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Autores:
Amando López Valero es Catedrático de Universidad en el área
de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la
Universidad de Murcia. Ha sido profesor invitado por diversas
universidades extranjeras de Francia, Portugal y Argentina. Entre
sus publicaciones más destacadas se encuentran: Heurística de la
comunicación: el aula feliz (Editorial Octaedro), Introducción a
la Didáctica de la Lengua y la Literatura. Un enfoque sociocrítico
(Editorial Octaedro), Didáctica de la Literatura: el cuento, la
dramatización y la animación a la lectura (Editorial Octaedro).
Eduardo Encabo Fernández es Profesor Titular de Universidad en
el área de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la Literatura
en la Universidad de Murcia. Ha sido profesor invitado por diversas
universidades extranjeras de Francia, Portugal y Eslovenia. Entre
sus publicaciones más destacadas se encuentran: Heurística de la
comunicación: el aula feliz (Editorial Octaedro), Introducción a
la Didáctica de la Lengua y la Literatura. Un enfoque sociocrítico
(Editorial Octaedro), Didáctica de la Literatura: el cuento, la
dramatización y la animación a la lectura (Editorial Octaedro).
Amando López Valero
Eduardo Encabo Fernández
Lenguaje, cultura
y discriminación
la equidad comunicativa
entre géneros
EDICIONES MÁGINA
EDITORIAL OCTAEDRO ANDALUCÍA
Título: Lenguaje, cultura y discriminación
Autores: Amando López Valero y Eduardo Encabo Fernández
Primera edición en papel: febrero de 2008
Primera edición: mayo de 2010
© Amando López Valero y Eduardo Encabo Fernández
© Derechos exclusivos de edición:
Ediciones Mágina, S.L.
(Editorial Octaedro Andalucía)
Pol. Ind. Virgen de las Nieves
Paseo del Lino, 6 - 18110 Las Gabias - Granada
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por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos
Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear
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ISBN: 978-84-95345-65-3
Depósito legal: B. 24.243-2010
DIGITALIZACIÓN: EDITORIAL OCTAEDRO
5
Índice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 7
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 9
1. Lenguaje, cultura y didáctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 28
1.1. Estudiar la temática del género desde la Didáctica
de la Lengua y la Literatura  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 31
1.1.1. Conformación de la Didáctica de la Lengua y la Literatura . . . . 	 35
1.1.2. El desarrollo de las habilidades lingüísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 41
1.2. Cultura, estructuras sociales y discriminación
en razón de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 47
1.2.1. Estereotipos y rasgos de personalidad  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 48
1.2.2. Núcleos importantes de socialización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 51
1.2.3. Literatura, varones y mujeres  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 54
1.2.4. Manifestaciones culturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 65
2. Lenguaje y diferencias de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 72
2.1. El lenguaje y su relación con el pensamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 75
2.2. Gramática femenina, gramática masculina  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 84
2.2.1. Niveles lingüísticos y diferencias de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 89
2.2.2. Códigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 97
2.3. Competencia comunicativa e identidad de género . . . . . . . . . . . . . . 	 102
2.3.1. El proceso de la comunicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 103
lenguaje, cultura y discriminación
6
2.3.2. Componentes de la competencia comunicativa . . . . . . . . . . . . . . . 	 106
2.3.3. Didáctica crítica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 112
3. Instituciones educativas y diferencias de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 116
3.1. La escuela, ante la formación de mujeres y varones,
¿produce discriminación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 119
3.1.1. La institución educativa  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 120
3.2. La coeducación dentro del modelo crítico de enseñanza . . . . . . . . 	 128
3.2.1. El papel de los agentes críticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 131
3.2.2. Teoría de la Acción Comunicativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 137
3.3. La función del profesorado: el reto crucial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .	 146
4. Estudio y propuestas de cambio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 159
4.1. Experiencias lingüístico-literarias en el aula  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 161
4.1.1. El cuento como género narrativo y las diferencias de género . . . 	 163
4.1.2. Estudio de casos  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 176
4.1.3. Las producciones del alumnado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 178
4.2. Avanzando hacia la equidad comunicativa entre géneros . . . . . . . 	 186
4.2.1. La labor educativa para el avance de la coeducación . . . . . . . . . . . 	 188
4.3. Sugerencias prácticas para una didáctica coeducativa . . . . . . . . . . . 	 192
4.3.1. La Literatura Infantil y Juvenil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 192
4.3.2. Propuestas didácticas: los talleres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 197
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 248
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 260
Índice de figuras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 	 271
7
Prólogo
Se me ofrece a través de estas líneas proporcionar mi opinión acerca de
este libro escrito por dos investigadores bien conocidos en el ámbito de la
Didáctica de la Lengua y la Literatura. Por tanto, es para mí una satisfacción
convertirme en el introductor para el lector que se aproxima a sus páginas.
Ya el título nos ofrece un amplio espectro de posibilidades para la reflexión
y para la acción pues la temática tratada, las diferencias de género, se efectúa
desde una perspectiva interdisciplinar. Este enfoque permite al lector expandir
su pensamiento y reflexionar y trazar líneas de actuación con respecto a dicho
tópico desde una óptica humanística y orientada en Ciencias Sociales.
Considero que es un acierto publicar un texto que estudia las diferen-
cias de género en un momento en el cual la sociedad es dinámica y trata
de superar la dicotomía establecida entre varones y mujeres procurando
igualdad de oportunidades entre los mismos. Una de las claves de la apor-
tación reside en el triángulo conceptual: lenguaje-cultura-didáctica, el cual
se convierte en el eje de toda la aportación. Los autores están convencidos
de que a través de la acción didáctica centrada en la Lengua y la Literatura
se puede incidir en la cultura, procurando de ese modo una transforma-
ción social.
La búsqueda que realizan profundizando en las manifestaciones culturales
para demostrar la desigualdad social persistente es muy interesante. Invitan al
lector a pensar en las situaciones que en la actualidad se presencian, y sobre
todo, en las condiciones que serían deseables para la construcción de la identi-
dad de género. En este momento las mujeres consiguen asentarse encontrando
su rasgos definitorios, pero ese cambio motiva que las estructuras consolida-
lenguaje, cultura y discriminación
8
das del varón sean trastocadas, por lo que este último tiene que redefinir su
identidad. Todo este proceso se halla en constante retroalimentación con las
pautas establecidas por la sociedad.
La mejora de la competencia comunicativa con la inclusión en la misma de
la toma de conciencia de la igualdad de oportunidades entre géneros es otra
de las aportaciones que se efectúa. La cuestión referida a si el comportamiento
comunicativo de varones y mujeres es diferente invita al lector/investigador
a considerar los distintos factores que ahondan en esta separación. Obvia-
mente la conformación y consolidación de procesos comunicativos transita
por la enseñanza de la Lengua y la Literatura y corresponde al ámbito escolar
principalmente y a los otros entornos formativos como familia, medios de
comunicación, grupo de amigos etc., el educar para la igualdad de oportu-
nidades intentando que no se produzcan diferencias acusadas y que los com-
portamientos lleguen a ser estereotipados. Por ello los autores inciden en la
formación del profesorado como aspecto clave para la obtención de la equidad
comunicativa y formativa, dando pautas y directrices de la formación perma-
nente y continua de estos docentes.
La aportación también incluye un estudio escolar que refleja de una ma-
nera clara la distinción que mediante el ámbito escolar, familiar y social va
formando el alumnado con respecto a las atribuciones y comportamientos
que realizan varones y mujeres. Todos estas situaciones conducen a los autores
a proponer una serie de propuestas didácticas que deben servir para iniciar la
labor de toma de conciencia sobre la necesidad de la promoción de la igualdad
de oportunidades entre mujeres y varones, comenzando la misma desde la
comunicación.
Personalmente, me he visto beneficiado de la lectura de este libro, y con-
sidero que el mismo se convierte en fundamental para los estudiosos de la te-
mática, además de suponer una aportación novedosa al área de conocimiento
de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Ahora es necesario que esta pro-
puesta se extienda y sobre todo que la esencia de sus principios sea captada
por las personas dedicadas a la docencia y a la investigación.
Mis más sinceras felicitaciones para los autores, porque han conseguido
plasmar en los contenidos de este libro la mayoría de conceptos, asunción y
directrices necesarias para abordar el tema propuesto.
Dr. António Ricardo Mira
Universidad de Évora (Portugal)
9
Introducción
El trabajo que a continuación se presenta, pretende abordar una te-
mática que paradójicamente mantiene un estatus de novedosa y ya
ampliamente tratada a lo largo de la historia del ser humano. Hablar
de varones y mujeres es algo prácticamente inherente a las perso-
nas ya que desde que el ser humano hace uso de su capacidad de
raciocinio se ha dado cuenta de que se encuentra dividido en dos
sexos: varones y mujeres. Por esa razón, el tratamiento de la temá-
tica no es nuevo aunque sin duda el enfoque que se pretende otor-
gar a este trabajo sí que lo es. Incorporar la perspectiva de género
a un ámbito tan específico como es la enseñanza de la Lengua y la
Literatura supone todo un desafío, ya que estudios desde ámbitos
como el sociológico, el político o el económico están trabajados. A
lo largo del texto aparecerán diversos conceptos, distintas considera-
ciones que tienen que ver con esta problemática acumulativa que ha
derivado en una división del universo social y cultural. Uno de los
elementos que a nuestro juicio más incide en esa separación es, sin
ningún tipo de dudas, el lenguaje. Nuestra concepción del mismo
como componente activo del moldeamiento del pensamiento hace
que su importancia sea crucial a la hora de estudiar cualquier pro-
blemática, en este caso la referida al género. El estudio del lenguaje
en sí es importante pero no podemos desdeñar su enseñanza, ya que
los procesos educativos llegan a ser el vehículo para que la persona
se aproxime a ese lenguaje. Apreciamos pues como puntos de par-
tida el lenguaje, la enseñanza del mismo y los géneros masculino y
lenguaje, cultura y discriminación
10
femenino; ahora bien, éstas no son las concreciones que precisa una
investigación sino que se convierten en soportes fundamentales para
comenzar a esbozar una línea de pensamiento. Fijémonos que tras
los ejes fundamentales del texto, lenguaje, cultura, discriminación y
equidad comunicativa entre géneros se hallan los mencionados pun-
tos de partida. A modo de Matriushka podríamos incluir la igualdad
comunicativa entre mujeres y varones como una consecuencia de la
discriminación y a ésta como producto de una cultura en la que
se realiza un uso del lenguaje en sus diversas manifestaciones. Con
posterioridad veremos qué distinción hay que hacer entre sexo y gé-
nero, qué es un estereotipo o qué soportes y estrategias se pueden
plantear para la mejora educativa y social respecto a esta temática.
Obviamente, sería un tanto pretencioso y arriesgado el comenzar
la defensa de unas ideas, de una línea de pensamiento sin que unos
objetivos hayan sido planteados. Estos van a ser los que guíen el
desarrollo del texto y, sin duda, todo lo que se puede extraer de las
experiencias y reflexiones va a tener que poseer una concordancia
con los mismos. Para enunciar tales metas hemos decidido proponer
un objetivo principal y una serie de secundarios que colaboren en
la consecución del mismo, y cuya concreción ayudará a que com-
prendamos mejor la magnitud del objetivo que desde este escrito
asumimos
Objetivo general: Realizar una propuesta de actuación comunicativa
basada en la real igualdad de oportunidades entre ambos géneros.
El hecho de que esta sea la meta principal de este estudio de-
nota un pretencioso quehacer. En la redacción de este objetivo se
encierran todos los contenidos que a continuación se desarrollarán,
aunque como la persona lectora habrá podido deducir, dicho obje-
tivo no ha tenido una especificación o introducción acerca de las
connotaciones que posee; conviene especificar que la propuesta de
igualdad comunicativa debe venir dada por una mejora dentro del
ámbito que supone la enseñanza de la Lengua y la Literatura. La
comunicación debe ser la transposición de las concepciones abs-
tractas que se tienen sobre el lenguaje. Como complemento a este
primer hemistiquio hallamos que se propugna la real igualdad de
oportunidades entre géneros, implícitamente se está aludiendo a la
problemática que origina la confección de este trabajo: la asimetría
11
introducción
social que se produce en cuanto a las actuaciones de varones y mu-
jeres, es decir, la diferencia existe, y el grado en que lo hace suscita
la preocupación por parte de determinadas personas. Como aspecto
que es susceptible de cambio, desde este texto trataremos de pro-
porcionar pautas de actuación que, desde el área de Didáctica de
la Lengua y la Literatura, puedan ayudar a la mejora tanto escolar
como social. Queda pues explicado el principal objetivo que esta-
blecemos para lograr al término de esta labor científica.
Objetivo número 1: Profundizar en el estudio de la teoría crítica de la
enseñanza, para conformar un marco teórico adecuado.
Tras haber descrito el objetivo general debemos buscar un sopor-
te teórico que nos ayude a desarrollar nuestras tareas. La adhesión a
una postura determinada de pensamiento siempre conlleva pros y con-
tras, por eso solía decir Aristóteles aquello que versaba: in virtus media;
aunque desde este trabajo vamos a optar por el modelo crítico de pen-
samiento y actuación. Amparados en la teoría crítica tomaremos esta
filosofía para establecer las bases de nuestra pretendida transformación
social y escolar en lo que respecta a las diferencias de género. La apli-
cación de la teoría crítica a los procesos de enseñanza y aprendizaje nos
debe conceder una nueva perspectiva y debe facilitar, a través de sus
presupuestos, la posibilidad del cambio.
Objetivo número 2: Analizar la situación actual sobre la influencia
del lenguaje en la configuración de estereotipos sexistas en las personas.
Como bien hemos dicho previamente, la importancia del lenguaje
en nuestras vidas es más que notable; la afirmación de Saussure (1973)
referida a que el lenguaje es un hecho social ya denota cuáles pue-
den ser nuestras intenciones. Más adelante tendremos que reflexionar
acerca de la psicología social y el concepto de estereotipos, pero baste
decir que éstos se hallan profundamente marcados por el estigma del
sexismo. Nuestra labor será la de pergeñar un discurso que enlace el
uso del lenguaje como una de las causas más directas a la hora de con-
formar los mencionados estereotipos incluidos en el pensamiento de
las personas.
lenguaje, cultura y discriminación
12
Objetivo número 3: Justificar la urgencia de la transformación comu-
nicativa, tanto social como escolar.
A partir del anterior objetivo, si nuestros indicios son los correctos
será preceptivo el justificar de una manera clara por qué creemos que es
importante cambiar las actuales estructuras comunicativas que aconte-
cen entre las personas, es decir, cuáles son las razones que argumenta-
mos para decir que el uso del lenguaje en su práctica no es el adecuado y
que mediante su cambio es posible que los estereotipos de género y, por
ende, el pensamiento puedan ser modificados derivando en una socie-
dad más justa e igualitaria.
