1. lección 13
23 al 29 de marzo
La nueva
creación
«Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y
una tierra nueva, en los que habite la justicia».
2 Pedro 3: 13
Alfredo Padilla
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2. sábado
23 de marzo
Génesis 3: 24; Introducción
Apocalipsis 22: 17
En busca de
lo nuevo
Después que Dios expulsó a Adán y a Eva del huerto de Edén los querubines les
impedían el acceso a aquel perfecto hogar. Cuán triste debe haber decidido contem-
plar al primer hombre y a la primera mujer permanecer en la puerta del Edén como
unos miserables desterrados. En aquel triste día ¿les habrá rogado la pareja caída a
los ángeles que la dejaran volver a casa? Más tarde cuando uno de sus hijos mató a
su hermano, ¿habrá dicho Eva: «no soporto más este lugar. Quisiera volver a nuestro
hogar»? Sin embargo, las puertas del paraíso se habían cerrado para siempre.
¿Estás en busca de algo nuevo?
El pecado es algo horrible. El perfecto jardín que Dios había diseñado y creado
fue manchado por el enemigo y por los insensatos actos de los primeros seres huma-
nos. Pero, ¡esperemos un momento! No olvidemos la primera lección de gracia que
Dios mismo le enseñó a Adán y a Eva. Génesis 3: 21 nos dice que Dios vistió a
Adán y a Eva con pieles de animales. Aquellas pieles eran un recordativo constante
del prometido cordero de Dios quien mediante su muerte borraría los pecados del
mun-do. Aquel acontecimiento, que tuvo lugar fuera de la puertas del paraíso
perdido nos provee una gran esperanza a nosotros. Apunta a la total restauración del
mundo, incluyéndonos a nosotros. Jesús afirma: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!»
(Apoc. 21: 5). No solamente será renovada la naturaleza, sino el corazón, la mente y
los impulsos de todos aquellos que esperan la tierra nueva.
¿Estás en busca de algo nuevo? Nos alegramos cuando ganamos algo, o
cuando recibimos un regalo. Pero según pasa el tiempo y aquello que hemos
recibido se pone viejo, deseamos algo más nuevo o una versión moderna del
mismo objeto. Deseamos trabajar con la versión 8.0 en lugar de la 7.0. Así es la
vida en la tierra. Todo lo nuevo envejece con el paso del tiempo.
No me puedo imaginar cómo será la versión 2.0 de la tierra. Aunque sí
sabemos que no necesitará mejoras o ser devuelta al fabricante. Sabemos que
durará por la eternidad. Esperemos ese día, de la misma forma que lo esperaron
Adán y Eva. Un día cuando las puertas se abren y en un abrir y cerrar de ojos
todo será renovado. Esta semana, sueñen conmigo acerca de esa maravillosa
tierra nueva según «el Espíritu y la esposa dicen “ven”» (Apoc. 22: 17).
Daniel Freitas, Curitiba, Brasil
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3. domingo Génesis 1: 28; 2: 7; 3: 19;
Isaías 11: 6-9; 26: 19; 65: 25;
24 de marzo Daniel 12: 2;
Logos Mateo 29: 18;
Juan 12: 31, 32; 14: 1-3;
El nuevo Génesis 1 Corintios 6: 2, 3; 15: 52-58;
2 Timoteo 2: 11, 12;
Apocalipsis 5: 10; 12:
10; 21: 1-5; 22: 3-5
De vuelta a los inicios (Apoc. 21: 1-5)
Juan vio «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Apoc. 21: 1). Los redimidos verán
la tierra hecha nueva, después de mil años en el cielo y de la purificación de la
misma mediante fuego. Aquí el vocablo nuevo proviene del griego kainos que signi-
fica «fresco o de naturaleza diferente». La tierra nueva no será algo creado de la
nada.1 Más bien será «renovada y limpiada de toda contaminación por medio del
fuego.2 Desde el interior de la santa ciudad veremos las indescriptibles escenas de la
renovación atmosférica, geológica y biológica del único planeta del universo que fue
degradado por el pecado. En la nueva tierra, Dios morará con nosotros (Apoc. 21:
3). A través de la historia, Dios ha buscado diversas formas para estar con su pueblo,
como fue el caso del santuario (Éxo. 25: 8), de Jesús (Juan 1: 1, 14), y del Espíritu
Santo (Juan 14: 15-17). En la tierra nueva el deseo original de Dios de estar con los
seres humanos será alcanzado.
