Judas amaba a Cristo pero se aferraba a sus rasgos indeseables de carácter como el amor al mundo y la ambición. Aunque aceptó ser ministro de Cristo, nunca se sometió totalmente a Él y se rindió a sus propios hábitos pecaminosos en lugar de llegar a ser puro como Cristo.

1. Las características de un pastor
Párrafo 45
Judas ejemplifica a los ministros que quizá amen a Cristo, pero se aferran
a sus indeseables rasgos de carácter—En Cristo él observaba un carácter que
era puro, inofensivo e inmaculado, y su corazón fue atraído a amar a su Maestro.
Pero la luz del carácter de Cristo que lo iluminó, trajo consigo la responsabilidad
de ceder todo rasgo natural o adquirido que no estaba en armonía con el carácter
de Cristo. En esto Judas no pudo pasar la prueba. El amor al mundo estaba
arraigado en su corazón, y no dejó su amor por lo mundanal, ni rindió su ambición
a Cristo. El nunca llegó al punto de rendirse totalmente a Jesús. Sintió que podía
retener su propio juicio y su opinión. A pesar de haber aceptado el puesto de ser
ministro de Cristo, sin embargo nunca se sometió al molde divino de Cristo. Se
aferró a sus rasgos indeseables de carácter, y cedió a sus propios hábitos
pecaminosos, y, en vez de llegar a ser puro y semejante a Cristo, llegó a ser
egoísta y codicioso.—The Signs of the Times, 18 de diciembre de 1893.{MPa 37.2}