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Publicado en Buenos Aires, Tridente,
2000.
Introducción a la Arqueología Histórica
Charles E. Orser Jr.*
Traducción: Andrés Zarankin
*Director del Midwestern Archaeological Research Center
Associate Professor of Anthropology
Illinois State University
Normal, Illinois,
Estados Unidos.
Indice.
Prólogo a la edición en español
1. Introducción.
2. ¿Qué es la Arqueología Histórica?
Definiendo el campo.
La arqueología histórica es historia o antropología?.
3. Las fuentes de la Arqueología Histórica.
Artefactos y estructuras.
Arquitectura.
Documentos escritos.
Información oral.
Información pictórica.
4. Visiones diferentes sobre lo que la arqueología nos informa, con énfasis en Arqueología
Histórica.
Arqueología histórico-cultural.
Arqueología antropológica.
Arqueología social.
Arqueología pos-procesual.
5. Estratigrafía y artefactos en Arqueología Histórica:
Estratigrafía y tiempo.
Artefactos y tiempo.
La vida social de los artefactos.
6. Un ejemplo en Arqueología Histórica: Las plantaciones en el Nuevo Mundo.
Artefactos en las plantaciones.
Edificios en las plantaciones.
Transformaciones en las plantaciones.
7. Arqueología Histórica y reconstrucción.
8. Conclusiones.
9. Vocabulario crítico.
10. Lecturas sugeridas.
PROLOGO
En las últimas décadas, principalmente en Estados Unidos y Europa, se ha incrementado
el interés de distintos investigadores en campos como la Arqueología Histórica y Arqueología
Urbana. Sin embargo y a pesar de esta situación, no existía -a excepción del trabajo pionero de
Stanley South “Method and Theory in Historical Archaeology” del año 1977-, un texto en forma
de manual básico que presentase una síntesis general con los lineamientos teórico metodológicos
que han guiado el desarrollo de la arqueología histórica hasta la actualidad.
A pedido del Dr. Pedro P. Funari en 1992 y dirigido a los estudiantes de arqueología
sudamericanos, el Prof. Dr. Charles E. Orser Jr. escribió “Introducción a la Arqueología
Histórica”. Lamentablemente el libro sólo fue publicado en portugués. El éxito de esta obra fue
tal, que el propio Orser decidió publicar junto al Dr. Brian M. Fagan una versión dirigida a los
Estados Unidos titulada “Historical Archaeology” (1995).
En Argentina, como en el resto de Latinoamérica, la Arqueología Histórica ha
experimentado en los últimos años, un crecimiento que se refleja en la aparición de mesas
específicas en esta temática en congresos y encuentros científicos. No obstante y a pesar de ello,
en nuestro país aún es dificil el acceso a bibliografía especializada. Tampoco existen libros en
castellano, lo que se transforma en un obstáculo más para todos los estudiantes interesados en
especializarse y trabajar en Arqueóloga Histórica.
Esta situación vuelve imperativa la publicación de una obra introductoria en español de
carácter general, que brinde al lector un panorama completo sobre Arqueología Histórica. El
libro del Dr. Orser, revisado y actualizado por el propio autor, cumple con este propósito ya que
trata de manera clara y sintética los interrogantes más frecuentes para los que se inician en este
campo, como por ejemplo: qué es la arqueología histórica?, por qué y cómo surge? cuáles son sus
lineamientos teóricos principales? cómo trabaja? qué es un “sitio histórico”? cuáles son los
materiales de más frecuente aparición y cómo se estudian?, entre otros. En síntesis, este trabajo
puede ser considerado como punto de partida para todos aquellos interesados en transitar por los
múltiples caminos que ofrece la Arqueología Histórica.
Acerca del autor.
El Dr. Charles E. Orser Jr. es quizás en este momento uno de los referentes más
importantes a nivel mundial en Arqueología Histórica. Director de “International Journal of
Historical Archaeology” ha publicado una serie de libros entre los cuales podemos mencionar
Images of the Recent Past (1995), Historical Archaeology (1995), A Historical Archaeology of
the Modern World (1996).
En la actualidad es profesor en la Illinois State University y Director del Midwestern
Archaeological Research Center en la misma casa de estudios. Ha dirigido proyectos en diversos
lugares de Estados Unidos y del Mundo, trabajando temáticas como la vida de los esclavos en las
plantaciones algodoneras norteamericanas del siglo XVIII y XIX, asentamientos de negros
cimarrones en Brasil y sitios de campesinos del siglo pasado en Irlanda. Cabe destacar también
sus aportes teóricos al desarrollo de una Arqueología Histórica ligada al proceso de expansión e
impacto del mundo capitalista
Andrés Zarankin
Campinas, marzo de 1999.
1. INTRODUCCION
Este manual introductorio trata de Arqueología Histórica. Mi marco de referencia es la
arqueología histórica tal como es practicada en el Nuevo Mundo, especialmente en Estados
Unidos, ya que de allí proviene mi formación y mi experiencia. Entretanto, como demuestro, los
intereses de la arqueología histórica van mas allá de Estados Unidos o América del Norte. Cada
ejemplo que utilizo puede ser aplicado entre otros a América Latina, ya que esta región posee un
gran potencial para trabajar en Arqueología Histórica.
Mi objetivo en este pequeño libro consiste en ejemplificar lo que es la arqueología
histórica, mostrar como esos arqueólogos dirigen sus investigaciones, como estudian los
artefactos que encuentran y como usan las diversas fuentes de información disponibles. Antes de
comenzar creo que el autor de un manual de este tipo debe explicar porque está calificado para
escribirlo.
Me inicié en la arqueología histórica en 1971como estudiante de historia, apenas cuatro
años después de fundada la mayor organización de arqueología histórica americana. Obtuve mi
doctorado en antropología en 1980. Mi tesis se refiere a las transformaciones sociales y culturales
ocurridas entre los siglos XVIII y XIX entre los indios “Arikara”, habitantes de las planicies
centrales de los Estados Unidos, como resultado del tráfico de pieles con franceses, británicos y
americanos. Posteriormente me interesé en el estudio de las plantaciones -“plantations”-
americanas, excavando sitios en Carolina del Sur, Georgia y Louisiana. Actualmente enseño
arqueología histórica en la Illinois State University, y dirijo las actividades del “Midwestern
Archaeological Research Center”, en dicha universidad.
Las razones que me llevaron a escribir este libro son muchas, sin embargo entre las
principales se encuentra mi convicción de que todos los arqueólogos tienen ciertas
responsabilidades. Entre ellas destaco especialmente dos. En primer lugar los arqueólogos tienen
el deber de excavar los sitios de manera meticulosa y tratar los artefactos que se encuentran con
el mayor de los cuidados, de manera de mostrar nuestro respeto por los objetos del pasado. La
arqueología es un proceso destructivo ya que después de la excavación de un sitio, esa parte deja
de existir. En general, quedan solamente los artefactos, las notas, registros y fotografías
conservados por el arqueólogo. Los arqueólogos colectan informaciones de las cuales los
artefactos constituyen apenas una parte. En el caso que el arqueólogo no tome los registros
adecuados esa información se perderá irremediablemente para siempre. En segundo lugar, los
arqueólogos están obligados a comunicar sus descubrimientos, tanto a otros colegas como para el
publico en general. Muchos arqueólogos piensan correctamente que los descubrimientos de la
arqueología deben ser presentados como algo significativo y con sentido para las personas
comunes en nuestra sociedad moderna. La arqueología no debería ser solo un campo de
investigación importante solo desde la perspectiva de otro arqueólogo. Creo firmemente que los
arqueólogos debemos a los no-arqueólogos una explicación de lo que hacemos y de qué manera
esto es significativo en la vida cotidiana de las personas. La arqueología histórica posee además
una carga adicional en la medida de que buena parte de sus investigaciones se refiere a cuestiones
ligadas al colonialismo y el imperialismo. Cuando se encaran estos temas, los arqueólogos
históricos son frecuentemente forzados a hacer interpretaciones que pueden ser vistas como
cargadas de implicancias políticas, al menos a partir de la percepción actual del pasado.
Este libro no podría haber sido escrito sin el apoyo y la asistencia de mi esposa Janice y
de Pedro Paulo Funari, profesor universitario en San Pablo. El Dr. Funari además de haberme
dado el coraje de escribir este libro, amablemente lo tradujo al portugués, por estas razones le
dedico este libro como reconocimiento a su devoción por la arqueología y la enseñanza.
INTRODUCCION A LA NUEVA EDICION EN ESPAÑOL
Resulta muy alentador que arqueólogos sudamericanos de diversos países continúen
desarrollando una arqueología de la historia. Trabajos de varios investigadores a lo largo del
tiempo han demostrado que la Arqueología Histórica puede ser abordada desde diferentes líneas,
todas ellas igualmente validas y provechosas. El acercamiento desarrollado en este libro ofrece
una de las maneras posibles de estudiar nuestro pasado más cercano, empleando el poderío de un
método que combina fuentes arqueológicas e históricas, desde una perspectiva antropológica.
Mientras la Arqueología Histórica continua creciendo y desarrollándose, los arqueólogos
históricos de todo el mundo tenemos mucho que enseñarnos unos a los otros. Estoy especialmente
contento con que Andrés Zarankin haya gentilmente accedido a traducir este libro al español.
Quisiera agradecer su esfuerzo, y su sincero compromiso con la Arqueología Histórica.
Una de los aspectos más interesantes de la arqueología es que las interpretaciones y las
explicaciones son libres de ser modificadas a través del tiempo. Ya que las interpretaciones del
excavador están influenciadas por sus experiencias, conocimientos y formación, existen diferentes
visiones del pasado. Algunas de las mejores interpretaciones son aquellas generadas por hombres
y mujeres que están íntimamente ligados a los lugares que estudian. En otros casos, se requiere de
alguien de afuera para producir una visión nueva del pasado, una que no lleve el peso de
preconceptos establecidos. Por ello es importante que los arqueólogos sudamericanos lleven a
cabo la mayor cantidad posible de proyectos dentro de sus propios países, inclusive en
colaboración con investigadores del exterior.
La madurez que muchos arqueólogos históricos buscan para este campo sólo podrá
desarrollarse una vez que muchas voces sean escuchadas y diversas opiniones expresadas. Es mi
esperanza que este pequeño libro pueda contribuir al crecimiento de la Arqueología Histórica
Sudamericana, incluso de formas que ahora no puedo imaginar.
2. QUÉ ES LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA?
Definiendo el Campo.
Ya que existe un campo llamado “arqueología histórica”, es fácil pensar que posee una
única definición con la que todo el mundo acuerda. Infelizmente éste no es el caso, ya que existen
diferentes formas de caracterizar este campo. Para explicar las divergencias, debo antes exponer
la naturaleza del problema.
Parte del problema ocurre porque la arqueología histórica como una subdivisión
autónoma de la arqueología, tiene apenas cerca de treinta años de existencia. De esta manera, y a
pesar que la arqueología histórica venga siendo practicada en los Estados Unidos por
arqueólogos profesionales desde 1930, el campo de investigación recién fue organizado
oficialmente en la década de los ´60. En el año 1960, fue establecida la “Conference on Site
Archaeology” y en 1967, la “Society for Historical Archaeology”, actualmente la mayor
organización profesional de arqueología histórica. En 1967 también fue creada en Inglaterra la
“Society for Post-Medieval Archaeology”. A pesar de que la arqueología histórica y la
arqueología postmedieval estudian el mismo período histórico y las mismas culturas, con la
salvedad de que en contextos distintos, existen sin embargo importantes diferencias entre ellas.
Esta diferenciación ayuda a definir con mayor precisión a la arqueología histórica.
En América del Norte, los arqueólogos efectúan un corte en dos grandes períodos
temporales: prehistoria e historia. El primero, dominio de estudio de arqueólogos prehistóricos, se
inicia con las más antiguas ocupaciones aborígenes del continente, cerca del 10.000 AC., y
termina con la presencia de colonos europeos. El período histórico, época estudiada por la
arqueología histórica, comienza con los europeos y se extiende hasta el presente. Estos dos
períodos existen en cualquier parte del Nuevo Mundo con presencia de europeos. América, en el
período prehistórico, fue solamente habitada por pueblos nativos, encuanto en época histórica
otros pueblos comienzan a habitar estas mismas regiones.
La situación histórica era muy diversa en Inglaterra y en Europa en general, lugar donde
se practica arqueología posmedieval, ya que pueblos frecuentemente ascendían de los mismos
grupos prehistóricos. Por ejemplo, a pesar de que Inglaterra haya sido invadida muchas veces, los
pueblos prehistóricos pueden ser relacionados sin grandes problemas a las poblaciones actuales
de ese país. La población inglesa actual es el resultado de una largo proceso histórico en las Islas
Británicas. En el Nuevo Mundo, los pueblos aborígenes prehistóricos eran claramente los
ancestros de las poblaciones indias modernas, sin embargo resulta difícil establecer los lazos
entre ellos. A esto se suma que de todas formas muchos indios en América fueron exterminados o
se transformaron radicalmente debido al contacto con los europeos, este último tema es el de
estudio tradicional de la arqueología histórica.
En el Nuevo Mundo, la diferencia entre los períodos prehistórico e histórico parece fácil
de entender, excepto por el hecho de que el inicio del período histórico no siempre es fácil de
determinar. Al menos dos razones explican esta dificultad. En primer lugar la presencia más
antigua de europeos en América es en general difícil de documentar. Muchos viajantes, como los
más antiguos exploradores de América del Sur, dejaron con frecuencia apenas pequeños trazos de
sus visitas. Sus sitios son difíciles de localizar, y cuando son hallados, son complicados de
estudiar ya que la duración de su estadía fue demasiado breve. El segundo problema deriva de
cuestiones surgidas por la presencia de artefactos europeos en sitios indígenas: recibieron estos
indígenas aquellos ítems exóticos de los europeos o de otros indios, los cuales a su vez pueden
haber sido recibidos de otros indios o de europeos? Las fechas de los verdaderos contactos
directos con europeos, en general consideradas como delimitadoras del inicio del período
histórico, son difíciles y muchas veces imposible de establecer. Como resultado, el inicio de
período apenas puede ser establecido a nivel regional, y con frecuencia, de manera imprecisa.
En la tentativa de resolver el problema de decidir cuando comienza el período histórico,
los arqueólogos del Nuevo Mundo diferencian tres momentos: prehistórico, protohistórico e
histórico. El primero es considerado generalmente como el tiempo durante el cual los
exploradores europeos visitan sitios indígenas. Este es el período colonial, un momento en el cual
los asentamientos indígenas entran en contacto con los colonizadores que están intentando
establecer sus propios asentamientos en lo que para ellos son tierras nuevas y extrañas.
En 1965, Bernard L. Fontana generó una clasificación de sitios históricos con el objetivo
de ayudar a definir el dominio de la arqueología histórica. De esta manera diferencia sitios
“protohistóricos”, en los cuales los indígenas, a pesar de no haber tenido contactos directos con
los colonizadores, poseen objetos europeos; sitios “de contacto”, habitados por indios durante la
época de asentamiento europeo; sitios “postcontacto”, ocupados por indios después, y no antes,
del contacto directo con los europeos; sitios “de frontera”, en los cuales ocurren contactos
recurrentes entre indios y europeos y sitios “no aborígenes”, en los que los aborígenes estaban
ausentes o representados de manera minoritaria.
Lamentablemente a pesar de que esta clasificación sea interesante y ayude a explicar el
centro de atención de la arqueología histórica, no resuelve el problema de como distinguir los
períodos prehistóricos e históricos. Su punto de partida es la cultura indígena, objeto de estudio
de los arqueólogos prehistóricos del Nuevo Mundo. Muchos de estos arqueólogos
prehistoriadores han trabajado en sitios indígenas que son básicamente prehistóricos, a pesar de
que posean algunos pocos objetos europeos. Estos sitios, aunque “históricos”, son estudiados en
general utilizando métodos, ideas y cuadros referenciales de la arqueología prehistórica.
Otros arqueólogos prefieren definir la arqueología histórica como un tipo de arqueología
que estudia sitios que están asociados a pueblos o lugares que se consideran de gran valor
histórico. Definida de este modo, la arqueología histórica centra su atención en los colonizadores,
dejando de este lado los pueblos nativos contactados. Este abordaje lleva en general a que se
estudien sitios asociados a los miembros de la elite de la sociedad, porque esta es la gente que es
considerada como de valor en la historia dentro de la ideología dominante de muchas sociedades.
Estas dos definiciones de arqueología histórica se centran en la misma cuestión, pero
desde perspectivas diversas. En el primer caso, la arqueología histórica esta encarada en relación
con los pueblos indígenas, y en la segunda, en relación a los colonizadores. Ambas perspectivas,
aunque aparentemente distintas, se refieran al mismo problema: la creación de un mundo nuevo a
través de la interacción de pueblos como resultado de un sistema cultural, tecnológico y
económico que propiciaba la exploración y colonización de nuevas tierras. Aunque esta visión
parezca etnocéntrica, en verdad no lo es. De hecho este abordaje no es etnocéntrico porque
significa que la arqueología histórica no puede basarse exclusivamente en los personajes y los
lugares “famosos”, pudiendo estudiar personas que no pertenecían a la elite, como esclavos,
operarios e inmigrantes exiliados de sus patrias. Lo que en verdad distingue a la arqueología
histórica no es el período histórico estudiado (histórico o prehistórico), o los pueblos contactados
por los europeos (varios pueblos indígenas), o los propios colonizadores europeos (portugueses,
ingleses, franceses, entre otros), ni siquiera los grupos populares (esclavos africanos,
trabajadores inmigrantes, etc.), sino por el contrario, cómo cada elemento se adaptó y fue
transformado por el proceso que desde el inicio llevó al europeo a establecer asentamientos
coloniales en todo el mundo, y posteriormente, a formar nuevas naciones.
Teniendo en cuenta esta consideración, la definición de arqueología histórica que está
emergiendo actualmente la caracteriza como el estudio arqueológico de los aspectos materiales
-en términos históricos, culturales y sociales concretos- de los efectos del mercantilismo y del
capitalismo traídos de Europa a fines del siglo XV y que continúan en acción hasta hoy (figura
1) Obviamente considerada de esta manera, la arqueología histórica abarca un campo con
intereses amplios. Sin embargo como arqueología, el foco de atención se centra en las
manifestaciones materiales del mundo, en rápida transformación, después del 1500 d.C. Temas
que la arqueología histórica puede estudiar incluyen los tipos de artefactos traficados por los
indígenas, las transformaciones sociales en las sociedades indígenas como consecuencia de la
introducción de estos elementos europeos, los asentamientos y la cultura de los esclavos
africanos, la arquitectura y las plantas de los fuertes europeos y ciudades coloniales, la relación
de artefactos y clases económicas entre trabajadores urbanos, entre otros. Así, a pesar de que la
arqueología histórica examine cuestiones que puedan interesar a distintos investigadores -
historiadores, economistas, geógrafos, entre otros-, su mayor atención se vuelca en los aspectos
materiales del pasado, y el modo como éstos son usados para mantener y crear vida en todas sus
manifestaciones.
GRANDES TEMAS EN LA ARQUEOLOGÍA DEL NUEVO MUNDO
PREHISTÓRICA HISTÓRICA
 Origen de los pueblos nativos
 Sociedad, historia y cultura nativas
 Interacciones pre o no capitalistas
 Sociedad, historia y culturas nativas
 Sociedad y cultura de la colonización
europea
 Interacciones mercantilistas y capitalistas
Figura 1
La arqueología histórica, es historia o antropología?
El problema de la definición del campo de la arqueología histórica deriva de una cuestión
muy importante referida a su conceptualización como parte de la historia o de la antropología. La
respuesta a esta cuestión dominó gran parte de la discusión teórica en el interior de este campo,
ya que la perspectiva del arqueólogo en relación a este punto, en arqueología histórica puede
determinar la dirección y el sentido de la investigación.
Para algunos profesionales, la arqueología histórica pertenece realmente a la historia,
estudiando en particular documentos provenientes del suelo, además de los documentos de los
archivos. Desde esta perspectiva un fragmento de un plato posee la misma utilidad para la
comprensión del pasado que un manuscrito antiguo; ambos son “documentos” que brindan
información sobre el pasado. Los arqueólogos que mantienen este punto de vista tienden a
conducir sus investigaciones arqueológicas como un estudio histórico y suelen centrar sus
preguntas en aquellos temas que consideran de importancia histórica. Los investigadores en
arqueología histórica que mantienen esta perspectiva suelen interesarse por ejemplo en
interrogantes tales como, cuándo un sitio fue construido, cómo fue construido, para qué y por
quién fue ocupado, y cuánto tiempo continuó en uso.
Este punto de vista tiene sentido -pues toda arqueología es un estudio de historia, de una
manera u otra-, pero el problema es, que al menos en Estados Unidos, casi todos los arqueólogos
son formados en antropología. En general esta educación en arqueología ocurre en departamentos
de antropología y no en los departamentos de historia (con excepción de arqueología clásica).
Cuando la arqueología es considerada parte de la antropología, ésta es encarada como un medio
de comprensión de los procesos y tradiciones que operan en sociedades y culturas. Los
arqueólogos son una especie de etnógrafos, que en vez de brindar informaciones sobre culturas
vivas, recuperan información sobre culturas muertas, antiguas o de principios del período
moderno. La arqueología, por tanto, ofrece instrumentos para comprender ciertos problemas
generales enfrentados por los seres humanos -el desarrollo urbano, la división social del trabajo,
relaciones de parentesco, entre otros-, independientemente de cuando vivieron. La arqueología
histórica simplemente permite el estudio de estas cuestiones en un pasado reciente. Los
documentos históricos por lo tanto son considerados “artefactos", algo producido por la acción
humana consciente.