Del polvo a la vida (Gén. 2: 7; 3: 19; Isa. 26: 19; Juan 5: 28, 29; 1 Cor. 15: 52-58)
Durante la segunda venida de Cristo «los muertos resucitarán con un cuerpo
incorruptible, y nosotros seremos transformados» (1 Cor. 15: 52). No seremos
espíri-tus inmateriales o «nubes» inteligentes según asumen algunos. Poseeremos
cuerpos físicos, pero ese cuerpo será el que Dios diseño en un principio.
Sembraremos y co-meremos los frutos de nuestras siembras y construiremos casas
(Isa. 65: 21). Con cuerpos incorruptibles (1 Cor. 15: 40, 55, 59), ya no estaremos
sujetos los estragos de las enfermedades, de la vejez y de la muerte. La salud y la
larga vida serán sostenidas por el árbol de la vida (Apoc. 22: 1, 2).
Nuevamente propietarios (Gén. 1: 28; Juan 12: 31; 1 Cor. 6: 2, 3; 2 Tim. 2:
11, 12; Apoc. 5: 10; 12: 10)
Después de la caída los seres humanos perdieron del dominio de la tierra (Gén.
1: 28). Los animales se volvieron agresivos y los seres humanos tuvieron que
esforzarse con el sudor de su frente con el fin de sobrevivir. Satanás se exaltó como
príncipe de este mundo, usurpando la posición del mismo Dios. Pero Jesús vino para
cambiar todo eso. Él se hizo uno de nosotros para triunfar donde habíamos
fracasado, para pagar el precio por nuestros pecados y para destruir al «acusador» de
una vez y para siempre (Apoc. 12: 10). Después de la victoriosa muerte de Jesús en
el Calvario, toda autoridad le fue dada «en el cielo y en la tierra» (Mat. 28: 18), y los
hijos de Dios recibieron el derecho a reinar con él (2 Tim. 2: 11, 12). Durante el
milenio reinaremos con él en el cielo y juzgaremos a los hombres y a los ángeles
impíos. (Apoc. 20: 4; 1 Cor. 6: 2, 3). Los libros del cielo se abrirán (Dan. 7: 10), y
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4. entenderemos por qué los impíos no fueron salvados y que el juicio de Dios que los
afectó fue justo. Por tanto, toda duda respecto al carácter de Dios será acallada.
Un ambiente sano (Isa. 11: 6-9; 65: 25)
«El lobo vivirá con el cordero, […] y un niño pequeño los guiará» (Isa. 11:
6). Esta es una descripción de la más radical diferencia entre la tierra de ahora y
la tierra renovada. La vida en la tierra estará basada en la cooperación en lugar
de estarlo en la competencia. «Porque aguas brotarán en el desierto, y torrentes
en el sequedal. La arena ardiente se convertirá en estanque, la tierra sedienta en
manan-tiales burbujeantes (Isa. 35: 6, 7). «El león comerá paja como el buey.
Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra, y el recién destetado
meterá la mano en el nido de la víbora» (Isa. 11: 7, 8).
Dios está preparando cosas
inimaginables para quienes lo aman
La ley del reino de Dios será una ley de vida y de amor. Ni la muerte, ni
la en-fermedad, ni el dolor serán conocidos allí.3 ¡Qué gozo será vivir en
un ambiente tan sano y acogedor!
Unidos para siempre en el amor de Dios (Juan 14: 1-3; Apoc. 22: 3-5)
No habrá un santuario en la tierra nueva: «No vi ningún templo en la ciudad,
porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo» (Apoc. 21: 22).
Adoraremos al Señor cara a cara y la ciencia del amor permanecerá para siempre (1
Cor. 13: 12, 13). En la tierra nueva estudiaremos los misterios del universo. Sin
embargo, nuestro mayor placer estará en aprender a diario del amor de Dios; un
amor que nos trajo a la vida, que impulsó a Cristo a derramar su sangre por noso-
tros, un amor que tocó nuestros corazones y que nos condujo a la redención. Dios
está preparando cosas inimaginables para quienes lo aman (1 Cor. 2: 9).
