El documento analiza la economía social y solidaria como una utopía. Discute que los gobiernos han facilitado su implementación a través de normas que mejoran el acceso al sistema financiero. También describe la solidaridad de entidades financieras y no financieras que ofrecen microcréditos para que las personas tengan una vida digna. Finalmente, contrasta la economía social con el liberalismo al preferir una economía que sustente los valores y comportamientos que permitan la reproducción y desarrollo de la vida de todos.