SlideShare una empresa de Scribd logo
LA LLAMA DEL ÁNGEL
                                   Mercedes Perles Ortolá




                                       VERDAD
   A través de la ventana del coche, veía cómo los árboles pasaban a una velocidad
insospechada. Mi cabeza estaba recostada sobre las piernas de mi mejor amiga, de mi
hermana del alma, que trataba de sosegar mi agonía y mi desesperación. Las imágenes, las
palabras y las emociones extraídas en contra de la voluntad de Charles, el cazador enviado por
el que un día se hizo llamar mi padre, seguían golpeando mi mente, con virulencia y demasiada
fuerza. Y todavía sentía el empalagoso sabor de su sangre en mi garganta.

  Mi cuerpo se sacudió en el regazo de Victoria. Keinan, el hermano inmortal preferido de mi
amado ángel, del único hombre que había amado, que amaba y que amaría, conducía a una
velocidad demasiado temeraria. Nos dirigíamos a casa de Chris, a mi nuevo hogar, a la casa
que aquel bello, hermoso e inmortal ser había comprado para que construyéramos nuestro
futuro. Pero ellos, mi antigua familia, querían arrebatarme ese futuro, arrancarme lo que más
quería y segar mi mortal vida y su inmortal existencia.

   Sentí como los descomunales brazos de Keinan me sacaban del coche y me llevaba en
volandas dentro de la casa. Oí los temblorosos pasos de Victoria detrás de nosotros. Sus
bonitos ojos marrones chocolate mostraban el miedo y la incomprensión. Hacía apenas veinte
minutos que había descubierto que yo no era una simple humana, y que tanto mi futuro
esposo como su familia tampoco lo eran. Ellos eran morwins, demonios bebedores de sangre y
ladrones de luces, como los llamaban los cazadores. Inmortales, como los llamaba yo. Y yo era
una mestiza, una mujer creada a partir del material genético extraído de un pedazo de piel que
le habían arrancado a mi inmortal amor setecientos años atrás. No era humana del todo, pero
tampoco era inmortal. Todavía.

  Keinan me dejó sentada en el sofá, y Victoria se puso a mi lado. Mi cuñado, el hermano
adoptivo de Chris, ese al que llamaba cariñosamente hermanito a pesar de sus casi dos metros
de altura, de su imponente fuerza y descomunal presencia, fue a la cocina de aquella
maravillosa casa situada en mitad del frondoso bosque, a por un vaso de agua. El empalagoso
sabor de la sangre de Charles no desaparecía de mi garganta.

 A lo lejos oí como un coche tomaba la curva a toda velocidad y entraba en el camino de tierra
que conducía a la casa. Debía estar a un kilometro más o menos, pero eso no era impedimento
para que les oyera. Mis sentidos de cazadora no se habían dormido todavía.

  Me bebí el vaso de agua de un solo trago, deseando que fuera suficiente para eliminar los
restos del sabor de Charles de mi garganta. Pero fue inútil. Su sabor, dulzón y acaramelado
persistía en mi boca y en mi garganta.
Como una exhalación, hermoso e imponente, el padre adoptivo de Chris, mi futuro suegro y
mi actual padre, porque le sentía como tal, entró en el salón con mi menuda madre aferrada
de su gran mano y el otro hermano mediano de Chris, Drake, tras ellos.

  -¿Qué ha ocurrido?- Preguntó Helia con angustia. Su voz sonó melódica, pero nada
comparable con la hermosa sinfonía que era escuchar la voz de mi único amor.

 -Hemos descubierto quién era el espía.- Susurré. Me costaba hablar. El desagradable sabor de
la sangre de Charles seguía en mi garganta, y la sed ardía en mi interior, me quemaba las
entrañas.

 -Kara, creo que deberíamos hablar a solas.- Me propuso mi suegro.

 -No, Helia. No las voy a seguir manteniendo en la ignorancia, cuando eso les puede costar la
vida.- Y mis ojos se volvieron ambarinos, dejando de ser negros cual lóbrega noche, cuando
miré a mi madre y a mi hermana del alma.

 Vi la angustia y la desesperación reflejadas en el bello rostro de Helia, castigado por un miedo
que no sabía interpretar, un temor que para mí no tenía razón de ser.

  -¿Qué pasa hija?- La voz de mamá era temblorosa. Estaba asustada. Pero aun así se sentó
junto a mí en el sofá.

 -Mamá, Victoria, tengo algo que contaros.- Y me bebí el segundo vaso de agua que Keinan me
había traído. Se quedó de pie tras de mí, quieto como una gigantesca estatua, protector como
un guardaespaldas. Drake se sentó en una silla, con sus ojos color ceniza fijos en nosotras tres,
y Helia se quedó de pie, con aquel pánico en su rostro dibujado, al lado de mi madre.

 -Veréis, hay una historia que debéis conocer, una verdad que os debo contar. Sólo quiero que
me escuchéis. Si cuando termine el relato deseáis marcharos y no volver jamás, pondré a
vuestro alcance los medios necesarios para que os vayáis.

 -Hija…

 -Mamá, por favor, déjame hablar.- Y le supliqué con la mirada, clavándole mis ambarinos ojos
en los suyos. Aspiré una fuerte bocanada de aire y comencé a relatar la historia de una guerra
que había empezado muchos siglos atrás y que parecía salpicarnos de nuevo.- Hace muchos
siglos, tal vez un par de milenios, se estableció una alianza entre hombres y mujeres. Era una
especie de secta, que nació con un único propósito. Eliminar a los morwins, inmortales seres
que viven entre nosotros. Los morwins se alimentan de dos cosas, sangre y luces.- Mamá me
observaba con los ojos abiertos como platos. Victoria tenía sus ojos fijos en Drake.- Las luces
son una de las tres partes que componen a un ser humano. Carne, alma y luz. La luz es algo así
como el alimento del espíritu. Cuando un ser humano muere, su cuerpo desaparece, su ánima
va donde deba ir y su luz se queda vagando en el mundo, a la busca de otra alma o
simplemente errando.- Mamá dejó de mirarme a mí, para voltear su cabeza y mirar a Helia,
que había depositado sus hermosos y asustados ojos color jade en ella. Ambos temblaron
levemente.- Los cazadores consideraron que esos hermosos e inmortales seres no eran otra
cosa que demonios salidos del mismísimo infierno, y se dedicaron a buscarlos y matarlos. Es
muy difícil matar a un inmortal. Poseen una extraordinaria fuerza, son rápidos y su piel es dura
como el mármol. Pero se les puede dar caza y eliminar, hay que sacarles parte de la sangre, y
después se les puede descuartizar, ya que se vuelven débiles, y quemar sus restos.- Mamá hizo
una mueca de asco y yo me avergoncé de esas palabras. Yo misma, hacía más de catorce años
y nuevamente apenas unas semanas atrás, había usado ese método. Victoria no le quitó los
ojos de encima a Drake.- La casta de los cazadores fue en aumento y hubo un tiempo en el que
eran un número considerable. Pero hubo una pequeña revuelta interna, promovida por uno de
los líderes que consideraba que no todos los morwins merecían morir. Había algunos de ellos
que se negaban a alimentarse de sangre humana y luces que todavía estaban dentro de los
cuerpos. Se negaban a ser lo que eran y se creyó en una coexistencia pacífica entre las dos
razas. Al fin y al cabo, los morwins habían sido humanos antes de ser inmortales. Incluso se
firmó un tratado de paz entre ellos. Los cazadores dejarían de perseguirlos, siempre y cuando
cumplieran con la promesa de no alimentarse de vidas humanas y de no revelar la existencia
de unos y otros a los humanos corrientes.- Miré a Helia, que seguía con sus ojos fijos en mi
madre, y comencé a entender a que se debía ese miedo dibujado en su hermoso rostro.- Helia
y su familia se negaron a ser lo que eran. Ellos fueron unos de los que firmaron el tratado. Se
alimentan de sangre animal, a pesar de satisfacer en menor grado, y cazan luces errantes, no
las que todavía están dentro de los cuerpos. No mataban, mejor dicho, no matan. Algunos de
ellos ni siquiera lo han hecho jamás. Otros fueron más reticentes a dejar de hacerlo.- Musité.

  Mamá fijó sus ojos marrones en Helia. A pesar de estar descubriendo todo lo que aquel
esplendoroso e inmortal hombre ocultaba, sus ojos brillaban de manera especial. No obstante,
su voz fue titubeante y temblorosa.

 -Tú… eres…- Helia asintió, con mayor sufrimiento reflejado en aquellos maravillosos ojos jade.
Vi como a mamá le costaba tragar saliva, y eso provocó que mi futuro suegro se estremeciera
de dolor. Temía el rechazo de mi madre.- ¿Cuántos años tienes?

 -Cuatro mil quinientos, siglo arriba siglo abajo.- Respondió con dulzura. En su hermoso timbre
de voz se presenciaban leves notas de un profundo e insoportable dolor.

 -¿Y tú… has… alguna vez…?- Mamá dudaba, sin llegar a formular la pregunta completa.

  -Sí, sólo una vez, hace muchos siglos. Ella olía demasiado bien, su luz era muy fuerte y…-
agachó la cabeza avergonzado,- no lo pude resistir a pesar de llevar años de abstinencia.- Miró
a los profundos ojos café de mamá, que lo contemplaba absorta.- Morraine…yo…hubiera
preferido que…- Mamá se puso en pie y se acercó a él. Tuvo que levantar la cabeza para poder
mirarle a los ojos, castigados por un irracional miedo al rechazo.

   -No importa Helia.- Y su voz sonó suave como el tranquilo murmullo de un pequeño
riachuelo.

 -Pero Morraine, yo…- Vi dibujado en su rostro de belleza asombrosa la sorpresa, la esperanza
y la oportunidad.

 -Sólo respóndeme una cosa. ¿Has estado conmigo todo este tiempo para protegerme?- Helia
asintió, y uno de sus largos mechones de cabellos plateados cuales rayos de luna reflejados
sobre un calmado lago, se escapó de aquella coleta que llevaba a la altura de la nuca. -¿Y sólo
fue para protegerme, o has permanecido junto a mí por algo más?

 -Por mucho más.- Musitó. Y los ojos de mamá se encendieron cuales antorchas, llameando de
felicidad. Dio un pequeño paso, eliminando el escaso espacio que le separaba de Helia, y se
abrazó a su inmortal y eterna cintura, con sus ojos clavados en los de él, amorosos y
sosegados.

  -Es todo cuanto necesito saber.- Y recostó su pequeña cabeza en el esplendoroso pecho de
Helia. Él la rodeó con dulzura y suavidad, estrechándola como si fuera una delicada pompa de
jabón, efímera y hermosa, entre sus titánicos brazos.

  -Morraine…- Susurró, como si fuera el último aliento de un moribundo, como si fuera el
primer aliento de vida que sentía en sus eternos cuatro mil quinientos años. Sus fríos labios
besaron la cabeza de mi madre, que se estremeció de puro placer. Sonreí. Mamá había
encontrado en su ángel de la guarda a su verdadero amor. Jamás estaría ni más segura ni más
protegida que entre los brazos de Helia. Él llevaba más de cuatro milenios esperando
encontrar a la mujer que quisiera ser su pareja, su compañera para el resto de la eternidad, y
esa era mi madre. Lucharía por ella, moriría por ella, la protegería, la cuidaría, la mimaría y
haría de su vida lo más parecido a un maravilloso camino de hermosos pétalos de rosas. Mi
egoísta deseo de que entre ellos existiera algo para que yo pudiera ser sincera con mi madre
se hacía realidad. Y me alegré por ella, no por mí.

   -Vale, a ver si lo entiendo.- Dijo Victoria, dejando de observar a Drake para mirarme
fijamente.- Ellos no son humanos.- Negué con la cabeza.- ¿Y se alimentan de sangre animal y
de luces errantes que viajan por el mundo?- Esta vez asentí.- ¿E imagino que Charles era un
cazador?- Volví a afirmar.- Bien, ¿y qué eres tú?

  -Soy una mestiza. Me concibieron dentro de una probeta.- Mamá desenterró su rostro del
titánico pecho de Helia y me miró fijamente.- Tranquila mamá, soy tu hija, biológicamente
hablando claro. Verás, Jake era un cazador, y te utilizó para que concibieras al cazador
perfecto, al único capaz de matar al más mortífero de ellos.- Dije.- Pero en vez de un niño,
tuviste una niña. Fecundaron varios embriones, a partir de óvulos tuyos, y los modificaron
genéticamente con el ADN del más poderoso de ellos. ADN conseguido de un pedazo de piel
arrancado de su inmortal cuerpo setecientos años atrás. El único viable, el único embrión que
aguantó esos cambios genéticos y que siguió adelante con su gestación, fui yo.- Vi que mamá
me miraba completamente alucinada.- Mamá, soy casi humana. En un noventa por ciento lo
soy. Tengo un humano corazón que late, a un ritmo distinto al resto de los humanos, pero que
si se para, se detiene mi vida con él. Necesito comida humana para sobrevivir, y aire para
respirar. En eso soy humana. Pero en otros aspectos soy más como ellos. Nunca he enfermado,
ni lo haré; envejezco más lentamente que vosotros, de hecho Drake tiene la teoría de que
viviré alrededor de unos doscientos años. Soy más rápida, más fuerte y cuando saco a la
cazadora…- Cerré los ojos por un momento y la dejé salir. A veces una imagen vale más que mil
palabras.- Me convierto en esto.- Mi piel se había vuelto dura como el acero, mis huesos eran
como de diamante, casi irrompibles. Mis ojos eran negros cual lúgubre noche y mis colmillos
relucieron como hermosas perlas asesinas tras mis labios. Mamá suspiró asustada, y vi como
Helia presionaba ligeramente su hombro en señal de apoyo, tranquilizándola al instante.
-Ahora lo entiendo…- pensó Victoria en voz alta. La miré fijamente a los ojos, y escondí a la
cazadora. Ella leyó mi callada pregunta en mi rostro.- Ahora tiene sentido que fueras capaz de
levantar a Juan un palmo del suelo como si no pesara ni un gramo. Llevo años dándole vueltas
a aquel incidente. Cuando él trató de abusar de mí, tú sacaste a la cazadora que llevas dentro.

  -Más que a la cazadora, saqué mi parte morwin. Un cazador no tiene por qué tener estas
cualidades para ser uno de ellos. De hecho yo soy la única mestiza que existe.

 -¿La única?- murmuró mamá. Asentí.- ¿Y de quién es el material genético que emplearon para
crearte?

 -De Chris.- Musité.

 -Eso significa que él es el más poderoso, como tú has dicho.- A Victoria le picaba la curiosidad.

 -Era.- Aclaré.

 -Explicádmelo que me pierdo.- Pidió Victoria.

  -Chris es el hijo mayor de Helia. Éste encontró a Chris y a Lucian, su hermano de sangre,
cuando apenas hacía un par de años que eran inmortales. No sabían que existía otro método
de caza ni otra forma de poder alimentarse y calmar su sed, así que mataban a humanos.-
Mamá se revolvió entre los brazos de Helia, que se había sentado a su lado.- Veréis, la sangre
que más fuerza les proporciona es la humana, mucho más si es de mujer. Las luces que más
alimentan son aquellas que son arrebatadas a la fuerza de sus humanos cuerpos, máxime si
son de mujer. Ellos dos no sabían que existía otra manera, así que se alimentaba de la única
manera que sabían.

  »Pero Helia les enseñó que había otra forma de alimentarse y de poder coexistir en paz con
los humanos, lo que una vez fueron ellos. Lucian abrazó ansioso los preceptos de la nueva vida
que Helia le ofrecía. En el fondo de su inmortal ser no le gustaba en lo que se había convertido.
Pero no ocurrió lo mismo con Chris. Permanecía junto a ellos, pero no tenía reparos en
alimentarse de la manera que más le satisfacía, acumulando una fuerza desmedida que aún
conserva. Sólo dejó de matar cuando me conoció.

  »Me crearon para matarlo. Mi olor, mi luz, mi sabor, mi sangre, todo cuanto soy es un
auténtico reclamo para él. Mi sangre le alimentaría y saciaría por siglos. Y mi luz ídem. Para
Chris no existe manjar más exquisito que yo.

  »Pero por encima de su naturaleza inmortal, está su deseo humano, sus sentimientos. Yo
jamás le haré daño, nunca le heriré, jamás le cazaré. Del mismo modo que él no me matará
para alimentarse, aunque se le haga la boca agua cuando estoy entre sus brazos. El amor que
sentimos el uno por el otro es más fuerte que cualquier otro deseo. Pero no siempre creyó que
yo estaría a salvo a su lado.

 -¿Por eso se fue?- Preguntó mi hermana del alma.

  -Sí Vic. Para que yo tuviera una vida normal, o todo lo normal que pudiera ser. Ocurrió
después de un grave enfrentamiento entre morwins y cazadores.- Hice un pequeño alto y
carraspeé. La garganta me volvía a arder, me escocían las entrañas. Eran los rescoldos de la
sangre de Charles. Keinan volvió a ir a la cocina y me trajo otro vaso de agua.- Conocí a parte
de la familia de Helia antes que a Chris. Ellos van viajando a través del mundo, se asientan
durante una temporada en algún lugar, y pasado determinado espacio de tiempo y antes de
levantar sospechas sobre lo que son, se mudan.

 »El año de mi decimoquinto aniversario, ellos rondaban por aquí. Los cazadores se dedicaban
a investigar a la gente que se mudaba por la zona, y ellos fueron objeto de ese seguimiento.
Helia era doctor por aquella época, Drake y Andros iban al último curso del instituto, Keinan
tenía un gimnasio adonde enseñaba a los humanos defensa personal, Lucian estaba en la
facultad estudiando ingeniería genética. Eran una familia normal, con una vida normal. Vivían
en la capital y a pesar de no aparentar ser lo que eran, se les siguió.

 »Un día me encontré con Keinan. Olí su esencia al instante y a pesar de asegurarme que no
era lo que parecía, le ataqué.- Me estremecí al recordar aquella tarde.- Keinan sufrió mi furia, y
por poco muere en mis manos.

 -¿Tú le heriste?- Preguntó Victoria totalmente alucinada. Keinan medía casi dos metros, y era
casi tan ancho de espaldas como alto. Un brazo suyo era como una inmensa mole musculada y
descomunal. De hecho, todo él era una inmensa masa de músculos pétreos.

  -Sí, poseo la suficiente fuerza como para eliminar con mis propias manos a la mayoría de los
inmortales. Que yo sepa, el único que me supera en fuerza, o más bien que la iguala, es Chris.

 -Alucinante.- Musitó por lo bajo Victoria.

  -Drake llegó como una exhalación para salvar a su hermano. Son inseparables.- Aclaré.- Yo
regresé a casa, furiosa por haber fracasado. Dos días más tarde Lucian me buscó y se presentó
ante mí. Venía a tratar de firmar una especie de paz entre nosotros. Los cazadores habían
hecho correr la voz sobre mi existencia, y él, absolutamente convencido de que la existencia
pacífica entre las dos razas era posible, me ofreció una paz eventual.

 »Desde el primer momento fui incapaz de herirlo, ni de matarlo, ni tan siquiera me planteé
esa posibilidad. En el preciso instante en que le vi, sentí el irrefrenable deseo de que
permaneciera junto a mí, de que tuviera un lugar en mi vida, como si fuera un hermano mayor
al que poder contárselo todo. Era un sentimiento ridículo y absurdo, pero que no podía dejar
de sentir.

  »Lucian comenzó a convencerme de la posibilidad de una existencia pacífica entre las dos
razas. Me contó la historia de las revueltas internas de los cazadores y como su padre y él
mismo firmaron ese tratado. Pero en ningún momento me habló de Chris y yo jamás sospeché
que ellos pudieran ser hermanos.

 »Obviamente nos ocultábamos a los ojos de los cazadores y de los demás morwins, pero no
de su familia. Helia supo de nuestra amistad y tras un pequeño susto, se presentó ante mí.
Junto a él, ese día, estaba Chris.
»Movido por la curiosidad y debido a que es capaz de sentirme y olerme a kilómetros de
distancia, Chris acudió en mi busca. Lo hizo acompañado de su padre. No estaba convencido
de que yo no quisiera hacerles daño. No se fiaba de mí.

  »Pero cuando me vio, cuando yo fijé mis ojos en él y él en los míos, nuestros mundos,
nuestras creencias y todo aquello que nos rodeaba dejó de tener sentido. Como te dije, mamá,
fue un flechazo.

  »Desde ese mismo instante comenzaron nuestras particulares guerras internas. La de Chris
fue probablemente la más dura. Mi olor y mi sangre, mi luz, mi calor, mi presencia, todo lo que
soy despertaban a la bestia que llevaba dentro. Quería beber mi sangre, robarme mi luz,
arrebatarme mi vida. Y aún sabiendo que yo era la única que podía matarlo, también sabía que
no lo haría. Prefería morir entre sus brazos a hacerle un simple rasguño.

  »Para él era difícil permanecer cerca de mí, y no había nada que yo ansiara más que estar
junto a él. Pero él no llevaba una vida de abstinencia que le permitiera tener el autocontrol
suficiente como para no temer herirme. Entre Lucian y él comenzaron las peleas.

 -¿Qué pinta Lucian en todo esto?- preguntó Victoria con curiosidad.

  -Digamos que él también sentía la necesidad de que yo permaneciera a su lado, pero en otro
sentido.- Vic frunció el ceño. No llegaba a entender del todo mis palabras, pero no me
interrumpió.- Finalmente los cazadores descubrieron que yo me veía con ellos, y que sentía
algo muy especial por Chris. Para Jake fue una traición, y planeó la peor venganza posible.
Eliminar a toda su familia, a los seis.- Mamá se estremeció entre los brazos de Helia.- Fue el día
de mi decimosexto cumpleaños.- Esta vez mamá gimió.- Exacto mamá, el mismo día que eché
a Jake de nuestras vidas.

  »Apenas había amanecido cuando comencé a sentir que algo no iba bien. Traté de llamar a
Chris, pero no me respondía. Así que saqué mis instintos y fui a buscarlo. Le encontré en la
playa, en nuestra playa. El grupo de cazadores era enorme, y ellos sólo eran seis. En cuanto
aparecí, Jake me amenazó, me dijo que era el momento de elegir con que bando decidía
luchar. Obviamente elegí el de Chris. Él se empeñó en que no luchara, en que me fuera, pero
me negué. Si iba a morir, moriría junto a él.

   »Por suerte para ellos, el jefe máximo de los cazadores apareció, junto con el de los
guardianes. Y todo quedó en nada. Pero yo ya había elegido, y fui tachada de traidora. Ese fue
el momento en que saqué a Jake de nuestras vidas. Le amenacé con matarle si no desaparecía
de nuestras vidas. No quería que siguiera utilizándote. De hecho, planeaba que incubaras a
otro embrión. ¡Como si fueras un conejo de indias! No se lo iba a permitir, así que le saqué a
patadas de nuestra vida y quemé la residencia clandestina de los cazadores.

 -¿Fuiste tú quién le prendió fuego a la fábrica?- Preguntó mamá completamente asombrada.

 -Sí mamá. La fábrica sólo era una tapadera para ocultar el escondite de los cazadores. Ese día
yo estaba furiosa, dolida y deshecha. Tras el casi enfrentamiento, Chris me dejó. Se fue,
creyendo que así yo tendría una vida normal. Fui a la fábrica y le prendí fuego, tras amenazar a
Jake y a los otros cazadores. Tras aquello, me sumí en mi doloroso letargo. Por culpa de los
cazadores había perdido mi oportunidad de ser feliz junto a Chris. Le juré no hacer tonterías,
no quitarme la vida, y eso fue lo que hice. Sobrevivir en mi mundo de sombras y dolor,
construyendo un endeble muro de naipes a mí alrededor para que nadie supiera con certeza
que era lo que me ocurría. Dejé que creyerais que lo que me dolía era la marcha de Jake,
cuando en realidad yo lo había sacado a patadas de nuestra vida. Me prohibí a mi misma
recordar a Chris, y me negué a olvidarle. Hasta el día que Victoria me llevó a la playa. A nuestra
playa. Yo no había vuelto allí, y cuando me di cuenta de donde estaba, fue demasiado tarde. Su
rostro, su voz, su presencia, incluso su olor me sacudió con fuerza, derrumbando mi endeble
muro y haciéndome caer en el insufrible dolor de su ausencia. Él había jurado que no
regresaría, y a mí no me quedaban fuerzas para seguir manteniéndome con vida. Así que
durante dos días me limité a esperar a que la muerte me consumiera.