PARA COMENTAR
1. ¿Por qué la primera creación es una garantía de la segunda creación?
2. A algunas personas no les convence la idea de vivir para siempre en el
cielo. ¿Qué necesitas decirles a esas personas con el fin de ayudarlas a
entender cómo será el cielo y la nueva tierra?
3. ¿Qué rasgo específico de la naturaleza te gustaría ver «cambiado»?
1. Diccionario bíblico adventista. Ver: «Tierra nueva».
2. Ibíd.
3. Ver: Comentario bíblico adventista, tomo 4. Comentarios sobre Isaías 11: 7, 8.
Diogo Cavalcanti, Tatuí, Brasil
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5. lunes
25 de marzo
Testimonio Apocalipsis 21: 1-5
¡Finalmente en casa!
Dios le dio numerosas visiones a Elena G. de White respecto al cielo y
a la tierra nueva. Ella escribió: «Que vuestra imaginación represente la
morada de los justos y entonces recordad que será más gloriosa que cuanto
pueda figurarse la más brillante imaginación».1
«Entonces serán aclaradas todas las perplejidades de la vida. Donde a
noso-tros nos pareció ver sólo confusión y desilusión, propósitos
quebrantados y pla-nes desbaratados, se verá un propósito grandioso,
dominante, victorioso, y una armonía divina».2
«El cielo es donde Cristo está».
«Los amigos separados por la muerte volvieron a unirse para no separarse
más».3 «El cielo es un lugar donde la simpatía mora en cada corazón y es
expresada en cada mirada. Allí reina el amor. No hay elementos desagradables,
ni discordia o contenciones o guerra de palabras».4 «Allí conoceremos como
somos conocidos. Allí hallarán un empleo más dulce y verdadero el amor y las
simpatías que Dios ha implantado en el alma. La comunión pura con seres
celestiales, la armoniosa vida social con los ángeles bienaventurados y los fieles
de todas las épocas, el vínculo sagrado que une “toda la familia en los cielos, y
en la tierra”, todas estas cosas se cuentan entre las experiencias del más allá». 5
El aburrimiento no será un problema en la tierra nueva. «Se desarrollará
toda facultad y toda aptitud aumentará. Se impulsarán las mayores
empresas, se logra-rán las más elevadas aspiraciones y se realizarán las
mayores ambiciones. Y aún se levantarán nuevas alturas a las cuales llegar,
nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos
objetos que despertarán las facultades del cuer-po, la mente y el alma.
»No importa cuán lejos podamos avanzar en el conocimiento de la sabiduría y el
poder de Dios, siempre queda un infinito más allá». 6 «Así como el conocimiento es
progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento». 7
1. La maravillosa gracia de Dios, p. 359.
2. La segunda venida y el cielo, p. 143.
3. Primeros escritos, p. 287.
4. La segunda venida y el cielo, p. 135.
5. Ibíd., p. 144.
6. Eventos de los últimos días, cap. 20, p. 256.
7. El conflicto inminente, p. 127.
Matheus Cardoso, Porto Alegre, Brasil
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6. martes
26 de marzo
2 Pedro 3: 10-13 Evidencia
Una esperanza
para nuestros tiempos
A lo largo de este trimestre hemos estado estudiando acerca delos actos
crea-tivos de Dios y del glorioso poder revelado en sus obras. El cuidado y el
amor con que él creó al mundo y a los seres humanos nos enseña que Dios le
confiere gran valor a lo que él crea. Pero es la gracia que él confiere libremente
al pecador lo que en verdad muestra la amplitud del valor que él nos concede.
Qué lamentable es que aún estemos aquí, prisioneros de este mundo
peca-minoso donde absolutamente todo se deteriora (Mat. 24; 2 Tim. 3: 1-
7). Los contextos morales y sociales de la actualidad nos muestran que «el
mundo en-tero está bajo el control del maligno» (1 Juan 5: 19). No importa
que los seres humanos hayan sido creados perfectos. Todos estamos
sufriendo las conse-cuencias del pecado.
La Palabra de Dios nos aporta esperanza respecto a un noble futuro.
En el Salmo 90 Moisés escribió acerca de lo perecedero de nuestra vida.
