2024 - PPT - 10 Días de Oración - Orientaciones para uniones y campos - ESP...
HOMILÍA DOMINGO 1º DE ADVIENTO. CICLO B. DIA 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014
1. HOMILÍA DOMNGO 1º DE ADVIENTO. CICLO B. (30 DE NOVIEMBRE DEL 2014)
El tiempo de Adviento que hoy inauguramos es un tiempo rico en matices y en motivaciones
que pueden ayudarnos para dar a nuestra vida un nuevo impulso.
Contemplamos la figura de Jesús que viene a enseñarnos cómo debemos vivir, precisamente
compartiendo nuestra vida.
Si estamos deseosos de cambiar, si vivimos la esperanza de que nuestro mundo puede y debe
ser mejor; si buscamos con ansiedad y alegría metas que nos ayuden a realizarnos plenamente
como personas… estamos en sintonía con el Adviento.
No podemos esperar “algo” ajeno a nosotros y venido del exterior, sino ALGUIEN que está muy
dentro de nosotros y al que debemos descubrir. Por eso es importante comenzar este tiempo
en una actitud de alerta, como nos indica el texto del evangelio que acabamos de escuchar:
¡Velad!.
Velad, porque hay muchas cosas QUE ADMIRAR. ¡Qué terrible es acostumbrarse!… Vamos por
la vida endurecidos, insensibles, apagados, y no escuchamos su hermosa sinfonía. Nos embota
la rutina, la opacidad, la dispersión, el hastío de todo. No valoramos el despertar de cada
mañana, cargado de promesas. No reconocemos la lluvia de regalos que nos viene cada día.
Debiéramos estallar en una gran risa cada mañana y cada noche. ¡Qué necios e inconscientes
somos! Lloramos y nos lamentamos cuando nos visita un pequeño sufrimiento o dolor, y no
gozamos y alabamos cada vez que la vida nos baña. Porque un baño de vida repasa todos y
cada uno de nuestros miembros, y debiéramos de alegrarnos de estar vivos; respira hondo y
agradece el aire que te vivifica; analiza el mundo de tus pensamientos y de tus sentimientos y
alaba esas experiencias; mira las personas y los acontecimientos y admíralos; canta
franciscanamente todas las cosas hermosas que te rodean.
Velad, porque hay muchas cosas QUE ESPERAR. Cada día puedo encontrarme con una luz, un
pensamiento, un ejemplo, una sonrisa, una palabra, un signo, una amistad, una oportunidad,
que me haga feliz. Siempre hay algo nuevo bajo el sol, si soy capaz de mirar. Mis deseos pueden
encontrar una respuesta satisfactoria, si sé escuchar. Una bonita sorpresa me puede llegar en
cada momento, si estoy preparado para ello…
Velad, porque hay muchas PERSONAS QUE ENCONTRAR. Nos movemos cada vez más en un
mundo de cosas y de máquinas, que de personas. Cada encuentro con una persona es como un
sacramento. Velad, para que las relaciones entre las personas no sean grises y violentas. Velad,
para que los encuentros no sean superficiales y pasajeros. Velad, para que no se nos escape lo
esencial de las personas por fijarnos únicamente en lo superficial. Lo esencial: ese detalle que
refleja la existencia de un gran corazón, esa mirada que pide ayuda sin decir nada, esos
silencios cargados de elocuencia, esa paz que se desprende de las personas que viven en la
sencillez, la bondad que se adivina tras muchos rostros aparentemente fríos. Cada cristiano
debiera ser un experto en humanidad y tener ojos profundos para saber descubrir las riquezas
que se ocultan detrás de lo meramente externo.
Velad, porque Jesús VIENE A TU ENCUENTRO. Hay que estar muy atentos para descubrir a
Cristo, que suele presentarse disfrazado, como a la Magdalena o a los de Emaús . Vigilemos,
para reconocer a Cristo, vestido de pobre o jugando con los niños o sudando con el ganadero o
el agricultor o con el rostro desfigurado por el dolor… Nunca le verás como lo pintan en las
iglesias… Vigilemos, para que podamos tener la dicha inmensa de encontrar a Cristo…
Velemos, pero no como el soldado que teme, sino como el amigo que espera a su Amigo para
gozar de su compañía.
Velemos, para que Cristo no pase de largo y el Adviento termine en Navidad.