El documento compara el sacrificio requerido de los ministros modernos con el de los primeros predicadores de la verdad, quienes tuvieron que soportar mayores dificultades y privaciones para difundir la verdad en un tiempo donde había menos apoyo. También recuerda que Cristo dejó el cielo y murió por nosotros, por lo que los ministros no deberían buscar su propia conveniencia sino seguir su ejemplo de sacrificio.