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Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 1
Las dos tríadas de Hicks
Jorge Iván González
Universidad Nacional
jivangonzalez@cable.net.co
Versión: 29 oct. 02
1. A PROPÓSITO DE LAS DOS TRIADAS
El texto de Hicks (1966) es una excelente introducción a la teoría del portafolio. El
autor reconoce que
“... el dinero no es un mecanismo; es una institución humana, y, por cierto, una de
las más sobresalientes. Incluso las formas más simples del dinero - hasta la
acuñación de metales - necesitan para funcionar una cierta confianza mutua. A
medida que esta confianza aumenta (en círculos que van ampliándose más y más),
las formas de dinero que pueden ser utilizadas son más y más sutiles, más
económicas, pero también más frágiles. Para las etapas primitivas, las teorías
mecánicas (como la teoría cuantitativa) nos dan una visión aproximada razonable de
cómo funciona el dinero; pero la sutileza de los hechos monetarios es creciente y a
la teoría le es difícil estar a la altura de esta evolución” (Hicks 1966, p. 79).
Esta frase de Hicks explicita la complejidad de las relaciones monetarias. En primer
lugar, la naturaleza del dinero es social. El dinero es “una institución humana”. En
segundo lugar, la relaciones monetarias exigen que haya un ambiente de mutua
confianza. Hicks resalta un tercer aspecto: a medida que las relaciones monetarias
se amplían, el sistema monetario se hace más frágil. Finalmente, el autor reconoce
que la teoría económica se ha quedado rezagada. Que todavía no logra dar razón de
la naturaleza de la moneda.
El planteamiento de Hicks es interesante porque al mismo tiempo que comparte las
preocupaciones sociales e institucionalistas de autores tan heterodoxos como
Aglietta y Davidson, sienta las bases para el desarrollo de una teoría profundamente
ortodoxa como la de Tobin. En las páginas siguientes insistiré en los vínculos entre
Hicks y Tobin.
Las lecciones de Hicks sobre las dos triadas, sirven de puerta de entrada al estudio
del pensamiento de Tobin. Hicks muestra que la diferencia entre el dinero y el resto
de activos se reduce a un problema del “espectro de activos”. Hay activos que
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 2
“pueden ser más o menos líquidos” (Hicks 1966, p. 47). Esta hipótesis de Hicks
encaja perfectamente dentro de la lógica de Tobin y contradice la afirmación de
Keynes de que el dinero y los otros activos son malos sustitutos. Al referirse a un
“espectro de activos”, Hicks supone que no hay rupturas y, por consiguiente, que la
sustitución entre activos no plantea problemas.
El trabajo de Hicks (1966) precede al estudio clásico de Tobin (1982). Al leer a
Hicks (1966) es difícil abstraerse de la febril controversia que se desató entre
keynesianos y neoclásicos a propósito del alto o bajo grado de sustitución entre
activos. Así que mi lectura de Hicks necesariamente esta condicionada por la teoría
del portafolio de Tobin. No creo que sea posible volver a Las Dos Tríadas haciendo
abstracción de la concepción de Tobin.
Tanto Hicks como Tobin reconocen la influencia de las ideas de Keynes 1/. Ambos
autores han contribuido notablemente al desarrollo de la síntesis neoclásica. Han
trazado un puente entre Keynes y los neoclásicos.
La primera tríada se relaciona con las funciones de la moneda: • unidad de medida
o medida del valor, ‚ medio de pago y ƒ reserva de valor. La segunda tríada
corresponde a los motivos keynesianos para demandar dinero: • transacciones, ‚
precaución y ƒ especulativo.
Keynes (1936) distinguió tres motivos para demandar dinero:
“• El motivo transacción, es decir, la necesidad de efectivo para las operaciones
corrientes de cambios personales y de negocios; ‚ el motivo precaución, es decir, el
deseo de seguridad respecto al futuro equivalente en efectivo de cierta parte de los
recursos totales y, ƒ el motivo especulativo, es decir, el propósito de conseguir
ganancias por saber mejor que el mercado lo que el futuro traerá consigo” (Keynes
1936, p. 154).
A continuación nos referiremos a cada uno de estos motivos.
1/ “El primero de los reconocimientos que debo hacer constar es a Keynes. Su nombre es el único que se
repite en todos y cada uno de los ensayos de este libro. Llegué a conocerle poco personalmente; apenas
tuvimos conversaciones teóricas; recibí algunas cartas de él, que me ayudaron, pero nada más. Sé que Keynes
leyó lo que yo escribí sobre su obra cuando él vivía todavía, y he tenido en cuenta lo que me contestó. Así
pues, el Keynes que aparece aquí es prácticamente sólo el Keynes de su obra escrita, que todos pueden
consultar; la parte de contacto personal es escasa; pero su influencia, en general, es tan grande que debe ser
mencionada en primer lugar. La otra influencia de que soy consciente - influencia menos conspicua pero no
menos real - es la de Dennis Robertson. En los años veinte, Keynes y él avanzaban muy juntos; después
pareció que se separaban un tanto; mi postura puede estar entre la de Keynes y la de Robertson” (Hicks 1966,
p. 12). La influencia de Keynes en el pensamiento de Tobin también es evidente.
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 3
Los componentes de las dos tríadas no son comparables uno a uno. La clasificación
de Keynes (segunda tríada) se refiere “... a la conducta del individuo o del agente
que toma las decisiones, dentro de un sistema monetario que se considera como
dado” (Hicks 1966, p. 15). La otra tríada, la primera, enfoca el problema desde una
perspectiva más objetiva.
Con respecto a la primera tríada, Hicks afirma: “... nada tengo que decir contra esta
clasificación tradicional: de hecho la doy por sabida en lo que va a seguir” (Hicks
1966, p. 15). A pesar de que el autor reconoce la pertinencia de esta clasificación de
las funciones de la moneda, deja de lado el análisis de la primera función (unidad de
medida o medida del valor). Este actitud de Hicks expresa bastante bien la
displicencia que han tenido los teóricos keynesianos y neoclásicos frente a los
aspectos relacionados con la naturaleza del dinero 2/. La primera función de la
moneda está directamente relacionada con el problema del valor. A las tradiciones
ricardiana y marxista les cabe el mérito de haber encarado seriamente la relación
entre valores y precios 3/. Los autores contemporáneos que vuelven a preguntarse
por la naturaleza del dinero son una minoría 4/. Al dejar de lado la discusión sobre el
valor, la teoría económica abandona el examen de la naturaleza del dinero.
Acorde con su percepción institucional del dinero, Hicks describe el proceso
histórico a través del cual el dinero ha pasado de ser “dinero parcial” a “dinero
plenamente desarrollado”. “Una de las cosas fundamentales que la teoría monetaria
debería ser capaz de explicar es la evolución del dinero” (Hicks 1966, p. 16).
En los comienzos de la historia de la moneda, el dinero parcial estaba asociado al
motivo transacciones y la función medio de pago (o medio de cambio). El dinero
facilita los cambios multilaterales. Pero para que ello sea posible, se requiere que
una de las “n” mercancías cumpla el papel de numerario. Sin embargo, el numerario
2/ Keynes le saca el cuerpo a la discusión. “La división de la economía en teoría del valor y la distribución
por una parte y teoría del dinero por la otra, es, en mi opinión, una separación falsa. Sugiero que la dicotomía
correcta es entre teoría de la industria o firma individual y las remuneraciones y distribución de una cantidad
dada de recursos entre diversos usos por una parte y la teoría de la producción y la ocupación en conjunto por
la otra” (Keynes 1936, p. 260). Los neoclásicos, por su parte, identifican valores y precios.
3/ Cuevas (1986) hace un excelente recuento de la historia del debate.
4/ Aglietta (1982), por ejemplo, muestra que la moneda es el vehículo de las tensiones sociales, políticas y
económicas. La moneda no es, simplemente, una institución económica; “... en la sociedad de mercado, la
moneda es el vínculo social fundamental” (Aglietta 1982, p. 15).
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 4
“no es dinero... no es más que la unidad de medida que el economista usa para
explicarse a sí mismo lo que los comerciantes están haciendo” (Hicks 1966, p. 17).
Para entender la forma como opera el dinero en tanto “medio de cambio”, Hicks
analiza las características que tendría el mercado de un “día” en una aldea medieval.
El mercado abre por la mañana y cierra por la tarde. El desarrollo del dinero como
“medio de cambio” ha pasado por tres etapas: la configuración de redes triangulares,
la interacción de las redes triangulares a través del “dinero local” y, finalmente, la
unión de los dineros “locales” gracias a la aparición de un dinero de aceptación
generalizada.
Para que el mercado más sencillo funcione es indispensable que exista el
intercambio indirecto. Es decir, que haya individuos (comerciantes) que estén
dispuestos a adquirir mercancías que no necesitan directamente. Estos
intermediarios compran para venderle a quienes no son comerciantes. En esta etapa
de desarrollo todavía no puede hablarse de una “mercancía-dinero”. Los
intercambios indirectos conforman relaciones triangulares. Pero a medida que los
comerciantes van comprando para venderle a otros comerciantes, las redes
triangulares comienzan a unirse. Sólo en este momento se va configurando una
mercancía intermedia que “empieza a adquirir algo de la naturaleza del dinero”
(Hicks 1966, p. 19). Sin embargo, este dinero no es generalizable a todos los
mercados porque es un “dinero local”. El mercado adquiere pleno desarrollo, es
“completo”, cuando “todas la variedades de dinero local queden ligadas entre sí”
(Hicks 1966, p. 20). Este mercado completo cabe perfectamente dentro de los
parámetros del equilibrio walrasiano.
