Este documento describe los eventos relacionados con el regreso de Jesús y el establecimiento de Su reino milenial. Resume los principales acontecimientos de la siguiente manera:
1) Cuando Jesús regrese, los justos serán resucitados y llevados al cielo, mientras que los impíos morirán. La tierra será destruida.
2) Durante los mil años, Cristo reinará en el cielo con los redimidos, quienes juzgarán a los muertos. Satanás permanecerá encarcel
1. lección 13
22 al 28 de diciembre
Cuando todo
sea hecho nuevo
«Él les enjugará toda lágrima de los ojos.
Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor,
porque las primeras cosas han dejado de existir».
Apocalipsis 21: 4
2. sábado
22 de diciembre
Romanos 8: 18;
2 Corintios 6: 2, 3;
Introducción
2 Pedro 3: 13 Llegamos a casa
Los creyentes tesalonicenses modelaron sus vidas siguiendo el ejemplo de los
apóstoles y del Señor. Eran cartas abiertas, conocidas y leídas por los demás cris-
tianos. Ellos mostraron una marcada solidez en la fe y en el celo para esparcir el
evangelio algo que da un buen testimonio respecto a la calidad de su vida cristiana.
Pablo enfatizó la amplia influencia de los fieles creyentes tesalonicenses.
Cristo conquistó la muerte.
Cuando Jesús ascendió al cielo les prometió a sus seguidores que él regresaría
de nuevo a la tierra. Cristo conquistó la muerte y el sepulcro al morir y resucitar.
Cuando Jesús regrese proclamando su victoria ya no podrá el enemigo, la muerte,
retener a ninguno de los redimidos.
Para estar en el grupo de los redimidos debemos ser como los creyentes tesalo-
nicenses. Nuestras vidas deben reflejar a Jesús. La gente que nos conoce deberá
constatar el cambio que Jesús ha realizado en nuestras vidas. Ese es nuestro testi-
monio. Esa es nuestra influencia.
Durante la segunda venida, el cielo se abrirá y veremos a Dios sentado en su
trono. «Todos formarán una familia feliz y unida, revestidos con las vestiduras de
alabanza y agradecimiento: el manto de la justicia de Cristo. Toda la naturaleza, con
belleza insuperable, ofrecerá a Dios un constante tributo de alabanza y adoración.
El mundo quedará inundado por la luz del cielo. Los años transcurrirán en alegría.
La luz de la luna será como la del sol, y la del sol será siete veces mayor que ahora.
Sobre la escena cantarán juntas las estrellas de la mañana y los hijos de Dios cla-
marán de gozo, mientras que Dios y Cristo unirán su voz para proclamar: “No
habrá más pecado, ni habrá más muerte”».*
En la lección de esta semana estudiaremos la forma en que Dios hará todas las
cosas nuevas en el cielo y en la tierra. Todos los santos dirán: «Llegamos a casa».
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*Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 49.
Stephanie Loriezo, Ebeye, Islas Marshall 127
3. domingo
Isaías 26: 21;
Jeremías 4: 23-25;
Zacarías 14: 9;
23 de diciembre Logos 1 Corintios 6: 2-3;
Cómo se renueva todo 1 Tesalonicenses 4: 16, 17;
Apocalipsis 15: 3; 20: 3-6,
8-10
El mundo de la actualidad se maravilla respecto a las cosas que suceden a nues-
tro alrededor. Son indicaciones que apuntan al fin del mundo antes que Jesús regre-
se para llevar a su pueblo a casa. Muchas preguntas podrían surgir: ¿Estamos pre-
parados? ¿Sabemos lo que sucederá? ¿Dónde estaremos? Nuestro estudio nos ayuda-
rá a encontrar las respuestas de la Biblia. Examinaremos los acontecimientos rela-
cionados al regreso de Jesús, especialmente los que tienen que ver con el comienzo
del milenio y lo que sucederá después del mismo.