Objetivo número 4: Realizar la transposición didáctica de todo el es-
tudio que se haga, de forma que se inserte en el modelo crítico de la ense-
ñanza.
Está claro que nuestra reflexión no puede quedar únicamente en las
palabras y en la sugerencia de pensamientos a las personas lectoras sino
que debemos intentar proporcionar estrategias que ayuden a llevar a
buen fin lo que estamos planteando. Desde la Didáctica de la Lengua y
la Literatura tenemos que defender un enfoque comunicativo y funcio-
nal de la enseñanza; por esa razón la participación activa va a ser funda-
mental a la hora de poder lograr las metas que nos marcamos.
Una vez que han sido expuestos los objetivos, es pertinente realizar
algunas aclaraciones que sin lugar a dudas van a repercutir en la mejor
comprensión del desarrollo de este estudio. Tal y como se ha reseñado
al comienzo del texto, desde tiempos inmemorables somos conscientes
de que la especie humana está compuesta por mujeres y por varones;
esto es algo que no se puede discutir ya que insertos en el mundo de la
naturaleza, físicamente se establece la diferencia, anatómicamente somos
distintos, y aunque en lo que respecta a las funciones vitales somos simi-
lares, hay diferencias significativas entre ambos sexos. Por tanto procede
utilizar el término sexo cuando nos vayamos a referir a la diferencia física
que se establece entre mujer y varón. A partir de aquí surge la interro-
gante: entonces, ¿qué entendemos por género? Tenemos que relacionarlo
con los elementos culturales y sobre todo con el proceso de socialización,
es decir, a la hora de insertarnos en una determinada sociedad recibimos
unas pautas de comportamiento que vamos interiorizando y por las cua-
13
introducción
les vamos a ir rigiendo nuestras actuaciones (Héritier, 1996). Podríamos
decir que el género no nos es dado de una manera innata sino que se va
aprendiendo y asimilando, tiene más que ver con factores sociales que
genéticos (Glover y Kaplan, 2000). A partir de aquí podemos advertir
que la diferencia de sexos se ha prolongado y se ha convertido en dife-
rencia de géneros, ¿existe una verdadera necesidad de que esto acontez-
ca? Desde nuestra línea de pensamiento creemos que no. Tal y como el
ser humano ha estructurado la sociedad no tienen por qué existir tantas
distinciones y restricciones ni para uno ni para otro género ya que eso
es limitar la evolución de las persona y privarla de la consecución de
determinadas metas de las que es potencialmente capaz. Socialmente se
asignan diferentes roles a la mujer y al varón hasta tal punto que se van
delimitando sus campos de actuación e incluso sus posibilidades cog-
nitivas y sentimentales (Mead, 1961). La diferencia existe, pero la cues-
tión es: ¿merece la pena denunciarla? ¿Conviene cambiarla? ¿Se busca la
igualdad de oportunidades, o la inversión de las situaciones de poder? La
complejidad del ser humano impide dar una respuesta concreta y ade-
cuada a estas cuestiones. Está claro que algo no funciona bien dentro de
las estructuras sociales cuando un trabajo como es éste se ha realizado. Si
la diferenciación es un hecho hay que plantearse hasta qué punto se pro-
duce la diferencia, y por supuesto si es sostenible o no lo es (Nicholson,
1987). Si nos atenemos a la historia y la actualidad, parece obvio que la
aparición de la violencia entre géneros –en lo que concierne a maltratos,
asesinatos, vejaciones– es motivo suficiente para tratar de encontrar al-
ternativas que conlleven una mejor relación entre las personas. La cul-
tura que hemos construido los seres humanos propugna las relaciones
sociales y empareja a varones y mujeres abogando por su convivencia,
pero si la diferencia está en la raíz del funcionamiento social no podemos
alarmarnos ante situaciones de conflicto ya que no estamos poniendo las
bases para que exista una convivencia adecuada entre ambos géneros. El
hecho de la diferenciación se repite a lo largo de las diversas manifesta-
ciones culturales que acontecen a lo largo del planeta, los roles del varón
y de la mujer se separan y por ello suele suceder un abismo comunicati-
vo que impide una mejor convivencia y construcción de las condiciones
sociales (Buxó, 1988). Por tanto, tenemos que reflexionar en torno a la
problemática que acontece con respecto a la diferencia de género ya que
si ésta es consecuencia de un devenir social, está en manos de los com-
ponentes de la mencionada composición social el intentar solucionarlo;
a partir de la diferencia de sexo sí se pueden establecer otras pautas que
lenguaje, cultura y discriminación
14
ayudan a la igualación de géneros, concretamente desde nuestra pers-
pectiva abordaremos el uso del lenguaje en sus diversas manifestaciones
y sobre todo cómo vamos a enseñar a utilizar y aprehender ese lenguaje,
pero tenemos que ser conscientes de que hay otros ámbitos sociales don-
de es preciso abogar por el cambio; así, en lo que atañe a lo económico es
preciso equiparar salarios, también se debe mejorar el trato, el acceso a la
política, a puestos sociales determinados para que no exista una excesiva
tendencia a estereotipar en razón de género. La situación es complicada
ya que el paso del tiempo ha arraigado el pensamiento colectivo y en el
inconsciente se encuentran consolidadas las ideas referidas a lo que debe
ser una mujer y lo que tiene que hacer un varón dentro del sistema como
elementos interdependientes que son.
Una vez hecha la matización referida a los conceptos de género y
de sexo, conviene que nos adentremos en la incorporación de otras dos
nociones que van a tener gran trascendencia a la hora de defender nues-
tro punto de vista y que nos van a ayudar a entender bastantes aspec-
tos de la realidad social que estamos cuestionando: el androcentrismo y
los estereotipos. El primero de ellos es una tendencia que se estableció
como referente del funcionamiento de un tipo de sociedad que ya casi
ha desaparecido, es decir, ver al varón como el elemento principal de
las dinámicas sociales y a la mujer como la abnegada, subyugada a los
deseos del mismo fue algo bastante evidente hasta el siglo xxi. Como
consecuencia de ese planteamiento la conformación de las estructuras
sociales se ve afectada por esta situación teniendo los elementos de la
sociedad un corte evidentemente masculino. Hay que ser conscientes
de que si esa situación se ha consolidado con el paso del tiempo, el pre-
tender propugnar un cambio inmediato es algo que adquiere el adjetivo
de estulto. Por eso las transformaciones tienen que ser progresivas, ya
que como bien sabemos los cambios de las concepciones sociales son
más lentos de lo que aparentan, y en lo que a nosotros respecta, desde la
Didáctica de la Lengua y la Literatura tenemos que aportar estrategias
y concepciones que ayuden a la mejora de las situaciones comunicativas
de las personas. Por tanto, cuando utilicemos el término androcentris-
mo aludiremos a una interpretación y comprensión de las estructuras
y acontecimientos sociales donde el varón es el protagonista y la mujer
queda en segundo plano, aspecto que en el caso que nos ocupa no nos
interesa y contra el que precisamente estamos propugnando una trans-
formación. En la aludida conformación social que gira alrededor del
varón tienen mucho que ver los aspectos que se relacionan con el pen-
15
introducción
samiento, la cognición es importante en el momento de determinar las
acciones de las personas en su interacción con el mundo. Está claro que
el intelecto humano no es capaz de almacenar toda la gran cantidad de
información y de estímulos a la cual se expone diariamente, es por esa
razón por la cual hay que recurrir a estrategias que ayuden a ordenar el
pensamiento y a reducir el espectro de posibilidades que se perciben.
Para llevar a cabo esa labor el instrumento que las personas poseemos
es el denominado estereotipo; éste se puede definir como el conjunto de
creencias compartidas sobre las características personales de un indivi-
duo, generalmente rasgos de personalidad, pero también acerca de los
comportamientos de un grupo de personas (Yzerbyt y Schadron, 1996).
Es pertinente hacer un análisis de los términos que se han utilizado en
la apuntada acotación; así, el hecho de ser creencias hace que tenga un
componente no empírico, es decir, no comprobado. El estereotipo no
tiene una base sólida donde apoyarse sino que es formulado de forma
arbitraria según la conveniencia de la persona o colectivo que lo utiliza.
Sin duda, que el estereotipo se halla unido a las representaciones socia-
les (Colom, 1996) y está en función de las progresivas transformaciones
que la sociedad sufre, por esa razón las creencias tendrán una funda-
mentación de tipo colectivo-social y será misión del grupo el modificar
o agregar nuevas percepciones o ideas. Ahora bien, ¿acerca de qué se
tienen esas creencias? Es sencillo, se poseen respecto a características
personales o bien grupales. En lo que a nosotros nos afecta, es esta se-
gunda cuestión la que más interés va a tener, y esto va a ser así porque
hay que ser consciente de que estereotipar es la antesala del prejuicio y
de la discriminación. Debe quedar claro que no tenemos que abogar
por la erradicación de los estereotipos ya que son positivos en nuestras
vidas, porque nos ahorran esfuerzo y nos proporcionan ingente infor-
mación para que conozcamos de una mejor manera la realidad que nos
rodea y, en última instancia, la que no conocemos de forma directa ya
que nos es lejana. El problema surge cuando la utilización de los este-
reotipos se realiza con unos fines partidistas que se corresponden con
posturas discriminatorias o sirven para encasillar a un grupo social en
unas determinadas pautas de comportamiento, limitando su crecimien-
to y expansión o su desarrollo integral como personas. La aplicación del
concepto de estereotipo a este texto parece muy clara; la división social
que se ha establecido colocando al varón en un extremo de las condi-
ciones sociales y a la mujer en el otro, diáfanamente origina una sección
y la aparición de los denominados estereotipos de género. Estos últimos
lenguaje, cultura y discriminación
16
estarán referidos tanto a los varones como a las mujeres, aunque como
sabemos históricamente han perjudicado de una forma notable a la mu-
jer, así como al varón (Quin y McMahon, 1997). Se puede apreciar
cómo en este caso el estereotipo ha sido generador de acusadas diferen-
cias creando una importante separación entre ambos géneros, ya que las
reacciones de las personas ante la tarea que supone describir a una mujer
o a un varón son claras: de una manera general, por la primera enten-
derán alguien timorato, débil y sensible mientras que por el segundo
tendrán la imagen mental de alguien fuerte, emprendedor y falto de de-
licadeza. ¿Esto es una situación real? Evidentemente, la respuesta a esta
pregunta es no. Como bien venimos apuntando, todo se corresponde
con una situación de tipo cultural, con una construcción colectiva, con
una arbitrariedad, que motiva la diferenciación subyugando un género
al otro y limitando las oportunidades de ambos.
El retrato mental en que se convierte el estereotipo implica que ya
presupongamos cómo va a ser el comportamiento de una persona an-
tes de observarlo (Smith y Mackie, 1997), se juega con la suposición,
cosa que generalmente puede conducir al error. Es algo frustrante para
una persona de un género determinado, pongamos por caso un niño
que quiera jugar a la comba o que desee vestirse completamente de co-
lor rosa, ser objeto de mofas y vejaciones por parte de sus compañeros
y compañeras, además de familiares o docentes. Tal vez el ejemplo es
un poco exacerbado pero responde a una realidad que hunde sus raíces
en el inconsciente colectivo. El estereotipo es un elemento que posee
una vertiente de corte eminentemente psicológico y por ello se refiere
de forma particular a los rasgos de personalidad que poseen las personas
(Jayme y Sau, 1996). Así, se suele pensar en la mujer como objeto de un
mayor nivel de neuroticismo, es decir, de una mayor inestabilidad ante
las situaciones de la vida; se le asocia, de igual modo, una menor capaci-
dad investigadora y emprendedora, y también se las considera más ama-
bles, introvertidas y responsables; mientras que al varón se le asignan
los rasgos de personalidad opuestos, de lo que podemos deducir que la
sociedad se va conformando en función de estas visiones estereotipadas,
lo que sin duda reduce las posibilidades de actuación de las personas.
Tal es el grado de asignación a uno de los dos géneros de una forma
taxativa que desde los primeros años de la vida de los seres humanos,
un componente antropológico importante como es la forma de vestir de
las personas ya se encuentra determinado; y es que el azul es asignado al
varón mientras que el rosa es el color que deben utilizar las niñas (Su-
17
introducción
birats y Brullet, 1988). Esta situación es un hecho que no está abolido,
y no se produce con toda la asiduidad que sería deseable la utilización
indistinta de los colores destinados a la ropa de los niños y de las niñas.
Éste es un detalle curioso pero, si vamos más allá, muchos de los jue-
gos escolares se encuentran estereotipados, hay situaciones sociales que
están predestinadas al varón, por ejemplo el fútbol, y hay aspectos que
se relacionan con la mujer, véase la moda. Nuestro deseo es reflexionar
acerca de si estas situaciones son realmente positivas para la evolución
de las personas y si se puede propiciar algún cambio.
Hasta el momento ya conocemos que sexo y género se hallan en un
mismo plano de actuación social pero no por ello son cosas semejantes
sino que existe un importante matiz diferenciador, y también nos he-
mos aproximado a la concepción de estereotipo como uno de los instru-
mentos que ayuda a que se produzca la diferencia de género. Estas dos
revelaciones comienzan a modelar una situación social que es objeto de
nuestro estudio. Fijémonos en que tanto el género como los estereotipos
se unen con dos de los ejes del título que encabeza este estudio: cultura
y discriminación. Claramente vemos esa concordancia, pero parece ob-
vio que hace falta establecer una relación con el tercer eje que se sitúa
como parte trascendental de este trabajo: el lenguaje. La cuestión es ¿tie-
nen algo que ver? Por supuesto, como indicábamos al comienzo de esta
introducción es el lenguaje el que da sentido a las situaciones de tipo
humano y por ende social. Es el elemento que mejor distingue a nues-
tra especie de otro tipo de animales, y con esto no queremos indicar
que los animales no se comuniquen o posean un lenguaje propio, sino
que debemos precisar que si es un elemento diferenciador es porque lo
concebimos en toda la magnitud que la definición del término puede
tener. Hay múltiples manifestaciones del lenguaje que los seres huma-
nos hemos particularizado y únicamente son utilizadas por las perso-
nas. El ejemplo más notable es el referido a la manifestación que supone
el habla, que probablemente sea la expresión más compleja y lograda, ya
que la correcta ejecución de la misma y la continuidad en su uso sólo ha
sido lograda por el ser humano. Si de lenguaje hablamos está claro que
estamos aludiendo a una manifestación exclusiva de nuestra especie,
démonos cuenta de que en nuestra cotidianeidad es sencillo encontrar
diversas manifestaciones de tipo lingüístico, incluso se podría afirmar
que las personas son en sí mismas todo un lenguaje. Desde el momento
en el cual comienza el día, ya sea de manera icónica, hablada o escrita
estamos en contacto con el lenguaje, por lo que se hace prácticamente
lenguaje, cultura y discriminación
18
imprescindible tener una conciencia y un conocimiento del mismo. La
importancia que alcanza en nuestras vidas tal vez sea inconmensurable y
es por esa razón por la que estamos en condiciones de afirmar que prác-
ticamente sería imposible concebir una sociedad con las características
actuales que estuviese exenta de lenguaje (Mauthner, 2001). El hecho
de que sea inherente a nuestra existencia hace que su trascendencia sea
elevada y también motiva que condicione muchas de las dimensiones de
nuestro desarrollo vital. ¿Cómo va a venir dado ese condicionamiento?