Hasta ahora, como en el análisis walrasiano, se ha supuesto que las transacciones no
tienen ningún costo. “Esta simplificación, si bien es adecuada para algunos fines, es
irremediablemente confusa cuando se trata de analizar el dinero” (Hicks 1966, p.
21). Los costos disminuyen a medida que los mercados son más organizados. No
tiene mucho sentido transportar una mercancía de un lado a otro. Un mercado
organizado opera con títulos aceptados por todos. El transporte físico sólo tiene
lugar una vez que finaliza el proceso de compra venta de títulos. El comercio puede
concebirse, entonces, como un “mero intercambio de títulos”.
Los títulos de propiedad se demandan porque a través de ellos se adquiere la
mercancía que se desea o, sencillamente, porque son negociables. El intercambio de
títulos no es otra cosa que el intercambio de promesas de pago. Para que estas
promesas de pago sean aceptadas tendrán que expresarse en términos de alguna
unidad de cuenta. Pero como esta unidad de medida “... no es ni un medio de pago
ni un objeto para el cambio” (Hicks 1966, p. 23), la sociedad debe crear
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 5
instituciones como la cámara de compensación que facilite el saldo de las deudas y
que ofrezca alguna garantía para las deudas no pagadas. Al terminar la sesión de
nuestro mercado de un día, todas las transacciones deben estar equilibradas. La
cámara de compensación garantiza que al final del mercado el saldo global sea cero.
Al lado de la cámara de compensación tiene que existir “algo parecido a un
juzgado”, que permita dirimir los conflictos. Para financiar ambas instituciones se
requiere que quienes participan en el mercado paguen una cuota. La única
condición para que esta tarifa sea aceptada por los comerciantes es que sea inferior
al costo de las transacciones físicas.
El dinero ya empieza a considerarse como unidad de medida, pero todavía no se
demanda por su valor intrínseco. El valor absoluto del dinero no es lo más
relevante. Los equilibrios walrasianos son equilibrios de precios relativos. El
equilibrio walrasiano se alcanza independientemente del valor absoluto. Hicks dice
que Wicksell se preocupó por estudiar los determinantes del valor absoluto. Es
sorprendente que Hicks no haga ninguna mención a la larga tradición marxista y
ricardiana que desde muchos años atrás venían preocupándose por descubrir la
relación entre el sistema de precios y los valores (Cuevas 1986). Para Hicks “... el
nivel de los precios absolutos en un día determinado será fuertemente influido por lo
que los comerciantes consideren “normal”; es decir, influido por las expectativas
sobre precios que, incluso en un mercado de un solo día, deben basarse de alguna
manera en la experiencia anterior” (Hicks 1966, p. 25). El autor reconoce las
limitaciones de esta aproximación y líneas más adelante agrega, “... pero las
expectativas de precios son, todo lo más, áncoras inseguras; aun cuando los
comerciantes memoricen la situación de mercados anteriores para tomar sus
decisiones de hoy, es muy probable que el nivel de precios absolutos varíe, de un
“día” a otro, en forma indeterminada” (Hicks 1966, p. 25). Consciente de la
dificultad del problema planteado, Hicks prefiere suspender el debate y pasar a otro
tema, el del sistema bancario. Los autores neoclásicos le suelen sacar el cuerpo al
debate sobre la relación entre valores y precios. Aunque aceptan que el nivel de
precios absolutos tiene que estar determinado por alguna realidad objetiva, no tienen
los instrumentos de análisis que les permita avanzar en tal dirección. El programa
de investigación neowalrasiano se funda en la utilidad subjetiva y desde allí es muy
difícil dar cuenta de los factores objetivos que inciden en la fijación del nivel de los
precios absolutos. No sobra insistir en que el problema de la transformación de los
valores en precios sigue teniendo vigencia teórica.
El sistema bancario cumple un papel similar al de la cámara de compensación.
Todavía no puede decirse que exista una demanda de dinero para transacciones, en
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 6
el sentido de la ecuación de Cambridge, Md
= k pY 5/. Hasta este momento del
ejercicio, “... no es evidente que haya sucedido algo que haga que este sistema
funcione en forma distinta a como expusimos que funcionaba el sistema de
compensación” (Hicks 1966, p. 27). Todas las deudas se cancelan al final del día.
En el momento del cierre el mercado está en equilibrio. El ordenamiento del
sistema bancario exige que éste sea centralizado, porque “... varios bancos actuando
independientemente no podrían efectuar un control cuantitativo” (Hicks 1966, p.
29).
Hicks es consciente que el mercado que se cierra al final del día en equilibrio no es
una buena representación del mundo real; “... pero si imaginamos algo como una
cadena de mercados como la nuestra [como el mercado de un día], a cada hora
comenzando un mercado y acabando el otro, de tal forma que cuando uno cierra
siempre se abre otro, entonces el mundo real ya se acerca más a nuestro mercado”
(Hicks 1966, p. 30).
La mayor parte del dinero, dice Hicks, se utiliza para las transacciones. Es, en cierta
manera, un dinero no voluntario. Un dinero amarrado a las operaciones reales. Pero
la parte restante, el dinero “voluntario”, que se demanda pero que no se utiliza
directamente para realizar las transacciones, así sea pequeña, “es tremendamente
importante: porque es a través de esta parte “voluntaria” como se producen los
desequilibrios monetarios y es sobre esta parte donde tiene sus efectos la política
monetaria” (Hicks 1966, p. 31). Gracias a que hay demanda voluntaria de dinero, la
teoría monetaria es “algo vivo e interesante” (Hicks 1966, pp. 31-32). Keynes tenía
razón cuando distinguió entre M1 y M2. M2 equivaldría a la demanda voluntaria de
dinero y no corresponde, en sentido estricto, al motivo transacciones.
La ecuación de Fisher, MV = pT, se aleja del concepto de la demanda de dinero que
está presente en la ecuación de Cambridge 6/. M es la oferta de moneda, V es la
velocidad de circulación, p los precios y Q es el valor real de la producción. La
demanda voluntaria de dinero incide en la velocidad de circulación 7/.
5/ Md
es la demanda de dinero; p representa los precios; Y es el ingreso real; k es la relación entre la demanda
de dinero y el valor nominal del ingreso (pY). De hecho, k es la fracción del valor nominal del ingreso que
los agentes económicos (firmas y familias) desean mantener. Las variables suelen ser anuales. La ecuación
de Cambridge está asociada a los nombres de Marshall y Pigou.
6/ Ver Fisher (1907, 1920).
7/ La explicación que proponen Snowdon, Vane y Wynarczyk (1994, pp. 56-60) de las ecuaciones de
Cambridge y de Fisher, destaca las dos nociones que nos interesa resaltar: demanda de dinero en el caso de la
ecuación de Cambridge e ingreso en el de la ecuación de Fisher.
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 7
Los motivos precaución y especulativo están asociados a la función “reserva de
valor”. Ambos motivos indican que las personas toman la decisión voluntaria de
mantener dinero, bien sea porque desean cubrir riesgos futuros (motivo precaución)
o porque, sencillamente, quieren guardar el dinero para especular (motivo
especulativo).
Muchos objetos pueden ser “reserva de valor” sin que constituyan dinero. Un carro,
por ejemplo, es reserva de valor pero no es dinero. Esto significa que el hecho de
ser reserva de valor no es suficiente para ser moneda. En cambio, las otras dos
funciones (unidad de medida y medio de pago) sí le confieren al bien el carácter de
moneda.
“Un dinero que no pueda ser guardado, puede, sin embargo, ser unidad de medida;
también puede ser usado como medio de pago. Si tal dinero tuviera estas dos
funciones (o sólo una de ellas) sería un tipo de dinero, aunque fuera dinero parcial”
(Hicks 1966, p. 34).
Para Keynes la característica esencial del dinero es que no rinde intereses, “... su
rendimiento es nulo y su costo de almacenamiento desdeñable, pero su prima de
liquidez sustancial” (Keynes 1936, p. 202). El dinero tiene dos particularidades
adicionales: • “... una elasticidad de producción de cero, o en todo caso una muy
pequeña” (Keynes 1936, p. 204); ‚ “... una elasticidad de sustitución igual, o casi
igual a cero” (Keynes 1936, p. 205). De las dos características anteriores podría
sacarse la conclusión que la oferta de dinero es muy rígida. Keynes no está de
acuerdo con esta apreciación.
“... el supuesto de que su oferta efectiva [la del dinero] se fija rígidamente sería
inexacto. En particular, una reducción de la unidad de salarios dejará en libertad
el efectivo que se destinaba a otros usos para la satisfacción del motivo liquidez;
mientras que, además de esto, a medida que los valores monetarios bajan, la
existencia de dinero será una proporción mayor del total de riqueza de la
comunidad” (Keynes 1936, p. 206).
Hicks no comparte la idea de Keynes de que la característica esencial del dinero sea
que no rinde intereses, “... he participado de esta visión en escritos anteriores, pero
ahora pienso que esta forma de ver el problema es inaceptable” (Hicks 1966, p. 34).
No hay ninguna razón, continúa Hicks, para que las cuentas corrientes no rindan
intereses. Los bancos no suelen pagar intereses por las cuentas corrientes porque
gozan de un cierto poder monopólico y ello no tiene nada que ver con la naturaleza
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 8
del dinero. La teoría del equilibrio del balance desarrollada, entre otros, por Tobin
(1958), Lintner (1965) y Hicks (1962) desvirtuaría la hipótesis de Keynes.
Hicks se pregunta hasta dónde podría hablarse de una “ley de ventaja marginal
decreciente” que fuera equivalente a la ley de la utilidad marginal decreciente. La
ventaja marginal de la inversión en cada valor es su rendimiento probable. Cuando
hay aversión al riesgo la pendiente de las curvas es negativa. La ventaja marginal
debe medirse “no en términos de utilidad subjetiva, sino en términos de certeza-
equivalente. O sea, la ventaja que representa invertir una libra en el valor j debe
definirse como aquel rendimiento que, si fuera esperado con certeza, ofrecería
idéntica ganancia en términos de utilidad” (Hicks 1966, p. 38).
La figura 1 muestra la relación entre las
curvas de ventaja marginal, para los casos
de inversión cierta e incierta. La persona
dedica AC´ a la inversión cierta y CA a la
inversión incierta. En el caso de la figura
2, el individuo distribuye su inversión en
tres grupos: CA para una inversión
incierta, AB para una inversión cierta y
BC´ para otra inversión incierta.
La pendiente negativa de las curvas UA y
U´B está determinada por dos factores: la
incertidumbre y la aversión al riesgo. Si
el rendimiento es incierto y la persona no
tiene ninguna aversión al riesgo,
tendríamos líneas horizontales que parten
de U o de U´. La pendiente de la curva es
negativa cuando se presenta aversión al
riesgo. Hay una relación inversa entre
rentabilidad y aversión al riesgo. El
inversionista que se la juega por mayor
rentabilidad tiene menor aversión al riesgo que quien opta por una menor
rentabilidad a cambio de una mayor seguridad. En cualquier hipótesis, la mejor
forma de disminuir la incertidumbre es esparciendo los riesgos.
Figura 1
Curvas de la ventaja marginal, inversión cierta
e incierta
C´
K
U
AC
c
0
OK es el capital invertido. CC´ es la curva de la
ventaja marginal de la inversión cierta y UA es la
curva de la ventaja marginal de la inversión incierta.
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 9
Piensa Hicks que las figuras 1 y 2 tienen
mucho que ver con el motivo
especulativo de Keynes. Pero, de nuevo,
Hicks advierte que la caracterización del
dinero que Keynes hace en el capítulo
XVII de la Teoría General no es correcta.
“De nuestro análisis parece deducirse, en
forma original, que la distinción crucial
no es aquella entre un bono que rinde
interés y el dinero que no rinde interés.
La característica crucial del dinero (tal y
como surge en la teoría de la cartera de
valores) es que su rendimiento resultante
es cierto” (Hicks 1966, p. 44).
El dinero hace parte de la inversión
cierta. La curva de la ventaja marginal
del dinero sería CC´. No hay ninguna
razón de principio para afirmar que la
inversión cierta no pueda rendir intereses,
así sean pequeños. En la figura 2, la inversión cierta tiene un rendimiento
equivalente a OC. Keynes no está de acuerdo con la idea de que la característica
esencial del dinero radica en que su rendimiento resultante es cierto.
La certeza del dinero, continúa Hicks, está dada en términos del dinero mismo. La
certeza tiene mucho que ver con la confianza.
“El dinero sólo es “medida del valor” si hay algún grado de confianza (algún mínimo
grado) en la estabilidad de los precios; estabilidad, por lo menos, a corto plazo y de
aquellos precios que conciernen al inversor” (Hicks 1966, p. 45).
Las expectativas de inflación crean desconfianza y el dinero deja de ser una
inversión cierta. Tal y como se aprecia en la figura 3, las curvas se desplazan hacia
arriba y la inversión cierta (AB) desaparece. En estas circunstancias el dinero pierde
su calidad de activo monetario. Las personas ya no confían en el dinero
convencional y buscan otro activo monetario.
La inflación causa un desplazamiento de las curvas AU y BU´ hacia arriba. La
desconfianza generada por el aumento de los precios hace que desaparezca la
inversión cierta AB.
Figura 2
Curvas de la ventaja marginal, una inversión
cierta y dos inversiones inciertas
K
C´
U´
BC
U
A
0
OK es el capital invertido. CC´ es la curva de la
ventaja marginal de la inversión cierta. UA y U´B son
las curvas de la ventaja marginal de la inversión
incierta.
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 10
Muchos países han vivido situaciones similares a la descrita en la figura 3. En los
últimos años economías con alta inflación han caído en procesos de dolarización.
Basta con mencionar los casos de Israel y de algunas naciones latinoamericanas.
La visión que tiene Keynes en la Teoría General no es la misma del Tratado.
“De hecho, hay dos versiones de la teoría de la preferencia por la liquidez. Una es
la que parece salir favorecida por el Keynes de la Teoría General, y en la que la
preferencia por la liquidez es, simplemente, una cuestión de demanda de dinero
respecto a los bonos - éstos aparecen aquí como representativos de un conjunto de
valores, en general -. Pero hay otra que es más o menos reconocida por el Keynes
del Treatise y que fue desarrollada formalmente en 1935 en mi Suggestion for
Simplifying the Theory of Money; de acuerdo con esta versión, la preferencia por la
liquidez es un problema del “espectro de activos”, activos que pueden ser más o
menos líquidos” (Hicks 1966, p. 47).
Según la interpretación de Hicks, la Teoría General establece una distancia
cualitativa entre el dinero y el
resto de activos. En cambio, el
Tratado reduce esta diferencia a
un problema de intensidad.
Entre el dinero y los otros
activos no habría una ruptura
fundamental. El dinero sería,
sencillamente, el activo líquido
por excelencia.
Además de la rentabilidad del
activo, el inversionista también
piensa en los costos de la
transacción. En el mundo real no
es posible conformar un
portafolio con todos los activos
porque el costo de las
transacciones sería demasiado
elevado. La persona no puede
estar modificando la
composición de su portafolio
todos los días.
Dado los costos de la transacciones, la fecha de maduración del título juega un papel
muy importante. El inversionista no sabe con absoluta seguridad si tendrá que
Figura 3
Las expectativas generales de inflación
producen un desplazamiento hacia arriba de
ambas curvas. El dinero deja de ser una
inversión cierta.
K
U´
B C´C
U
A
O
ö õ
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 11
redimir el bono antes o después de la fecha de su maduración, “... en la práctica la
fecha de la realización planeada es incierta” (Hicks 1966, p. 51). El rendimiento del
bono aumenta en la medida en que se aplaza la fecha de maduración.
La demanda de dinero crece cuando aumenta la probabilidad de que la fecha de
realización del título se pospuesta. La demanda de dinero aumenta porque las
personas desean evitar los costos que ocasionaría la iliquidez en la eventualidad de
que se aplazase la fecha de maduración del título. El dinero que se demanda por
estas razones corresponde al motivo precaución de Keynes.
Hicks reitera que la diferencia entre los activos radica, únicamente, en el nivel de
liquidez. Hay un espectro de activos, que van desde los más líquidos (el dinero),
hasta los menos líquidos. La diferencia es de grado y no de naturaleza.
“El concepto de liquidez que estamos obteniendo es más amplio que el
correspondiente de la Teoría Generalde Keynes. En la Teoría General, el dinero
(de acuerdo con alguna definición del dinero) es el activo líquido, mientras que los
otros activos no son líquidos. Pero en su Treatise, Keynes dijo que un activo era
“más líquido” que otro si era “realizable con mayor certidumbre y a corto plazo sin
pérdida”. Este es un concepto distinto, un concepto relativo; es este concepto
relativo de liquidez el que hemos estado analizando aquí” (Hicks 1966, p. 53).
Esta frase de Hicks es el punto de llegada del proceso que comenzó en la primera
lección de Las Dos Tríadas. Hicks propone la hipótesis de que en la concepción de
Keynes el dinero no es un activo cualitativamente diferente a los otros. Esta idea de
Hicks allana el camino para afirmar que en el mercado de capitales los activos son
perfectos sustitutos.
Hicks termina la segunda lección mostrando que los tres motivos son compatibles
con las tres funciones. El motivo especulativo es compatible con las funciones
medida del valor y reserva de valor. El motivo precaución está relacionado con las
funciones medio de pago y reserva de valor. Finalmente, el motivo transacciones
está ligado a las funciones medida del valor y medio de pago
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 12
Motivos Funciones
Especulativo Medida del valor
Precaución Medio de pago
Transacciones Reserva de valor
Las dos tríadas son aplicables al dinero, así como a los activos reales y financieros.
Los activos reales comprenden: • los activos corrientes (running assets), ‚ los
activos de reserva y ƒ los activos de inversión. Los activos corrientes son
necesarios para realizar las operaciones regulares del negocio. Los activos de
reserva no son indispensable para atender el funcionamiento corriente 8/. Los
activos de inversión son los que no están vinculados directamente al producto
corriente, ni están disponibles para emergencias como, por ejemplo, los planos de
una nueva construcción. Los activos de inversión se mantienen porque ofrecen un
rendimiento.
Entre los diversos tipos de activos financieros se destacan el dinero y el crédito
comercial. • El dinero y el crédito comercial se comportan como activos corrientes
cuando se utilizan para realizar transacciones. ‚ El dinero excedente es un activo
de reserva. El crédito comercial no es un activo de reserva porque se supone que la
deuda se asume para comprar bienes (adquirir activos reales) y no para especular en
el mercado financiero. El dinero no es el único activo financiero de reserva. De
todas maneras, “si un activo financiero ha de funcionar como activo de reserva, es
fundamental que posea un cierto grado de liquidez” (Hicks 1966, p. 59). Para Hicks
es fundamental que los activos financieros que actúan como activos de reservas,
sean buenos substitutos. La sustitución también puede tener lugar entre activos de
reserva financieros y activos de reserva reales. Los derechos sobre mercancía, que
son activos de reserva reales, pueden negociarse a cambio de activos de reserva
financieros. ƒ El dinero es un activo de inversión cuando se utiliza para realizar
operaciones especulativas.
El examen de las relaciones financieras no puede pasar por alto el nivel de desarrollo
del sistema financiero. Dado un mercado financiero desarrollado, Hicks se pregunta
8/ “El equipo fijo de un negocio - los edificios, la planta, la maquinaria - son, en parte, activos corrientes, y en
parte activos de reserva. Si se utiliza plenamente su capacidad, serán activos corrientes; pero si se trabaja por
debajo de la capacidad, la capacidad excedente será una reserva” (Hicks 1966, p. 57).
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 13
si en la concepción de Keynes los balances especulativos deben mantenerse
sencillamente porque sin ellos las autoridades monetarias no podrían realizar las
operaciones de mercado abierto que les permiten regular la cantidad de dinero en
circulación. Hicks responde diciendo que los hechos posteriores a 1936 no van en la
dirección que pensaba Keynes. Los mercados financieros tienden a darle
importancia a los activos de reserva y al motivo precaución. En tales circunstancias,
“... la demanda especulativa ya no ocupará el lugar predominante que Keynes le
daba. No negamos que pueda existir, pero se trata de un fenómeno especial, no
general. No debemos hacer de sus existencia algo esencial alfuncionamiento del
sistema financiero” (Hicks 1966, p. 68).
El mercado financiero opera de tal manera que los activos son mutuos sustitutos.
Las variaciones en la demanda de un activo incidirán en su precio y ello repercutirá
en el nivel de demanda del resto de activos. Dice Hicks que en tales circunstancias
operará el “efecto Hawtrey” 9/, que es un efecto sustitución.
Los activos de reserva se desvalorizan cuando su precio cae. Si los agentes
económicos perciben que el nivel de sus reservas ha llegado a un punto muy bajo
tratarán de conseguir los recursos adicionales en el mercado de capitales. Esta
mayor demanda de dinero disminuirá la liquidez y si la empresa no encuentra el
dinero que necesita no tendrá más remedio que echar mano de sus activos corrientes.
“Aquí tenemos otra manifestación de como una presión sobre la liquidez puede
pasar de afectar a la circulación “financiera” a afectar a la circulación “industrial””
(Hicks 1966, p. 70). Keynes no creía en esta alta sustitución de activos que se
deriva del efecto Hawtrey.
Hicks muestra que el caso contrario no es exactamente simétrico. Si sube el valor de
los activos de reserva no hay necesidad de transferir los excedentes al balance
corriente. En lugar de ir al balance corriente, los excedentes se desplazarían a la
adquisición de activos de inversión.
La política monetaria es asimétrica porque cuando la liquidez se reduce, las
empresas tienen que recurrir al balance corriente para compensar la reducción del
9/ Hawtrey, economista británico de los años veinte, no estuvo de acuerdo con la tesis que defendía los
trabajos públicos. Para él, “... el ciclo es un fenómeno puramente monetario... el gasto público suplementario
sólo aumenta el empleo si ocasiona un aumento de la velocidad de circulación de la moneda”. Esta es la
misma idea de Tobin, quien piensa que el éxito de la política fiscal radica en que acelera la velocidad de la
moneda. Según Blaug (1961, p. 804), el joven Keynes habría compartido la idea de Hawtrey de que la
política monetaria ayudaba a combatir el desempleo.
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 14
valor de los activos de reserva. En cambio, cuando la liquidez aumenta, los
excedentes no se transfieren necesariamente al balance corriente.
A continuación Hicks desarrolla una discusión que sigue estando al orden del día: la
relación entre la endogeneidad de la moneda y los multiplicadores keynesianos. La
versión contemporánea del debate ha sido planteada por Moore (1988, 1994) y
Cottrell (1994). Para Moore (1988) la aceptación del carácter endógeno de la
moneda no es compatible con los multiplicadores keynesianos. Cottrell contraataca
diciendo que la argumentación de Moore es contradictoria, ya que “lejos de recortar
el multiplicador, la endogeneidad de la moneda, tal y como la percibe Moore, lo
debería llevar a restablecer el multiplicador en toda su gloria” (Cottrell 1994, p.
112).
“El multiplicador keynesiano tiene que ver con el proceso por el cual el ahorro y la
inversión están en equilibrio en una economía monetaria de la producción. Los
economistas clásicos creían que los cambios en la tasa de interés igualaban el ahorro
y la inversión planeados. La teoría del interés de los fondos prestables afirma que la
tasa de interés, como cualquier otro precio competitivo, permite la asignación de
recursos. Oponiéndose a esta visión, Keynes argumentó que el ahorro y la inversión
planeados se equilibran mediante cambios en el nivel de ingresos a través del
análisis del multiplicador. Haciendo uso de la teoría de la preferencia por la
liquidez, en la Teoría General Keynes mostró que la tasa de interés de corto plazo
estaba determinada por la oferta y la demanda de moneda.
Resumiendo, la posición planteada en Horizontalists and Verticalists (Moore 1988)
es: en una economía cerrada donde funcione el crédito monetario, al banco central -
que ejerce el monopolio de la emisión de moneda y que asegura la liquidez del
sistema - se le exige que en el corto plazo mantenga relativamente estable el precio
de oferta de su producto (fiat money). Como resultado de ello, la demanda de
crédito bancario será el determinante endógeno de la oferta monetaria y, en el corto
plazo, el nivel exógeno de la tasa de interés se convertirá en la pieza clave de la
política monetaria” (Moore 1994, pp. 121-122).
Los multiplicadores keynesianos funcionan de manera óptica cuando la economía se
encuentra en una situación de trampa de liquidez ( Dornbusch, Fischer 1992, pp.
163, 193). En tales circunstancias la demanda de dinero llega a ser tan sensible a la
tasa de interés, que la cantidad de moneda no tiene ninguna incidencia en la
determinación del nivel de ingreso (curva LM horizontal) 10/. En el caso clásico
sucede lo contrario: la demanda de dinero es insensible al tipo de interés y sólo
depende del ingreso (curva LM vertical).
10/ “... soy ahora un poco escéptico respecto al éxito de una política puramente monetaria dirigida a influir
sobre la tasa de interés” (Keynes 1936, p. 149).
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 15
Para Hicks (1966, p. 74) la tasa de interés, a corto y largo plazo, está determinada
por dos factores: • “... la relación entre las ofertas relativas de valores de distinto
período de maduración”, y ‚ “las anticipaciones especulativas sobre el curso futuro
de la tasa de interés”.
Una vez definidos los determinantes de la tasa de interés, el paso siguiente consiste
en analizar los efectos de la tasa de interés en la inversión industrial. Keynes no
cayó en la cuenta de diferenciar la “inversión neta” de la “nueva inversión”. Cada
inversión nueva modifica el rendimiento esperado del capital, porque cambia el
equipo físico y la estructura financiera. La inversión nueva altera el rendimiento
esperado del negocio porque modifica el equipo físico y la estructura financiera.
La compra de equipo físico puede realizarse desde dos perspectivas. Para reponer
equipo obsoleto (“inversión defensiva”) o la inversión propiamente nueva, que es
más riesgosa, porque la empresa se lanza a afrontar retos hasta entonces
desconocidos.
Al retomar el tema de la trampa de la liquidez, Hicks diferencia las perspectivas de
análisis en el corto y en el largo plazo. En el corto plazo, “... se trata de la
efectividad de la política monetaria en levantar una economía en depresión” (Hicks
1966, p. 76). En el largo plazo se trata “... de la capacidad del sistema financiero de
adaptarse a unas condiciones caracterizadas por el hecho de que la productividad
marginal del capital se ha estancado con carácter “permanente” a un nivel bajo”
(Hicks, 1966, p. 77). Hicks opina que la distinción analítica entre el corto y el largo
plazo debe mantenerse. Keynes se equivocó al abordar los dos aspectos de manera
conjunta.
Desde la perspectiva de corto plazo, Hicks no percibe ningún conflicto con Keynes.
Cuando se está en una situación depresiva, la política monetaria favorece la
expansión. Incluso, hay espacio para la especulación. En el largo plazo la
perspectiva es muy diferente, porque los balances ociosos que se mantienen por
razones especulativas no pueden conservarse indefinidamente. En el largo plazo la
trampa no funciona de la misma manera como lo hace en el corto plazo.
En las conclusiones, Hicks menciona la complejidad de la política monetaria
nacional en un sistema financiero cada vez más globalizado.
