Emociones destructivas. Un ejemplo en la vida de Jefté
1. La Vida de Jefté
Introducción
Muchos de nosotros hemos tenido un desarrollo lleno de altibajos en lo que se refiere al
aspecto emocional. Sin embargo, poco o nada hemos hecho por tratar de mejorar dicho
aspecto de nuestra vida. A menudo, lo único que solemos hacer es capacitarnos y
esforzarnos por sacar adelante lo mejor que se pueda nuestra área académica. Obtener
uno o dos títulos, conseguir un par de acreditaciones y luego alcanzar el mejor trabajo
posible. En el área emocional, a menudo, nuestro esfuerzo se limita a conseguir una
pareja, alguien que nos haga feliz, y con la cual podamos sentir cierta estabilidad y
confianza. Los hijos, por su parte vienen a saciar un vacío que en ocasiones se da
cuando la pareja no logra mantener ese grado de felicidad que esperábamos de ella.
Buscamos, entonces, entregarnos de lleno a nuestros retoños sintiendo que ellos logran
llenar aquellos vacíos emocionales que guardamos incluso desde antes de casarnos.
Cuando los hijos comienzan a reclamar cierto grado de independencia o cuando surge
el abandono del nido a cierta edad, nos hallamos nuevamente vacíos, con conflictos y
sentimiento de frustración al estar viviendo una vida poco similar a la que nos
habíamos imaginado en nuestra juventud.
Mientras las áreas académicas y laborales en muchos casos logran darnos ciertos
respiros emocionales por los peldaños que vamos escalando, las relaciones
emocionales, el matrimonio, los hijos e incluso las amistades parecen llevarnos de
desilusión en desilusión.
Este tipo de circunstancias es más común de lo que podemos imaginarnos. Y podemos
incluso dar ejemplos muy visibles para poder constatar que hay falencias en nuestros
objetivos que deben ser superadas.
Hace dos años el mundo se conmocionó con lo masacre de Aurora. Un joven de 24
años de nombre James Eagan Holmes ingresó en una sala de cine durante el estreno de
la película Batman, el caballero de la noche para disparar a mansalva contra la gente
que veía la película. 12 muertos y 59 herido fue el resultado de ese hecho.
Jame Eagan Holmes era un estudiante de doctorado en neurociancias de la universidad
de Denver Colorado. Tenía una beca estatal por sus buenas calificaciones y estaba por
recibir otra de la misma universidad por la misma razón. Las calificaciones que recibió
en sus estudios universitarios previos lo colocaron entre el 1% más destacado de los
egresados de su promoción.
2. Hijo de una enfermera y un matemático, igualmente brillante y con estudios en las
universidades de Stanford, UCLA y Berkeley, las tres ubicadas entre las 10 mejores
universidades de los Estados Unidos.
¿Cómo un muchacho con un pasado brillante y con una capacidad intelectual
igualmente asombrosa pudo un día simplemente decidir que quería sentirse un
personaje de historieta cómica y empezar a matar a la gente?
No es el único caso de su estilo, Cho Seung-Hui, el responsable de la masacre de
Virginia Tech también tenía un excelente desempeño académico. De hecho, dicen los
expertos que a menudo los asesinos en serie tienden a tener un alto coeficiente
intelectual.
Evidentemente, tener coeficiente intelectual alto no nos convierte en asesinos en serie,
pero esta serie de datos si nos deja ante una primera certeza: progresar en el área
intelectual no nos hace progresar de manera proporcional en la vida. El mundo de las
emociones, de los sentimientos es totalmente diferente y debe ser desarrollado al igual
que el área académica.
El texto bíblico nos presenta un ejemplo muy luminoso para poder indagar en estas
dos áreas. Se trata del caso de Jefté, juez de Israel por un período de 6 años, es decir, el
que menos años estuvo en el poder de todos los jueces de Israel.
El texto bíblico empieza a narrarnos acerca de él en el capítulo 11 del libro de los
Jueces. Y lo primero que nos menciona de él es una serie de circunstancias adversas por
las que debió pasar desde su nacimiento.
Jefté es el fruto de un desliz de su padre. Legalmente no tiene ningún valor, no puede
reclamar ninguna herencia de parte de su padre, salvo aquella que quizás él decida
entregársela luego de distribuir sus riquezas entre sus hijos dentro del matrimonio.
A parte de esta circunstancia desfavorable, Jefté tiene que enfrentar el menosprecio y el
rechazo de sus hermanos quienes se encargan constantemente de recordarle que él no
es un hijo legítimo. Se trata de un bastardo y por ello, sin ningún derecho sobre las
posesiones de la familia. Finalmente los hermanos optan por despedirlo de la casa
paterna.