Parece claro que va a ser a través del uso del lenguaje como se van a
producir todas las acciones posteriores, en su utilización tenemos que
buscar la raíz del acontecer de las situaciones. De no ser así, el lenguaje
no dejaría de ser algo abstracto que se situaría alejado de la realidad y
que formaría parte del mundo de las ideas, ya que no habría manifesta-
ciones que probasen que realmente existe. Por suerte, tenemos diversas
acciones que demuestran que somos portadores de un lenguaje; tanto
la oralidad, la escritura, lo icónico o la proxémica son diversificaciones
del lenguaje para que éste no se presente de un modo único y pueda ser
usado por las personas en diferentes contextos y situaciones. El lenguaje
es la herramienta que va a ayudar a la persona a interpretar y reflexio-
nar sobre la realidad que le acontece. Esta realidad adopta cada vez un
mayor grado de complejidad, por lo que el lenguaje se especializa y las
manifestaciones, a las cuales hemos aludido, se hacen más específicas.
De esta manera, no es difícil encontrar un lenguaje de negocios, un
lenguaje cinematográfico, un lenguaje referido a protocolos, etc. El len-
guaje se orienta, de una manera más que evidente, hacia la acción social
(Holtgraves, 2001), además de ser el eje central de la individualidad, por
lo tanto no sólo es un hecho individual y social sino que se orienta hacia
el establecimiento y la transformación de las estructuras de tipo social.
Deducimos, pues, que a través del lenguaje se van forjando las carac-
terísticas de una sociedad y, si queremos enlazar lo dicho con aspectos
previamente tratados, diremos que la aparición de los estereotipos tiene
mucho que ver con la utilización del lenguaje, por tanto la construcción
de ese lenguaje tendrá también mucho que aportar a la conformación
social. De todos modos, hay que indicar que pese a que, como hemos
indicado, las manifestaciones son diversas, parece evidente que el nivel
abstracto que estamos tratando sea difícil de aplicar a las situaciones
cotidianas; por esa razón, tenemos que buscar una simplificación del
concepto de lenguaje, un desglose, y éste lo encontramos en la distin-
ción saussuriana referida a Lengua y habla. Por la primera entiende una
19
introducción
forma particular que adquiere el lenguaje en una comunidad social de-
terminada, mientras que por la segunda denotamos el comportamiento
de la persona que pone en práctica la referida Lengua. Así, esta última
es la que se convierte en la principal concreción del lenguaje y solemos
referirnos al uso de la Lengua como concretización y como medio de
simplificar nuestra tarea de estudio. Una vez efectuada esta distinción
nos será más sencillo hacer uso de ambos términos cuando el mismo sea
pertinente a lo largo de este discurso escrito.
Los recursos de la Lengua y por ende del lenguaje son extensísimos
pero queremos reparar especialmente en uno de ellos ya que nos pare-
ce de especial trascendencia a la hora de poner en relación la cultura
y la discriminación con el elemento lenguaje, estamos aludiendo a las
metáforas. Es nuestro deseo ir más allá de la funcionalidad retórica de
las mismas y considerarlas como un importante elemento de funciona-
miento social. Así, a través de la metáfora conseguimos llevar a buen fin
las comparaciones que los seres humanos solemos realizar. Recordemos
que una de las funciones del lenguaje es la reguladora, es decir, nos sirve
para tener una referencia de las otras personas y de las otras situacio-
nes. Para poder ejecutar dicha acción en muchas ocasiones tenemos que
recurrir a la comparación, que realizamos a través de la metáfora. Sin
duda que el sabernos más que, igual que o menos que nos confiere una
perspectiva diferente y nos informa sobre cuál es nuestra situación en la
vida cotidiana (Lakoff y Johnson, 1995), pero si nos estamos refiriendo
a metáforas tenemos que asumir que las mismas incluyen un uso de la
Lengua, y esa utilización puede tener una connotación peyorativa; ob-
servemos la expresión: eres más bruto que un arado en clara alusión a un
estereotipo de género asignado al varón (rudeza), donde se compara la
condición de la persona con la basta acción que supone el arado de una
plantación o campo. Comparar es correcto y además es una acción que
desarrollamos en la vida diaria pero hay que ser consciente de la impor-
tancia de eximir aquellas comparaciones hiperbólicas que se basan en el
uso de estereotipos de género.
Deducimos pues, de lo expuesto hasta el momento, que el lenguaje
es una poderosa arma que las personas poseemos para poder utilizar
en las distintas situaciones de la vida; podríamos indicar que es la llave
que nos facilita el acceso al conocimiento de la realidad, y que su domi-
nio es directamente proporcional a las posibilidades de exploración que
tenemos del ámbito social. En la actualidad, existe un problema im-
portante relacionado con el lenguaje que es el descuido que se aplica al
lenguaje, cultura y discriminación
20
mismo. Baste decir que la carestía de vocabulario es una problemática
que requiere una inminente solución, es posible poner en relación este
aspecto con el concepto de estereotipo: la reducción de posibilidades
implica una restrictiva visión del mundo, creando patrones determina-
dos y no permitiendo una flexibilidad de pensamiento. Esto lo podemos
ver reflejado en los roles de la mujer y del varón y en las imágenes so-
ciales que se han confeccionado acerca de ellos. La regla es simple: si el
léxico utilizado es reducido, la descripción y concepción de los elemen-
tos del sistema también lo será, por lo que será muy difícil modificar la
visión estereotipada. Dimana de lo dicho la necesidad de un cuidado
del lenguaje y de un conocimiento del mismo para que no pierda su
condición de poderosa arma capaz de configurar las situaciones y acon-
tecimientos de la realidad. Precisamente, el hecho de hablar de un uso
restringido del lenguaje está incardinado en la descripción del tipo de
sociedad de la cual somos partícipes. En estos comienzos de milenio y
de siglo, asistimos a la eclosión de la funcionalidad y del mercantilismo,
la cultura de las artes y del conocimiento ha dejado paso a lo efectivo y
a lo productivo. La especialización máxima de las personas a la hora de
formarse motiva que su actuación dentro de la sociedad –como elemen-
tos de la misma– sea restringida. Sin duda, tendemos a tener un cono-
cimiento de un entorno reducido y los roles cada vez están más prede-
terminados. ¿Esto sucede con el varón y con la mujer? Evidentemente,
también quedan salpicados por la problemática ya que, las funciones
y puestos laborales requieren un perfil y la sociedad ya tiene una pre-
determinación prevista para los mismos, es decir, el estereotipo indica
que si el varón es más emprendedor se adaptará mejor a un trabajo que
requiera esa característica y como existe una urgencia de tiempo y efec-
tividad, no ha lugar a probaturas con personas del otro género sino que
se escoge al varón. Esto provoca que no exista una evolución real, un
enriquecimiento, sino que se estreche el cerco de posibilidades y, si bien
hay mujeres que acceden a puestos de varones y viceversa, no es esta
la situación más corriente. Como indicábamos para estudiar el uso del
lenguaje, la importancia de su enseñanza y su relación con las diferen-
cias de género, tenemos que estar atentos a otros ámbitos que influyen
significativamente en nuestra labor. En la conformación de la identidad
de género influye el ámbito que tiene que ver con la política (Morgado
2001). Así, los entramados económico y político han tomado especial
relevancia en nuestros días y vivimos bajo el amparo de una filosofía
de pensamiento denominada neoliberalismo (Navarro, 1997). La misma
21
introducción
está apoyada en unos presupuestos mercantiles donde es el producto
final lo que se tiene en cuenta y el proceso para llegar al mismo queda
en segundo plano; esta visión maquiavélica se convierte en un obstáculo
para el fin de nuestro planteamiento; y lo hace porque eleva a la catego-
ría de muy difícil el intento por mejorar los procesos de conformación
de los estereotipos de género, ya que esto no es algo productivo y que
pueda merecer la pena dentro del mercado. Es un hecho que dentro
del neoliberalismo la globalización y la velocidad de la información son
cruciales para que el sistema sea más productivo. La tendencia es cla-
ra: hay que avanzar hacia la homogeneidad, dejando la diversidad en
un segundo plano, sólo así se puede entender la insistencia en crear un
mundo basado en la globalización (Navarro, 2000; Madhukar, 2003),
donde las cosas dejan de tener una identidad definida y se diluyen en el
grupo; este hecho viene a ahondar en la realidad estereotipada, donde
es más sencillo funcionar con clichés, y anuncia un oscuro panorama
para el pretendido cambio. La presencia de este sistema económico y
político parece que será prolongada, con lo que no deja mucho margen
de maniobra para nuestras intenciones. Pero, ¿cuál es el reducto en el
cual nos tenemos que amparar? Sencillamente en que el conglomerado
social está compuesto por personas y si éstas son las que han originado
la situación actual, también pueden ser capaces de cambiarla.
Parece claro que si el beneficio es lo que cuenta y que se presta gran
atención a las cuestiones de producción (Chomsky, 2001), es compli-
cado pensar que se va a dedicar esfuerzo y empeño a la transformación
social y escolar que propugna la igualdad de género, pero desde el área
de Ciencias Sociales tenemos que investigar y abogar por la expan-
sión de investigaciones y difusión de resultados que sensibilicen a la
sociedad de la situación que está aconteciendo. La época que vivimos
es difícilmente adjetivable con un calificativo histórico al igual que el
modernismo o el postmodernismo. De todas formas sí que podemos
constatar que el afán de superación económica y de producción asola
todos los ámbitos tanto sociales, como laborales o escolares; es posi-
ble contemplar cómo la escuela va transformando sus finalidades y
va centrando sus objetivos en la producción de personas competentes
que puedan ser útiles al sistema, y en esa concepción tal vez no me-
rezca la pena cuestionarse la problemática referida a las diferencias de
género. Los achaques sociales y escolares parecen claros, la aparición
de la conflictividad es un hecho, la inversión económica en la escuela
exige de unos resultados más que la justificación de los procesos se-
lenguaje, cultura y discriminación
22
guidos para llegar a los mismos (Giddens, 1990). El pretendido estado
del bienestar se va diluyendo en las ansias de hacinar y producir cada
vez más y más. Todo se halla pues en un continuo cambio, en una
transición constante en la cual no hay tiempo para la reflexión y para
cuestionarse determinados temas; dentro de los procesos formativos
la transversalidad que supone educar para la igualdad de oportuni-
dades entre ambos géneros no es algo que disponga de tiempo ya que
restaría efectividad al resto de aprendizajes específicos que requiere la
persona para insertarse de una manera productiva en el sistema social.
Aquí es cuando nosotros lanzamos la pregunta: ¿queremos personas
eficaces o queremos que estén formadas y posean unos conocimientos
que les permitan conocer la realidad que les acontece? Nuestra defensa
es diáfana ya que optamos por la segunda de las opciones planteadas,
y en ella se incluye concienciarse de la desigualdad social entre muje-
res y varones. Tal vez no se produzcan tantas cosas pero el bienestar
personal y colectivo sea mayor en lo que respecta a la convivencia y a
la concordia entre las personas.
El mundo en continua transformación hace que tengamos que plan-
tearnos muchas cosas si queremos pensar en un cambio; los ámbitos
político, social, económico y educativo se entrelazan entre sí de manera
inevitable y cualquier variación en uno de ellos motiva que se modifique
el otro (King, 1999). Sin duda, pese a que hagamos esa aseveración y
tengamos la certeza de que eso va a suceder así, la realidad es que vivi-
mos unos tiempos en los que la incertidumbre es la característica funda-
mental; no podemos calibrar hacia dónde se dirigen los continuos cam-
bios sociales y, lo que es peor, no podemos saber si serán o no positivos
para la evolución humana. Siendo componentes de este veloz sistema
es difícil poseer una concepción aséptica y exterior de lo que realmente
está aconteciendo, y dar una visión globalizada no es sencillo, los rasgos
de identidad son muchos y variados (aumento de la edad poblacional,
migraciones constantes, intento de desarrollo sostenible...) y por eso
definir la sociedad actual por un rasgo significativo es prácticamente
imposible (Kenway y Bullen, 2000). La situación ideológica que rodea
con su halo la sociedad impulsa situaciones absolutistas donde, pese a
vivir en estados democráticos, ese estado es más bien ilusorio que real.
El hecho de que el poder haya pasado a estar en manos de unos pocos
hace que la pretendida democracia se vaya diluyendo paulatinamente.
Y en ese proceso absolutista la situación de desigualdad entre mujeres
y varones también sigue estando patente (Navarro, 2002), lo cual va a
23
introducción
perpetuar la falta de justicia o equidad entre ambos géneros. Con este
marco de actuación no es sencillo llevar a buen fin un trabajo como éste
que está relacionado con la diferencia de géneros, pero nosotros parti-
mos de la premisa de que tiene que ver con la relación entre sociedad y
escuela. Partiendo de la cuestión retórica, ¿puede la escuela transformar
la sociedad o es esta última la que cambia a la primera? Creemos que
esa dualidad indisociable se decanta más por el hecho de que desde las
estructuras escolares se puede influir sobremanera sobre la sociedad, es
decir, desde las vivencias que se realizan en el entorno escolar se pueden
acumular unos bagajes y experiencias que luego podrán ser puestos en
práctica en el ámbito de lo social. El problema surge cuando las institu-
ciones educativas comienzan a impregnarse de un ambiente neoliberal
ya que de ese modo la ideología se expande desde los comienzos de la
formación de las personas y éstas ya están predispuestas a actuar de una
manera determinada, es decir, orientadas a la acumulación de bienes
materiales y a la producción social (Pérez, 1998). Pero de momento esa
situación no se ha dado de una manera total sino que todavía no se
ha extendido ese modelo de educación basada en la producción don-
de las instituciones ofertan una enseñanza para la captación de clientes
como si de un centro comercial se tratase. No podemos desvirtuar la
función de la educación, como proceso universal que posee una tradi-
ción histórica muy importante, tenemos que defender su naturaleza, y
que los procesos de enseñanza y aprendizaje se pongan al servicio de
la sociedad, pero que sea una labor correcta y positiva para la mejora
de las personas y para su desarrollo integral y en ningún caso para la
transformación hacia una sociedad mecánica compuesta por autómatas.
