1. Palabras para salvar tu vida
Un cuento digital de Dánisa Garderes
Esta historia son muchas historias, para leerlas
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2. En este mundo, las palabras hacen cosas.
Con las palabras exactas, las personas
hacen felices o tristes a otros. Crean
objetos. Aprenden, enseñan. Inventan
historias.
Crean vida, o la quitan.
Quien no tiene palabras, no puede vivir,
pero tampoco puede morir.
3. El despertador resuena en tus oídos.
Abrís los ojos. Inmediatamente entendés
que algo no está bien, pero te cuesta
entender qué es.
Te levantás con cuidado y
te vestís de cualquier manera. Abrís la
puerta y avanzás por tu casa en silencio.
4. Sobre la silla encontrás tu vaquero y un buzo a rayas
de colores, dado vuelta. El vaquero se te enreda en
las piernas y caés en la cama. Pataleás hasta lograr
subir la tela áspera y cerrar el cierre. Te dejás puesta
la remera de dormir, y te ponés el buzo así como lo
encontraste. Un par de medias verdes asoma del
cajón y te las calzás rápidamente. Quedás sin
zapatos. Abrís la puerta y avanzás por tu casa en
silencio.
5. El pasillo pintado de azul es corto,
pero lo sentís muy largo por un
miedo inexplicable que te eriza el
vello de tu nuca. Vas deslizando la
mano por la pared rugosa, y sentís
el frío crecido durante la noche.
El piso es como un tablero de
ajedrez interminable, tus pies
avanzan en baldosas negras,
blancas, negras...Tu mano en la
pared encuentra el desnivel, la
puerta a la otra habitación.
6. Al entrar al cuarto ves a tus padres inclinados sobre la
gran cama. Tu padre tiene unas oscuras ojeras, y
acaricia la mano de tu madre con angustia. Ella mira
hacia la cama, tiene los ojos rojos pero ya no llora. No
entendés nada, ¿qué es lo que miran? Te acercás
despacio, súbitamente comenzás a temblar. Ellos ni
siquiera te sienten llegar.
7. En la cama, como durmiendo, pero casi sin
respirar, estás vos. Con tu remera de
dormir. No parecés con vida.
Tu cabeza te da vueltas, ¿cómo es posible?
Intentás gritar, pero nada sale de tu
garganta. Intentás hablar, pero te das
cuenta que no recordás ninguna palabra.
No hay palabras dentro de vos. El pánico
helado te inunda.
De repente oís la puerta...
8. De repente oís la puerta y
alguien entra detrás de vos. Una
doctora corre hacia tu cuerpo, y
te atraviesa en el camino.
Observa tu cuerpo en la cama
con detalle. Luego mira
severamente a tus padres y les
dice:
- Se ha quedado sin palabras. No
vive, y no ha muerto. Su
fantasma seguramente sigue
aquí, y es quien puede hacer que
se salve. Debe encontrar el
enunciado que le devuelva la
vida, entrando al
mundo de las palabras.
9. Vos no entendés nada, pero algo
dentro de vos sabe lo que tenés
que hacer. Tu mente empieza a
recordar, viaja en tu memoria
hacia el mundo de las palabras.
Hay tres recuerdos que aparecen
ante tus ojos. Juntos pueden
salvarte.
El primer recuerdo empieza a
aparecer ante tus ojos.
10. Entrás al recuerdo y ahí está tu mejor amigo. Te
sonríe y vos corrés a darle un abrazo, pero una pared
invisible te impide tocarlo. Quedás ahí, mudo, y lo
mirás impotente. Él te dice:
- Tenés un poder en vos que te va a ayudar.
Acordate: el enunciado que necesitás no empieza con
una frase.
Apretás los ojos y las primeras palabras te vienen a la
mente...
¡Por fin vida! Estoy vivo.
11. ¡Por fin vida!
Pero el primer recuerdo se
desvanece, y no podés entrar a
los otros dos. ¿Qué pasó?
Te cuesta un momento
comprenderlo... el enunciado
que pensaste es una frase.
Al entenderlo, tu mejor amigo
vuelve a aparecer, y otra vez
tenés la oportunidad de pensar
el comienzo del enunciado que
te salve la vida.
12. Estoy vivo.
Tu mejor amigo
desaparece, y en su lugar
aparece tu abuela,
sentada en su hamaca
bajo el parral del fondo.
13. Tu abuela te mira desde lejos, y corrés
hacia ella. Murmurando, te recuerda:
-El enunciado sigue con un verbo
conjugado, que habla de tu capacidad
para hacer algo, en presente.
Enseguida, llegan otras palabras a tu
mente:
Puedo hablar con ustedes. Pude hablar con ustedes.
14. Puedo hablar con ustedes.
La segunda oración se forma clara en tus ideas,
y el recuerdo de tu abuela desaparece.
Entonces, ante vos se materializa aquel cajón de
tu mesita de luz, donde en tu infancia guardaste
tus juguetes, y tus tesoros más preciados.
Con ansiedad lo abrís...
15. Pude hablar con ustedes.
Tu abuela se hace humo, y
quedás en soledad, como
adentro de una nube.
No eran esas las palabras. Te
das cuenta que tu oración no
está en presente.
Al reflexionarlo, otra vez ves a
tu abuela, y te repite su ayuda.
16. Con ansiedad lo abrís pero está vacío.
Revolvés con desesperación, y en el fondo tu mano se
aferra a un pedazo de papel.
Lo leés con dificultad, las palabras no son fáciles:
- El final del enunciado es una oración con dos verbos
en infinitivo, que hablan de qué cosas sos capaz.
Entonces se te ocurren las palabras:
he aprendido y creado con soy capaz de aprender y
mis palabras. crear con mis palabras.
17. He aprendido y creado con mis
palabras.
El papel se deshace entre tus
dedos fantasmales.
Entonces te das cuenta de que
tus palabras no son las correctas.
No hay infinitivos en tu oración.
Al darte cuenta, los diminutos
trozos de papel vuelven a unirse,
y otra vez pensás la oración
acertada.
18. Soy capaz de aprender y crear
con mis palabras.
Entonces todos los recuerdos
desaparecen y sentís como si
te zambulleras en un agua
helada y profunda.
19. Entonces, abrís los ojos. Inmediatamente
entendés que algo está bien, pero te cuesta
entender qué es.
Tus padres corren junto a vos y te abrazan,
felices.
Vos les decís el enunciado que te devolvió la
vida:
-Estoy vivo, puedo hablar con ustedes, soy
capaz de aprender y crear con mis palabras.
Y te das cuenta.
20. Te das cuenta de que es completamente cierto.
Cuando conocés las palabras, podés crecer, ser mejor
que antes. Podés pensar sobre lo que te pasa, y
podés crear las soluciones a tus problemas.
Podés comunicarte con los demás. Ayudarlos, y
pedirles ayuda. Sin palabras te irías muriendo por
dentro.
Decidís no quedarte nunca sin palabras, leerlas y
aprenderlas para que siempre te mantengan con
vida.
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