1. Cátedra: Psicoanálisis Freud II
Profesor Titular Regular: David Laznik
Trabajo presentado en el Curso de Posgrado “Estructura y sujeto: análisis de la
transferencia”, 1999
EL VALOR DEL FRAGMENTO
Laura Jaitovich
“Cuando se le habla, dirigiéndole un discurso
sobre el tema que sea menudo X... tiene el aire
de mirar y de escuchar otra cosa, buscando a
su alrededor: uno se detiene, desalentado; al
final de un largo silencio, X ...dice: ´Continúa,
te escucho’; uno retoma entonces mal que bien
el hilo de una historia en la que ya no cree.”
Roland Barthes, “Fragmentos de un
discurso amoroso”.
Introducción
El presente trabajo tiene por objetivo retomar cuestiones no resueltas en relación al trabajo anterior
Dificultades en la transferencia y rasgos de carácter, donde planteaba ciertos interrogantes en torno a los
rasgos de carácter. Retomaré por un lado, la imposibilidad de tramitación de los mismos y el cuestionamiento
de la posición del analista, con el malestar que esto conlleva en la clínica.
En este sentido propongo al fragmento clínico como una de las formas posibles de reencausar, entre
otras cosas, la dirección del tratamiento.
Pensar en un fragmento, un recorte, supone pérdida, y en este sentido, se podría pensar que frente a
la “totalidad” silenciosa, estática e inaccesible, que presentan ciertas situaciones clínicas, esta pérdida
permitiría algún movimiento, como modo de reordenar ciertas coordenadas en torno a la posición del analista.
Por otro lado este reordenamiento, creo que incidiría en forma correlativa a la posición del sujeto frente a su
propio goce.
Partiendo de que el fragmento representa una realidad-toda de la posición subjetiva, me remitiré a
unas breves puntuaciones, fragmentos de clases tomadas dentro del marco del curso de posgrado, como de
algunos textos, para finalmente retomarlos desde un fragmento sobre un caso clínico.
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2. Acerca de algunos fragmentos
Desde sus primeros historiales hasta Análisis terminable e interminable, Freud tomará distintos
fragmentos para dar cuenta fundamentalmente de los obstáculos que la clínica le presenta. También, para
abordar cuestiones como las construcciones, interpretaciones, etc. En todo caso, desde cada uno de esos
fragmentos se cuestiona sobre lo obvio que supone la totalidad, y desde allí propone que es por el modo de
operar que el analista es pieza fundamental en la dirección del tratamiento.
El Caso Dora (“Fragmento de análisis de un caso de histeria”), le sirve a Freud, para preguntarse,
por ejemplo, por los obstáculos que la publicación de un fragmento conllevaría (datos a publicar, tiempo de
publicación, estatuto del síntoma, identificación etc.), como así también la revisión de su posición como
analista en la transferencia, lo que por otro lado funciona como motor de otros análisis. Así Lacan retoma
estos fragmentos y escribe sobre las intervenciones en la transferencia, sobre la naturaleza de esta mediante
las inversiones dialécticas.
Fragmento de fragmentos. Lacan señala en sus escritos... “no se trata de un artificio de ordenamiento
para un material acerca del cual Freud formula aquí de manera decisiva que su aparición queda abandonada al
capricho del paciente. Se trata de una escansión de las estructuras en que se trasmuta para el sujeto la verdad,
y que no tocan solamente a su comprensión de las cosas, sino a su posición misma en cuanto sujeto del que
los ‘objetos’ son función”(1) y describe entre otras cosas toda la serie de obstáculos con los que Freud se
enfrenta en la transferencia con Dora, lugar del deseo del analista puesto a prueba en la dirección de la cura.
Es por su valor de escansión que un fragmento podría considerar la posibilidad de un corte en relación al goce
inerte que nos plantean ciertos momentos de la clínica, en que el imaginario tiende sus redes.
