El documento narra la historia de una niña llamada Cristina que tuvo que mudarse con su tío Aldo en Kipatla luego de que su abuela falleciera. Cristina no quería dejar su pueblo natal Tihuiztlán donde tenía amigos y le gustaba jugar. Aunque le caía bien su tío, extrañaba su escuela y maestra en Tihuiztlán. Con tristeza se despidió de sus amigos Juliana, Mariquita y Chiguil mientras se iba en su nueva vida en Kipatla.
1. PRIMER GRADO
92. El león y el mosquito
Había una vez un león fiero y perezoso al que le gustaba
permanecer echado, haciendo la siesta. Un día caluroso se tendió a
la sombra de un gran árbol a esperar que pasara la tarde, Pero un
mosquito que quería vengarse de él empezó a zumbarle en el oído.
El león se despertó rabioso y rugió:
• ¿Por qué no me dejas dormir?
• Pasaba por aquí, y canto porque vengo contento– le contestó
el mosquito.
• ¿Cómo te has atrevido a molestar al rey de los animales, que te
puede destrozar simplemente con su voz?
• Tienes muy mal genio y unos colmillos que espantan a
cualquiera, pero yo no te tengo miedo.
El león se levantó y se dirigió hacia él con las fauces abiertas.
Entonces el mosquito se le coló por la nariz y empezó a picarle por
dentro.
El orgulloso animal se revolcaba sobre la hierba, pero no conseguía
atraparlo ni librarse de él.
El insecto, seguro de sí mismo a pesar de ser tan pequeño, salió de la
nariz del león y se burló de él con estas palabras:
• ¿De qué te sirve ser el rey de la selva si no puedes ni con un
mosquito?
Y el pequeño animal zumbó de nuevo a su alrededor y se le metió
en el interior de la oreja.
• Les voy a decir a todos los habitantes de la selva que no has
podido conmigo–dijo el diminuto mosquito al fiero león para
humillarle.
Y cansado de picarle, echó a volar satisfecho y distraído, con tan
mala suerte que al pasar entre unas ramas quedó atrapado en una
telaraña. Pronto llegó la araña y se lo comió sin más, sin preguntarle
nada.
“El león y el mosquito”en El libro de los cuentosy leyendasdeAmérica Latina y España.México SEP-
Ediciones B, 2007.
Lista de palabraspara dictado
3. SEGUNDO GRADO
132. La borreguita negra
Había un pastor que vivía en las montañas. Tenía un perro, Polo, que vigilaba a
los borregos mientras el pastor tejía, sentado en una roca cubierta de musgo.
El pastor tejía calcetas, bufandas, suéteres y cobijas de lana, y los vendía en el
pueblo.
Cuando notaba que una oveja se alejaba, sacaba un silbato y daba un
chiflido. Era la señal para que Polo corriera tras la oveja y la llevara con las otras.
Polo se sentía muy importante.
El pastor las iba contando cuando entraban al corral. Todos eran blancos,
menos una, la borreguita negra.
Cuando Polo ladraba ―Vuelta a la derecha‖, todos hacían lo que se les
ordenaba. Todos menos una. La negrita daba vuelta a la izquierda cuando
debía dar vuelta a la derecha.
• Esta oveja negra no me obedece –se quejaba Polo con el pastor–, y
piensa demasiado. Las borreguitas no necesitan pensar. ¡Yo pienso por ellas!
La ovejita negra soñaba con ser como las otras.
• ¿Podrías tejerme una chaquetita blanca? –le dijo al pastor.
• Claro que no –contestó el pastor–, tú eres una borreguita muy especial.
Una tarde, estalló una tormenta terrible, con granizo, rayos, nieve y viento.
• ¡Corre, Polo! –exclamó el pastor– Por los borregos no te preocupes; ellos
tienen sus abrigos de lana.
El pastor corrió con Polo a su cabaña, y prendió fuego para secar su ropa.
Mientras tanto, los borregos se estaban poniendo nerviosos.
• ¿Dónde está Polo? –balaban.
• ¿Qué hacemos?
• Tenemos que buscar un refugio –dijo la borreguita negra–. ¡Síganme! Yo
sé dónde hay una cueva. Cuando amanezca yo buscaré al pastor.
A la mañana siguiente ya no estaba nevando, pero todo estaba cubierto de
nieve. El pastor y Polo se asomaron y vieron una mancha negra en la cima de la
colonia.
• ¡Polo! –gritó el pastor–. ¡Nuestra borreguita negra! –y fueron corriendo
hacia ella.