Esta serie de rechazos, menosprecios y abusos contra Jefté producen en él un dolor y
un resentimiento que lo acompañarán toda su vida. A menudo son aquellas
circunstancias que vivimos en nuestra niñez los que más marcan el trayecto de nuestra
vida. Sin embargo, estas circunstancias pueden llegar a ser modeladoras de nuestro
futuro como no lo pueden ser. Muy en el fondo tenemos la oportunidad de decidir
cómo reaccionaremos ante dichas circunstancias.
3. Jefté, decidió cargar con el rechazo y esto generó odio en su corazón. Decidió cargar
con el resentimiento y esto produjo amargura en todo su ser. Decidió creerse el
discurso de sus hermanos de que no era valioso para nadie y asumió el rol de “bueno
para nada”.
De hecho el siguiente versículo dice que se juntó con gente ociosa. La palabra que usa
es muy fuerte aquí, literalmente dice que se juntó con gente que no valía nada. El
propio desprecio que empezó a desarrollar hacia su persona lo hizo buscar aliarse con
aquellos que no le traerían nada bueno sino sólo autodestrucción.
Cuando empezamos a albergar en nosotros mismos sentimientos autodestructivos,
resentimiento o en general baja autoestima, lo más seguro es que buscaremos
asociarnos con aquellos que compartan nuestra situación o que sean capaces de
fortalecer nuestro bajo concepto de nosotros mismos. No es raro ver a personas con su
autoestima baja buscar relaciones amorosas autodestructivas, amistades negativas o
que gustan de denigrar a los que se acercan a ellos.
El ciclo de odio hacia uno mismo y hacia los demás se activa y aprendemos a
alimentarnos del desprecio de los demás para fortalecer nuestra propia amargura.
Jefté tenía la opción de dejar de lado dichos sentimientos como la tiene cualquiera que
posea un pasado de rechazo y menosprecio. La puerta dada por Dios para ello es el
perdón. Debemos buscar esa puerta para salir de esta manera de la autoconmiseración
y el resentimiento.
Jefté no quiso perdonar a sus hermanos ni sacar de su corazón el resentimiento. Con el
paso del tiempo se vuelve salteador en los caminos. Tiene su propia banda de
delincuentes que asechan en las apartadas rutas por las que pasan las caravanas
mercantes.
El relato continúa diciendo que pasados varios años los de Galaad buscan a Jefté para
pedirle que se haga cargo de la aflicción que están sufriendo de parte de los amonitas.
Jefté saca a relucir su resentimiento echándoles en cara el rechazo del cual fue
producto. Pero la propuesta es bastante tentadora: es echado como un desecho humano
y ahora le ofrecen volver como caudillo de todo el pueblo. Jefté acepta la propuesta
pero no lo hace por amor y consideración a los suyos sino por resentimiento y como
recurso para la venganza contra sus parientes.
Si hay algo que define a una persona que ha logrado cierto grado de madurez es su
capacidad para no pensar, actuar o vivir en función de los demás. Tanto si vivimos de
manera exclusiva para satisfacer a los demás a costa nuestra como si vivimos para
hacer pagar a los demás por lo que nos han hecho hemos perdido de vista nuestro
propio futuro y hemos hecho de los demás dueños de nuestra vida.
4. Jefté se ha apartado varios años de su familia, pero aún depende de ellos. Si
resentimiento y su amargura lo hacen esclavo de sus parientes. Vive para satisfacer el
deseo desmedido de venganza en su corazón y está dispuesto a guiar su vida en base a
esos sentimientos.
Hay quienes han sido tan fuertemente humillados en un punto de su vida que al cabo
del tiempo no consiguen validar sus propias decisiones a menos que las expongan al
juicio de los demás. No son capaces de exponer sus propios criterios en música, en
ropa en lo referente a la persona con quien desearían casarse, etc., porque temen
equivocarse. Prefieren que otros decidan por ellos. Son personas que jamás podrán
tomar una decisión por su cuenta pues han hipotecado su voluntad ante los demás.
Hay también quienes se han llenado de tantos odios y resentimientos que no son
capaces de ser libres de dichos conflictos. Por doquier van formando su vida en
función de la amargura que los domina. Se casan para llevar la contra a los demás. Se
visten de tal manera que llene de rabia a sus oponentes. No logran ser completamente
libres. Si se les quitase ese resentimiento sin poner en su lugar la paz de Dios, no
sabrían que hacer con sus vidas.