La educación se va a convertir pues en un útil recurso del cual vamos
a hacer uso para el intento de transformar las estructuras referidas a la
desigualdad de oportunidades entre mujeres y varones.
Es la Educación el instrumento por nosotros elegido para conseguir
los ambiciosos objetivos que nos hemos planteado. Cuando hablamos de
Educación hemos de hacerlo siempre con el respeto que esta práctica lle-
va asociado con ella; educar es algo que ha estado unido al ser humano
desde el momento en el que las personas primitivas enseñaban a sus seme-
jantes cómo cazar a los animales para poder satisfacer el instinto referido
a la nutrición. Con el paso del tiempo, hemos llegado a una era en la que
la Educación sin dejar de ser algo importante, sí que es considerada como
un aspecto que está en segundo plano dentro del entramado social. Si
hemos de regirnos por la ideología neoliberal, el hecho de que le sea asig-
lenguaje, cultura y discriminación
24
nada una partida económica mucho menor que a otros ámbitos denota
que no está tan considerada como debería. Tal circunstancia convierte a
la ideal Educación en algo utópico ya que con los medios que se facilitan
a la comunidad educativa es difícil lograr que los procesos de enseñanza
y aprendizaje deriven en algo más productivo de lo que lo hacen. Co-
mentado el hecho de que la Educación con el paso del tiempo siempre ha
sido un elemento que ha estado inserto en las sociedades, es pertinente
indicar que parece claro que es un aspecto social muy necesario (Delors,
1996), y así como el lenguaje es un hecho social parece que la Educación
también puede recoger esta denominación. Lo cierto es que a través de
la educación se canalizan todas las normas y pautas de actuación que la
ciudadanía debe llevar a cabo durante su devenir vital, por ello debemos
conceder una mayor importancia al hecho educativo y observar que des-
de el mismo podemos sentar las bases de una transformación hacia la
igualdad de géneros. Valga el juego lingüístico y digamos que coeducar
es formar en valores, la educación también es un valor en sí misma (Sava-
ter, 1997). Esto es, intrínsecamente posee una funcionalidad que es muy
notable y que se traduce en los procesos de socialización, gradualmente
el sistema escolar va introduciendo a nuevas generaciones en el sistema
social, dichas personas han pasado buena parte de su vida adquiriendo
unos conocimientos y unas destrezas que van a influir sobremanera en su
comportamiento dentro de la sociedad. No hay duda de que el lenguaje y
su enseñanza van a ser esenciales, ya que van a constituirse en un apren-
dizaje instrumental de aplicación universal; no olvidemos que al resto de
saberes llegamos a través del uso y conocimiento del lenguaje. Deducimos
de esa afirmación que la Didáctica de la Lengua y la Literatura va a ser la
disciplina de la que emane gran parte de la influencia sobre la conforma-
ción de un pensamiento que propugne el conservadurismo con respecto
a las desigualdades de género o que luche por intentar proporcionar las
mismas posibilidades a mujeres y a varones. El intento debe consistir en
tratar de proporcionar una trascendencia a la muestra de estas situaciones
y qué mejor lugar que la clase de Lengua y Literatura en particular y el
resto de las materias en general para hacer visible el trato que se profesan
mujeres y varones dentro del sistema social y escolar del que forman par-
te (Freixas y Fuentes-Guerra, 1997). La legislación actual aboga por una
filosofía educativa que se ampara en la transversalidad educativa, donde
no hay un trato taxativo de las materias sino que hay cierta flexibilidad
que permite formar a la persona en valores, para que su educación sea
integral y no esté basada únicamente en un tipo determinado de sabe-
25
introducción
res teóricos; como transposición de esa mencionada transversalidad se
proponen una serie de temáticas que pueden ser insertadas dentro de las
Unidades Didácticas para el trabajo con las mismas con la finalidad de
que desarrollen problemáticas que existen en la realidad social (González,
1994). Uno de estos temas es la educación para la igualdad de oportuni-
dades entre mujeres y varones o también denominada coeducación, que
obviamente trata de mostrar en qué situación se hallan la mujer y el varón
tanto social, escolar como laboralmente. Desde nuestra óptica, tenemos
que justificar nuestra incidencia educativa como algo que se va a producir
desde una concepción del lenguaje como elemento transversal, por lo que
intentamos ir más allá de la especificidad de las mencionadas temáticas y
pensamos que desde el cambio a través del lenguaje es también posible la
transformación social en el resto de problemáticas de tipo social.
El tema de género nos parece algo fundamental ya que, además de ser
una realidad más que evidente en cuanto a que hay una división tangible
entre mujeres y varones, existen repercusiones importantes tanto sociales
como escolares que tienen que ver con pertenecer a un género o a otro. Así,
hay aspectos académicos que están fuertemente influenciados por esta pers-
pectiva como puedan ser el rendimiento, el autoconcepto, la personalidad
o los intereses profesionales (Martínez y Pereira, 1995). Esto es muy ilustra-
tivo, ya que nos está indicando que la diferencia existe y que ésta se genera
dentro de la educación, en definitiva, de la socialización. Si tenemos la fir-
me creencia de que los aspectos cognitivos, sentimentales e ideales se forjan
a partir del condicionamiento que supone el uso del lenguaje, lógicamente
tenemos que pensar que la enseñanza del mismo podrá influir de un modo
importante en el proceso formativo de la persona. Y como así lo pensamos
es nuestra obligación tratar de bosquejar un marco teórico y unas estrategias
que estén acordes con lo que propugnamos y que favorezcan la igualación
de oportunidades entre los géneros. Lógicamente, la enseñanza de la Len-
gua y la Literatura no podrá ser descontextualizada y se producirá dentro de
un entorno social que tendrá como producto una serie de manifestaciones
culturales; por ello cobra mucha importancia el introducir los elementos
de tipo cultural dentro de la Didáctica de la Lengua y la Literatura (Pugi-
bet, 2002) porque se van a constituir en un excelente recurso que ayude al
conocimiento de los roles que deben desempeñar las personas a lo largo de
sus vidas. Queda claro que si queremos cambiar el modelo androcéntrico
imperante tenemos que conocer y observar cuáles son las manifestaciones
culturales que refuerzan ese arquetipo, para transformar hay que conocer
previamente y así debemos de actuar dentro de los procesos formativos. En
lenguaje, cultura y discriminación
26
el desarrollo de este trabajo podremos comprobar cómo todo va a derivar
en una serie de propuestas o estrategias didácticas que deben ir en conso-
nancia con el marco teórico que se está proponiendo. Queremos llevar a
buen fin una propuesta educativa que se base en la acción comunicativa con
el fin de consensuar nuestras reflexiones y pensamientos y poder producir el
pretendido cambio.
Como conclusiones de esta introducción debemos extraer varias. En-
tre los puntos más destacados debemos mencionar que el lenguaje se sitúa
en el centro de toda actividad humana y que a partir de él se van con-
formando las estructuras sociales. Ese lenguaje está en conexión directa
e indisociable con el pensamiento humano y lo condiciona, ayudando
a su conformación. Tal nivel de abstracción encuentra su concreción en
los tiempos en los cuales vivimos en una aplicación del uso del lenguaje
que ayuda a construir una ideología neoliberal que basa sus actuaciones
en el mercantilismo y más concretamente en la producción. Dentro de
ese sistema seguimos asistiendo a la desigualdad de oportunidades entre
géneros y a partir del mismo es difícil cambiar esa situación. Ahora bien,
también hemos destacado que la Educación tiene que ser el medio que
nos ayude a intentar transformar las estructuras sociales. Y dentro de los
sistemas educativos, el aprendizaje instrumental que supone el lenguaje
debe ser tratado de una manera didáctica con la finalidad de que las mu-
jeres y los varones puedan acceder a las mismas oportunidades dentro del
sistema social y escolar. Esas acciones que tenemos que llevar a la práctica
dentro de esas anunciadas estrategias tienen que estar basadas en la sensi-
bilización de la comunidad social y escolar sobre la perspectiva de género,
de igual modo tiene que promover la plena participación de la mujer y
del varón en las distintas actividades que se puedan realizar en distin-
tos contextos; para ello es preciso que se aliente a los distintos ámbitos
o sectores a promover la igualdad de oportunidades entre los géneros, y
esto se podrá conseguir a partir de poner los medios necesarios para con-
seguirlo. Como fin último lo que pretendemos alcanzar es la promoción
de una imagen social equilibrada de la mujer y del varón representada en
los distintos ámbitos como la publicidad, los medios de comunicación, los
libros escolares o cualquier tipo de discurso. Se trata de ir erradicando los
estereotipos sexistas y hacer que éstos se tornen hacia una igualdad real
que permita una mejor convivencia dentro del universo social y cultural
del que somos parte.
Siendo opuestos a la cultura neoliberal, buscamos una real democra-
cia, la plena ciudadanía y participación de todos los componentes del
27
introducción
entramado social (Simón, 1999). Sólo así conseguiremos apreciar una
verdadera evolución de la humanidad y no un anquilosamiento y una
perpetuación de las estructuras androcéntricas. En el primero de los ca-
pítulos, será justificada la necesidad de investigar esta temática desde la
Didáctica de la Lengua y la Literatura, es decir, se sentarán las bases sobre
las cuales apoyar nuestra posterior actuación docente orientada al cambio;
y de igual modo, también se mostrarán cuáles son las manifestaciones
culturales que permiten que exista una clara diferenciación entre las cosas
del mundo que pertenecen al varón y las que pertenecen a la mujer. Cree-
mos que es positivo explicitar tales situaciones ya que ello nos va a indicar
con claridad por qué aparece la necesidad de transformar las estructuras y
promover la real igualdad de oportunidades entre mujeres y varones.
LENGUAJE pensamiento
tipo de sociedad
(Neoliberal)
¿perpetuación
de estereotipos
y
desigualdad?
intento de cambio
a través
de la educación
didáctica de la lengua
y la literatura
Figura 1:
Situación
28
1Lenguaje, cultura y didáctica
En este primer capítulo serán abordadas cuestiones referidas al área de
conocimiento en la cual se incluye el trabajo de investigación, precisan-
do las características de la Didáctica de la Lengua y la Literatura, aparte
de su trascendencia; por otra parte, como aspecto más destacado ahon-
daremos en la importancia de la cultura y de las manifestaciones que
en ella encontramos referidas a la discriminación en razón de género.
Si bien en la introducción, alentábamos a la persona lectora a sumer-
girse en la sucesión de ideas que a lo largo de todo el trabajo van a ser
expuestas, en este primer capítulo queremos ubicarla, para que tenga
un referente claro acerca de lo que se ha realizado. Sabemos que hablar
de Didáctica de la Lengua y la Literatura es hacerlo de una disciplina
que posee como carácter más idiosincrástico su especificidad, es decir,
que lejos de ser algo genérico se ocupa de una labor concreta, la cual
tiene que ver con los procesos de enseñanza y aprendizaje que atañen a
la Lengua y a la Literatura. Partiendo de nuestra asunción referida a la
transversalidad del lenguaje en la vida humana, y la importancia que
posee la didáctica o enseñanza del mismo, es fácil pensar que hemos
incluido la temática de género como objeto de estudio de esta área de
conocimiento. Esto no es algo caprichoso y sin fundamento si partimos
de una situación donde el lenguaje llega a ser un elemento crucial en la
conformación de un pensamiento de tipo diferencial, dividiendo el uni-
verso humano en dos partes, mujeres y varones. Creemos firmemente
que es preciso incidir en la enseñanza de la Lengua y la Literatura para
que dentro de la misma disminuyan las diversas manifestaciones de tipo
29
1. lenguaje, cultura y didáctica
sexista. En este primer capítulo no incidiremos directamente sobre la
práctica escolar, pero sí en el cuarto, donde veremos cómo un instru-
mento lingüístico y literario, como es el cuento, refuerza las situaciones
de desigualdad de oportunidades entre los géneros.
Para situar a la persona lectora en el contexto por nosotros deseado,
es pertinente que uno de los apartados que conforman este capítulo esté
referido a qué entendemos nosotros por Didáctica de la Lengua y la
Literatura, es decir, si asumimos que simplemente llega a ser lingüísti-
ca aplicada o está compuesta por la aportación de distintas materias o
disciplinas del conocimiento que, juntas, llegan a constituir un corpus
teórico-práctico que sin duda va a contribuir a que los procesos de ense-
ñanza y aprendizaje de la Lengua y la Literatura sean de una naturale-
za más óptima e integral. Ese enfoque ecléctico conllevará que existan
muchos factores influyentes a la hora de llevar a buen fin un proceso
didáctico; y ese desbroce colaborará sin ningún tipo de dudas a que
seamos más conscientes de los procesos a través de los cuales se cimenta
el discurso de las personas, que se constituye en algo distinto según se
pertenezca al género femenino o al masculino. Argüimos pues que la
Didáctica de la Lengua y la Literatura mantiene una relevancia en la
conformación del pensamiento de tipo sexista, por lo que habrá que
buscar una alternativa de tipo didáctico para reducir el poder androcén-
trico y conducirlo hasta una situación más igualitaria.
Por otra parte, como segundo de los apartados que se van a incluir
en este capítulo trataremos un aspecto tan vasto como es la cultura, que
supone prácticamente abordar todo el universo del ser humano, por lo
que desde estas líneas lo que haremos será marcar las directrices funda-
mentales que ayuden a entender cómo la problemática sexista impregna
los esquemas de funcionamiento social, lo cual repercute sin duda en la
formación de las personas. Y es que la Educación no es únicamente un
acontecimiento que tenga lugar dentro de las aulas, sino que el trabajo
en las mismas se complementa con lo que sucede en el exterior; en los
distintos ámbitos en los cuales se desenvuelve el ser humano está ad-
quiriendo unos aprendizajes, y es misión de las personas profesionales
de la educación conferir unas herramientas críticas al alumnado para
que en su interacción con el mundo sea capaz de discernir aquello que
es positivo para la evolución de lo que es negativo. En este apartado
se incluirán diferentes manifestaciones culturales que evidencian una
distinción en el tratamiento que socialmente se otorga al varón y a la
mujer, que pueden oscilar desde las imágenes que se proyectan acerca de
lenguaje, cultura y discriminación
30
uno u otro género, hasta las manifestaciones de tipo artístico o, estando
más próximos a la Lengua y a la Literatura, en las transmisiones tradi-
cionales de tipo oral, lo cual es reflejo de la conservación de la cultura y
queda como reminiscencia de situaciones anteriores.