Cuál de estos enfoques -histórico o antropológico- dominaría la arqueología histórica, fue
un gran tema de discusión entre los años 1960 y 1970, período de formación y desarrollo inicial
de esta disciplina. A pesar de que esa cuestión no haya sido nunca verdaderamente resuelta, la
gran mayoría de arqueólogos diría hoy que su campo de investigación comprende tanto la historia
como la antropología, además de un gran número de campos relacionados, incluyendo a la
geografía histórica y cultural, la economía política, y la cartografía. La arqueología histórica no
es ni historia, ni antropología, ni siquiera una conjunción de las dos. Simplemente es un gran
campo de investigación que combina un gran número de abordajes. Cuestiones “históricas” y
“antropológicas”, no son necesariamente opuestas, ya que la mayor parte de los problemas
antropológicos poseen una base histórica, y muchos problemas históricos involucran cuestiones
claramente antropológicas. Los buenos arqueólogos deberían ser capaces de estudiar ambos tipos
de problemas en relación a sus sitios. ¿Para qué sirve un conocimiento cultural sobre los
habitantes de un sitio sin datos sobre cuándo éste fue construido o cuanto tiempo fue utilizado?.
De la misma manera, para qué sirve el conocimiento sobre cuándo el sitio fue construido y por
cuánto tiempo fue ocupado, sin alguna idea sobre la cultura y los habitantes que allí nacieron,
dormían, trabajaban y morían.
Los problemas científicos de la arqueología histórica, así como ocurre en la prehistórica
y en otros tipos de arqueología, se refieren a temas históricos, culturales y sociales. Lo que
diferencia a la arqueología histórica es su foco de atención en el pasado reciente o moderno, un
pasado que incorporó muchos procesos, perspectivas y objetos materiales que todavía están
siendo usados en nuestros días. Estos elementos históricos del pasado reciente constituyen el
mundo moderno, y gran parte de está constitución, aunque extremadamente compleja de entender,
esta relacionada con objetos materiales.
Como Chandra Mukerji demuestra en su libro “From Graven Images: Patterns of
Modern Materialism”, los objetos materiales poseen muchas características que apenas pueden
ser entendidas en términos, tanto de la historia, como de la cultura. Los Objetos, por su propia
presencia física establecen condicionamientos para el comportamiento humano e inducen al
hombre a actuar, o a cambiar sus acciones de acuerdo con ítems materiales. Por ejemplo, la
impresión y circulación de mapas y narraciones de viajantes, conjuntamente con un progreso en
las tecnologías de construcción de navíos, posibilitó -en asociación con una atmósfera económica
favorable- que diversos pueblos explorasen nuevas tierras, dispersando ideas materialistas del
inicio de la era moderna de Europa a través del mundo. Como observa Mukerji “Objets can help
to make autonomous forces out of ideas by remaining in the physical environment long after
their production”. La arqueología histórica brinda un medio único de examinar la difusión del
materialismo de origen europeo a través del mundo, el impacto que estas ideas sobre la
acumulación de artefactos ejerció en diferentes pueblos, y el modo como respondieron a estos
desafíos. Obviamente, estos problemas no pertenecen ni a la antropología ni a la historia, sino al
estudio científico en general de la vinulación entre el pasado y el presente.
El carácter multidisciplinar de la arqueología histórica significa que ella posee una
amplia gama de fuentes de información. Los materiales específicos que están disponibles pueden
variar, dependiendo del sitio que está siendo estudiado, y algunos tipos de fuentes generalmente
son utilizables por el arqueólogo. Estas fuentes serán tratadas en el próximo capítulo.
3. LAS DIFERENTES FUENTES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA
La arqueología histórica usa una serie de fuentes de información en su investigación. Las
principales son los artefactos y las estructuras, la arquitectura, los documentos escritos, las
informaciones orales y las imágenes pictóricas. Cada una de ellas es usada por la arqueología
histórica de manera específica.
Artefactos y estructuras.
Tanto la arqueología prehistórica como la histórica estudian artefactos. Los arqueólogos
definen artefactos como aquellos ítems hechos o modificados como resultado de la acción
humana. Estos incluyen fragmentos de cerámica, herramientas, obras de arte, mesas, botellas y
todos los otros objetos que presentan alguna evidencia de acción humana en su manufactura. Así
como en la arqueología prehistórica, estos artefactos son estudiados en relación a sus métodos de
manufactura, las materias primas con los que se construyeron, dónde fueron producidos, para qué
servían, y cómo fueron encontrados. Artefactos que normalmente serían encontrados y estudiados
por arqueólogos prehistoriadores incluyen cuchillos, objetos líticos, puntas de flecha de piedra,
objetos de cerámica, herramientas hechas de hueso, entre otros. La arqueología histórica estudia
los objetos que son semejantes, tanto en forma como en función, a aquellos que hoy continúan en
uso: floreros de cerámica pintados en azul, verde, rojo y amarillo; botellas de vidrio usadas como
recipientes de vino, remedios u otros líquidos; pistolas; botones; relojes; entre otros.
Los artefactos son, evidentemente, elementos de extrema importancia para los
arqueólogos. Como escribe el gran pensador social Lewis Mumford, “Material artifacts may
stubbornly defy time, but what they tell about man´s history is a good deal less than the truth,
the whole truth, and nothig but the truth”. Consecuentemente además de los propios artefactos,
los arqueólogos prehistóricos y los históricos, se interesan por el contexto en el cual están
insertos. El contexto se refiere a la localización exacta del artefacto, en términos verticales y
horizontales, en un sitio arqueológico. Los arqueólogos, pueden muchas veces aprender bastante
sobre las funciones de artefactos y de sitios a partir del examen de objetos encontrados en
asociación directa con ellos. Un artefacto y su contexto son dos tipos de información que los
arqueólogos obtienen de sitios arqueológicos.
Tanto la arqueología prehistórica como la histórica también estudian objetos que fueron
usados y modificados por pueblos antiguos, pero que no necesariamente fueron producidos por
ellos. Estos objetos incluyen fibras y semillas de plantas, y huesos de animales. Los arqueólogos
pueden aprender mucho sobre las dietas alimentarias de los pueblos antiguos a través del estudio
de los tipos de comidas disponibles en su ambiente natural, y el modo como esas comidas eran
usadas en diferentes culturas. En sus estudios, los arqueólogos con la asistencia de especialistas
altamente capacitados, intentan determinar las especies explotadas como comida, la cantidad de
calorías que represente esa dieta, y la variedad de especies domésticas y salvajes consumidas.
Ambos campos de investigación arqueológica se preocupan también de estudiar las
estructuras encontradas en los sitios. Una estructura es cualquier evidencia de presencia humana
que no puede ser removida del sitio, pero que brinda abundante información sobre las actividades
desarrolladas por él. Por ejemplo estructuras prehistóricas incluyen pozos para almacenamiento o
para basura, agujeros de fogones, trincheras de empalizadas y cimientos; las estructuras
históricas incluyen pozos, trincheras, pozos sanitarios, cimientos, entre otros.
Además de estas estructuras, generalmente pequeñas, hay otras de tamaño tan grande que
pueden ser consideradas como parte del paisaje cultural. En arqueología prehistórica estas
estructuras engloban colinas usadas como templo o lugar de sepultamiento, monolitos (grandes
piezas de piedra) y trincheras. En arqueología histórica, estas grandes estructuras incluyen en
general, casas, fuertes y otras edificaciones. También, diversos pueblos históricos continúan
construyendo estructuras con barro -como fuertes y empalizadas-. La mayor parte de las
estructuras de época histórica, al menos mientras más nos aproximamos al presente, fue
construida en piedra, ladrillos y argamasa. Es por la utilización de estos materiales sólidos, por la
implementación de técnicas constructivas adecuadas, y la cercanía en el tiempo, que muchas de
estas estructuras están todavía en pie. La presencia de estas arquitecturas en buen estado
permiten obtener informaciones que en general no están disponibles para los prehistoriadores.
Estas arquitecturas monumentales -incluyendo puestos militares imponentes, como el Fuerte
Jesús, construcción portuguesa del siglo XVI en Africa Oriental, el Fuerte Louisbourg, francés
del siglo XVIII, en Nueva Escocia (Canadá), también obras industriales como las ciudades
mineras del nordeste de Michigan, o las plantaciones en Illinois, o las barracas de esclavos en
Luisiana, entre otros- funcionan como artefactos en superficie.
Arquitectura
Los edificios pueden ser considerados como importantes fuentes de información en
arqueología histórica. Existen dos tradiciones que pueden ser consideradas: La académica y la
vernácular. La tradición académica, llamada también “alta arquitectura”, es aquella tradición de
construcción enseñada y practicada por los arquitectos profesionales. Esta puede ser dividida en
diversos estilos -clásico, griego, romano, gótico, rococó, entre otros.-, cuyas características son
de fácil identificación. La arquitectura vernácular, por otro lado, consiste en estilos que reflejan la
tradición cultural más que formas arquitectónicas puras. Este tipo de arquitectura suele
evidenciar las verdaderas actitudes y creencias de los pueblos de manera más clara que la
arquitectura académica. De todas formas, ambas, con el correr del tiempo, tienden a interactuar e
influirse recíprocamente.
El arqueólogo James Deetz presenta un estudio interesante de la antigua arquitectura
americana en su libro “In Small Things Forgotten”. A través del uso de diversas fuentes, Deetz
demuestra como los colonizadores ingleses establecidos en Nueva Inglaterra, transformaron su
arquitectura con el transcurso del tiempo. Al principio, los colonizadores construían casas en
estilos arquitectónicos que conocían de Inglaterra. Con el correr del tiempo y el aislamiento de su
patria, sus estilos de construcción se volvieron cada vez más diferentes a los originales ingleses,
se “americanizaron”, y también comenzaron a diferenciarse por regiones. Ya no era posible
relacionar con facilidad estilos específicos a estilos académicos británicos, a pesar de que las
casas hayan mantenido algunos elementos de las formas académicas puras. Estas formas, de
todas maneras, fueron llevadas a cabo de manera que mezclaron, con originalidad, estilos
académicos con formas vernaculares.
Otro resultado importante en las investigaciones de Deetz se relaciona con el hecho de
que, con el tiempo, las casas coloniales inglesas en América del Norte, comienzan a reflejar un
interés creciente en la creación de espacios individualizados. Así, mientras las casas más antiguas
tendían a contener espacios que podían ser utilizados por todos los miembros de la familia, en
casas más recientes estos espacios comunitarios fueron divididos en áreas que podían ser
utilizados por apenas uno o dos miembros de las mismas. Posteriormente, actividades específicas
-como comer, cocinar, y dormir- fueron completamente separadas unas de otras.
Una de las razones que permiten que cuestiones sociales sean plausibles de abordar a
partir de estructuras arquitectónicas se relacionan con el descubrimiento, por parte de los
arqueólogos, de que éstas pueden ser “leídas” de la misma forma que los niveles arqueológicos
del suelo. Todos los arqueólogos estudian los suelos en los cuales se encuentran artefactos a fin
de obtener informaciones sobre cuando esos artefactos fueron depositados, y que fuerzas
naturales -viento, lluvia, inundaciones- actuaron después de la depositación original. Lo mismo
ocurre en relación a las estructuras arquitectónicas.
Los edificios al ser examinados con cuidado, producen informaciones sobre cuándo
fueron construidos, o si hicieron reformas y cuáles eran los espacios más importantes. Las capas
de pintura y papel de la pared pueden ser “excavadas”, como si fuesen niveles de sedimento, para
descubrir los colores o dibujos que estaban de moda o eran accesibles a los habitantes en
determinados momentos del pasado. Identificar cuáles ventanas y puertas fueron cerradas o
agregadas puede permitir discutir cuándo fueron construidas, o para documentar aumentos en el
tamaño de la familia y posiblemente de la riqueza. Alteraciones en el tamaño de los ambientes a
través del tiempo, también pueden ser usadas como medida para estudiar las transformaciones y
los cambios en las actitudes sociales u culturales. Por ejemplo, con el cambio de siglo la mayoría
de las plantaciones en el centro de los Estados Unidos, fueron construidas con cocinas enormes.
Esto era necesario porque la mayoría de los propietarios solía tener familias numerosas en aquel
tiempo, y también porque la cocina era en general la principal área de actividad de la familia.
Además de eso, las mujeres -que comúnmente tenían un papel de importancia en la economía de
la plantación, cuidando las huertas y la preparación diaria de las comidas que provenían de ella-
usaban la cocina como un área de producción de la plantación. Hoy en día, pocas casas son
construidas con cocinas tan grandes, ya que pocos agricultores poseen familias numerosas y
porque la agricultura está tan mecanizada, que las mujeres no tienen el mismo rol para garantizar
el funcionamiento de la plantación. Éstas, en la actualidad en Estados Unidos, son menos auto-
suficientes que antes, y sus casas reflejan esta transformación.
Además de las construcciones domésticas, edificaciones no-domésticas para uso
especifico pueden también haber sobrevivido en sitios históricos. Estas estructuras incluyen
calderas, ahumaderos, galpones, entre otras construcciones externas. Algunos fuertes militares,
tal vez reconstruidos por un ejército conquistador, también pueden mantenerse en pie. Lo mismo
se aplica a misiones religiosas que fueron originalmente construidas con el propósito de convertir
a los pueblos nativos al cristianismo, pero que en el presente, son utilizadas para funciones
religiosas regulares. Tales edificios, vistos por no arqueólogos como predios bonitos, brindan al
arqueólogo indicios del pasado que de otra manera muchas veces serían extremadamente difíciles
de visualizar.
Documentos Escritos.
En arqueología histórica los documentos escritos son tan importantes como los artefactos
y los edificios. Sin duda una de las características distintivas de la arqueología histórica proviene
de la información adicional que brindan estos documentos. De hecho, Deetz resaltó que la
“capacidad de leer y escribir del pueblo estudiado es la característica que diferencia a la
arqueología histórica de la prehistórica”. Inclusive, a pesar de que considere que lo que dice
Deetz es parcialmente correcto -porque para mí lo que las separa en el estudio, es que
arqueología histórica se ocupa de la vida mercantil capitalista (que incluye la alfabetización)- él
tiene razón en la medida en que la disponibilidad de documentos escritos, por y sobre el pueblo
que otrora vivió en lo que hoy son sitios arqueológicos, hace de la arqueología histórica un tipo
único de estudio en el contexto del Nuevo Mundo. Estos documentos permiten que los
arqueólogos trabajen parcialmente como historiadores, ya que deben interpretar documentos
escritos de la misma manera que ellos. Además los arqueólogos deben saber como integrar la
información proveniente de los documentos en sus investigaciones arqueológicas.
Historiadores y arqueólogos usan tanto fuentes históricas primarias como secundarias.
Estas últimas son aquellas que fueron producidas por personas que no testimoniaron los
acontecimientos del pasado, incluyendo los libros escritos por los historiadores. Este tipo de
fuente es importante para ambos profesionales, porque puede revelar el progreso del
conocimiento histórico en determinados períodos, las cuestiones que eran consideradas de
importancia y el tipo de concepciones que eran compartidas por los historiadores en épocas
pasadas. Las fuentes secundarias están constantemente siendo reescritas por los historiadores, en
la medida en que nuevos datos son descubiertos, nuevas interpretaciones son propuestas,
inclusive bajo la influencia de cambios en las actitudes y sensibilidades sobre lo que es
considerado relevante.
Todos los trabajos históricos secundarios se basan en fuentes primarias, o sea escritos de
valor histórico que fueron producidos por observadores directos o por personas contemporáneas
de los acontecimientos relatados. Algunos documentos primarios que historiadores y arqueólogos
usan con frecuencia: son los registros oficiales (certificados de nacimiento, de defunción,
materiales de diversos relevamientos, estadísticas oficiales, entre otros.), y los registros
personales (cartas, diarios y memorias). Estos registros son importantes para los arqueólogos, ya
que brindan información sobre el pasado que generalmente no está disponibles en ninguna otra
fuente.
Los registros históricos brindan lo que los antropólogos llaman información “etic” y
“emic”. La primera refiere a la visión de un grupo sobre otro distinto –exterior-, y la segunda a
la visión que ese grupo posee de si mismo. Las fuentes secundarias serán por tanto siempre
“etic”, mientras que los registros primarios podrán ser tanto “emic” como “etic”.
Estos conceptos son más fáciles de comprender a través de un ejemplo. Supongamos que
existan dos documentos sobre una plantación sudamericana del siglo XVIII, uno escrito por un
viajante alemán, y otro por un esclavo fugitivo. Se esperaría que la situación de la comunidad de
esclavos sea presentada de forma diversa en cada uno de ellos. El comentario del viajante
brindaría una visión “etic”, ya que él esta fuera de esa comunidad. Su percepción de los esclavos
está limitada por su propia experiencia, incluyendo comprensiones e incomprensiones, ya que no
posee una experiencia directa y duradera de la vida en la plantación. Por el contrario, la
percepción del esclavo fugitivo debería ser completamente diferente, su narrativa representaría
una visión desde el interior, es decir “emic”. Cuando confrontamos las dos, puede parecer que se
refieren a lugares distintos uno del otro. Los arqueólogos, tanto como los historiadores, deben
aprender a distinguir las diferentes visiones que existen sobre el pasado, las cuales pueden ser
verdaderas en algunos sentidos, cada una a su manera.
Los documentos históricos constituyen una importante fuente de información que los
arqueólogos pueden utilizar para conocer el pasado en relación a asentamientos y sus habitantes.
También permiten, tanto a los arqueólogos como a los historiadores, proponer interpretaciones
relevantes y potencialmente significativas. Por ejemplo, algunos arqueólogos utilizan registros de
alimentación de esclavos en plantaciones en asociación con colecciones de huesos de animales
provenientes de las barracas de este grupo. Esta comparación permitió ver que en algunos casos
los esclavos no recibían la alimentación que los patrones indicaban en sus registros. Al confrontar
huesos de animales obtenidos con registros históricos se obtiene un relato que ninguna de las
fuentes de información de manera independiente podría dar.
A pesar de su importancia, el uso de documentos históricos en relación a sitios
arqueológicos de épocas históricas, genera una paradoja. Por un lado, la información adicional
que los documentos pueden ofrecer, aumenta enormemente el poder de interpretación de la
arqueología histórica. El material histórico contribuye de manera relevante para comprender los
datos arqueológicos. Por otro lado, esta disponibilidad de documentación histórica sobre los sitios
arqueológicos llevó a algunas personas a preguntarse: ¿por qué excavar, si hay documentos
escritos? En otras palabras, ¿por qué permitir que un arqueólogo excave un sitio, si un
historiador puede brindar prácticamente las mismas informaciones? Por lo tanto el uso de
documentos fue tanto una ventaja para la arqueología histórica, en términos de la investigación,
como una desventaja, ya que el poder informativo de ésta quedó cuestionado, sobre todo por
aquellos que consideran a la arqueología como una actividad lenta y costosa.
Existen varias cuestiones relativas a la presencia de documentos escritos en períodos
históricos, que son válidas y deben ser consideradas. Por ejemplo, los arqueólogos a través de la
experiencia en su propia investigación aprenden que la aplicación de documentos primarios a
sitios arqueológicos presenta ciertos problemas. En primer lugar estos textos pueden ser
imprecisos, conteniendo datos falsos desconocidos por el propio autor. Es posible que aparezcan
declaraciones en estos documentos, que pueden no reflejar la realidad de una situación específica
pasada, o inclusive, referirse simplemente a lo que el autor pensaba, sabía o recordaba al
respecto. Un escritor de la época simplemente puede estar errado.
En segundo lugar, fuentes primarias pueden contener falsificaciones conscientes. El
registro de declaraciones erróneas podría ocurrir por cualquier motivo, incluyendo invención,
autopromoción o simplemente falsedad. En cualquiera de los casos, la arqueología histórica
puede servir para corregir el registro escrito, el cual de otro modo podría ser considerado como
verdadero.
En tercer lugar, puede que no hayan existido documentos primarios para todo el período
de ocupación de un sitio. Por ejemplo, son raros los documentos referentes a sitios después de su
abandono, sin embargo los arqueólogos deben excavar todos los niveles que hay en un sitio. Una
casa abandonada en 1780 puede haber sido usada como deposito de basura por la población local
en el período entre 1785 y 1820. Los registros históricos mencionarían probablemente las
actividades de los habitantes de la casa, y no la utilización posterior del lugar como basurero. En
estos casos la arqueología histórica ayuda a completar el registro histórico escrito, brindando de
esta manera un panorama más completo del pasado.
Finalmente, los registros escritos a menudo no mencionan en general los aspectos
comunes de la vida cotidiana, exactamente el tipo de información que los arqueólogos quieren
conocer. La gran mayoría de aquellos que dejaron relatos de sus vidas, casi nunca mencionan por
ejemplo la localización de las letrinas o con que frecuencia se cambiaban de lugar. Los posibles
escritores tendrían un cierto pudor de escribir sobre estas cosas, o simplemente podrían
considerar tales aspectos de sus vidas demasiado banales para ser relatadas, y que no interesaban
a nadie. De manera similar, pocos autores históricos escribieron sobre los tipos de platos con los
cuales comían, o sobre el color de las botellas que usaban. Estos aspectos comunes del pasado
son de importancia vital para la arqueología histórica, pero escasamente mencionados.
Los registros históricos, los artefactos, las estructuras arqueológicas y los edificios
todavía en uso son importantes para la arqueología histórica, pero no constituyen la totalidad de
las fuentes disponibles. Existen otras, como la información oral y la pictórica, éstas
generalmente disponibles sólo para sitios más recientes.
Información Oral
La información oral, a semejanza de los documentos escritos, brinda datos sobre sitios
arqueológicos de un período histórico que en general no están disponibles en otras fuentes. La
información oral suele adquirir gran importancia en los casos en que el arqueólogo está
estudiando un sitio que fue ocupado en tiempos todavía presentes en la memoria de la gente. Lo
mismo ocurre en casos en los que se desea conocer la historia de un sitio una vez abandonado
por el pueblo que originalmente lo construyó y lo utilizó.
Una investigación arqueológica estaría en mejores condiciones para interpretar la historia
de un sitio dado, sabiendo que el terreno fue sembrado en el año 1940, o que fue utilizado como
un lugar de reunión popular en los años ´50. Este tipo de información puede no figurar en fuentes
escritas, y sin embargo, ser central para la comprensión completa de dicho sitio.