Se trata de recortar el modo de inscripción del sujeto en el dispositivo analítico y desde allí
preguntarnos “¿como retornará esa alienación de necesidad de sujeción?”. Describir el modo en que el objeto
se presenta en el análisis proponiendo la posición fantasmática.
Volviendo sobre los fragmentos de los historiales, en el caso del Hombre de los Lobos Freud se
refiere al valor del fragmento clínico: “hay algo que a mi juicio tiene exactamente el mismo valor que el
recuerdo, el hecho de que –como en nuestro caso- se sustituyan por sueños cuyo análisis reconduce de manera
regular a la misma escena y que reproducen, en una infatigable labor de refundición, cada fragmento de su
contenido” (2).
Sabemos del valor de los fragmentos, no solo para el psicoanálisis como disciplina, sino de la
implicancia de ese valor en la particularidad de quien transita por esa experiencia. El Hombre de los Lobos da
pruebas de eso. Desde el diagnóstico, fantasías primordiales, estatuto de la alucinación, la castración, hasta su
posición fantasmática, generan una ilusión del “caso-todo”, no sin develar la importancia del deseo del
analista, nuevamente en ese tratamiento, no sin consecuencias. Podría pensarse el resto de todo ese análisis
como describe C. Escars en un artículo, una frase del Hombre de los Lobos ...”Yo soy el caso más famoso”.
El “regalo” más preciado... al que luego Lacan hará alusión en el Seminario “La angustia”.
Tampoco estuvo ajena la cuestión del tiempo en el tratamiento del Hombre de los lobos, cuestión que
constituye una constante en varios escritos de Freud. Refiere que es la quietud de ese caso lo que lo lleva a
valerse de “un medio heroico de fijarle un plazo al tratamiento” y a quien luego de estas medidas considera
“cerrado radical y duraderaramente”(3). Tiempo después, como no podría ser de otro modo en el análisis,
Freud mismo se encuentra con que, sorpresivamente, también lo curado y duradero, dejan algún resto, y
nombra estos restos de un modo particular...”fragmentos óseos necróticos”.
Dominar en forma definitiva la pulsión parece una misión imposible. Nuevamente el obstáculo, y en
Análisis terminable e interminable, donde se cuestionará sobre aquellos “factores desfavorables al efecto del
análisis y capaces de prolongar su duración hasta lo inconcluible”(4).
Me pregunto si el fragmento, por su naturaleza misma, detiene por un instante lo inconcluible.
Ficción donde se entrecruzan pérdida y recuperación, bajo la forma de un plus.
3. Freud describe a la reacción terapéutica negativa, la viscosidad de la libido como vínculos
petrificados donde “la curación misma es tratada por el yo como peligro nuevo”(5). Dice A. Hartman que “es
necesaria la privación en la estructura para que el corte se efectivice” en contrapartida de lo que describe
como satisfacción pulsional en el análisis. Es en ese sentido que... “que una boca cerrada en el análisis, habla
de la satisfacción, del silencio en el análisis...” y toma la función del corte como forma de reordenar “un
menú”.
Finalmente, Freud retorna sobre la profesión “imposible” del analista, al referirse a las operaciones
en el análisis, tendientes a modificar la posición del sujeto frente a lo irreductible de su ser, y que describe
como constelaciones. Pero es necesario que algo se pierda, y es en este punto que el fragmento podría
bordear, recortar algo de lo pulsional. Así como en Lo ominoso, Freud refiere que es desde el ámbito de las
artes donde podría tramitarse algo de lo ajeno, algo del orden del horror, de lo imposible, es mediante el
fragmento que algún viraje, respecto de la tramitación en la posición subjetiva, podría efectuarse.. Dice J.C.
Cosentino que... “si hay algo que define lo singular es lo que tiene que ver con el destino...” es a través de lo
particular que se podría aprehender algo del destino.