Hemos de ser conscientes de que toda persona transita por estos dos
aspectos que se reflejan en los dos apartados en los que se divide este
capítulo, es decir, la Educación lingüística y literaria, que junto con su
inmersión en los distintos aspectos culturales a los cuales se accede me-
diante la socialización, se constituyen en los pilares básicos formativos
de la persona. El quid de la cuestión estriba en el grado de impregna-
ción del sexismo en esas dos dimensiones apuntadas, ya que si no pode-
mos eliminarlo de ninguna de las dos es un tanto absurdo el hecho de
denunciar la desigualdad, ya que ésta se va a mantener indefinidamente.
Por alguno de los dos polos debe empezar a cambiar la situación y el
más concreto de ellos es el referido a lo educativo, que si bien depende
de los niveles políticos, sociales y económicos, mantiene un nivel de
complejidad menor que abarcar la sociedad como objeto de transfor-
mación. El planteamiento hallará su consistencia en la labor didáctica
que se realiza en las aulas y en la institución escolar para que luego tal
realización enlace con las familias, los grupos de pares y los entornos
sociales o laborales. El espíritu crítico debe ser la meta a conseguir para
que las personas puedan juzgar las distintas manifestaciones culturales
con las cuales se van a ir encontrando a lo largo de su devenir vital. Sin
duda, los estereotipos creados se encuentran fuertemente arraigados en
las estructuras de la sociedad, y las actuaciones a la ligera, consistentes
sólo en meros actos puntuales, no van a hacer que cambie la situación;
desde la planificación meditada de las cosas, y ante todo desde la re-
configuración lingüística y literaria, tenemos que tratar de esbozar unas
dinámicas sociales que posean una mayor igualdad de oportunidades
entre los géneros
Introduzcámonos pues en la concepción ecléctica que defendemos
acerca de la Didáctica de la Lengua y la Literatura, la cual –como ve-
remos– nos reportará una serie de beneficios a la hora de tratar la pro-
blemática de género, ya que un enfoque que se basa en la aportación
de varias disciplinas, permite ver cómo tanto la mujer como el varón
están presentes en el conocimiento. Procediendo a la deconstrucción del
mismo nos podremos dar cuenta de que existe una situación claramen-
te interesada para que el lenguaje que envuelve nuestros entornos esté
configurado de una determinada manera, esa manifestación lingüística,
31
1. lenguaje, cultura y didáctica
ya sea oral, escrita, corporal o de otro tipo, condiciona sobremanera
nuestras interacciones con el resto de personas, y hemos de ser cons-
cientes de que no es una situación inamovible sino que en la enseñanza
de esas estructuras lingüístico-literarias reside la clave, ya que –como
hemos expresado– el lenguaje en sí mismo no es sexista o no conlleva
la desigualdad, es en la utilización que hacemos del lenguaje donde se
halla el problema, ya que la arbitrariedad del mismo responde a una
necesidad social, por tanto si jugamos con la flexibilidad del lenguaje
podremos adaptarlo al tipo de sociedad que pretendemos, un arquetipo
que se asemeja a la propuesta de Tomás Moro (1984) cuando en plena
época renacentista nos presentó su sociedad utópica.
1.1. Estudiar la temática del género desde la Didáctica de la
Lengua y la Literatura
Si bien hemos mencionado la importancia de esta disciplina como
específica y con un carácter relativamente autónomo, tenemos que
indicar que para que esta área de conocimiento subsista y tenga
sentido, debe estar apoyada en el elemento principal denominado
lenguaje; éste así nombrado mantiene una significación abstracta
y precisa de una concreción que ayude a hacerlo operativo. Eviden-
temente el paso previo a hablar de la comunicación, de la cual nos
ocuparemos en pasajes posteriores, es realizar la distinción entre
Lengua y habla; debe quedar claro que ambas van a ser el desglose
del lenguaje, es decir, se constituirán en un grado de operativiza-
ción. Consideramos Lengua, como la forma determinada que ad-
quiere el lenguaje en una comunidad social determinada, mientras
que habla va a estar referida al comportamiento de las personas
que ponen en práctica su Lengua, es decir, el uso que hacen de la
misma. Realizar la distinción entre los tres conceptos es un hecho
importante ya que en muchas ocasiones es frecuente confundirlos,
o utilizarlos de manera inadecuada. Como veremos a lo largo de
este texto, los tres términos serán utilizados según proceda, aunque
debido a la naturaleza de la temática que pretendemos abordar pa-
rece más enriquecedor que intentemos estudiar el lenguaje, ya que
nos va a proporcionar más posibilidades de generalización, para que
nuestras reflexiones puedan ser recogidas por un mayor número de
personas.
lenguaje, cultura y discriminación
32
Partir del hecho lingüístico conlleva tener que avanzar con sumo
cuidado por los caminos del conocimiento y sobre todo de la investi-
gación. Así, son frecuentes las ocasiones en las cuales se ha tratado de
cuantificar el lenguaje, lo cual, sin ningún género de dudas, es un tanto
aberrante; tenemos que ser conscientes de que el lenguaje está vivo y en
continua evolución, ya que es flexible y lo utilizan todas las personas,
por tanto, tratar de expresarlo en cantidades numéricas es algo práctica-
mente imposible y elimina el carácter humano que esta cualidad posee;
no debemos olvidar que el lenguaje es el principal eje de formación indi-
vidual, colectivo y social (Reyzábal, 1993) por lo que de su dinamismo
depende que la sociedad se conforme de una u otra manera. Por tanto
parece claro que en nuestro proceso de investigación será difícil que el
nivel cuantitativo sea el eje vertebrador de la misma; hay que pensar que
los conceptos que estamos manejando a lo largo de este planteamien-
to, están estrechamente ligados con conceptos sociales, elementos que
dependen del ser humano y que no pueden ser objeto de la asepsia, el
planteamiento tomará como referente, pues, al paradigma de investiga-
ción cualitativo. Este modelo se ampara en la interpretación de situa-
ción, para la comprensión de la misma y la generación de propuestas de
cambio. La gran diferencia que se establece con respecto al paradigma
cuantitativo se basa en que vamos a trabajar con personas o con aspectos
que se relacionan con las mismas, con elementos que son complicados
de medir y que para su obtención requerimos de otros procedimientos
que no son estadísticos. Debe quedar claro que no se desdeña esta apor-
tación, ya que es de utilidad, pero los datos estadísticos deben quedar
en este trabajo como un apoyo más sin llegar a ser los justificadores de
la tesis defendida. Por tanto, amparándonos en presupuestos hermenéu-
ticos y fenomenológicos, pretendemos abordar la situación lingüístico-
literaria de nuestra sociedad relacionada con las diferencias de género a
través de ejemplos que se recogen dentro de la misma, y de igual modo
observar cómo en el ámbito escolar también acontece tal situación de
desigualdad entre el sector femenino y el masculino; la gran diferencia
estribará en los instrumentos que vamos a utilizar para la recogida de
datos y de igual modo en la forma de interpretar tales datos para apor-
tar soluciones. El carácter cualitativo no va a desmerecer en absoluto la
calidad científica de este trabajo de investigación, todo lo contrario, va
a adaptarse a la situación deseada, y nos va a permitir comprender dife-
rentes aspectos que tienen que ver con la cotidianeidad de las personas
(Mancuso, 1999). Investigar desde el modelo cualitativo implica una
33
1. lenguaje, cultura y didáctica
mayor carga de subjetividad por parte de la gente que se involucra en
tal investigación, y además requiere un alto grado de preparación para
la interpretación de la realidad y el uso de aquellos aspectos que más nos
van a ayudar a la hora de buscar la mejora. Un tanto alejados de la esta-
dística, la labor desde este enfoque investigador tiene que ver con dise-
ños abiertos, donde se intenta incidir en los elementos relacionados con
las personas, es decir, cosas abstractas como puedan ser los valores, los
pensamientos o los sentimientos. Está claro que no es posible trabajar
con los mismos sin que exista una concreción, sin que llevemos a cabo
una labor que nos ayude a operativizarlos; esto se va a producir gracias
a determinados instrumentos que nos van a ayudar a convertir los men-
cionados elementos en datos para poder analizarlos e interpretarlos. Así,
no es raro que las encuestas, las entrevistas, los sociogramas, los anecdo-
tarios, las listas de control o las escalas de actitudes sean elementos que
ayuden a la labor investigadora desde el paradigma cualitativo (Valles,
1997). Desde el área de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la
Literatura plantearemos un instrumento de recogida de datos que con-
sideramos más ilustrativo de la problemática que investigamos como
son las producciones escritas de las personas. No cabe duda de que en el
discurso escrito la persona deja entrever explícitamente sus pensamien-
tos, sentimientos y actitudes. No será de extrañar pues que aparezcan
los temidos estereotipos de género en las mencionadas producciones es-
critas; esta forma de recogida de datos bien planteada ayuda a eliminar
factores que condicionan los resultados ya que al alumnado en cuestión
no se le indica el motivo real para el que se requiere su producción escri-
ta, simplemente se le plantea una actividad creativa relacionada con esta
habilidad lingüística básica, en la cual invertirá un determinado tiempo
y con la cual disfrutará. Así, inconscientemente dejará las marcas sexis-
tas en el argumento de su historia, y con ello, sin duda, confirmará o no
las ideas que nosotros estamos planteando. Pero antes de verificar tales
aspectos, creemos que es preciso dotar de un consistente corpus teórico
que ayude a comprender por qué se realiza esta profundización en la
temática social que concierne a mujeres y a varones, además de servir
de referente para que esas producciones escritas no queden en la mera
realización sino que tengan una trascendencia real reflejando qué es lo
que sucede con el pensamiento de las personas componentes de una
sociedad.
El valor de las narraciones obtenidas y su incardinación en un mo-
delo cualitativo de investigación puede elevarse si podemos alcanzar la
lenguaje, cultura y discriminación
34
deconstrucción de los textos producidos por esas personas. Es decir, que
podremos intentar aventurar cuáles son las influencias sociales que con-
tribuyen a que el alumnado produzca textos de esa índole donde apa-
rezcan estereotipos o marcas de género. Más que cuantificar, desde esta
opción cualitativa, intentamos agrupar los términos y las connotaciones
más notorias de los mismos para corroborar nuestro planteamiento refe-
rido a la existencia de una sociedad donde existe un universo cultural y
social que se halla dividido en dos partes diferenciadas: la femenina y la
masculina; y es que a través de las manifestaciones lingüísticas es donde
se explicita el pensamiento y el mundo interior de las personas. Por ello,
el texto escrito debe ser el reflejo de aquello que se tiene por óptimo en
el devenir vital de las personas, lo que automáticamente aflora y que sin
duda influye en los comportamientos y en la interacción con el resto de
semejantes. Como ya hemos expresado con anterioridad, no nos parece
correcto el hecho de que el lenguaje quede reducido a una serie de cifras
y que éstas sean comentadas con posterioridad, lo que ansiamos es que
el lenguaje sirva para vivir y que sea algo que esté fluyendo constante-
mente, ya que de ese modo poseerá una mayor riqueza y nos conferirá
una mejor información dotada de calidad.
Con respecto a lo que acabamos de expresar tenemos que concebir el
lenguaje como algo que va más allá de lo meramente gramatical ya que
de lo contrario va a ser muy difícil que podamos llevar a buen fin el en-
foque cualitativo del cual estamos hablando. Es decir, la gramática tiene
unos presupuestos que básicamente se amparan en lo correcto y en la
reducción de la imaginación, ya que hay que atenerse a unas normas de-
terminadas. Hospedarse de manera taxativa en esta concepción supon-
dría ver el lenguaje como algo que se mantiene dentro de unos cauces
determinados y sobre el cual es difícil intervenir. Desde nuestra óptica
no desdeñamos esos aspectos gramaticales, es más los necesitamos para
que la Lengua mantenga unos parámetros a los que pueda acceder el
mayor número de personas, pero tenemos que concebir el lenguaje no
como ergon, es decir como algo acabado y perfecto sino como energeia,
como algo potencial (Humboldt, 1991), algo que tiene la posibilidad
de ir adaptándose y sobre todo ir recreándose según las necesidades de
las personas para obtener un bienestar personal. Esa potencialidad es
la que ampara gran parte de nuestros planteamientos con respecto a la
temática de las diferencias de género ya que de no creer en esa flexibili-
dad y posibilidad de transformación tendríamos que conformarnos con
las estructuras que ya nos son dadas. Ya nos indica Wittgenstein, que
35
1. lenguaje, cultura y didáctica
en nuestra interacción con el mundo exterior y con las demás personas
tendemos a hacer una utilización casi lúdica del lenguaje. Los juegos de
lenguaje tienen que ver con la respuesta a querer llevar a buen fin una
serie de determinados intereses, de alguna manera jugamos con nues-
tras estructuras lingüísticas y literarias para adaptarnos a las situacio-
nes, convertimos ese lenguaje en algo flexible (Prades y Sanfelix, 1990).
La cuestión importante es que en muchas ocasiones no somos cons-
cientes de las posibilidades que nuestro uso del lenguaje nos otorga, ni
tampoco reflexionamos sobre las consecuencias que nuestros procesos
comunicativos poseen. Estos procesos metalingüísticos se encuentran
en el ostracismo e influenciados por el ritmo frenético de la sociedad
de la cual somos partícipes; no nos detenemos a reflexionar sobre las
posibilidades que nos conceden nuestras habilidades de tipo lingüístico.
En ellas se encuentra la clave referida a las diferencias de género ya que
nuestra no reflexión acerca de nuestros comportamientos lingüísticos
motiva que nuestras manifestaciones corporales, orales o escritas estén
estereotipadas y, como no hay una intención explícita de modificarlas,
los patrones se perpetúan a lo largo del tiempo y de las sociedades.