  Mamá me miraba fijamente, recordando mis largos años de doloroso letargo. Su menuda
mano se aferró con desmedida fuerza a la mía. El dolor y el miedo se dibujaban en su rostro,
entremezclándose con la esperanza y la comprensión. Para ella, ahora, muchas cosas cobraban
sentido. A pesar de que aquello sonara a auténtica locura.

 -Dijiste que Chris volvió porque le dijeron que habías muerto.- Musitó mamá.

 -Así es mamá. Yo misma se lo hice creer, cuando dejé que el dolor se apoderara de mí. Como
os he dicho Chris es capaz de olerme y sentirme desde muchos kilómetros de distancia, y
además es capaz de meterse en la mente de las personas y averiguar lo que deseé. Ni tan
siquiera necesita estar cerca de ellas para leerles el pensamiento. Con haberse metido una vez
en sus cabezas ya es suficiente para que sea capaz de escucharlas desde la distancia. Las únicas
excepciones a ese don son los inmortales como él y yo. Y aun así, si se lo permito, si derrumbo
el muro que hay en mi mente, él puede leer mis pensamientos. Aquel día, cuando me
derrumbé en la playa, él me dejó de sentir. Ni siquiera sé dónde estaba, pero necesitó dos días
para llegar a mí.- Victoria abrió los ojos enormemente. Entendió que la distancia no era
impedimento para que Chris me sintiera.- Cuando duermo, Chris es capaz de meterse en mi
cabeza, aunque lo que oye está borroso y con enormes y negras lagunas. Siempre supo, que a
mi manera, estaba cumpliendo mi promesa de mantenerme con vida. Pero a partir de aquel
día ni me pudo sentir, ni me pudo escuchar. Vino corriendo a ver qué había ocurrido, con la
única intención, de llevarse mi cuerpo, si yo estaba muerta y hacerle creer a Lucian que él me
había matado, para que su hermano lo eliminara. Cuando estaba a punto de entrar en el
cementerio me volvió a escuchar. Oyó el deseo que pedí al soplar las velas de la tarta.

 -¿Y qué deseo pediste?- Preguntó Victoria.

 -Morir, Vic.- Miré a mamá, que tembló de miedo y de dolor.- Lo siento mamá, pero de verdad
que en aquel preciso instante, lo único que me apetecía, lo único que deseaba, era morir. Él
había jurado que no regresaría y yo no deseaba un segundo más de mi vida si no iba a estar él
en ella. Fue en ese preciso momento cuando decidió romper su juramento, y a pesar de seguir
creyendo que no sería capaz de permanecer cerca de mí sin hacerme daño, decidió
arriesgarse.

-¿Me quieres decir que te juegas la vida cuando estás con él?- Preguntó Victoria.
-Sí y no. Para mí no existe nada más peligroso que permanecer cerca de Chris, pero tampoco
existe un lugar más seguro. En su interior sigue existiendo el deseo de alimentarse de mí.-
Mamá tembló entre los brazos de Helia, nuevamente.- Veréis, mi olor le quema la garganta
como un enorme lanzallamas, cuando roza mi piel, siente mi calor golpeando su cuerpo como
una fuerte descarga eléctrica y cada vez que me besa, el hermoso y fantasmagórico gruñido
retumba en su diamantino pecho. Aun así, a pesar de todo eso, sé que jamás me hará daño por
la sencilla razón de que no lo soportaría. Catorce años atrás no creyó, ni él ni yo, que seriamos
capaces de permanecer cerca el uno del otro. Él no llevaba una vida de abstinencia que le
permitiera tener el autocontrol suficiente como para permanecer junto a mí sin temor a
herirme. Sin embargo, ahora, tras creerme muerta, es capaz de besarme, de dejar que me
duerma entre sus brazos, de tocarme y de permanecer junto a mí. Aunque hay momentos en
los que necesita espacio.

 -¿Cuál es el papel de Charles en toda esta historia?- Preguntó mamá.

 -Charles es un cazador. Jake le mandó para que me siguiera de cerca sin que yo sospechara
nada, a la espera del momento oportuno para entrar en acción. Se hizo pasar por un simple
humano, con una humana vida, para que yo no sospechara nada. De hecho, probablemente si
Chris no hubiera vuelto y me hubiera sacado de mi doloroso letargo no me habría dado cuenta
de nada. Ni el mismo Chris le pudo leer el pensamiento para darse cuenta que era un cazador.
Y su propósito, o el de Jake, es capturar a Victoria para que yo vaya en su busca y Chris en la
mía. Dos pájaros de un tiro.

 Victoria se estremeció ligeramente en el sillón, al comprender que su vida había estado en
peligro.

 -¿Por qué yo?- Preguntó, con la voz quebrada.

 -Porqué siento por ti lo mismo que sentí por Lucian, y lo mismo que dijiste que sentías por mí.
El irrefrenable deseo de que permanezcas junto a mí, como una hermana. Jake sabe que si te
hace algo, que si te captura, iré en tu busca. Y Charles le dijo que yo estaba fuera de combate.
Mandaron a un inmortal, un tal Hassan, para que te capturara. Su inmortal vida a cambio de
mi cabeza. Estaba aquí la primera vez que Chris se fue de caza. Te mentí Vic. No me dolía la
cabeza. Fue una excusa para poder salir por la ventana de mi dormitorio sin levantar tus
sospechas y averiguar qué demonios quería Hassan. Le ofrecí colaborar, pero se negó, así que
tuve que eliminarlo, no sin antes sacarle la información que necesitaba.

  -¿Y cómo se la sacaste?- Victoria sentía curiosidad, la curiosidad innata en lo humanos que
necesitan comprender que ocurre a su alrededor. Aunque lo que ocurra parezca una auténtica
locura.

 -Le mordí. Yo también puedo meterme en la cabeza de las personas, humanas o no, y leerles
el pensamiento. Lo he hecho en contadas ocasiones, y sólo cuando me he visto obligada. Pero
Jake le bloqueó los pensamientos a Hassan, de modo que cuando intenté meterme en su
cabeza, me topé con un muro. Así que me vi obligada a sonsacárselos de otro modo. Cuando
un morwin muerde a un humano y se bebe su sangre, se bebe, por decirlo así, sus recuerdos y
pensamientos. Yo hice lo propio con Hassan. Bebí un poco de su sangre, la suficiente para
averiguar lo que necesitaba sin que llegara a matarme.

 -¡A matarte!- Mamá se escandalizaba por momentos, o más bien se asustaba.

 -Sí mamá. Si bebo demasiada sangre de un inmortal, puedo morir.

 -¿Y a Charles? ¿También le has mordido?- Preguntó Victoria.

 -Sí. La diferencia es que la sangre de un humano no me mata. Todo lo contrario, me fortalece.
Al principio los recuerdos me golpean en la cabeza, pasan a mucha velocidad, como rápidos
fotogramas de una película muda. Al cabo de unas horas, siento una enorme fuerza.- Y esa
fuerza empezaba a brotar en mi interior.

 -¿O sea, que no es la primera vez que muerdes a un humano?- Esta vez fue Drake quien lo
preguntó.

 -No, no es la primera. Mordí una vez a Alice, el día que los eché de aquí. El efecto que causo
en ellos es que les borro los pensamientos que absorbo. No sé porqué.

  Me di cuenta de que todos me miraban extrañados. Yo era el bicho raro, para todos ellos.
Para mi madre y Victoria no era una simple humana, ni una hermana ni una hija. Era una
mestiza, alguien engendrado en una probeta que poseía una serie de cualidades inexplicables
para ellas. Para Drake, Keinan y Helia, era una especie de medio inmortal, con desmedida
fuerza y capaz de hacer cosas parecidas a las que ellos hacían sin llegar a ser una de ellos.
Efectivamente, en aquella habitación, el único bicho raro era yo.

 -Kara, deberías llamar a Chris.- Me dijo mi futuro suegro, clavándome en lo más profundo de
mi alma aquellos preciosos ojos jade.- Yo llamaré a Lucian.

 -Helia, yo…

 -Kara, Lucian deberá entenderlo. Tu decisión y la de Chris es permanecer juntos, y si alguien
quiere haceros daño, se lo hará a toda esta familia. Y Lucian forma parte de esta familia.

  -Está bien Helia. Llamaré a Chris. Pero quiero hablar con Lucian, por favor.- Pensé que tal vez
si era yo quien le explicaba mi decisión a Lucian, si era yo quien le decía que había decidido
vivir o morir junto a su hermano, él lo entendería. Pero sabía que eso era una vana posibilidad.
En el fondo de mi pecho, mi corazón se estremeció levemente de dolor, del dolor que le
causaría a mi futuro cuñado y a mi hermano del alma.

 -Como quieras, Kara.- Musitó Helia, mientras seguía abrazado a mi madre.

 Cerré los ojos, y tras mis cansados párpados vi la imagen de mi inmortal amor, de ese bello y
esplendoroso ángel de la destrucción. Vi sus cabellos dorados cuales campos de trigos al sol,
suaves como la angora. Sus oceánicos ojos lapislázuli, que me miraban con amor desmedido y
devoción infinita. Su fría y pálida piel, como un hermoso páramo helado. Y su impresionante y
escultural cuerpo, tan parecido al de una hermosa estatua griega. Todo vino a mí, hasta su
olor; su dulce y varonil efluvio me cosquilleó en la garganta.
Lentamente derrumbé el muro de mi mente y le busqué, allá donde estuviera. Dejé que su
inmortal presencia me guiara y sentí como entraba en su eterna mente.

 Jamás creí ver algo como lo que vi. Todo estaba bañado por una irreal y preciosa luz azul, una
hermosa e ilusoria neblina, casi del mismo color que sus ojos. Diminutos destellos de blanca y
radiante luz se dispersaban entre ese hermoso color, salpicándolo como pequeños copos de
nieve cayendo sobre un océano congelado. Y entonces vi su rostro, el rostro de ese monstruo
que él aseguraba ser, pero que yo sabía que no era.

  Su piel seguía siendo nívea, gélida incluso al inexistente contacto. Me estremecí, de puro
placer. Pero sus ojos no eran azules, no se parecían en nada a esos espectaculares zafiros que
él poseía. Eran infernalmente rojos, como los fuegos del averno, castigados y dolidos por lo
que él era. Tras sus carnosos, duros y deliciosos labios asomaban unos perfectos y letales
colmillos, sublimes cuáles perlas asesinas bañadas bajo la luz de una hermosa luna llena.

 Y en mitad de todo aquello, en la lejanía, irreal y efímera, rodeada por una especie de aura
rojo carmesí, observándolo completamente embelesada, me vi a mi misma. Mi hermoso ángel
de la destrucción, se había convertido en un letal ángel cazador. Estaba contemplando cómo
se alimentaba.

 Sentí paz, cuando una de esas diminutas luces blancas fue capturada por él. Sentí tormento y
dolor, cuando esa luz supo que ese era su fin, alimentar a mi amado ser. Sentí sufrimiento, el
de él, por ser lo que era, por no poder evitar serlo. Nuevamente, temblé, esta vez de dolor.

 Y de pronto él se percató de mi presencia.

 -¿Kara?- Su melódica voz acarició mi mente como acariciaba mis oídos cuando hablaba en voz
alta. Otro placentero temblor sacudió mi cuerpo.

 -Hola mi amor.- Traté de sonar dulce y tranquila.

 -¿Qué ocurre?-   La angustia en su voz me hizo estremecer, nuevamente.

  -Deberías volver. Hemos descubierto quien es el cazador.- Un espectral y fantasmagórico
rugido sonó en mi mente. Sabía lo que ese aterrador sonido significaba.- No te preocupes mi
amor. Estoy bien.

 -En diez horas estamos ahí.- De repente toda esa hermosa bruma azul despareció, y su lugar lo ocupó
un inacabable océano de encolerizadas llamas. Estaba furioso.- Dile a Drake y a Keinan que estén
alerta. Y no hagas tonterias Kara.
   -Chris…- Traté de calmarlo, pero fue inútil. Sentí como su furia aumentaba ante mi
interrupción. Las llamas se extendieron aun más. Como un gigantesco averno.

 -Kara, sin tonterias. Estoy ahí en diez horas.- Su voz había dejado de ser melódica, pero aun así, a pesar
de parecer el rugido de un apocalíptico fantasma, furiosa y terrorífica, me pareció hermosa,
como todo él.- Te amo.- Musitó.
-Y yo a ti. Tened cuidado, por favor.- Y despareció. Sólo quedo un inmenso hueco, oscuro,
vacío, inerte y doloroso. El que él dejaba en su ausencia.

  Al tiempo que abría mis ambarinos ojos, levanté el muro en mi mente, ese muro que le
impedía saber que era lo que yo pensaba. Y entonces vi como mi familia, esa formada por
humanos e inmortales seres, me observaba completamente anonadada. Fruncí el ceño.

  -¿Por qué me miráis así?- No entendía esas miradas confusas y asombradas. Victoria sacudió
la cabeza antes de hablar, como si tratara de asimilar algo que había visto.

 -Lo hemos oído.- Musitó, todavía algo conmocionada.

 -¿El qué?

  -Tu conversación con Chris.- Se frotó las sienes, como si le doliera la cabeza, y suspiró.- Hoy
he visto y oído cosas muy raras Kara, pero nada comparado con esto. Casi he podido sentir su
furia cuando le has dicho que sabías quién era el cazador. Y lo más extraño es que lo he oído
todo en mi mente.- Fruncí el ceño de nuevo. No entendía que había pasado.

 -Voy a llamar a Lucian.- Dijo mi futuro suegro, interrumpiendo a Victoria, quitándole hierro al
asunto.

 -Helia…- No me dejó terminar de hablar.

 -Sólo voy a marcar el número. Dejaré que tú hables con él.- Suspiré ante la incertidumbre que
me provocaba tener que hablar con ese inmortal y hermoso ser, que era hermano de sangre
de mi único amor.

  Helia marcó a una velocidad inhumana el número de teléfono. Mis sentidos de cazadora
todavía estaban despiertos y pude memorizar rápidamente los dígitos, a pesar de que parecía
que los dedos de Helia no se movían sobre las teclas. Me pasó el teléfono, y al tercer tono, su
bella voz me respondió.




                                     ESTRELLAS
 -Hola Helia.- Seguía poseyendo aquel cantarín timbre de voz, bello, pero nada comparable al
de Chris.- ¿Ha ocurrido algo?

 Tomé aire. Aspiré una gran bocanada, y traté de templar mis crispados nervios. Fue inútil.

 -Hola Lucian. Soy yo.- Mi voz sonó quebrada, rota por el dolor que sabía que le iba a causar.

 -¿Kara? ¿Eres tú?- En aquel hermoso timbre de voz sentí su angustia y su sorpresa, su
emoción y su desconcierto.
-Sí, soy yo.- Y tomé otra enorme bocanada de aire. Siguió sin servir de nada.

  -¿Qué sucede, Kara?- Sentí como se me erizaba el vello del cuerpo, cuando a través del
auricular escuché rugir su sempiterno pecho.

 -Verás Lucian, es un poco complicado. No creo que lo debamos hablar por teléfono.

 -Voy de camino.- Y oí como el viento golpeaba el auricular. Había echado a correr.- Hazme un
resumen, por favor.

 -Lucian…

 -¡Maldita sea, Kara, haz un resumen!- Bramó. En eso se parecía a su hermano, siempre dando
órdenes.

 -Jake le ha puesto precio a mi cabeza. Pretende atraparme para así poder capturar a Chris y
eliminarnos a los dos.- Oí como el rugido se volvía más feroz. El viento golpeó con más fuerza
el auricular. Estaba segura de que sus pies apenas tocarían el suelo.

 -¿Dónde está Chris?- Preguntó. Su voz, al igual que la de su hermano, había dejado de ser
dulce y bella para transformarse en algo grotesco y aterrador.

  -Viene de camino. Hay algo más que deberías saber, Lucian.- Y la voz se me quebró,
nuevamente.

 -¿Qué?- Su voz se tornó un poco más seca y dura, como si supiera lo que le iba a decir.

  -Estoy prometida a tu hermano. Lo siento.- Musité. Y nuestra conversación acabó. Lucian
colgó el teléfono, pero antes pude oír como su inmortal pecho rugía. Esta vez, de dolor.

 Helia cogió el teléfono, mientras por mis pálidas mejillas corrían dos saladas lágrimas. Gotas
de tormento, de sufrimiento, de desesperación, de todo eso que sabía que le había causado a
Lucian con mis dos últimas frases.

 Me sentí como un monstruo, un asqueroso monstruo que sólo le causaba daño a la gente que
amaba. Yo quería a Lucian, le necesitaba, pero también sabía que no podía corresponder sus
sentimientos, a esos que él aseguraba que tenía por mí.

  Yo era un monstruo, condenada a amar a un inmortal ser, castigada por el dolor que
provocaba en aquellos que me rodeaban. Durante una milésima de segundo me detesté, me
odié y me di asco a mí misma.

 Unas frías manos, duras y fibrosas, tomaron las mías. Tras mis ahogados ojos vi el bello rostro
de Drake, su rojiza piel y sus preciosos ojos color ceniza fijos en los míos. Sólo musitó dos
palabras. Dos palabras que yo no creía que jamás pudieran ser verdad.

 -Lo entenderá.

 No respondí. Me limité a tratar de reprimir ese dolor que sentía en mi interior y a no dejar
que el muro de mi mente se cayera. Sabía que a pesar de todo, Chris estaría tratando de
averiguar qué pasaba por mi cabeza.
Y entonces observé como mamá dibujaba la preocupación en su rostro. Drake giró la cabeza y
la miró. Eso fue la confirmación a mis sospechas. Él era capaz de sentir las emociones de los
demás como suyas propias.

 -¿Qué pasa mamá?

 -Has dicho que Jake hará cualquier cosa por atraparte, ¿no?- Asentí y mamá tomó aire.- Su
primera opción es Victoria.- Nuevamente asentí.- Y la segunda, supongo que yo.- Helia apretó
suavemente su hombro. Ella estaba a salvo junto a él. Mamá le miró con dulzura y él dibujo
una hermosa sonrisa en su adónico rostro.- ¿Y la tercera?

 Entonces me di cuenta. No había caído hasta ese momento, no me había dado cuenta de que
en esa casa faltaba un miembro de mi familia, alguien con quien no me llevaba demasiado
bien, pero que no se merecía pasar por lo que Jake quería hacerle sufrir.

   -¡Mierda!- Grité al tiempo que me ponía en pie de un salto. Keinan saltó por encima del
inmenso sofá, como si saltara un minúsculo charco y se puso a mi lado. Me miró a los ojos
fijamente y supe ver en ellos su callada pregunta.- Trizia. No había pensado en ella. Hay que ir
a buscarla.

 -Kara… -Musitó Keinan.

 -Ni se te ocurra decirlo. Voy a buscar a mi prima.- Y la cazadora volvió a salir a la luz. Mis ojos
se tornaron negros cuál lúgubre noche, mi piel se volvió dura como el mármol y mis huesos se
tornaron de diamante. Mis músculos se tensaron y gruñí. Victoria tembló de miedo.

 -Vamos contigo.- Dijo Drake a mis espaldas.

 -No.- Ordené, fría y tajantemente. Mi mente trabajaba a velocidades vertiginosas, tratando
de averiguar la mejor forma de ordenar aquel caos en que se estaba convirtiendo mi vida y la
de los que me rodeaban.- Tú y Helia quedaros con Vic y mamá. Iremos Keinan y yo.- Y sin
dejarme terminar la frase, el hermano favorito de mi inmortal amor se plantó ante la puerta,
con las llaves del coche en la mano.

  -Yo conduzco.- Espetó, con un gruñido de fondo en su pecho. Los cimientos de la casa
temblaron. Keinan estaba furioso. Y ansioso. La tensión de una guerra que no acababa de
estallar y de la que no se sabía cómo iba a terminar.

 Salimos disparados, a una velocidad totalmente inhumana para ninguno de los dos. Keinan
conducía a una velocidad más que temeraria, y a pesar de estar a más de quince minutos de
casa de Trizia, llegamos en apenas cinco minutos escasos.

  -Espérame en el coche.- Le ordené. No sirvió de nada. Ya había bajado y estaba frente la
puerta de casa de Trizia. Suspiré. No iba a ponerme a discutir con él. Trizia era nuestra
prioridad. Puede que no nos hubiéramos llevado bien durante años, pero el recuerdo de lo que
Jake quería hacer con aquellas persona allegadas a mí, simplemente para darnos caza, era algo
que ni ella ni nadie se merecía.

 Llamé a la puerta y a los pocos segundos mi prima me abrió la puerta.
-Hola Kara.- Me dijo sonriente.- ¿Qué haces aquí?- No vio a Keinan, que se había escondido
tras una columna.

 -¿Puedo pasar?- Dije seriamente, cortantemente.

 -Sí, claro.- Y abrió la puerta de par en par. Entonces, como si fuera una exhalación, un huracán
tempestuoso y feroz, Keinan salió de su escondite y entró en la casa. Siempre haciendo su
papel de guardián. Trizia me miró asustada, y antes de que dijera algo, la calmé.

 -No te preocupes, viene conmigo. Es un amigo.- Un inmortal amigo de descomunal fuerza y
eterna presencia.- Pensé.

 -Despejado. –Oí que decía desde el interior de la casa.

 Entré y cerré la puerta tras de mí.

 -Kara, ¿me quieres explicar qué demonios pasa y quién es este?- Dijo señalando a Keinan con
un dedo. Él gruñó, pero sólo yo le pude oír.

 -Es Keinan, uno de los hermanos de Chris. Estás en peligro Trizia.

 -¿Qué?- La incredulidad era más que palpable en su rostro, con sus ojos abiertos como platos
mirándome fijamente, como si me hubiera vuelto loca o algo parecido.

 -Jake está planeando volver, y está furioso conmigo.

  -¿Y eso que tiene que ver conmigo? A mí nunca me cayó bien. Siempre sospeché que
ocultaba algo.

 -Y es cierto Trizia. Pero ahora no te lo puedo explicar. Coge algo de ropa. Te vienes con
nosotros.

 -Pero Kara…

 -Maldita sea Trizia, obedece a tu prima.- Gritó Keinan, realmente furioso. Le miré frunciendo
el ceño. ¿A qué demonios venía esa reacción? Pero fuera por lo que fuera, sirvió. Trizia fue a su
dormitorio y tras unos escasos cinco minutos salió con una enorme maleta.

 -¿Es necesario que cojas tanta ropa?- Le reproché. Nunca entendería su pasión por la moda.
Para mí no tenía sentido. Mi prima no me contestó, se limitó a fulminarme con la mirada.

   -Nos vamos.- Ordenó Keinan, mientras abría la puerta y escudriñaba el rellano para
asegurarse que no hubiera nadie esperándonos. Trizia salió tras él, y yo cerré la puerta de un
portazo. A mi prima le costaba arrastrar la maleta, debido a la enorme cantidad de “trapitos”
que había metido en ella.- Dame eso, yo lo llevaré.- Dijo Keinan al tiempo que cogía la maleta
con una sola mano, como si no pesara ni un solo gramo. Trizia dejó ver el asombro en su rostro
y luego me miró. Pero con mi mirada le insté a callar y a obedecer.

  En otros escasísimos cinco minutos llegamos a casa de Chris, a mi casa, a mi nuevo hogar.
Keinan entró primero, con la pesada maleta de Trizia colgando de su mano como si fuera un
insignificante folio. La soltó de golpe sobre el suelo de parqué.
-¡EH! Un poco de cuidado.- Le increpó mi prima. Keinan se giró y clavo sus bellos ojos azul
claro en Trizia. Su mirada me resultó extraña. Como si quisiera decirle algo pero no se
atreviera. Como si tuviera miedo a la reacción de mi prima. Eso sí que no tenía sentido para mí.

