El documento discute el papel de la música en la adoración y en la enseñanza de los mandamientos de Dios. Señala que Jesús a menudo alababa a Dios cantando salmos y himnos, y que Moisés enseñó a los israelitas a cantar los mandamientos de Dios para ayudarlos a recordarlos. También destaca la importancia de enseñar a los niños mediante el canto y de acercarse a la armonía celestial en nuestra alabanza.