La cultura actual vive en la era postmoderna, caracterizada por la ruptura con la fe, la ausencia de valores y fundamento, y la pérdida del sentido de la historia y el progreso. La Iglesia ya no puede retroceder al pasado ni aceptar el presente sin más, pero tampoco aislarse o dejarse llevar por modas. Debe tomar una posición intermedia aceptando el contexto social actual y privilegiando el diálogo entre fe y razón, la experiencia religiosa directa y el testimonio, para evangelizar y crear comunidades más