 Trizia se sentó en el sofá, junto a mi madre. Ésta le tomó la mano y se la estrechó levemente.
Mamá quería a Trizia. Ella era su otra hija, esa de la que se había tenido que hacer cargo tras la
muerte de su hermano y su esposa.

 -¿Me lo cuentas ahora?- Dijo Trizia. Y Keinan gruñó a mis espaldas. Le fulminé con la mirada y
él agachó la cabeza, avergonzado nuevamente. Otra reacción sin explicación para mí. Pero
cuando me disponía a contarle toda la verdad sobre mi vida, mi existencia y todo aquello que
nos rodeaba en esos precisos y caóticos instantes, Keinan me interrumpió.

  -Creo que es mejor que lo dejéis para mañana.- Su voz volvía a ser suave, parecida al
terciopelo. Me giré y le observé, pero él no me miraba a mí, sus ojos seguían posados en
Trizia.- Tanto tu madre, como Vic y Trizia parecen cansadas. Sería conveniente que
descansarán y recobrarán fuerza. A demás, en unas horas llegan Chris y Lucian, y es una
pérdida de tiempo que expliques lo mismo dos veces. Creo que es mejor que descansen.

 -Sí, yo también pienso que es lo mejor.- Añadió Helia, sin dejar que me involucrara en aquella
conversación.- Tienes cara de agotada.- Le dijo a mamá, que tembló al oír su voz. Me pregunté
cuántas veces había hecho yo lo mismo al escuchar la dulce melodía que era la voz de mi
inmortal amor.

 -Así es. Estoy agotada. Han sido demasiadas emociones para una sola noche.- Le respondió.

   -Ven, puedes dormir en mi habitación.- Dijo ofreciéndole sus manos para que ella se
levantara. Mi madre seguía perdida en aquel precioso bosque de bambú que eran los ojos de
Helia. Perdida en la inmensidad de su inmortal y arrebatadora presencia. Helia pasó unos de
sus musculosos brazos alrededor de la cintura de mamá, que nuevamente tembló.

 -¿Vas a dormir conmigo?- Preguntó en un susurro de voz inaudible para Trizia y para Victoria,
mientras subían las escaleras.

 -Nosotros no dormimos. Pero permaneceré junto a ti, cuidándote, mientras descansas.- Y ya
no quise escuchar más, así que enterré a la cazadora y dejé sólo a la humana.

 -Vamos.- Les dije a Victoria y a Trizia, que se pusieron en pie de inmediato.- Vic, tú podrías
dormir en el dormitorio que es de Chris, conmigo y Trizia en el que hay libre.

   -No.- Me volvió a interrumpir Keinan. Le fulminé con la mirada y se explicó.- Chris le ha
puesto mucho empeño a ese dormitorio, prácticamente no nos deja entrar a ninguno, porque
si no, no huele a tí. Es mejor que Victoria descanse en la habitación de invitados.

 -¿Y Trizia?- Pregunté. Tenía la sensación de que Keinan me ocultaba algo.

 -Puede descansar en mi dormitorio.

 -¿Qué? Yo no voy a dormir con un desconocido. –Dijo mi prima con los ojos, nuevamente,
abiertos como platos.
-Yo no voy a dormir contigo.- Dijo poniendo cara de sorprendido.- Descansaré con Drake en
su dormitorio.- Y sin mediar ninguna palabra más, cogió la enorme maleta de Trizia con una de
sus grandes manos y enfiló las escaleras.

  No entendía a que venían aquellas reacciones de Keinan, enfadándose, avergonzándose, y
escondiendo algo que yo no lograba descubrir. Era extraño su comportamiento. Desde que
habíamos llegado a casa de mi prima se comportaba de una forma rara. Pero no quise darle
más vueltas a la cabeza. Ya tenía bastantes preocupaciones como para encargarme también de
los cambios de humor de Keinan.

  Acompañé a Victoria a la habitación, que mi hermoso ángel había reservado para su
hermano. Para ese hermano que parecía dispuesto a acabar con su eterna existencia, si yo
sufría el más mínimo rasguño, o si me transformaba en lo que ellos eran. Chris había reservado
un dormitorio para Lucian con la vana esperanza por mi parte, de que entre ellos dos se
acabaran las disputas y las peleas por mi culpa. Yo amaba a Chris, más allá de mi propia vida o
de mi propia muerte, pero también quería a Lucian, y le necesitaba. Yo sentía que él era mi
hermano.

  Aquel dormitorio, como los demás restantes de la casa, era hermoso, de suelos de madera,
de blancas paredes y muebles de exquisita belleza. Se me encogió levemente el corazón
cuando pensé que, tal vez, Lucian jamás ocuparía esa habitación por voluntad propia, si no por
necesidad y obligación. Necesitábamos su ayuda y él se sentiría obligado a prestárnosla. ¿Pero
qué ocurriría cuando aquella guerra, que parecía no acabar a través de los siglos, concluyera?
¿Comenzaría otra entre él y su hermano? ¿Debería enfrentarme al dilema de tener que
escoger entre uno de los dos? Fuera como fuere, mi decisión estaba tomada desde el preciso
instante en que conocí a Chris. Sin él, mi vida, mi existencia no tenían sentido. Chris era mi
mundo, mi universo, mi sol, mi hermoso ángel, mi bello y letal amor, mi potencial asesino, mi
todo. Lucian sólo era un complemento a mi vida, un complemento importante, pero sólo eso.
Sin Lucian, mi vida tenía sentido. Sin Chris, no tenía razón de ser.

  -Bueno Vic, te dejo descansar.- Le dije, cuando instaló las pocas cosas que había traído de
casa en aquel bonito dormitorio. Vi que en sus ojos se seguía dibujando el miedo y la
incomprensión, algo normal por su parte, después de todo lo que había vivido y escuchado
aquella noche.- Siento que te veas envuelta en todo esto.

  No me respondió. Se quedó callada, mirando con los ojos bien abiertos. Sabía que necesitaría
tiempo para asimilar todo lo que ocurría a su alrededor, así que preferí dejarla sola e ir a ver a
Trizia, que también tendría un millón de preguntas rondándole en la cabeza.

  Golpeé dos veces la puerta del dormitorio de Keinan con los nudillos, y oí como mi prima me
instaba a pasar. Abrí la puerta y vi que estaba con la maleta abierta sacando de dentro un
bonito camisón de raso negro, largo hasta los pies, con su bata a juego. Sonreí. En mitad de
aquella locura, Trizia se preocupaba por estar radiante incluso para dormir.

  -¿Estás bien, Triz?- Le pregunté en el tono de voz más suave que pude. Ella y yo nunca
habíamos sido grandes amigas, de hecho, durante años apenas nos habíamos hablado, y si lo
habíamos hecho, habíamos acabado discutiendo.
-La verdad es que no, Kara. Pero ese amigo tuyo grandote tiene razón. Estoy cansada, y
necesito tener la mente despejada para asimilar lo que demonios sea que me tienes que
contar. No sé porqué, pero deduzco que va a ser algo importante.- Dijo mientras iba al baño
que había en esa misma habitación y se cambiaba.

 -Tienes razón. Es importante.- Parecía que Triz tuviera un sexto sentido que, hasta ese
momento, yo ignoraba que tenía.

  Y justo en el preciso instante en que Trizia salía del baño con su bonito camisón puesto,
Keinan entró en el dormitorio. Se quedó quieto, paralizado como una hermosa e imponente
estatua de un dios griego, con sus ojos fijos en Trizia y con su eterno pecho rugiendo
levemente.

  -¿A ti no te han enseñado a llamar a la puerta?- Le increpó mi prima, con un bonito color
sonrosado en sus mejillas.

 -Disculpa.- Musitó Keinan, agachando la cabeza, abochornado nuevamente.- Se me olvidaba
una cosa.- Y en dos enorme zancadas se plantó al lado de la cama, y de la mesilla de noche
sacó una bonita caja de madera noble, finamente tallada. Jamás había visto esa caja, pero era
hermosa y antigua. Se dio la vuelta, y tal como había entrado, salió, musitando un inaudible
“buenas noches”.

 -¿Qué demonios le pasa a ese? –Me preguntó Trizia furiosa.

 -No tengo ni idea.- Y era cierto, el comportamiento de Keinan no tenía explicación para mí.
Era como si todo ese optimismo que le rodeaba hubiera desaparecido.- Pero no te preocupes,
es un buen tipo.- Con una fuerza extraordinaria y una inmortal vida, pensé.- Que descanses.- Y
salí, dejándola sola con su millón de preguntas rondándole por la cabeza.

  Fui a nuestro dormitorio, a esos aposentos que él había preparado para los dos, a ese
dormitorio que sería nuestro cuando me convirtiera en su esposa en unas semanas. Y me
sobrecogí. Hasta ese momento no me había dado cuenta del enorme parecido que guardaban
con su persona. El blanco de las paredes me recordó a su nívea piel, la litografía sobre el
cabezal de la cama a sus encolerizados ojos carmesí, el resplandeciente cabezal de brillantes
rosas plata, a su deslumbrante sonrisa. Y aquel dormitorio olía a él, todo estaba impregnado
de su sutil y varonil efluvio, con hermosas notas de sándalo y cítricos en el ambiente. Una
cristalina lágrima se escapó de mis ambarinos ojos, cuando sentí el enorme vacío que él dejaba
en su ausencia. Ese enorme vacío, frío e inerte que había dejado a lo largo de catorce años.

  Salí de aquel precioso dormitorio. No me apetecía dormir en una cama impregnada de su
aroma en la que no estuviera él. Me había acostumbrado a dormir entre sus brazos, prisionera
en aquella sublime y peligrosa prisión que era su perfecto y frío abrazo inmortal, recostada en
su duro y sempiterno pecho. Además, la sangre de Charles, esa que le había succionado para
averiguar lo que ocultaban sus pensamientos, seguía martilleando en mis venas, y seguía
sintiendo una desmedida fuerza recorriendo mis músculos y mis huesos. Salí al porche y a
través de las enormes copas de los árboles, vi un hermoso y despajado cielo poblado de miles
de millones de estrellas. Saqué a la cazadora y de un enorme salto me planté en el tejado. Me
tumbé allí, con las manos en mi nuca, y la mirada perdida en aquella preciosa noche.
Ante mí había un maravilloso firmamento repleto de tintineantes estrellas, que se agrupaban
formando bellas constelaciones, en prefecta armonía con el resto del universo, formando un
todo, al que yo no sentía que pertenecía. La Osa Mayor, Casiopea, la Osa Menor, el cinturón de
Orión, Pegaso, todas brillaban ante mí, como nimios diamantes engastados en una hermoso y
oscuro manto que me arropaba. Pero yo sentía que estaba todo vacío y frío, inerte y carente
de vida, como era mi existencia sin Chris.

 -¿Puedo sentarme contigo?- La hermosa voz que pertenecía a Drake, acarició mis oídos, pero
no me hizo estremecer. Ese poder sólo lo poseía Chris.

 -Por supuesto.- Dije sin apartar mi mirada de aquel sublime cosmos que tenía ante mí.

  Sigiloso como el fantasma que parecía ser, se acercó a mí y se sentó a mi lado, sin hacer el
más mínimo ruido, como si flotara en el aire. Giré levemente mi cabeza y vi su rojiza piel bajo
la luz de la menguante luna, sus ojos ceniza mirándome, y su calmada presencia arropándome.
Lo cierto era que Drake me tranquilizaba. Tal vez fuera porque él nunca perdía los nervios, ese
temple de acero que parecía poseer me sosegaba, aunque no del todo. Mi tranquilidad sólo
era absoluta cuando me encontraba al lado del único hombre que yo amaba y que amaría
hasta más allá del fin de los tiempos; al lado de Chris.

 -¿Por qué estás apesadumbrada?- Me preguntó dulcemente.

 -¿De verdad quieres saberlo?- Pensé que creería que yo estaba loca si le contaba lo que en
esos momentos pasaba por mi mente.

 -Eres mi hermana, Kara, claro que quiero saberlo.- Y se tumbó junto a mí, estirando su fibroso
cuerpo sobre el tejado.

 -¿Tu hermana?- Respondí, ladeando mi cabeza y mirándole a los ojos.

 -Sí, mi hermana, al igual que Olimpia. Si decides permanecer al lado de Chris como su pareja y
como su esposa, entonces eres mi hermana. Cuéntamelo, Kara. Sé que estás triste por algo, y
no es sólo porque Chris esté de caza. Recuerda que soy capaz de percibir las emociones de los
demás como si fueran mías.

  -Está bien.- Dije al tiempo que suspiraba.- Pero no pienses que me estoy volviendo loca.-
Dibujó una bonita sonrisa blanca en su rostro al tiempo que negaba con la cabeza.- Mi abuela,
la madre de mi madre, me contó una vez una bonita leyenda.

  »Al principio de los tiempos, cuando el mundo comenzó a ser mundo y el universo apenas
estaba formado, el cielo no era más que una enorme laguna oscura y fría, sin nada más que un
gigantesco vacío en él. No había estrellas, ni cometas. Sólo una inmensa nada.

 »El cielo comenzó a poblarse de diminutas y centelleantes estrellas, agrupadas en hermosas
constelaciones a medida que los hombres y mujeres de este planeta fallecían y sus almas
ocupaban su lugar en el cosmos, sintonizadas en perfecta armonía entre ellas, iluminando a los
que dejaban atrás, protegiéndoles y velando por ellos desde lo más alto del firmamento.
-Mi abuela es una de esas estrellas, que me guía y me cuida, desde ahí arriba.- Dije mientras
señalaba con uno de mis finos dedos aquellas estrellas.

 -¿Y qué tiene que ver esa bonita historia con tu estado de ánimo?

  -Chris tiene la teoría de que él está condenado al infierno por los pecados que ha cometido,
aunque no crea en Dios, si cree que nunca entrará en el cielo, que jamás será, si algún día deja
de existir, la más hermosa estrella que pudiera habitar el cosmos. Pero sí piensa que yo seré
una de ellas, la más preciosa de ellas, según él.- Miré a Drake a los ojos. Me observaba sin
llegar a entender que era lo que le quería decir.- Y yo no quiero estar en un lugar en el que él
no pueda estar. No quiero ser una estrella si él no va a estar conmigo.- Y una cristalina lágrima
se escapó de mis bellos ojos ámbar, al recordar el enorme vacío que había dejado durante los
catorce años que él no había estado conmigo.

 Drake me miró dulcemente, tiernamente, como un hermano mira a una hermana, cuando no
sabe cómo consolar su pena y su dolor. Y supe que buscaba en lo más profundo de su inmortal
ser una respuesta que aliviara mi pesadumbre. Y como siempre, encontró la frase adecuada.

  -Vuestro destino es permanecer juntos, más allá de una vida mortal o de una existencia
inmortal. Si algún día tú formas parte de ese cielo, seguro que él estará a tu lado. Seréis las dos
estrellas más hermosas y brillantes que haya en todo el cielo.- Y se levantó, sigiloso,
dejándome sola con mis pensamientos.

 Recorrí las constelaciones con mis ojos, sus formas con mis finos dedos, su existencia con mis
pensamientos. Y otra lágrima escapó de mis ojos, corriendo callada por mis mejillas, ahogando
mi pesar en ella. Si él no iba a estar conmigo, yo no quería ser una estrella.




                                     CONFUSIÓN
  Pasé casi toda la noche en el tejado, perdida en la inmensidad de aquel hermoso firmamento
y en la profundidad de mis pensamientos y de mi dolor. Pensaba en qué ocurriría cuando
Lucian y Chris se encontraran, en el dolor que uno de ellos sufriría, en ese tormento que mis
decisiones y sentimientos le provocarían. Y su dolor fue mío, porque no quería que ninguno de
los dos sufriera, no deseaba más luchas ni más tensiones. Sólo ansiaba la paz, una tranquila
vida al lado de mi único amor y de su familia que ahora era la mía.

  Casi al amanecer bajé a nuestro dormitorio. Aspiré una fuerte bocanada de aire, dejando que
su sutil y varonil aroma, que todavía persistía en el aire, inundara mis pulmones y me sosegara
levemente. Habían pasado siete horas desde que había llamado a Chris. Las tres horas que me
faltaban se me harían eternas. Porque cada segundo sin él era una inmensa eternidad, fría y
yerma. Él era mi única razón de existir.
Me di una ducha, dejando que el agua casi ardiente le diera calor a mi helado cuerpo. Y ese
frío no era debido a que había pasado la noche en el tejado. Me vestí con unos vaqueros y una
camiseta de algodón azul, del mismo color que sus oceánicos ojos, y bajé a la cocina. Allí me
encontré con Keinan, que tenía una copa de metal entre las manos y bebía su contenido. No
necesité preguntar qué era lo que bebía, ya que el olor a óxido y azúcar empapó mis fosas
nasales. Keinan estaba calmando su sed.

 -Buenos días.- Dije con mi voz más melódica. Keinan se terminó el contenido de la copa antes
de darse la vuelta y mirarme a los ojos. Todo su optimismo había desaparecido, y en su lugar
había una nueva expresión que yo no sabía a que era debida.

 -Hola Kara.- Y enjuagó la copa bajo el chorro de agua caliente.

 -Keinan…- dudé durante unos instantes si preguntar o no, pero lo hice.- ¿Qué te ocurre? Estás
muy raro desde ayer por la noche.

 -Nada.- El timbre de su voz denotaba que mentía.

 -¿Y si es nada, por qué estás bebiendo?

 -Hay muchos humanos en esta casa.- Sus ojos me esquivaban, y eso significaba que ocultaba
algo. Me planté frente a él y le cogí por la barbilla, obligándole a mirarme. Alcé las cejas y no
necesité pronunciar la pregunta.- No quiero perder el control.

 -Hace más de ciento cincuenta años que no lo pierdes, y has estado rodeado de miles de
humanos, así que no me mientas. ¿Qué te ocurre?

  -Nada.- Dijo apartando sus claros ojos de los míos y liberándose de mi mano.- Deja de
preocuparte por mí. Hay cosas más importantes a las que dedicar tus energías Kara.

 -¿Así que te ocurre algo?

 -Tu madre está bajando las escaleras, y Trizia ya se ha despertado.- Y salió de la cocina, sin
dejarme que le dijera nada más. No me gustaba ver a Keinan así. Él era uno de mis nuevos
hermanos preferidos. Así como Drake me aportaba calma, Keinan me infundía optimismo. Y
era como si de pronto toda esa fuerza y energía hubieran desaparecido de él. Era, como si por
primera vez en sus doscientos años, deseara no ser lo que era y se lamentara por no poder
dejar de serlo.

 Mamá entró en la cocina, con una enorme sonrisa en su rostro y una increíble luz en sus ojos.
Estaba llena de vida, más llena de lo que jamás había estado.

 -Buenos días hija.- Dijo al tiempo que me daba un enorme abrazo y dos besos en mis mejillas.
Sonreí.

  -Hola mamá. Veo que sí que son buenos días.- Y las mejillas de mi madre se prendieron
fuego.- ¿Ha ocurrido algo que yo deba saber?- Y torcí el gesto, haciendo una mueca pícara.
-Ni que debas ni que no debas saber.- La voz de Helia acarició mis oídos. Estaba plantado
frente al umbral de la puerta, y la más hermosa de las sonrisas se cincelaba en su prefecto
rostro de mármol.- Buenos días, hija.- Murmuró.

 -Buenos días.- Y dejé que él también me diera dos besos, como cualquier padre se los daría a
su hija. Sonreí.

  -¿Tu prima se ha levantado ya?- Preguntó mamá, mientras volvía al círculo que había
formado los brazos de Helia.

 -No ha bajado todavía, pero ya está despierta. No tardará en bajar.

 -¿Preparada para decirle la verdad?

 -Lo haré cuando llegué Chris, mamá. Keinan tiene razón. Es mejor contarlo todo de una vez.

 -¿Y Victoria?- Preguntó Helia esta vez.

 -Durmiendo.- Dijo Drake desde el umbral de la puerta. Entraba en ese momento en la cocina.
Puso una mano sobre el hombro de su padre y nos saludó a mi madre y a mí.

 -¿La has estado vigilando?- Le pregunté cuando se detuvo a mi lado, apoyándose sobre el
banco.

 -No. Se despertó a media noche y bajó a la biblioteca. Yo estaba allí. Estuvimos hablando un
buen rato.

 -¿Hablando? ¿De qué?

  -De todo un poco, pero principalmente de ti.- Fruncí el ceño.- Dale tiempo, Kara. Sólo está
tratando de asimilar todo esto. Ella no tiene a alguien en quien confiar ciegamente.- Y sus
bonitos ojos se clavaron en mi madre y su padre. Era cierto, Vic no tenía alguien a su lado a
quien entregarle su vida o su muerte incondicionalmente.

 -Buenos días.- Trizia acababa de entrar en la cocina.- Hola, tía.- Dijo mientras la abrazaba.

 -Hola hija, ¿qué tal has descansado?

 -Bien, tía, gracias. Lo cierto es que a pesar de todo,- y eso lo dijo mirándome a mí,- he podido
dormir. Esa cama es muy confortable.- Sus ojos seguían fijos en mi rostro.- ¿Me lo cuentas
ahora?- Exigió al final.

 -¿Qué os parece si primero desayunáis? No me apetece que Chris insinúe que no te cuidamos
como es debido.- Dijo Drake mientras me miraba.- Te ayudaré.

  Le miré arrugando la frente de nuevo. ¿También sabía cocinar? Si era así, se estaba
convirtiendo en una extraña costumbre, ver a mi inmortal nueva familia preparando comida
humana cuando no lo necesitaban.
Efectivamente, él también había aprendido. Sacó huevos y jamón del frigorífico, mientras mi
madre y Trizia ponían la mesa en el salón. Las dos entraban y salían de la cocina, por lo tanto,
la conversación que mantuve con Drake fue un tanto peculiar.

 No me puedo creer que tú también hayas aprendido a cocinar.- Estaba a mí lado, así que
podía reflejar mis pensamientos en su cabeza.

  -Simple atrezo, Kara.- Musitó casi sin mover los labios. Ningún humano se hubiera dado
cuenta de que había hablado.

 Esto se está convirtiendo en una extraña costumbre, Drake.- Dije mientras cortaba el pan para
meterlo en la tostadora de diseño que había sobre el descomunal banco de la cocina.

  -Recuerda que, en contadas ocasiones, nos vemos obligados a cocinar y a comer. No es
desagradable, aunque lo evitamos siempre que podemos.- Seguía pareciendo que no hablaba.

 ¿Por qué dices eso? Chris dice que es capaz de saborear la comida.

 -Eso es cierto. Al principio, el sabor es agradable, pero cuando lo alimentos bajan por nuestra
garganta, la cantidad de veneno que fabricamos, hace que todo acabe sabiendo a ácido. Algo
así como beberse una botella de amoníaco.

 ¿Ah, sí? Chris nunca lo ha mencionado.

 -Bueno, supongo que no lo ha hecho para que no te preocuparas por él.

 Sí, debe ser por eso. A veces pienso que es demasiado protector.

 -Es porque te adora, ya lo sabes.- Levanté la cabeza y miré el reloj que había colgado en la
pared. Faltaba poco más de dos horas para que llegara. -¿Nerviosa?- Preguntó Drake.

 Sí. No sé cómo le voy a decir que he tenido que llamar a Lucian. No quiero un enfrentamiento
entre ambos.

 -Tal vez no se lo tengas que decir. Lucian llegará casi al mismo tiempo.

  -¡¿Qué?! -Seguía cortando el pan, sin fijarme en lo que hacía, así que no es de extrañar que
ocurriera lo que ocurrió. -¡Ay, mierda!- Exclamé cuando sentí como el cuchillo se clavaba en mi
dedo índice. Sentí como inmediatamente la sangre caliente salía y resbalaba por mi mano.

  -Déjame ver eso.- Dijo, mientras soltaba la sartén en la que estaba haciendo los huevos
revueltos. Drake sostuvo mi dedo con cuidado, sin respirar, pero aún así, pude oír como su
pecho rugía levemente. Me miró a los ojos cuando traté de apartar mi mano de entre las
suyas.- No te preocupes. Puedo con la sangre.

