1. La tecnología y la guerra
La superioridad militar de Estados Unidos se debe sobre todo a su uso sofisticado de las tecnologías de
la información. La máquina de guerra funciona en base a la circulación de una cantidad considerable
de información en tiempo real entre los servicios y las unidades en combate.
Las fuerzas especiales cuyo papel en la batalla de Bagdad es determinante, coordinan directamente
sus acciones con los pilotos en misión sin pasar por ninguna instancia alejada del terreno de
operación. "La rápida circulación de la información nos permite atacar un objetivo en sólo unos pocos
minutos; a veces, ocho a diez minutos", explica John Arquilla, profesor de estrategia militar en la
Escuela Naval de Monterrey. Durante la guerra del Golfo, se requería 10 horas entre el momento en
que se detectaba el objetivo y la intervención de la aviación.
La tecnología más innovadora es la de las microondas invisibles dirigidas a un punto específico. Es
capaz de inutilizar sistemas de comunicación y microprocesadores.
“Mientras que un horno microondas típico genera menos de 1.500 vatios de poder [para penetrar un
recipiente y cocer la comida], la División está trabajando con equipos que pueden generar millones de
vatios de poder," explica el laboratorio de investigación de la Fuerza Aérea de EE.UU.. "Cuando estas
microondas se topan con aparatos de microelectrónica modernos, los resultados son devastadores
para los elementos electrónicos, causando que se “quemen” o que no funcionen debidamente o del
todo."
Las microondas dirigidas no matan y tampoco implican la destrucción de fuentes de electricidad. Son
ideales para la guerra en una ciudad como Bagdad. Pero los estadounidenses no pueden olvidarse que
otros países, como Rusia o China, están haciendo sus propias investigaciones. “Son nuestros militares
los que más dependen de las comunicaciones y la informática y la mayor parte de nuestros aparatos
no están protegidos contra tales armas," explica Arquilla.
A lo que hay que añadir aquello que se suelen llamar "consecuencias no planeadas" en el uso de las
tecnologías. La mayor precisión con la que ahora se cuenta tiende en efecto a incentivar a los oficiales
a lanzar más bombas, y bombas más potentes ya que confían en poder evitar los daños colaterales.
La logística, por su parte, adoptó a las tecnologías más sofisticadas de las empresas del sector privado
y aplica al arte de la guerra la "administración justo a tiempo". La pieza clave se llama RFID o
Identificación de Radio Frecuencia. Son etiquetas electrónicas que permiten ubicar el objeto al cual
son adosadas y seguir sus movimientos. Benetton acaba de encargar 15 millones para sus productos.
Su utilización masiva por parte de las fuerzas armadas estadounidenses es una parte esencial de la
"revolución en los asuntos militares" favorecida por el Pentágono.
Las etiquetas tienen un microprocesador que guarda datos relativos al objeto en cuestión y una
antena de radio para comunicarlas. Escaneada en cada etapa de sus desplazamientos, la información
se guarda en bases de datos accesibles desde cualquier parte del mundo gracias a los sitios web
propios de los militares. El objetivo es lograr lo que ellos denominan "total assetvisibility", o visibilidad
total de los recursos.
Según la Federal Compute Week, revista especializada en las tecnologías de la información del
gobierno, el Pentágono posee más de un cuarto de millón de contenedores que circulan entre 400
lugares en más de 40 países. Y la revista agrega: "Ahora, las autoridades militares saben exactamente
donde se encuentra un cargamento en su ruta desde la fábrica hasta la trinchera. Incluso pueden
cambiar la ruta si surge una necesidad urgente."
Los militares se inspiraron en empresas como Swatch, Caterpillar o Dell. El diálogo es natural, como lo
confirma esta frase de Fred Smith, PDG de FedEx, "El dominio de la logística es tan vital en la
economía digital como lo fue para el extraordinario éxito del Imperio Romano". Dag Ericsson, profesor
sueco de e-logística, hace eco de esto mismo cuando afirma: "el arte y la ciencia de la logística han
sido fundamentales para el éxito de aquellas naciones que buscan expandir sus territorios a lo largo
de los siglos”.
La Segunda Guerra Mundial fue la primera guerra global donde se empleó alta tecnología. Muchas
armas de nueva generación fueron diseñadas durante ese conflicto, pero también fueron utilizadas
2. aquellas que fueron desarrolladas antes y durante la Primera Guerra Mundial. Por ejemplo, en
1939, casi todos los barcos utilizados hacían uso de tecnología de comienzos de siglo incluyendo
la propulsión a vapor. En particular, es notorio que el submarino alemán tipo VIIC, el más avanzado
de su época, no utilizaba ningún dispositivo crítico que no hubiera sido diseñado antes de 1940.
Fue recién a finales de la guerra que los alemanes inventaron el Schnorkel por ejemplo, para poder
navegar sumergidos utilizando la propulsión de los motores diesel. Otro ejemplo típico es el famoso
cañón 88 alemán, que fue desarrollado durante la Primera Guerra Mundial y modificado a lo largo
de los años 30 y 40 para convertirse en un arma polivalente.
En el lado Aliado, al comenzar la guerra, por ejemplo los británicos, intentaron efectuar el primer
bombardeo estratégico a la base naval de Kiel y resultó un completo fracaso. Para empezar de
estratégico tuvo muy poco, pues más se pareció a una operación táctica muy mal preparada. Los
aviones apenas utilizaban radios de telegrafía y las miras de bombardeo no eran otra cosa que un
agujero en la parte baja del avión, con un par de cursores que tenían unas graduaciones que se
calibraban a ojo para ajustar la altura a la que se volaba.