Cuando Jesús regrese (Isa. 26: 21; Jer. 4: 23-25; 1 Tes. 4: 16, 17;
Apoc. 20: 3, 6)
Varios de los seis grandes acontecimientos que marcan el comienzo del milenio
suceden al mismo tiempo. El más importante y que introduce a los demás, es el regre-
so literal, visible y audible de Jesús. Pablo escribió: «El Señor mismo descenderá del
cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos
en Cristo resucitarán primero» (1 Tes. 4: 16). En ese momento es que ocurre la pri-
mera resurrección mencionada en Apocalipsis 20: 6. «Y los muertos en Cristo resu-
citarán primero». A ellos se les unirán en el aire «los que estemos vivos, los que haya-
mos quedado» (vers. 17).
Mientras todo esto sucede, quienes no han aceptado a Cristo como su salvador
morirán a causa del resplandor de la venida de Jesús (2 Tes. 1: 8; 2: 8). Después de
que los justos hayan sido llevados al cielo, y los impíos hayan muerto, la tierra será
destruida por terremotos y otros desastres naturales. Todo queda en un estado de
abandono (Jer. 4: 23-25). Debido a que Satanás no tiene a nadie que tentar será
como un prisionero en aquel abismo. Allí permanecerá hasta que «concluyan los mil
años» (Apoc. 20: 3).
Durante los mil años (1 Cor. 6: 2, 3; Apoc. 15: 3; 20: 4)
Durante ese tiempo Cristo estará en el cielo con los redimidos quienes viven y
reinan con él (Apoc. 20: 4). Se dice que echaremos nuestras coronas a los pies de
Jesús y exclamaremos: «Digno es el cordero» (Apoc. 5: 12); y «cantaban el himno
de Moisés, siervo de Dios, y el himno del Cordero (Apoc. 15: 3) celebrando la vic-
toria sobre la bestia.
Asimismo, los salvados estarán encargados de un juicio. A cada uno se le per-
mitirá ver los registros de aquellos que no llegaron al cielo. La justicia de Dios será
vindicaba. Satanás permanecerá atado en la tierra y el planeta estará en tinieblas.
El fin del milenio (Zac. 14: 9; Apoc. 20: 5, 8-10)
Estos acontecimientos parecerían no relacionarse con el carácter de Dios, sin
embargo son esperados por todos los seres santos del universo desde que el pecado
hizo su aparición. Algunos de ellos serán motivo de gozo y otros de tristeza. Quizá al
mismo tiempo la Santa Ciudad desciende del cielo (Apoc. 20: 9, 21: 2). Mientras
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4. tanto los impíos resucitan durante la llamada «segunda resurrección» (Apoc. 20: 5, 13),
luego Satanás es desatado con el fin de que ataque a la Santa Ciudad (Apoc. 20: 7-9).
Todos los atacantes han sido juzgados y su sentencia ha sido confirmada por los habi-
tantes del universo. La sentencia se les comunica y ellos declaran que Dios es justo. A
continuación los impíos y Satanás son destruidos por el fuego que desciende del cielo
(Apoc. 20: 9). ¡Qué acontecimiento tan solemne!
La justicia de Dios será vindicada.
El fuego habrá consumido no solamente a los impíos sino también a la tierra,
borrando todo vestigio de las invenciones humanas y de sus obras malvadas. La tie-
rra será creada de nuevo (Apoc. 21: 1; 2 Ped. 3: 10-14) llevada a la condición que tenía
en el Edén. Entonces comenzaremos a vivir con Cristo por toda la eternidad.
PARA COMENTAR
1.¿Qué acontecimientos te sirven de inspiración mientras esperas por el regreso de
Jesús?
2. ¿En qué momento borrará Dios las lágrimas de todo ojo?
Job G. Minasalvas, Taculing, Bacolod, Filipinas 129
5. lunes
24 de diciembre Testimonio
Promesas celestiales Apocalipsis 21
«El lenguaje humano no alcanza a describir la recompensa de los justos. Solo la
conocerán quienes la contemplen. Ninguna inteligencia limitada puede compren-
der la gloria del paraíso de Dios».1
«El lenguaje humano no alcanza a describir
la recompensa de los justos».