Consecuentemente la información oral puede ser entendida como la historia que las personas
comunes llevan consigo. Obviamente, los transmitidos oralmente puede ser de carácter “etic” o
“emic”. Cuando está basada en la experiencia directa, la información oral cubre un rango
temporal cercano a los ochenta años a partir de la actualidad.
La información oral puede ser usada en sitios arqueológicos de dos maneras: como
complemento y suplemento de la información arqueológica y escrita, y como fuente de nueva
información. Estos usos son extremadamente importantes en muchas investigaciones de
arqueología histórica.
Utilizada como suplemento sobre detalles previamente conocidos del pasado, esta fuente,
ayuda a la arqueología histórica, tanto en términos específicos como generales. En relación a los
artefactos, por ejemplo, puede ser empleada para mostrar como un item material específico era
producido y usado. Esto es particularmente importante para documentar estilos de arquitectura
vernacular -que por lo general no merecieron comentarios escritos en su propia época-, y también
para identificar la funcionalidad de los objetos en el pasado. En un sentido más amplio, el
conocimiento especifico de sitios y artefactos puede brindar ayuda para construir contextos que
permitan interpretar los objetos, contribuyendo así a que el arqueólogo acceder a una verdadera
comprensión del pasado de un pueblo.
Las informaciones trasmitidas oralmente son también útiles al reflejar un punto de vista
“emic”, ya que permiten al arqueólogo comenzar a entender cómo era la vida en el pasado a
partir de la perspectiva de un agente social concreto. Esto permite una aproximación a la
cosmovisión de un pueblo en el pasado de la mejor manera posible. En este sentido, la
información oral puede ser utilizada para completar el cuadro del pasado que el arqueólogo
construyó usando documentos escritos y arqueológicos.
La información oral, al funcionar como documento primario, se torna una de las fuentes
más importantes, ya que al ser usada conjuntamente con la evidencia documental posibilita
obtener datos adicionales sobre el pasado. También puede sugerir nuevas líneas de investigación
al arqueólogo, que pueden no estar insinuadas en los documentos escritos. Además de todo lo
señalado, la información oral puede ser considerada la única fuente de datos no-arqueológica
sobre algunos sitios. En sitios pequeños -como campamentos temporarios-, sitios de ocupación
muy corta -fuertes, puestos de observación-, sitios que poseían funciones que sus moradores no
querían hacer publicas -como los quilombos cimarrones-, es probable que la información oral sea
la única fuente documental que disponga el arqueólogo.
Cuando la información oral es empleada como fuente primaria, los arqueólogos se
enfrentan al problema de verificar la exactitud de la información. Obviamente no puede ser
chequeada con documentos escritos ya que es la única documentación primaria. Puede en algunos
casos ser confrontada con información arqueológica, pero la mejor guía que podemos tener es un
conocimiento exhaustivo de los escritos históricos secundarios sobre el tema en discusión. El
dominio de estas obras además de comprensión y sentido común pueden normalmente ayudar al
arqueólogo a evaluar la calidad de la información transmitida oralmente.
De cualquier forma, el uso de la documentación oral en arqueología histórica significa
que los investigadores deben aprender, junto con la historia oral y la etnografía, que las personas
no siempre recuerdan el pasado de la manera en que este aconteció. Además de ser nostálgica
sobre “los buenos viejos tiempos”, la gente algunas veces no respeta patrones cronológicos
precisos y olvidan la secuencia exacta de los sucesos, a veces juntando o alargando los hechos en
el tiempo y otras alejándolos o trayéndolos al presente. En el primero de los casos, una persona
podría decir “abandonamos la plantación en 1935, justo antes de que comenzara la Gran
Depresión”, sin embargo esta última se había iniciado en 1929. En el segundo caso alguien puede
decir “la gran sequía vino y fuimos obligados a mudarnos”, cuando en realidad pueden haber
pasado seis meses entre la sequía y el traslado. El problema es que el arqueólogo no puede dejar
de lado estos seis meses, ya que habrá evidencias de ellos en el registro arqueológico.
A pesar de que le uso de la información oral sea particularmente útil para el estudio del
pasado reciente en sitios históricos, algunos arqueólogos prehistoriadores emplean en la
actualidad la etnoarqueología. Esta se asemeja al uso de la información oral en arqueología
histórica, pero la diferencia radica en que la etnoarqueología es definida generalmente como
trabajo de campo etnográfico con objetivos y problemas puramente arqueológicos en la cabeza.
Por ejemplo, en vez de visitar un pueblo pre-industrial para saber cuál es su estructura de
parentesco, reglas de matrimonio, religión -como haría un etnógrafo-, el etnoarqueólogo busca
descubrir como producen la cerámica, construye sus casas o usan herramientas de piedra para
procesar animales. Los etnoarqueólogs están interesados en usar información etnográfica -sus
propias observaciones antropológicas- en asociación con informaciones orales -observaciones de
otros- para responder cuestiones sobre problemas básicos en arqueología.
Una importante diferencia en el uso de información oral entre la etnoarqueología y la
arqueología histórica, consiste en el hecho de que cuando etnoarqueólogos recolectan información
no están interesados en el pueblo que están estudiando, sino en registrar y entender los métodos
de producción y uso de artefactos, con la esperanza de que éstos les permitan efectuar analogías
con los métodos de producción y uso de artefactos en el pasado. De esta forma a fin de descubrir
como un determinado tipo de cerámica encontrada en sitios arqueológicos de 1100 d.C. era
producida, el etnoarqueólogo puede estudiar los métodos de confección de una cerámica
semejante actual, fabricada por descendientes de los ceramistas originales. Una correlación
simple podría ser establecida de esta manera entre los dos tipos de cerámica. Por otro lado, el
arqueólogo puede estar interesado en cómo estos descendientes de los antiguos ceramistas
producían sus vasijas en 1920, ya que él puede estar excavando el mismo sitio en que la cerámica
continuo siendo fabricada.
La posibilidad de utilizar información oral para localizar y estudiar sitios y artefactos,
por parte de la arqueología histórica, permite afirmar que estamos frente a un tipo único de
arqueología. Otras fuentes también son propias de la arqueología histórica, siendo la información
pictórica una de las más interesantes.
Información Pictórica.
Desde la arqueología histórica la información pictórica puede ser dividida en tres clases :
mapas, dibujos y pinturas, y fotografías. Cada categoría de fuentes posee su propio potencial
como apoyo de la investigación arqueológica.
Los mapas son útiles para la arqueología histórica en la medida en que brindan una
representación gráfica de, la localización de edificios, o sitios. Estos pueden ser particularmente
importantes para aquellos arqueólogos que estudian el período de contacto inicial entre nativos y
europeos, ya que pueden ilustrar entre otras cosas, la localización de aldeas de los pueblos
autóctonos, la comprensión europea de los nombres de estos grupos, el trazado de rutas y
caminos antiguos, entre otros. También brindan informaciones vitales sobre el medio ambiente y
sobre los cambios que pueden haber ocurrido como producto del contacto y del asentamiento
europeo.
De todas formas los arqueólogos saben, gracias a los geógrafos, que los mapas son
documentos históricos primarios visuales y no textuales. Por lo tanto poseen los mismos
problemas que cualquier otro documento histórico. Por ejemplo, un cartógrafo, al hacer un mapa
específico, puede estar tentado a presentar un paisaje no como era, sino como se esperaba que
fuese. En este sentido, el trazado de caminos a través de montañas y florestas, puede ser sólo algo
que fue planificado o inclusive imaginado. Lo mismo ocurre cuando la localización y el número
de aldeas nativas son usados como propaganda por naciones europeas, para inducir a sus rivales
a creer que poseían más aliados locales de los que en realidad tenían. Esta situación ocurrió por
ejemplo, cuando Francia y Gran Bretaña lucharon por el control de América del Norte a
mediados del siglo XVIII.
Diseños y pinturas son otra fuente de información pictórica que pueden ser útiles en
arqueología histórica. De todas formas los arqueólogos deben ser conscientes de que los artistas
suelen tomarse libertades en sus trabajos -por motivos estrictamente creativos o artísticos-.
Diversas informaciones sobre artefactos pueden inferirse de dibujos y pinturas. Estos
pueden mostrar por ejemplo, cuándo y cómo ciertos objetos eran producidos. Datos únicos
pueden ser obtenidos sobre la funcionalidad de artefactos desconocidos. En este sentido en
arqueología histórica suele ser común trabajar con pinturas de los siglos XVI, XVII, XVIII para
descubrir esta funcionalidad particular. Estas representaciones pictóricas también muestran
artefactos enteros y en uso, ayudando al arqueólogo que generalmente encuentra en los sitios
excavados objetos fragmentados y deteriorados. Estas imágenes gráficas contribuyen a que el
investigador entienda cómo eran y para qué servían dentro de su contexto histórico.
Los dibujos y las pinturas, también son importantes para mostrar como eran ciertos sitios
históricos cuando todavía estaban en pie. Por ejemplo, las pinturas de Karl Bodmer retratando el
Oeste Americano en los años 1830, son de gran valor para los arqueólogos. Sus pinturas del
interior de las tiendas de los indios -mostrando caballos y perros viviendo en su interior- brindan
detalles no disponibles a través de la arqueología, y una calidad visual ausente en los documentos
escritos. Además de ser obras de arte, la exactitud de los diseños de Bodmer son incuestionables.
Otras imágenes, como las pinturas de Frans Post, en el siglo XVII, sobre un molino de agua en el
nordeste brasileño, o la pintura de Hércules Florence de un ingenio de caña en 1840, presentan
detalles magníficos sobre edificaciones industriales coloniales, y sobre los trabajos ejecutados en
esos lugares.
Estas fuentes, además de brindar información cronológica, sobre el uso y la forma de los
artefactos, dan también datos sobre la vida y las transformaciones culturales. Por ejemplo, las
pinturas de George Catlin sobre un indio Americano, vestido en un cuadro con ropas nativas y en
otro con europeas, transmiten un fuerte mensaje visual sobre el impacto social y psicológico de la
interacción cultural ejercida sobre los pueblos nativos, muchas veces obligados a adaptarse a
modos de vida extraños. Dibujos del siglo XVII, sobre trabajadores indígenas y negros en
plantaciones brasileñas, reflejan una situación semejante. Lo mismo ocurre en diversas partes del
mundo.
De la misma manera que los mapas, los dibujos y las pinturas pueden contener
información engañosa. Criaturas fantásticas, diseñadas por el cartógrafo franco-canadiense
Charles Becar de Granville, en el siglo XVII -como unicornios y monstruos marinos con cabezas
humanas-, servían para amedrentar a los aventureros del Nuevo Mundo. Este tipo de cuadros
inclusive podía tener el efecto opuesto, es decir atraer exploradores osados en busca de estas
criaturas. Los arqueólogos deben aprender a analizar estas imágenes pictóricas con cuidado.
Las fotografías también son útiles para los arqueólogos de manera semejante a las
imágenes pictóricas. Al contrario de mapas, diseños y pinturas, las fotografías no exigen ningún
talento gráfico o artístico para producirlas. Estas pueden ser generadas por cualquier persona que
posea una cámara. Por lo tanto mientras los mapas, los dibujos y las pinturas suelen ser
encontrados normalmente en museos, archivos y otros depósitos profesionales, las fotografías
pueden ser halladas en cualquier casa particular.
Las fotografías pueden documentar sitios arqueológicos sin que el fotógrafo fuera
consciente de ello. Un ejemplo podría ser una foto de dos personas sentadas delante de un predio
almorzando, en 1932. A pesar que la intención del fotógrafo pueda ser registrar un feliz
reencuentro de dos viejos amigos, un arqueólogo mirando la foto, puede obtener información
sobre la construcción del predio que se observa en el fondo de la misma.
También, como cualquiera de las fuentes mencionadas, debe tenerse cuidado en su
utilización en arqueología. Los fotógrafos pueden montar sus cuadros y alterarlos para mostrar
imágenes falsas. Este tipo de problemas, felizmente no es común en arqueología histórica.
Resumiendo, la arqueología histórica dispone de una serie diversa de fuentes de
información. Algunas de estas son empleadas por la historia (documentos escritos, mapas,
historia oral), por la antropología cultural (etnografías, objetos de museos, testimonios orales),
historia del arte (pinturas, dibujos y fotografías), geografía histórica y cultural (mapas,
asentamientos y paisajes), arquitectura histórica (edificios), folklore (tradición oral y arquitectura
vernácula) y arqueología (artefactos, estructuras y el contexto del sitio). Todas estas fuentes
están disponibles por la especificidad de la arqueología histórica. Por su parte las disciplinas
mencionadas pueden ser consideradas como el conjunto de fuentes de la arqueología (figura 2).
Los arqueólogos, incluso a pesar de que con frecuencia trabajan solos, muchas veces
tienen la suerte de integrar amplios equipos multidisciplinarios, compuestos por estudiosos de
varias disciplinas. En cualquier caso, el arqueólogo, debe tener algún conocimiento básico de
todas las disciplinas relacionadas con su investigación, ya que diferentes profesionales trabajando
en un proyecto especifico tendrán que discutir problemas y cuestiones comunes.
FIGURA 2
FUENTES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA
artefactos, estructuras contexto del sitio,
(arqueología)
etnografía, testimonios orales,
(antropología cultural)
documentos, mapas, historia oral,
(historia)
pinturas, dibujos y fotos,
(historia del arte)
Tradición oral, arquitectura vernácula,
(folklore)
edificios en uso,
(arquitectura histórica)
asentamientos y paisajes,
(geografía histórica y cultural)
4. DIFERENTES VISIONES SOBRE LO QUE LA ARQUEOLOGÍA NOS INFORMA, EN
PARTICULAR LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA.
Años de estudio llevaron a los arqueólogos a concluir que los restos arqueológicos
pueden ser interpretados de diferentes maneras. Con el transcurso del tiempo y en la medida en
que la disciplina y la arqueología historica en particular, fueron madurando, estos diversos modos
de examinar y aprender del pasado cambiaron. Cada abordaje posee su propio mérito y ninguna
perspectiva puede ser considerada verdadera o errada. De hecho, cada perspectiva tiene sus
puntos fuertes y cada arqueólogo puede escoger entre una u otra. En este capítulo expondré
brevemente varias posiciones empleadas en la arqueología del Nuevo Mundo, a partir de ejemplos
de la arqueología histórica.
Arqueología Histórico-cultural.
Tal vez la más larga tradición en la arqueología de América sea el análisis de los restos
materiales como fuentes de información histórica, o más precisamente cronológica, sobre el
pasado. Este tipo de abordaje arqueológico fue llamado “histórico-cultural” por Gordon Willey y
Philip Phillips. Este termino significa que los arqueólogos deberían ser capaces de incluir
cualquier cultura arqueológica -evidencia colectiva de una cultura del pasado-, en un cuadro
histórico y cultural que tenga sentido y sea coherente con el conocimiento arqueológico de la
región circundante. Para realizar esta tarea el arqueólogo debe poseer tres tipos de información.
La primera se relaciona con las unidades consideradas básicas en el estudio arqueológico, que
Willey y Phillips denominaron “fase” (compuestas por tipos característicos de artefactos que se
distribuyen en un área específica y por un período de tiempo limitado), el “horizonte” (tipos
característicos de artefactos que aparecen en una amplia región, pero por un período de tiempo
corto), y la llamada “tradición” (tipos característicos de artefactos que persisten por un largo
período de tiempo, pero en una área geográfica limitada). Posteriormente el arqueólogo debe
situar esas unidades arqueológicas de análisis en unidades geográficas: sitios, localidades
(diversos sitios), regiones (dos o más localidades), subáreas (dos o más regiones), y áreas (dos o
más subáreas). Finalmente el investigador debe estar en condiciones de aplicar interpretaciones
sobre la duración de la cultura arqueológica.
El interés de esta corriente se centra en establecer para regiones y continentes, cuadros
con el desarrollo histórico y culturalal de pueblos que son conocidos principalmente a partir de la
arqueología. Así, Willey y Phillips propusieron una secuencia de desarrollo para todo el
continente Americano: Para ello distinguieron las siguientes categorías: lítico, arcaico, formativo,
clásico, y posclasíco. Las tradiciones arqueológicas en Sudamérica, llamadas también “series”,
incluyen las tradiciones Itaipú, Umbú y Humaitá.
Para construir tales cuadros abarcativos, los arqueólogos deben producir buenos
“informes de excavación de sitios”, o estudios detallados de sitios arqueológicos específicos. Es
necesario que estos informes contengan descripciones exhaustivas de los artefactos y estructuras
excavadas, de manera de permitir la inserción del sitio en una secuencia histórico-cultural.
Es importante percibir que la información usada para construir las fases, los horizontes y
las tradiciones -unidades básicas de análisis histórico-cultural- derivan principalmente de las
características físicas de los artefactos. Las fases pueden ser definidas en base a la decoración
que aparece en la superficie de la cerámica, por la manera de tallar puntas de proyectil líticas, o
por una combinación de rasgos físicos encontrados en diferentes artefactos. Teóricamente se
considera a los artefactos similares a los documentos históricos, en el sentido que brindan
información sobre la historia; son usados para escribir una especie de historia cronológica
generalmente sobre la época prehistórica.
En Arqueología Histórica el equivalente más cercano a la corriente histórico-cultural son
las posturas que consideran a la arqueología como una ciencia auxiliar de la historia, o como dice
Ivor Noël Hume “una sierva de la historia”. Un excelente ejemplo de este tipo de abordajes,
tachado de particularista -en el sentido que muchas veces se refiere únicamente a un sitio y no
propone ninguna problemática general de investigación- consiste en el estudio de Noël Hume
sobre Martin´s Hundred, un asentamiento ingles del siglo XVII en Virginia. En ese completo y
exhaustivo estudio, el autor no tiene pretensiones de presentar nada más que una interpretación
histórica sobre a un sitio especifico. El no intenta colocar a Martin´s Hundred en un contexto
histórico más amplio, ya que eso puede ser hecho por historiadores del período colonial. Noël
Hume presenta una tentativa seria y completa de describir la historia del sitio a partir de los
artefactos recuperados, apelando también a documentos históricos, pinturas, fotografías,
colecciones de museos y datos de la antropología física (para los análisis de restos humanos). El
lector de ese libro obtendrá una comprensión exhaustiva de la historia de ese asentamiento
colonial, hasta el punto de “conocer” a uno de los habitantes de lugar, gracias a la reconstrucción
facial de un craneo. Puede decirse que este estudio de Noël Hume -como muchos similares en
Virginia colonial- contribuyen a conocer una parte de la historia, muchas veces mal comprendida,
del período histórico inicial.
Arqueología Antropológica.
Hasta fines de la década del ´60, la mayor parte de los arqueólogos estaba dentro de la
corriente histórico cultural, limitándose a describir sitios para construir cronologías regionales.
Algunos investigadores incluso se conformaban con generar información para que otros
arqueólogos las integrarán en esas cronologías regionales.
Con el surgimiento de la New Archaeology, en los últimos años de la década de los ´60s y
en el inicio de los ´70s, se intentó transformar la arqueología acercándola a la antropología. Para
muchos la arqueología debía ser antropología en términos de objetivos y perspectivas. Los
arqueólogos norteamericanos propusieron que el objetivo de la arqueología debería centrarse en la
cultura de los pueblos del pasado, en vez de procurar simplemente establecer cronologías a partir
de sitios.
Por su parte los investigadores histórico-culturales estaban principalmente interesados –desde un
sentido histórico- en las personas a partir de los artefactos en los sitios arqueológicos. En
contraste, la New Archaeology procuraba -desde una visión antropológica- estudiar los procesos
culturales del sistema desde los artefactos. Por ese motivo esta última corriente es frecuentemente
llamada arqueología procesual.
Parte de la arqueología procesual incluye el estudio de los artefactos como representantes
del modo de vida de un pueblo en el pasado. Examinando las caracteristicas de los artefactos
encontrados en sitios arqueológicos, los arqueólogos pueden visualizar la cultura de un pueblo
antiguo. En este sentido, puede decirse que los artefactos y otros materiales arqueológicos
brindan una reconstrucción cultural. Esta puede ser pensada casi como etnográfica, con la
diferencia de que en vez de ser producidas por antropólogos a partir de la observación directa de
culturas vivas, se basan en interpretaciones arqueológicas de vestigios materiales.
Una de las bases teóricas de la Nueva Arqueología es el modelo de cultura “layer cake”,
tomado y adaptado de Marx por el antropólogo norteamericano Leslie A. White. Desde esta
perspectiva la cultura está compuesta por tres partes horizontales que, desde arriba hacia abajo,
incluyen aspectos ideológicos, sociológicos y tecnológicos. La porción tecnológica con las otras
dos encima, se levanta sobre el ambiente natural. La mayor parte de los investigadores
consideraba que los datos arqueológicos eran los más aptos para conocer aspectos de las
tecnologías pasadas, y en contraste que la información sociológica sobre sistemas de creencias
sería de difícil percepción debido a sus características inmateriales. No obstante, y a pesar de que
los arqueólogos se dedicasen principalmente con los niveles ambientales y tecnológicos de la
cultura, también hicieron tentativas para obtener información sociológica de restos arqueológicos.
Esto fue posible ya que la cultura era definida como la habilidad de los seres humanos para
adaptarse al medio ambiente -un proceso activo - y no simplemente como una colección de
artefactos. Por lo tanto, preguntas relacionadas con el “cómo” y el “por qué”, se volvieron tan
importantes como “cuándo” y “dónde”. Este enfoque antropológico se diferencia todavía más de
la perspectiva anterior dado que no centra su explicación en la simple descripción, sino en
intentar descubrir leyes generales sobre comportamiento humano, considerando a la arqueología
como una ciencia y no como un tipo de historia.
