El documento habla sobre la importancia de la vigilancia y la esperanza durante el tiempo de Adviento. Insta a los creyentes a mantenerse vigilantes para evitar ser sorprendidos por el enemigo, luchar contra la negligencia, y esperar la llegada de la luz de Cristo. También enfatiza que la vigilancia significa estar atentos a los demás y comprometidos con la justicia, el respeto y la paz.

1. LA VIGILANCIA, SÍMBOLO DE NUESTRA FE.
Queridos amigos: Al comenzar el tiempo de Adviento, en el Año de la Fe, la
Iglesia nos invita a vivir en vigilancia y esperanza.
Vigilancia, para evitar ser sorprendidos por el enemigo (Sal. 127, 1s).
Para luchar contra la negligencia y poder llegar a conseguir lo que
perseguimos: que el Señor nos colme de su amor.
…..Para no perder la esperanza mientras ejercitamos el trabajo y el reposo, la
…. agitación y la quietud, la búsqueda y el sentido, el deseo y el abrazo.
Esperanza quiere decir espera, ilusión, optimismo. Quiere decir atención, oración,
vigilancia. Quiere decir peregrinación, camino, desprendimiento. Quiere decir,
esfuerzo, lucha, compromiso.
Las actitudes que caracterizan a los que creen en Jesucristo son la vigilancia y la
esperanza.
Vigilar con todos nuestros sentidos para que no se atrofien y puedan estar
dispuestos a descubrir lo que nos ocurre y lo que viven los demás.
Vigilar, es esperar que la Luz (símbolo de la corona de Adviento) nazca para
aquellos que se encuentran “a oscuras”, en tinieblas, en apuros o sin sentido.
Vigilar, es esperar que la Ilusión crezca de nuevo al ver alternativas, soluciones
y perspectivas de futuro.
Vigilar, es no desesperar a que se “acerque nuestra liberación”, cuando somos
capaces de buscar y ser solidarios, cuando somos capaces de comprometernos
para que haya más justicia, más respeto, más humanidad y más paz.
Quien vive en actitud de vigilancia está en disposición de servicio y “pone
manos a la obra” para que Jesús- Resucitado venga sobre nosotros y nos salve,
nos sane y nos ayude a vigilar y esperar.
Cuanto más ejercitemos la vigilancia y la esperanza, ensancharemos nuestra
capacidad de desear, de llenar, de colmar y de rebosar amor.
Con el salmista decimos: “A ti Señor, levantamos nuestra alma
en la fortaleza y el cansancio,
para que nos ayudes a estar vigilantes y esperar”.
(Sal. 24).
Gabriel.
1º.Domingo de Adviento. Ciclo. C. Madrid. 2 de Diciembre de 2012.