«Encabezados por Jesús, todos descendimos desde la ciudad hacia esta tierra,
sobre un monte muy grande, que no pudo soportar a Jesús y se partió dando lugar
a una enorme llanura. Luego miramos hacia arriba y vimos la gran ciudad, con doce
fundamentos y con doce puertas, tres de cada lado, y con un ángel en cada puerta.
Todos exclamamos: “Ya desciende la ciudad, la gran ciudad; viene de Dios y del
cielo”, y la ciudad descendió y se estableció sobre la llanura en la que nos encontrá-
bamos. Luego comenzamos a contemplar las cosas gloriosas que había dentro de
ella. Vi casas muy hermosas que parecían de plata, soportadas por cuatro columnas
engarzadas con perlas, algo muy hermoso a la vista, que debían ser habitadas por los
santos y que tenían una repisa de oro. Vi a numerosos santos entrar en las casas, qui-
tarse sus brillantes coronas y colocarlas en la repisa, y luego salir al campo que rodea-
ba las casas para hacer algo con la tierra; pero no era nada semejante a lo que hace-
mos con la tierra aquí. Una luz gloriosa brillaba alrededor de su cabeza y alababan
continuamente a Dios.
»Vi además otro campo lleno de flores, y al cortarlas exclamé: “¡No se marchi-
tarán!” Luego vi un campo de pasto alto, cuya contemplación causaba gran alegría;
era un verde intenso con reflejos plateados y dorados mientras ondeaba orgullosa-
mente para gloria del rey Jesús. Luego entramos en un campo lleno de toda clase de
animales: leones, corderos, leopardos y lobos, todos juntos en perfecta armonía.
Pasamos en medio de ellos y nos siguieron pacíficamente».2
«Allí los redimidos conocerán como son conocidos. Los sentimientos de amor
y simpatía que el mismo Dios implantó en el alma, se desahogarán del modo más
completo y más dulce. El trato puro con seres santos, la vida social y armoniosa con
los ángeles bienaventurados y con los fieles de todas las edades que lavaron sus ves-
tiduras y las emblanquecieron en la sangre del Cordero, los lazos sagrados que unen
a “toda la familia en los cielos, y en la tierra”, todo eso constituye la dicha de los redi-
midos».3
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1. El conflicto de los siglos, cap. 43, p. 654.
2. Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 69.
3. El hogar cristiano, p. 492.
Stewart Van Loriezo, Taculing, Bacolod, Filipinas
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6. martes
25 de diciembre
Juan 15: 5; 2
Evidencia
Pedro 3: 18;
Colosenses 3: 14
Nosotros somos
las ramas
Dios nos conduce por sendas de justicia, de salvación y de vida eterna median-
te su Hijo Jesucristo. Fuera de él, el crecimiento y la madurez del cristiano son abso-
lutamente imposible (Juan 15: 5).
El amor de Jesús me obliga a hacer lo que él ordena.
Crecer en Jesús significa entregarlo todo a él. Cualquier cosa que no sea entre-
gada a Cristo se convertirá en una oportunidad para que Satanás nos arrebate de la
mano del Maestro. En un principio Pedro era débil de espíritu y poseía un carácter
deficiente. Una vez convertido, pero creció más y más en la gracia y en el conoci-
miento de Cristo (2 Ped. 3: 18), y al final de su vida fue un ejemplo de valor al ser
llenado con el Espíritu Santo.
La Palabra de Dios es fundamental para el crecimiento y el desarrollo espiritual,
lo mismo que la comida lo es para el desarrollo físico. Únicamente los que se ali-
mentan con la Palabra de Dios serán nutridos y dotados de la sabiduría y el poder
y divinos mediante el Espíritu Santo.
En el conflicto con Satanás Jesús no habría podido utilizar la Palabra de Dios
con el fin de vencer, a menos que primero hubiera atesorado sus preciosas verdades
en su corazón y en su mente. Con el fin de seguir su ejemplo debemos dedicar un
tiempo para estudiar y memorizar las Escrituras.