Este nuevo abordaje contribuyo considerablemente a la maduración de la Arqueología
Histórica. Especialmente durante el predominio de la arqueología histórico cultural este campo,
ya sea por su nombre o por esatr centrado en problemas “históricos”, era considerado
generalmente como parte de la disciplina histórica. Esto sucedia ya que no era necesario recurrir
a investigaciones arqueológicas para construir secuencias históricas amplias para un pasado
reciente, ya que este período temporal era dominio de la historia. Por otra parte, los pueblos
históricos no exigían su identificación por los arqueólogos, puesto a que las diferentes culturas
posteriores a 1500 como la portuguesa, española, francesa, inglesa, africana, entre otras, podían
ser definidas a través de registros históricos, y su ubicación geográfica podía ser aclarada por
esos documentos. La Nueva Arqueología, a pesar de todo, al proponer que la arqueología podía
estudiar la adaptación material de todas las culturas y analizar los problemas comunes de la vida
humana, torno a la arqueología histórica también hacia la antropología. De esta manera la
Arqueología Histórica, de la misma manera que la arqueología prehistórica, podia estudiar
cuestiones relacionadas con la adaptación al medio ambiente pasado, o la organización social de
los pueblos, entre otras. Es así como artefactos estudiados dentro de su contexto cultural, podían
ser interpretados como reflejo de aspectos tecnológicos, sociológicos e incluso ideológicos de sus
culturas. En consecuencia la Arqueología Histórica ya no debía preocuparse por problemas
relativos a la definición de secuencias históricas, ya que podía concentrarse en problemas
antropológicos amplios.
Stanley South es tal vez el defensor más conocido de este enfoque de Arqueología
Histórica a pesar de que existen muchos arqueólogos que adhieren a esta perspectiva. Él propuso
que, como parte de la arqueología del Nuevo Mundo, la Arqueología Histórica puede funcionar
como una ciencia cuantitativa tal como las ciencias puras, física y química. Por lo tanto su
trabajo se basa casi exclusivamente en la cuantificación de artefactos en porcentajes y en
fórmulas estadísticas para definir patrones generales de artefactos. También pueden ser usados
posteriormente para explicar regularidades y variaciones en términos de procesos culturales
específicos.
A partir de la observación de regularidades en los artefactos encontrados en los sitios que
excavó, South definió una serie de patrones que se repiten. Estos se componen de sumas y
porcentajes de artefactos clasificados en categorías basados en su supuesta función; entre otros
actividades ligadas a cocina, a huesos (específicando si se trataban de restos de comida), a
arquitectura, a muebles, a armas, a ropas, a bienes muebles y a pipas de tabaco. Basándose en
los porcentajes de estas categorías South creo el Patrón de Artefactos de Carolina (a partir de
restos de cinco sitios domésticos del siglo XVIII, en el sudeste de Estados Unidos), y el Patrón de
Artefactos de Frontera (a partir de restos arqueológicos de factorías comerciales y fuertes,
también del siglo XVIII en el este de Estados Unidos). Estos fueron mejorados y ampliados por
diversos arqueólogos. En la actualidad existen muchos otros patrones, creados para explicar
diferentes tipos de sitios.
Los patrones de South no pretenden reflejar la historia o episodios históricos, sino
procesos culturales responsables de su creación para Norteamerica del siglo XVIII. Según este
autor, los patrones representan “la dinámica de sistemas culturales pasados”y sostiene también
que el arqueólogo que no utiliza este abordaje “se arriesga a involucrarse de manera particularista
con los objetos, tornándose un coleccionista de reliquias en vez de conocer las ideas sobre el
pasado del hombre y sobre su atributo exclusivo, la cultura, sus procesos dinámicos y el modo en
que funcionan”.
En arqueología se continúa utilizando tanto los enfoques de Noël Hume como los de
Stanley South. Ambos cuentan todavía con muchos seguidores. Parte de las investigaciones en
curso se orientan a la solución de problemas “históricos” básicos, como por ejemplo cuándo y por
quienes fueron habitados determinados sitios. Este tipo de trabajos se presenta como
particularmente importante para el estudio de los períodos más antiguos de sitios coloniales o de
asentamientos completamente desconocidos, o sin ninguna referencia documental. Un gran
número de arqueólogos trabajan también para responder preguntas de índole antropológica. De
esta manera la búsqueda de soluciones para cuestiones de interés humano general, es importante
para demostrar el valor de la Arqueología Histórica como una ciencia humanística. Debe quedar
claro a pesar de todo, que estos abordajes no son necesariamente opuestos, ya que un arqueólogo
puede llevar a cabo al mismo tiempo investigaciones con objetivos cronológicos y antropológicos
integrados.
Arqueología Social
Hacia fines de la década del ´70 y principios de los años ´80, algunos arqueólogos
dejaron de lado los enfoques culturales de la New Archaeology, para tratar problemas sobre la
sociedad que habian sido dejados de lado. Definieron a la “sociedad” desde su sentido tradicional,
como una composición de grupos de personas que interactúan y participan de una cultura común.
Estos arqueólogos prefirieron en general encarar los materiales arqueológicos, no como reflejo de
procesos culturales generales, sino como una fuente importante de información sobre la
interacción social de los grupos. Un elemento central en esta perspectiva es considerar que la
sociedad esta compuesta no simplemente de individuos que interactuan, sino de redes complejas
de relaciones sociales que forman y conforman la sociedad como resultado de su interacción. La
Arqueología Social utiliza materiales arqueológicos en su tentativa de esclarecer y entender la
naturaleza de las relaciones sociales. Sin perder de vista el hecho de que estas relaciones sociales
son históricas, los arqueólogos sociales encaran la naturaleza de cualquier conjunto específico de
relaciones sociales como estrechamente ligadas a un lugar y a una época dada. Cualquier
tentativa de separar las relaciones sociales de su contexto histórico generará un entendimiento
limitado de éstas.
Un aspecto importante de este abordaje está relacionado con el concepto de modo de
producción. A pesar que este concepto haya sido empleado de diferentes maneras, el antropólogo
Eric R. Wolf ofrece una definición útil cuando afirma que éste es “un conjunto de relaciones
sociales actuando históricamente, a través de las cuales el trabajo social es utilizado para retirar
energía de la naturaleza por medio de herramientas, habilidades, organizaciones y
conocimientos”. Las técnicas productivas ayudan a definir las fuerzas de producción, distribución
del trabajo, del excedente productivo, de la riqueza y de las relaciones de producción. La
producción, entre tanto, no se refiere apenas a la manufactura de objetos físicos (el elemento
tecnológico de la sociedad), sino también a la producción de poder (el elemento ideológico). La
producción en cualquier esfera, incorpora al menos dos grupos de personas, muchas veces
referidas como “clases”: los productores y los controladores de la producción.
A pesar que las sociedades en la realidad sean obviamente más complejas y pueden
contener más de dos grupos sociales, estos conceptos permitieron a los arqueólogos formular
cuestiones relativas a la distribución de recursos, al desarrollo de clases sociales, a la importancia
de otras categorías sociales -como raza y etnicidad-, y a muchas otras cuestiones que posean
relevancia social. En estos estudios, el foco no está en la cultura como colección de artefactos y
estructuras que contienen información sobre cronología o procesos culturales generales, sino por
el contrario en aspectos sociales relacionados con la interacción entre diferentes segmentos de la
sociedad.
Es evidente que algunos elementos, tanto de arqueologías histórico culturales y como de
también de las procesuales, fueron incorporados en la arqueología social. Parte de la utilización
de elementos y conceptos de otras corrientes se debe al hecho de que los arqueólogos sociales en
general se formaron como arqueólogos procesuales, y éstos a su vez, habían sido formados bajo
la influencia de ideas histórico culturales. Otra circunstancia para entender está situación esta
relacionada con el simple hecho de reconocer las contribuciones de los abordajes anteriores.
Ejemplos de arqueología histórica social pueden encontrarse en algunos de mis estudios
de plantaciones del sur de los Estados Unidos. En diversas publicaciones procuré demostrar que
las plantaciones esclavistas eran sitios complejos, que podían ser encarados desde diversas
perspectivas. Este trabajo de reconstrucción cultural es importante, ya que demuestra que los
esclavos africanos no habían perdido sus culturas en el paso de Africa para el Nuevo Mundo.
Loss arqueólogos documentaron en términos materiales -como hicieron historiadores, folkloristas
y antropólogos con otros aspectos de la cultura- que los esclavos africanos no perdían su cultura,
simplemente se adaptaban a la realidad del cautiverio en lugares y tierras distintos a los de ellos.
La arqueología histórica de la esclavitud se volvió más sofisticada cuando John Otto
intentó demostrar que la esclavitud rural representaba la interconexión de al menos tres sistemas
sociales; un sistema racial, de casta, que separaba negros (esclavos) y blancos (administradores y
dueños de las plantaciones); un sistema ocupacional, que separaba unos de los otros; dueños,
capataces y esclavos; y un sistema jerárquico, que separaba propietarios rurales de sus
trabajadores, capataces y esclavos.
A pesar de que la investigación de Otto es muy sofisticada, en mis trabajos procuré
demostrar que, aunque las plantaciones son sitios complejos de la manera que Otto describe, la
característica más importante desde el punto de vista arqueológico es su función económica.
Después de que los esclavos eran traídos a las plantaciones, lo que los distinguía en general -y en
verdad lo que la arqueología inicialmente intentaría mostrar-, era su posición económica en el
interior de la sociedad esclavista rural. Los esclavos, inclusive los miembros de diferentes
culturas, formaban una clase distinta de trabajadores, resultado de su cautiverio común.
Los esclavos de una plantación podían provenir de culturas distintas, pero lo que los
ligaba era el hecho de tener una herencia común africana (en un sentido genérico) y sobre todo
compartir una posición social como esclavos dentro de una red de relaciones sociales. A pesar de
que los historiadores estén comenzando a mostrar que la asignación de tareas a los esclavos
puede haber estado relacionada con diferencias raciales entre ellos, por ejemplo a ciertas
características exteriores ciertas tareas en la plantación (por ejemplo, los que tenían la piel más
oscura trabajarían en el campo, en cuanto los que tenían la piel más clara servirían en la casa-
grande). Una visión de los esclavos como miembros de distintas culturas vuelve difícil explicar
las diferencias entre esclavos y dueños (“slaves and masters”) en una misma plantación. De
cualquier manera, el foco de mi investigación se centra en la sociedad esclavista rural, compuesta
por grupos de individuos de diferentes culturas que interactuan, y no en una visión de culturas de
esclavos o amos separados.
Arqueología Post-procesual.
En la actualidad algunos arqueólogos sobrepasan todos los abordajes anteriores
utilizando un esquema general llamado “arqueología post-procesual”, un término asignado por el
arqueólogo británico Ian Hodder. Este enfoque, a semejanza de la arqueología social a la cual
está asociado, debe su origen en gran parte a la insatisfacción con los enfoques procesuales, y en
parte a su perspectiva histórica. De acuerdo a Hodder, “la arqueología debería restablecer sus
lazos tradicionales con la historia”.
Hodder resalta que la arqueología post-procesual posee al menos tres principios que la
separan de la arqueología procesual. La primera característica es que los individuos son
encarados como negociadores activos de las reglas sociales, en vez de personas pasivas
controladas por la cultura y sus procesos. En esta visión las acciones individuales contribuyen
constantemente en la creación y recreación del orden social. Como en arqueología social, la
sociedad no es considerada una estructura estática, sino como una red social dinámica en
constante transformación. Una segunda característica es incluir en el análisis los procesos
cognitivos -o relativos al pensamiento- de los actores, en vez de ignorarlos en favor de acciones
observables o expresiones materiales. En arqueología post-procesual los arqueólogos tratan de
entender los significados por detrás de la experiencia de las personas, de forma que tengan
sentido para ellos. Un tercer elemento se relaciona con los dos anteriores, puesto que los
arqueólogos dentro de esta corriente sostienen que las variables sociales y el cambio social, sólo
pueden ser entendidos desde una perspectiva histórica. Toda interpretación del pasado debe
considerar la idea de que las acciones humanas ocurren en un contexto cultural e histórico que es
inteligible por los propios agentes sociales. Los hombres crean su mundo a través de sus acciones
dentro de los límites culturales que existen en su época. Así, los elementos esenciales de la
arqueología post-procesual incorporan los conceptos de acción, sentido, contexto e historia.
Según el arqueólogo americano Mark P. Leone, tres tipos de arqueologías, que ahora se
están convirtiendo en prominentes, pueden ser consideradas como post-procesuales. Estas
“arqueologías” son la simbólica, la estructural y la crítica.
La arqueología simbólica se basa en la idea de que los símbolos están en el centro de la
vida humana y que la cultura material, dentro de su contexto histórico-cultural, se asemeja al
lenguaje por su habilidad de ordenar la vida humana. También rechaza el modelo de cultura
denominado “layer cake model”, y favorece una visión en la cual los agentes sociales utilizan
símbolos constantemente para operar dentro de la sociedad. La tecnología, a pesar de su
importancia, no es considerada como fundamental. En este contexto el pasado es encarado como
una creación social que existe en la mayoría de las sociedades con variaciones infinitas. El papel
de la arqueología simbólica consiste en intentar entender cómo pueblos antiguos utilizaban los
símbolos de manera activa, para crear y recrear el mundo social. Estos símbolos pueden consistir
en marcas en la cerámica o en la orientación de un conjunto de casas.
A pesar que la arqueología estructural viene siendo practicada aun antes de que se
constituyese la “arqueología post-procesual”, tiene poco en común con la arqueología procesual.
En coincidencia con la arqueología simbólica, esta corriente se interesa por cuestiones ligadas a
los significados. De esta manera se orienta al estudio en la reconstrucción de las reglas de
pensamiento que estan por detrás de expresiones de la cultura material, como por ejemplo en las
lápidas y en la arquitectura vernácular. Estas reglas son entendidasvistas como “gramaticales”, a
semejanza con lo que plantean los antropólogos estructuralistas, o sea similares o relacionadas
con el lenguaje. El interés de la mayor parte de los arqueólogos estructuralistas reside en la
consistencia de las reglas de pensamiento y en la determinación de sus elementos primarios,
representados en la cultura material por ejemplo el estilo de las lápidas o en el tamaño de las
habitaciones de una casa.
La arqueología crítica es tal vez la más controvertida. Dicho motivo reside en que sus
defensores plantean que ningún conocimiento, inclusive estudiado a través de la arqueología, es
totalmente objetivo. Esta corriente argumenta de acuerdo con Marx que la historia es producida
según los intereses de una clase social específica, en general de elite, y que la arqueología
contribuye a perpetuar esta situación al postular (según los procesualistas) que sus
descubrimientos representan la “verdad”. En sentido contrario los arqueólogos críticos emplean el
concepto de ideología.
A pesar que este termino haya sido usado de diferentes maneras, los principales
referentes de esta corriente emplean “ideología” para designar la manera como las desigualdades
y contradicciones en cualquier sociedad están escondidas en expresiones aceptadas culturalmente.
Este encubrimiento tiene la función, a veces inconsciente, de evitar resistencias por parte de los
miembros de la sociedad pertenecientes a la no-elite, en general más numerosos.
De todas formas los arqueólogos críticos no rechazan forzosamente el modelo de “slices
of cake”, pero creen que la camada superior -la ideológica- merece un lugar destacado en las
investigaciones arqueológicas. De acuerdo con este punto de vista, sostienen que el pasado puede
ser construido de diferentes modos dependiendo de la perspectiva del investigador y sus
categorías analíticas. De esta manera los objetivos principales de la arqueología crítica consisten
en presentar los lazos entre el pasado y el presente, y en demostrar que el conocimiento de que ese
pasado está determinado por el modo de investigar.
Un ejemplo de arqueología histórica post-procesual es el estudio de Leone del jardín de
William Paca, en Maryland. Leone muestra como el diseño de un gran jardín en la parte de atrás
de la mansión sirve como instrumento ideológico creado para simular que controla la naturaleza
circundante. Partiendo de la idea de que el jardín no era sólo un adorno o un lugar para producir
alimentos, Leone demuestra que éste era un espacio en el cual las élites, a las que William Paca
pertenecia -como un abogado importante, gobernador y juez-, podían contemplar el orden social y
económico de los Estados Unidos en pleno desarrollo.
El jardín se componía de dos áreas, una parte alta formal, con plano simétrico, más
próxima a la mansión, y un área “salvaje”, sin orden y no planificada, más distante de la casa.
Para Leone, los binomios controlado/descontrolado y orden/desorden representados en el jardín,
tienen relación con las contradicciones de William Paca como individuo y de la sociedad de aquel
entonces. En este caso, ocurre que por un lado Paca proclamaba la libertad, la justicia y la
independencia, pero sin emabrgo al mismo tiempo participaba en la manutención de la esclavitud.
Leone piensa también que el arquitecto que construyó el jardín fue habilidoso al emplear
elementos visuales para crear y manipular la percepción. Por ejemplo al construir plataformas y
poner ligustrinas de forma creativa, los que visitaran el fondo del jardín, cerca de la región
desierta tendrían la sensación de estar más cerca de la casa de lo que realmente estaban. Este uso
de la perspectiva era utilizada por los pioneros del Renacimiento para producir ilusiones visuales.
El jardín aparece como un espacio manipulado que puede ser visto como una representación
visual de la tentativa de hombres como Paca de manipular y controlar el medio social.
A pesar de que muchos arqueólogos puedan considerar el trabajo de Leone como pura
imaginación, con poca o ninguna relación con la arqueología, su estudio es un ejemplo excelente
de arqueología histórica post-procesual. Leone utiliza el jardín de Paca como un
“superartefacto”, como una estructura del pasado que fue creada conscientemente por agentes
humanos con fines determinados. El hecho de no poder ser removido, como acontece con un
artefacto menor, no disminuye la información que puede ser obtenida de él. En vez de estudiar el
jardín como parte de la decoración de la mansión, Leone lo considera portador de un sentido que
no es inmediatamente perceptible. Algunos podrán cuestionar sus ideas, pero su abordaje apunta
claramente hacia una dirección que algunos arqueólogos prefieren no seguir.
En síntesis, la información arqueológica puede ser interpretada a partir de diferentes
perspectivas, cada una de ellas enfatizando diversos aspectos del pasado (figura 3). A pesar de
que un número creciente de arqueólogos se suma a la arqueología social y post-procesual, una
considerable parte de la arqueología histórica continua todavía desarrollándose dentro de
esquemas procesuales e histórico-culturales. Esta diversidad está reflejando que la arqueología
histórica como disciplina, avanza en muchos sentidos, todos válidos.
Habiendo explicado estas perspectivas puedo ahora pasar a tratar cuestiones
metodológicas. El próximo capítulo se refiere a los problemas específicos a los que la arqueología
histórica se enfrenta al analizar estratigrafías y artefactos de sitios históricos.
FIGURA 3
Diferentes perspectivas sobre el uso de la información arqueológica
Abordaje Enfoques generales de estudio
Arqueología histórico cultural  cronologías de culturas
 historias de sitio
Arqueología procesual  proceso cultural
 reconstrucción cultural
 leyes generales de comportamiento
humano
Arqueología social  interacción social
 contexto histórico-cultural
Arqueología post-procesual
Simbólica
Estructural
Crítica
 sentido
 contexto histórico-socio-cultural
 individuos en la sociedad
 uso de símbolos
 gramática y reglas
 ideología
 vinculación entre el pasado y el presente
5. ESPECIFICIDADES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA: ESTRATIGRAFÍAS Y
ARTEFACTOS.
En el tercer capítulo me referí a las estructuras como evidencias de actividad humana en
sitios arqueológicos, y a los artefactos como los objetos materiales producidos y utilizados por un
pueblo. En este capítulo, profundizo estos temas y explicito algunos de los aspectos específicos
sobre cómo la Arqueología Histórica obtiene información de estratigrafías y artefactos
estudiados.
Estratigrafía y tiempo
Al contrario de sus colegas que estudian la prehistoria, los arqueólogos históricos no
trabajan con largos períodos de tiempo. Como resalté en el segundo capítulo, la arqueología
prehistórica del Nuevo Mundo estudia desde las más antiguas ocupaciones nativas hasta la
llegada de los europeos y; la arqueología histórica se ocupa apenas de los momentos posteriores a
esta expansión. Esta diferencia significa que la arqueología prehistórica estudia miles de años de
la historia humana, mientras que la histórica sólo cerca de 500 años. Este corto período de tiempo
investigado genera problemas específicos cuando se trata estratigrafías de una excavación.
El primer problema es que si bien muchos sitios fueron reocupados continuamente
durante los últimos 500 años, la mayor parte de ellos estuvieron habitados por cortos períodos de
tiempo en el cuadro total de la historia humana. Asentamientos que en el pasado pueden haber
incluido una arquitectura monumental y que son bien conocidos a partir de las fuentes escritas,
pueden evidenciar sólo una ocupación temporal corta. Un ejemplo es el fuerte francés colonial,
Fort de Chartres , en el centro de los Estados Unidos. Este sirvió como un importante puesto de
avanzada del colonialismo francés en el siglo XVIII. Construido en piedra fue ocupado por las
fuerzas militares francesas desde mediados de 1750 hasta 1765, es decir por menos de quince
años. Ejemplos similares distribuidos por todo el mundo podrían ser citados.
Estas breves ocupaciones traen consecuencias para el abordaje de sitios históricos. Por
ejemplo, es probable que diferenciar 15 años en la estratigrafía de un sitio presente dificultades.
Por esta razón, la Arqueología Histórica se enfrenta muchas veces a estratigrafías que exigen una
lectura microestratigráfica. Estratigrafía es un término que refiere a la secuencia de estratos de
suelo, unos sobre otros. Usando el principio de superposición, los arqueólogos pueden identificar
fácilmente cuáles artefactos fueron utilizados antes o después. Si no hubo remoción de tierra en el
lugar se puede concluir lógicamente que los artefactos (y niveles estratigráficos) que están más
próximos a la superficie actual fueron usados (o depositados) más recientemente que los
artefactos en estratos más profundos. Este método de datación relativa fue usado por los primeros
arqueólogos para proponer secuencias temporales aproximadas de culturas antiguas, antes de que
los métodos de datación absoluta más modernos fueran creados. Este método permitió la
definición de las grandes fases de la prehistoria europea, las edades de piedra, bronce y hierro.