  -No es eso lo que me preocupa, Drake. Ya sé que eres prácticamente inmune. Explícame qué
significa que Lucian llegará casi al mismo tiempo que Chris.

  -Helia le llamó anoche, mientras tu madre dormía. Lucian le dijo que no tardaría mucho en
llegar.
-¡Pero si estaba en China!

  -De eso hace más de tres semanas, Kara. Realizó el encargo de Helia, y puso rumbo hacia
aquí.- Me estaba desinfectando la herida con alcohol, y yo ni siquiera me daba cuenta.- Se ha
parado en diferentes sitios, hablando con conocidos y tratando de averiguar cosas sobre los
cazadores. Pero está en camino. -Esto ya está.- Dijo al tiempo que soltaba mi mano.- En unas
horas no tendrás ni cicatriz.

 -¿Cómo es que Helia te ha contado todo eso?- Fruncí el ceño mientras formulaba la pregunta.

 -Porque quiere que sondeé a Lucian. Sus emociones. Para estar preparados.

 -Así que tú eres la primera barrera. O el último reducto de calma antes de la tempestad.- No
necesité que me lo confirmara.- ¡Genial!- Mascullé mientras salía de la cocina.

 -¿A dónde vas? ¿Y el desayuno?

 -No tengo hambre.- Dije desde el principio de las escaleras.

 Subí los escalones de tres en tres, por no decir de cuatro en cuatro, y me encerré en el
dormitorio.

  La cabeza comenzó a darme vueltas. Si Lucian llegaba al mismo tiempo que Chris, no me daría
tiempo de calmar a ninguno de los dos. Y eso podía terminar en una guerra. Dudé durante
unos instantes en si sería conveniente o no llamar a Chris y decírselo. No, mejor no. Eso podría
complicar aún más las cosas.

  El día se complicaba por momentos. Me senté en el suelo, con mis rodillas abrazadas
fuertemente sobre mi pecho, cómo había hecho tantas veces para no tratar de sentir el dolor
que provocaba el agujero en mi pecho durante los años de ausencia de Chris. Y ese dolor
parecía dispuesto a volver, a arrastrarme otra vez hacía el infierno y el pozo de destrucción.
Pero, ¿a quién destruiría esta vez? ¿A mí, si uno de los dos sufría algún daño? ¿A Chris, si era
yo la que sufría ese daño? ¿O a Lucian, cuándo viera que yo jamás viviría sin su hermano? Me
volví a considerar un monstruo, y me volví a detestar. ¿Es qué no había forma, humana o no,
de que aquello terminara bien? ¿No había más opciones que una guerra y el
desmembramiento de una familia bien avenida hasta mi llegada? No, eso no podía ser. Tenía
que existir una solución, sin que nadie sufriera por mi decisión.

 Traté, inútilmente, de no darle más vueltas al asunto. No sirvió para nada. Mi cabeza era un
hervidero de ideas e imágenes aterradoras. Dos inmortales hermanos luchando por una
humana mujer, condenada a sufrir por amor. Lágrimas de dolor se escurrieron por mis pálidas
mejillas, saladas gotas de sufrimiento y desolación.

 Me levanté y fui al baño. Me enjuagué la cara, tratando de recomponerme. Necesitaba hablar
con alguien, y ese alguien era Victoria. Fui a buscarla.

  Pegué el oído a la puerta del dormitorio que ocupaba, tratando de escuchar si estaba
despierta o seguía durmiendo. Escuché sus pasos saliendo de su baño. Golpeé dos veces la
maciza puerta de roble con mis nudillos y esperé su repuesta.
-Adelante.

 Abrí con cuidado y vi que todavía llevaba puesto su pijama. Se acababa de levantar.

  -Hola Vic, buenos días.- Le miré a los ojos, pero no me devolvió la mirada. Algo no iba bien.
Recordé las palabras de Drake. “Dale tiempo. Ella no tiene a alguien en quien confiar
ciegamente”. Tal vez era eso, sólo cuestión de tiempo.

  -Hola Kara. ¿Querías algo?- Dijo mientras se quitaba el pijama y se ponía la ropa que había
llevado el día anterior. Habría que ir a casa y buscar sus cosas y las mías. No sabíamos cuánto
tiempo estaríamos allí.

 -Necesitaba hablar con alguien, pero creo que no ha sido buena idea venir a verte. Lo siento,
Vic.

 -¿El qué?

 -No te entiendo.

 -¿Que qué es lo que sientes, Kara?- Estaba sentada sobre la cama, poniéndose los zapatos.

 -Todo, Victoria.

  -¿Y qué es todo?- Esta vez, sí me miró a los ojos. Y no me gustó lo que vi en ellos.
Desconcierto, dolor, traición, sufrimiento. ¡Genial!, pensé. Otra persona que sufría por mi
culpa. El monstruo creció en mi interior.

  -Siento haberte mentido, haberte ocultado las cosas, haberte puesto en peligro… siento
haberme cruzado en tu vida.- Musité al final.

  -Fui yo la que se cruzó en la tuya, ¿recuerdas?- Había una leve nota de amistad en aquella
frase.

 -Aún así, lo siento. Como dije ayer, estás en tu derecho de irte cuando quieras. Sólo dilo y
pondré a tu alcance todo lo que necesites.

 -¿Y qué es todo lo que necesito?- Su tono de voz se tornó duro, nuevamente.

 -Dinero, un vehículo, documentación nueva… lo que sea. Chris posee una fortuna, y te dará
todo lo que sea necesario para tu marcha.

 -¿Y tú, Kara, quieres que me vaya?- Una leve esperanza creció en mi interior y el monstruo se
acalló.

  -No, Victoria. A pesar de todo, de saber que tu vida está en peligro, preferiría que te
quedaras. Te echo de menos.- Musité mientras salía de la habitación.

  Era cierto, la echaba de menos, porque aunque estuviera delante de mí, aunque durmiera en
una habitación cercana a la mía, yo sentía que estaba a miles de kilómetros. Volví a romper a
llorar.
Dolor. En eso se había convertido mi vida y la de los que me rodeaban.

 Keinan sufría, su optimismo había desaparecido, y en su lugar, una enorme pesadumbre se
había instalado en su pecho.

 Trizia, dolida por la incomprensión de haberme negado a explicarle de que iba todo aquello
desde un primer momento.

 Victoria, herida y traicionada por mis mentiras.

 Lucian, roto por mi decisión de amar a su hermano por encima de todo, incluida mi vida o mi
muerte.

  Chris, detestándose por lo que era, por no poder dejar de serlo para poder compartir
conmigo una humana vida en la que mi existencia no estuviera en peligro a cada segundo.

  Las últimas tres personas en la que pensé, hicieron que el agujero en mi pecho volviera a
instalarse.

 La última persona hizo que me estremeciera de dolor. Sentí cómo me partía en millones de
pedacitos. Mis lágrimas no se secaron.

 Seguía allí, tirada en el suelo de mi dormitorio, mejor dicho, de nuestro dormitorio, llorando
desconsoladamente. El torrente que salía de mis ojos era tan grande que no fui capaz de ver
como Helia entraba y me sujetaba entre sus brazos, como cualquier padre haría con su hija
para tratar de consolarla. Supe que era él por su característico aroma. Todos ellos, los
morwins, olían exquisitamente bien. En parte era un reclamo para sus potenciales presas; los
humanos.

 -Kara, hija, ¿qué te ocurre?- Noté la mano de mi madre acariciándome mis cabellos, tratando
de calmarme, con aquel gesto y su suave voz.

 -Soy… un… monstruo.- Conseguí balbucear entre pucheros.

 -¿Pero qué tontería es esa, Kara?- Preguntó Helia, que me había dejado sobre la cama y había
ido al baño a por una caja de pañuelos de papel.

  -Es lo que soy.- Y entonces un estallido de ira recorrió mi cuerpo, como una encolerizada
corriente eléctrica.- Soy un monstruo asqueroso, que sólo causa dolor y sufrimiento a los que
me rodean.- Mis ojos seguían llorando, con secas lágrimas de ira y de odio. En aquel momento,
me odiaba y detestaba.

 -Eso no es cierto.- Afirmó categóricamente Helia, tratando de apaciguar mi ira. Pero obtuvo el
efecto contrario.

 -¡¿Ah, no?! Entonces, ¿por qué sufre Victoria? ¿O Keinan? Por no hablar de mi prima Trizia. Y
ya puestos, te recuerdo que por mi culpa tienes a dos hijos enfrentados y rotos por el dolor.
Uno detesta lo que es, odia ser inmortal, sufriendo por exponer mi vida a cada segundo que
pasa junto a mí. Y el otro, sufre desconsoladamente porque no puedo corresponder a sus
sentimientos. Todo el mundo a mí alrededor sufre. Y es culpa mía. Soy un monstruo. El peor de
todos.- Y la furia se apaciguó, dejando paso nuevamente al dolor.

  -No es cierto, Kara.- Levanté los ojos y los clavé en los de Helia. Iba a protestar, pero no me
dejó. Sus hermosos ojos jade me cautivaron y derrotaron cualquier intento de oposición por
mi parte, incluso antes de que yo fuera consciente de que me quería oponer.- Mira, hija mía,
como ha dicho Drake, Victoria sólo necesita tiempo. Y tú le salvaste la vida ayer. Segundo, lo
de Keinan y Trizia también es algo pasajero. Tu prima es muy astuta y perspicaz. Sospecha que
ocurre algo extraño, al igual que ya intuyó que Jake no era tu padre. Simplemente está furiosa
porque es la única que no sabe que es lo que ocurre. En cuanto a Chris, tu le devolviste la vida,
le diste el mayor y más hermoso motivo para querer luchar; tu amor incondicional. Y por
último, Lucian sólo está confundido. Simplemente cree que te ama, cuando no es así.

  -No me mientas, Helia. Lucian no está confundido, está enamorado de mí. ¿O quieres que se
lo preguntemos a Drake, a ver qué opina él?

 -Mi padre tiene razón.- Dijo el mencionado, entrando en el dormitorio. Se sentó junto a mí.-
Mira, te voy a explicar una teoría que tengo.

 -Estoy hasta las narices de teorías.- Mi frustración y mi ira se iban apaciguando, gracias a
Drake. Verle allí, con sus nervios de acero, tranquilo e inmune a mis ataques de ira, constituían
un buen reclamo para mí. Él lograba que me sosegara, pero no que me calmara de todo. Ese
poder, el poder de que yo dejara de preocuparme por todo y por todos, sólo lo tenía Chris.

 -Bueno, pero aún así, te lo voy a contar. En nuestra naturaleza, está el poder y la capacidad de
matar. Somos perfectas máquinas asesinas, rápidas, fuertes y letales. Diseñadas para segar
mortales vidas, tanto humanas como animales. Pero precisamente esa capacidad de matar, es
lo que nos confiere el poder de amar ilimitadamente. Tú sabes mejor que nadie, que cuando
uno de nosotros ama, ama hasta más allá del fin de los tiempos. Nuestro amor, es
incondicional. Como el de Helia por nosotros cinco. Él nos quiere como un día quiso a sus hijos
biológicos. Nos cuida, nos protege, nos guía, nos lidera, incondicionalmente, sin juzgar
nuestros actos. Y los cinco hemos hecho cosas por las que merecíamos ser juzgados, incluso
yo.

 » Luego tienes el ejemplo de Andros y Olimpia. Ya has visto como se aman. Lucharán el uno
por el otro, se protegerán y se cuidarán mutuamente, hasta más allá del fin de la eternidad.
Incluso tú y Chris sois un ejemplo de ese amor. Ni el tiempo, ni la distancia han logrado que os
dejéis de amar ni un ápice, todo lo contario. Él luchará por tí, contra lo que es, contra los que
quieran haceros daño, dejando a un lado sus instintos y su naturaleza asesina, simplemente
para amarte y darte lo que deseas y hacer feliz.

  »Tu madre y Helia son otro ejemplo. Cayeron en las redes de ese sentimiento en el preciso
instante en que se vieron. Y ni a uno ni a la otra les importa las consecuencias de ese amor.
Porque sólo quieren amarse, nada más.

 »Pero es cierto que Lucian está confundido. Cree que te ama, lo cual no significa que te ame
en realidad. No estoy diciendo que no sienta algo por tí, pero no es amor. Te quiere, eso es
cierto, pero no te ama. La intensidad de sus sentimientos hacia ti no tiene nada que ver con los
de Chris, no se pueden comparar. Tú y Chris, al igual que Helia y Morraine o Andros y Olimpia,
sois almas gemelas. Lucian no ha encontrado ese alma, esa compañera para toda la eternidad.
Y por eso confunde sus sentimientos, creyendo amarte cuando simplemente te quiere. Algún
día, descubrirá que estaba en un error.

   Sostuve su mirada durante un largo rato, dejando que sus ojos ceniza amansaran mis
crispados nervios. Tal vez Drake tuviera razón. Él era capaz de sentir las emociones y
sentimientos de los demás cómo si fueran suyos, con la misma intensidad que uno los sentía.
Tal vez, y sólo tal vez, estuviera en lo cierto, y Lucian había confundido su afecto hacia mí.
Probablemente, y no estaba para nada segura de ese pensamiento, eso era la solución para
evitar el enfrentamiento entre los dos hermanos. Hacerle ver a Lucian que estaba confundido.
Sólo había un pero a esa cuestión. No tenía ni idea de cómo hacérselo ver.

  De repente, Drake dejó de mirarme, y clavó sus ojos en el bosque, a través del enorme
ventanal del dormitorio.

   -Papá, Lucian está llegando.- Me sobrecogí de nuevo. Iba a verle, a ver su bonito rostro,
catorce años después. Helia alzó las cejas mientras miraba a su hijo mediano. Era su forma de
preguntar, sin pronunciar palabra alguna.- Está furioso, confundido y ansioso. ¡Ah! Y
ligeramente encolerizado.- Entonces me volvió a mirar a mí.- Creo que es un buen momento
para que te calmes y trates de apaciguarlo, antes de que llegue Chris. Por cierto, también está
al caer.

  ¡Mierda! No me iba a dar tiempo ni a hablar con uno ni con el otro. Confié en que mi
presencia calmara a ambos y que fuera suficiente para que no se destrozaran mutuamente.

  Me levanté de un salto y enfilé escalera abajo como alma que lleva el diablo. Mi propio
demonio interno, el que yo era. Ciertamente la conversación con Drake había conseguido
calmar mis nervios, pero no había logrado que dejara de pensar que yo era un monstruo. Y el
monstruo tenía que encontrar una solución a aquel tremendo follón.

  Estaba en mitad del salón, dispuesta a salir al porche para esperar a Lucian. Pero se me
adelantó. En ese preciso instante, la puerta se abrió y tras un cegador rayo de sol, le vi.

   Obviamente no había cambiado nada, ya que el paso del tiempo no hacía mella en ellos.
Seguía siendo hermoso, como todos ellos. Contemplé sus broncíneos cabellos, sus ojos azul
turquesa, sin llegar a ser tan profundos como los de su hermano, su pálida piel. Lucian había
llegado y yo me estremecí.

 Me miró fijamente, primero a los ojos, envolviéndome en una cálida mirada, y luego miró mi
mano izquierda. Contempló mi anillo, mi hermoso anillo de oro blanco, con aquel lapislázuli en
forma de lágrima engastado en el centro. Mi anillo de pedida.

 Vi como se estremecía de dolor. Y su sufrimiento me golpeó, despertando nuevamente al
monstruo acallado durante unos escasos momentos.

 Un pensamiento recorrió mi cabeza, acompañando a ese tormento.

 ¿Y si no era Lucian quién estaba confundido? ¿Y si era yo?
Durante un segundo, una breve fracción de tiempo, varios recuerdos, pensamientos e
imágenes sacudieron mi mente.

 Primero recordé lo que sentí cuando Lucian vino a buscarme la primera vez, antes de saber
que era hermano de Chris y de conocer a éste. Y comparé ese sentimiento con el que fue ver a
su hermano. No había duda.

 Lucian 0, Chris 1.

  Luego pensé en mis dolorosos catorce años de letargo. En aquellos oscuros días de
sufrimiento y desolación, de vacío y desesperación. Otra incógnita despejada.

 Lucian 0, Chris 2.

 Imaginé lo que sería vivir una eternidad con cada uno de ellos, pero sin el otro. Me vi junto a
Chris, feliz y pletórica. No fui capaz de imaginarme esa eternidad con quien tenía ante mí.

 Lucian 0, Chris 3.

 Y entonces lo entendí. Drake tenía razón. Yo no era la que estaba confundida. Tenía claras mis
prioridades. Simplemente estaba desbordada por los acontecimientos.

  Tras de mí, escuché un concierto de pasos. Los de Keinan, fuertes. Los de Drake, rápidos y
silenciosos. Los de Helia, imponentes. Los de mi madre, dubitativos. Los de Trizia,
encolerizados. Los únicos que no escuché fueron los de Victoria.

 Yo también di un paso, vacilante y expectante, al tiempo que musitaba un apenas audible “lo
siento, Lucian.”

  Fue él quien eliminó el espacio que nos separaba. Se plantó frente a mí, mirándome
dulcemente.

  -Lo sé, Kara. No te disculpes.- Pero su voz no era suave, no se parecía a esos retazos de
terciopelo que yo recordaba que era. Por el contrario era áspera, parecía papel de lija.

 -De verdad, Lucian, lo siento. Me gustaría que las cosas fueran de otra forma, pero…- y mis
ojos se inundaron de lágrimas, impidiéndome ver su reacción.

 Me envolvió entre sus brazos de hielo, mientras yo lloraba desconsoladamente. Sentí su frío,
el de su marmóreo cuerpo, y como me hablaba.

 -¡Sh…! Tranquila, Kara. No te preocupes por esto ahora. Tenemos cosas más importantes de
que hablar.

  -¡Prométemelo Lucian!- Dije tratando de ver su rostro tras el torrente de mis ojos.-
Prométeme que no pelearéis.

 Pero no le dio tiempo a responder.

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENSEL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
Ronald Jesus
 
La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo
 La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo
La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo
Bryan Murillo
 
Defiance - C. J. Redwine
Defiance - C. J. Redwine Defiance - C. J. Redwine
Defiance - C. J. Redwine
Juuli Gallelli
 
La hija del mazorquero
La hija del mazorqueroLa hija del mazorquero
La hija del mazorquero
Julián Gioda
 
Ste flash
Ste flashSte flash
Ste flash
DonGilgamesh
 
121 150 - seleccion terror
121 150 - seleccion terror121 150 - seleccion terror
121 150 - seleccion terrorDonGilgamesh
 
1 30 - seleccion terror
1   30 - seleccion terror1   30 - seleccion terror
1 30 - seleccion terrorDonGilgamesh
 
Tillie cole hades hangmen (1) it ain t me, babe
Tillie cole   hades hangmen (1) it ain t me, babeTillie cole   hades hangmen (1) it ain t me, babe
Tillie cole hades hangmen (1) it ain t me, babe
Marcela June
 
151 180 - seleccion terror
151 180 - seleccion terror151 180 - seleccion terror
151 180 - seleccion terrorDonGilgamesh
 
Karnstein
KarnsteinKarnstein
601 617 - st-flash
601 617 - st-flash601 617 - st-flash
601 617 - st-flash
DonGilgamesh
 
Escucha mi voz. Antología de poetas mexicanas
Escucha mi voz. Antología de poetas mexicanasEscucha mi voz. Antología de poetas mexicanas
Escucha mi voz. Antología de poetas mexicanas
Dr. J. Daniel Garcia
 
Una Mansión en Praga
Una Mansión en PragaUna Mansión en Praga
Una Mansión en Praga
Enxebrebooks
 
The Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle Mead
The Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle MeadThe Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle Mead
The Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle Mead
Angie Pino
 
Poemas infantiles
Poemas infantiles Poemas infantiles
Poemas infantiles
johnguaranda2
 

La actualidad más candente (17)

EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENSEL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
EL MANUSCRITO DE UN LOCO -CHARLES DICKENS
 
El hombre de arena
El hombre de arenaEl hombre de arena
El hombre de arena
 
La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo
 La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo
La guerra de las brujas 2 - el desierto de hielo
 
Defiance - C. J. Redwine
Defiance - C. J. Redwine Defiance - C. J. Redwine
Defiance - C. J. Redwine
 
La hija del mazorquero
La hija del mazorqueroLa hija del mazorquero
La hija del mazorquero
 
Ste flash
Ste flashSte flash
Ste flash
 
121 150 - seleccion terror
121 150 - seleccion terror121 150 - seleccion terror
121 150 - seleccion terror
 
Revista
RevistaRevista
Revista
 
1 30 - seleccion terror
1   30 - seleccion terror1   30 - seleccion terror
1 30 - seleccion terror
 
Tillie cole hades hangmen (1) it ain t me, babe
Tillie cole   hades hangmen (1) it ain t me, babeTillie cole   hades hangmen (1) it ain t me, babe
Tillie cole hades hangmen (1) it ain t me, babe
 
151 180 - seleccion terror
151 180 - seleccion terror151 180 - seleccion terror
151 180 - seleccion terror
 
Karnstein
KarnsteinKarnstein
Karnstein
 
601 617 - st-flash
601 617 - st-flash601 617 - st-flash
601 617 - st-flash
 
Escucha mi voz. Antología de poetas mexicanas
Escucha mi voz. Antología de poetas mexicanasEscucha mi voz. Antología de poetas mexicanas
Escucha mi voz. Antología de poetas mexicanas
 
Una Mansión en Praga
Una Mansión en PragaUna Mansión en Praga
Una Mansión en Praga
 
The Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle Mead
The Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle MeadThe Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle Mead
The Indigo Spell (Bloodlines #3) - Richelle Mead
 
Poemas infantiles
Poemas infantiles Poemas infantiles
Poemas infantiles
 

Similar a La llama del ángel

301 330 - st-flash
301 330 - st-flash301 330 - st-flash
301 330 - st-flash
DonGilgamesh
 
241 270 - st-flash
241 270 - st-flash241 270 - st-flash
241 270 - st-flashDonGilgamesh
 
91 120 seleccion terror
91 120   seleccion terror91 120   seleccion terror
91 120 seleccion terrorDonGilgamesh
 
LA UMA - PLAN LECTOR (1).pdf
LA UMA - PLAN LECTOR (1).pdfLA UMA - PLAN LECTOR (1).pdf
LA UMA - PLAN LECTOR (1).pdf
YolandaGonzalezRodri
 
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVOMujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVO
mich
 
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353Gloria Osuna Velasco
 
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353Gloria Osuna Velasco
 
El ángel de la destrucción
El ángel de la destrucciónEl ángel de la destrucción
El ángel de la destrucciónmorgana5
 
Rimbaud, arthur una temporada en el infierno
Rimbaud, arthur   una temporada en el infiernoRimbaud, arthur   una temporada en el infierno
Rimbaud, arthur una temporada en el infiernoKelita Vanegas
 
Charles dickens historias de fantasmas
Charles dickens   historias de fantasmasCharles dickens   historias de fantasmas
Charles dickens historias de fantasmassaul cuevas manriquez
 
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)
JavieraFerreira
 
Charles dickens historias de fantasmas imprimir
Charles dickens   historias de fantasmas imprimirCharles dickens   historias de fantasmas imprimir
Charles dickens historias de fantasmas imprimir
gemelastraviesas
 
Más allá de la vida y la muerte cesar vallejo
Más allá de la vida y la muerte cesar vallejoMás allá de la vida y la muerte cesar vallejo
Más allá de la vida y la muerte cesar vallejoMaria Luisa Mazzola
 
Vladimir implacable
Vladimir implacableVladimir implacable
El dictado del muerto
El dictado del muertoEl dictado del muerto
El dictado del muertorafaelcadena
 
Almas Perdidas - M.Francisco
Almas Perdidas - M.FranciscoAlmas Perdidas - M.Francisco
Almas Perdidas - M.Francisco
Mila Francisco
 
361 390 - st-flash
361 390 - st-flash361 390 - st-flash
361 390 - st-flash
DonGilgamesh
 
¿¿¿¿; 7 páginas
¿¿¿¿; 7 páginas¿¿¿¿; 7 páginas
¿¿¿¿; 7 páginas
abestruz_amvulante
 

Similar a La llama del ángel (20)