La mayor evidencia del crecimiento cristiano es el amor (Col. 3: 14). El mismo
incluye los dones del Espíritu y nos une a los demás, al perfeccionar nuestro carác-
ter en Jesús. El apóstol Juan escribió: «Pero si nos amamos los unos a los otros, Dios
permanece entre nosotros, y entre[a]nosotros su amor se ha manifestado plenamen-
te» (1 Juan 4: 12).
A un misionero se le preguntó si le agradaba su labor en África, a lo que con-
testó: «No me gusta el lodo. No me agrada entrar en sus pobres chozas. No me agra-
da la gente ignorante y desaseada. Pero el amor de Jesús me obliga a hacer lo que él
ordena». Cuando reflejamos el amor de Cristo, reflejaremos su carácter y estaremos
listos para formar parte del grupo de los redimidos.
PARA COMENTAR
1. ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos a la espera de la segunda veni-
da de Cristo?
2. ¿De qué manera podemos reflejar a Cristo para que los demás puedan verlo en
nuestras vidas?
Bernalena M. Roca, Taculing, Bacolod, Filipinas 131
7. miércoles
26 de diciembre Cómo actuar
No habrá más… Apocalipsis 21: 4
Todos deseamos estar en el cielo; ese es nuestro mayor objetivo en la vida. Todos
deseamos que Jesús regrese para que ponga fin a nuestros sufrimientos. «En la ciu-
dad de Dios “no habrá ya más noche”. Nadie necesitará ni deseará descanso. No
habrá quien se canse haciendo la voluntad de Dios ni ofreciendo alabanzas a su
nombre. Sentiremos siempre la frescura de la mañana, que nunca se agostará. “No
necesitan luz de lámpara, ni luz del sol; porque el Señor Dios los alumbrará”».*
Jamás pierdas de vista el blanco.
Para soportar los sufrimientos en esta tierra y ser uno de los redimidos debemos
desarrollar algunos aspectos de nuestro carácter que nos permitirán enfrentar los
últimos días de este mundo.
Confía. Sin importar lo que suceda, Dios permite los sufrimientos con un pro-
pósito. Necesitamos confiar en la sabiduría de Dios y ajustarnos completamente a
sus planes (Prov. 3: 5). Recuerda que Dios no te colocará en ninguna situación para
la que él no haya provisto una salida (1 Cor. 10: 13). Aunque no puedas ver la luz al
final del túnel, sigue confiando en Dios.
Descansa. Hay muchos ejemplos que podemos aplicar a nuestras vidas como
una ayuda para vencer las pruebas. Los mismos nos señalan a Jesús, que es el ejem-
plo perfecto en todo. Él nos dice en Juan 15: 4-7, que permanezcamos en él.
Enfócate. Jamás pierdas de vista el blanco (Fil. 4: 13, 14).
Persevera. Es importante pensar que aunque es difícil el camino, quienes per-
severen hasta el fin triunfarán (Mat. 10: 22). Colócate bajo su continua influencia a
través de la oración (Gál. 5: 25).
Entrégate. «Sométanse a Dios» (Sant. 4: 7). Somete tu voluntad y tu vida al
Señor. Resiste las tentaciones de Satanás. No le permitas que te haga olvidar la
forma en que Dios te ha guiado en el pasado. Ora sinceramente pidiendo fortaleza
para resistir hasta que Cristo regrese para llevar a sus hijos a casa.
PARA COMENTAR
1. Describe por qué deseas estar en el cielo. ¿Cómo explicarías tus deseos a algún
amigo que no conoce a Jesús?
2. ¿Qué harás para sobrevivir a las dificultades de la vida, mientras aún permaneces
en este mundo?
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*El conflicto de los siglos, cap. 43, p. 676.
Job G. Minasalvas, Taculing, Bacolod, Filipinas
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8. jueves
Apocalipsis 21;
Opinión 27 de diciembre
1 Tesalonicenses 4: 16;
Mateo 25: 34
Nuestro nuevo hogar
Se cuenta de un perro fiel que siempre esperaba el regreso de su amo a casa. El
perro por lo general permanecía junto a la puerta esperando escuchar el sonido de la
llave en la cerradura. ¡Él sabía que su amo había llegado! Como hijos e hijas de Dios
¿cuánto más debemos esperar a nuestro Señor Jesucristo?