El problema de la arqueología histórica es que los niveles, en sitios históricos, aparecen
como microniveles estratigraficos, o camadas extremadamente finas. Los sectores de mayor
interés, los pisos de ocupación o de habitación, es decir los niveles sobre los que en el pasado
vivieron las personas, pueden tener un espesor de solo algunos centímetros. A pesar de que los
arqueólogos prehistóricos encuentran con frecuencia, estratos o niveles finos, la arqueología
histórica se encuentra casi siempre con microestratos. La presencia de estos estratos finos puede
volver más difícil la interpretación de estos sitios.
Otro problema que complica la excavación de sitios históricos es que en muchas
oportunidadeslas técnicas de construcción utilizadas por pueblos históricos implican la
destrucción de evidencias de ocupaciones anteriores. Por ejemplo un fuerte holandés construido
en 1640 es destruido para construir un fuerte portugués en el mismo sitio en 1660. Todos los
arqueólogos, no importa el período en el que trabajen, se enfrentan con el problema común de
tener sus sitios destruidos por proyectos arquitectónicos posteriores, pero en el caso de la
arqueología histórica la diferencia consiste en que estas ocupaciones posteriores pueden ser
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Introduccion a la_arqueologia_historica (1)

  • 1. Publicado en Buenos Aires, Tridente, 2000. Introducción a la Arqueología Histórica Charles E. Orser Jr.* Traducción: Andrés Zarankin *Director del Midwestern Archaeological Research Center Associate Professor of Anthropology Illinois State University Normal, Illinois, Estados Unidos.
  • 2. Indice. Prólogo a la edición en español 1. Introducción. 2. ¿Qué es la Arqueología Histórica? Definiendo el campo. La arqueología histórica es historia o antropología?. 3. Las fuentes de la Arqueología Histórica. Artefactos y estructuras. Arquitectura. Documentos escritos. Información oral. Información pictórica. 4. Visiones diferentes sobre lo que la arqueología nos informa, con énfasis en Arqueología Histórica. Arqueología histórico-cultural. Arqueología antropológica. Arqueología social. Arqueología pos-procesual. 5. Estratigrafía y artefactos en Arqueología Histórica: Estratigrafía y tiempo. Artefactos y tiempo. La vida social de los artefactos. 6. Un ejemplo en Arqueología Histórica: Las plantaciones en el Nuevo Mundo. Artefactos en las plantaciones. Edificios en las plantaciones. Transformaciones en las plantaciones. 7. Arqueología Histórica y reconstrucción. 8. Conclusiones. 9. Vocabulario crítico. 10. Lecturas sugeridas.
  • 3. PROLOGO En las últimas décadas, principalmente en Estados Unidos y Europa, se ha incrementado el interés de distintos investigadores en campos como la Arqueología Histórica y Arqueología Urbana. Sin embargo y a pesar de esta situación, no existía -a excepción del trabajo pionero de Stanley South “Method and Theory in Historical Archaeology” del año 1977-, un texto en forma de manual básico que presentase una síntesis general con los lineamientos teórico metodológicos que han guiado el desarrollo de la arqueología histórica hasta la actualidad. A pedido del Dr. Pedro P. Funari en 1992 y dirigido a los estudiantes de arqueología sudamericanos, el Prof. Dr. Charles E. Orser Jr. escribió “Introducción a la Arqueología Histórica”. Lamentablemente el libro sólo fue publicado en portugués. El éxito de esta obra fue tal, que el propio Orser decidió publicar junto al Dr. Brian M. Fagan una versión dirigida a los Estados Unidos titulada “Historical Archaeology” (1995). En Argentina, como en el resto de Latinoamérica, la Arqueología Histórica ha experimentado en los últimos años, un crecimiento que se refleja en la aparición de mesas específicas en esta temática en congresos y encuentros científicos. No obstante y a pesar de ello, en nuestro país aún es dificil el acceso a bibliografía especializada. Tampoco existen libros en castellano, lo que se transforma en un obstáculo más para todos los estudiantes interesados en especializarse y trabajar en Arqueóloga Histórica. Esta situación vuelve imperativa la publicación de una obra introductoria en español de carácter general, que brinde al lector un panorama completo sobre Arqueología Histórica. El libro del Dr. Orser, revisado y actualizado por el propio autor, cumple con este propósito ya que trata de manera clara y sintética los interrogantes más frecuentes para los que se inician en este campo, como por ejemplo: qué es la arqueología histórica?, por qué y cómo surge? cuáles son sus lineamientos teóricos principales? cómo trabaja? qué es un “sitio histórico”? cuáles son los materiales de más frecuente aparición y cómo se estudian?, entre otros. En síntesis, este trabajo puede ser considerado como punto de partida para todos aquellos interesados en transitar por los múltiples caminos que ofrece la Arqueología Histórica. Acerca del autor. El Dr. Charles E. Orser Jr. es quizás en este momento uno de los referentes más importantes a nivel mundial en Arqueología Histórica. Director de “International Journal of Historical Archaeology” ha publicado una serie de libros entre los cuales podemos mencionar Images of the Recent Past (1995), Historical Archaeology (1995), A Historical Archaeology of the Modern World (1996). En la actualidad es profesor en la Illinois State University y Director del Midwestern Archaeological Research Center en la misma casa de estudios. Ha dirigido proyectos en diversos lugares de Estados Unidos y del Mundo, trabajando temáticas como la vida de los esclavos en las plantaciones algodoneras norteamericanas del siglo XVIII y XIX, asentamientos de negros cimarrones en Brasil y sitios de campesinos del siglo pasado en Irlanda. Cabe destacar también sus aportes teóricos al desarrollo de una Arqueología Histórica ligada al proceso de expansión e impacto del mundo capitalista Andrés Zarankin Campinas, marzo de 1999.
  • 4. 1. INTRODUCCION Este manual introductorio trata de Arqueología Histórica. Mi marco de referencia es la arqueología histórica tal como es practicada en el Nuevo Mundo, especialmente en Estados Unidos, ya que de allí proviene mi formación y mi experiencia. Entretanto, como demuestro, los intereses de la arqueología histórica van mas allá de Estados Unidos o América del Norte. Cada ejemplo que utilizo puede ser aplicado entre otros a América Latina, ya que esta región posee un gran potencial para trabajar en Arqueología Histórica. Mi objetivo en este pequeño libro consiste en ejemplificar lo que es la arqueología histórica, mostrar como esos arqueólogos dirigen sus investigaciones, como estudian los artefactos que encuentran y como usan las diversas fuentes de información disponibles. Antes de comenzar creo que el autor de un manual de este tipo debe explicar porque está calificado para escribirlo. Me inicié en la arqueología histórica en 1971como estudiante de historia, apenas cuatro años después de fundada la mayor organización de arqueología histórica americana. Obtuve mi doctorado en antropología en 1980. Mi tesis se refiere a las transformaciones sociales y culturales ocurridas entre los siglos XVIII y XIX entre los indios “Arikara”, habitantes de las planicies centrales de los Estados Unidos, como resultado del tráfico de pieles con franceses, británicos y americanos. Posteriormente me interesé en el estudio de las plantaciones -“plantations”- americanas, excavando sitios en Carolina del Sur, Georgia y Louisiana. Actualmente enseño arqueología histórica en la Illinois State University, y dirijo las actividades del “Midwestern Archaeological Research Center”, en dicha universidad. Las razones que me llevaron a escribir este libro son muchas, sin embargo entre las principales se encuentra mi convicción de que todos los arqueólogos tienen ciertas responsabilidades. Entre ellas destaco especialmente dos. En primer lugar los arqueólogos tienen el deber de excavar los sitios de manera meticulosa y tratar los artefactos que se encuentran con el mayor de los cuidados, de manera de mostrar nuestro respeto por los objetos del pasado. La arqueología es un proceso destructivo ya que después de la excavación de un sitio, esa parte deja de existir. En general, quedan solamente los artefactos, las notas, registros y fotografías conservados por el arqueólogo. Los arqueólogos colectan informaciones de las cuales los artefactos constituyen apenas una parte. En el caso que el arqueólogo no tome los registros adecuados esa información se perderá irremediablemente para siempre. En segundo lugar, los arqueólogos están obligados a comunicar sus descubrimientos, tanto a otros colegas como para el publico en general. Muchos arqueólogos piensan correctamente que los descubrimientos de la arqueología deben ser presentados como algo significativo y con sentido para las personas comunes en nuestra sociedad moderna. La arqueología no debería ser solo un campo de investigación importante solo desde la perspectiva de otro arqueólogo. Creo firmemente que los arqueólogos debemos a los no-arqueólogos una explicación de lo que hacemos y de qué manera esto es significativo en la vida cotidiana de las personas. La arqueología histórica posee además una carga adicional en la medida de que buena parte de sus investigaciones se refiere a cuestiones ligadas al colonialismo y el imperialismo. Cuando se encaran estos temas, los arqueólogos históricos son frecuentemente forzados a hacer interpretaciones que pueden ser vistas como cargadas de implicancias políticas, al menos a partir de la percepción actual del pasado. Este libro no podría haber sido escrito sin el apoyo y la asistencia de mi esposa Janice y de Pedro Paulo Funari, profesor universitario en San Pablo. El Dr. Funari además de haberme dado el coraje de escribir este libro, amablemente lo tradujo al portugués, por estas razones le dedico este libro como reconocimiento a su devoción por la arqueología y la enseñanza. INTRODUCCION A LA NUEVA EDICION EN ESPAÑOL Resulta muy alentador que arqueólogos sudamericanos de diversos países continúen desarrollando una arqueología de la historia. Trabajos de varios investigadores a lo largo del tiempo han demostrado que la Arqueología Histórica puede ser abordada desde diferentes líneas,
  • 5. todas ellas igualmente validas y provechosas. El acercamiento desarrollado en este libro ofrece una de las maneras posibles de estudiar nuestro pasado más cercano, empleando el poderío de un método que combina fuentes arqueológicas e históricas, desde una perspectiva antropológica. Mientras la Arqueología Histórica continua creciendo y desarrollándose, los arqueólogos históricos de todo el mundo tenemos mucho que enseñarnos unos a los otros. Estoy especialmente contento con que Andrés Zarankin haya gentilmente accedido a traducir este libro al español. Quisiera agradecer su esfuerzo, y su sincero compromiso con la Arqueología Histórica. Una de los aspectos más interesantes de la arqueología es que las interpretaciones y las explicaciones son libres de ser modificadas a través del tiempo. Ya que las interpretaciones del excavador están influenciadas por sus experiencias, conocimientos y formación, existen diferentes visiones del pasado. Algunas de las mejores interpretaciones son aquellas generadas por hombres y mujeres que están íntimamente ligados a los lugares que estudian. En otros casos, se requiere de alguien de afuera para producir una visión nueva del pasado, una que no lleve el peso de preconceptos establecidos. Por ello es importante que los arqueólogos sudamericanos lleven a cabo la mayor cantidad posible de proyectos dentro de sus propios países, inclusive en colaboración con investigadores del exterior. La madurez que muchos arqueólogos históricos buscan para este campo sólo podrá desarrollarse una vez que muchas voces sean escuchadas y diversas opiniones expresadas. Es mi esperanza que este pequeño libro pueda contribuir al crecimiento de la Arqueología Histórica Sudamericana, incluso de formas que ahora no puedo imaginar.
  • 6. 2. QUÉ ES LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA? Definiendo el Campo. Ya que existe un campo llamado “arqueología histórica”, es fácil pensar que posee una única definición con la que todo el mundo acuerda. Infelizmente éste no es el caso, ya que existen diferentes formas de caracterizar este campo. Para explicar las divergencias, debo antes exponer la naturaleza del problema. Parte del problema ocurre porque la arqueología histórica como una subdivisión autónoma de la arqueología, tiene apenas cerca de treinta años de existencia. De esta manera, y a pesar que la arqueología histórica venga siendo practicada en los Estados Unidos por arqueólogos profesionales desde 1930, el campo de investigación recién fue organizado oficialmente en la década de los ´60. En el año 1960, fue establecida la “Conference on Site Archaeology” y en 1967, la “Society for Historical Archaeology”, actualmente la mayor organización profesional de arqueología histórica. En 1967 también fue creada en Inglaterra la “Society for Post-Medieval Archaeology”. A pesar de que la arqueología histórica y la arqueología postmedieval estudian el mismo período histórico y las mismas culturas, con la salvedad de que en contextos distintos, existen sin embargo importantes diferencias entre ellas. Esta diferenciación ayuda a definir con mayor precisión a la arqueología histórica. En América del Norte, los arqueólogos efectúan un corte en dos grandes períodos temporales: prehistoria e historia. El primero, dominio de estudio de arqueólogos prehistóricos, se inicia con las más antiguas ocupaciones aborígenes del continente, cerca del 10.000 AC., y termina con la presencia de colonos europeos. El período histórico, época estudiada por la arqueología histórica, comienza con los europeos y se extiende hasta el presente. Estos dos períodos existen en cualquier parte del Nuevo Mundo con presencia de europeos. América, en el período prehistórico, fue solamente habitada por pueblos nativos, encuanto en época histórica otros pueblos comienzan a habitar estas mismas regiones. La situación histórica era muy diversa en Inglaterra y en Europa en general, lugar donde se practica arqueología posmedieval, ya que pueblos frecuentemente ascendían de los mismos grupos prehistóricos. Por ejemplo, a pesar de que Inglaterra haya sido invadida muchas veces, los pueblos prehistóricos pueden ser relacionados sin grandes problemas a las poblaciones actuales de ese país. La población inglesa actual es el resultado de una largo proceso histórico en las Islas Británicas. En el Nuevo Mundo, los pueblos aborígenes prehistóricos eran claramente los ancestros de las poblaciones indias modernas, sin embargo resulta difícil establecer los lazos entre ellos. A esto se suma que de todas formas muchos indios en América fueron exterminados o se transformaron radicalmente debido al contacto con los europeos, este último tema es el de estudio tradicional de la arqueología histórica. En el Nuevo Mundo, la diferencia entre los períodos prehistórico e histórico parece fácil de entender, excepto por el hecho de que el inicio del período histórico no siempre es fácil de determinar. Al menos dos razones explican esta dificultad. En primer lugar la presencia más antigua de europeos en América es en general difícil de documentar. Muchos viajantes, como los más antiguos exploradores de América del Sur, dejaron con frecuencia apenas pequeños trazos de sus visitas. Sus sitios son difíciles de localizar, y cuando son hallados, son complicados de estudiar ya que la duración de su estadía fue demasiado breve. El segundo problema deriva de cuestiones surgidas por la presencia de artefactos europeos en sitios indígenas: recibieron estos indígenas aquellos ítems exóticos de los europeos o de otros indios, los cuales a su vez pueden haber sido recibidos de otros indios o de europeos? Las fechas de los verdaderos contactos directos con europeos, en general consideradas como delimitadoras del inicio del período histórico, son difíciles y muchas veces imposible de establecer. Como resultado, el inicio de período apenas puede ser establecido a nivel regional, y con frecuencia, de manera imprecisa. En la tentativa de resolver el problema de decidir cuando comienza el período histórico, los arqueólogos del Nuevo Mundo diferencian tres momentos: prehistórico, protohistórico e histórico. El primero es considerado generalmente como el tiempo durante el cual los
  • 7. exploradores europeos visitan sitios indígenas. Este es el período colonial, un momento en el cual los asentamientos indígenas entran en contacto con los colonizadores que están intentando establecer sus propios asentamientos en lo que para ellos son tierras nuevas y extrañas. En 1965, Bernard L. Fontana generó una clasificación de sitios históricos con el objetivo de ayudar a definir el dominio de la arqueología histórica. De esta manera diferencia sitios “protohistóricos”, en los cuales los indígenas, a pesar de no haber tenido contactos directos con los colonizadores, poseen objetos europeos; sitios “de contacto”, habitados por indios durante la época de asentamiento europeo; sitios “postcontacto”, ocupados por indios después, y no antes, del contacto directo con los europeos; sitios “de frontera”, en los cuales ocurren contactos recurrentes entre indios y europeos y sitios “no aborígenes”, en los que los aborígenes estaban ausentes o representados de manera minoritaria. Lamentablemente a pesar de que esta clasificación sea interesante y ayude a explicar el centro de atención de la arqueología histórica, no resuelve el problema de como distinguir los períodos prehistóricos e históricos. Su punto de partida es la cultura indígena, objeto de estudio de los arqueólogos prehistóricos del Nuevo Mundo. Muchos de estos arqueólogos prehistoriadores han trabajado en sitios indígenas que son básicamente prehistóricos, a pesar de que posean algunos pocos objetos europeos. Estos sitios, aunque “históricos”, son estudiados en general utilizando métodos, ideas y cuadros referenciales de la arqueología prehistórica. Otros arqueólogos prefieren definir la arqueología histórica como un tipo de arqueología que estudia sitios que están asociados a pueblos o lugares que se consideran de gran valor histórico. Definida de este modo, la arqueología histórica centra su atención en los colonizadores, dejando de este lado los pueblos nativos contactados. Este abordaje lleva en general a que se estudien sitios asociados a los miembros de la elite de la sociedad, porque esta es la gente que es considerada como de valor en la historia dentro de la ideología dominante de muchas sociedades. Estas dos definiciones de arqueología histórica se centran en la misma cuestión, pero desde perspectivas diversas. En el primer caso, la arqueología histórica esta encarada en relación con los pueblos indígenas, y en la segunda, en relación a los colonizadores. Ambas perspectivas, aunque aparentemente distintas, se refieran al mismo problema: la creación de un mundo nuevo a través de la interacción de pueblos como resultado de un sistema cultural, tecnológico y económico que propiciaba la exploración y colonización de nuevas tierras. Aunque esta visión parezca etnocéntrica, en verdad no lo es. De hecho este abordaje no es etnocéntrico porque significa que la arqueología histórica no puede basarse exclusivamente en los personajes y los lugares “famosos”, pudiendo estudiar personas que no pertenecían a la elite, como esclavos, operarios e inmigrantes exiliados de sus patrias. Lo que en verdad distingue a la arqueología histórica no es el período histórico estudiado (histórico o prehistórico), o los pueblos contactados por los europeos (varios pueblos indígenas), o los propios colonizadores europeos (portugueses, ingleses, franceses, entre otros), ni siquiera los grupos populares (esclavos africanos, trabajadores inmigrantes, etc.), sino por el contrario, cómo cada elemento se adaptó y fue transformado por el proceso que desde el inicio llevó al europeo a establecer asentamientos coloniales en todo el mundo, y posteriormente, a formar nuevas naciones. Teniendo en cuenta esta consideración, la definición de arqueología histórica que está emergiendo actualmente la caracteriza como el estudio arqueológico de los aspectos materiales -en términos históricos, culturales y sociales concretos- de los efectos del mercantilismo y del capitalismo traídos de Europa a fines del siglo XV y que continúan en acción hasta hoy (figura 1) Obviamente considerada de esta manera, la arqueología histórica abarca un campo con intereses amplios. Sin embargo como arqueología, el foco de atención se centra en las manifestaciones materiales del mundo, en rápida transformación, después del 1500 d.C. Temas que la arqueología histórica puede estudiar incluyen los tipos de artefactos traficados por los indígenas, las transformaciones sociales en las sociedades indígenas como consecuencia de la introducción de estos elementos europeos, los asentamientos y la cultura de los esclavos africanos, la arquitectura y las plantas de los fuertes europeos y ciudades coloniales, la relación de artefactos y clases económicas entre trabajadores urbanos, entre otros. Así, a pesar de que la arqueología histórica examine cuestiones que puedan interesar a distintos investigadores -
  • 8. historiadores, economistas, geógrafos, entre otros-, su mayor atención se vuelca en los aspectos materiales del pasado, y el modo como éstos son usados para mantener y crear vida en todas sus manifestaciones. GRANDES TEMAS EN LA ARQUEOLOGÍA DEL NUEVO MUNDO PREHISTÓRICA HISTÓRICA  Origen de los pueblos nativos  Sociedad, historia y cultura nativas  Interacciones pre o no capitalistas  Sociedad, historia y culturas nativas  Sociedad y cultura de la colonización europea  Interacciones mercantilistas y capitalistas Figura 1 La arqueología histórica, es historia o antropología? El problema de la definición del campo de la arqueología histórica deriva de una cuestión muy importante referida a su conceptualización como parte de la historia o de la antropología. La respuesta a esta cuestión dominó gran parte de la discusión teórica en el interior de este campo, ya que la perspectiva del arqueólogo en relación a este punto, en arqueología histórica puede determinar la dirección y el sentido de la investigación. Para algunos profesionales, la arqueología histórica pertenece realmente a la historia, estudiando en particular documentos provenientes del suelo, además de los documentos de los archivos. Desde esta perspectiva un fragmento de un plato posee la misma utilidad para la comprensión del pasado que un manuscrito antiguo; ambos son “documentos” que brindan información sobre el pasado. Los arqueólogos que mantienen este punto de vista tienden a conducir sus investigaciones arqueológicas como un estudio histórico y suelen centrar sus preguntas en aquellos temas que consideran de importancia histórica. Los investigadores en arqueología histórica que mantienen esta perspectiva suelen interesarse por ejemplo en interrogantes tales como, cuándo un sitio fue construido, cómo fue construido, para qué y por quién fue ocupado, y cuánto tiempo continuó en uso. Este punto de vista tiene sentido -pues toda arqueología es un estudio de historia, de una manera u otra-, pero el problema es, que al menos en Estados Unidos, casi todos los arqueólogos son formados en antropología. En general esta educación en arqueología ocurre en departamentos de antropología y no en los departamentos de historia (con excepción de arqueología clásica). Cuando la arqueología es considerada parte de la antropología, ésta es encarada como un medio de comprensión de los procesos y tradiciones que operan en sociedades y culturas. Los arqueólogos son una especie de etnógrafos, que en vez de brindar informaciones sobre culturas vivas, recuperan información sobre culturas muertas, antiguas o de principios del período moderno. La arqueología, por tanto, ofrece instrumentos para comprender ciertos problemas generales enfrentados por los seres humanos -el desarrollo urbano, la división social del trabajo, relaciones de parentesco, entre otros-, independientemente de cuando vivieron. La arqueología
  • 9. histórica simplemente permite el estudio de estas cuestiones en un pasado reciente. Los documentos históricos por lo tanto son considerados “artefactos", algo producido por la acción humana consciente. Cuál de estos enfoques -histórico o antropológico- dominaría la arqueología histórica, fue un gran tema de discusión entre los años 1960 y 1970, período de formación y desarrollo inicial de esta disciplina. A pesar de que esa cuestión no haya sido nunca verdaderamente resuelta, la gran mayoría de arqueólogos diría hoy que su campo de investigación comprende tanto la historia como la antropología, además de un gran número de campos relacionados, incluyendo a la geografía histórica y cultural, la economía política, y la cartografía. La arqueología histórica no es ni historia, ni antropología, ni siquiera una conjunción de las dos. Simplemente es un gran campo de investigación que combina un gran número de abordajes. Cuestiones “históricas” y “antropológicas”, no son necesariamente opuestas, ya que la mayor parte de los problemas antropológicos poseen una base histórica, y muchos problemas históricos involucran cuestiones claramente antropológicas. Los buenos arqueólogos deberían ser capaces de estudiar ambos tipos de problemas en relación a sus sitios. ¿Para qué sirve un conocimiento cultural sobre los habitantes de un sitio sin datos sobre cuándo éste fue construido o cuanto tiempo fue utilizado?. De la misma manera, para qué sirve el conocimiento sobre cuándo el sitio fue construido y por cuánto tiempo fue ocupado, sin alguna idea sobre la cultura y los habitantes que allí nacieron, dormían, trabajaban y morían. Los problemas científicos de la arqueología histórica, así como ocurre en la prehistórica y en otros tipos de arqueología, se refieren a temas históricos, culturales y sociales. Lo que diferencia a la arqueología histórica es su foco de atención en el pasado reciente o moderno, un pasado que incorporó muchos procesos, perspectivas y objetos materiales que todavía están siendo usados en nuestros días. Estos elementos históricos del pasado reciente constituyen el mundo moderno, y gran parte de está constitución, aunque extremadamente compleja de entender, esta relacionada con objetos materiales. Como Chandra Mukerji demuestra en su libro “From Graven Images: Patterns of Modern Materialism”, los objetos materiales poseen muchas características que apenas pueden ser entendidas en términos, tanto de la historia, como de la cultura. Los Objetos, por su propia presencia física establecen condicionamientos para el comportamiento humano e inducen al hombre a actuar, o a cambiar sus acciones de acuerdo con ítems materiales. Por ejemplo, la impresión y circulación de mapas y narraciones de viajantes, conjuntamente con un progreso en las tecnologías de construcción de navíos, posibilitó -en asociación con una atmósfera económica favorable- que diversos pueblos explorasen nuevas tierras, dispersando ideas materialistas del inicio de la era moderna de Europa a través del mundo. Como observa Mukerji “Objets can help to make autonomous forces out of ideas by remaining in the physical environment long after their production”. La arqueología histórica brinda un medio único de examinar la difusión del materialismo de origen europeo a través del mundo, el impacto que estas ideas sobre la acumulación de artefactos ejerció en diferentes pueblos, y el modo como respondieron a estos desafíos. Obviamente, estos problemas no pertenecen ni a la antropología ni a la historia, sino al estudio científico en general de la vinulación entre el pasado y el presente. El carácter multidisciplinar de la arqueología histórica significa que ella posee una amplia gama de fuentes de información. Los materiales específicos que están disponibles pueden variar, dependiendo del sitio que está siendo estudiado, y algunos tipos de fuentes generalmente son utilizables por el arqueólogo. Estas fuentes serán tratadas en el próximo capítulo.