301 330 - st-flash
301 330 - st-flash301 330 - st-flash
301 330 - st-flash
 
241 270 - st-flash
241 270 - st-flash241 270 - st-flash
241 270 - st-flash
 
91 120 seleccion terror
91 120   seleccion terror91 120   seleccion terror
91 120 seleccion terror
 
LA UMA - PLAN LECTOR (1).pdf
LA UMA - PLAN LECTOR (1).pdfLA UMA - PLAN LECTOR (1).pdf
LA UMA - PLAN LECTOR (1).pdf
 
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVOMujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVO
 
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
 
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
Mujeres Libres Spanish Writers Women4353
 
El ángel de la destrucción
El ángel de la destrucciónEl ángel de la destrucción
El ángel de la destrucción
 
Rimbaud, arthur una temporada en el infierno
Rimbaud, arthur   una temporada en el infiernoRimbaud, arthur   una temporada en el infierno
Rimbaud, arthur una temporada en el infierno
 
Charles dickens historias de fantasmas
Charles dickens   historias de fantasmasCharles dickens   historias de fantasmas
Charles dickens historias de fantasmas
 
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)
 
Charles dickens historias de fantasmas imprimir
Charles dickens   historias de fantasmas imprimirCharles dickens   historias de fantasmas imprimir
Charles dickens historias de fantasmas imprimir
 
Más allá de la vida y la muerte cesar vallejo
Más allá de la vida y la muerte cesar vallejoMás allá de la vida y la muerte cesar vallejo
Más allá de la vida y la muerte cesar vallejo
 
Vladimir implacable
Vladimir implacableVladimir implacable
Vladimir implacable
 
Inmortal
InmortalInmortal
Inmortal
 
Expo De Temporada En El Infierno. Maria Del Mar
Expo De Temporada En El Infierno. Maria Del MarExpo De Temporada En El Infierno. Maria Del Mar
Expo De Temporada En El Infierno. Maria Del Mar
 
El dictado del muerto
El dictado del muertoEl dictado del muerto
El dictado del muerto
 
Almas Perdidas - M.Francisco
Almas Perdidas - M.FranciscoAlmas Perdidas - M.Francisco
Almas Perdidas - M.Francisco
 
361 390 - st-flash
361 390 - st-flash361 390 - st-flash
361 390 - st-flash
 
¿¿¿¿; 7 páginas
¿¿¿¿; 7 páginas¿¿¿¿; 7 páginas
¿¿¿¿; 7 páginas
 

Más de morgana5

Navidad harlequín
Navidad harlequínNavidad harlequín
Navidad harlequínmorgana5
 
Harlequín
HarlequínHarlequín
Harlequínmorgana5
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdfmorgana5
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 biancamorgana5
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 biancamorgana5
 
Placeres en la oscuridad
Placeres en la oscuridadPlaceres en la oscuridad
Placeres en la oscuridadmorgana5
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdfmorgana5
 
Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2morgana5
 
La llama del ángel
La llama del ángelLa llama del ángel
La llama del ángelmorgana5
 
Almas gemelas
Almas gemelasAlmas gemelas
Almas gemelasmorgana5
 
La reina valyria
La reina valyriaLa reina valyria
La reina valyriamorgana5
 
Almas gemelas
Almas gemelasAlmas gemelas
Almas gemelasmorgana5
 

Más de morgana5 (14)

Navidad harlequín
Navidad harlequínNavidad harlequín
Navidad harlequín
 
Seducida
SeducidaSeducida
Seducida
 
Harlequín
HarlequínHarlequín
Harlequín
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdf
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 bianca
 
3x2 bianca
3x2 bianca3x2 bianca
3x2 bianca
 
Placeres en la oscuridad
Placeres en la oscuridadPlaceres en la oscuridad
Placeres en la oscuridad
 
Catalogo pdf
Catalogo pdfCatalogo pdf
Catalogo pdf
 
Doc1
Doc1Doc1
Doc1
 
Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2Puntos de vent1 2
Puntos de vent1 2
 
La llama del ángel
La llama del ángelLa llama del ángel
La llama del ángel
 
Almas gemelas
Almas gemelasAlmas gemelas
Almas gemelas
 
La reina valyria
La reina valyriaLa reina valyria
La reina valyria
 
Almas gemelas
Almas gemelasAlmas gemelas
Almas gemelas
 

Último

Introducción a la ciencia de datos con power BI
Introducción a la ciencia de datos con power BIIntroducción a la ciencia de datos con power BI
Introducción a la ciencia de datos con power BI
arleyo2006
 
UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES Junio 2024
UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES  Junio 2024UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES  Junio 2024
UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES Junio 2024
EdwardYumbato1
 
MIP PAPA Rancha Papa.pdf.....y caracteristicas
MIP PAPA  Rancha Papa.pdf.....y caracteristicasMIP PAPA  Rancha Papa.pdf.....y caracteristicas
MIP PAPA Rancha Papa.pdf.....y caracteristicas
jheisonraulmedinafer
 
Semana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptx
Semana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptxSemana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptx
Semana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptx
LorenaCovarrubias12
 
Examen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdf
Examen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdfExamen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdf
Examen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdf
20minutos
 
Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.
Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.
Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.
20minutos
 
El fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docx
El fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docxEl fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docx
El fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docx
Alejandrino Halire Ccahuana
 
Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...
Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...
Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...
Monseespinoza6
 
Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...
Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...
Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...
AracelidelRocioOrdez
 
FICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIA
FICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIAFICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIA
FICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIA
JavierMontero58
 
Proceso de admisiones en escuelas infantiles de Pamplona
Proceso de admisiones en escuelas infantiles de PamplonaProceso de admisiones en escuelas infantiles de Pamplona
Proceso de admisiones en escuelas infantiles de Pamplona
Edurne Navarro Bueno
 
Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.
Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.
Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.
pablomarin116
 
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...
JAVIER SOLIS NOYOLA
 
HABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdf
HABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdfHABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdf
HABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdf
DIANADIAZSILVA1
 
CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24
CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24
CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24
auxsoporte
 
CUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIAL
CUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIALCUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIAL
CUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIAL
DivinoNioJess885
 
Junio 2024 Fotocopiables Ediba actividades
Junio 2024 Fotocopiables Ediba actividadesJunio 2024 Fotocopiables Ediba actividades
Junio 2024 Fotocopiables Ediba actividades
cintiat3400
 
PRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernández
PRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernándezPRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernández
PRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernández
Ruben53283
 
FORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdf
FORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdfFORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdf
FORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdf
El Fortí
 
Semana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptx
Semana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptxSemana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptx
Semana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptx
LorenaCovarrubias12
 

Último (20)

Introducción a la ciencia de datos con power BI
Introducción a la ciencia de datos con power BIIntroducción a la ciencia de datos con power BI
Introducción a la ciencia de datos con power BI
 
UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES Junio 2024
UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES  Junio 2024UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES  Junio 2024
UNIDAD DE APRENDIZAJE DEL MES Junio 2024
 
MIP PAPA Rancha Papa.pdf.....y caracteristicas
MIP PAPA  Rancha Papa.pdf.....y caracteristicasMIP PAPA  Rancha Papa.pdf.....y caracteristicas
MIP PAPA Rancha Papa.pdf.....y caracteristicas
 
Semana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptx
Semana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptxSemana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptx
Semana #10-PM3 del 27 al 31 de mayo.pptx
 
Examen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdf
Examen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdfExamen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdf
Examen Lengua y Literatura EVAU Andalucía.pdf
 
Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.
Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.
Horarios y fechas de la PAU 2024 en la Comunidad Valenciana.
 
El fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docx
El fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docxEl fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docx
El fundamento del gobierno de Dios. Lec. 09. docx
 
Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...
Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...
Productos contestatos de la Séptima sesión ordinaria de CTE y TIFC para Docen...
 
Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...
Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...
Septima-Sesion-Ordinaria-del-Consejo-Tecnico-Escolar-y-el-Taller-Intensivo-de...
 
FICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIA
FICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIAFICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIA
FICHA DE EJERCICIOS GRECIA 1º DE LA ESO HISTORIA
 
Proceso de admisiones en escuelas infantiles de Pamplona
Proceso de admisiones en escuelas infantiles de PamplonaProceso de admisiones en escuelas infantiles de Pamplona
Proceso de admisiones en escuelas infantiles de Pamplona
 
Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.
Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.
Friedrich Nietzsche. Presentación de 2 de Bachillerato.
 
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...
 
HABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdf
HABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdfHABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdf
HABILIDADES MOTRICES BASICAS Y ESPECIFICAS.pdf
 
CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24
CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24
CALENDARIZACION DEL MES DE JUNIO - JULIO 24
 
CUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIAL
CUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIALCUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIAL
CUENTO EL TIGRILLO DESOBEDIENTE PARA INICIAL
 
Junio 2024 Fotocopiables Ediba actividades
Junio 2024 Fotocopiables Ediba actividadesJunio 2024 Fotocopiables Ediba actividades
Junio 2024 Fotocopiables Ediba actividades
 
PRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernández
PRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernándezPRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernández
PRÁCTICAS PEDAGOGÍA.pdf_Educación Y Sociedad_AnaFernández
 
FORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdf
FORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdfFORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdf
FORTI-JUNIO 2024. CIENCIA, EDUCACION, CULTURA,pdf
 
Semana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptx
Semana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptxSemana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptx
Semana 10-TSM-del 27 al 31 de mayo 2024.pptx
 

