El Espíritu Santo opera en la Iglesia para enseñar, guiar, consolar y ayudar a los creyentes. Su esencia es la pureza, verdad y obediencia. El Espíritu Santo ha operado a lo largo de la historia en el Antiguo Testamento, en el tiempo presente y continuará operando en el futuro. Su labor es desarrollar un ministerio completo en la Iglesia para promover una vida de victoria en los creyentes y no actúa en contra de Dios o Jesucristo.