El documento presenta un discurso del Papa Francisco sobre el significado de la Navidad y cómo cada persona puede representar diferentes aspectos de la Navidad a través de sus virtudes y acciones. Luego describe cómo Francisco de Asís recreó la escena de Belén viviente en Greccio tres años antes de su muerte para celebrar el nacimiento de Jesús.
1. ORDEN FRANCISCANA SEGLAR ESPAÑA.
COMISIÓN DE FORMACIÓN
ENCUENTRO DE ORACIÓN: “NAVIDAD”
AMBIENTACIÓN (el Papa Francisco nos dice):
“La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien un poco de silencio, para oir la voz del Amor.
Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma.
El pino de Navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida.
Los adornos de Navidad eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida.
La campana de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir.
Eres también luz de Navidad, cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia,
alegría y la generosidad. Los ángeles de Navidad eres tú, cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y
de amor.
La estrella de Navidad eres tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor.
Eres también los Reyes Magos, cuando das lo mejor que tienes sin importar a quien.
La música de Navidad eres tú cuando conquistas la armonía dentro de ti.
El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano.
La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la bondad está escrita en tus manos.
La felicitación de Navidad eres tú, cuando perdonas y reestableces la paz, aun cuando sufras.
La cena de Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado.
Tú eres, sí, la noche de Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al Salvador del
mundo sin ruidos ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa de confianza y de ternura, en la paz interior de una
Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti.
Una muy Feliz Navidad para todos los que se parecen a la Navidad”.
CANTO INICIAL.- VILLANCICO
ORACIÓN INICIAL.- VINISTE COMO UN AMIGO.
Llegaste a mí, humilde y discretamente,
para ofrecerme tu amistad.
Me elevaste a tu nivel, abajándote Tú al mío,
y deseas un trato familiar,
pleno de abandono.
Permaneces en mí misteriosamente,
como un amigo siempre presente,
dándoseme siempre,
y colmando por completo
todas mis aspiraciones.
Al entregártenos, poseemos contigo toda la creación,
pues, todo el universo te pertenece.
Para que nuestra amistad sea perfecta,
tu me asocias a tus sufrimientos y alegrías,
compartes conmigo tus esperanzas,
tus proyectos, tu vida.
Me invitas a colaborar en tu obra redentora,
a trabajar contigo con todas mis fuerzas.
Quieres que nuestra amistad
sea fecunda y productiva,
para mí mismo y para los demás.
Dios amigo del hombre,
Creador amigo de la creatura,
Santo amigo del pecador.
Eres el Amigo ideal,
que nunca falla en su fidelidad
y nunca se rehúsa a sí mismo.
Al ofrecimiento de tan magnífica amistad,
quisiera corresponder como Tú lo esperas y mereces,
procediendo siempre como tu amigo. Amén
2. LECTURA FRANCISCANA: 1º Vida de Tomás de Celano 84-87 El pesebre que preparó el día de Navidad
La suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito, era observar en todo y siempre el
santo Evangelio y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el
anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. En asidua meditación recordaba sus palabras y con agudísima
consideración repasaba sus obras. Tenía tan presente en su memoria la humildad de la encarnación y la caridad de la pasión,
que difícilmente quería pensar en otra cosa.
Digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria es lo que hizo tres años antes de su gloriosa muerte, cerca de
Greccio, el día de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena
fama y de mejor tenor de vida, a quien el bienaventurado Francisco amaba con amor singular, pues, siendo de noble familia y
muy honorable, despreciaba la nobleza de la sangre y aspiraba a la nobleza del espíritu. Unos quince días antes de la navidad
del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en
Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria
del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo
fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En oyendo esto el hombre bueno y fiel,
corrió presto y preparó en el lugar señalado cuanto el Santo le había indicado.
Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la comarca,
rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella
centelleante, iluminó todos los días y años. Llegó, en fin, el santo de Dios y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las
contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la
pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva Belén. La noche resplandece como el día,
noche placentera para los hombres y para los animales. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean nuevos gozos. La
selva resuena de voces y las rocas responden a los himnos de júbilo. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la
noche transcurre entre cantos de alegría. El santo de Dios está de pie ante el pesebre, desbordándose en suspiros,
traspasado de piedad, derretido en inefable gozo. Se celebra el rito solemne de la misa sobre el pesebre y el sacerdote goza
de singular consolación.