La llama del ángel

  • 1. LA LLAMA DEL ÁNGEL Mercedes Perles Ortolá VERDAD A través de la ventana del coche, veía cómo los árboles pasaban a una velocidad insospechada. Mi cabeza estaba recostada sobre las piernas de mi mejor amiga, de mi hermana del alma, que trataba de sosegar mi agonía y mi desesperación. Las imágenes, las palabras y las emociones extraídas en contra de la voluntad de Charles, el cazador enviado por el que un día se hizo llamar mi padre, seguían golpeando mi mente, con virulencia y demasiada fuerza. Y todavía sentía el empalagoso sabor de su sangre en mi garganta. Mi cuerpo se sacudió en el regazo de Victoria. Keinan, el hermano inmortal preferido de mi amado ángel, del único hombre que había amado, que amaba y que amaría, conducía a una velocidad demasiado temeraria. Nos dirigíamos a casa de Chris, a mi nuevo hogar, a la casa que aquel bello, hermoso e inmortal ser había comprado para que construyéramos nuestro futuro. Pero ellos, mi antigua familia, querían arrebatarme ese futuro, arrancarme lo que más quería y segar mi mortal vida y su inmortal existencia. Sentí como los descomunales brazos de Keinan me sacaban del coche y me llevaba en volandas dentro de la casa. Oí los temblorosos pasos de Victoria detrás de nosotros. Sus bonitos ojos marrones chocolate mostraban el miedo y la incomprensión. Hacía apenas veinte minutos que había descubierto que yo no era una simple humana, y que tanto mi futuro esposo como su familia tampoco lo eran. Ellos eran morwins, demonios bebedores de sangre y ladrones de luces, como los llamaban los cazadores. Inmortales, como los llamaba yo. Y yo era una mestiza, una mujer creada a partir del material genético extraído de un pedazo de piel que le habían arrancado a mi inmortal amor setecientos años atrás. No era humana del todo, pero tampoco era inmortal. Todavía. Keinan me dejó sentada en el sofá, y Victoria se puso a mi lado. Mi cuñado, el hermano adoptivo de Chris, ese al que llamaba cariñosamente hermanito a pesar de sus casi dos metros de altura, de su imponente fuerza y descomunal presencia, fue a la cocina de aquella maravillosa casa situada en mitad del frondoso bosque, a por un vaso de agua. El empalagoso sabor de la sangre de Charles no desaparecía de mi garganta. A lo lejos oí como un coche tomaba la curva a toda velocidad y entraba en el camino de tierra que conducía a la casa. Debía estar a un kilometro más o menos, pero eso no era impedimento para que les oyera. Mis sentidos de cazadora no se habían dormido todavía. Me bebí el vaso de agua de un solo trago, deseando que fuera suficiente para eliminar los restos del sabor de Charles de mi garganta. Pero fue inútil. Su sabor, dulzón y acaramelado persistía en mi boca y en mi garganta.
  • 2. Como una exhalación, hermoso e imponente, el padre adoptivo de Chris, mi futuro suegro y mi actual padre, porque le sentía como tal, entró en el salón con mi menuda madre aferrada de su gran mano y el otro hermano mediano de Chris, Drake, tras ellos. -¿Qué ha ocurrido?- Preguntó Helia con angustia. Su voz sonó melódica, pero nada comparable con la hermosa sinfonía que era escuchar la voz de mi único amor. -Hemos descubierto quién era el espía.- Susurré. Me costaba hablar. El desagradable sabor de la sangre de Charles seguía en mi garganta, y la sed ardía en mi interior, me quemaba las entrañas. -Kara, creo que deberíamos hablar a solas.- Me propuso mi suegro. -No, Helia. No las voy a seguir manteniendo en la ignorancia, cuando eso les puede costar la vida.- Y mis ojos se volvieron ambarinos, dejando de ser negros cual lóbrega noche, cuando miré a mi madre y a mi hermana del alma. Vi la angustia y la desesperación reflejadas en el bello rostro de Helia, castigado por un miedo que no sabía interpretar, un temor que para mí no tenía razón de ser. -¿Qué pasa hija?- La voz de mamá era temblorosa. Estaba asustada. Pero aun así se sentó junto a mí en el sofá. -Mamá, Victoria, tengo algo que contaros.- Y me bebí el segundo vaso de agua que Keinan me había traído. Se quedó de pie tras de mí, quieto como una gigantesca estatua, protector como un guardaespaldas. Drake se sentó en una silla, con sus ojos color ceniza fijos en nosotras tres, y Helia se quedó de pie, con aquel pánico en su rostro dibujado, al lado de mi madre. -Veréis, hay una historia que debéis conocer, una verdad que os debo contar. Sólo quiero que me escuchéis. Si cuando termine el relato deseáis marcharos y no volver jamás, pondré a vuestro alcance los medios necesarios para que os vayáis. -Hija… -Mamá, por favor, déjame hablar.- Y le supliqué con la mirada, clavándole mis ambarinos ojos en los suyos. Aspiré una fuerte bocanada de aire y comencé a relatar la historia de una guerra que había empezado muchos siglos atrás y que parecía salpicarnos de nuevo.- Hace muchos siglos, tal vez un par de milenios, se estableció una alianza entre hombres y mujeres. Era una especie de secta, que nació con un único propósito. Eliminar a los morwins, inmortales seres que viven entre nosotros. Los morwins se alimentan de dos cosas, sangre y luces.- Mamá me observaba con los ojos abiertos como platos. Victoria tenía sus ojos fijos en Drake.- Las luces son una de las tres partes que componen a un ser humano. Carne, alma y luz. La luz es algo así como el alimento del espíritu. Cuando un ser humano muere, su cuerpo desaparece, su ánima va donde deba ir y su luz se queda vagando en el mundo, a la busca de otra alma o simplemente errando.- Mamá dejó de mirarme a mí, para voltear su cabeza y mirar a Helia, que había depositado sus hermosos y asustados ojos color jade en ella. Ambos temblaron levemente.- Los cazadores consideraron que esos hermosos e inmortales seres no eran otra cosa que demonios salidos del mismísimo infierno, y se dedicaron a buscarlos y matarlos. Es
  • 3. muy difícil matar a un inmortal. Poseen una extraordinaria fuerza, son rápidos y su piel es dura como el mármol. Pero se les puede dar caza y eliminar, hay que sacarles parte de la sangre, y después se les puede descuartizar, ya que se vuelven débiles, y quemar sus restos.- Mamá hizo una mueca de asco y yo me avergoncé de esas palabras. Yo misma, hacía más de catorce años y nuevamente apenas unas semanas atrás, había usado ese método. Victoria no le quitó los ojos de encima a Drake.- La casta de los cazadores fue en aumento y hubo un tiempo en el que eran un número considerable. Pero hubo una pequeña revuelta interna, promovida por uno de los líderes que consideraba que no todos los morwins merecían morir. Había algunos de ellos que se negaban a alimentarse de sangre humana y luces que todavía estaban dentro de los cuerpos. Se negaban a ser lo que eran y se creyó en una coexistencia pacífica entre las dos razas. Al fin y al cabo, los morwins habían sido humanos antes de ser inmortales. Incluso se firmó un tratado de paz entre ellos. Los cazadores dejarían de perseguirlos, siempre y cuando cumplieran con la promesa de no alimentarse de vidas humanas y de no revelar la existencia de unos y otros a los humanos corrientes.- Miré a Helia, que seguía con sus ojos fijos en mi madre, y comencé a entender a que se debía ese miedo dibujado en su hermoso rostro.- Helia y su familia se negaron a ser lo que eran. Ellos fueron unos de los que firmaron el tratado. Se alimentan de sangre animal, a pesar de satisfacer en menor grado, y cazan luces errantes, no las que todavía están dentro de los cuerpos. No mataban, mejor dicho, no matan. Algunos de ellos ni siquiera lo han hecho jamás. Otros fueron más reticentes a dejar de hacerlo.- Musité. Mamá fijó sus ojos marrones en Helia. A pesar de estar descubriendo todo lo que aquel esplendoroso e inmortal hombre ocultaba, sus ojos brillaban de manera especial. No obstante, su voz fue titubeante y temblorosa. -Tú… eres…- Helia asintió, con mayor sufrimiento reflejado en aquellos maravillosos ojos jade. Vi como a mamá le costaba tragar saliva, y eso provocó que mi futuro suegro se estremeciera de dolor. Temía el rechazo de mi madre.- ¿Cuántos años tienes? -Cuatro mil quinientos, siglo arriba siglo abajo.- Respondió con dulzura. En su hermoso timbre de voz se presenciaban leves notas de un profundo e insoportable dolor. -¿Y tú… has… alguna vez…?- Mamá dudaba, sin llegar a formular la pregunta completa. -Sí, sólo una vez, hace muchos siglos. Ella olía demasiado bien, su luz era muy fuerte y…- agachó la cabeza avergonzado,- no lo pude resistir a pesar de llevar años de abstinencia.- Miró a los profundos ojos café de mamá, que lo contemplaba absorta.- Morraine…yo…hubiera preferido que…- Mamá se puso en pie y se acercó a él. Tuvo que levantar la cabeza para poder mirarle a los ojos, castigados por un irracional miedo al rechazo. -No importa Helia.- Y su voz sonó suave como el tranquilo murmullo de un pequeño riachuelo. -Pero Morraine, yo…- Vi dibujado en su rostro de belleza asombrosa la sorpresa, la esperanza y la oportunidad. -Sólo respóndeme una cosa. ¿Has estado conmigo todo este tiempo para protegerme?- Helia asintió, y uno de sus largos mechones de cabellos plateados cuales rayos de luna reflejados
  • 4. sobre un calmado lago, se escapó de aquella coleta que llevaba a la altura de la nuca. -¿Y sólo fue para protegerme, o has permanecido junto a mí por algo más? -Por mucho más.- Musitó. Y los ojos de mamá se encendieron cuales antorchas, llameando de felicidad. Dio un pequeño paso, eliminando el escaso espacio que le separaba de Helia, y se abrazó a su inmortal y eterna cintura, con sus ojos clavados en los de él, amorosos y sosegados. -Es todo cuanto necesito saber.- Y recostó su pequeña cabeza en el esplendoroso pecho de Helia. Él la rodeó con dulzura y suavidad, estrechándola como si fuera una delicada pompa de jabón, efímera y hermosa, entre sus titánicos brazos. -Morraine…- Susurró, como si fuera el último aliento de un moribundo, como si fuera el primer aliento de vida que sentía en sus eternos cuatro mil quinientos años. Sus fríos labios besaron la cabeza de mi madre, que se estremeció de puro placer. Sonreí. Mamá había encontrado en su ángel de la guarda a su verdadero amor. Jamás estaría ni más segura ni más protegida que entre los brazos de Helia. Él llevaba más de cuatro milenios esperando encontrar a la mujer que quisiera ser su pareja, su compañera para el resto de la eternidad, y esa era mi madre. Lucharía por ella, moriría por ella, la protegería, la cuidaría, la mimaría y haría de su vida lo más parecido a un maravilloso camino de hermosos pétalos de rosas. Mi egoísta deseo de que entre ellos existiera algo para que yo pudiera ser sincera con mi madre se hacía realidad. Y me alegré por ella, no por mí. -Vale, a ver si lo entiendo.- Dijo Victoria, dejando de observar a Drake para mirarme fijamente.- Ellos no son humanos.- Negué con la cabeza.- ¿Y se alimentan de sangre animal y de luces errantes que viajan por el mundo?- Esta vez asentí.- ¿E imagino que Charles era un cazador?- Volví a afirmar.- Bien, ¿y qué eres tú? -Soy una mestiza. Me concibieron dentro de una probeta.- Mamá desenterró su rostro del titánico pecho de Helia y me miró fijamente.- Tranquila mamá, soy tu hija, biológicamente hablando claro. Verás, Jake era un cazador, y te utilizó para que concibieras al cazador perfecto, al único capaz de matar al más mortífero de ellos.- Dije.- Pero en vez de un niño, tuviste una niña. Fecundaron varios embriones, a partir de óvulos tuyos, y los modificaron genéticamente con el ADN del más poderoso de ellos. ADN conseguido de un pedazo de piel arrancado de su inmortal cuerpo setecientos años atrás. El único viable, el único embrión que aguantó esos cambios genéticos y que siguió adelante con su gestación, fui yo.- Vi que mamá me miraba completamente alucinada.- Mamá, soy casi humana. En un noventa por ciento lo soy. Tengo un humano corazón que late, a un ritmo distinto al resto de los humanos, pero que si se para, se detiene mi vida con él. Necesito comida humana para sobrevivir, y aire para respirar. En eso soy humana. Pero en otros aspectos soy más como ellos. Nunca he enfermado, ni lo haré; envejezco más lentamente que vosotros, de hecho Drake tiene la teoría de que viviré alrededor de unos doscientos años. Soy más rápida, más fuerte y cuando saco a la cazadora…- Cerré los ojos por un momento y la dejé salir. A veces una imagen vale más que mil palabras.- Me convierto en esto.- Mi piel se había vuelto dura como el acero, mis huesos eran como de diamante, casi irrompibles. Mis ojos eran negros cual lúgubre noche y mis colmillos relucieron como hermosas perlas asesinas tras mis labios. Mamá suspiró asustada, y vi como Helia presionaba ligeramente su hombro en señal de apoyo, tranquilizándola al instante.
  • 5. -Ahora lo entiendo…- pensó Victoria en voz alta. La miré fijamente a los ojos, y escondí a la cazadora. Ella leyó mi callada pregunta en mi rostro.- Ahora tiene sentido que fueras capaz de levantar a Juan un palmo del suelo como si no pesara ni un gramo. Llevo años dándole vueltas a aquel incidente. Cuando él trató de abusar de mí, tú sacaste a la cazadora que llevas dentro. -Más que a la cazadora, saqué mi parte morwin. Un cazador no tiene por qué tener estas cualidades para ser uno de ellos. De hecho yo soy la única mestiza que existe. -¿La única?- murmuró mamá. Asentí.- ¿Y de quién es el material genético que emplearon para crearte? -De Chris.- Musité. -Eso significa que él es el más poderoso, como tú has dicho.- A Victoria le picaba la curiosidad. -Era.- Aclaré. -Explicádmelo que me pierdo.- Pidió Victoria. -Chris es el hijo mayor de Helia. Éste encontró a Chris y a Lucian, su hermano de sangre, cuando apenas hacía un par de años que eran inmortales. No sabían que existía otro método de caza ni otra forma de poder alimentarse y calmar su sed, así que mataban a humanos.- Mamá se revolvió entre los brazos de Helia, que se había sentado a su lado.- Veréis, la sangre que más fuerza les proporciona es la humana, mucho más si es de mujer. Las luces que más alimentan son aquellas que son arrebatadas a la fuerza de sus humanos cuerpos, máxime si son de mujer. Ellos dos no sabían que existía otra manera, así que se alimentaba de la única manera que sabían. »Pero Helia les enseñó que había otra forma de alimentarse y de poder coexistir en paz con los humanos, lo que una vez fueron ellos. Lucian abrazó ansioso los preceptos de la nueva vida que Helia le ofrecía. En el fondo de su inmortal ser no le gustaba en lo que se había convertido. Pero no ocurrió lo mismo con Chris. Permanecía junto a ellos, pero no tenía reparos en alimentarse de la manera que más le satisfacía, acumulando una fuerza desmedida que aún conserva. Sólo dejó de matar cuando me conoció. »Me crearon para matarlo. Mi olor, mi luz, mi sabor, mi sangre, todo cuanto soy es un auténtico reclamo para él. Mi sangre le alimentaría y saciaría por siglos. Y mi luz ídem. Para Chris no existe manjar más exquisito que yo. »Pero por encima de su naturaleza inmortal, está su deseo humano, sus sentimientos. Yo jamás le haré daño, nunca le heriré, jamás le cazaré. Del mismo modo que él no me matará para alimentarse, aunque se le haga la boca agua cuando estoy entre sus brazos. El amor que sentimos el uno por el otro es más fuerte que cualquier otro deseo. Pero no siempre creyó que yo estaría a salvo a su lado. -¿Por eso se fue?- Preguntó mi hermana del alma. -Sí Vic. Para que yo tuviera una vida normal, o todo lo normal que pudiera ser. Ocurrió después de un grave enfrentamiento entre morwins y cazadores.- Hice un pequeño alto y
  • 6. carraspeé. La garganta me volvía a arder, me escocían las entrañas. Eran los rescoldos de la sangre de Charles. Keinan volvió a ir a la cocina y me trajo otro vaso de agua.- Conocí a parte de la familia de Helia antes que a Chris. Ellos van viajando a través del mundo, se asientan durante una temporada en algún lugar, y pasado determinado espacio de tiempo y antes de levantar sospechas sobre lo que son, se mudan. »El año de mi decimoquinto aniversario, ellos rondaban por aquí. Los cazadores se dedicaban a investigar a la gente que se mudaba por la zona, y ellos fueron objeto de ese seguimiento. Helia era doctor por aquella época, Drake y Andros iban al último curso del instituto, Keinan tenía un gimnasio adonde enseñaba a los humanos defensa personal, Lucian estaba en la facultad estudiando ingeniería genética. Eran una familia normal, con una vida normal. Vivían en la capital y a pesar de no aparentar ser lo que eran, se les siguió. »Un día me encontré con Keinan. Olí su esencia al instante y a pesar de asegurarme que no era lo que parecía, le ataqué.- Me estremecí al recordar aquella tarde.- Keinan sufrió mi furia, y por poco muere en mis manos. -¿Tú le heriste?- Preguntó Victoria totalmente alucinada. Keinan medía casi dos metros, y era casi tan ancho de espaldas como alto. Un brazo suyo era como una inmensa mole musculada y descomunal. De hecho, todo él era una inmensa masa de músculos pétreos. -Sí, poseo la suficiente fuerza como para eliminar con mis propias manos a la mayoría de los inmortales. Que yo sepa, el único que me supera en fuerza, o más bien que la iguala, es Chris. -Alucinante.- Musitó por lo bajo Victoria. -Drake llegó como una exhalación para salvar a su hermano. Son inseparables.- Aclaré.- Yo regresé a casa, furiosa por haber fracasado. Dos días más tarde Lucian me buscó y se presentó ante mí. Venía a tratar de firmar una especie de paz entre nosotros. Los cazadores habían hecho correr la voz sobre mi existencia, y él, absolutamente convencido de que la existencia pacífica entre las dos razas era posible, me ofreció una paz eventual. »Desde el primer momento fui incapaz de herirlo, ni de matarlo, ni tan siquiera me planteé esa posibilidad. En el preciso instante en que le vi, sentí el irrefrenable deseo de que permaneciera junto a mí, de que tuviera un lugar en mi vida, como si fuera un hermano mayor al que poder contárselo todo. Era un sentimiento ridículo y absurdo, pero que no podía dejar de sentir. »Lucian comenzó a convencerme de la posibilidad de una existencia pacífica entre las dos razas. Me contó la historia de las revueltas internas de los cazadores y como su padre y él mismo firmaron ese tratado. Pero en ningún momento me habló de Chris y yo jamás sospeché que ellos pudieran ser hermanos. »Obviamente nos ocultábamos a los ojos de los cazadores y de los demás morwins, pero no de su familia. Helia supo de nuestra amistad y tras un pequeño susto, se presentó ante mí. Junto a él, ese día, estaba Chris.
  • 7. »Movido por la curiosidad y debido a que es capaz de sentirme y olerme a kilómetros de distancia, Chris acudió en mi busca. Lo hizo acompañado de su padre. No estaba convencido de que yo no quisiera hacerles daño. No se fiaba de mí. »Pero cuando me vio, cuando yo fijé mis ojos en él y él en los míos, nuestros mundos, nuestras creencias y todo aquello que nos rodeaba dejó de tener sentido. Como te dije, mamá, fue un flechazo. »Desde ese mismo instante comenzaron nuestras particulares guerras internas. La de Chris fue probablemente la más dura. Mi olor y mi sangre, mi luz, mi calor, mi presencia, todo lo que soy despertaban a la bestia que llevaba dentro. Quería beber mi sangre, robarme mi luz, arrebatarme mi vida. Y aún sabiendo que yo era la única que podía matarlo, también sabía que no lo haría. Prefería morir entre sus brazos a hacerle un simple rasguño. »Para él era difícil permanecer cerca de mí, y no había nada que yo ansiara más que estar junto a él. Pero él no llevaba una vida de abstinencia que le permitiera tener el autocontrol suficiente como para no temer herirme. Entre Lucian y él comenzaron las peleas. -¿Qué pinta Lucian en todo esto?- preguntó Victoria con curiosidad. -Digamos que él también sentía la necesidad de que yo permaneciera a su lado, pero en otro sentido.- Vic frunció el ceño. No llegaba a entender del todo mis palabras, pero no me interrumpió.- Finalmente los cazadores descubrieron que yo me veía con ellos, y que sentía algo muy especial por Chris. Para Jake fue una traición, y planeó la peor venganza posible. Eliminar a toda su familia, a los seis.- Mamá se estremeció entre los brazos de Helia.- Fue el día de mi decimosexto cumpleaños.- Esta vez mamá gimió.- Exacto mamá, el mismo día que eché a Jake de nuestras vidas. »Apenas había amanecido cuando comencé a sentir que algo no iba bien. Traté de llamar a Chris, pero no me respondía. Así que saqué mis instintos y fui a buscarlo. Le encontré en la playa, en nuestra playa. El grupo de cazadores era enorme, y ellos sólo eran seis. En cuanto aparecí, Jake me amenazó, me dijo que era el momento de elegir con que bando decidía luchar. Obviamente elegí el de Chris. Él se empeñó en que no luchara, en que me fuera, pero me negué. Si iba a morir, moriría junto a él. »Por suerte para ellos, el jefe máximo de los cazadores apareció, junto con el de los guardianes. Y todo quedó en nada. Pero yo ya había elegido, y fui tachada de traidora. Ese fue el momento en que saqué a Jake de nuestras vidas. Le amenacé con matarle si no desaparecía de nuestras vidas. No quería que siguiera utilizándote. De hecho, planeaba que incubaras a otro embrión. ¡Como si fueras un conejo de indias! No se lo iba a permitir, así que le saqué a patadas de nuestra vida y quemé la residencia clandestina de los cazadores. -¿Fuiste tú quién le prendió fuego a la fábrica?- Preguntó mamá completamente asombrada. -Sí mamá. La fábrica sólo era una tapadera para ocultar el escondite de los cazadores. Ese día yo estaba furiosa, dolida y deshecha. Tras el casi enfrentamiento, Chris me dejó. Se fue, creyendo que así yo tendría una vida normal. Fui a la fábrica y le prendí fuego, tras amenazar a Jake y a los otros cazadores. Tras aquello, me sumí en mi doloroso letargo. Por culpa de los
  • 8. cazadores había perdido mi oportunidad de ser feliz junto a Chris. Le juré no hacer tonterías, no quitarme la vida, y eso fue lo que hice. Sobrevivir en mi mundo de sombras y dolor, construyendo un endeble muro de naipes a mí alrededor para que nadie supiera con certeza que era lo que me ocurría. Dejé que creyerais que lo que me dolía era la marcha de Jake, cuando en realidad yo lo había sacado a patadas de nuestra vida. Me prohibí a mi misma recordar a Chris, y me negué a olvidarle. Hasta el día que Victoria me llevó a la playa. A nuestra playa. Yo no había vuelto allí, y cuando me di cuenta de donde estaba, fue demasiado tarde. Su rostro, su voz, su presencia, incluso su olor me sacudió con fuerza, derrumbando mi endeble muro y haciéndome caer en el insufrible dolor de su ausencia. Él había jurado que no regresaría, y a mí no me quedaban fuerzas para seguir manteniéndome con vida. Así que durante dos días me limité a esperar a que la muerte me consumiera. Mamá me miraba fijamente, recordando mis largos años de doloroso letargo. Su menuda mano se aferró con desmedida fuerza a la mía. El dolor y el miedo se dibujaban en su rostro, entremezclándose con la esperanza y la comprensión. Para ella, ahora, muchas cosas cobraban sentido. A pesar de que aquello sonara a auténtica locura. -Dijiste que Chris volvió porque le dijeron que habías muerto.- Musitó mamá. -Así es mamá. Yo misma se lo hice creer, cuando dejé que el dolor se apoderara de mí. Como os he dicho Chris es capaz de olerme y sentirme desde muchos kilómetros de distancia, y además es capaz de meterse en la mente de las personas y averiguar lo que deseé. Ni tan siquiera necesita estar cerca de ellas para leerles el pensamiento. Con haberse metido una vez en sus cabezas ya es suficiente para que sea capaz de escucharlas desde la distancia. Las únicas excepciones a ese don son los inmortales como él y yo. Y aun así, si se lo permito, si derrumbo el muro que hay en mi mente, él puede leer mis pensamientos. Aquel día, cuando me derrumbé en la playa, él me dejó de sentir. Ni siquiera sé dónde estaba, pero necesitó dos días para llegar a mí.- Victoria abrió los ojos enormemente. Entendió que la distancia no era impedimento para que Chris me sintiera.- Cuando duermo, Chris es capaz de meterse en mi cabeza, aunque lo que oye está borroso y con enormes y negras lagunas. Siempre supo, que a mi manera, estaba cumpliendo mi promesa de mantenerme con vida. Pero a partir de aquel día ni me pudo sentir, ni me pudo escuchar. Vino corriendo a ver qué había ocurrido, con la única intención, de llevarse mi cuerpo, si yo estaba muerta y hacerle creer a Lucian que él me había matado, para que su hermano lo eliminara. Cuando estaba a punto de entrar en el cementerio me volvió a escuchar. Oyó el deseo que pedí al soplar las velas de la tarta. -¿Y qué deseo pediste?- Preguntó Victoria. -Morir, Vic.- Miré a mamá, que tembló de miedo y de dolor.- Lo siento mamá, pero de verdad que en aquel preciso instante, lo único que me apetecía, lo único que deseaba, era morir. Él había jurado que no regresaría y yo no deseaba un segundo más de mi vida si no iba a estar él en ella. Fue en ese preciso momento cuando decidió romper su juramento, y a pesar de seguir creyendo que no sería capaz de permanecer cerca de mí sin hacerme daño, decidió arriesgarse. -¿Me quieres decir que te juegas la vida cuando estás con él?- Preguntó Victoria.
  • 9. -Sí y no. Para mí no existe nada más peligroso que permanecer cerca de Chris, pero tampoco existe un lugar más seguro. En su interior sigue existiendo el deseo de alimentarse de mí.- Mamá tembló entre los brazos de Helia, nuevamente.- Veréis, mi olor le quema la garganta como un enorme lanzallamas, cuando roza mi piel, siente mi calor golpeando su cuerpo como una fuerte descarga eléctrica y cada vez que me besa, el hermoso y fantasmagórico gruñido retumba en su diamantino pecho. Aun así, a pesar de todo eso, sé que jamás me hará daño por la sencilla razón de que no lo soportaría. Catorce años atrás no creyó, ni él ni yo, que seriamos capaces de permanecer cerca el uno del otro. Él no llevaba una vida de abstinencia que le permitiera tener el autocontrol suficiente como para permanecer junto a mí sin temor a herirme. Sin embargo, ahora, tras creerme muerta, es capaz de besarme, de dejar que me duerma entre sus brazos, de tocarme y de permanecer junto a mí. Aunque hay momentos en los que necesita espacio. -¿Cuál es el papel de Charles en toda esta historia?- Preguntó mamá. -Charles es un cazador. Jake le mandó para que me siguiera de cerca sin que yo sospechara nada, a la espera del momento oportuno para entrar en acción. Se hizo pasar por un simple humano, con una humana vida, para que yo no sospechara nada. De hecho, probablemente si Chris no hubiera vuelto y me hubiera sacado de mi doloroso letargo no me habría dado cuenta de nada. Ni el mismo Chris le pudo leer el pensamiento para darse cuenta que era un cazador. Y su propósito, o el de Jake, es capturar a Victoria para que yo vaya en su busca y Chris en la mía. Dos pájaros de un tiro. Victoria se estremeció ligeramente en el sillón, al comprender que su vida había estado en peligro. -¿Por qué yo?- Preguntó, con la voz quebrada. -Porqué siento por ti lo mismo que sentí por Lucian, y lo mismo que dijiste que sentías por mí. El irrefrenable deseo de que permanezcas junto a mí, como una hermana. Jake sabe que si te hace algo, que si te captura, iré en tu busca. Y Charles le dijo que yo estaba fuera de combate. Mandaron a un inmortal, un tal Hassan, para que te capturara. Su inmortal vida a cambio de mi cabeza. Estaba aquí la primera vez que Chris se fue de caza. Te mentí Vic. No me dolía la cabeza. Fue una excusa para poder salir por la ventana de mi dormitorio sin levantar tus sospechas y averiguar qué demonios quería Hassan. Le ofrecí colaborar, pero se negó, así que tuve que eliminarlo, no sin antes sacarle la información que necesitaba. -¿Y cómo se la sacaste?- Victoria sentía curiosidad, la curiosidad innata en lo humanos que necesitan comprender que ocurre a su alrededor. Aunque lo que ocurra parezca una auténtica locura. -Le mordí. Yo también puedo meterme en la cabeza de las personas, humanas o no, y leerles el pensamiento. Lo he hecho en contadas ocasiones, y sólo cuando me he visto obligada. Pero Jake le bloqueó los pensamientos a Hassan, de modo que cuando intenté meterme en su cabeza, me topé con un muro. Así que me vi obligada a sonsacárselos de otro modo. Cuando un morwin muerde a un humano y se bebe su sangre, se bebe, por decirlo así, sus recuerdos y