Bajo la saliente de la roca encontraron a todo el rebaño. ¡Cómo se alegraron!
¡Mi borreguitanegra!Si no fueraporti no habría halladomi rebaño.Siempre dijeque túerasmuy
especial –le dijo.
ElizabethShaw, La ovejitanegra.México,SEP-FCE,2003.
4. TERCER GRADO
167. Pequeño cuento de horror
La casa que me heredómi abueloestaballenade ruiditosque nome dejabandormir,que me
mordisqueabanel sueño.Eranastutos:encuantoprendía laluz se escondíandetrásde losmuebles.Por
esodecidícomprar un silencio.Fui alatiendayescogí el másferoz.“¡Qué le van a durar esosruiditos!”,
me dije,dejándoloacurrucadoenlacocina. Y sí, enmenosde una semanano huboun ruidoentoda la
casa. Se sentía extrañoque laspuertasnorechinaranni sonaran mispasosenel pasillo,perobueno,al
menospodíadescansar.
Estuve tranquilodurante unosquince días,hastaque de prontodescubrí que el silenciose estaba
comiendomiscarcajadas.Indignado,lollamé conlaintenciónde darle unatunda,perose escapópor
entre laspatas de una sillay,luego,pormásque le hice:“¡Shshsh–shshsh!¡Shshsh–shshsh!”,noquiso
acercarse.
Desde entoncesnohe podidoatraparlo.Yano me tiene confianza.He tendidotrampasytratadode
seducirloconjugososruiditos,peroesdemasiadoastuto.Paracolmo,creoque se estávolviendo
invisible.“Nohaydevoluciones”,esloúnicoque me dice el encargadode la tiendacuandole ruegoque
me ayude.
Cada día tengomenosesperanzade salirconbiende estapesadilla.Yacasi no puedohablar.Para
protegermispalabrasprendolaradioinclusode noche,perolaverdadesque ni siquieraenlacalle me
atrevoa abrir la boca.Sé que me acecha, que sóloestáesperandoundescuidoparadejarme mudo.
Lo que más me asusta esque algunanoche se me acerque sinque me dé cuentay,de unmordisco,se
coma loslatidosde mi corazón.
Alberto Forcada,Pequeño cuento dehorrory otrosrelatos.México,SEP-CIDCLI,2004.
CUARTO GRADO
155. El abuelo ya no duerme en el armario
El abuelo llegó el viernes pasado por la noche. No lo esperábamos. Fue una sorpresa,
como le explique a Lulú. Tocó el timbre y mi papá protestó:
• ¿Quién demonios tocará el timbre a esta hora?
Mi mamá se asomó por la ventana y contestó emocionada:
• Mi papá.
• ¿El abuelo? –me asombró, porque no venía desde que cumplí seis años.
5. • Es tu regalo de cumpleaños –contestó todavía emocionada.
Por las cartas de la abuela, había imaginado
que el abuelo era un viejito triste, flaco, que
apenas se sostenía. En ese momento pensé en
un viejito que me usaría de bastón y me
prohibiría hacer ruido y jugar con la pelota
dentro de la casa.
• Vaya regalo de cumpleaños –dije antes
de verlo.
“Tu padre esta decaído desde que se retiró –
escribió la abuela–. Dice el doctor que un
cambio le hará bien. Sentirse desocupado lo ha transformado un poco; ya lo conoces.”
• “Se retiró” –me explicó mi papá– es que ya no trabaja. Ahora le dan una pensión,
un sueldo, un pago por todos los años que trabajó.
Corrí a abrir la puerta. Un hombre fuerte me cargó con la mano derecha y con la
izquierda alzó la maleta.
• ¿Tú eres el abuelo? –desconfié.
• ¿Ya no te acuerdas de mí? –dijo y me dio un beso.
No, no me acordaba de él. La foto que tiene mi mamá es de cuando era joven.
• ¿Y qué esperabas? ¿Un viejito de bastón? –se rió.
• ¡Papá, baja a ese chamaco, te va a hacer daño! –dijo la aguafiestas de mi mamá.
Me puso en el suelo y me acomodó en la cabeza la gorra de capitán que traía puesta.
• Ya está usted en tierra, capitán –se cuadró.
Corrí a verme en el espejo: la gorra me caía hasta los ojos, pero la eché un poco para
atrás. A lo mejor cuando sea grande seré marinero como el abuelo y viajaré por todo el
mundo.
Silvia Molina, El abuelo ya no duermeen el armario.México,SEP-Corunda,1996.