El santo de Dios viste los ornamentos de diácono, pues lo era, y con voz sonora canta el santo evangelio. Su voz potente y
dulce, su voz clara y bien timbrada, invita a todos a los premios supremos. Luego predica al pueblo que asiste, y tanto al
hablar del nacimiento del Rey pobre como de la pequeña ciudad de Belén dice palabras que vierten miel. Muchas veces, al
querer mencionar a Cristo Jesús, encendido en amor, le dice «el Niño de Bethleem», y, pronunciando «Bethleem» como oveja
que bala, su boca se llena de voz; más aún, de tierna afección. Cuando le llamaba «niño de Bethleem» o «Jesús», se pasaba la
lengua por los labios como si gustara y saboreara en su paladar la dulzura de estas palabras.
Se multiplicaban allí los dones del Omnipotente; un varón virtuoso tiene una admirable visión. Había un niño que,
exánime, estaba recostado en el pesebre; se acerca el santo de Dios y lo despierta como de un sopor de sueño. No carece esta
visión de sentido, puesto que el niño Jesús, sepultado en el olvido en muchos corazones, resucitó por su gracia, por medio de
su siervo Francisco, y su imagen quedó grabada en los corazones enamorados. Terminada la solemne vigilia, todos
retornaron a su casa colmados de alegría.
Se conserva el heno colocado sobre el pesebre, para que, como el Señor multiplicó su santa misericordia, por su medio se
curen jumentos y otros animales. Y así sucedió en efecto: muchos animales de la región circunvecina que sufrían diversas
enfermedades, comiendo de este heno, curaron de sus dolencias. Más aún, mujeres con partos largos y dolorosos, colocando
encima de ellas un poco de heno, dan a luz felizmente. Y lo mismo acaece con personas de ambos sexos: con tal medio
obtienen la curación de diversos males.
El lugar del pesebre fue luego consagrado en templo del Señor: en honor del beatísimo padre Francisco se construyó
sobre el pesebre un altar y se dedicó una iglesia, para que, donde en otro tiempo los animales pacieron el pienso de paja, allí
coman los hombres de continuo, para salud de su alma y de su cuerpo, la carne del Cordero inmaculado e incontaminado,
Jesucristo, Señor nuestro, quien se nos dio a sí mismo con sumo e inefable amor y que vive y reina con el Padre y el Espíritu
Santo y es Dios eternamente glorioso por todos los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Aleluya.
CANTO.- VILLANCICO
LECTURA BIBLICA: Lucas 2,1-14
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el
mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a
empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén,
por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo
primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su
rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de
temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha
nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a
Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
3. ADORACIÓN DEL NIÑO-DIOS:
SIGNO I
CANTO.- VILLANCICO
SALMO PARA TIEMPO DE NAVIDAD (Todos juntos y un solo coro)
Aclamad a Dios, nuestra fuerza, Señor Dios vivo y verdadero, con gritos de júbilo.
Porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.
Porque el Santísimo Padre del cielo, nuestro rey desde siempre, envió a su amado Hijo desde lo
alto y nació de la bienaventurada Virgen Santa María.
Él me invocará: "Tú eres mi Padre"; y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de
la tierra.
De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida.
Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Porque se nos ha dado un niño santo y amado, y nació por nosotros fuera de casa, y fue colocado
en un pesebre, porque no había sitio en la posada.
Gloria al Señor Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.
Alégrese el cielo y goce la tierra, retumbe el mar y cuanto contiene; vitoreen los campos y cuanto
hay en ellos.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra.
Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza, terrible sobre todos los dioses.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la
gloria del nombre del Señor (Sal 95, 7-8).
Tomad vuestros cuerpos y cargad con su santa cruz, y seguid hasta el fin sus santísimos
preceptos.
CUENTO: EL GRANO DE ARROZ
REFLEXIÓN COMPARTIDA: ¿QUÉ ES LA NAVIDAD? ¿QUÉ ESTOY DISPUESTO A DAR COMO MENDIGO?
4. TIEMPO DE PEDIR:
PRECES Y ACCIÓN DE GRACIAS (espontáneas y libres)
SIGNO II
CANTO.- VILLANCICO
PADRE NUESTRO
ORACIÓN FINAL:
Dulce Niño de Belén,
haz que penetremos con toda el alma
en este profundo misterio de la Navidad.
Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscan,
a veces con tanta violencia,
y que tú sólo puedes dar.
Ayúdales a conocerse mejor
y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre.
Descúbreles también tu hermosura,
tu santidad y tu pureza.
Despierta en su corazón el amor
y la gratitud a tu infinita bondad.
Únelos en tu caridad.
Y danos a todos tu celeste paz. Amén. JUAN XXIII
CANCIÓN FINAL: