Las tres hermanas sirenas, hijas de Aqueloo y Esterope, vivían en las islas de Sorrento y atraían barcos con su canto para luego hundirlos y comer a los náufragos. Odiseo logró pasar junto a ellas amarrándose al mástil de su barco para oír su canto sin sucumbir, a diferencia de la advertencia de Circe. Finalmente, las sirenas terminaron en las Islas Afortunadas.