Nuestros años son cortos y pasan rápido. Es por eso que el énfasis de la Biblia
no está en la creación del Edén, sino en la salvación mediante Jesús. Es
únicamente a través de él que podemos recuperar la condición que
originalmente tuvimos antes de que el pe-cado entrara al mundo. Aunque
nuestra condición es algo caótica y desesperada, la Palabra de Dios nos aporta
esperanza respecto a un noble futuro. Sí, hay una bendita esperanza (Tito 2: 13).
Jesús les prometió a sus discípulos que él regresaría (Juan 14: 1-4). ¿Estás
preparado o preparada para recibirlo? Hoy más que nunca necesitamos aferrar-
nos a esa promesa. El plan de redención está casi concluido. Cuando el mismo
llegue a su fin, la tierra será restaurada a su condición original. Hasta ese enton-
ces tenemos un objetivo ya que tenemos a Cristo: estamos comprometidos con
la misión divina: ayudar a que otros aprendan acerca de él y que se preparen
para el regreso de Cristo (2 Ped. 3: 10-12).
¿Qué necesitas conocer con el fin de prepararte? ¡Escucha! «Oímos los
pasos de un Dios que se aproxima».*
* El evangelismo, p. 163.
Simeón Tochetto y Heidi Vieira, Curitiba, Brasil
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7. miércoles
27 de marzo
Cómo actuar Isaías 11: 6-9; 65: 25;
2 Pedro 3: 10-12
Una realidad convincente,
una santidad real
Me crié en Río de Janeiro. Las bellas escenas de Río acompañaron a diario
mi niñez: el océano, las hermosas flores y el verde follaje. Debido a eso crecí
amando a la naturaleza. De hecho, la amaba tanto que deseaba vivir en medio
de la misma. Odiaba las ciudades y sentía que las mismas no eran para mí.
Pero algo me incomodaba. No importa cuán hermoso el paisaje o cuán calmado
esté el mar, el peligro siempre acecha. Los bosques siempre están llenos de animales
hostiles, de mortificantes insectos y de plantas llenas de espinas. En el mar encontra-
mos peces que nos atacan y medusas que causan graves daños a los bañistas.
El cristiano maduro está en paz con Dios.
¿Qué diremos de las horas nocturnas? ¿Quién se atreve a estar en una selva
a esa hora, o quién estará en dispsosición de ir a nadar en medio de la
oscuridad? Sin importar cuán perfecta o extraordinaria parezca la naturaleza,
siempre será peligro-sa. Luego, ¿cómo podremos encontrar paz mientras
esperamos el regreso de Cristo así como el día que la tierra sea renovada?
Cree en el cielo. Isaías presenta un cuadro hermoso respecto a lo que será el
cielo. Lee Isaías 11: 6-9 y 65: 25. ¿En que sentido te animan esos versículos?
Haz del fin del mundo algo positivo. Lee 2 Pedro 3: 10-18. En esos versículos,
Pedro dibuja un cuadro de la destrucción de la tierra con el fin de enfatizar nuestra
necesidad de ser santos para llegar a ese nuevo mundo. ¿Por qué presenta Pedro ese
paisaje? Porque la destrucción y el peligro son algo muy real. Quizá no puedas creer
o imaginar el cielo, pero sí sabes que este mundo está por terminar. Es por eso que él
nos dice que debemos buscar la santidad en la misma medida e intensidad con la que
estamos al tanto de la destrucción de nuestro planeta.
Depende de Dios para todas tus necesidades. Sométete a su voluntad. Isaías 26: 3
afirma: «Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía».
«Una perfecta sumisión a la voluntad de Dios acarrea la bendición que implica una
paz perfecta. El cristiano maduro está en paz con Dios, consigo mismo y con el
mundo» Ojalá que nuestra búsqueda de santidad sea tan real como el fin del mundo
que se nos viene encima.
PARA COMENTAR
1. ¿En qué sentido reconoces la realidad del mundo espiritual? O por otro
lado, ¿te parece algo fantasioso?
2. ¿Piensas que nos es posible acelerar la segunda venida de Cristo? Motiva tu respuesta.
Diego Barreto, Río de Janeiro, Brasil
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8. jueves
28 de marzo
Mateo 28: 19, 20 Opinión
¿Estamos preparados?