Pero, a partir de 1941, se comenzó a utilizar el Radar, el Sonar o Asdic, los radios de muy alta
frecuencia, y muchos otros dispositivos que hicieron que la guerra se tecnificara. Todos esos
inventos y descubrimientos fueron los cimientos que finalmente hicieron posible los adelantos
tecnológicos de la segunda mitad del Siglo 20 y lo que es hoy la tecnología del Siglo 21.
La mas letal de todas las armas fue la bomba atómica Los bombardeos atómicos sobre Hiroshima
y Nagasaki fueron ataques nucleares Se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían
matado a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki,4 aunque sólo la mitad había
fallecido los días de los bombardeos. Entre las víctimas, del 15 al 20% murieron por lesiones o
enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación.5 Desde entonces, algunas otras
personas han fallecido de leucemia (231 casos observados) y distintos cánceres (334 observados)
atribuidos a la exposición a la radiación liberada por las bombas.6 En ambas ciudades, la gran
mayoría de las muertes fueron de civiles.
La II Guerra Mundial sirvió como catalizador para muchos avances científicos y tecnológicos y
estimuló la investigación y el desarrollo planificado. Antes del estallido de la guerra, los laboratorios
de investigación británicos, alemanes y soviéticos ya libraban una “guerra de sabios” para
desarrollar nuevas tecnologías bélicas. A medida que los gobiernos convertían la investigación y la
industria militar en prioridades nacionales, los científicos y los técnicos produjeron una
impresionante gama de ingenios y artefactos nuevos. Por ejemplo, la demanda militar para
encontrar un método para detectar y designar blancos impulsó la invención del radar. Igualmente,
el moderno motor turborreactor proviene del campo militar. La Oficina de Investigación y Desarrollo
Científico de Estados Unidos estimuló la producción de artefactos destructivos, como la bomba de
proximidad o el lanzagranadas antitanque (bazooka). Pero también ayudó a la introducción del
DDT contra la malaria o el uso masivo de los antibióticos para tratar heridas.
Pero nada condicionó más la política y la estrategia militar de la posguerra que los desarrollos
científicos del misil balístico y la bomba atómica. El empleo del átomo para fines militares trajo
efectos aún más dramáticos. En 1938, físicos alemanes habían experimentado con la fisión nuclear
y los científicos de Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética y Estados Unidos se lanzaron a una
carrera por construir ingenios atómicos. Finalmente, los esfuerzos nucleares de Estados Unidos,
con el nombre en clave de Proyecto Manhattan dieron por fruto una bomba atómica. En julio de
1945 una explosión en pruebas en Nuevo México abrió la era nuclear. Durante la Guerra Fría, las
armas nucleares amenazaron con destruir el planeta mediante una debacle atómica.
3. Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el desarrollo de la ciencia y la tecnología es
la Tecnocracia, la cual da prioridad a la generación de conocimientos y proyectos con fines de lucro
sobre las necesidades reales humanas.
Aquí nos enfrentamos con un grave problema: el financiamiento, pues no puede existir investigación
sin el capital suficiente para llevarse a cabo. Por lo tanto, el conocimiento en estas áreas depende
más de los intereses de quienes tienen los recursos para financiar proyectos de investigación que de
las necesidades humanas.
Por tal motivo, uno de los más recurridos fines de la ciencia (no el único) es su aplicación para la
guerra. Un ejemplo de esto es la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa
(DARPA por sus siglas en inglés), que tiene como objetivo el desarrollo de tecnologías militares. A
esta agencia del Departamento de Defensa de los Estados Unidos le debemos, entre otras cosas, el
desarrollo del Internet.
Soldados mejorados con software para el procesamiento de grandes cantidades de información y
para el manejo de cartografías tridimensionales, que regulan su necesidad de sueño y sus niveles de
estrés en combate; videojuegos que, además de entretener, buscan reclutas para las fuerzas
armadas, dan entrenamiento y nos acostumbran a las intervenciones militares; perros-robots con
sensores de equilibrio cargando 150 kgs. en cualquier tipo de terreno; libélulas con cámaras de
vídeovolando sobre manifestaciones; orugas químicas capaces de atravesar cerrojos, recuperar su
tamaño original, cargar objetos y luego biodegradarse; cabras transgénicas que, a través de su
leche, producen fibras de seda de araña, ideales para fabricar chalecos antibalas; nuevos
medicamentos necesarios para enfermedades de países adinerados; son solo ejemplos de lo
absurdo que es la idea de que los avances en ciencia y tecnología son avances de la humanidad.
Esto no puede leerse separado de la apropiación de recursos y territorios, de la reglamentación para
el robo a través de patentes, por medio de políticas económicas, de áreas de libre comercio, de
guerras e intervenciones. En correspondencia a los intereses del capital, algunas de las áreas de
investigación con más recursos son los biocombustibles y recursos energéticos, la nanotecnología y
la biorobótica, la genética y la clonación, los organismos genéticamente modificados o transgénicos,
la medicina y farmacéutica de grandes laboratorios. Esto a costa, directa o indirectamente, de la
misma humanidad.
Para finalizar solo puntearíamos las siguientes ideas:
- La ciencia y la tecnología sí son indispensable para la humanidad.
- Tanto la ciencia como la tecnología son políticas.
- Su dependencia al capital define su actual área de aplicación.
- Por medio del desarrollo científico y tecnológico se busca reafirmar estructuras económicas y de
poder.