“... con el desarrollo de los mercados mundiales y, en particular, de los mercados
financieros mundiales, los bancos centrales nacionales pierden un tanto, al
convertirse en bancos individuales, en un sistema mundial, no situándose ya más
Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 16
en el “centro”. Por tanto, el problema que pudo resolver (parcialmente) la
creación de los bancos centrales nacionales reaparece ahora y está todavía por
resolver al nivel mundial (aunque estamos ya tratando de resolverlo)...
Constituyen, pues, un sistema harto curioso de controlar un sistema monetario
que es cada vez más internacional” (Hicks 1966, p. 81).

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  • 1. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 1 Las dos tríadas de Hicks Jorge Iván González Universidad Nacional jivangonzalez@cable.net.co Versión: 29 oct. 02 1. A PROPÓSITO DE LAS DOS TRIADAS El texto de Hicks (1966) es una excelente introducción a la teoría del portafolio. El autor reconoce que “... el dinero no es un mecanismo; es una institución humana, y, por cierto, una de las más sobresalientes. Incluso las formas más simples del dinero - hasta la acuñación de metales - necesitan para funcionar una cierta confianza mutua. A medida que esta confianza aumenta (en círculos que van ampliándose más y más), las formas de dinero que pueden ser utilizadas son más y más sutiles, más económicas, pero también más frágiles. Para las etapas primitivas, las teorías mecánicas (como la teoría cuantitativa) nos dan una visión aproximada razonable de cómo funciona el dinero; pero la sutileza de los hechos monetarios es creciente y a la teoría le es difícil estar a la altura de esta evolución” (Hicks 1966, p. 79). Esta frase de Hicks explicita la complejidad de las relaciones monetarias. En primer lugar, la naturaleza del dinero es social. El dinero es “una institución humana”. En segundo lugar, la relaciones monetarias exigen que haya un ambiente de mutua confianza. Hicks resalta un tercer aspecto: a medida que las relaciones monetarias se amplían, el sistema monetario se hace más frágil. Finalmente, el autor reconoce que la teoría económica se ha quedado rezagada. Que todavía no logra dar razón de la naturaleza de la moneda. El planteamiento de Hicks es interesante porque al mismo tiempo que comparte las preocupaciones sociales e institucionalistas de autores tan heterodoxos como Aglietta y Davidson, sienta las bases para el desarrollo de una teoría profundamente ortodoxa como la de Tobin. En las páginas siguientes insistiré en los vínculos entre Hicks y Tobin. Las lecciones de Hicks sobre las dos triadas, sirven de puerta de entrada al estudio del pensamiento de Tobin. Hicks muestra que la diferencia entre el dinero y el resto de activos se reduce a un problema del “espectro de activos”. Hay activos que
  • 2. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 2 “pueden ser más o menos líquidos” (Hicks 1966, p. 47). Esta hipótesis de Hicks encaja perfectamente dentro de la lógica de Tobin y contradice la afirmación de Keynes de que el dinero y los otros activos son malos sustitutos. Al referirse a un “espectro de activos”, Hicks supone que no hay rupturas y, por consiguiente, que la sustitución entre activos no plantea problemas. El trabajo de Hicks (1966) precede al estudio clásico de Tobin (1982). Al leer a Hicks (1966) es difícil abstraerse de la febril controversia que se desató entre keynesianos y neoclásicos a propósito del alto o bajo grado de sustitución entre activos. Así que mi lectura de Hicks necesariamente esta condicionada por la teoría del portafolio de Tobin. No creo que sea posible volver a Las Dos Tríadas haciendo abstracción de la concepción de Tobin. Tanto Hicks como Tobin reconocen la influencia de las ideas de Keynes 1/. Ambos autores han contribuido notablemente al desarrollo de la síntesis neoclásica. Han trazado un puente entre Keynes y los neoclásicos. La primera tríada se relaciona con las funciones de la moneda: • unidad de medida o medida del valor, ‚ medio de pago y ƒ reserva de valor. La segunda tríada corresponde a los motivos keynesianos para demandar dinero: • transacciones, ‚ precaución y ƒ especulativo. Keynes (1936) distinguió tres motivos para demandar dinero: “• El motivo transacción, es decir, la necesidad de efectivo para las operaciones corrientes de cambios personales y de negocios; ‚ el motivo precaución, es decir, el deseo de seguridad respecto al futuro equivalente en efectivo de cierta parte de los recursos totales y, ƒ el motivo especulativo, es decir, el propósito de conseguir ganancias por saber mejor que el mercado lo que el futuro traerá consigo” (Keynes 1936, p. 154). A continuación nos referiremos a cada uno de estos motivos. 1/ “El primero de los reconocimientos que debo hacer constar es a Keynes. Su nombre es el único que se repite en todos y cada uno de los ensayos de este libro. Llegué a conocerle poco personalmente; apenas tuvimos conversaciones teóricas; recibí algunas cartas de él, que me ayudaron, pero nada más. Sé que Keynes leyó lo que yo escribí sobre su obra cuando él vivía todavía, y he tenido en cuenta lo que me contestó. Así pues, el Keynes que aparece aquí es prácticamente sólo el Keynes de su obra escrita, que todos pueden consultar; la parte de contacto personal es escasa; pero su influencia, en general, es tan grande que debe ser mencionada en primer lugar. La otra influencia de que soy consciente - influencia menos conspicua pero no menos real - es la de Dennis Robertson. En los años veinte, Keynes y él avanzaban muy juntos; después pareció que se separaban un tanto; mi postura puede estar entre la de Keynes y la de Robertson” (Hicks 1966, p. 12). La influencia de Keynes en el pensamiento de Tobin también es evidente.
  • 3. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 3 Los componentes de las dos tríadas no son comparables uno a uno. La clasificación de Keynes (segunda tríada) se refiere “... a la conducta del individuo o del agente que toma las decisiones, dentro de un sistema monetario que se considera como dado” (Hicks 1966, p. 15). La otra tríada, la primera, enfoca el problema desde una perspectiva más objetiva. Con respecto a la primera tríada, Hicks afirma: “... nada tengo que decir contra esta clasificación tradicional: de hecho la doy por sabida en lo que va a seguir” (Hicks 1966, p. 15). A pesar de que el autor reconoce la pertinencia de esta clasificación de las funciones de la moneda, deja de lado el análisis de la primera función (unidad de medida o medida del valor). Este actitud de Hicks expresa bastante bien la displicencia que han tenido los teóricos keynesianos y neoclásicos frente a los aspectos relacionados con la naturaleza del dinero 2/. La primera función de la moneda está directamente relacionada con el problema del valor. A las tradiciones ricardiana y marxista les cabe el mérito de haber encarado seriamente la relación entre valores y precios 3/. Los autores contemporáneos que vuelven a preguntarse por la naturaleza del dinero son una minoría 4/. Al dejar de lado la discusión sobre el valor, la teoría económica abandona el examen de la naturaleza del dinero. Acorde con su percepción institucional del dinero, Hicks describe el proceso histórico a través del cual el dinero ha pasado de ser “dinero parcial” a “dinero plenamente desarrollado”. “Una de las cosas fundamentales que la teoría monetaria debería ser capaz de explicar es la evolución del dinero” (Hicks 1966, p. 16). En los comienzos de la historia de la moneda, el dinero parcial estaba asociado al motivo transacciones y la función medio de pago (o medio de cambio). El dinero facilita los cambios multilaterales. Pero para que ello sea posible, se requiere que una de las “n” mercancías cumpla el papel de numerario. Sin embargo, el numerario 2/ Keynes le saca el cuerpo a la discusión. “La división de la economía en teoría del valor y la distribución por una parte y teoría del dinero por la otra, es, en mi opinión, una separación falsa. Sugiero que la dicotomía correcta es entre teoría de la industria o firma individual y las remuneraciones y distribución de una cantidad dada de recursos entre diversos usos por una parte y la teoría de la producción y la ocupación en conjunto por la otra” (Keynes 1936, p. 260). Los neoclásicos, por su parte, identifican valores y precios. 3/ Cuevas (1986) hace un excelente recuento de la historia del debate. 4/ Aglietta (1982), por ejemplo, muestra que la moneda es el vehículo de las tensiones sociales, políticas y económicas. La moneda no es, simplemente, una institución económica; “... en la sociedad de mercado, la moneda es el vínculo social fundamental” (Aglietta 1982, p. 15).