Tenemos la certeza de que Cristo regresará y uno de los objetivos del estudio de
este trimestre ha sido fortalecer nuestra convicción de que Dios también reno-vará la
tierra. «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» (Apoc. 21: 5). Las cosas visibles y las
invisibles, las vivas y las inanimadas, la naturaleza, incluso a nosotros. ¡Piensa en lo
maravilloso que será vivir sin la presencia del pecado! Piensa en lo sorprendente que
será ¡vivir en la presencia de Jesús! Pero hasta que eso suceda tendremos que vivir
aquí, en medio de nuestras luchas, desengaños, fracasos y derrotas.
Cuando veamos a Cristo regresar en las nubes de
gloria, todas nuestras luchas nos parecerán nada.
Es parte de nuestra vida; pero, ¿acaso será esa la finalidad de nuestra
vida? Desde luego que no. Jesús soportó todo eso y mucho más, sin
embargo sabemos que él disfrutaba de paz y gozo y que él obtuvo la
victoria a pesar de todo aquello. ¿Por qué? Todo porque tenía una misión.
¿Cuál es tu misión? ¿Cuáles son tus blancos y tus sueños? ¿Una carrera
exito-sa? ¿Una buena posición económica? ¿Acaso buscar el reino de Dios
(Mat. 6: 33)? La Biblia presenta a los cristianos genuinos como gente
mesurada que se mantie-ne alerta en lo que respecta al pecado. Lee 1 Pedro
5: 8. Estar alerta requiere es-perar con paciencia. Estar preparado para las
luchas diarias implica usar la arma-dura del cristiano (Efe. 6: 10-18).
Si queremos escuchar a Jesús decir: «Vengan ustedes, a quienes mi Padre
ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la
creación del mundo» (Mat. 25: 34); entonces debemos, por encima de cualquier
cosa, tener comunión con Dios y ser transformados a su imagen.
Cuando veamos a Cristo regresar en las nubes de gloria, todas nuestras
luchas nos parecerán nada. ¡Habrá valido la pena vivir por Cristo!
1. ¿Qué está absorbiendo la mayor parte de tu tiempo y energías?
2. ¿Te llevarán esas cosas más cerca de Cristo? ¿Por qué?, o ¿por qué no?
3. ¿Cuánto tiempo dedicas a diario a mejorar tu relación personal con Dios?
¿Qué puedes hacer para dedicar más atención a tu relación con él?
Simeón Tochetto y Heidi Vieira, Curitiba, Brasil
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9. viernes
29 de marzo
Exploración Apocalipsis 21: 1-5
Cuando todo
sea hecho nuevo
PARA CONCLUIR
¿Cómo podemos ir acostumbrándonos a la realidad del mundo venidero? Un mundo
sin estrés, sin dolor, sin temores. Un mundo renovado, reabastecido, remo-zado y
restaurado. Un mundo donde los desafíos son estimulantes, donde las relacio-nes son
sinceras, donde experimentaremos una total plenitud. Un mundo donde la ley natural de
muerte y descomposición, estará ausente. ¿El catalizador? La presencia de Dios. En el
mundo venidero, lo conoceremos cara a cara y eso será algo único.
CONSIDERA
• Hacer un listado de las cosas que has perdido y que piensas recuperar en el cielo.
Incluye aquellas cosas que piensas abandonar.
• Explorar el cielo nocturno con unos binoculares o con un telescopio,
utilizando asimismo una guía para identificar las diferentes constelaciones.
• Diseñar lo que sería una casa ideal para edificar en la tiera nueva.
• Fijarte diez objetivos para alcanzarlos en los primeros cien años de
vida sin pecado y sin limitaciones.
• Entrevistar a algunos cristianos de más edad, a nuevos cristianos y a
algunos niños para identificar las ideas que tienen acerca de la tierra nueva.
• Orar a Dios pidiéndole que te use para mostrar a otros la belleza
del amor que no experimentaremos sino hasta la eternidad.
• Comparar las promesas de Dios con la restauración y renovación
encontradas en las Escrituras.
PARA COMENTAR
El gran conflicto, cap. 42.
Tompaul Wheeler, Nashville, Tennessee, EE. UU.
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