Jefté toma el trabajo de caudillo de Israel y lo hace de una manera brillante. Aquí
vemos las posibilidades y capacidades de este genio de la estrategia, brillante estadista
y valeroso soldado.
Primero negocia con el enemigo. No es un desconocedor de la historia de Israel y no se
deja engañar por las palabras del rey adversario. Punto por punto le va mostrando que
en nada tienen razón en el reclamo que están haciendo sobre la tierra que pretenden
poseer.
Mientras está haciendo estas negociaciones, ya se encuentra preparando al ejército para
la batalla de tal manera que cuando debe hacer frente a los enemigos no es sorprendido
por sus fuerzas.
Ya en el campo de batalla logra una aplastante derrota sobre los amonitas. Jefté
conquista veinte ciudades suyas en una sola campaña y grandes estragos causa en toda
la región.
Todas estas habilidades podrían haber sido de mucho provecho para el buen desarrollo
del pueblo de Israel así como para el propio éxito profesional de Jefté. Quizás hubiese
logrado grandes victorias en otros niveles. Pero lo que escribe con la mano, borra con el
codo. Aquello que debido a su inteligencia, astucia y valentía era capaz de lograr en la
batalla se viene abajo debido a la inmadurez de su carácter.
Hace un juramento. Es apresurado. No reflexiona. No ciega. Se aventura. Fracasa. El
juramento es que ofrecería en sacrificio a la primera persona que saliese a recibirlo. Si
5. en otros aspectos ha sido un gran estratega siendo cauteloso de todas las posibilidades
que tiene el enemigo. En este caso está tan ciego que no se da cuenta de que las cosas
pueden salir mal. El considera seguramente que al ser el general vencedor el que
regresa de la batalla, quien, por lógica debe salir primero a recibirlo debe ser alguno de
sus hermanos, de los que lo desterraron, de los que lo menospreciaron, de los que lo
humillaron.
Es tal el odio que siente que no ve la posibilidad de error en su plan y hace su
juramento. Jefté no conoce la ley muy bien. Es un bandolero que ha habitado entre
gente pagana para la cual los sacrificios humanos son habituales. Pero sabe que un
juramento hecho a Dios debe cumplirse. Así pues, cuando todo sale mal y quien sale a
recibirlo no es ninguno de sus hermanos sino su única hija, rasga sus vestidos de
desesperación. La venganza, el resentimiento y la amargura que guardaba en su
corazón se vuelven contra él y le cobran con la vida de su hija.
Los sentimientos negativos nos pueden cegar. Pretendiendo hacer daño a nuestros
adversarios terminamos lastimando a nuestros seres queridos. En el hogar cuando los
padres llegan a guardar tal resentimiento el uno contra el otro, buscan herirse
mutuamente sin darse cuenta que terminan sacrificando a sus hijos.
Cuando hemos guardado en nuestro corazón la culpa arrastrándola como una pesada
carga por años y años, llega un momento en que dicha culpa no se satisface sólo con
nosotros sino que exige que le sacrifiquemos también a nuestros matrimonios, nuestros
hijos, etc. La culpa es un sentimiento que nos absorbe por completo y no nos deja ser
libre. Pero Jesucristo dice: yo he venido para que tengan vida y vida a plenitud. Allí no
entra una vida llena de culpas. Allí deben ser desechas esas cargas y debemos ser
liberados para Dios.
Cuando hemos vuelto nuestro corazón excesivamente vanidoso de tal modo que
pretendemos controlarlo todo, tener dominio sobre todo y hacerlo todo, esto también
busca luego que le traigamos nuevos sacrificios. No podemos vivir atados a la
arrogancia, creyendo que nadie puede hacer las cosas como nosotros y que en vano
buscamos que alguien más haga las cosas pues sólo nosotros podemos hacerlas bien.
Cuando nuestra lengua se suelta para ofender, difamar y calumniar a los demás por
ganar algo de atención, esto se vuelve contra nosotros con el tiempo reclamando
nuevos sacrificios. Debemos dejar de lado el chisme y empezar a traer sobre los demás
palabras que edifiquen.
Una persona madura emocionalmente es aquella que sabe dominar sus emociones y no
ser dominado por ellas. Una persona madura emocionalmente sabe hasta qué punto
está bien enojarse. Una persona madura emocionalmente sabe que no necesita
manipular para conseguir lo que quiere. Una persona madura emocionalmente sabe
6. aceptar las adversidades que le vienen sin pelearse con Dios, con el pastor o con la
familia. Una personas madura emocionalmente sabe asumir la responsabilidad sobre
sus actos sin andar buscando culpables para cada error que comete.
Seamos personas maduras emocionalmente.