  • 4. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 4 “no es dinero... no es más que la unidad de medida que el economista usa para explicarse a sí mismo lo que los comerciantes están haciendo” (Hicks 1966, p. 17). Para entender la forma como opera el dinero en tanto “medio de cambio”, Hicks analiza las características que tendría el mercado de un “día” en una aldea medieval. El mercado abre por la mañana y cierra por la tarde. El desarrollo del dinero como “medio de cambio” ha pasado por tres etapas: la configuración de redes triangulares, la interacción de las redes triangulares a través del “dinero local” y, finalmente, la unión de los dineros “locales” gracias a la aparición de un dinero de aceptación generalizada. Para que el mercado más sencillo funcione es indispensable que exista el intercambio indirecto. Es decir, que haya individuos (comerciantes) que estén dispuestos a adquirir mercancías que no necesitan directamente. Estos intermediarios compran para venderle a quienes no son comerciantes. En esta etapa de desarrollo todavía no puede hablarse de una “mercancía-dinero”. Los intercambios indirectos conforman relaciones triangulares. Pero a medida que los comerciantes van comprando para venderle a otros comerciantes, las redes triangulares comienzan a unirse. Sólo en este momento se va configurando una mercancía intermedia que “empieza a adquirir algo de la naturaleza del dinero” (Hicks 1966, p. 19). Sin embargo, este dinero no es generalizable a todos los mercados porque es un “dinero local”. El mercado adquiere pleno desarrollo, es “completo”, cuando “todas la variedades de dinero local queden ligadas entre sí” (Hicks 1966, p. 20). Este mercado completo cabe perfectamente dentro de los parámetros del equilibrio walrasiano. Hasta ahora, como en el análisis walrasiano, se ha supuesto que las transacciones no tienen ningún costo. “Esta simplificación, si bien es adecuada para algunos fines, es irremediablemente confusa cuando se trata de analizar el dinero” (Hicks 1966, p. 21). Los costos disminuyen a medida que los mercados son más organizados. No tiene mucho sentido transportar una mercancía de un lado a otro. Un mercado organizado opera con títulos aceptados por todos. El transporte físico sólo tiene lugar una vez que finaliza el proceso de compra venta de títulos. El comercio puede concebirse, entonces, como un “mero intercambio de títulos”. Los títulos de propiedad se demandan porque a través de ellos se adquiere la mercancía que se desea o, sencillamente, porque son negociables. El intercambio de títulos no es otra cosa que el intercambio de promesas de pago. Para que estas promesas de pago sean aceptadas tendrán que expresarse en términos de alguna unidad de cuenta. Pero como esta unidad de medida “... no es ni un medio de pago ni un objeto para el cambio” (Hicks 1966, p. 23), la sociedad debe crear
  • 5. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 5 instituciones como la cámara de compensación que facilite el saldo de las deudas y que ofrezca alguna garantía para las deudas no pagadas. Al terminar la sesión de nuestro mercado de un día, todas las transacciones deben estar equilibradas. La cámara de compensación garantiza que al final del mercado el saldo global sea cero. Al lado de la cámara de compensación tiene que existir “algo parecido a un juzgado”, que permita dirimir los conflictos. Para financiar ambas instituciones se requiere que quienes participan en el mercado paguen una cuota. La única condición para que esta tarifa sea aceptada por los comerciantes es que sea inferior al costo de las transacciones físicas. El dinero ya empieza a considerarse como unidad de medida, pero todavía no se demanda por su valor intrínseco. El valor absoluto del dinero no es lo más relevante. Los equilibrios walrasianos son equilibrios de precios relativos. El equilibrio walrasiano se alcanza independientemente del valor absoluto. Hicks dice que Wicksell se preocupó por estudiar los determinantes del valor absoluto. Es sorprendente que Hicks no haga ninguna mención a la larga tradición marxista y ricardiana que desde muchos años atrás venían preocupándose por descubrir la relación entre el sistema de precios y los valores (Cuevas 1986). Para Hicks “... el nivel de los precios absolutos en un día determinado será fuertemente influido por lo que los comerciantes consideren “normal”; es decir, influido por las expectativas sobre precios que, incluso en un mercado de un solo día, deben basarse de alguna manera en la experiencia anterior” (Hicks 1966, p. 25). El autor reconoce las limitaciones de esta aproximación y líneas más adelante agrega, “... pero las expectativas de precios son, todo lo más, áncoras inseguras; aun cuando los comerciantes memoricen la situación de mercados anteriores para tomar sus decisiones de hoy, es muy probable que el nivel de precios absolutos varíe, de un “día” a otro, en forma indeterminada” (Hicks 1966, p. 25). Consciente de la dificultad del problema planteado, Hicks prefiere suspender el debate y pasar a otro tema, el del sistema bancario. Los autores neoclásicos le suelen sacar el cuerpo al debate sobre la relación entre valores y precios. Aunque aceptan que el nivel de precios absolutos tiene que estar determinado por alguna realidad objetiva, no tienen los instrumentos de análisis que les permita avanzar en tal dirección. El programa de investigación neowalrasiano se funda en la utilidad subjetiva y desde allí es muy difícil dar cuenta de los factores objetivos que inciden en la fijación del nivel de los precios absolutos. No sobra insistir en que el problema de la transformación de los valores en precios sigue teniendo vigencia teórica. El sistema bancario cumple un papel similar al de la cámara de compensación. Todavía no puede decirse que exista una demanda de dinero para transacciones, en
  • 6. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 6 el sentido de la ecuación de Cambridge, Md = k pY 5/. Hasta este momento del ejercicio, “... no es evidente que haya sucedido algo que haga que este sistema funcione en forma distinta a como expusimos que funcionaba el sistema de compensación” (Hicks 1966, p. 27). Todas las deudas se cancelan al final del día. En el momento del cierre el mercado está en equilibrio. El ordenamiento del sistema bancario exige que éste sea centralizado, porque “... varios bancos actuando independientemente no podrían efectuar un control cuantitativo” (Hicks 1966, p. 29). Hicks es consciente que el mercado que se cierra al final del día en equilibrio no es una buena representación del mundo real; “... pero si imaginamos algo como una cadena de mercados como la nuestra [como el mercado de un día], a cada hora comenzando un mercado y acabando el otro, de tal forma que cuando uno cierra siempre se abre otro, entonces el mundo real ya se acerca más a nuestro mercado” (Hicks 1966, p. 30). La mayor parte del dinero, dice Hicks, se utiliza para las transacciones. Es, en cierta manera, un dinero no voluntario. Un dinero amarrado a las operaciones reales. Pero la parte restante, el dinero “voluntario”, que se demanda pero que no se utiliza directamente para realizar las transacciones, así sea pequeña, “es tremendamente importante: porque es a través de esta parte “voluntaria” como se producen los desequilibrios monetarios y es sobre esta parte donde tiene sus efectos la política monetaria” (Hicks 1966, p. 31). Gracias a que hay demanda voluntaria de dinero, la teoría monetaria es “algo vivo e interesante” (Hicks 1966, pp. 31-32). Keynes tenía razón cuando distinguió entre M1 y M2. M2 equivaldría a la demanda voluntaria de dinero y no corresponde, en sentido estricto, al motivo transacciones. La ecuación de Fisher, MV = pT, se aleja del concepto de la demanda de dinero que está presente en la ecuación de Cambridge 6/. M es la oferta de moneda, V es la velocidad de circulación, p los precios y Q es el valor real de la producción. La demanda voluntaria de dinero incide en la velocidad de circulación 7/. 5/ Md es la demanda de dinero; p representa los precios; Y es el ingreso real; k es la relación entre la demanda de dinero y el valor nominal del ingreso (pY). De hecho, k es la fracción del valor nominal del ingreso que los agentes económicos (firmas y familias) desean mantener. Las variables suelen ser anuales. La ecuación de Cambridge está asociada a los nombres de Marshall y Pigou. 6/ Ver Fisher (1907, 1920). 7/ La explicación que proponen Snowdon, Vane y Wynarczyk (1994, pp. 56-60) de las ecuaciones de Cambridge y de Fisher, destaca las dos nociones que nos interesa resaltar: demanda de dinero en el caso de la ecuación de Cambridge e ingreso en el de la ecuación de Fisher.