Un fragmento
S., mujer de aproximadamente 55 años, es internada a causa de un intento de suicidio. Se presenta,
diciendo que tomó pastillas, para llamar la atención. Sabía que no iba a matarse, aunque advierte que no sabe
cuales podrían ser las consecuencias una próxima vez. El motivo que desencadena tal situación es la ruptura
abrupta con una pareja por quien deja todo a pesar de contar con que se trataba de alguien inferior
intelectualmente y que desde el vamos su compañía la degradaba como mujer. Desconociendo su elección,
señala que estaba con él para no estar sola. Y es por él por quien abandona bienes económicos. Deja todo y se
va a otra ciudad. Su vida, añade, ha estado plagada de tantos éxitos como de fracasos rotundos posteriores.
Perdió todo, dinero, hijos, trabajos exitosos... dirá que gracias a que ella misma no cesó de “cagarse la vida”.
Ahora está sola y sin nada.
Dice que esta vez, sí, va a comprometerse con el tratamiento, contrariamente a lo que hizo con
innumerables tratamientos anteriores. En ellos comenta que trataba de zafar, adoptando una actitud de “como
sí”.
Durante los primeros días sus “cambios” son notables, tanto en su aspecto físico, como en su sentido
del humor. Trae recuerdos de la infancia, sueños...de todo. Es dificultoso introducir un corte, sin que ella
acote algún detalle que, dice, pudiera resultarme útil. S. “es una paciente “laboriosa”, salvo por una
imperturbable posición de observadora que la mantiene durante largas horas yendo de un lado para el otro, y
dando cuenta en cada nueva entrevista de las “fallas” de la institución... y de las que considera que se
producen en otros tratamientos, conducidos por mi generalmente, y donde prefiere omitir opinión “para no
intervenir”.
Pasan unos meses y se acerca la posibilidad de recuperar a un familiar luego de muchísimos años de
interrumpida la relación...soportados en la inconmovible posición, que ella refiere “de su estupidez”, de lo que
sus pérdidas dan testimonio. Ilusión de aprehender la pérdida, reducida a ser tomada como objetos tangibles.
Como ella misma lo anticipó en el comienzo... el encuentro feliz, no fue posible... nuevamente se ha puesto
piedras en el camino. Dice Freud en Análisis... “Lo que pronto se gana más rápido se pierde”. Esto no es
ajeno a la transferencia. Simultáneamente una mudez camuflada bajo la forma de palabras vacías, hacen que
el tratamiento se torne denso e inamovible. Cualquier comentario que la paciente considerara importante, me
llegaban por caminos laterales, por ejemplo, por otros terapeutas. Puntos resistenciales, quedando inconclusos
en ese tratamiento.
Actualmente, externada, y a pesar de no atenderla más, la veo pasearse por la institución, sola... con
la ayuda de unas muletas. Por algún comentario que recibí, a causa de alguna caída que la imposibilita
físicamente. El desvalimiento motor se sostiene en el desvalimiento psíquico. Ahora, real imagen que
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4. condensa el horror frente a su propia satisfacción. Punto que aglutina goce y fantasma., que revelan su temor
frente a una fantasía que la perseguía y que consistía en terminar sola y como una mendiga... articulado a
algún rasgo paterno. Cuestión que pienso en relación a lo siniestro, sobre todo por la condición erótica que se
juega en la elección de sus “partenaires”. Lo familiar se le torna ajeno.
Es importante destacar que su nombre alude directamente a su posición fantasmática, a pesar de que
su pronunciación respecto del mismo haga cambiar el sentido. Como si desconociera radicalmente la impronta
que su nombre propio conlleva respecto de su posición fantasmática.
De su posición respecto de este tratamiento, pienso en que “su aparente generosidad de dar antes de
que el otro pida, tapona así la falta en el Otro”. Ingenua ilusión de sortear de este modo, los objetos de la
angustia. Excusa que la exime de interrogarse por el misterio de su femeinidad.
