que llevo visto, creo que esas creencias erróneas están
tan arraigadas dentro de nosotros, que las aceptamos como algo real, verdadero, y que
es así. Este escrito no es solo un estudio de esta triste condición, sino una búsqueda de
solución a este grave problema de identidad, del que derivan muchos otros tales como
celos, inferioridad, inseguridad, etc.
El problema no sería tal si tuviera la misma opinión que tiene Dios del hombre,
pero esto no es así. Al pensar en este tema me surgen varias preguntas punzantes ¿de
dónde vienen estas “creencias”? ¿porqué pensamos así de nosotros mismos? ¿porqué
hay gente que parece tan segura de sí misma, y en cambio otra que no hace más que
dudar de sus capacidades? ¿qué son los complejos de inferioridad, inseguridad? ¿hay
solución para todo esto, o estamos abocados al fracaso en nuestras relaciones con los
demás? Porque claro, estos sentimientos, invariablemente afectan a nuestras relaciones
con la gente alrededor nuestra.
Me propongo encontrar alguna luz y salida para este trabajo. Sé que Dios,
nuestro amante Padre tiene una vida más excelente llena de significado y luz para el
hombre.
¿CÓMO ME VEO?
Dependiendo a cómo me vea, así responderé ante las diferentes situaciones de la vida
La respuesta, es el yo del que tenemos conciencia que somos, es, por decirlo así,
una especie de mapa, que consultamos sobre nosotros mismos. Ahora bien, este
concepto de uno mismo se va formando con grupos de recuerdos. Este concepto es, en
realidad, un grupo de actitudes sobre nosotros mismos, ya sean favorables o
desfavorables. Entendiendo esto podemos comprender de dónde nos vienen nuestros
sentimientos de rechazo. Es cómo si nuestra imagen de nosotros mismos fuera una
construcción que tenemos que ir haciendo poco a poco, recogiendo los materiales
mediante experiencias, actitudes, etc.
En este momento surge la pregunta ¿qué tiene que ver con la Escritura? Más
aun, ¿y esto qué tiene que ver conmigo?
Proverbios 23:7 “... porque cual es el pensamiento en su corazón, tal es él”
También podríamos citar el caso de Números 13:33, cuando los doce espías volvieron
de su misión. Los diez que dieron el mensaje pesimista dicen, literalmente, “También
vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro
parecer, como langostas, y así les parecíamos a ellos”
2. Vemos, entonces, que según ellos se veían, esto afectaba a su perspectiva de sí
mismos, y siguiendo con el texto que leíamos en Proverbios, cuál era el pensamiento en
su corazón, así eran.
Y con este mismo vistazo a la Biblia, queda también respondida la otra pregunta.
Según tengas esa visión de ti mismo, así actuaras. Según hallas elegido los materiales
para construir, así será la casa que construyas.
Usando otra ilustración, según el Dr. Maltz, cada personalidad tiene un rostro.
Esta cara emocional de la personalidad parece ser la verdadera clave del cambio. Si
permanece cicatrizada y desfigurada, fea o inferior, entonces la persona sigue obrando
desentonada, al margen del cambio en su apariencia física. Pero si el rostro de la
personalidad ha sido reconstruido, si las viejas cicatrices emocionales han sido
eliminadas, la persona puede cambiar
Dicho de modo coloquial, lo que ves te sientes, y esta imagen afectará a tus
relaciones con otros, y con Dios.
El Doctor Seamands dice que hay cuatro fuentes de información con la que
formar la imagen de nosotros mismos: El mundo exterior, el mundo interior, Satanás y
las huestes de maldad, y Dios y su Palabra.
La primera, el mundo exterior, se trata de lo que recibimos de los estímulos
externos; o sea, las relaciones con la gente y las experiencias vividas. Esto nos da una
serie de recuerdos-conceptos-emociones, que es con lo que construimos nuestra imagen
propia.
Podríamos verlo así. Estamos en el parque de atracciones, y entramos en la casa
de los espejos. Es divertido vernos en esos espejos cóncavos y convexos. Bueno, pues
también es así en la vida diaria. Tendemos a vernos “reflejados” en los demás, en las
reacciones que demuestran ante nosotros. El problema es que solo se refleja una parte,
como si se hiciera énfasis en un aspecto de nosotros mismos, y es como si nos
miráramos en un espejo cóncavo o convexo.