  • 7. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 7 Los motivos precaución y especulativo están asociados a la función “reserva de valor”. Ambos motivos indican que las personas toman la decisión voluntaria de mantener dinero, bien sea porque desean cubrir riesgos futuros (motivo precaución) o porque, sencillamente, quieren guardar el dinero para especular (motivo especulativo). Muchos objetos pueden ser “reserva de valor” sin que constituyan dinero. Un carro, por ejemplo, es reserva de valor pero no es dinero. Esto significa que el hecho de ser reserva de valor no es suficiente para ser moneda. En cambio, las otras dos funciones (unidad de medida y medio de pago) sí le confieren al bien el carácter de moneda. “Un dinero que no pueda ser guardado, puede, sin embargo, ser unidad de medida; también puede ser usado como medio de pago. Si tal dinero tuviera estas dos funciones (o sólo una de ellas) sería un tipo de dinero, aunque fuera dinero parcial” (Hicks 1966, p. 34). Para Keynes la característica esencial del dinero es que no rinde intereses, “... su rendimiento es nulo y su costo de almacenamiento desdeñable, pero su prima de liquidez sustancial” (Keynes 1936, p. 202). El dinero tiene dos particularidades adicionales: • “... una elasticidad de producción de cero, o en todo caso una muy pequeña” (Keynes 1936, p. 204); ‚ “... una elasticidad de sustitución igual, o casi igual a cero” (Keynes 1936, p. 205). De las dos características anteriores podría sacarse la conclusión que la oferta de dinero es muy rígida. Keynes no está de acuerdo con esta apreciación. “... el supuesto de que su oferta efectiva [la del dinero] se fija rígidamente sería inexacto. En particular, una reducción de la unidad de salarios dejará en libertad el efectivo que se destinaba a otros usos para la satisfacción del motivo liquidez; mientras que, además de esto, a medida que los valores monetarios bajan, la existencia de dinero será una proporción mayor del total de riqueza de la comunidad” (Keynes 1936, p. 206). Hicks no comparte la idea de Keynes de que la característica esencial del dinero sea que no rinde intereses, “... he participado de esta visión en escritos anteriores, pero ahora pienso que esta forma de ver el problema es inaceptable” (Hicks 1966, p. 34). No hay ninguna razón, continúa Hicks, para que las cuentas corrientes no rindan intereses. Los bancos no suelen pagar intereses por las cuentas corrientes porque gozan de un cierto poder monopólico y ello no tiene nada que ver con la naturaleza
  • 8. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 8 del dinero. La teoría del equilibrio del balance desarrollada, entre otros, por Tobin (1958), Lintner (1965) y Hicks (1962) desvirtuaría la hipótesis de Keynes. Hicks se pregunta hasta dónde podría hablarse de una “ley de ventaja marginal decreciente” que fuera equivalente a la ley de la utilidad marginal decreciente. La ventaja marginal de la inversión en cada valor es su rendimiento probable. Cuando hay aversión al riesgo la pendiente de las curvas es negativa. La ventaja marginal debe medirse “no en términos de utilidad subjetiva, sino en términos de certeza- equivalente. O sea, la ventaja que representa invertir una libra en el valor j debe definirse como aquel rendimiento que, si fuera esperado con certeza, ofrecería idéntica ganancia en términos de utilidad” (Hicks 1966, p. 38). La figura 1 muestra la relación entre las curvas de ventaja marginal, para los casos de inversión cierta e incierta. La persona dedica AC´ a la inversión cierta y CA a la inversión incierta. En el caso de la figura 2, el individuo distribuye su inversión en tres grupos: CA para una inversión incierta, AB para una inversión cierta y BC´ para otra inversión incierta. La pendiente negativa de las curvas UA y U´B está determinada por dos factores: la incertidumbre y la aversión al riesgo. Si el rendimiento es incierto y la persona no tiene ninguna aversión al riesgo, tendríamos líneas horizontales que parten de U o de U´. La pendiente de la curva es negativa cuando se presenta aversión al riesgo. Hay una relación inversa entre rentabilidad y aversión al riesgo. El inversionista que se la juega por mayor rentabilidad tiene menor aversión al riesgo que quien opta por una menor rentabilidad a cambio de una mayor seguridad. En cualquier hipótesis, la mejor forma de disminuir la incertidumbre es esparciendo los riesgos. Figura 1 Curvas de la ventaja marginal, inversión cierta e incierta C´ K U AC c 0 OK es el capital invertido. CC´ es la curva de la ventaja marginal de la inversión cierta y UA es la curva de la ventaja marginal de la inversión incierta.
  • 9. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 9 Piensa Hicks que las figuras 1 y 2 tienen mucho que ver con el motivo especulativo de Keynes. Pero, de nuevo, Hicks advierte que la caracterización del dinero que Keynes hace en el capítulo XVII de la Teoría General no es correcta. “De nuestro análisis parece deducirse, en forma original, que la distinción crucial no es aquella entre un bono que rinde interés y el dinero que no rinde interés. La característica crucial del dinero (tal y como surge en la teoría de la cartera de valores) es que su rendimiento resultante es cierto” (Hicks 1966, p. 44). El dinero hace parte de la inversión cierta. La curva de la ventaja marginal del dinero sería CC´. No hay ninguna razón de principio para afirmar que la inversión cierta no pueda rendir intereses, así sean pequeños. En la figura 2, la inversión cierta tiene un rendimiento equivalente a OC. Keynes no está de acuerdo con la idea de que la característica esencial del dinero radica en que su rendimiento resultante es cierto. La certeza del dinero, continúa Hicks, está dada en términos del dinero mismo. La certeza tiene mucho que ver con la confianza. “El dinero sólo es “medida del valor” si hay algún grado de confianza (algún mínimo grado) en la estabilidad de los precios; estabilidad, por lo menos, a corto plazo y de aquellos precios que conciernen al inversor” (Hicks 1966, p. 45). Las expectativas de inflación crean desconfianza y el dinero deja de ser una inversión cierta. Tal y como se aprecia en la figura 3, las curvas se desplazan hacia arriba y la inversión cierta (AB) desaparece. En estas circunstancias el dinero pierde su calidad de activo monetario. Las personas ya no confían en el dinero convencional y buscan otro activo monetario. La inflación causa un desplazamiento de las curvas AU y BU´ hacia arriba. La desconfianza generada por el aumento de los precios hace que desaparezca la inversión cierta AB. Figura 2 Curvas de la ventaja marginal, una inversión cierta y dos inversiones inciertas K C´ U´ BC U A 0 OK es el capital invertido. CC´ es la curva de la ventaja marginal de la inversión cierta. UA y U´B son las curvas de la ventaja marginal de la inversión incierta.
  • 10. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 10 Muchos países han vivido situaciones similares a la descrita en la figura 3. En los últimos años economías con alta inflación han caído en procesos de dolarización. Basta con mencionar los casos de Israel y de algunas naciones latinoamericanas. La visión que tiene Keynes en la Teoría General no es la misma del Tratado. “De hecho, hay dos versiones de la teoría de la preferencia por la liquidez. Una es la que parece salir favorecida por el Keynes de la Teoría General, y en la que la preferencia por la liquidez es, simplemente, una cuestión de demanda de dinero respecto a los bonos - éstos aparecen aquí como representativos de un conjunto de valores, en general -. Pero hay otra que es más o menos reconocida por el Keynes del Treatise y que fue desarrollada formalmente en 1935 en mi Suggestion for Simplifying the Theory of Money; de acuerdo con esta versión, la preferencia por la liquidez es un problema del “espectro de activos”, activos que pueden ser más o menos líquidos” (Hicks 1966, p. 47). Según la interpretación de Hicks, la Teoría General establece una distancia cualitativa entre el dinero y el resto de activos. En cambio, el Tratado reduce esta diferencia a un problema de intensidad. Entre el dinero y los otros activos no habría una ruptura fundamental. El dinero sería, sencillamente, el activo líquido por excelencia. Además de la rentabilidad del activo, el inversionista también piensa en los costos de la transacción. En el mundo real no es posible conformar un portafolio con todos los activos porque el costo de las transacciones sería demasiado elevado. La persona no puede estar modificando la composición de su portafolio todos los días. Dado los costos de la transacciones, la fecha de maduración del título juega un papel muy importante. El inversionista no sabe con absoluta seguridad si tendrá que Figura 3 Las expectativas generales de inflación producen un desplazamiento hacia arriba de ambas curvas. El dinero deja de ser una inversión cierta. K U´ B C´C U A O ö õ
  • 11. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 11 redimir el bono antes o después de la fecha de su maduración, “... en la práctica la fecha de la realización planeada es incierta” (Hicks 1966, p. 51). El rendimiento del bono aumenta en la medida en que se aplaza la fecha de maduración. La demanda de dinero crece cuando aumenta la probabilidad de que la fecha de realización del título se pospuesta. La demanda de dinero aumenta porque las personas desean evitar los costos que ocasionaría la iliquidez en la eventualidad de que se aplazase la fecha de maduración del título. El dinero que se demanda por estas razones corresponde al motivo precaución de Keynes. Hicks reitera que la diferencia entre los activos radica, únicamente, en el nivel de liquidez. Hay un espectro de activos, que van desde los más líquidos (el dinero), hasta los menos líquidos. La diferencia es de grado y no de naturaleza. “El concepto de liquidez que estamos obteniendo es más amplio que el correspondiente de la Teoría Generalde Keynes. En la Teoría General, el dinero (de acuerdo con alguna definición del dinero) es el activo líquido, mientras que los otros activos no son líquidos. Pero en su Treatise, Keynes dijo que un activo era “más líquido” que otro si era “realizable con mayor certidumbre y a corto plazo sin pérdida”. Este es un concepto distinto, un concepto relativo; es este concepto relativo de liquidez el que hemos estado analizando aquí” (Hicks 1966, p. 53). Esta frase de Hicks es el punto de llegada del proceso que comenzó en la primera lección de Las Dos Tríadas. Hicks propone la hipótesis de que en la concepción de Keynes el dinero no es un activo cualitativamente diferente a los otros. Esta idea de Hicks allana el camino para afirmar que en el mercado de capitales los activos son perfectos sustitutos. Hicks termina la segunda lección mostrando que los tres motivos son compatibles con las tres funciones. El motivo especulativo es compatible con las funciones medida del valor y reserva de valor. El motivo precaución está relacionado con las funciones medio de pago y reserva de valor. Finalmente, el motivo transacciones está ligado a las funciones medida del valor y medio de pago
  • 12. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 12 Motivos Funciones Especulativo Medida del valor Precaución Medio de pago Transacciones Reserva de valor Las dos tríadas son aplicables al dinero, así como a los activos reales y financieros. Los activos reales comprenden: • los activos corrientes (running assets), ‚ los activos de reserva y ƒ los activos de inversión. Los activos corrientes son necesarios para realizar las operaciones regulares del negocio. Los activos de reserva no son indispensable para atender el funcionamiento corriente 8/. Los activos de inversión son los que no están vinculados directamente al producto corriente, ni están disponibles para emergencias como, por ejemplo, los planos de una nueva construcción. Los activos de inversión se mantienen porque ofrecen un rendimiento. Entre los diversos tipos de activos financieros se destacan el dinero y el crédito comercial. • El dinero y el crédito comercial se comportan como activos corrientes cuando se utilizan para realizar transacciones. ‚ El dinero excedente es un activo de reserva. El crédito comercial no es un activo de reserva porque se supone que la deuda se asume para comprar bienes (adquirir activos reales) y no para especular en el mercado financiero. El dinero no es el único activo financiero de reserva. De todas maneras, “si un activo financiero ha de funcionar como activo de reserva, es fundamental que posea un cierto grado de liquidez” (Hicks 1966, p. 59). Para Hicks es fundamental que los activos financieros que actúan como activos de reservas, sean buenos substitutos. La sustitución también puede tener lugar entre activos de reserva financieros y activos de reserva reales. Los derechos sobre mercancía, que son activos de reserva reales, pueden negociarse a cambio de activos de reserva financieros. ƒ El dinero es un activo de inversión cuando se utiliza para realizar operaciones especulativas. El examen de las relaciones financieras no puede pasar por alto el nivel de desarrollo del sistema financiero. Dado un mercado financiero desarrollado, Hicks se pregunta 8/ “El equipo fijo de un negocio - los edificios, la planta, la maquinaria - son, en parte, activos corrientes, y en parte activos de reserva. Si se utiliza plenamente su capacidad, serán activos corrientes; pero si se trabaja por debajo de la capacidad, la capacidad excedente será una reserva” (Hicks 1966, p. 57).