1.1.1. Conformación de la Didáctica de la Lengua
y la Literatura
La gran clave para el intento de transformación reside en los procesos
de enseñanza y aprendizaje, y según nuestro punto de vista, más con-
cretamente de la Lengua y la Literatura, ya que a través de la segunda se
va forjando el ideal estético y a través de la lectura se van transmitiendo
una serie de valores que la persona está en condiciones de interiorizar
o no según sea el tratamiento didáctico de esas lecturas; por otra par-
te con la primera estamos dotando al mundo de significado y estamos
forjando un instrumento para desenvolvernos con éxito a lo largo de
nuestro proceso vital, y si no aprendemos a usar el lenguaje de una ma-
nera positiva, podemos encontrarnos ante situaciones dirigidas en el uso
de la Lengua, es decir, que no tengamos la capacidad crítica para saber
cuándo tenemos varias alternativas de uso, y tengamos que recalar en el
convencionalismo social que sin duda viene impregnado por un tipo de-
terminado de ideología, en lo cual por supuesto se incluye la diferencia
de género. Por esa razón, creemos que hay que prestar especial atención
a la Didáctica de la Lengua y la Literatura como disciplina más apega-
lenguaje, cultura y discriminación
36
da a la adquisición del lenguaje por parte de las personas. Encargarse
de diseñar los procedimientos más óptimos para el aprendizaje no va
a ser algo baladí sino que va a ser fundamental a la hora de engranar
una sociedad. Si es nuestro deseo erradicar las diferencias de género, y
hemos asumido que el uso del lenguaje es una contribución a que éstas
acontezcan, parece claro que tendremos que buscar alternativas didác-
ticas que permitan acceder a la pretendida igualdad de oportunidades
entre mujeres y varones. Ahora bien, en el planteamiento que hagamos
de la disciplina de conocimiento tenemos que pensar si nos atenemos a
la tradición o buscamos un nuevo enfoque que nos ayude a conseguir
de un mejor modo nuestros objetivos. Con esto nos estamos refiriendo
a las dos visiones un tanto antagónicas sobre la real trascendencia de la
Didáctica de la Lengua y la Literatura. Tradicionalmente se ha podido
observar cómo la incidencia a la hora de enseñar Lengua y Literatura se
realizaba sobre el dominio de la gramática, y el acceso a la historia de la
Literatura que en muchas ocasiones se limitaba al estudio pormenoriza-
do de la biografía de los grandes literatos, pero cabe plantearse a partir
de esa visión una cuestión a nuestro juicio bastante importante, ¿qué
funcionalidad tiene todo ello en la vida real de las personas? Realmen-
te, hemos de contestar a tal enunciación interrogativa que tiene mucha
funcionalidad, pero la problemática surge cuando al poner demasiado
énfasis en esos contenidos obviamos otros que realmente tienen mayor
importancia a la hora de dotar a la persona de un bagaje lingüístico y
literario óptimo para que se pueda comunicar de una manera adecuada
en diferentes contextos con los cuales se va a encontrar a lo largo de su
vida. Por ello, si queremos dotar de un significado total al área de co-
nocimiento tendremos que abogar por la integración de los saberes lin-
güísticos y literarios para que su influencia en el discurso de la persona
sea positiva y notable. Por esa razón, no podemos constreñir esta didác-
tica específica a las aportaciones filológicas, que sin duda van a estar en
la base de la docencia, tenemos que tomar de las diferentes disciplinas
del conocimiento aquellos aspectos que ayuden a que la persona se pue-
da impregnar de una mejor manera con los componentes lingüísticos y
literarios que le ayuden a comunicarse. Ese conocimiento del lenguaje
va a motivar una mayor maniobrabilidad con respecto a problemáticas
sociales como la discriminación en razón de género pueda ser. Por eso,
desde estas líneas apostamos por un enfoque ecléctico de la Didáctica
de la Lengua y la Literatura, quiere esto decir que recibirá aportaciones
de diferentes disciplinas para ir conformando un corpus teórico-prácti-
37
1. lenguaje, cultura y didáctica
co que beneficie la formación de las personas. Así, no es de extrañar que
para la construcción de este discurso en este libro se hayan utilizado
hasta el momento referencias sociales que tienen que ver con la disci-
plina en que se constituye la Sociología, o cuando se ha hablado de la
potencialidad del lenguaje o los juegos de lenguaje se haya aludido a la
Filosofía. De estas áreas de conocimiento se pueden tomar aportaciones
que ayudan a entender mejor los hechos lingüísticos y además dotan de
un mayor sentido a nuestra práctica educativa, si nos apoyamos en el
presupuesto fundamental de que el lenguaje es un elemento transver-
sal que nos trasciende social y culturalmente. Así, las dos disciplinas
mencionadas se unirán a la Filología, a la Pedagogía y a la Psicología
para conformar un amplio abanico que aporte saberes necesarios para
la persona que quiera llegar a ser competente comunicativamente. En el
caso de la Literatura, a estas disciplinas tenemos que añadir la Historia,
que nos muestra y explica muchas de las características de un texto. Eso
no quiere decir que la Historia no sirva para la Lengua, que sí lo hace,
pero en este caso es más exquisita su utilización y se puede generalizar
menos. De no optar por esta alternativa para concebir la Didáctica de
la Lengua y la Literatura a la hora de abordar las diferencias de género,
únicamente podríamos pensar en las diferencias de tipo gramatical, con
lo que restringiríamos nuestro estudio y sólo veríamos la realidad de
una forma parcelada. Por esa razón, porque deseamos que la formación
de las personas sea integral y se ampare en la adquisición de saberes
para su bienestar y su mejora personal, queremos adherirnos a esta con-
formación ecléctica de la Didáctica de la Lengua y la Literatura que a
continuación procedemos a pormenorizar.
La primera disciplina de la que debemos hablar es la Filosofía.
Orientada principalmente hacia los procesos de discusión y genera-
ción de ideas acerca de acontecimientos de la vida, en ella vamos a ha-
llar gran parte del sustento gnoseológico que requerimos para proce-
der a planificar y llevar a cabo los procesos de enseñanza y aprendizaje
de la Lengua y la Literatura. Hemos utilizado los planteamientos de
Wittgenstein y de Humboldt para dar cobertura a nuestras actuacio-
nes prácticas en situaciones educativas. La Filosofía nos va a permitir
poder replantear las cosas y ante todo escapar de dogmatismos que
constriñen la verdadera dimensión de la didáctica. Seamos conscien-
tes de que la magnitud de la Filosofía es exacerbada y sus dimensiones
variadas, pero a nosotros nos interesa en concreto lo que concierne
a la Filosofía del lenguaje, la cual obviamente tendrá que ver con la
lenguaje, cultura y discriminación
38
filosofía
antropología
social y
cultural
sociología
didáctica de la lengua
y la literatura
(enfoque ecléctico)
pedagogía
psicología
filología
Figura 2:
Conformación de la Didáctica de la Lengua y la Literatura
emanación de ideas concernientes a este objeto de estudio exclusiva-
mente humano (Corredor, 1999). Hacer uso de esta disciplina nos va
a permitir plantearnos muchos aspectos que entroncan con el lenguaje
que conocemos y con las características del mismo, pero ante todo nos
permite ver el proceso de conformación de esas estructuras lingüísti-
cas que sin duda se apoyan en un importante factor: la arbitrariedad.
No podemos pensar que el lenguaje ha sido introducido en nuestras
vidas de una forma aséptica sino que ha sido creado y moldeado por
las mentes humanas y contiene una serie de connotaciones y denota-
ciones que ayudan a llevar a buen fin un determinado número de in-
tereses. Hacer explícitos estos pensamientos, y estas ideas corresponde
a un ámbito mucho más específico que el que atañe a la Didáctica de
39
1. lenguaje, cultura y didáctica
la Lengua y la Literatura, pero hay que indicar que es muy positiva la
aparición de los mismos cuando se están planificando actividades o
diseños curriculares, ¿por qué? La respuesta es sencilla, tales procesos
cognitivos, que a veces se apoyan en la dialéctica, permiten no ver la
educación como algo cerrado, algo mecánico, sino que ofertan un es-
pectro nuevo de posibilidades. Y eso es lo que sucede con la temática
de las diferencias de género, ya que hacer uso de una filosofía de corte
crítico –que como más adelante veremos se corresponde con la escuela
de Francfort (Molina, 1993)– repercute en el uso del lenguaje y, por
supuesto, en los presupuestos básicos de la enseñanza. Elucubrar acer-
ca de cómo debe ser la concepción del lenguaje ya conlleva un proceso
de pensamiento, un proceso de divagación, de generación de alternati-
vas, lo que sin duda motiva que usemos la Filosofía como referente.
Tenemos que hacer notar que en la configuración ecléctica existe
una interrelación entre las diferentes disciplinas. Así, podemos compro-
bar cómo, al hablar de la Filosofía, inevitablemente tenemos que aludir
al contexto social, a factores sobre los que va a influir ese discurrir por el
mundo de las ideas. Por tanto estaremos lindando con otra área de co-
nocimiento específica como es la Sociología. Al igual que sucedía con la
anterior materia, a nosotros nos va a interesar sólo una parte específica
de la misma, la referida a la Educación, ya que la investigación socioló-
gica, y la configuración que nos muestra, nos va a servir para tener otro
elemento de juicio importante para planificar la enseñanza, es decir, hay
muchos indicadores sociales que tienen que ver con la discriminación en
razón de género (véase publicidad, medios de comunicación...) cuyo co-
nocimiento tiene que venir dado por la Sociología; además es desde esta
materia desde la que tenemos que observar cómo se constituye la socie-
dad y cómo evoluciona, para tener una consonancia entre lo que sucede
en las instituciones educativas y lo que acontece en el ámbito social.
De este modo, esta disciplina nos va a proporcionar información sobre
las características sociales de las personas participantes en los procesos
educativos y, sin duda, nos va a conferir una información muy válida a
la hora de comprobar cuáles son las relaciones que se establecen entre
profesorado y alumnado, entre iguales o entre personas de distintos es-
tamentos. Conocer la configuración social de una institución y, de igual
modo, saber la consideración o el impacto que tiene la misma dentro
del sistema, tiene un gran valor. Por ello, nosotros somos conscientes de
que los procesos formativos siguen teniendo una gran importancia a la
hora de configurar una dinámica de funcionamiento de una sociedad, y
lenguaje, cultura y discriminación
40
por eso deseamos incidir desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura
para propiciar un cambio social. Otra de las aportaciones que hace la
Sociología está referida a la utilización del lenguaje, al manejo de los
códigos, pero esto será tratado con mayor profundidad cuando en un
capítulo posterior nos refiramos a las diferencias específicas que existen
a la hora de comunicarse entre mujeres y varones, ya que los códigos de
uno y otro género también desempeñan un papel relevante en la cons-
trucción del universo cultural y social, que se encuentra dividido.
Prosiguiendo con la somera descripción de las materias que confor-
marían la aportación necesaria para llevar a buen fin la Didáctica de la
Lengua y la Literatura, hallamos la Pedagogía y, unida a ésta, la Psicología.
Parece claro que si vamos a llevar a la práctica procesos de tipo didáctico,
tendremos que conocer qué es lo que nos dice la teoría educativa, cuál es
la historia de la Educación, cuáles son los agentes didácticos, qué métodos
o estrategias generales se pueden proponer..., en definitiva, conocer qué es
lo que se realiza en la cotidianeidad del medio escolar. Tenemos que dotar
de un sentido a la Didáctica y éste tiene que venir dado por el amparo
pedagógico, el cual encuentra en el aprendizaje su leit motiv; para alejar-
nos del autodidactismo debemos tener conocimiento de unos parámetros
y planificar el tiempo y los espacios de una manera determinada para
que las personas puedan acceder a los conocimientos de una manera más
óptima. Unido a esta situación hallamos el conocimiento de los procesos
cognitivos por los que transita la persona; con anterioridad hemos aludido
al pensamiento, uno de los elementos más complejos y, en la mayoría de
las ocasiones, más inaccesibles que posee el ser humano, pero tenemos que
tener en cuenta aquellos factores psicológicos que conocemos ya que nos
van a ayudar a comprender mejor por qué se producen determinadas si-
tuaciones de aula. La Psicología nos proporciona un aporte específico que
se relaciona con los procesos psicológicos básicos (Davidoff, 1995), con la
personalidad o con los comportamientos grupales. Precisamente el con-
cepto de estereotipo lo tomamos del campo de la Psicología social, por lo
que podemos dejar patente que a la hora de enfocar la investigación sobre
las diferencias de género desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura
hemos recurrido a esta disciplina específica para que nos aporte esta serie
de conceptos y nos ayude a entender cómo se produce el procesamiento
de la información por parte de las personas. El hecho de unir ambas ma-
terias, Psicología y Pedagogía, responde a una mayor proximidad entre las
mismas a la hora de poder llevar a buen fin nuestros objetivos ya que se
hacen más explícitas dentro de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
41
1. lenguaje, cultura y didáctica
Por último, unida a estas dos disciplinas mencionadas, como gran
núcleo de nuestra labor, hallamos la Filología, la cual se encarga princi-
palmente del estudio exhaustivo de la Lengua y la Literatura. A través
de la misma vamos a conseguir la materia prima para efectuar nuestra
labor, pero, como ya hemos enunciado con anterioridad, la actuación
de ella sola no es suficiente para que acontezcan unos procesos óptimos
referidos a la educación lingüística y literaria. A partir de esta materia
podemos acercarnos de una manera pormenorizada a los diferentes ni-
veles lingüísticos (fonético, morfosintáctico, semántico y pragmático) y,
de igual modo, tener conocimiento de los distintos movimientos litera-
rios que han acontecido a lo largo del tiempo y acceder al análisis de los
textos que se incluyen en tales movimientos literarios. Se puede indicar
que tomaremos de esta disciplina la materia prima para poder adecuarla
a situaciones de enseñanza-aprendizaje; el enfoque en el cual se basa este
trabajo de investigación, mantiene que el lenguaje es el elemento clave
de la situación social que se pretende estudiar, y es su uso el que ayuda
a que se perpetúe la situación de desigualdad. Por tanto, parece muy
evidente que debemos conocer bien ese lenguaje y la forma del mismo,
para poder estudiar, y ver su posterior uso en situaciones de tipo social.
Queremos decir que si bien la Filología estará en la base de nuestras ac-
tuaciones educativas tendrá que combinarse con el resto de disciplinas,
sobre todo con la Psicología y la Pedagogía, para poder lograr el objeti-
vo último: la formación de personas que tengan un dominio adecuado
de la Lengua y la Literatura y sepan utilizarlas en distintos contextos
con los que se encontrarán a lo largo de sus vidas (Puren, 2001).
1.1.2. El desarrollo de las habilidades lingüísticas
Como podemos apreciar, este enfoque ecléctico justifica perfectamente
la temática de estudio escogida y sobre todo el área de conocimiento
desde la cual se realiza, ya que hablar de diferencias de género, de len-
guaje, de cultura y de alternativas educativas, supone tener que hacer
uso de aportaciones de las diferentes materias que hemos mencionado.