En segundo lugar, está el mundo interior. Esta es nuestra propia idiosincrasia, lo
que nos hace únicos y diferentes de los demás. No hay dos personas que nazcan iguales.
Se compone de factores físicos, emocionales y espirituales. Esto también influye en
nosotros, sobre todo en una sociedad que pretende siempre establecer márgenes a la
originalidad, y dar estándares para todo: belleza, éxito, familia, etc.
Lo tercero a tener en cuenta sería a Satanás y sus fuerzas del mal. Es evidente
que es una fuente de información inadecuada. Él solo pretende matar, robar y destruir
(Jn 10:10), es mentiroso (Jn 8:44), el acusador (Ap 12:10) y el que ciega la mente (2 Co
4:4) En este sentido, usa nuestros sentimientos y experiencias contra nosotros mismos,
tratando que el hombre o la mujer de Dios jamás alcance su plenitud como hijo de Dios.
La cuarta fuente para formarnos una imagen propia es Dios. Claro que hoy en
día se ha desplazado mucho esta “fuente”, pero creo sinceramente que es la única digna
de confianza. Ahora pasaré a explicar porque digo esto.
¿POR QUÉ ES MÁS FIABLE LO QUE DICE DIOS?
Como ya he dicho, creo sinceramente que la única fuente de información fiable
para establecer principios sobre los que construir nuestra propia identidad es Dios y Su
Palabra.
Por más que lo hallan intentado, nuestros padres no han sido perfectos, ni
siquiera son el ejemplo ideal para nadie. Se han cometido fallos, porque, en principio
ningún hombre ni mujer es objetivo al dar expresión a lo que piensa de alguien. Por
ejemplo, si te pillan en una mentira, puede que te hallan dicho “eres un mentiroso...”, y
3. esto es aplicable a todo: estudios, relaciones con amigos, relaciones sexuales, y toda la
variedad de situaciones que todos podemos vivir. Bien, diciendo esto, el único que es
totalmente objetivo, y que tiene la perspectiva correcta a la hora de decirnos como
somos, es Dios.
3.Somos creados por Dios, somos creación de Dios, el nos ha formado, y conoce mejor
que nadie. Ya solo por esto, es la mejor fuente de información que podemos tener.
Además, en Él, hallamos aceptación por lo que somos. Si hay algo que todo ser
humano busca, es la aceptación de los que son sus iguales. El problema es que todo ser
humano esta corrompido por el pecado. Por lo tanto ni somos los seres perfectos que
pueden ser agradables a todos, ni los demás son lo objetivos y amorosos que debieran
para opinar sobre nosotros. El único que puede hacer esto es Dios.
Debemos acudir a su Palabra para ver que es lo que dice Él de nosotros. Solo
voy a poner algunos ejemplos de la Palabra de Dios; pero aconsejaría su estudio
profundo, memorización de los textos, y ampliación del estudio en otros pasajes
paralelos:
“soy creación de Dios, a su imagen” (Gn 1:27)
“Soy hijo de Dios por medio de Cristo” (Jn 1:12)
“Soy sal y luz del mundo” (Mt 5:13-14)
“Soy amigo de Cristo” (Jn 15:15)
“Soy templo del Espíritu Santo” (1Co 3:16)
“Soy un santo” (1Co 1:2)
Y como estos muchos otros ejemplos que podríamos buscar, y animo a todos los
que lean esto a que lo estudien y mediten en lo que Dios ha dicho de nosotros.
PON EN ORDEN TU TEOLOGÍA SOBRE TI MISMO.
En Lucas 10:25-37 Jesús narra la parábola del buen samaritano. Pero es curioso
que lo haga ante la pregunta de un fariseo sobre quién es su prójimo. Previamente se
había citado el mandamiento. ¿qué entiendo yo de esto? Que no es sólo un
mandamiento, sino que se puede dividir en dos “ámate a ti mismo” y “ama a tú prójimo
del mismo modo”. Para darle apoyo a esto basta citar Mateo capitulo 7, la llamada regla
de oro “haz con los demás como quieres que te traten a ti”. La base del mandamiento,
según entiendo, es amarse a sí mismo.