  • 10. 3. LAS DIFERENTES FUENTES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA La arqueología histórica usa una serie de fuentes de información en su investigación. Las principales son los artefactos y las estructuras, la arquitectura, los documentos escritos, las informaciones orales y las imágenes pictóricas. Cada una de ellas es usada por la arqueología histórica de manera específica. Artefactos y estructuras. Tanto la arqueología prehistórica como la histórica estudian artefactos. Los arqueólogos definen artefactos como aquellos ítems hechos o modificados como resultado de la acción humana. Estos incluyen fragmentos de cerámica, herramientas, obras de arte, mesas, botellas y todos los otros objetos que presentan alguna evidencia de acción humana en su manufactura. Así como en la arqueología prehistórica, estos artefactos son estudiados en relación a sus métodos de manufactura, las materias primas con los que se construyeron, dónde fueron producidos, para qué servían, y cómo fueron encontrados. Artefactos que normalmente serían encontrados y estudiados por arqueólogos prehistoriadores incluyen cuchillos, objetos líticos, puntas de flecha de piedra, objetos de cerámica, herramientas hechas de hueso, entre otros. La arqueología histórica estudia los objetos que son semejantes, tanto en forma como en función, a aquellos que hoy continúan en uso: floreros de cerámica pintados en azul, verde, rojo y amarillo; botellas de vidrio usadas como recipientes de vino, remedios u otros líquidos; pistolas; botones; relojes; entre otros. Los artefactos son, evidentemente, elementos de extrema importancia para los arqueólogos. Como escribe el gran pensador social Lewis Mumford, “Material artifacts may stubbornly defy time, but what they tell about man´s history is a good deal less than the truth, the whole truth, and nothig but the truth”. Consecuentemente además de los propios artefactos, los arqueólogos prehistóricos y los históricos, se interesan por el contexto en el cual están insertos. El contexto se refiere a la localización exacta del artefacto, en términos verticales y horizontales, en un sitio arqueológico. Los arqueólogos, pueden muchas veces aprender bastante sobre las funciones de artefactos y de sitios a partir del examen de objetos encontrados en asociación directa con ellos. Un artefacto y su contexto son dos tipos de información que los arqueólogos obtienen de sitios arqueológicos. Tanto la arqueología prehistórica como la histórica también estudian objetos que fueron usados y modificados por pueblos antiguos, pero que no necesariamente fueron producidos por ellos. Estos objetos incluyen fibras y semillas de plantas, y huesos de animales. Los arqueólogos pueden aprender mucho sobre las dietas alimentarias de los pueblos antiguos a través del estudio de los tipos de comidas disponibles en su ambiente natural, y el modo como esas comidas eran usadas en diferentes culturas. En sus estudios, los arqueólogos con la asistencia de especialistas altamente capacitados, intentan determinar las especies explotadas como comida, la cantidad de calorías que represente esa dieta, y la variedad de especies domésticas y salvajes consumidas. Ambos campos de investigación arqueológica se preocupan también de estudiar las estructuras encontradas en los sitios. Una estructura es cualquier evidencia de presencia humana que no puede ser removida del sitio, pero que brinda abundante información sobre las actividades desarrolladas por él. Por ejemplo estructuras prehistóricas incluyen pozos para almacenamiento o para basura, agujeros de fogones, trincheras de empalizadas y cimientos; las estructuras históricas incluyen pozos, trincheras, pozos sanitarios, cimientos, entre otros. Además de estas estructuras, generalmente pequeñas, hay otras de tamaño tan grande que pueden ser consideradas como parte del paisaje cultural. En arqueología prehistórica estas estructuras engloban colinas usadas como templo o lugar de sepultamiento, monolitos (grandes piezas de piedra) y trincheras. En arqueología histórica, estas grandes estructuras incluyen en general, casas, fuertes y otras edificaciones. También, diversos pueblos históricos continúan construyendo estructuras con barro -como fuertes y empalizadas-. La mayor parte de las estructuras de época histórica, al menos mientras más nos aproximamos al presente, fue construida en piedra, ladrillos y argamasa. Es por la utilización de estos materiales sólidos, por la
  • 11. implementación de técnicas constructivas adecuadas, y la cercanía en el tiempo, que muchas de estas estructuras están todavía en pie. La presencia de estas arquitecturas en buen estado permiten obtener informaciones que en general no están disponibles para los prehistoriadores. Estas arquitecturas monumentales -incluyendo puestos militares imponentes, como el Fuerte Jesús, construcción portuguesa del siglo XVI en Africa Oriental, el Fuerte Louisbourg, francés del siglo XVIII, en Nueva Escocia (Canadá), también obras industriales como las ciudades mineras del nordeste de Michigan, o las plantaciones en Illinois, o las barracas de esclavos en Luisiana, entre otros- funcionan como artefactos en superficie. Arquitectura Los edificios pueden ser considerados como importantes fuentes de información en arqueología histórica. Existen dos tradiciones que pueden ser consideradas: La académica y la vernácular. La tradición académica, llamada también “alta arquitectura”, es aquella tradición de construcción enseñada y practicada por los arquitectos profesionales. Esta puede ser dividida en diversos estilos -clásico, griego, romano, gótico, rococó, entre otros.-, cuyas características son de fácil identificación. La arquitectura vernácular, por otro lado, consiste en estilos que reflejan la tradición cultural más que formas arquitectónicas puras. Este tipo de arquitectura suele evidenciar las verdaderas actitudes y creencias de los pueblos de manera más clara que la arquitectura académica. De todas formas, ambas, con el correr del tiempo, tienden a interactuar e influirse recíprocamente. El arqueólogo James Deetz presenta un estudio interesante de la antigua arquitectura americana en su libro “In Small Things Forgotten”. A través del uso de diversas fuentes, Deetz demuestra como los colonizadores ingleses establecidos en Nueva Inglaterra, transformaron su arquitectura con el transcurso del tiempo. Al principio, los colonizadores construían casas en estilos arquitectónicos que conocían de Inglaterra. Con el correr del tiempo y el aislamiento de su patria, sus estilos de construcción se volvieron cada vez más diferentes a los originales ingleses, se “americanizaron”, y también comenzaron a diferenciarse por regiones. Ya no era posible relacionar con facilidad estilos específicos a estilos académicos británicos, a pesar de que las casas hayan mantenido algunos elementos de las formas académicas puras. Estas formas, de todas maneras, fueron llevadas a cabo de manera que mezclaron, con originalidad, estilos académicos con formas vernaculares. Otro resultado importante en las investigaciones de Deetz se relaciona con el hecho de que, con el tiempo, las casas coloniales inglesas en América del Norte, comienzan a reflejar un interés creciente en la creación de espacios individualizados. Así, mientras las casas más antiguas tendían a contener espacios que podían ser utilizados por todos los miembros de la familia, en casas más recientes estos espacios comunitarios fueron divididos en áreas que podían ser utilizados por apenas uno o dos miembros de las mismas. Posteriormente, actividades específicas -como comer, cocinar, y dormir- fueron completamente separadas unas de otras. Una de las razones que permiten que cuestiones sociales sean plausibles de abordar a partir de estructuras arquitectónicas se relacionan con el descubrimiento, por parte de los arqueólogos, de que éstas pueden ser “leídas” de la misma forma que los niveles arqueológicos del suelo. Todos los arqueólogos estudian los suelos en los cuales se encuentran artefactos a fin de obtener informaciones sobre cuando esos artefactos fueron depositados, y que fuerzas naturales -viento, lluvia, inundaciones- actuaron después de la depositación original. Lo mismo ocurre en relación a las estructuras arquitectónicas. Los edificios al ser examinados con cuidado, producen informaciones sobre cuándo fueron construidos, o si hicieron reformas y cuáles eran los espacios más importantes. Las capas de pintura y papel de la pared pueden ser “excavadas”, como si fuesen niveles de sedimento, para descubrir los colores o dibujos que estaban de moda o eran accesibles a los habitantes en determinados momentos del pasado. Identificar cuáles ventanas y puertas fueron cerradas o agregadas puede permitir discutir cuándo fueron construidas, o para documentar aumentos en el tamaño de la familia y posiblemente de la riqueza. Alteraciones en el tamaño de los ambientes a
  • 12. través del tiempo, también pueden ser usadas como medida para estudiar las transformaciones y los cambios en las actitudes sociales u culturales. Por ejemplo, con el cambio de siglo la mayoría de las plantaciones en el centro de los Estados Unidos, fueron construidas con cocinas enormes. Esto era necesario porque la mayoría de los propietarios solía tener familias numerosas en aquel tiempo, y también porque la cocina era en general la principal área de actividad de la familia. Además de eso, las mujeres -que comúnmente tenían un papel de importancia en la economía de la plantación, cuidando las huertas y la preparación diaria de las comidas que provenían de ella- usaban la cocina como un área de producción de la plantación. Hoy en día, pocas casas son construidas con cocinas tan grandes, ya que pocos agricultores poseen familias numerosas y porque la agricultura está tan mecanizada, que las mujeres no tienen el mismo rol para garantizar el funcionamiento de la plantación. Éstas, en la actualidad en Estados Unidos, son menos auto- suficientes que antes, y sus casas reflejan esta transformación. Además de las construcciones domésticas, edificaciones no-domésticas para uso especifico pueden también haber sobrevivido en sitios históricos. Estas estructuras incluyen calderas, ahumaderos, galpones, entre otras construcciones externas. Algunos fuertes militares, tal vez reconstruidos por un ejército conquistador, también pueden mantenerse en pie. Lo mismo se aplica a misiones religiosas que fueron originalmente construidas con el propósito de convertir a los pueblos nativos al cristianismo, pero que en el presente, son utilizadas para funciones religiosas regulares. Tales edificios, vistos por no arqueólogos como predios bonitos, brindan al arqueólogo indicios del pasado que de otra manera muchas veces serían extremadamente difíciles de visualizar. Documentos Escritos. En arqueología histórica los documentos escritos son tan importantes como los artefactos y los edificios. Sin duda una de las características distintivas de la arqueología histórica proviene de la información adicional que brindan estos documentos. De hecho, Deetz resaltó que la “capacidad de leer y escribir del pueblo estudiado es la característica que diferencia a la arqueología histórica de la prehistórica”. Inclusive, a pesar de que considere que lo que dice Deetz es parcialmente correcto -porque para mí lo que las separa en el estudio, es que arqueología histórica se ocupa de la vida mercantil capitalista (que incluye la alfabetización)- él tiene razón en la medida en que la disponibilidad de documentos escritos, por y sobre el pueblo que otrora vivió en lo que hoy son sitios arqueológicos, hace de la arqueología histórica un tipo único de estudio en el contexto del Nuevo Mundo. Estos documentos permiten que los arqueólogos trabajen parcialmente como historiadores, ya que deben interpretar documentos escritos de la misma manera que ellos. Además los arqueólogos deben saber como integrar la información proveniente de los documentos en sus investigaciones arqueológicas. Historiadores y arqueólogos usan tanto fuentes históricas primarias como secundarias. Estas últimas son aquellas que fueron producidas por personas que no testimoniaron los acontecimientos del pasado, incluyendo los libros escritos por los historiadores. Este tipo de fuente es importante para ambos profesionales, porque puede revelar el progreso del conocimiento histórico en determinados períodos, las cuestiones que eran consideradas de importancia y el tipo de concepciones que eran compartidas por los historiadores en épocas pasadas. Las fuentes secundarias están constantemente siendo reescritas por los historiadores, en la medida en que nuevos datos son descubiertos, nuevas interpretaciones son propuestas, inclusive bajo la influencia de cambios en las actitudes y sensibilidades sobre lo que es considerado relevante. Todos los trabajos históricos secundarios se basan en fuentes primarias, o sea escritos de valor histórico que fueron producidos por observadores directos o por personas contemporáneas de los acontecimientos relatados. Algunos documentos primarios que historiadores y arqueólogos usan con frecuencia: son los registros oficiales (certificados de nacimiento, de defunción, materiales de diversos relevamientos, estadísticas oficiales, entre otros.), y los registros personales (cartas, diarios y memorias). Estos registros son importantes para los arqueólogos, ya
  • 13. que brindan información sobre el pasado que generalmente no está disponibles en ninguna otra fuente. Los registros históricos brindan lo que los antropólogos llaman información “etic” y “emic”. La primera refiere a la visión de un grupo sobre otro distinto –exterior-, y la segunda a la visión que ese grupo posee de si mismo. Las fuentes secundarias serán por tanto siempre “etic”, mientras que los registros primarios podrán ser tanto “emic” como “etic”. Estos conceptos son más fáciles de comprender a través de un ejemplo. Supongamos que existan dos documentos sobre una plantación sudamericana del siglo XVIII, uno escrito por un viajante alemán, y otro por un esclavo fugitivo. Se esperaría que la situación de la comunidad de esclavos sea presentada de forma diversa en cada uno de ellos. El comentario del viajante brindaría una visión “etic”, ya que él esta fuera de esa comunidad. Su percepción de los esclavos está limitada por su propia experiencia, incluyendo comprensiones e incomprensiones, ya que no posee una experiencia directa y duradera de la vida en la plantación. Por el contrario, la percepción del esclavo fugitivo debería ser completamente diferente, su narrativa representaría una visión desde el interior, es decir “emic”. Cuando confrontamos las dos, puede parecer que se refieren a lugares distintos uno del otro. Los arqueólogos, tanto como los historiadores, deben aprender a distinguir las diferentes visiones que existen sobre el pasado, las cuales pueden ser verdaderas en algunos sentidos, cada una a su manera. Los documentos históricos constituyen una importante fuente de información que los arqueólogos pueden utilizar para conocer el pasado en relación a asentamientos y sus habitantes. También permiten, tanto a los arqueólogos como a los historiadores, proponer interpretaciones relevantes y potencialmente significativas. Por ejemplo, algunos arqueólogos utilizan registros de alimentación de esclavos en plantaciones en asociación con colecciones de huesos de animales provenientes de las barracas de este grupo. Esta comparación permitió ver que en algunos casos los esclavos no recibían la alimentación que los patrones indicaban en sus registros. Al confrontar huesos de animales obtenidos con registros históricos se obtiene un relato que ninguna de las fuentes de información de manera independiente podría dar. A pesar de su importancia, el uso de documentos históricos en relación a sitios arqueológicos de épocas históricas, genera una paradoja. Por un lado, la información adicional que los documentos pueden ofrecer, aumenta enormemente el poder de interpretación de la arqueología histórica. El material histórico contribuye de manera relevante para comprender los datos arqueológicos. Por otro lado, esta disponibilidad de documentación histórica sobre los sitios arqueológicos llevó a algunas personas a preguntarse: ¿por qué excavar, si hay documentos escritos? En otras palabras, ¿por qué permitir que un arqueólogo excave un sitio, si un historiador puede brindar prácticamente las mismas informaciones? Por lo tanto el uso de documentos fue tanto una ventaja para la arqueología histórica, en términos de la investigación, como una desventaja, ya que el poder informativo de ésta quedó cuestionado, sobre todo por aquellos que consideran a la arqueología como una actividad lenta y costosa. Existen varias cuestiones relativas a la presencia de documentos escritos en períodos históricos, que son válidas y deben ser consideradas. Por ejemplo, los arqueólogos a través de la experiencia en su propia investigación aprenden que la aplicación de documentos primarios a sitios arqueológicos presenta ciertos problemas. En primer lugar estos textos pueden ser imprecisos, conteniendo datos falsos desconocidos por el propio autor. Es posible que aparezcan declaraciones en estos documentos, que pueden no reflejar la realidad de una situación específica pasada, o inclusive, referirse simplemente a lo que el autor pensaba, sabía o recordaba al respecto. Un escritor de la época simplemente puede estar errado. En segundo lugar, fuentes primarias pueden contener falsificaciones conscientes. El registro de declaraciones erróneas podría ocurrir por cualquier motivo, incluyendo invención, autopromoción o simplemente falsedad. En cualquiera de los casos, la arqueología histórica puede servir para corregir el registro escrito, el cual de otro modo podría ser considerado como verdadero. En tercer lugar, puede que no hayan existido documentos primarios para todo el período de ocupación de un sitio. Por ejemplo, son raros los documentos referentes a sitios después de su
  • 14. abandono, sin embargo los arqueólogos deben excavar todos los niveles que hay en un sitio. Una casa abandonada en 1780 puede haber sido usada como deposito de basura por la población local en el período entre 1785 y 1820. Los registros históricos mencionarían probablemente las actividades de los habitantes de la casa, y no la utilización posterior del lugar como basurero. En estos casos la arqueología histórica ayuda a completar el registro histórico escrito, brindando de esta manera un panorama más completo del pasado. Finalmente, los registros escritos a menudo no mencionan en general los aspectos comunes de la vida cotidiana, exactamente el tipo de información que los arqueólogos quieren conocer. La gran mayoría de aquellos que dejaron relatos de sus vidas, casi nunca mencionan por ejemplo la localización de las letrinas o con que frecuencia se cambiaban de lugar. Los posibles escritores tendrían un cierto pudor de escribir sobre estas cosas, o simplemente podrían considerar tales aspectos de sus vidas demasiado banales para ser relatadas, y que no interesaban a nadie. De manera similar, pocos autores históricos escribieron sobre los tipos de platos con los cuales comían, o sobre el color de las botellas que usaban. Estos aspectos comunes del pasado son de importancia vital para la arqueología histórica, pero escasamente mencionados. Los registros históricos, los artefactos, las estructuras arqueológicas y los edificios todavía en uso son importantes para la arqueología histórica, pero no constituyen la totalidad de las fuentes disponibles. Existen otras, como la información oral y la pictórica, éstas generalmente disponibles sólo para sitios más recientes. Información Oral La información oral, a semejanza de los documentos escritos, brinda datos sobre sitios arqueológicos de un período histórico que en general no están disponibles en otras fuentes. La información oral suele adquirir gran importancia en los casos en que el arqueólogo está estudiando un sitio que fue ocupado en tiempos todavía presentes en la memoria de la gente. Lo mismo ocurre en casos en los que se desea conocer la historia de un sitio una vez abandonado por el pueblo que originalmente lo construyó y lo utilizó. Una investigación arqueológica estaría en mejores condiciones para interpretar la historia de un sitio dado, sabiendo que el terreno fue sembrado en el año 1940, o que fue utilizado como un lugar de reunión popular en los años ´50. Este tipo de información puede no figurar en fuentes escritas, y sin embargo, ser central para la comprensión completa de dicho sitio. Consecuentemente la información oral puede ser entendida como la historia que las personas comunes llevan consigo. Obviamente, los transmitidos oralmente puede ser de carácter “etic” o “emic”. Cuando está basada en la experiencia directa, la información oral cubre un rango temporal cercano a los ochenta años a partir de la actualidad. La información oral puede ser usada en sitios arqueológicos de dos maneras: como complemento y suplemento de la información arqueológica y escrita, y como fuente de nueva información. Estos usos son extremadamente importantes en muchas investigaciones de arqueología histórica. Utilizada como suplemento sobre detalles previamente conocidos del pasado, esta fuente, ayuda a la arqueología histórica, tanto en términos específicos como generales. En relación a los artefactos, por ejemplo, puede ser empleada para mostrar como un item material específico era producido y usado. Esto es particularmente importante para documentar estilos de arquitectura vernacular -que por lo general no merecieron comentarios escritos en su propia época-, y también para identificar la funcionalidad de los objetos en el pasado. En un sentido más amplio, el conocimiento especifico de sitios y artefactos puede brindar ayuda para construir contextos que permitan interpretar los objetos, contribuyendo así a que el arqueólogo acceder a una verdadera comprensión del pasado de un pueblo. Las informaciones trasmitidas oralmente son también útiles al reflejar un punto de vista “emic”, ya que permiten al arqueólogo comenzar a entender cómo era la vida en el pasado a partir de la perspectiva de un agente social concreto. Esto permite una aproximación a la cosmovisión de un pueblo en el pasado de la mejor manera posible. En este sentido, la
  • 15. información oral puede ser utilizada para completar el cuadro del pasado que el arqueólogo construyó usando documentos escritos y arqueológicos. La información oral, al funcionar como documento primario, se torna una de las fuentes más importantes, ya que al ser usada conjuntamente con la evidencia documental posibilita obtener datos adicionales sobre el pasado. También puede sugerir nuevas líneas de investigación al arqueólogo, que pueden no estar insinuadas en los documentos escritos. Además de todo lo señalado, la información oral puede ser considerada la única fuente de datos no-arqueológica sobre algunos sitios. En sitios pequeños -como campamentos temporarios-, sitios de ocupación muy corta -fuertes, puestos de observación-, sitios que poseían funciones que sus moradores no querían hacer publicas -como los quilombos cimarrones-, es probable que la información oral sea la única fuente documental que disponga el arqueólogo. Cuando la información oral es empleada como fuente primaria, los arqueólogos se enfrentan al problema de verificar la exactitud de la información. Obviamente no puede ser chequeada con documentos escritos ya que es la única documentación primaria. Puede en algunos casos ser confrontada con información arqueológica, pero la mejor guía que podemos tener es un conocimiento exhaustivo de los escritos históricos secundarios sobre el tema en discusión. El dominio de estas obras además de comprensión y sentido común pueden normalmente ayudar al arqueólogo a evaluar la calidad de la información transmitida oralmente. De cualquier forma, el uso de la documentación oral en arqueología histórica significa que los investigadores deben aprender, junto con la historia oral y la etnografía, que las personas no siempre recuerdan el pasado de la manera en que este aconteció. Además de ser nostálgica sobre “los buenos viejos tiempos”, la gente algunas veces no respeta patrones cronológicos precisos y olvidan la secuencia exacta de los sucesos, a veces juntando o alargando los hechos en el tiempo y otras alejándolos o trayéndolos al presente. En el primero de los casos, una persona podría decir “abandonamos la plantación en 1935, justo antes de que comenzara la Gran Depresión”, sin embargo esta última se había iniciado en 1929. En el segundo caso alguien puede decir “la gran sequía vino y fuimos obligados a mudarnos”, cuando en realidad pueden haber pasado seis meses entre la sequía y el traslado. El problema es que el arqueólogo no puede dejar de lado estos seis meses, ya que habrá evidencias de ellos en el registro arqueológico. A pesar de que le uso de la información oral sea particularmente útil para el estudio del pasado reciente en sitios históricos, algunos arqueólogos prehistoriadores emplean en la actualidad la etnoarqueología. Esta se asemeja al uso de la información oral en arqueología histórica, pero la diferencia radica en que la etnoarqueología es definida generalmente como trabajo de campo etnográfico con objetivos y problemas puramente arqueológicos en la cabeza. Por ejemplo, en vez de visitar un pueblo pre-industrial para saber cuál es su estructura de parentesco, reglas de matrimonio, religión -como haría un etnógrafo-, el etnoarqueólogo busca descubrir como producen la cerámica, construye sus casas o usan herramientas de piedra para procesar animales. Los etnoarqueólogs están interesados en usar información etnográfica -sus propias observaciones antropológicas- en asociación con informaciones orales -observaciones de otros- para responder cuestiones sobre problemas básicos en arqueología. Una importante diferencia en el uso de información oral entre la etnoarqueología y la arqueología histórica, consiste en el hecho de que cuando etnoarqueólogos recolectan información no están interesados en el pueblo que están estudiando, sino en registrar y entender los métodos de producción y uso de artefactos, con la esperanza de que éstos les permitan efectuar analogías con los métodos de producción y uso de artefactos en el pasado. De esta forma a fin de descubrir como un determinado tipo de cerámica encontrada en sitios arqueológicos de 1100 d.C. era producida, el etnoarqueólogo puede estudiar los métodos de confección de una cerámica semejante actual, fabricada por descendientes de los ceramistas originales. Una correlación simple podría ser establecida de esta manera entre los dos tipos de cerámica. Por otro lado, el arqueólogo puede estar interesado en cómo estos descendientes de los antiguos ceramistas producían sus vasijas en 1920, ya que él puede estar excavando el mismo sitio en que la cerámica continuo siendo fabricada.