Es cierto que podían haber sido añadidas otras como la Historia o la
Antropología, pero como referentes claros queremos citar las que han
sido comentadas. Es preciso volver a insistir en el carácter transversal y
procesual del lenguaje, y cómo éste se instaura en la base de la construc-
ción de las distintas sociedades y nos va proporcionando información
lenguaje, cultura y discriminación
42
de diversa índole acerca de las mismas (Duranti, 1997). Como aspectos
remanentes que tenemos que tener en cuenta a la hora de seguir abor-
dando la temática de las diferencias de género en este libro, hemos de
tener bien presente la no adscripción radical a una disciplina de cono-
cimiento, lo que implica poder recopilar diferentes elementos que nos
proporcionan otras materias; ello motiva que podamos lograr una vi-
sión más amplia y contextualizadora del tema que estamos abordando
y, sin duda, permite que las alternativas que surjan sean más ubérrimas
y elaboradas. Es momento de proceder a comentar uno de los aspectos
más trascendentes a los que se enfrenta la Didáctica de la Lengua y la
Literatura, que es el desarrollo de habilidades lingüísticas de las per-
sonas, independientemente de su edad; esta didáctica específica debe
atender a la mejora de dichas habilidades tanto se trate de personas de
corta edad como si concierne a personas mayores. El lenguaje del que
hemos hablado como elemento abstracto se concreta en una serie de
habilidades que pueden poseer o no una intencionalidad comunicati-
va. Así, hablar, escuchar, conversar, leer y escribir se constituyen en las
habilidades lingüísticas básicas y la persona tiene la posibilidad de co-
nocerlas de forma individual o bien utilizarlas con un sentido comuni-
cativo. Independientemente de esta matización, hemos de indicar que
las cinco se pueden subdividir en más o menos específicas; hablar, es-
cuchar y conversar es algo prácticamente universal a lo que las personas
tienen acceso, sin embargo, leer y escribir requieren unos procesos más
específicos de aprendizaje; por eso hablamos de analfabetismo y no por
la carencia de poder expresarse o escuchar al resto. Otro aspecto bien
distinto es la calidad de ese desarrollo de habilidades; es obvio que una
persona analfabeta va a poder expresarse pero sus códigos van a ser res-
tringidos y sus posibilidades comunicativas serán menores con respecto
a un mejor dominio del habla, la escucha, la conversación, la lectura y la
escritura. Como podemos comprobar, es la gradación del desarrollo de
estas habilidades lo que otorga un mayor o menor bienestar a los seres
humanos. Por eso, desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura tene-
mos que pensar en una enseñanza que motive el desarrollo armónico y
conjunto de las mencionadas habilidades, los diseños curriculares deben
integrar las cuatro para que puedan tener incidencia al mismo tiempo
sobre la persona. Claro está que en un principio serán el habla y la escu-
cha las que nos conduzcan a las otras habilidades más específicas pero
una vez que hemos sido introducidos en las mismas, ya estaremos en
condiciones de trabajar al mismo tiempo con todas ellas. Hablar es una
lenguaje
lenguaje
lenguaje
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lenguaje
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  • 1.
  • 2. Autores: Amando López Valero es Catedrático de Universidad en el área de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Murcia. Ha sido profesor invitado por diversas universidades extranjeras de Francia, Portugal y Argentina. Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran: Heurística de la comunicación: el aula feliz (Editorial Octaedro), Introducción a la Didáctica de la Lengua y la Literatura. Un enfoque sociocrítico (Editorial Octaedro), Didáctica de la Literatura: el cuento, la dramatización y la animación a la lectura (Editorial Octaedro). Eduardo Encabo Fernández es Profesor Titular de Universidad en el área de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Murcia. Ha sido profesor invitado por diversas universidades extranjeras de Francia, Portugal y Eslovenia. Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran: Heurística de la comunicación: el aula feliz (Editorial Octaedro), Introducción a la Didáctica de la Lengua y la Literatura. Un enfoque sociocrítico (Editorial Octaedro), Didáctica de la Literatura: el cuento, la dramatización y la animación a la lectura (Editorial Octaedro).
  • 3. Amando López Valero Eduardo Encabo Fernández Lenguaje, cultura y discriminación la equidad comunicativa entre géneros EDICIONES MÁGINA EDITORIAL OCTAEDRO ANDALUCÍA
  • 4. Título: Lenguaje, cultura y discriminación Autores: Amando López Valero y Eduardo Encabo Fernández Primera edición en papel: febrero de 2008 Primera edición: mayo de 2010 © Amando López Valero y Eduardo Encabo Fernández © Derechos exclusivos de edición: Ediciones Mágina, S.L. (Editorial Octaedro Andalucía) Pol. Ind. Virgen de las Nieves Paseo del Lino, 6 - 18110 Las Gabias - Granada Tel. 958 553 324 - Fax 958 553 307 mágina@octaedro.com - www.octaedro.com Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. ISBN: 978-84-95345-65-3 Depósito legal: B. 24.243-2010 DIGITALIZACIÓN: EDITORIAL OCTAEDRO
  • 5. 5 Índice Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 1. Lenguaje, cultura y didáctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 1.1. Estudiar la temática del género desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 1.1.1. Conformación de la Didáctica de la Lengua y la Literatura . . . . 35 1.1.2. El desarrollo de las habilidades lingüísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 1.2. Cultura, estructuras sociales y discriminación en razón de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 1.2.1. Estereotipos y rasgos de personalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 1.2.2. Núcleos importantes de socialización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 1.2.3. Literatura, varones y mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 1.2.4. Manifestaciones culturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 2. Lenguaje y diferencias de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 2.1. El lenguaje y su relación con el pensamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 2.2. Gramática femenina, gramática masculina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 2.2.1. Niveles lingüísticos y diferencias de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 2.2.2. Códigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97 2.3. Competencia comunicativa e identidad de género . . . . . . . . . . . . . . 102 2.3.1. El proceso de la comunicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
  • 6. lenguaje, cultura y discriminación 6 2.3.2. Componentes de la competencia comunicativa . . . . . . . . . . . . . . . 106 2.3.3. Didáctica crítica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112 3. Instituciones educativas y diferencias de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116 3.1. La escuela, ante la formación de mujeres y varones, ¿produce discriminación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 3.1.1. La institución educativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120 3.2. La coeducación dentro del modelo crítico de enseñanza . . . . . . . . 128 3.2.1. El papel de los agentes críticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131 3.2.2. Teoría de la Acción Comunicativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137 3.3. La función del profesorado: el reto crucial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146 4. Estudio y propuestas de cambio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 4.1. Experiencias lingüístico-literarias en el aula . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 4.1.1. El cuento como género narrativo y las diferencias de género . . . 163 4.1.2. Estudio de casos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176 4.1.3. Las producciones del alumnado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 4.2. Avanzando hacia la equidad comunicativa entre géneros . . . . . . . 186 4.2.1. La labor educativa para el avance de la coeducación . . . . . . . . . . . 188 4.3. Sugerencias prácticas para una didáctica coeducativa . . . . . . . . . . . 192 4.3.1. La Literatura Infantil y Juvenil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 4.3.2. Propuestas didácticas: los talleres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197 Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248 Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260 Índice de figuras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
  • 7. 7 Prólogo Se me ofrece a través de estas líneas proporcionar mi opinión acerca de este libro escrito por dos investigadores bien conocidos en el ámbito de la Didáctica de la Lengua y la Literatura. Por tanto, es para mí una satisfacción convertirme en el introductor para el lector que se aproxima a sus páginas. Ya el título nos ofrece un amplio espectro de posibilidades para la reflexión y para la acción pues la temática tratada, las diferencias de género, se efectúa desde una perspectiva interdisciplinar. Este enfoque permite al lector expandir su pensamiento y reflexionar y trazar líneas de actuación con respecto a dicho tópico desde una óptica humanística y orientada en Ciencias Sociales. Considero que es un acierto publicar un texto que estudia las diferen- cias de género en un momento en el cual la sociedad es dinámica y trata de superar la dicotomía establecida entre varones y mujeres procurando igualdad de oportunidades entre los mismos. Una de las claves de la apor- tación reside en el triángulo conceptual: lenguaje-cultura-didáctica, el cual se convierte en el eje de toda la aportación. Los autores están convencidos de que a través de la acción didáctica centrada en la Lengua y la Literatura se puede incidir en la cultura, procurando de ese modo una transforma- ción social. La búsqueda que realizan profundizando en las manifestaciones culturales para demostrar la desigualdad social persistente es muy interesante. Invitan al lector a pensar en las situaciones que en la actualidad se presencian, y sobre todo, en las condiciones que serían deseables para la construcción de la identi- dad de género. En este momento las mujeres consiguen asentarse encontrando su rasgos definitorios, pero ese cambio motiva que las estructuras consolida-
  • 8. lenguaje, cultura y discriminación 8 das del varón sean trastocadas, por lo que este último tiene que redefinir su identidad. Todo este proceso se halla en constante retroalimentación con las pautas establecidas por la sociedad. La mejora de la competencia comunicativa con la inclusión en la misma de la toma de conciencia de la igualdad de oportunidades entre géneros es otra de las aportaciones que se efectúa. La cuestión referida a si el comportamiento comunicativo de varones y mujeres es diferente invita al lector/investigador a considerar los distintos factores que ahondan en esta separación. Obvia- mente la conformación y consolidación de procesos comunicativos transita por la enseñanza de la Lengua y la Literatura y corresponde al ámbito escolar principalmente y a los otros entornos formativos como familia, medios de comunicación, grupo de amigos etc., el educar para la igualdad de oportu- nidades intentando que no se produzcan diferencias acusadas y que los com- portamientos lleguen a ser estereotipados. Por ello los autores inciden en la formación del profesorado como aspecto clave para la obtención de la equidad comunicativa y formativa, dando pautas y directrices de la formación perma- nente y continua de estos docentes. La aportación también incluye un estudio escolar que refleja de una ma- nera clara la distinción que mediante el ámbito escolar, familiar y social va formando el alumnado con respecto a las atribuciones y comportamientos que realizan varones y mujeres. Todos estas situaciones conducen a los autores a proponer una serie de propuestas didácticas que deben servir para iniciar la labor de toma de conciencia sobre la necesidad de la promoción de la igualdad de oportunidades entre mujeres y varones, comenzando la misma desde la comunicación. Personalmente, me he visto beneficiado de la lectura de este libro, y con- sidero que el mismo se convierte en fundamental para los estudiosos de la te- mática, además de suponer una aportación novedosa al área de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Ahora es necesario que esta pro- puesta se extienda y sobre todo que la esencia de sus principios sea captada por las personas dedicadas a la docencia y a la investigación. Mis más sinceras felicitaciones para los autores, porque han conseguido plasmar en los contenidos de este libro la mayoría de conceptos, asunción y directrices necesarias para abordar el tema propuesto. Dr. António Ricardo Mira Universidad de Évora (Portugal)
  • 9. 9 Introducción El trabajo que a continuación se presenta, pretende abordar una te- mática que paradójicamente mantiene un estatus de novedosa y ya ampliamente tratada a lo largo de la historia del ser humano. Hablar de varones y mujeres es algo prácticamente inherente a las perso- nas ya que desde que el ser humano hace uso de su capacidad de raciocinio se ha dado cuenta de que se encuentra dividido en dos sexos: varones y mujeres. Por esa razón, el tratamiento de la temá- tica no es nuevo aunque sin duda el enfoque que se pretende otor- gar a este trabajo sí que lo es. Incorporar la perspectiva de género a un ámbito tan específico como es la enseñanza de la Lengua y la Literatura supone todo un desafío, ya que estudios desde ámbitos como el sociológico, el político o el económico están trabajados. A lo largo del texto aparecerán diversos conceptos, distintas considera- ciones que tienen que ver con esta problemática acumulativa que ha derivado en una división del universo social y cultural. Uno de los elementos que a nuestro juicio más incide en esa separación es, sin ningún tipo de dudas, el lenguaje. Nuestra concepción del mismo como componente activo del moldeamiento del pensamiento hace que su importancia sea crucial a la hora de estudiar cualquier pro- blemática, en este caso la referida al género. El estudio del lenguaje en sí es importante pero no podemos desdeñar su enseñanza, ya que los procesos educativos llegan a ser el vehículo para que la persona se aproxime a ese lenguaje. Apreciamos pues como puntos de par- tida el lenguaje, la enseñanza del mismo y los géneros masculino y
  • 10. lenguaje, cultura y discriminación 10 femenino; ahora bien, éstas no son las concreciones que precisa una investigación sino que se convierten en soportes fundamentales para comenzar a esbozar una línea de pensamiento. Fijémonos que tras los ejes fundamentales del texto, lenguaje, cultura, discriminación y equidad comunicativa entre géneros se hallan los mencionados pun- tos de partida. A modo de Matriushka podríamos incluir la igualdad comunicativa entre mujeres y varones como una consecuencia de la discriminación y a ésta como producto de una cultura en la que se realiza un uso del lenguaje en sus diversas manifestaciones. Con posterioridad veremos qué distinción hay que hacer entre sexo y gé- nero, qué es un estereotipo o qué soportes y estrategias se pueden plantear para la mejora educativa y social respecto a esta temática. Obviamente, sería un tanto pretencioso y arriesgado el comenzar la defensa de unas ideas, de una línea de pensamiento sin que unos objetivos hayan sido planteados. Estos van a ser los que guíen el desarrollo del texto y, sin duda, todo lo que se puede extraer de las experiencias y reflexiones va a tener que poseer una concordancia con los mismos. Para enunciar tales metas hemos decidido proponer un objetivo principal y una serie de secundarios que colaboren en la consecución del mismo, y cuya concreción ayudará a que com- prendamos mejor la magnitud del objetivo que desde este escrito asumimos Objetivo general: Realizar una propuesta de actuación comunicativa basada en la real igualdad de oportunidades entre ambos géneros. El hecho de que esta sea la meta principal de este estudio de- nota un pretencioso quehacer. En la redacción de este objetivo se encierran todos los contenidos que a continuación se desarrollarán, aunque como la persona lectora habrá podido deducir, dicho obje- tivo no ha tenido una especificación o introducción acerca de las connotaciones que posee; conviene especificar que la propuesta de igualdad comunicativa debe venir dada por una mejora dentro del ámbito que supone la enseñanza de la Lengua y la Literatura. La comunicación debe ser la transposición de las concepciones abs- tractas que se tienen sobre el lenguaje. Como complemento a este primer hemistiquio hallamos que se propugna la real igualdad de oportunidades entre géneros, implícitamente se está aludiendo a la problemática que origina la confección de este trabajo: la asimetría
  • 11. 11 introducción social que se produce en cuanto a las actuaciones de varones y mu- jeres, es decir, la diferencia existe, y el grado en que lo hace suscita la preocupación por parte de determinadas personas. Como aspecto que es susceptible de cambio, desde este texto trataremos de pro- porcionar pautas de actuación que, desde el área de Didáctica de la Lengua y la Literatura, puedan ayudar a la mejora tanto escolar como social. Queda pues explicado el principal objetivo que esta- blecemos para lograr al término de esta labor científica. Objetivo número 1: Profundizar en el estudio de la teoría crítica de la enseñanza, para conformar un marco teórico adecuado. Tras haber descrito el objetivo general debemos buscar un sopor- te teórico que nos ayude a desarrollar nuestras tareas. La adhesión a una postura determinada de pensamiento siempre conlleva pros y con- tras, por eso solía decir Aristóteles aquello que versaba: in virtus media; aunque desde este trabajo vamos a optar por el modelo crítico de pen- samiento y actuación. Amparados en la teoría crítica tomaremos esta filosofía para establecer las bases de nuestra pretendida transformación social y escolar en lo que respecta a las diferencias de género. La apli- cación de la teoría crítica a los procesos de enseñanza y aprendizaje nos debe conceder una nueva perspectiva y debe facilitar, a través de sus presupuestos, la posibilidad del cambio. Objetivo número 2: Analizar la situación actual sobre la influencia del lenguaje en la configuración de estereotipos sexistas en las personas. Como bien hemos dicho previamente, la importancia del lenguaje en nuestras vidas es más que notable; la afirmación de Saussure (1973) referida a que el lenguaje es un hecho social ya denota cuáles pue- den ser nuestras intenciones. Más adelante tendremos que reflexionar acerca de la psicología social y el concepto de estereotipos, pero baste decir que éstos se hallan profundamente marcados por el estigma del sexismo. Nuestra labor será la de pergeñar un discurso que enlace el uso del lenguaje como una de las causas más directas a la hora de con- formar los mencionados estereotipos incluidos en el pensamiento de las personas.