La falsa humildad que disfraza de espiritualidad el desprecio propio, solo te
puede hacer incurrir en el pecado de despreciar la obra de Dios. Tal vez tengamos que
escuchar la voz del cielo que, como a Pedro, nos corrija diciéndonos “no llames tú
inmundo lo que yo he limpiado”. Según la Escritura somos hechura de Dios, creados
por Él y para Él, así que Él es el único autorizado para darnos la razón de ser.
SOLUCIONES, POR FAVOR.
Y claro, no podríamos hablar de este tema sin aportar nada al asunto, que tal vez
pueda dar alguna puerta de salida a los que se encuentran en el laberinto. Aunque debo
advertir que las soluciones no son fáciles. Se demanda esfuerzo, constancia, y fe.
Lo primero a decir es evidente. La mayor causa de sentimiento de fracaso y
despropósito en nuestra vida es la lejanía con Dios. El principal problema del ser
humano es el pecado. Dios, desde el principio ha establecido unas leyes, que protegen al
ser humano, y lo llevan a una correcta relación con Él, sus contemporáneos y el medio
4. en el que se mueve. Una vida alejada de estas leyes desprovee al hombre o la mujer de
esa protección. La única manera es volverse a Dios, por medio de Jesucristo, que murió
y resucitó para darnos el perdón que necesitamos y reconciliarnos con Dios.
Si ya tienes una relación con Dios, pero has cometido pecado, debes volverte a
Él y pedirle perdón, para que te restaure y puedas alcanzar la paz del alma de saberte
perdonado y aceptado por Dios.
¿porqué digo esto? Porque el ser humano lo que busca con más desesperación es
ser aceptado. Por eso se buscan amistades, se reúnen personas afines, etc. Pero sólo
Dios nos acepta por lo que somos; cierto que tenemos montañas de errores, pero Él
nunca nos los echará en cara, y nos dará la fuerza para superarlos si es que queremos.
Además, para esas heridas emocionales, Él es el que tiene la cura. La Escritura dice que
“... el precio de nuestra paz fue sobre él” este texto de Isaías 53:5, habla de la obra del
Mesías en la cruz. La paz que necesita nuestra alma ha sido provista por el sacrificio de
Jesús.
Esa es la parte de Dios, pero también tenemos la nuestra. Dios provee la forma,
nosotros tomamos las decisiones. La primera, pedirle perdón a Dios por nuestros
pecados, y entregarnos a Cristo como Señor y Salvador. Lo segundo a hacer es tomar un
cambio de actitud en cuanto a nosotros mismos. Tenemos que estar dispuestos a
cambiar nuestros patrones de pensamientos propios, y sustituirlos por la Palabra de
Dios.
Para esto hacen falta dos cosas; una: memorizar la Escritura, en esos pasajes en
los que Dios nos describe; dos: cada vez que estemos tentados a pensar sobre nosotros
mismos, sustituir esos pensamientos por la Palabra de Dios.
Esto es un esfuerzo grande, y no es una varita mágica con la que todos los
problemas están solucionados. Cuando Pedro vio la visión a la que hicimos referencia,
comenzó el proceso de cambio de mentalidad, cambio de forma de pensar; pero
podemos ver a Pedro que le costó dejar todo el bagaje judío, que despreciaba a los
gentiles, para admitirlos como hermanos en la fe. Incluso, al cabo de los años, fue
reprendido por Pablo, por comportarse como hipócrita sobre este asunto (Gálatas 2:11-
14)
Vamos, no será cuestión de una o dos veces, sino de un trabajo arduo. Pero
puedo decir, por propia experiencia que es así.
PARA CONCLUIR
Como conclusión solo dejar unos versículos que a mí me han ayudado
enormemente en el trabajo de verme como Dios me ve. No pretendo haber terminado, y
seguramente no terminaré hasta que esté con mi amado y hermoso Señor. Pero no me
desmayaré, seré lo que Dios dice en su Palabra.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta. Romanos 12:2
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Efesios 2:10
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos
muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes en todas estas
5. cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios, que es Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:35-39
Quiera Dios que haya podido ayudar en algo a este problema que seguro casi todos
hemos padecido. Jesús nos acepta por lo que somos, y nos ama de manera
incondicional, y quiere que lleguemos a todo lo que Él tiene para nosotros, una vida
plena, a pesar de los problemas que nos rodean.