I. Goldemberg toma el recorte clínico como la posibilidad de alguna enseñanza, de alguna
transmisión posible. También “la función del nombre propio como la sutura de una falta”. ¿Cómo operar con
quien desde un principio todo lo sabe, donde toda pérdida queda bajo su dominio aparente, desconociendo
que la angustia es “ante un peligro del que no tenemos noticia”(6)? ¿Cuál sería el modo de operar con el goce,
puesto que la posición frente al otro oscila entre lo imperturbable y lo meramente especular? ¿Cómo
intervenir con quien la posibilidad de perder mínimamente goce, es opacada por la reserva, según refiere para
no intervenir en otros tratamientos? Es claro, que esta “reserva” para no herir suceptibilidades la llevaron a ser
objeto de mal-trato por parte de familiares y allegados, sin que ella se percatara de razón alguna. Esta reserva
libidinal, es la que describe su posición frente al Otro, y que lejos de permitir algún modo de intervención, me
hacen pensar en ciertos rasgos de carácter, que se retroalimentan, tendiendo a regresar a lo inerte. Viscosidad
de la libido, “rasgos descifrables, pero no interpretables”... Punto de anclaje e irreductibilidad, donde lo real
aflora.
Si es necesario que algo de la voz se pierda para que el sujeto se constituya como tal, como operar
con quien se afirma en no perder nada, más bien para quien apuesta a su propia reserva.¿ Apuesta?
¿Cómo hacer posible “otra escritura de lo que aparece como frase superyoica”?
S. se define como “mala” por dos vías, por el lugar que le tocó ser y por el que ella misma
dice que tomó literalmente a lo largo de su vida. Posición que la convoca al encierro.
Lacan en el Seminario XI dice, en torno al vel alienante, que “la elección sólo consiste en saber si
uno se propone conservar una de las partes, ya que la otra desaparece de todas formas”. Afirmarse en un todo
no deja lugar para la perdida, pero no exime de desaparecer de todas formas, al menos momentáneamente.
Mientras S. no se apropie de algo de su nombre propio, excusa que la sostiene en su posición de goce, la
prueba de un viraje en su posición parece lejana. En este sentido el fragmento implica una pérdida, permite
acotar “algo” en su diferencia. Al mismo tiempo “algo” en relación al malestar en la clínica, al menos tramitar
algo del “goce-todo” que conduce a la perpetuidad de lo insoportable.
Como dice Freud, al final de Análisis terminable e interminable “...Difícil es decir si en una cura
analítica hemos logrado dominar este factor, y cuándo lo hemos logrado. Nos consolamos con la seguridad de
haber ofrecido al analizado toda la incitación posible para reexaminar y variar su actitud frente a él” (7)... Se
refiere a cuestiones asociadas a lo intramitable del análisis... cuestión que en esta oportunidad queda como
incógnita.
BIBLIOGRAFIA
5. (1) Lacan, J., Intervención sobre la transferencia, en Escritos I, Siglo XXI, México, 1975, pág. 207.
(2) Freud, S., De la Historia de una Neurosis Infantil (caso del “Hombre de los Lobos”), A.E., XVII, pág.50.
Las remisiones corresponden a O.C., Amorrortu Editores (A.E.), Buenos Aires, 1978-85.
(3) Freud, S., Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, pág. 220. (4) Idem, pág. 223-4.
(5) Idem, pág. 240.
(6) Freud, S., Inhibición, síntoma y angustia, A.E., XX, pág. 154.
(7) Lacan, J., El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos..., Paidós, Bs.As., 1993, pág. 219.
(8) Freud, S., Análisis Terminable..., XXIII, pág. 254.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
1.- Freud, S., Fragmento del análisis de un caso de histeria (Dora), A.E., VII.
2.- Escars, C., El héroe atrapado por el autor, Revista Seminario Lacaniano, N° 9-10, Año 13, Bs.As., 1998.
3.- Lacan, J., El Seminario, libro X, “La angustia”, inédito.
4.- Freud, S., Lo Ominoso, A.E., XVII.
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