Josué reunió a todo el pueblo de Israel antes de morir y les recordó las maravillas que Dios había hecho por ellos, como darles una tierra fértil para vivir. Les pidió que cumplieran fielmente la ley de Moisés y que sirvieran solo al Señor. Luego de hablar, Josué grabó estas cosas en el libro de la ley y colocó una gran piedra como testigo. El pueblo prometió servir y obedecer solo al Señor.