La innovación técnica durante la Primera Revolución Industrial en Inglaterra se basó en la aplicación de conocimientos científicos preexistentes a la producción industrial, lo que resultó en máquinas como la máquina de vapor de Watt y la locomotora de Stephenson. Esto permitió la sustitución del trabajo humano y animal por máquinas en sectores como la energía, el textil, la metalurgia y el transporte, aumentando enormemente la productividad y reduciendo los costes de fabricación.