  • 10. pensamientos. Yo hice lo propio con Hassan. Bebí un poco de su sangre, la suficiente para averiguar lo que necesitaba sin que llegara a matarme. -¡A matarte!- Mamá se escandalizaba por momentos, o más bien se asustaba. -Sí mamá. Si bebo demasiada sangre de un inmortal, puedo morir. -¿Y a Charles? ¿También le has mordido?- Preguntó Victoria. -Sí. La diferencia es que la sangre de un humano no me mata. Todo lo contrario, me fortalece. Al principio los recuerdos me golpean en la cabeza, pasan a mucha velocidad, como rápidos fotogramas de una película muda. Al cabo de unas horas, siento una enorme fuerza.- Y esa fuerza empezaba a brotar en mi interior. -¿O sea, que no es la primera vez que muerdes a un humano?- Esta vez fue Drake quien lo preguntó. -No, no es la primera. Mordí una vez a Alice, el día que los eché de aquí. El efecto que causo en ellos es que les borro los pensamientos que absorbo. No sé porqué. Me di cuenta de que todos me miraban extrañados. Yo era el bicho raro, para todos ellos. Para mi madre y Victoria no era una simple humana, ni una hermana ni una hija. Era una mestiza, alguien engendrado en una probeta que poseía una serie de cualidades inexplicables para ellas. Para Drake, Keinan y Helia, era una especie de medio inmortal, con desmedida fuerza y capaz de hacer cosas parecidas a las que ellos hacían sin llegar a ser una de ellos. Efectivamente, en aquella habitación, el único bicho raro era yo. -Kara, deberías llamar a Chris.- Me dijo mi futuro suegro, clavándome en lo más profundo de mi alma aquellos preciosos ojos jade.- Yo llamaré a Lucian. -Helia, yo… -Kara, Lucian deberá entenderlo. Tu decisión y la de Chris es permanecer juntos, y si alguien quiere haceros daño, se lo hará a toda esta familia. Y Lucian forma parte de esta familia. -Está bien Helia. Llamaré a Chris. Pero quiero hablar con Lucian, por favor.- Pensé que tal vez si era yo quien le explicaba mi decisión a Lucian, si era yo quien le decía que había decidido vivir o morir junto a su hermano, él lo entendería. Pero sabía que eso era una vana posibilidad. En el fondo de mi pecho, mi corazón se estremeció levemente de dolor, del dolor que le causaría a mi futuro cuñado y a mi hermano del alma. -Como quieras, Kara.- Musitó Helia, mientras seguía abrazado a mi madre. Cerré los ojos, y tras mis cansados párpados vi la imagen de mi inmortal amor, de ese bello y esplendoroso ángel de la destrucción. Vi sus cabellos dorados cuales campos de trigos al sol, suaves como la angora. Sus oceánicos ojos lapislázuli, que me miraban con amor desmedido y devoción infinita. Su fría y pálida piel, como un hermoso páramo helado. Y su impresionante y escultural cuerpo, tan parecido al de una hermosa estatua griega. Todo vino a mí, hasta su olor; su dulce y varonil efluvio me cosquilleó en la garganta.
  • 11. Lentamente derrumbé el muro de mi mente y le busqué, allá donde estuviera. Dejé que su inmortal presencia me guiara y sentí como entraba en su eterna mente. Jamás creí ver algo como lo que vi. Todo estaba bañado por una irreal y preciosa luz azul, una hermosa e ilusoria neblina, casi del mismo color que sus ojos. Diminutos destellos de blanca y radiante luz se dispersaban entre ese hermoso color, salpicándolo como pequeños copos de nieve cayendo sobre un océano congelado. Y entonces vi su rostro, el rostro de ese monstruo que él aseguraba ser, pero que yo sabía que no era. Su piel seguía siendo nívea, gélida incluso al inexistente contacto. Me estremecí, de puro placer. Pero sus ojos no eran azules, no se parecían en nada a esos espectaculares zafiros que él poseía. Eran infernalmente rojos, como los fuegos del averno, castigados y dolidos por lo que él era. Tras sus carnosos, duros y deliciosos labios asomaban unos perfectos y letales colmillos, sublimes cuáles perlas asesinas bañadas bajo la luz de una hermosa luna llena. Y en mitad de todo aquello, en la lejanía, irreal y efímera, rodeada por una especie de aura rojo carmesí, observándolo completamente embelesada, me vi a mi misma. Mi hermoso ángel de la destrucción, se había convertido en un letal ángel cazador. Estaba contemplando cómo se alimentaba. Sentí paz, cuando una de esas diminutas luces blancas fue capturada por él. Sentí tormento y dolor, cuando esa luz supo que ese era su fin, alimentar a mi amado ser. Sentí sufrimiento, el de él, por ser lo que era, por no poder evitar serlo. Nuevamente, temblé, esta vez de dolor. Y de pronto él se percató de mi presencia. -¿Kara?- Su melódica voz acarició mi mente como acariciaba mis oídos cuando hablaba en voz alta. Otro placentero temblor sacudió mi cuerpo. -Hola mi amor.- Traté de sonar dulce y tranquila. -¿Qué ocurre?- La angustia en su voz me hizo estremecer, nuevamente. -Deberías volver. Hemos descubierto quien es el cazador.- Un espectral y fantasmagórico rugido sonó en mi mente. Sabía lo que ese aterrador sonido significaba.- No te preocupes mi amor. Estoy bien. -En diez horas estamos ahí.- De repente toda esa hermosa bruma azul despareció, y su lugar lo ocupó un inacabable océano de encolerizadas llamas. Estaba furioso.- Dile a Drake y a Keinan que estén alerta. Y no hagas tonterias Kara. -Chris…- Traté de calmarlo, pero fue inútil. Sentí como su furia aumentaba ante mi interrupción. Las llamas se extendieron aun más. Como un gigantesco averno. -Kara, sin tonterias. Estoy ahí en diez horas.- Su voz había dejado de ser melódica, pero aun así, a pesar de parecer el rugido de un apocalíptico fantasma, furiosa y terrorífica, me pareció hermosa, como todo él.- Te amo.- Musitó.
  • 12. -Y yo a ti. Tened cuidado, por favor.- Y despareció. Sólo quedo un inmenso hueco, oscuro, vacío, inerte y doloroso. El que él dejaba en su ausencia. Al tiempo que abría mis ambarinos ojos, levanté el muro en mi mente, ese muro que le impedía saber que era lo que yo pensaba. Y entonces vi como mi familia, esa formada por humanos e inmortales seres, me observaba completamente anonadada. Fruncí el ceño. -¿Por qué me miráis así?- No entendía esas miradas confusas y asombradas. Victoria sacudió la cabeza antes de hablar, como si tratara de asimilar algo que había visto. -Lo hemos oído.- Musitó, todavía algo conmocionada. -¿El qué? -Tu conversación con Chris.- Se frotó las sienes, como si le doliera la cabeza, y suspiró.- Hoy he visto y oído cosas muy raras Kara, pero nada comparado con esto. Casi he podido sentir su furia cuando le has dicho que sabías quién era el cazador. Y lo más extraño es que lo he oído todo en mi mente.- Fruncí el ceño de nuevo. No entendía que había pasado. -Voy a llamar a Lucian.- Dijo mi futuro suegro, interrumpiendo a Victoria, quitándole hierro al asunto. -Helia…- No me dejó terminar de hablar. -Sólo voy a marcar el número. Dejaré que tú hables con él.- Suspiré ante la incertidumbre que me provocaba tener que hablar con ese inmortal y hermoso ser, que era hermano de sangre de mi único amor. Helia marcó a una velocidad inhumana el número de teléfono. Mis sentidos de cazadora todavía estaban despiertos y pude memorizar rápidamente los dígitos, a pesar de que parecía que los dedos de Helia no se movían sobre las teclas. Me pasó el teléfono, y al tercer tono, su bella voz me respondió. ESTRELLAS -Hola Helia.- Seguía poseyendo aquel cantarín timbre de voz, bello, pero nada comparable al de Chris.- ¿Ha ocurrido algo? Tomé aire. Aspiré una gran bocanada, y traté de templar mis crispados nervios. Fue inútil. -Hola Lucian. Soy yo.- Mi voz sonó quebrada, rota por el dolor que sabía que le iba a causar. -¿Kara? ¿Eres tú?- En aquel hermoso timbre de voz sentí su angustia y su sorpresa, su emoción y su desconcierto.
  • 13. -Sí, soy yo.- Y tomé otra enorme bocanada de aire. Siguió sin servir de nada. -¿Qué sucede, Kara?- Sentí como se me erizaba el vello del cuerpo, cuando a través del auricular escuché rugir su sempiterno pecho. -Verás Lucian, es un poco complicado. No creo que lo debamos hablar por teléfono. -Voy de camino.- Y oí como el viento golpeaba el auricular. Había echado a correr.- Hazme un resumen, por favor. -Lucian… -¡Maldita sea, Kara, haz un resumen!- Bramó. En eso se parecía a su hermano, siempre dando órdenes. -Jake le ha puesto precio a mi cabeza. Pretende atraparme para así poder capturar a Chris y eliminarnos a los dos.- Oí como el rugido se volvía más feroz. El viento golpeó con más fuerza el auricular. Estaba segura de que sus pies apenas tocarían el suelo. -¿Dónde está Chris?- Preguntó. Su voz, al igual que la de su hermano, había dejado de ser dulce y bella para transformarse en algo grotesco y aterrador. -Viene de camino. Hay algo más que deberías saber, Lucian.- Y la voz se me quebró, nuevamente. -¿Qué?- Su voz se tornó un poco más seca y dura, como si supiera lo que le iba a decir. -Estoy prometida a tu hermano. Lo siento.- Musité. Y nuestra conversación acabó. Lucian colgó el teléfono, pero antes pude oír como su inmortal pecho rugía. Esta vez, de dolor. Helia cogió el teléfono, mientras por mis pálidas mejillas corrían dos saladas lágrimas. Gotas de tormento, de sufrimiento, de desesperación, de todo eso que sabía que le había causado a Lucian con mis dos últimas frases. Me sentí como un monstruo, un asqueroso monstruo que sólo le causaba daño a la gente que amaba. Yo quería a Lucian, le necesitaba, pero también sabía que no podía corresponder sus sentimientos, a esos que él aseguraba que tenía por mí. Yo era un monstruo, condenada a amar a un inmortal ser, castigada por el dolor que provocaba en aquellos que me rodeaban. Durante una milésima de segundo me detesté, me odié y me di asco a mí misma. Unas frías manos, duras y fibrosas, tomaron las mías. Tras mis ahogados ojos vi el bello rostro de Drake, su rojiza piel y sus preciosos ojos color ceniza fijos en los míos. Sólo musitó dos palabras. Dos palabras que yo no creía que jamás pudieran ser verdad. -Lo entenderá. No respondí. Me limité a tratar de reprimir ese dolor que sentía en mi interior y a no dejar que el muro de mi mente se cayera. Sabía que a pesar de todo, Chris estaría tratando de averiguar qué pasaba por mi cabeza.
  • 14. Y entonces observé como mamá dibujaba la preocupación en su rostro. Drake giró la cabeza y la miró. Eso fue la confirmación a mis sospechas. Él era capaz de sentir las emociones de los demás como suyas propias. -¿Qué pasa mamá? -Has dicho que Jake hará cualquier cosa por atraparte, ¿no?- Asentí y mamá tomó aire.- Su primera opción es Victoria.- Nuevamente asentí.- Y la segunda, supongo que yo.- Helia apretó suavemente su hombro. Ella estaba a salvo junto a él. Mamá le miró con dulzura y él dibujo una hermosa sonrisa en su adónico rostro.- ¿Y la tercera? Entonces me di cuenta. No había caído hasta ese momento, no me había dado cuenta de que en esa casa faltaba un miembro de mi familia, alguien con quien no me llevaba demasiado bien, pero que no se merecía pasar por lo que Jake quería hacerle sufrir. -¡Mierda!- Grité al tiempo que me ponía en pie de un salto. Keinan saltó por encima del inmenso sofá, como si saltara un minúsculo charco y se puso a mi lado. Me miró a los ojos fijamente y supe ver en ellos su callada pregunta.- Trizia. No había pensado en ella. Hay que ir a buscarla. -Kara… -Musitó Keinan. -Ni se te ocurra decirlo. Voy a buscar a mi prima.- Y la cazadora volvió a salir a la luz. Mis ojos se tornaron negros cuál lúgubre noche, mi piel se volvió dura como el mármol y mis huesos se tornaron de diamante. Mis músculos se tensaron y gruñí. Victoria tembló de miedo. -Vamos contigo.- Dijo Drake a mis espaldas. -No.- Ordené, fría y tajantemente. Mi mente trabajaba a velocidades vertiginosas, tratando de averiguar la mejor forma de ordenar aquel caos en que se estaba convirtiendo mi vida y la de los que me rodeaban.- Tú y Helia quedaros con Vic y mamá. Iremos Keinan y yo.- Y sin dejarme terminar la frase, el hermano favorito de mi inmortal amor se plantó ante la puerta, con las llaves del coche en la mano. -Yo conduzco.- Espetó, con un gruñido de fondo en su pecho. Los cimientos de la casa temblaron. Keinan estaba furioso. Y ansioso. La tensión de una guerra que no acababa de estallar y de la que no se sabía cómo iba a terminar. Salimos disparados, a una velocidad totalmente inhumana para ninguno de los dos. Keinan conducía a una velocidad más que temeraria, y a pesar de estar a más de quince minutos de casa de Trizia, llegamos en apenas cinco minutos escasos. -Espérame en el coche.- Le ordené. No sirvió de nada. Ya había bajado y estaba frente la puerta de casa de Trizia. Suspiré. No iba a ponerme a discutir con él. Trizia era nuestra prioridad. Puede que no nos hubiéramos llevado bien durante años, pero el recuerdo de lo que Jake quería hacer con aquellas persona allegadas a mí, simplemente para darnos caza, era algo que ni ella ni nadie se merecía. Llamé a la puerta y a los pocos segundos mi prima me abrió la puerta.
  • 15. -Hola Kara.- Me dijo sonriente.- ¿Qué haces aquí?- No vio a Keinan, que se había escondido tras una columna. -¿Puedo pasar?- Dije seriamente, cortantemente. -Sí, claro.- Y abrió la puerta de par en par. Entonces, como si fuera una exhalación, un huracán tempestuoso y feroz, Keinan salió de su escondite y entró en la casa. Siempre haciendo su papel de guardián. Trizia me miró asustada, y antes de que dijera algo, la calmé. -No te preocupes, viene conmigo. Es un amigo.- Un inmortal amigo de descomunal fuerza y eterna presencia.- Pensé. -Despejado. –Oí que decía desde el interior de la casa. Entré y cerré la puerta tras de mí. -Kara, ¿me quieres explicar qué demonios pasa y quién es este?- Dijo señalando a Keinan con un dedo. Él gruñó, pero sólo yo le pude oír. -Es Keinan, uno de los hermanos de Chris. Estás en peligro Trizia. -¿Qué?- La incredulidad era más que palpable en su rostro, con sus ojos abiertos como platos mirándome fijamente, como si me hubiera vuelto loca o algo parecido. -Jake está planeando volver, y está furioso conmigo. -¿Y eso que tiene que ver conmigo? A mí nunca me cayó bien. Siempre sospeché que ocultaba algo. -Y es cierto Trizia. Pero ahora no te lo puedo explicar. Coge algo de ropa. Te vienes con nosotros. -Pero Kara… -Maldita sea Trizia, obedece a tu prima.- Gritó Keinan, realmente furioso. Le miré frunciendo el ceño. ¿A qué demonios venía esa reacción? Pero fuera por lo que fuera, sirvió. Trizia fue a su dormitorio y tras unos escasos cinco minutos salió con una enorme maleta. -¿Es necesario que cojas tanta ropa?- Le reproché. Nunca entendería su pasión por la moda. Para mí no tenía sentido. Mi prima no me contestó, se limitó a fulminarme con la mirada. -Nos vamos.- Ordenó Keinan, mientras abría la puerta y escudriñaba el rellano para asegurarse que no hubiera nadie esperándonos. Trizia salió tras él, y yo cerré la puerta de un portazo. A mi prima le costaba arrastrar la maleta, debido a la enorme cantidad de “trapitos” que había metido en ella.- Dame eso, yo lo llevaré.- Dijo Keinan al tiempo que cogía la maleta con una sola mano, como si no pesara ni un solo gramo. Trizia dejó ver el asombro en su rostro y luego me miró. Pero con mi mirada le insté a callar y a obedecer. En otros escasísimos cinco minutos llegamos a casa de Chris, a mi casa, a mi nuevo hogar. Keinan entró primero, con la pesada maleta de Trizia colgando de su mano como si fuera un insignificante folio. La soltó de golpe sobre el suelo de parqué.
  • 16. -¡EH! Un poco de cuidado.- Le increpó mi prima. Keinan se giró y clavo sus bellos ojos azul claro en Trizia. Su mirada me resultó extraña. Como si quisiera decirle algo pero no se atreviera. Como si tuviera miedo a la reacción de mi prima. Eso sí que no tenía sentido para mí. Trizia se sentó en el sofá, junto a mi madre. Ésta le tomó la mano y se la estrechó levemente. Mamá quería a Trizia. Ella era su otra hija, esa de la que se había tenido que hacer cargo tras la muerte de su hermano y su esposa. -¿Me lo cuentas ahora?- Dijo Trizia. Y Keinan gruñó a mis espaldas. Le fulminé con la mirada y él agachó la cabeza, avergonzado nuevamente. Otra reacción sin explicación para mí. Pero cuando me disponía a contarle toda la verdad sobre mi vida, mi existencia y todo aquello que nos rodeaba en esos precisos y caóticos instantes, Keinan me interrumpió. -Creo que es mejor que lo dejéis para mañana.- Su voz volvía a ser suave, parecida al terciopelo. Me giré y le observé, pero él no me miraba a mí, sus ojos seguían posados en Trizia.- Tanto tu madre, como Vic y Trizia parecen cansadas. Sería conveniente que descansarán y recobrarán fuerza. A demás, en unas horas llegan Chris y Lucian, y es una pérdida de tiempo que expliques lo mismo dos veces. Creo que es mejor que descansen. -Sí, yo también pienso que es lo mejor.- Añadió Helia, sin dejar que me involucrara en aquella conversación.- Tienes cara de agotada.- Le dijo a mamá, que tembló al oír su voz. Me pregunté cuántas veces había hecho yo lo mismo al escuchar la dulce melodía que era la voz de mi inmortal amor. -Así es. Estoy agotada. Han sido demasiadas emociones para una sola noche.- Le respondió. -Ven, puedes dormir en mi habitación.- Dijo ofreciéndole sus manos para que ella se levantara. Mi madre seguía perdida en aquel precioso bosque de bambú que eran los ojos de Helia. Perdida en la inmensidad de su inmortal y arrebatadora presencia. Helia pasó unos de sus musculosos brazos alrededor de la cintura de mamá, que nuevamente tembló. -¿Vas a dormir conmigo?- Preguntó en un susurro de voz inaudible para Trizia y para Victoria, mientras subían las escaleras. -Nosotros no dormimos. Pero permaneceré junto a ti, cuidándote, mientras descansas.- Y ya no quise escuchar más, así que enterré a la cazadora y dejé sólo a la humana. -Vamos.- Les dije a Victoria y a Trizia, que se pusieron en pie de inmediato.- Vic, tú podrías dormir en el dormitorio que es de Chris, conmigo y Trizia en el que hay libre. -No.- Me volvió a interrumpir Keinan. Le fulminé con la mirada y se explicó.- Chris le ha puesto mucho empeño a ese dormitorio, prácticamente no nos deja entrar a ninguno, porque si no, no huele a tí. Es mejor que Victoria descanse en la habitación de invitados. -¿Y Trizia?- Pregunté. Tenía la sensación de que Keinan me ocultaba algo. -Puede descansar en mi dormitorio. -¿Qué? Yo no voy a dormir con un desconocido. –Dijo mi prima con los ojos, nuevamente, abiertos como platos.
  • 17. -Yo no voy a dormir contigo.- Dijo poniendo cara de sorprendido.- Descansaré con Drake en su dormitorio.- Y sin mediar ninguna palabra más, cogió la enorme maleta de Trizia con una de sus grandes manos y enfiló las escaleras. No entendía a que venían aquellas reacciones de Keinan, enfadándose, avergonzándose, y escondiendo algo que yo no lograba descubrir. Era extraño su comportamiento. Desde que habíamos llegado a casa de mi prima se comportaba de una forma rara. Pero no quise darle más vueltas a la cabeza. Ya tenía bastantes preocupaciones como para encargarme también de los cambios de humor de Keinan. Acompañé a Victoria a la habitación, que mi hermoso ángel había reservado para su hermano. Para ese hermano que parecía dispuesto a acabar con su eterna existencia, si yo sufría el más mínimo rasguño, o si me transformaba en lo que ellos eran. Chris había reservado un dormitorio para Lucian con la vana esperanza por mi parte, de que entre ellos dos se acabaran las disputas y las peleas por mi culpa. Yo amaba a Chris, más allá de mi propia vida o de mi propia muerte, pero también quería a Lucian, y le necesitaba. Yo sentía que él era mi hermano. Aquel dormitorio, como los demás restantes de la casa, era hermoso, de suelos de madera, de blancas paredes y muebles de exquisita belleza. Se me encogió levemente el corazón cuando pensé que, tal vez, Lucian jamás ocuparía esa habitación por voluntad propia, si no por necesidad y obligación. Necesitábamos su ayuda y él se sentiría obligado a prestárnosla. ¿Pero qué ocurriría cuando aquella guerra, que parecía no acabar a través de los siglos, concluyera? ¿Comenzaría otra entre él y su hermano? ¿Debería enfrentarme al dilema de tener que escoger entre uno de los dos? Fuera como fuere, mi decisión estaba tomada desde el preciso instante en que conocí a Chris. Sin él, mi vida, mi existencia no tenían sentido. Chris era mi mundo, mi universo, mi sol, mi hermoso ángel, mi bello y letal amor, mi potencial asesino, mi todo. Lucian sólo era un complemento a mi vida, un complemento importante, pero sólo eso. Sin Lucian, mi vida tenía sentido. Sin Chris, no tenía razón de ser. -Bueno Vic, te dejo descansar.- Le dije, cuando instaló las pocas cosas que había traído de casa en aquel bonito dormitorio. Vi que en sus ojos se seguía dibujando el miedo y la incomprensión, algo normal por su parte, después de todo lo que había vivido y escuchado aquella noche.- Siento que te veas envuelta en todo esto. No me respondió. Se quedó callada, mirando con los ojos bien abiertos. Sabía que necesitaría tiempo para asimilar todo lo que ocurría a su alrededor, así que preferí dejarla sola e ir a ver a Trizia, que también tendría un millón de preguntas rondándole en la cabeza. Golpeé dos veces la puerta del dormitorio de Keinan con los nudillos, y oí como mi prima me instaba a pasar. Abrí la puerta y vi que estaba con la maleta abierta sacando de dentro un bonito camisón de raso negro, largo hasta los pies, con su bata a juego. Sonreí. En mitad de aquella locura, Trizia se preocupaba por estar radiante incluso para dormir. -¿Estás bien, Triz?- Le pregunté en el tono de voz más suave que pude. Ella y yo nunca habíamos sido grandes amigas, de hecho, durante años apenas nos habíamos hablado, y si lo habíamos hecho, habíamos acabado discutiendo.
  • 18. -La verdad es que no, Kara. Pero ese amigo tuyo grandote tiene razón. Estoy cansada, y necesito tener la mente despejada para asimilar lo que demonios sea que me tienes que contar. No sé porqué, pero deduzco que va a ser algo importante.- Dijo mientras iba al baño que había en esa misma habitación y se cambiaba. -Tienes razón. Es importante.- Parecía que Triz tuviera un sexto sentido que, hasta ese momento, yo ignoraba que tenía. Y justo en el preciso instante en que Trizia salía del baño con su bonito camisón puesto, Keinan entró en el dormitorio. Se quedó quieto, paralizado como una hermosa e imponente estatua de un dios griego, con sus ojos fijos en Trizia y con su eterno pecho rugiendo levemente. -¿A ti no te han enseñado a llamar a la puerta?- Le increpó mi prima, con un bonito color sonrosado en sus mejillas. -Disculpa.- Musitó Keinan, agachando la cabeza, abochornado nuevamente.- Se me olvidaba una cosa.- Y en dos enorme zancadas se plantó al lado de la cama, y de la mesilla de noche sacó una bonita caja de madera noble, finamente tallada. Jamás había visto esa caja, pero era hermosa y antigua. Se dio la vuelta, y tal como había entrado, salió, musitando un inaudible “buenas noches”. -¿Qué demonios le pasa a ese? –Me preguntó Trizia furiosa. -No tengo ni idea.- Y era cierto, el comportamiento de Keinan no tenía explicación para mí. Era como si todo ese optimismo que le rodeaba hubiera desaparecido.- Pero no te preocupes, es un buen tipo.- Con una fuerza extraordinaria y una inmortal vida, pensé.- Que descanses.- Y salí, dejándola sola con su millón de preguntas rondándole por la cabeza. Fui a nuestro dormitorio, a esos aposentos que él había preparado para los dos, a ese dormitorio que sería nuestro cuando me convirtiera en su esposa en unas semanas. Y me sobrecogí. Hasta ese momento no me había dado cuenta del enorme parecido que guardaban con su persona. El blanco de las paredes me recordó a su nívea piel, la litografía sobre el cabezal de la cama a sus encolerizados ojos carmesí, el resplandeciente cabezal de brillantes rosas plata, a su deslumbrante sonrisa. Y aquel dormitorio olía a él, todo estaba impregnado de su sutil y varonil efluvio, con hermosas notas de sándalo y cítricos en el ambiente. Una cristalina lágrima se escapó de mis ambarinos ojos, cuando sentí el enorme vacío que él dejaba en su ausencia. Ese enorme vacío, frío e inerte que había dejado a lo largo de catorce años. Salí de aquel precioso dormitorio. No me apetecía dormir en una cama impregnada de su aroma en la que no estuviera él. Me había acostumbrado a dormir entre sus brazos, prisionera en aquella sublime y peligrosa prisión que era su perfecto y frío abrazo inmortal, recostada en su duro y sempiterno pecho. Además, la sangre de Charles, esa que le había succionado para averiguar lo que ocultaban sus pensamientos, seguía martilleando en mis venas, y seguía sintiendo una desmedida fuerza recorriendo mis músculos y mis huesos. Salí al porche y a través de las enormes copas de los árboles, vi un hermoso y despajado cielo poblado de miles de millones de estrellas. Saqué a la cazadora y de un enorme salto me planté en el tejado. Me tumbé allí, con las manos en mi nuca, y la mirada perdida en aquella preciosa noche.
