Este documento presenta la parábola de la mujer que perdió una de sus diez dracmas. Narra cómo la mujer enciende una lámpara, barre su casa y la busca diligentemente hasta encontrarla. Al hallar la dracma perdida, la mujer invita a sus amigas y vecinas a celebrar con ella. El documento luego explica que a veces las personas se sienten como la mujer al perder algo importante en sus vidas, y necesitan buscar en sus corazones para encontrar la respuesta a sus problemas y malestares.

1. La dracma perdida. (Lc 15, 8-10)
“¿Oh que mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende la lámpara, y
barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra,
reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: alégrense conmigo, porque he encontrado
la dracma que había perdido”
Al comenzar esta meditación observamos que hay una mujer que tiene diez
dracmas, en nuestra actualidad el número diez significa perfección, por ejemplo
un niño en el colegio, la mejor nota que puede alcanzar: 10, es decir; perfecto.
Pero qué pasaría si por descuidado pierde un punto. Dejaría de tener la nota
perfecta, y aunque tuviera 9, que aún es considerable. No es lo perfecto porque le
falta un punto.
Quizá esta mujer se siente como un estudiante al faltarle una dracma. Pero esto
no queda aquí. La mujer enciende una lámpara y barre la casa y busca con
diligencia hasta que la encuentra.
Encender la lámpara, implica buscar en las partes más oscuras, esas que no se
alcanzan a ver con una simple mirada. Pero sobre todo cuando es de noche, con
mayor necesidad se requiere una luz.
Barrer la casa. Hay muchas casas en mal estado, quizá hasta no presentables, las
esquinas de las paredes con telarañas, las ventanas sucias, empolvadas. Y caro
hay quien quisiera entrar a buscar. Da miedo…
Buscar con diligencia: se da prisa a buscar lo que había perdido, pero en la
búsqueda no es rápida, porque si no daría lo mismo a no buscarla. Su búsqueda
es delicada, minuciosa.
Y… ¡cuando la encuentra! Reúne a sus seres cercanos para compartirles esa
alegría.

2. En ocasiones somos como esa mujer. Hemos perdido “algo” de ahí el vacío, la
tristeza, el desánimo, el cansancio, el no tener motivos para levantarte todos los
días, el maldecir todo, tu enfado, tu arrogancia, tu manera de ver la vida tan
negativa y en ocasiones creer que la única víctima eres tú.
Para encontrar eso que hemos perdido hay que buscar, busca en el sótano de tu
ama, ahí en donde nadie ha entrado, en donde ni tú recuerdas que hay, que
dejaste. Seguramente te dará miedo entrar, porque no sabes que puede haber
ahí, que te puede herir. Para entrar, prepárate con lo necesario, una Lámpara:
Dios, Él te iluminara para que busques con cuidado. Ve limpiando poco a poco,
habla contigo, pregúntate porque dejaste este recuerdo, cuando lo dejaste, porque
se te ha olvidado. Y si te causa algún sentimiento, no te preocupes. No va a pasar
nada porque ya ha pasado… y sigue buscando, no te rindas.
Barre esa casa, limpia, saca lo que no te hace bien, lo que te da insatisfacción,
tristeza, angustia. Seria engañarte si haces que como que si esa “basura no
existe” porque tarde o temprano regresaras a buscar y ¡oh sorpresa! Estará ahí,
no está fuera porque tú no lo has sacado.
Y cuando por fin encuentres tu dracma… Comparte esa alegría, que no te de
miedo el qué dirán, o el creer que si compartes se te acabara. ¡Para nada!, al
contrario, hay más alegría.
No tengas miedo de buscar en tu corazón el motivo de tus malestares, ahí está la
respuesta, solo falta que tengas el valor suficiente para conocerte. Y como diría un
buen amigo sacerdote:
“Por tu miedo no puedes hacer grandes cosas.”
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