Este documento resume la historia bíblica de Jonás y la ballena. Cuenta que Dios le ordenó a Jonás advertirle a Nínive sobre su destrucción, pero Jonás se negó y trató de huir en un barco. Una gran tormenta azotó el mar y la tripulación arrojó a Jonás por la borda, donde fue tragado por una gran ballena. Tres días después, la ballena lo devolvió a tierra firme. Jonás finalmente cumplió con advertir a Nínive, pero se enojó cuando D
1. Uno de los relatos más conocidos de la Biblia es
al mismo tiempo uno de los más extraños. Diríase
que casi todo el mundo ha oído hablar de Jonás y la
ballena.
La primera mención de Jonás en la Biblia indica
que vivió aproximadamente en los años 800 a 750 a.
C. y que era oriundo del pueblo de Gat-Hefer, a
pocos kilómetros de Nazaret, en Israel. Por lo visto
ya era un profeta de reconocida trayectoria cuando
el Señor lo llamó y le mandó que anunciara la
destrucción de Nínive, capital de Asiria.
Nínive era una ciudad perversa, capital de un
imperio conocido por su crueldad. Los asirios
quedaron inscritos merecidamente en los anales de
la Historia como un pueblo fiero y despótico. Aparte
que ser profeta de fatalidades siempre será una
actividad riesgosa. Jonás no cree que la misión que
le han encomendado tenga muchas perspectivas de
éxito, y enfila en la dirección totalmente opuesta. En
vez de encaminarse hacia el este, donde estaba
Nínive, se embarca hacia el oeste, rumbo a la ciudad
de Tarsis, localidad que según las crónicas era el
centro comercial más apartado que tenían los
fenicios, pueblo de grandes mercaderes y vecino de
Israel.
Jonás y yo
2. El caso es que Jonás aborda una embarcación
y, al poco de zarpar, se desata una tormenta de
proporciones épicas. Luego de echar por la
borda el cargamento y hacer todo lo posible por
capear la tempestad, la tripulación decide echar
suertes para determinar quién es el causante de
esa maldición. La suerte cae sobre Jonás, que
confiesa que a él se deben los males que les han
acaecido y pide que lo echen por la borda.
Según se desprende del relato, a la tripulación
no le hace mucha gracia lanzarlo al mar. Los
marineros reman para tratar de alcanzar la costa,
pero sus esfuerzos son en vano. De manera que
hacen caminar a Jonás por el tablón.
Pero la odisea no concluye ahí. Un enorme y
misterioso pez se lo traga. Se barajan numerosas
teorías sobre lo sucedido, pero lo cierto es que
en circunstancias estrictamente naturales todo el
episodio sería muy improbable. Tuvo que haber
alguna intervención sobrenatural para que Jonás
sobreviviera tres días en un ambiente tan
inhóspito y para que además compusiera, en
semejantes condiciones, la oración que aparece
en el segundo capítulo de su libro. Al cabo de
tres días el Señor ordena al pez que arroje a
Jonás en la costa, al parecer prácticamente en el
mismo lugar en el que había tomado el barco al
inicio de su aventura.
3. Como es de suponer, Dios vuelve a pedirle a
Jonás que profetice en contra de Nínive. Consciente
de que el encargo no es opcional, Jonás se dirige a
la imponente y malvada ciudad. Una vez que
ingresa en ella se pasa el día proclamando:
—Nínive será destruida.
Y ¡vaya sorpresa! Contra todo pronóstico, los
habitantes de la ciudad caen en la cuenta de que
se han portado pésimamente y, tras recibir órdenes
del rey, todos se arrepienten y ayunan, vestidos con
sayales y cubiertos de ceniza, incluido el ganado.
Entretanto Jonás se refugia en un punto
estratégico en las afueras de Nínive para presenciar
los inminentes fuegos artificiales. Cuando Dios le
anuncia que ha cambiado de parecer y que la
ciudad será perdonada, Jonás se pone furioso y
más o menos le espeta a Dios:
—¿Qué! ¿Me hiciste pasar por todo ese calvario
para luego cambiar de opinión? No tiene ni pies ni
cabeza.
Hay que ponerse un poco en la piel de Jonás,
porque es cierto que pasó por un infierno y
esperaba alguna gratificación. Los asirios eran unos
bandidos de tomo y lomo, y presumiblemente
Jonás ardía en deseos de verlos recibir su merecido.
Pero luego del dictamen divino, hasta eso tuvo que
quitarse de la cabeza, lo que no le hizo ninguna
gracia.