¡Él sabía que su amo había llegado!
Jesús pagó el precio en la cruz para que todo el que decida seguirlo pueda ir al
cielo cuando él regrese. «El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con
voz de arcángel y con trompeta de Dios» (1 Tes. 4: 16). «Vengan ustedes, a quienes mi
Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la cre-
ación del mundo» (Mat. 25: 34).
Ellen G. White afirma: «Entonces los redimidos recibirán con gozo la bienveni-
da al hogar que el Señor Jesús les está preparando».1 ¡Qué maravilloso será vivir en el
cielo nuevo y en la tierra nueva.
La Palabra de Dios nunca se equivoca. Con el fin de prepararnos para nuestro
hogar celestial, deberíamos alistar nuestros corazones y mentes para el pronto regre-
so de Cristo. Dedica cada día un momento especial para buscar la presencia de Dios.
Si de veras estamos anhelando nuestro nuevo hogar celestial, sigamos colocando a
Jesús en el centro de nuestras vidas. «Conviene que seamos diligentes en la oración.
No permitas que nada te impida orar. Haz todo lo que puedas para mantenerte de
continuo en comunión con Jesús. Aprovecha toda oportunidad para ir a donde se
acostumbra a orar».2
Dios es el dueño de nuestras vidas. El mismo Jesús que vino y murió por noso-
tros, regresó al cielo para preparar nuestro hogar celestial. Cuando él regrese, todas
las cosas serán hechas nuevas. El apóstol Juan tuvo una visión del cielo y de la tierra
renovados. Por dondequiera vio belleza sin par.
Dios nos llama a diario para que acudamos a él. ¿Estamos listos para unirnos a
él? ¡Él está ansioso por llevarnos a nuestro nuevo y glorioso hogar en el cielo!
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1. El camino a Cristo, cap. 13, p. 187.
2. Ibíd., cap. 11, p. 145.
Angie Love Villaflor, Taculing, Bacolod, Filipinas 133
9. viernes
28 de diciembre Exploración Apocalipsis 21: 1-7
Todo será hecho nuevo
PARA CONCLUIR
Cuando Cristo concluya su obra en el santuario celestial a favor de los seres
humanos, regresará a la tierra con una gloria jamás contemplada. Los que murieron
creyendo en él se levantarán de sus tumbas, mientras que los santos vivos serán tras-
ladados. Todos ellos reinarán con el Señor en el cielo durante mil años. Este milenio
marca el inicio del único paraíso que los seres humanos habrán conocido después del
Edén. Durante ese tiempo los redimidos examinarán los motivos divinos y los juicios
relacionados con el pecado. Al final de ese período Satanás y todos los que lo han
seguido serán destruidos. Luego la tierra será renovada. «Él les enjugará toda lágrima
de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras
cosas han dejado de existir» (Apoc. 21: 4).
CONSIDERA
• Investigar acerca del milenio. ¿Cuáles son las cosas buenas y las malas relacio-
nadas con dicho periodo? ¿Cómo contrastan con los mil años que pasa-
remos con Jesús? Prepara un afiche utilizando los versículos encontrados en
Apocalipsis 21: 1-7.
• Predecir cómo será el clima en determinado día en el cielo y en la tierra nueva.
• Imaginar a Dios enjugando las lágrimas de tus ojos. ¿Qué significará para ti que
no haya más muerte, dolor, lágrimas o sufrimiento alguno?
• Realizar con algunos de tus amigos en una lectura antífonal tomada del Him-
nario Adventista. Hacer arreglos con el director de Escuela Sabática con el fin
de hacer dicha lectura en público.
• Leer durante toda una semana los titulares de un periódico. Hacer un
contraste con los titulares que podrían aparecer en el cielo durante toda una
semana.
PARA CONECTAR
Apocalipsis 2: 11; 3: 17, 26, 27; 3: 5, 12, 2.
El conflicto de los siglos, cap.42.
E. R. Woerkom, Brooklyn, Nueva York, EE. UU.
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