  • 16. La posibilidad de utilizar información oral para localizar y estudiar sitios y artefactos, por parte de la arqueología histórica, permite afirmar que estamos frente a un tipo único de arqueología. Otras fuentes también son propias de la arqueología histórica, siendo la información pictórica una de las más interesantes. Información Pictórica. Desde la arqueología histórica la información pictórica puede ser dividida en tres clases : mapas, dibujos y pinturas, y fotografías. Cada categoría de fuentes posee su propio potencial como apoyo de la investigación arqueológica. Los mapas son útiles para la arqueología histórica en la medida en que brindan una representación gráfica de, la localización de edificios, o sitios. Estos pueden ser particularmente importantes para aquellos arqueólogos que estudian el período de contacto inicial entre nativos y europeos, ya que pueden ilustrar entre otras cosas, la localización de aldeas de los pueblos autóctonos, la comprensión europea de los nombres de estos grupos, el trazado de rutas y caminos antiguos, entre otros. También brindan informaciones vitales sobre el medio ambiente y sobre los cambios que pueden haber ocurrido como producto del contacto y del asentamiento europeo. De todas formas los arqueólogos saben, gracias a los geógrafos, que los mapas son documentos históricos primarios visuales y no textuales. Por lo tanto poseen los mismos problemas que cualquier otro documento histórico. Por ejemplo, un cartógrafo, al hacer un mapa específico, puede estar tentado a presentar un paisaje no como era, sino como se esperaba que fuese. En este sentido, el trazado de caminos a través de montañas y florestas, puede ser sólo algo que fue planificado o inclusive imaginado. Lo mismo ocurre cuando la localización y el número de aldeas nativas son usados como propaganda por naciones europeas, para inducir a sus rivales a creer que poseían más aliados locales de los que en realidad tenían. Esta situación ocurrió por ejemplo, cuando Francia y Gran Bretaña lucharon por el control de América del Norte a mediados del siglo XVIII. Diseños y pinturas son otra fuente de información pictórica que pueden ser útiles en arqueología histórica. De todas formas los arqueólogos deben ser conscientes de que los artistas suelen tomarse libertades en sus trabajos -por motivos estrictamente creativos o artísticos-. Diversas informaciones sobre artefactos pueden inferirse de dibujos y pinturas. Estos pueden mostrar por ejemplo, cuándo y cómo ciertos objetos eran producidos. Datos únicos pueden ser obtenidos sobre la funcionalidad de artefactos desconocidos. En este sentido en arqueología histórica suele ser común trabajar con pinturas de los siglos XVI, XVII, XVIII para descubrir esta funcionalidad particular. Estas representaciones pictóricas también muestran artefactos enteros y en uso, ayudando al arqueólogo que generalmente encuentra en los sitios excavados objetos fragmentados y deteriorados. Estas imágenes gráficas contribuyen a que el investigador entienda cómo eran y para qué servían dentro de su contexto histórico. Los dibujos y las pinturas, también son importantes para mostrar como eran ciertos sitios históricos cuando todavía estaban en pie. Por ejemplo, las pinturas de Karl Bodmer retratando el Oeste Americano en los años 1830, son de gran valor para los arqueólogos. Sus pinturas del interior de las tiendas de los indios -mostrando caballos y perros viviendo en su interior- brindan detalles no disponibles a través de la arqueología, y una calidad visual ausente en los documentos escritos. Además de ser obras de arte, la exactitud de los diseños de Bodmer son incuestionables. Otras imágenes, como las pinturas de Frans Post, en el siglo XVII, sobre un molino de agua en el nordeste brasileño, o la pintura de Hércules Florence de un ingenio de caña en 1840, presentan detalles magníficos sobre edificaciones industriales coloniales, y sobre los trabajos ejecutados en esos lugares. Estas fuentes, además de brindar información cronológica, sobre el uso y la forma de los artefactos, dan también datos sobre la vida y las transformaciones culturales. Por ejemplo, las pinturas de George Catlin sobre un indio Americano, vestido en un cuadro con ropas nativas y en otro con europeas, transmiten un fuerte mensaje visual sobre el impacto social y psicológico de la
  • 17. interacción cultural ejercida sobre los pueblos nativos, muchas veces obligados a adaptarse a modos de vida extraños. Dibujos del siglo XVII, sobre trabajadores indígenas y negros en plantaciones brasileñas, reflejan una situación semejante. Lo mismo ocurre en diversas partes del mundo. De la misma manera que los mapas, los dibujos y las pinturas pueden contener información engañosa. Criaturas fantásticas, diseñadas por el cartógrafo franco-canadiense Charles Becar de Granville, en el siglo XVII -como unicornios y monstruos marinos con cabezas humanas-, servían para amedrentar a los aventureros del Nuevo Mundo. Este tipo de cuadros inclusive podía tener el efecto opuesto, es decir atraer exploradores osados en busca de estas criaturas. Los arqueólogos deben aprender a analizar estas imágenes pictóricas con cuidado. Las fotografías también son útiles para los arqueólogos de manera semejante a las imágenes pictóricas. Al contrario de mapas, diseños y pinturas, las fotografías no exigen ningún talento gráfico o artístico para producirlas. Estas pueden ser generadas por cualquier persona que posea una cámara. Por lo tanto mientras los mapas, los dibujos y las pinturas suelen ser encontrados normalmente en museos, archivos y otros depósitos profesionales, las fotografías pueden ser halladas en cualquier casa particular. Las fotografías pueden documentar sitios arqueológicos sin que el fotógrafo fuera consciente de ello. Un ejemplo podría ser una foto de dos personas sentadas delante de un predio almorzando, en 1932. A pesar que la intención del fotógrafo pueda ser registrar un feliz reencuentro de dos viejos amigos, un arqueólogo mirando la foto, puede obtener información sobre la construcción del predio que se observa en el fondo de la misma. También, como cualquiera de las fuentes mencionadas, debe tenerse cuidado en su utilización en arqueología. Los fotógrafos pueden montar sus cuadros y alterarlos para mostrar imágenes falsas. Este tipo de problemas, felizmente no es común en arqueología histórica. Resumiendo, la arqueología histórica dispone de una serie diversa de fuentes de información. Algunas de estas son empleadas por la historia (documentos escritos, mapas, historia oral), por la antropología cultural (etnografías, objetos de museos, testimonios orales), historia del arte (pinturas, dibujos y fotografías), geografía histórica y cultural (mapas, asentamientos y paisajes), arquitectura histórica (edificios), folklore (tradición oral y arquitectura vernácula) y arqueología (artefactos, estructuras y el contexto del sitio). Todas estas fuentes están disponibles por la especificidad de la arqueología histórica. Por su parte las disciplinas mencionadas pueden ser consideradas como el conjunto de fuentes de la arqueología (figura 2). Los arqueólogos, incluso a pesar de que con frecuencia trabajan solos, muchas veces tienen la suerte de integrar amplios equipos multidisciplinarios, compuestos por estudiosos de varias disciplinas. En cualquier caso, el arqueólogo, debe tener algún conocimiento básico de todas las disciplinas relacionadas con su investigación, ya que diferentes profesionales trabajando en un proyecto especifico tendrán que discutir problemas y cuestiones comunes.
  • 18. FIGURA 2 FUENTES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA artefactos, estructuras contexto del sitio, (arqueología) etnografía, testimonios orales, (antropología cultural) documentos, mapas, historia oral, (historia) pinturas, dibujos y fotos, (historia del arte) Tradición oral, arquitectura vernácula, (folklore) edificios en uso, (arquitectura histórica) asentamientos y paisajes, (geografía histórica y cultural)
  • 19. 4. DIFERENTES VISIONES SOBRE LO QUE LA ARQUEOLOGÍA NOS INFORMA, EN PARTICULAR LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA. Años de estudio llevaron a los arqueólogos a concluir que los restos arqueológicos pueden ser interpretados de diferentes maneras. Con el transcurso del tiempo y en la medida en que la disciplina y la arqueología historica en particular, fueron madurando, estos diversos modos de examinar y aprender del pasado cambiaron. Cada abordaje posee su propio mérito y ninguna perspectiva puede ser considerada verdadera o errada. De hecho, cada perspectiva tiene sus puntos fuertes y cada arqueólogo puede escoger entre una u otra. En este capítulo expondré brevemente varias posiciones empleadas en la arqueología del Nuevo Mundo, a partir de ejemplos de la arqueología histórica. Arqueología Histórico-cultural. Tal vez la más larga tradición en la arqueología de América sea el análisis de los restos materiales como fuentes de información histórica, o más precisamente cronológica, sobre el pasado. Este tipo de abordaje arqueológico fue llamado “histórico-cultural” por Gordon Willey y Philip Phillips. Este termino significa que los arqueólogos deberían ser capaces de incluir cualquier cultura arqueológica -evidencia colectiva de una cultura del pasado-, en un cuadro histórico y cultural que tenga sentido y sea coherente con el conocimiento arqueológico de la región circundante. Para realizar esta tarea el arqueólogo debe poseer tres tipos de información. La primera se relaciona con las unidades consideradas básicas en el estudio arqueológico, que Willey y Phillips denominaron “fase” (compuestas por tipos característicos de artefactos que se distribuyen en un área específica y por un período de tiempo limitado), el “horizonte” (tipos característicos de artefactos que aparecen en una amplia región, pero por un período de tiempo corto), y la llamada “tradición” (tipos característicos de artefactos que persisten por un largo período de tiempo, pero en una área geográfica limitada). Posteriormente el arqueólogo debe situar esas unidades arqueológicas de análisis en unidades geográficas: sitios, localidades (diversos sitios), regiones (dos o más localidades), subáreas (dos o más regiones), y áreas (dos o más subáreas). Finalmente el investigador debe estar en condiciones de aplicar interpretaciones sobre la duración de la cultura arqueológica. El interés de esta corriente se centra en establecer para regiones y continentes, cuadros con el desarrollo histórico y culturalal de pueblos que son conocidos principalmente a partir de la arqueología. Así, Willey y Phillips propusieron una secuencia de desarrollo para todo el continente Americano: Para ello distinguieron las siguientes categorías: lítico, arcaico, formativo, clásico, y posclasíco. Las tradiciones arqueológicas en Sudamérica, llamadas también “series”, incluyen las tradiciones Itaipú, Umbú y Humaitá. Para construir tales cuadros abarcativos, los arqueólogos deben producir buenos “informes de excavación de sitios”, o estudios detallados de sitios arqueológicos específicos. Es necesario que estos informes contengan descripciones exhaustivas de los artefactos y estructuras excavadas, de manera de permitir la inserción del sitio en una secuencia histórico-cultural. Es importante percibir que la información usada para construir las fases, los horizontes y las tradiciones -unidades básicas de análisis histórico-cultural- derivan principalmente de las características físicas de los artefactos. Las fases pueden ser definidas en base a la decoración que aparece en la superficie de la cerámica, por la manera de tallar puntas de proyectil líticas, o por una combinación de rasgos físicos encontrados en diferentes artefactos. Teóricamente se considera a los artefactos similares a los documentos históricos, en el sentido que brindan información sobre la historia; son usados para escribir una especie de historia cronológica generalmente sobre la época prehistórica. En Arqueología Histórica el equivalente más cercano a la corriente histórico-cultural son las posturas que consideran a la arqueología como una ciencia auxiliar de la historia, o como dice Ivor Noël Hume “una sierva de la historia”. Un excelente ejemplo de este tipo de abordajes, tachado de particularista -en el sentido que muchas veces se refiere únicamente a un sitio y no
  • 20. propone ninguna problemática general de investigación- consiste en el estudio de Noël Hume sobre Martin´s Hundred, un asentamiento ingles del siglo XVII en Virginia. En ese completo y exhaustivo estudio, el autor no tiene pretensiones de presentar nada más que una interpretación histórica sobre a un sitio especifico. El no intenta colocar a Martin´s Hundred en un contexto histórico más amplio, ya que eso puede ser hecho por historiadores del período colonial. Noël Hume presenta una tentativa seria y completa de describir la historia del sitio a partir de los artefactos recuperados, apelando también a documentos históricos, pinturas, fotografías, colecciones de museos y datos de la antropología física (para los análisis de restos humanos). El lector de ese libro obtendrá una comprensión exhaustiva de la historia de ese asentamiento colonial, hasta el punto de “conocer” a uno de los habitantes de lugar, gracias a la reconstrucción facial de un craneo. Puede decirse que este estudio de Noël Hume -como muchos similares en Virginia colonial- contribuyen a conocer una parte de la historia, muchas veces mal comprendida, del período histórico inicial. Arqueología Antropológica. Hasta fines de la década del ´60, la mayor parte de los arqueólogos estaba dentro de la corriente histórico cultural, limitándose a describir sitios para construir cronologías regionales. Algunos investigadores incluso se conformaban con generar información para que otros arqueólogos las integrarán en esas cronologías regionales. Con el surgimiento de la New Archaeology, en los últimos años de la década de los ´60s y en el inicio de los ´70s, se intentó transformar la arqueología acercándola a la antropología. Para muchos la arqueología debía ser antropología en términos de objetivos y perspectivas. Los arqueólogos norteamericanos propusieron que el objetivo de la arqueología debería centrarse en la cultura de los pueblos del pasado, en vez de procurar simplemente establecer cronologías a partir de sitios. Por su parte los investigadores histórico-culturales estaban principalmente interesados –desde un sentido histórico- en las personas a partir de los artefactos en los sitios arqueológicos. En contraste, la New Archaeology procuraba -desde una visión antropológica- estudiar los procesos culturales del sistema desde los artefactos. Por ese motivo esta última corriente es frecuentemente llamada arqueología procesual. Parte de la arqueología procesual incluye el estudio de los artefactos como representantes del modo de vida de un pueblo en el pasado. Examinando las caracteristicas de los artefactos encontrados en sitios arqueológicos, los arqueólogos pueden visualizar la cultura de un pueblo antiguo. En este sentido, puede decirse que los artefactos y otros materiales arqueológicos brindan una reconstrucción cultural. Esta puede ser pensada casi como etnográfica, con la diferencia de que en vez de ser producidas por antropólogos a partir de la observación directa de culturas vivas, se basan en interpretaciones arqueológicas de vestigios materiales. Una de las bases teóricas de la Nueva Arqueología es el modelo de cultura “layer cake”, tomado y adaptado de Marx por el antropólogo norteamericano Leslie A. White. Desde esta perspectiva la cultura está compuesta por tres partes horizontales que, desde arriba hacia abajo, incluyen aspectos ideológicos, sociológicos y tecnológicos. La porción tecnológica con las otras dos encima, se levanta sobre el ambiente natural. La mayor parte de los investigadores consideraba que los datos arqueológicos eran los más aptos para conocer aspectos de las tecnologías pasadas, y en contraste que la información sociológica sobre sistemas de creencias sería de difícil percepción debido a sus características inmateriales. No obstante, y a pesar de que los arqueólogos se dedicasen principalmente con los niveles ambientales y tecnológicos de la cultura, también hicieron tentativas para obtener información sociológica de restos arqueológicos. Esto fue posible ya que la cultura era definida como la habilidad de los seres humanos para adaptarse al medio ambiente -un proceso activo - y no simplemente como una colección de artefactos. Por lo tanto, preguntas relacionadas con el “cómo” y el “por qué”, se volvieron tan importantes como “cuándo” y “dónde”. Este enfoque antropológico se diferencia todavía más de la perspectiva anterior dado que no centra su explicación en la simple descripción, sino en
  • 21. intentar descubrir leyes generales sobre comportamiento humano, considerando a la arqueología como una ciencia y no como un tipo de historia. Este nuevo abordaje contribuyo considerablemente a la maduración de la Arqueología Histórica. Especialmente durante el predominio de la arqueología histórico cultural este campo, ya sea por su nombre o por esatr centrado en problemas “históricos”, era considerado generalmente como parte de la disciplina histórica. Esto sucedia ya que no era necesario recurrir a investigaciones arqueológicas para construir secuencias históricas amplias para un pasado reciente, ya que este período temporal era dominio de la historia. Por otra parte, los pueblos históricos no exigían su identificación por los arqueólogos, puesto a que las diferentes culturas posteriores a 1500 como la portuguesa, española, francesa, inglesa, africana, entre otras, podían ser definidas a través de registros históricos, y su ubicación geográfica podía ser aclarada por esos documentos. La Nueva Arqueología, a pesar de todo, al proponer que la arqueología podía estudiar la adaptación material de todas las culturas y analizar los problemas comunes de la vida humana, torno a la arqueología histórica también hacia la antropología. De esta manera la Arqueología Histórica, de la misma manera que la arqueología prehistórica, podia estudiar cuestiones relacionadas con la adaptación al medio ambiente pasado, o la organización social de los pueblos, entre otras. Es así como artefactos estudiados dentro de su contexto cultural, podían ser interpretados como reflejo de aspectos tecnológicos, sociológicos e incluso ideológicos de sus culturas. En consecuencia la Arqueología Histórica ya no debía preocuparse por problemas relativos a la definición de secuencias históricas, ya que podía concentrarse en problemas antropológicos amplios. Stanley South es tal vez el defensor más conocido de este enfoque de Arqueología Histórica a pesar de que existen muchos arqueólogos que adhieren a esta perspectiva. Él propuso que, como parte de la arqueología del Nuevo Mundo, la Arqueología Histórica puede funcionar como una ciencia cuantitativa tal como las ciencias puras, física y química. Por lo tanto su trabajo se basa casi exclusivamente en la cuantificación de artefactos en porcentajes y en fórmulas estadísticas para definir patrones generales de artefactos. También pueden ser usados posteriormente para explicar regularidades y variaciones en términos de procesos culturales específicos. A partir de la observación de regularidades en los artefactos encontrados en los sitios que excavó, South definió una serie de patrones que se repiten. Estos se componen de sumas y porcentajes de artefactos clasificados en categorías basados en su supuesta función; entre otros actividades ligadas a cocina, a huesos (específicando si se trataban de restos de comida), a arquitectura, a muebles, a armas, a ropas, a bienes muebles y a pipas de tabaco. Basándose en los porcentajes de estas categorías South creo el Patrón de Artefactos de Carolina (a partir de restos de cinco sitios domésticos del siglo XVIII, en el sudeste de Estados Unidos), y el Patrón de Artefactos de Frontera (a partir de restos arqueológicos de factorías comerciales y fuertes, también del siglo XVIII en el este de Estados Unidos). Estos fueron mejorados y ampliados por diversos arqueólogos. En la actualidad existen muchos otros patrones, creados para explicar diferentes tipos de sitios. Los patrones de South no pretenden reflejar la historia o episodios históricos, sino procesos culturales responsables de su creación para Norteamerica del siglo XVIII. Según este autor, los patrones representan “la dinámica de sistemas culturales pasados”y sostiene también que el arqueólogo que no utiliza este abordaje “se arriesga a involucrarse de manera particularista con los objetos, tornándose un coleccionista de reliquias en vez de conocer las ideas sobre el pasado del hombre y sobre su atributo exclusivo, la cultura, sus procesos dinámicos y el modo en que funcionan”. En arqueología se continúa utilizando tanto los enfoques de Noël Hume como los de Stanley South. Ambos cuentan todavía con muchos seguidores. Parte de las investigaciones en curso se orientan a la solución de problemas “históricos” básicos, como por ejemplo cuándo y por quienes fueron habitados determinados sitios. Este tipo de trabajos se presenta como particularmente importante para el estudio de los períodos más antiguos de sitios coloniales o de asentamientos completamente desconocidos, o sin ninguna referencia documental. Un gran