  • 19. Ante mí había un maravilloso firmamento repleto de tintineantes estrellas, que se agrupaban formando bellas constelaciones, en prefecta armonía con el resto del universo, formando un todo, al que yo no sentía que pertenecía. La Osa Mayor, Casiopea, la Osa Menor, el cinturón de Orión, Pegaso, todas brillaban ante mí, como nimios diamantes engastados en una hermoso y oscuro manto que me arropaba. Pero yo sentía que estaba todo vacío y frío, inerte y carente de vida, como era mi existencia sin Chris. -¿Puedo sentarme contigo?- La hermosa voz que pertenecía a Drake, acarició mis oídos, pero no me hizo estremecer. Ese poder sólo lo poseía Chris. -Por supuesto.- Dije sin apartar mi mirada de aquel sublime cosmos que tenía ante mí. Sigiloso como el fantasma que parecía ser, se acercó a mí y se sentó a mi lado, sin hacer el más mínimo ruido, como si flotara en el aire. Giré levemente mi cabeza y vi su rojiza piel bajo la luz de la menguante luna, sus ojos ceniza mirándome, y su calmada presencia arropándome. Lo cierto era que Drake me tranquilizaba. Tal vez fuera porque él nunca perdía los nervios, ese temple de acero que parecía poseer me sosegaba, aunque no del todo. Mi tranquilidad sólo era absoluta cuando me encontraba al lado del único hombre que yo amaba y que amaría hasta más allá del fin de los tiempos; al lado de Chris. -¿Por qué estás apesadumbrada?- Me preguntó dulcemente. -¿De verdad quieres saberlo?- Pensé que creería que yo estaba loca si le contaba lo que en esos momentos pasaba por mi mente. -Eres mi hermana, Kara, claro que quiero saberlo.- Y se tumbó junto a mí, estirando su fibroso cuerpo sobre el tejado. -¿Tu hermana?- Respondí, ladeando mi cabeza y mirándole a los ojos. -Sí, mi hermana, al igual que Olimpia. Si decides permanecer al lado de Chris como su pareja y como su esposa, entonces eres mi hermana. Cuéntamelo, Kara. Sé que estás triste por algo, y no es sólo porque Chris esté de caza. Recuerda que soy capaz de percibir las emociones de los demás como si fueran mías. -Está bien.- Dije al tiempo que suspiraba.- Pero no pienses que me estoy volviendo loca.- Dibujó una bonita sonrisa blanca en su rostro al tiempo que negaba con la cabeza.- Mi abuela, la madre de mi madre, me contó una vez una bonita leyenda. »Al principio de los tiempos, cuando el mundo comenzó a ser mundo y el universo apenas estaba formado, el cielo no era más que una enorme laguna oscura y fría, sin nada más que un gigantesco vacío en él. No había estrellas, ni cometas. Sólo una inmensa nada. »El cielo comenzó a poblarse de diminutas y centelleantes estrellas, agrupadas en hermosas constelaciones a medida que los hombres y mujeres de este planeta fallecían y sus almas ocupaban su lugar en el cosmos, sintonizadas en perfecta armonía entre ellas, iluminando a los que dejaban atrás, protegiéndoles y velando por ellos desde lo más alto del firmamento.
  • 20. -Mi abuela es una de esas estrellas, que me guía y me cuida, desde ahí arriba.- Dije mientras señalaba con uno de mis finos dedos aquellas estrellas. -¿Y qué tiene que ver esa bonita historia con tu estado de ánimo? -Chris tiene la teoría de que él está condenado al infierno por los pecados que ha cometido, aunque no crea en Dios, si cree que nunca entrará en el cielo, que jamás será, si algún día deja de existir, la más hermosa estrella que pudiera habitar el cosmos. Pero sí piensa que yo seré una de ellas, la más preciosa de ellas, según él.- Miré a Drake a los ojos. Me observaba sin llegar a entender que era lo que le quería decir.- Y yo no quiero estar en un lugar en el que él no pueda estar. No quiero ser una estrella si él no va a estar conmigo.- Y una cristalina lágrima se escapó de mis bellos ojos ámbar, al recordar el enorme vacío que había dejado durante los catorce años que él no había estado conmigo. Drake me miró dulcemente, tiernamente, como un hermano mira a una hermana, cuando no sabe cómo consolar su pena y su dolor. Y supe que buscaba en lo más profundo de su inmortal ser una respuesta que aliviara mi pesadumbre. Y como siempre, encontró la frase adecuada. -Vuestro destino es permanecer juntos, más allá de una vida mortal o de una existencia inmortal. Si algún día tú formas parte de ese cielo, seguro que él estará a tu lado. Seréis las dos estrellas más hermosas y brillantes que haya en todo el cielo.- Y se levantó, sigiloso, dejándome sola con mis pensamientos. Recorrí las constelaciones con mis ojos, sus formas con mis finos dedos, su existencia con mis pensamientos. Y otra lágrima escapó de mis ojos, corriendo callada por mis mejillas, ahogando mi pesar en ella. Si él no iba a estar conmigo, yo no quería ser una estrella. CONFUSIÓN Pasé casi toda la noche en el tejado, perdida en la inmensidad de aquel hermoso firmamento y en la profundidad de mis pensamientos y de mi dolor. Pensaba en qué ocurriría cuando Lucian y Chris se encontraran, en el dolor que uno de ellos sufriría, en ese tormento que mis decisiones y sentimientos le provocarían. Y su dolor fue mío, porque no quería que ninguno de los dos sufriera, no deseaba más luchas ni más tensiones. Sólo ansiaba la paz, una tranquila vida al lado de mi único amor y de su familia que ahora era la mía. Casi al amanecer bajé a nuestro dormitorio. Aspiré una fuerte bocanada de aire, dejando que su sutil y varonil aroma, que todavía persistía en el aire, inundara mis pulmones y me sosegara levemente. Habían pasado siete horas desde que había llamado a Chris. Las tres horas que me faltaban se me harían eternas. Porque cada segundo sin él era una inmensa eternidad, fría y yerma. Él era mi única razón de existir.
  • 21. Me di una ducha, dejando que el agua casi ardiente le diera calor a mi helado cuerpo. Y ese frío no era debido a que había pasado la noche en el tejado. Me vestí con unos vaqueros y una camiseta de algodón azul, del mismo color que sus oceánicos ojos, y bajé a la cocina. Allí me encontré con Keinan, que tenía una copa de metal entre las manos y bebía su contenido. No necesité preguntar qué era lo que bebía, ya que el olor a óxido y azúcar empapó mis fosas nasales. Keinan estaba calmando su sed. -Buenos días.- Dije con mi voz más melódica. Keinan se terminó el contenido de la copa antes de darse la vuelta y mirarme a los ojos. Todo su optimismo había desaparecido, y en su lugar había una nueva expresión que yo no sabía a que era debida. -Hola Kara.- Y enjuagó la copa bajo el chorro de agua caliente. -Keinan…- dudé durante unos instantes si preguntar o no, pero lo hice.- ¿Qué te ocurre? Estás muy raro desde ayer por la noche. -Nada.- El timbre de su voz denotaba que mentía. -¿Y si es nada, por qué estás bebiendo? -Hay muchos humanos en esta casa.- Sus ojos me esquivaban, y eso significaba que ocultaba algo. Me planté frente a él y le cogí por la barbilla, obligándole a mirarme. Alcé las cejas y no necesité pronunciar la pregunta.- No quiero perder el control. -Hace más de ciento cincuenta años que no lo pierdes, y has estado rodeado de miles de humanos, así que no me mientas. ¿Qué te ocurre? -Nada.- Dijo apartando sus claros ojos de los míos y liberándose de mi mano.- Deja de preocuparte por mí. Hay cosas más importantes a las que dedicar tus energías Kara. -¿Así que te ocurre algo? -Tu madre está bajando las escaleras, y Trizia ya se ha despertado.- Y salió de la cocina, sin dejarme que le dijera nada más. No me gustaba ver a Keinan así. Él era uno de mis nuevos hermanos preferidos. Así como Drake me aportaba calma, Keinan me infundía optimismo. Y era como si de pronto toda esa fuerza y energía hubieran desaparecido de él. Era, como si por primera vez en sus doscientos años, deseara no ser lo que era y se lamentara por no poder dejar de serlo. Mamá entró en la cocina, con una enorme sonrisa en su rostro y una increíble luz en sus ojos. Estaba llena de vida, más llena de lo que jamás había estado. -Buenos días hija.- Dijo al tiempo que me daba un enorme abrazo y dos besos en mis mejillas. Sonreí. -Hola mamá. Veo que sí que son buenos días.- Y las mejillas de mi madre se prendieron fuego.- ¿Ha ocurrido algo que yo deba saber?- Y torcí el gesto, haciendo una mueca pícara.
  • 22. -Ni que debas ni que no debas saber.- La voz de Helia acarició mis oídos. Estaba plantado frente al umbral de la puerta, y la más hermosa de las sonrisas se cincelaba en su prefecto rostro de mármol.- Buenos días, hija.- Murmuró. -Buenos días.- Y dejé que él también me diera dos besos, como cualquier padre se los daría a su hija. Sonreí. -¿Tu prima se ha levantado ya?- Preguntó mamá, mientras volvía al círculo que había formado los brazos de Helia. -No ha bajado todavía, pero ya está despierta. No tardará en bajar. -¿Preparada para decirle la verdad? -Lo haré cuando llegué Chris, mamá. Keinan tiene razón. Es mejor contarlo todo de una vez. -¿Y Victoria?- Preguntó Helia esta vez. -Durmiendo.- Dijo Drake desde el umbral de la puerta. Entraba en ese momento en la cocina. Puso una mano sobre el hombro de su padre y nos saludó a mi madre y a mí. -¿La has estado vigilando?- Le pregunté cuando se detuvo a mi lado, apoyándose sobre el banco. -No. Se despertó a media noche y bajó a la biblioteca. Yo estaba allí. Estuvimos hablando un buen rato. -¿Hablando? ¿De qué? -De todo un poco, pero principalmente de ti.- Fruncí el ceño.- Dale tiempo, Kara. Sólo está tratando de asimilar todo esto. Ella no tiene a alguien en quien confiar ciegamente.- Y sus bonitos ojos se clavaron en mi madre y su padre. Era cierto, Vic no tenía alguien a su lado a quien entregarle su vida o su muerte incondicionalmente. -Buenos días.- Trizia acababa de entrar en la cocina.- Hola, tía.- Dijo mientras la abrazaba. -Hola hija, ¿qué tal has descansado? -Bien, tía, gracias. Lo cierto es que a pesar de todo,- y eso lo dijo mirándome a mí,- he podido dormir. Esa cama es muy confortable.- Sus ojos seguían fijos en mi rostro.- ¿Me lo cuentas ahora?- Exigió al final. -¿Qué os parece si primero desayunáis? No me apetece que Chris insinúe que no te cuidamos como es debido.- Dijo Drake mientras me miraba.- Te ayudaré. Le miré arrugando la frente de nuevo. ¿También sabía cocinar? Si era así, se estaba convirtiendo en una extraña costumbre, ver a mi inmortal nueva familia preparando comida humana cuando no lo necesitaban.
  • 23. Efectivamente, él también había aprendido. Sacó huevos y jamón del frigorífico, mientras mi madre y Trizia ponían la mesa en el salón. Las dos entraban y salían de la cocina, por lo tanto, la conversación que mantuve con Drake fue un tanto peculiar. No me puedo creer que tú también hayas aprendido a cocinar.- Estaba a mí lado, así que podía reflejar mis pensamientos en su cabeza. -Simple atrezo, Kara.- Musitó casi sin mover los labios. Ningún humano se hubiera dado cuenta de que había hablado. Esto se está convirtiendo en una extraña costumbre, Drake.- Dije mientras cortaba el pan para meterlo en la tostadora de diseño que había sobre el descomunal banco de la cocina. -Recuerda que, en contadas ocasiones, nos vemos obligados a cocinar y a comer. No es desagradable, aunque lo evitamos siempre que podemos.- Seguía pareciendo que no hablaba. ¿Por qué dices eso? Chris dice que es capaz de saborear la comida. -Eso es cierto. Al principio, el sabor es agradable, pero cuando lo alimentos bajan por nuestra garganta, la cantidad de veneno que fabricamos, hace que todo acabe sabiendo a ácido. Algo así como beberse una botella de amoníaco. ¿Ah, sí? Chris nunca lo ha mencionado. -Bueno, supongo que no lo ha hecho para que no te preocuparas por él. Sí, debe ser por eso. A veces pienso que es demasiado protector. -Es porque te adora, ya lo sabes.- Levanté la cabeza y miré el reloj que había colgado en la pared. Faltaba poco más de dos horas para que llegara. -¿Nerviosa?- Preguntó Drake. Sí. No sé cómo le voy a decir que he tenido que llamar a Lucian. No quiero un enfrentamiento entre ambos. -Tal vez no se lo tengas que decir. Lucian llegará casi al mismo tiempo. -¡¿Qué?! -Seguía cortando el pan, sin fijarme en lo que hacía, así que no es de extrañar que ocurriera lo que ocurrió. -¡Ay, mierda!- Exclamé cuando sentí como el cuchillo se clavaba en mi dedo índice. Sentí como inmediatamente la sangre caliente salía y resbalaba por mi mano. -Déjame ver eso.- Dijo, mientras soltaba la sartén en la que estaba haciendo los huevos revueltos. Drake sostuvo mi dedo con cuidado, sin respirar, pero aún así, pude oír como su pecho rugía levemente. Me miró a los ojos cuando traté de apartar mi mano de entre las suyas.- No te preocupes. Puedo con la sangre. -No es eso lo que me preocupa, Drake. Ya sé que eres prácticamente inmune. Explícame qué significa que Lucian llegará casi al mismo tiempo que Chris. -Helia le llamó anoche, mientras tu madre dormía. Lucian le dijo que no tardaría mucho en llegar.
  • 24. -¡Pero si estaba en China! -De eso hace más de tres semanas, Kara. Realizó el encargo de Helia, y puso rumbo hacia aquí.- Me estaba desinfectando la herida con alcohol, y yo ni siquiera me daba cuenta.- Se ha parado en diferentes sitios, hablando con conocidos y tratando de averiguar cosas sobre los cazadores. Pero está en camino. -Esto ya está.- Dijo al tiempo que soltaba mi mano.- En unas horas no tendrás ni cicatriz. -¿Cómo es que Helia te ha contado todo eso?- Fruncí el ceño mientras formulaba la pregunta. -Porque quiere que sondeé a Lucian. Sus emociones. Para estar preparados. -Así que tú eres la primera barrera. O el último reducto de calma antes de la tempestad.- No necesité que me lo confirmara.- ¡Genial!- Mascullé mientras salía de la cocina. -¿A dónde vas? ¿Y el desayuno? -No tengo hambre.- Dije desde el principio de las escaleras. Subí los escalones de tres en tres, por no decir de cuatro en cuatro, y me encerré en el dormitorio. La cabeza comenzó a darme vueltas. Si Lucian llegaba al mismo tiempo que Chris, no me daría tiempo de calmar a ninguno de los dos. Y eso podía terminar en una guerra. Dudé durante unos instantes en si sería conveniente o no llamar a Chris y decírselo. No, mejor no. Eso podría complicar aún más las cosas. El día se complicaba por momentos. Me senté en el suelo, con mis rodillas abrazadas fuertemente sobre mi pecho, cómo había hecho tantas veces para no tratar de sentir el dolor que provocaba el agujero en mi pecho durante los años de ausencia de Chris. Y ese dolor parecía dispuesto a volver, a arrastrarme otra vez hacía el infierno y el pozo de destrucción. Pero, ¿a quién destruiría esta vez? ¿A mí, si uno de los dos sufría algún daño? ¿A Chris, si era yo la que sufría ese daño? ¿O a Lucian, cuándo viera que yo jamás viviría sin su hermano? Me volví a considerar un monstruo, y me volví a detestar. ¿Es qué no había forma, humana o no, de que aquello terminara bien? ¿No había más opciones que una guerra y el desmembramiento de una familia bien avenida hasta mi llegada? No, eso no podía ser. Tenía que existir una solución, sin que nadie sufriera por mi decisión. Traté, inútilmente, de no darle más vueltas al asunto. No sirvió para nada. Mi cabeza era un hervidero de ideas e imágenes aterradoras. Dos inmortales hermanos luchando por una humana mujer, condenada a sufrir por amor. Lágrimas de dolor se escurrieron por mis pálidas mejillas, saladas gotas de sufrimiento y desolación. Me levanté y fui al baño. Me enjuagué la cara, tratando de recomponerme. Necesitaba hablar con alguien, y ese alguien era Victoria. Fui a buscarla. Pegué el oído a la puerta del dormitorio que ocupaba, tratando de escuchar si estaba despierta o seguía durmiendo. Escuché sus pasos saliendo de su baño. Golpeé dos veces la maciza puerta de roble con mis nudillos y esperé su repuesta.
  • 25. -Adelante. Abrí con cuidado y vi que todavía llevaba puesto su pijama. Se acababa de levantar. -Hola Vic, buenos días.- Le miré a los ojos, pero no me devolvió la mirada. Algo no iba bien. Recordé las palabras de Drake. “Dale tiempo. Ella no tiene a alguien en quien confiar ciegamente”. Tal vez era eso, sólo cuestión de tiempo. -Hola Kara. ¿Querías algo?- Dijo mientras se quitaba el pijama y se ponía la ropa que había llevado el día anterior. Habría que ir a casa y buscar sus cosas y las mías. No sabíamos cuánto tiempo estaríamos allí. -Necesitaba hablar con alguien, pero creo que no ha sido buena idea venir a verte. Lo siento, Vic. -¿El qué? -No te entiendo. -¿Que qué es lo que sientes, Kara?- Estaba sentada sobre la cama, poniéndose los zapatos. -Todo, Victoria. -¿Y qué es todo?- Esta vez, sí me miró a los ojos. Y no me gustó lo que vi en ellos. Desconcierto, dolor, traición, sufrimiento. ¡Genial!, pensé. Otra persona que sufría por mi culpa. El monstruo creció en mi interior. -Siento haberte mentido, haberte ocultado las cosas, haberte puesto en peligro… siento haberme cruzado en tu vida.- Musité al final. -Fui yo la que se cruzó en la tuya, ¿recuerdas?- Había una leve nota de amistad en aquella frase. -Aún así, lo siento. Como dije ayer, estás en tu derecho de irte cuando quieras. Sólo dilo y pondré a tu alcance todo lo que necesites. -¿Y qué es todo lo que necesito?- Su tono de voz se tornó duro, nuevamente. -Dinero, un vehículo, documentación nueva… lo que sea. Chris posee una fortuna, y te dará todo lo que sea necesario para tu marcha. -¿Y tú, Kara, quieres que me vaya?- Una leve esperanza creció en mi interior y el monstruo se acalló. -No, Victoria. A pesar de todo, de saber que tu vida está en peligro, preferiría que te quedaras. Te echo de menos.- Musité mientras salía de la habitación. Era cierto, la echaba de menos, porque aunque estuviera delante de mí, aunque durmiera en una habitación cercana a la mía, yo sentía que estaba a miles de kilómetros. Volví a romper a llorar.
  • 26. Dolor. En eso se había convertido mi vida y la de los que me rodeaban. Keinan sufría, su optimismo había desaparecido, y en su lugar, una enorme pesadumbre se había instalado en su pecho. Trizia, dolida por la incomprensión de haberme negado a explicarle de que iba todo aquello desde un primer momento. Victoria, herida y traicionada por mis mentiras. Lucian, roto por mi decisión de amar a su hermano por encima de todo, incluida mi vida o mi muerte. Chris, detestándose por lo que era, por no poder dejar de serlo para poder compartir conmigo una humana vida en la que mi existencia no estuviera en peligro a cada segundo. Las últimas tres personas en la que pensé, hicieron que el agujero en mi pecho volviera a instalarse. La última persona hizo que me estremeciera de dolor. Sentí cómo me partía en millones de pedacitos. Mis lágrimas no se secaron. Seguía allí, tirada en el suelo de mi dormitorio, mejor dicho, de nuestro dormitorio, llorando desconsoladamente. El torrente que salía de mis ojos era tan grande que no fui capaz de ver como Helia entraba y me sujetaba entre sus brazos, como cualquier padre haría con su hija para tratar de consolarla. Supe que era él por su característico aroma. Todos ellos, los morwins, olían exquisitamente bien. En parte era un reclamo para sus potenciales presas; los humanos. -Kara, hija, ¿qué te ocurre?- Noté la mano de mi madre acariciándome mis cabellos, tratando de calmarme, con aquel gesto y su suave voz. -Soy… un… monstruo.- Conseguí balbucear entre pucheros. -¿Pero qué tontería es esa, Kara?- Preguntó Helia, que me había dejado sobre la cama y había ido al baño a por una caja de pañuelos de papel. -Es lo que soy.- Y entonces un estallido de ira recorrió mi cuerpo, como una encolerizada corriente eléctrica.- Soy un monstruo asqueroso, que sólo causa dolor y sufrimiento a los que me rodean.- Mis ojos seguían llorando, con secas lágrimas de ira y de odio. En aquel momento, me odiaba y detestaba. -Eso no es cierto.- Afirmó categóricamente Helia, tratando de apaciguar mi ira. Pero obtuvo el efecto contrario. -¡¿Ah, no?! Entonces, ¿por qué sufre Victoria? ¿O Keinan? Por no hablar de mi prima Trizia. Y ya puestos, te recuerdo que por mi culpa tienes a dos hijos enfrentados y rotos por el dolor. Uno detesta lo que es, odia ser inmortal, sufriendo por exponer mi vida a cada segundo que pasa junto a mí. Y el otro, sufre desconsoladamente porque no puedo corresponder a sus
  • 27. sentimientos. Todo el mundo a mí alrededor sufre. Y es culpa mía. Soy un monstruo. El peor de todos.- Y la furia se apaciguó, dejando paso nuevamente al dolor. -No es cierto, Kara.- Levanté los ojos y los clavé en los de Helia. Iba a protestar, pero no me dejó. Sus hermosos ojos jade me cautivaron y derrotaron cualquier intento de oposición por mi parte, incluso antes de que yo fuera consciente de que me quería oponer.- Mira, hija mía, como ha dicho Drake, Victoria sólo necesita tiempo. Y tú le salvaste la vida ayer. Segundo, lo de Keinan y Trizia también es algo pasajero. Tu prima es muy astuta y perspicaz. Sospecha que ocurre algo extraño, al igual que ya intuyó que Jake no era tu padre. Simplemente está furiosa porque es la única que no sabe que es lo que ocurre. En cuanto a Chris, tu le devolviste la vida, le diste el mayor y más hermoso motivo para querer luchar; tu amor incondicional. Y por último, Lucian sólo está confundido. Simplemente cree que te ama, cuando no es así. -No me mientas, Helia. Lucian no está confundido, está enamorado de mí. ¿O quieres que se lo preguntemos a Drake, a ver qué opina él? -Mi padre tiene razón.- Dijo el mencionado, entrando en el dormitorio. Se sentó junto a mí.- Mira, te voy a explicar una teoría que tengo. -Estoy hasta las narices de teorías.- Mi frustración y mi ira se iban apaciguando, gracias a Drake. Verle allí, con sus nervios de acero, tranquilo e inmune a mis ataques de ira, constituían un buen reclamo para mí. Él lograba que me sosegara, pero no que me calmara de todo. Ese poder, el poder de que yo dejara de preocuparme por todo y por todos, sólo lo tenía Chris. -Bueno, pero aún así, te lo voy a contar. En nuestra naturaleza, está el poder y la capacidad de matar. Somos perfectas máquinas asesinas, rápidas, fuertes y letales. Diseñadas para segar mortales vidas, tanto humanas como animales. Pero precisamente esa capacidad de matar, es lo que nos confiere el poder de amar ilimitadamente. Tú sabes mejor que nadie, que cuando uno de nosotros ama, ama hasta más allá del fin de los tiempos. Nuestro amor, es incondicional. Como el de Helia por nosotros cinco. Él nos quiere como un día quiso a sus hijos biológicos. Nos cuida, nos protege, nos guía, nos lidera, incondicionalmente, sin juzgar nuestros actos. Y los cinco hemos hecho cosas por las que merecíamos ser juzgados, incluso yo. » Luego tienes el ejemplo de Andros y Olimpia. Ya has visto como se aman. Lucharán el uno por el otro, se protegerán y se cuidarán mutuamente, hasta más allá del fin de la eternidad. Incluso tú y Chris sois un ejemplo de ese amor. Ni el tiempo, ni la distancia han logrado que os dejéis de amar ni un ápice, todo lo contario. Él luchará por tí, contra lo que es, contra los que quieran haceros daño, dejando a un lado sus instintos y su naturaleza asesina, simplemente para amarte y darte lo que deseas y hacer feliz. »Tu madre y Helia son otro ejemplo. Cayeron en las redes de ese sentimiento en el preciso instante en que se vieron. Y ni a uno ni a la otra les importa las consecuencias de ese amor. Porque sólo quieren amarse, nada más. »Pero es cierto que Lucian está confundido. Cree que te ama, lo cual no significa que te ame en realidad. No estoy diciendo que no sienta algo por tí, pero no es amor. Te quiere, eso es cierto, pero no te ama. La intensidad de sus sentimientos hacia ti no tiene nada que ver con los
  • 28. de Chris, no se pueden comparar. Tú y Chris, al igual que Helia y Morraine o Andros y Olimpia, sois almas gemelas. Lucian no ha encontrado ese alma, esa compañera para toda la eternidad. Y por eso confunde sus sentimientos, creyendo amarte cuando simplemente te quiere. Algún día, descubrirá que estaba en un error. Sostuve su mirada durante un largo rato, dejando que sus ojos ceniza amansaran mis crispados nervios. Tal vez Drake tuviera razón. Él era capaz de sentir las emociones y sentimientos de los demás cómo si fueran suyos, con la misma intensidad que uno los sentía. Tal vez, y sólo tal vez, estuviera en lo cierto, y Lucian había confundido su afecto hacia mí. Probablemente, y no estaba para nada segura de ese pensamiento, eso era la solución para evitar el enfrentamiento entre los dos hermanos. Hacerle ver a Lucian que estaba confundido. Sólo había un pero a esa cuestión. No tenía ni idea de cómo hacérselo ver. De repente, Drake dejó de mirarme, y clavó sus ojos en el bosque, a través del enorme ventanal del dormitorio. -Papá, Lucian está llegando.- Me sobrecogí de nuevo. Iba a verle, a ver su bonito rostro, catorce años después. Helia alzó las cejas mientras miraba a su hijo mediano. Era su forma de preguntar, sin pronunciar palabra alguna.- Está furioso, confundido y ansioso. ¡Ah! Y ligeramente encolerizado.- Entonces me volvió a mirar a mí.- Creo que es un buen momento para que te calmes y trates de apaciguarlo, antes de que llegue Chris. Por cierto, también está al caer. ¡Mierda! No me iba a dar tiempo ni a hablar con uno ni con el otro. Confié en que mi presencia calmara a ambos y que fuera suficiente para que no se destrozaran mutuamente. Me levanté de un salto y enfilé escalera abajo como alma que lleva el diablo. Mi propio demonio interno, el que yo era. Ciertamente la conversación con Drake había conseguido calmar mis nervios, pero no había logrado que dejara de pensar que yo era un monstruo. Y el monstruo tenía que encontrar una solución a aquel tremendo follón. Estaba en mitad del salón, dispuesta a salir al porche para esperar a Lucian. Pero se me adelantó. En ese preciso instante, la puerta se abrió y tras un cegador rayo de sol, le vi. Obviamente no había cambiado nada, ya que el paso del tiempo no hacía mella en ellos. Seguía siendo hermoso, como todos ellos. Contemplé sus broncíneos cabellos, sus ojos azul turquesa, sin llegar a ser tan profundos como los de su hermano, su pálida piel. Lucian había llegado y yo me estremecí. Me miró fijamente, primero a los ojos, envolviéndome en una cálida mirada, y luego miró mi mano izquierda. Contempló mi anillo, mi hermoso anillo de oro blanco, con aquel lapislázuli en forma de lágrima engastado en el centro. Mi anillo de pedida. Vi como se estremecía de dolor. Y su sufrimiento me golpeó, despertando nuevamente al monstruo acallado durante unos escasos momentos. Un pensamiento recorrió mi cabeza, acompañando a ese tormento. ¿Y si no era Lucian quién estaba confundido? ¿Y si era yo?
  • 29. Durante un segundo, una breve fracción de tiempo, varios recuerdos, pensamientos e imágenes sacudieron mi mente. Primero recordé lo que sentí cuando Lucian vino a buscarme la primera vez, antes de saber que era hermano de Chris y de conocer a éste. Y comparé ese sentimiento con el que fue ver a su hermano. No había duda. Lucian 0, Chris 1. Luego pensé en mis dolorosos catorce años de letargo. En aquellos oscuros días de sufrimiento y desolación, de vacío y desesperación. Otra incógnita despejada. Lucian 0, Chris 2. Imaginé lo que sería vivir una eternidad con cada uno de ellos, pero sin el otro. Me vi junto a Chris, feliz y pletórica. No fui capaz de imaginarme esa eternidad con quien tenía ante mí. Lucian 0, Chris 3. Y entonces lo entendí. Drake tenía razón. Yo no era la que estaba confundida. Tenía claras mis prioridades. Simplemente estaba desbordada por los acontecimientos. Tras de mí, escuché un concierto de pasos. Los de Keinan, fuertes. Los de Drake, rápidos y silenciosos. Los de Helia, imponentes. Los de mi madre, dubitativos. Los de Trizia, encolerizados. Los únicos que no escuché fueron los de Victoria. Yo también di un paso, vacilante y expectante, al tiempo que musitaba un apenas audible “lo siento, Lucian.” Fue él quien eliminó el espacio que nos separaba. Se plantó frente a mí, mirándome dulcemente. -Lo sé, Kara. No te disculpes.- Pero su voz no era suave, no se parecía a esos retazos de terciopelo que yo recordaba que era. Por el contrario era áspera, parecía papel de lija. -De verdad, Lucian, lo siento. Me gustaría que las cosas fueran de otra forma, pero…- y mis ojos se inundaron de lágrimas, impidiéndome ver su reacción. Me envolvió entre sus brazos de hielo, mientras yo lloraba desconsoladamente. Sentí su frío, el de su marmóreo cuerpo, y como me hablaba. -¡Sh…! Tranquila, Kara. No te preocupes por esto ahora. Tenemos cosas más importantes de que hablar. -¡Prométemelo Lucian!- Dije tratando de ver su rostro tras el torrente de mis ojos.- Prométeme que no pelearéis. Pero no le dio tiempo a responder.