Una ballena protegía su aldea y golpeó con su cola a un caballito de mar que se acercó, lastimándolo. El caballito lloró por su cola rota y la ballena se rió y le dijo que era para que aprendiera a no tocar lo que no era suyo. El caballito pidió disculpas y la ballena lo perdonó, invitándolo a su aldea, y desde entonces se hicieron amigos.