QUINTO GRADO
EL SECRETO DE CRISTINA
A vivir conmi tío Aldo
Creoque nunca había vistoel letrero.Lovi hasta el merodía que llegué contodasmiscosas.Yo había
venidoaKipatla,peronadamás de paso.
6. Una vez bajé a Kipatlaconmi abuelitaque trajoa vender su
cochino.Le dieronmuchosbilletes.
Ese día yo le pregunté que si estabatriste porque ibanamatar
su puerquito.Ellame dijoque si,que unpocotriste,peroque
era comocuando yo rompí mi cochinito.Me daba tristezaasí,
roto,pero tambiénestabacontenta,porque saqué mi dinero.
Para comprar un balónde básquetlosaqué.
Desde ese díano había vueltoa bajara Kipatla.¡ymenos
para quedarme avivir¡despuésdel sepeliode mi abuelita,me
dijomi mamá que ellateníaque volveráArizona.Allátrabaja
ellaconmi papá.Alládel otrolado me dijoque yo no podía
quedarme enSanMiguel Tihuiztlán.Que yanoestabami
abuelitaque me cuidara.
No le hace,mamá,yo me puedoquedarsolaenTihuiztlán,al caboque ya cumplílos doce.Usted
váyase tranquila.
Pero no quisomi mamá. Tampocoquisollevarme aArizona.Dijoque estabayochicaque tenía yo
que quedara vivirenKipatlaconmi tío Aldo.
Él esmaestroenla escuelaysabe lo que hayque hacer para que estudiesallá.
Sí me cae bienmi tío,pero yono quería irme de Tihuiztlán.Me gustabalaprimariade allá.Me
gustabanla maestra Trini y misamigos:la Mariquita,laJuliana,el Chiguil.Jugábamosbásquet,nos
subíamosal fresnogrande,mordíamoscañade maíz y nosmojábamosenel río. Era loque me gustaba.
Peroya no había quienme cuidaray no me pude quedar.Metí mi ropa enuna caja y la apreté bien.Con
un lazola apreté yme vine aviviracá. Tambiénmi balóntraje.
Juliana,mariquitayel Chiguil me miraronel díaque me vine.Se fueronhaciendochiquitosmientras
se quedabanlejos,allá,hastaarribadel fresnogrande.Parecíanapenastreslagartijas.
_! Adiós,Cristina¡
_! Adiós,Cristininina¡
_! Que te vaya bien¡
_! Luego viene avernosCristininina¡
Me gritabana risay risa alzandolasmanos.Acostadosenlasramas gordas comolagartijas.
SEXTO GRADO
UNA MORAENTRENADA
El profesorAldonosdijoque seguramente eraMarcela,laencargadadel campamento,que siempre
andaba con laMora, superra negra.Él se bajó enseguidadel camión,parasaludarla.Nofaltóquien
soltaraun chifliditoromántico yle dijera:
7. __ ¡Ándele,loestánesperando!¿Eh,profe?
Él, enojado,se pusoel dedoenlaboca:
__ ¡Cállense,nomolesten!__¡Perobienque se pusorojo!
Nosbajamosy nos repartimosnuestrascosas.Habíaque caminar un buenratohasta el puente por
donde se atravesabael río. Era unpuente colgante de maderaycuerdas.¿Se imaginan?¡Qué bien:
íbamos a pasar por encimadel río! SóloJuanLuisestabadudoso.
__ ¡Oh-oh!,Yono sé si podré pasarcon mi silla-dijo,pensandoenvozalta,peroMarcela lotenía todo
calculado.Se acercó y le dijo:
__ ¡HolaJuan Luis!Yo soyMarcela.
__ ¿Qué tal?–contestóél,mirandopreocupadohacía el puente.
__Tú y yonos vamosair enla lancha.¿Te hassubidoalgunaveza una lanchade motor?
A JuanLuis se iluminólacara:
__ ¡No,perome encantaría!
EntoncesMarcela le chiflóala Mora:
__Fí-uít!
La perra,que andabahasta por el otro lado,llegócorriendo.
Marcela le señalólamochilade JuanLuisy le dijo:
__Esto a la lancha.
¡Y la perra se llevólamochilahastalaorilladel río,pegóun saltoy la dejódentrode lalancha! Luego
regresópara que Marcela laacariciara.
__ ¡Muy bienMorita!
MientrascaminábamosJuanLuisnos saludabadesde lalancha,conuna manoen el aire y laotra enel
lomode la Mora. Por supuesto,llegóantesque nosotros.