  • 22. número de arqueólogos trabajan también para responder preguntas de índole antropológica. De esta manera la búsqueda de soluciones para cuestiones de interés humano general, es importante para demostrar el valor de la Arqueología Histórica como una ciencia humanística. Debe quedar claro a pesar de todo, que estos abordajes no son necesariamente opuestos, ya que un arqueólogo puede llevar a cabo al mismo tiempo investigaciones con objetivos cronológicos y antropológicos integrados. Arqueología Social Hacia fines de la década del ´70 y principios de los años ´80, algunos arqueólogos dejaron de lado los enfoques culturales de la New Archaeology, para tratar problemas sobre la sociedad que habian sido dejados de lado. Definieron a la “sociedad” desde su sentido tradicional, como una composición de grupos de personas que interactúan y participan de una cultura común. Estos arqueólogos prefirieron en general encarar los materiales arqueológicos, no como reflejo de procesos culturales generales, sino como una fuente importante de información sobre la interacción social de los grupos. Un elemento central en esta perspectiva es considerar que la sociedad esta compuesta no simplemente de individuos que interactuan, sino de redes complejas de relaciones sociales que forman y conforman la sociedad como resultado de su interacción. La Arqueología Social utiliza materiales arqueológicos en su tentativa de esclarecer y entender la naturaleza de las relaciones sociales. Sin perder de vista el hecho de que estas relaciones sociales son históricas, los arqueólogos sociales encaran la naturaleza de cualquier conjunto específico de relaciones sociales como estrechamente ligadas a un lugar y a una época dada. Cualquier tentativa de separar las relaciones sociales de su contexto histórico generará un entendimiento limitado de éstas. Un aspecto importante de este abordaje está relacionado con el concepto de modo de producción. A pesar que este concepto haya sido empleado de diferentes maneras, el antropólogo Eric R. Wolf ofrece una definición útil cuando afirma que éste es “un conjunto de relaciones sociales actuando históricamente, a través de las cuales el trabajo social es utilizado para retirar energía de la naturaleza por medio de herramientas, habilidades, organizaciones y conocimientos”. Las técnicas productivas ayudan a definir las fuerzas de producción, distribución del trabajo, del excedente productivo, de la riqueza y de las relaciones de producción. La producción, entre tanto, no se refiere apenas a la manufactura de objetos físicos (el elemento tecnológico de la sociedad), sino también a la producción de poder (el elemento ideológico). La producción en cualquier esfera, incorpora al menos dos grupos de personas, muchas veces referidas como “clases”: los productores y los controladores de la producción. A pesar que las sociedades en la realidad sean obviamente más complejas y pueden contener más de dos grupos sociales, estos conceptos permitieron a los arqueólogos formular cuestiones relativas a la distribución de recursos, al desarrollo de clases sociales, a la importancia de otras categorías sociales -como raza y etnicidad-, y a muchas otras cuestiones que posean relevancia social. En estos estudios, el foco no está en la cultura como colección de artefactos y estructuras que contienen información sobre cronología o procesos culturales generales, sino por el contrario en aspectos sociales relacionados con la interacción entre diferentes segmentos de la sociedad. Es evidente que algunos elementos, tanto de arqueologías histórico culturales y como de también de las procesuales, fueron incorporados en la arqueología social. Parte de la utilización de elementos y conceptos de otras corrientes se debe al hecho de que los arqueólogos sociales en general se formaron como arqueólogos procesuales, y éstos a su vez, habían sido formados bajo la influencia de ideas histórico culturales. Otra circunstancia para entender está situación esta relacionada con el simple hecho de reconocer las contribuciones de los abordajes anteriores. Ejemplos de arqueología histórica social pueden encontrarse en algunos de mis estudios de plantaciones del sur de los Estados Unidos. En diversas publicaciones procuré demostrar que las plantaciones esclavistas eran sitios complejos, que podían ser encarados desde diversas perspectivas. Este trabajo de reconstrucción cultural es importante, ya que demuestra que los
  • 23. esclavos africanos no habían perdido sus culturas en el paso de Africa para el Nuevo Mundo. Loss arqueólogos documentaron en términos materiales -como hicieron historiadores, folkloristas y antropólogos con otros aspectos de la cultura- que los esclavos africanos no perdían su cultura, simplemente se adaptaban a la realidad del cautiverio en lugares y tierras distintos a los de ellos. La arqueología histórica de la esclavitud se volvió más sofisticada cuando John Otto intentó demostrar que la esclavitud rural representaba la interconexión de al menos tres sistemas sociales; un sistema racial, de casta, que separaba negros (esclavos) y blancos (administradores y dueños de las plantaciones); un sistema ocupacional, que separaba unos de los otros; dueños, capataces y esclavos; y un sistema jerárquico, que separaba propietarios rurales de sus trabajadores, capataces y esclavos. A pesar de que la investigación de Otto es muy sofisticada, en mis trabajos procuré demostrar que, aunque las plantaciones son sitios complejos de la manera que Otto describe, la característica más importante desde el punto de vista arqueológico es su función económica. Después de que los esclavos eran traídos a las plantaciones, lo que los distinguía en general -y en verdad lo que la arqueología inicialmente intentaría mostrar-, era su posición económica en el interior de la sociedad esclavista rural. Los esclavos, inclusive los miembros de diferentes culturas, formaban una clase distinta de trabajadores, resultado de su cautiverio común. Los esclavos de una plantación podían provenir de culturas distintas, pero lo que los ligaba era el hecho de tener una herencia común africana (en un sentido genérico) y sobre todo compartir una posición social como esclavos dentro de una red de relaciones sociales. A pesar de que los historiadores estén comenzando a mostrar que la asignación de tareas a los esclavos puede haber estado relacionada con diferencias raciales entre ellos, por ejemplo a ciertas características exteriores ciertas tareas en la plantación (por ejemplo, los que tenían la piel más oscura trabajarían en el campo, en cuanto los que tenían la piel más clara servirían en la casa- grande). Una visión de los esclavos como miembros de distintas culturas vuelve difícil explicar las diferencias entre esclavos y dueños (“slaves and masters”) en una misma plantación. De cualquier manera, el foco de mi investigación se centra en la sociedad esclavista rural, compuesta por grupos de individuos de diferentes culturas que interactuan, y no en una visión de culturas de esclavos o amos separados. Arqueología Post-procesual. En la actualidad algunos arqueólogos sobrepasan todos los abordajes anteriores utilizando un esquema general llamado “arqueología post-procesual”, un término asignado por el arqueólogo británico Ian Hodder. Este enfoque, a semejanza de la arqueología social a la cual está asociado, debe su origen en gran parte a la insatisfacción con los enfoques procesuales, y en parte a su perspectiva histórica. De acuerdo a Hodder, “la arqueología debería restablecer sus lazos tradicionales con la historia”. Hodder resalta que la arqueología post-procesual posee al menos tres principios que la separan de la arqueología procesual. La primera característica es que los individuos son encarados como negociadores activos de las reglas sociales, en vez de personas pasivas controladas por la cultura y sus procesos. En esta visión las acciones individuales contribuyen constantemente en la creación y recreación del orden social. Como en arqueología social, la sociedad no es considerada una estructura estática, sino como una red social dinámica en constante transformación. Una segunda característica es incluir en el análisis los procesos cognitivos -o relativos al pensamiento- de los actores, en vez de ignorarlos en favor de acciones observables o expresiones materiales. En arqueología post-procesual los arqueólogos tratan de entender los significados por detrás de la experiencia de las personas, de forma que tengan sentido para ellos. Un tercer elemento se relaciona con los dos anteriores, puesto que los arqueólogos dentro de esta corriente sostienen que las variables sociales y el cambio social, sólo pueden ser entendidos desde una perspectiva histórica. Toda interpretación del pasado debe considerar la idea de que las acciones humanas ocurren en un contexto cultural e histórico que es inteligible por los propios agentes sociales. Los hombres crean su mundo a través de sus acciones
  • 24. dentro de los límites culturales que existen en su época. Así, los elementos esenciales de la arqueología post-procesual incorporan los conceptos de acción, sentido, contexto e historia. Según el arqueólogo americano Mark P. Leone, tres tipos de arqueologías, que ahora se están convirtiendo en prominentes, pueden ser consideradas como post-procesuales. Estas “arqueologías” son la simbólica, la estructural y la crítica. La arqueología simbólica se basa en la idea de que los símbolos están en el centro de la vida humana y que la cultura material, dentro de su contexto histórico-cultural, se asemeja al lenguaje por su habilidad de ordenar la vida humana. También rechaza el modelo de cultura denominado “layer cake model”, y favorece una visión en la cual los agentes sociales utilizan símbolos constantemente para operar dentro de la sociedad. La tecnología, a pesar de su importancia, no es considerada como fundamental. En este contexto el pasado es encarado como una creación social que existe en la mayoría de las sociedades con variaciones infinitas. El papel de la arqueología simbólica consiste en intentar entender cómo pueblos antiguos utilizaban los símbolos de manera activa, para crear y recrear el mundo social. Estos símbolos pueden consistir en marcas en la cerámica o en la orientación de un conjunto de casas. A pesar que la arqueología estructural viene siendo practicada aun antes de que se constituyese la “arqueología post-procesual”, tiene poco en común con la arqueología procesual. En coincidencia con la arqueología simbólica, esta corriente se interesa por cuestiones ligadas a los significados. De esta manera se orienta al estudio en la reconstrucción de las reglas de pensamiento que estan por detrás de expresiones de la cultura material, como por ejemplo en las lápidas y en la arquitectura vernácular. Estas reglas son entendidasvistas como “gramaticales”, a semejanza con lo que plantean los antropólogos estructuralistas, o sea similares o relacionadas con el lenguaje. El interés de la mayor parte de los arqueólogos estructuralistas reside en la consistencia de las reglas de pensamiento y en la determinación de sus elementos primarios, representados en la cultura material por ejemplo el estilo de las lápidas o en el tamaño de las habitaciones de una casa. La arqueología crítica es tal vez la más controvertida. Dicho motivo reside en que sus defensores plantean que ningún conocimiento, inclusive estudiado a través de la arqueología, es totalmente objetivo. Esta corriente argumenta de acuerdo con Marx que la historia es producida según los intereses de una clase social específica, en general de elite, y que la arqueología contribuye a perpetuar esta situación al postular (según los procesualistas) que sus descubrimientos representan la “verdad”. En sentido contrario los arqueólogos críticos emplean el concepto de ideología. A pesar que este termino haya sido usado de diferentes maneras, los principales referentes de esta corriente emplean “ideología” para designar la manera como las desigualdades y contradicciones en cualquier sociedad están escondidas en expresiones aceptadas culturalmente. Este encubrimiento tiene la función, a veces inconsciente, de evitar resistencias por parte de los miembros de la sociedad pertenecientes a la no-elite, en general más numerosos. De todas formas los arqueólogos críticos no rechazan forzosamente el modelo de “slices of cake”, pero creen que la camada superior -la ideológica- merece un lugar destacado en las investigaciones arqueológicas. De acuerdo con este punto de vista, sostienen que el pasado puede ser construido de diferentes modos dependiendo de la perspectiva del investigador y sus categorías analíticas. De esta manera los objetivos principales de la arqueología crítica consisten en presentar los lazos entre el pasado y el presente, y en demostrar que el conocimiento de que ese pasado está determinado por el modo de investigar. Un ejemplo de arqueología histórica post-procesual es el estudio de Leone del jardín de William Paca, en Maryland. Leone muestra como el diseño de un gran jardín en la parte de atrás de la mansión sirve como instrumento ideológico creado para simular que controla la naturaleza circundante. Partiendo de la idea de que el jardín no era sólo un adorno o un lugar para producir alimentos, Leone demuestra que éste era un espacio en el cual las élites, a las que William Paca pertenecia -como un abogado importante, gobernador y juez-, podían contemplar el orden social y económico de los Estados Unidos en pleno desarrollo.
  • 25. El jardín se componía de dos áreas, una parte alta formal, con plano simétrico, más próxima a la mansión, y un área “salvaje”, sin orden y no planificada, más distante de la casa. Para Leone, los binomios controlado/descontrolado y orden/desorden representados en el jardín, tienen relación con las contradicciones de William Paca como individuo y de la sociedad de aquel entonces. En este caso, ocurre que por un lado Paca proclamaba la libertad, la justicia y la independencia, pero sin emabrgo al mismo tiempo participaba en la manutención de la esclavitud. Leone piensa también que el arquitecto que construyó el jardín fue habilidoso al emplear elementos visuales para crear y manipular la percepción. Por ejemplo al construir plataformas y poner ligustrinas de forma creativa, los que visitaran el fondo del jardín, cerca de la región desierta tendrían la sensación de estar más cerca de la casa de lo que realmente estaban. Este uso de la perspectiva era utilizada por los pioneros del Renacimiento para producir ilusiones visuales. El jardín aparece como un espacio manipulado que puede ser visto como una representación visual de la tentativa de hombres como Paca de manipular y controlar el medio social. A pesar de que muchos arqueólogos puedan considerar el trabajo de Leone como pura imaginación, con poca o ninguna relación con la arqueología, su estudio es un ejemplo excelente de arqueología histórica post-procesual. Leone utiliza el jardín de Paca como un “superartefacto”, como una estructura del pasado que fue creada conscientemente por agentes humanos con fines determinados. El hecho de no poder ser removido, como acontece con un artefacto menor, no disminuye la información que puede ser obtenida de él. En vez de estudiar el jardín como parte de la decoración de la mansión, Leone lo considera portador de un sentido que no es inmediatamente perceptible. Algunos podrán cuestionar sus ideas, pero su abordaje apunta claramente hacia una dirección que algunos arqueólogos prefieren no seguir. En síntesis, la información arqueológica puede ser interpretada a partir de diferentes perspectivas, cada una de ellas enfatizando diversos aspectos del pasado (figura 3). A pesar de que un número creciente de arqueólogos se suma a la arqueología social y post-procesual, una considerable parte de la arqueología histórica continua todavía desarrollándose dentro de esquemas procesuales e histórico-culturales. Esta diversidad está reflejando que la arqueología histórica como disciplina, avanza en muchos sentidos, todos válidos. Habiendo explicado estas perspectivas puedo ahora pasar a tratar cuestiones metodológicas. El próximo capítulo se refiere a los problemas específicos a los que la arqueología histórica se enfrenta al analizar estratigrafías y artefactos de sitios históricos.
  • 26. FIGURA 3 Diferentes perspectivas sobre el uso de la información arqueológica Abordaje Enfoques generales de estudio Arqueología histórico cultural  cronologías de culturas  historias de sitio Arqueología procesual  proceso cultural  reconstrucción cultural  leyes generales de comportamiento humano Arqueología social  interacción social  contexto histórico-cultural Arqueología post-procesual Simbólica Estructural Crítica  sentido  contexto histórico-socio-cultural  individuos en la sociedad  uso de símbolos  gramática y reglas  ideología  vinculación entre el pasado y el presente
  • 27. 5. ESPECIFICIDADES DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA: ESTRATIGRAFÍAS Y ARTEFACTOS. En el tercer capítulo me referí a las estructuras como evidencias de actividad humana en sitios arqueológicos, y a los artefactos como los objetos materiales producidos y utilizados por un pueblo. En este capítulo, profundizo estos temas y explicito algunos de los aspectos específicos sobre cómo la Arqueología Histórica obtiene información de estratigrafías y artefactos estudiados. Estratigrafía y tiempo Al contrario de sus colegas que estudian la prehistoria, los arqueólogos históricos no trabajan con largos períodos de tiempo. Como resalté en el segundo capítulo, la arqueología prehistórica del Nuevo Mundo estudia desde las más antiguas ocupaciones nativas hasta la llegada de los europeos y; la arqueología histórica se ocupa apenas de los momentos posteriores a esta expansión. Esta diferencia significa que la arqueología prehistórica estudia miles de años de la historia humana, mientras que la histórica sólo cerca de 500 años. Este corto período de tiempo investigado genera problemas específicos cuando se trata estratigrafías de una excavación. El primer problema es que si bien muchos sitios fueron reocupados continuamente durante los últimos 500 años, la mayor parte de ellos estuvieron habitados por cortos períodos de tiempo en el cuadro total de la historia humana. Asentamientos que en el pasado pueden haber incluido una arquitectura monumental y que son bien conocidos a partir de las fuentes escritas, pueden evidenciar sólo una ocupación temporal corta. Un ejemplo es el fuerte francés colonial, Fort de Chartres , en el centro de los Estados Unidos. Este sirvió como un importante puesto de avanzada del colonialismo francés en el siglo XVIII. Construido en piedra fue ocupado por las fuerzas militares francesas desde mediados de 1750 hasta 1765, es decir por menos de quince años. Ejemplos similares distribuidos por todo el mundo podrían ser citados. Estas breves ocupaciones traen consecuencias para el abordaje de sitios históricos. Por ejemplo, es probable que diferenciar 15 años en la estratigrafía de un sitio presente dificultades. Por esta razón, la Arqueología Histórica se enfrenta muchas veces a estratigrafías que exigen una lectura microestratigráfica. Estratigrafía es un término que refiere a la secuencia de estratos de suelo, unos sobre otros. Usando el principio de superposición, los arqueólogos pueden identificar fácilmente cuáles artefactos fueron utilizados antes o después. Si no hubo remoción de tierra en el lugar se puede concluir lógicamente que los artefactos (y niveles estratigráficos) que están más próximos a la superficie actual fueron usados (o depositados) más recientemente que los artefactos en estratos más profundos. Este método de datación relativa fue usado por los primeros arqueólogos para proponer secuencias temporales aproximadas de culturas antiguas, antes de que los métodos de datación absoluta más modernos fueran creados. Este método permitió la definición de las grandes fases de la prehistoria europea, las edades de piedra, bronce y hierro. El problema de la arqueología histórica es que los niveles, en sitios históricos, aparecen como microniveles estratigraficos, o camadas extremadamente finas. Los sectores de mayor interés, los pisos de ocupación o de habitación, es decir los niveles sobre los que en el pasado vivieron las personas, pueden tener un espesor de solo algunos centímetros. A pesar de que los arqueólogos prehistóricos encuentran con frecuencia, estratos o niveles finos, la arqueología histórica se encuentra casi siempre con microestratos. La presencia de estos estratos finos puede volver más difícil la interpretación de estos sitios. Otro problema que complica la excavación de sitios históricos es que en muchas oportunidadeslas técnicas de construcción utilizadas por pueblos históricos implican la destrucción de evidencias de ocupaciones anteriores. Por ejemplo un fuerte holandés construido en 1640 es destruido para construir un fuerte portugués en el mismo sitio en 1660. Todos los arqueólogos, no importa el período en el que trabajen, se enfrentan con el problema común de tener sus sitios destruidos por proyectos arquitectónicos posteriores, pero en el caso de la arqueología histórica la diferencia consiste en que estas ocupaciones posteriores pueden ser