  • 13. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 13 si en la concepción de Keynes los balances especulativos deben mantenerse sencillamente porque sin ellos las autoridades monetarias no podrían realizar las operaciones de mercado abierto que les permiten regular la cantidad de dinero en circulación. Hicks responde diciendo que los hechos posteriores a 1936 no van en la dirección que pensaba Keynes. Los mercados financieros tienden a darle importancia a los activos de reserva y al motivo precaución. En tales circunstancias, “... la demanda especulativa ya no ocupará el lugar predominante que Keynes le daba. No negamos que pueda existir, pero se trata de un fenómeno especial, no general. No debemos hacer de sus existencia algo esencial alfuncionamiento del sistema financiero” (Hicks 1966, p. 68). El mercado financiero opera de tal manera que los activos son mutuos sustitutos. Las variaciones en la demanda de un activo incidirán en su precio y ello repercutirá en el nivel de demanda del resto de activos. Dice Hicks que en tales circunstancias operará el “efecto Hawtrey” 9/, que es un efecto sustitución. Los activos de reserva se desvalorizan cuando su precio cae. Si los agentes económicos perciben que el nivel de sus reservas ha llegado a un punto muy bajo tratarán de conseguir los recursos adicionales en el mercado de capitales. Esta mayor demanda de dinero disminuirá la liquidez y si la empresa no encuentra el dinero que necesita no tendrá más remedio que echar mano de sus activos corrientes. “Aquí tenemos otra manifestación de como una presión sobre la liquidez puede pasar de afectar a la circulación “financiera” a afectar a la circulación “industrial”” (Hicks 1966, p. 70). Keynes no creía en esta alta sustitución de activos que se deriva del efecto Hawtrey. Hicks muestra que el caso contrario no es exactamente simétrico. Si sube el valor de los activos de reserva no hay necesidad de transferir los excedentes al balance corriente. En lugar de ir al balance corriente, los excedentes se desplazarían a la adquisición de activos de inversión. La política monetaria es asimétrica porque cuando la liquidez se reduce, las empresas tienen que recurrir al balance corriente para compensar la reducción del 9/ Hawtrey, economista británico de los años veinte, no estuvo de acuerdo con la tesis que defendía los trabajos públicos. Para él, “... el ciclo es un fenómeno puramente monetario... el gasto público suplementario sólo aumenta el empleo si ocasiona un aumento de la velocidad de circulación de la moneda”. Esta es la misma idea de Tobin, quien piensa que el éxito de la política fiscal radica en que acelera la velocidad de la moneda. Según Blaug (1961, p. 804), el joven Keynes habría compartido la idea de Hawtrey de que la política monetaria ayudaba a combatir el desempleo.
  • 14. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 14 valor de los activos de reserva. En cambio, cuando la liquidez aumenta, los excedentes no se transfieren necesariamente al balance corriente. A continuación Hicks desarrolla una discusión que sigue estando al orden del día: la relación entre la endogeneidad de la moneda y los multiplicadores keynesianos. La versión contemporánea del debate ha sido planteada por Moore (1988, 1994) y Cottrell (1994). Para Moore (1988) la aceptación del carácter endógeno de la moneda no es compatible con los multiplicadores keynesianos. Cottrell contraataca diciendo que la argumentación de Moore es contradictoria, ya que “lejos de recortar el multiplicador, la endogeneidad de la moneda, tal y como la percibe Moore, lo debería llevar a restablecer el multiplicador en toda su gloria” (Cottrell 1994, p. 112). “El multiplicador keynesiano tiene que ver con el proceso por el cual el ahorro y la inversión están en equilibrio en una economía monetaria de la producción. Los economistas clásicos creían que los cambios en la tasa de interés igualaban el ahorro y la inversión planeados. La teoría del interés de los fondos prestables afirma que la tasa de interés, como cualquier otro precio competitivo, permite la asignación de recursos. Oponiéndose a esta visión, Keynes argumentó que el ahorro y la inversión planeados se equilibran mediante cambios en el nivel de ingresos a través del análisis del multiplicador. Haciendo uso de la teoría de la preferencia por la liquidez, en la Teoría General Keynes mostró que la tasa de interés de corto plazo estaba determinada por la oferta y la demanda de moneda. Resumiendo, la posición planteada en Horizontalists and Verticalists (Moore 1988) es: en una economía cerrada donde funcione el crédito monetario, al banco central - que ejerce el monopolio de la emisión de moneda y que asegura la liquidez del sistema - se le exige que en el corto plazo mantenga relativamente estable el precio de oferta de su producto (fiat money). Como resultado de ello, la demanda de crédito bancario será el determinante endógeno de la oferta monetaria y, en el corto plazo, el nivel exógeno de la tasa de interés se convertirá en la pieza clave de la política monetaria” (Moore 1994, pp. 121-122). Los multiplicadores keynesianos funcionan de manera óptica cuando la economía se encuentra en una situación de trampa de liquidez ( Dornbusch, Fischer 1992, pp. 163, 193). En tales circunstancias la demanda de dinero llega a ser tan sensible a la tasa de interés, que la cantidad de moneda no tiene ninguna incidencia en la determinación del nivel de ingreso (curva LM horizontal) 10/. En el caso clásico sucede lo contrario: la demanda de dinero es insensible al tipo de interés y sólo depende del ingreso (curva LM vertical). 10/ “... soy ahora un poco escéptico respecto al éxito de una política puramente monetaria dirigida a influir sobre la tasa de interés” (Keynes 1936, p. 149).
  • 15. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 15 Para Hicks (1966, p. 74) la tasa de interés, a corto y largo plazo, está determinada por dos factores: • “... la relación entre las ofertas relativas de valores de distinto período de maduración”, y ‚ “las anticipaciones especulativas sobre el curso futuro de la tasa de interés”. Una vez definidos los determinantes de la tasa de interés, el paso siguiente consiste en analizar los efectos de la tasa de interés en la inversión industrial. Keynes no cayó en la cuenta de diferenciar la “inversión neta” de la “nueva inversión”. Cada inversión nueva modifica el rendimiento esperado del capital, porque cambia el equipo físico y la estructura financiera. La inversión nueva altera el rendimiento esperado del negocio porque modifica el equipo físico y la estructura financiera. La compra de equipo físico puede realizarse desde dos perspectivas. Para reponer equipo obsoleto (“inversión defensiva”) o la inversión propiamente nueva, que es más riesgosa, porque la empresa se lanza a afrontar retos hasta entonces desconocidos. Al retomar el tema de la trampa de la liquidez, Hicks diferencia las perspectivas de análisis en el corto y en el largo plazo. En el corto plazo, “... se trata de la efectividad de la política monetaria en levantar una economía en depresión” (Hicks 1966, p. 76). En el largo plazo se trata “... de la capacidad del sistema financiero de adaptarse a unas condiciones caracterizadas por el hecho de que la productividad marginal del capital se ha estancado con carácter “permanente” a un nivel bajo” (Hicks, 1966, p. 77). Hicks opina que la distinción analítica entre el corto y el largo plazo debe mantenerse. Keynes se equivocó al abordar los dos aspectos de manera conjunta. Desde la perspectiva de corto plazo, Hicks no percibe ningún conflicto con Keynes. Cuando se está en una situación depresiva, la política monetaria favorece la expansión. Incluso, hay espacio para la especulación. En el largo plazo la perspectiva es muy diferente, porque los balances ociosos que se mantienen por razones especulativas no pueden conservarse indefinidamente. En el largo plazo la trampa no funciona de la misma manera como lo hace en el corto plazo. En las conclusiones, Hicks menciona la complejidad de la política monetaria nacional en un sistema financiero cada vez más globalizado. “... con el desarrollo de los mercados mundiales y, en particular, de los mercados financieros mundiales, los bancos centrales nacionales pierden un tanto, al convertirse en bancos individuales, en un sistema mundial, no situándose ya más
  • 16. Las dos tríadas de Hicks - Jorge Iván González - 29/10/2002 - 16 en el “centro”. Por tanto, el problema que pudo resolver (parcialmente) la creación de los bancos centrales nacionales reaparece ahora y está todavía por resolver al nivel mundial (aunque estamos ya tratando de resolverlo)... Constituyen, pues, un sistema harto curioso de controlar un sistema monetario que es cada vez más internacional” (Hicks 1966, p. 81).