  • 12. lenguaje, cultura y discriminación 12 Objetivo número 3: Justificar la urgencia de la transformación comu- nicativa, tanto social como escolar. A partir del anterior objetivo, si nuestros indicios son los correctos será preceptivo el justificar de una manera clara por qué creemos que es importante cambiar las actuales estructuras comunicativas que aconte- cen entre las personas, es decir, cuáles son las razones que argumenta- mos para decir que el uso del lenguaje en su práctica no es el adecuado y que mediante su cambio es posible que los estereotipos de género y, por ende, el pensamiento puedan ser modificados derivando en una socie- dad más justa e igualitaria. Objetivo número 4: Realizar la transposición didáctica de todo el es- tudio que se haga, de forma que se inserte en el modelo crítico de la ense- ñanza. Está claro que nuestra reflexión no puede quedar únicamente en las palabras y en la sugerencia de pensamientos a las personas lectoras sino que debemos intentar proporcionar estrategias que ayuden a llevar a buen fin lo que estamos planteando. Desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura tenemos que defender un enfoque comunicativo y funcio- nal de la enseñanza; por esa razón la participación activa va a ser funda- mental a la hora de poder lograr las metas que nos marcamos. Una vez que han sido expuestos los objetivos, es pertinente realizar algunas aclaraciones que sin lugar a dudas van a repercutir en la mejor comprensión del desarrollo de este estudio. Tal y como se ha reseñado al comienzo del texto, desde tiempos inmemorables somos conscientes de que la especie humana está compuesta por mujeres y por varones; esto es algo que no se puede discutir ya que insertos en el mundo de la naturaleza, físicamente se establece la diferencia, anatómicamente somos distintos, y aunque en lo que respecta a las funciones vitales somos simi- lares, hay diferencias significativas entre ambos sexos. Por tanto procede utilizar el término sexo cuando nos vayamos a referir a la diferencia física que se establece entre mujer y varón. A partir de aquí surge la interro- gante: entonces, ¿qué entendemos por género? Tenemos que relacionarlo con los elementos culturales y sobre todo con el proceso de socialización, es decir, a la hora de insertarnos en una determinada sociedad recibimos unas pautas de comportamiento que vamos interiorizando y por las cua-
  • 13. 13 introducción les vamos a ir rigiendo nuestras actuaciones (Héritier, 1996). Podríamos decir que el género no nos es dado de una manera innata sino que se va aprendiendo y asimilando, tiene más que ver con factores sociales que genéticos (Glover y Kaplan, 2000). A partir de aquí podemos advertir que la diferencia de sexos se ha prolongado y se ha convertido en dife- rencia de géneros, ¿existe una verdadera necesidad de que esto acontez- ca? Desde nuestra línea de pensamiento creemos que no. Tal y como el ser humano ha estructurado la sociedad no tienen por qué existir tantas distinciones y restricciones ni para uno ni para otro género ya que eso es limitar la evolución de las persona y privarla de la consecución de determinadas metas de las que es potencialmente capaz. Socialmente se asignan diferentes roles a la mujer y al varón hasta tal punto que se van delimitando sus campos de actuación e incluso sus posibilidades cog- nitivas y sentimentales (Mead, 1961). La diferencia existe, pero la cues- tión es: ¿merece la pena denunciarla? ¿Conviene cambiarla? ¿Se busca la igualdad de oportunidades, o la inversión de las situaciones de poder? La complejidad del ser humano impide dar una respuesta concreta y ade- cuada a estas cuestiones. Está claro que algo no funciona bien dentro de las estructuras sociales cuando un trabajo como es éste se ha realizado. Si la diferenciación es un hecho hay que plantearse hasta qué punto se pro- duce la diferencia, y por supuesto si es sostenible o no lo es (Nicholson, 1987). Si nos atenemos a la historia y la actualidad, parece obvio que la aparición de la violencia entre géneros –en lo que concierne a maltratos, asesinatos, vejaciones– es motivo suficiente para tratar de encontrar al- ternativas que conlleven una mejor relación entre las personas. La cul- tura que hemos construido los seres humanos propugna las relaciones sociales y empareja a varones y mujeres abogando por su convivencia, pero si la diferencia está en la raíz del funcionamiento social no podemos alarmarnos ante situaciones de conflicto ya que no estamos poniendo las bases para que exista una convivencia adecuada entre ambos géneros. El hecho de la diferenciación se repite a lo largo de las diversas manifesta- ciones culturales que acontecen a lo largo del planeta, los roles del varón y de la mujer se separan y por ello suele suceder un abismo comunicati- vo que impide una mejor convivencia y construcción de las condiciones sociales (Buxó, 1988). Por tanto, tenemos que reflexionar en torno a la problemática que acontece con respecto a la diferencia de género ya que si ésta es consecuencia de un devenir social, está en manos de los com- ponentes de la mencionada composición social el intentar solucionarlo; a partir de la diferencia de sexo sí se pueden establecer otras pautas que
  • 14. lenguaje, cultura y discriminación 14 ayudan a la igualación de géneros, concretamente desde nuestra pers- pectiva abordaremos el uso del lenguaje en sus diversas manifestaciones y sobre todo cómo vamos a enseñar a utilizar y aprehender ese lenguaje, pero tenemos que ser conscientes de que hay otros ámbitos sociales don- de es preciso abogar por el cambio; así, en lo que atañe a lo económico es preciso equiparar salarios, también se debe mejorar el trato, el acceso a la política, a puestos sociales determinados para que no exista una excesiva tendencia a estereotipar en razón de género. La situación es complicada ya que el paso del tiempo ha arraigado el pensamiento colectivo y en el inconsciente se encuentran consolidadas las ideas referidas a lo que debe ser una mujer y lo que tiene que hacer un varón dentro del sistema como elementos interdependientes que son. Una vez hecha la matización referida a los conceptos de género y de sexo, conviene que nos adentremos en la incorporación de otras dos nociones que van a tener gran trascendencia a la hora de defender nues- tro punto de vista y que nos van a ayudar a entender bastantes aspec- tos de la realidad social que estamos cuestionando: el androcentrismo y los estereotipos. El primero de ellos es una tendencia que se estableció como referente del funcionamiento de un tipo de sociedad que ya casi ha desaparecido, es decir, ver al varón como el elemento principal de las dinámicas sociales y a la mujer como la abnegada, subyugada a los deseos del mismo fue algo bastante evidente hasta el siglo xxi. Como consecuencia de ese planteamiento la conformación de las estructuras sociales se ve afectada por esta situación teniendo los elementos de la sociedad un corte evidentemente masculino. Hay que ser conscientes de que si esa situación se ha consolidado con el paso del tiempo, el pre- tender propugnar un cambio inmediato es algo que adquiere el adjetivo de estulto. Por eso las transformaciones tienen que ser progresivas, ya que como bien sabemos los cambios de las concepciones sociales son más lentos de lo que aparentan, y en lo que a nosotros respecta, desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura tenemos que aportar estrategias y concepciones que ayuden a la mejora de las situaciones comunicativas de las personas. Por tanto, cuando utilicemos el término androcentris- mo aludiremos a una interpretación y comprensión de las estructuras y acontecimientos sociales donde el varón es el protagonista y la mujer queda en segundo plano, aspecto que en el caso que nos ocupa no nos interesa y contra el que precisamente estamos propugnando una trans- formación. En la aludida conformación social que gira alrededor del varón tienen mucho que ver los aspectos que se relacionan con el pen-
  • 15. 15 introducción samiento, la cognición es importante en el momento de determinar las acciones de las personas en su interacción con el mundo. Está claro que el intelecto humano no es capaz de almacenar toda la gran cantidad de información y de estímulos a la cual se expone diariamente, es por esa razón por la cual hay que recurrir a estrategias que ayuden a ordenar el pensamiento y a reducir el espectro de posibilidades que se perciben. Para llevar a cabo esa labor el instrumento que las personas poseemos es el denominado estereotipo; éste se puede definir como el conjunto de creencias compartidas sobre las características personales de un indivi- duo, generalmente rasgos de personalidad, pero también acerca de los comportamientos de un grupo de personas (Yzerbyt y Schadron, 1996). Es pertinente hacer un análisis de los términos que se han utilizado en la apuntada acotación; así, el hecho de ser creencias hace que tenga un componente no empírico, es decir, no comprobado. El estereotipo no tiene una base sólida donde apoyarse sino que es formulado de forma arbitraria según la conveniencia de la persona o colectivo que lo utiliza. Sin duda, que el estereotipo se halla unido a las representaciones socia- les (Colom, 1996) y está en función de las progresivas transformaciones que la sociedad sufre, por esa razón las creencias tendrán una funda- mentación de tipo colectivo-social y será misión del grupo el modificar o agregar nuevas percepciones o ideas. Ahora bien, ¿acerca de qué se tienen esas creencias? Es sencillo, se poseen respecto a características personales o bien grupales. En lo que a nosotros nos afecta, es esta se- gunda cuestión la que más interés va a tener, y esto va a ser así porque hay que ser consciente de que estereotipar es la antesala del prejuicio y de la discriminación. Debe quedar claro que no tenemos que abogar por la erradicación de los estereotipos ya que son positivos en nuestras vidas, porque nos ahorran esfuerzo y nos proporcionan ingente infor- mación para que conozcamos de una mejor manera la realidad que nos rodea y, en última instancia, la que no conocemos de forma directa ya que nos es lejana. El problema surge cuando la utilización de los este- reotipos se realiza con unos fines partidistas que se corresponden con posturas discriminatorias o sirven para encasillar a un grupo social en unas determinadas pautas de comportamiento, limitando su crecimien- to y expansión o su desarrollo integral como personas. La aplicación del concepto de estereotipo a este texto parece muy clara; la división social que se ha establecido colocando al varón en un extremo de las condi- ciones sociales y a la mujer en el otro, diáfanamente origina una sección y la aparición de los denominados estereotipos de género. Estos últimos
  • 16. lenguaje, cultura y discriminación 16 estarán referidos tanto a los varones como a las mujeres, aunque como sabemos históricamente han perjudicado de una forma notable a la mu- jer, así como al varón (Quin y McMahon, 1997). Se puede apreciar cómo en este caso el estereotipo ha sido generador de acusadas diferen- cias creando una importante separación entre ambos géneros, ya que las reacciones de las personas ante la tarea que supone describir a una mujer o a un varón son claras: de una manera general, por la primera enten- derán alguien timorato, débil y sensible mientras que por el segundo tendrán la imagen mental de alguien fuerte, emprendedor y falto de de- licadeza. ¿Esto es una situación real? Evidentemente, la respuesta a esta pregunta es no. Como bien venimos apuntando, todo se corresponde con una situación de tipo cultural, con una construcción colectiva, con una arbitrariedad, que motiva la diferenciación subyugando un género al otro y limitando las oportunidades de ambos. El retrato mental en que se convierte el estereotipo implica que ya presupongamos cómo va a ser el comportamiento de una persona an- tes de observarlo (Smith y Mackie, 1997), se juega con la suposición, cosa que generalmente puede conducir al error. Es algo frustrante para una persona de un género determinado, pongamos por caso un niño que quiera jugar a la comba o que desee vestirse completamente de co- lor rosa, ser objeto de mofas y vejaciones por parte de sus compañeros y compañeras, además de familiares o docentes. Tal vez el ejemplo es un poco exacerbado pero responde a una realidad que hunde sus raíces en el inconsciente colectivo. El estereotipo es un elemento que posee una vertiente de corte eminentemente psicológico y por ello se refiere de forma particular a los rasgos de personalidad que poseen las personas (Jayme y Sau, 1996). Así, se suele pensar en la mujer como objeto de un mayor nivel de neuroticismo, es decir, de una mayor inestabilidad ante las situaciones de la vida; se le asocia, de igual modo, una menor capaci- dad investigadora y emprendedora, y también se las considera más ama- bles, introvertidas y responsables; mientras que al varón se le asignan los rasgos de personalidad opuestos, de lo que podemos deducir que la sociedad se va conformando en función de estas visiones estereotipadas, lo que sin duda reduce las posibilidades de actuación de las personas. Tal es el grado de asignación a uno de los dos géneros de una forma taxativa que desde los primeros años de la vida de los seres humanos, un componente antropológico importante como es la forma de vestir de las personas ya se encuentra determinado; y es que el azul es asignado al varón mientras que el rosa es el color que deben utilizar las niñas (Su-
  • 17. 17 introducción birats y Brullet, 1988). Esta situación es un hecho que no está abolido, y no se produce con toda la asiduidad que sería deseable la utilización indistinta de los colores destinados a la ropa de los niños y de las niñas. Éste es un detalle curioso pero, si vamos más allá, muchos de los jue- gos escolares se encuentran estereotipados, hay situaciones sociales que están predestinadas al varón, por ejemplo el fútbol, y hay aspectos que se relacionan con la mujer, véase la moda. Nuestro deseo es reflexionar acerca de si estas situaciones son realmente positivas para la evolución de las personas y si se puede propiciar algún cambio. Hasta el momento ya conocemos que sexo y género se hallan en un mismo plano de actuación social pero no por ello son cosas semejantes sino que existe un importante matiz diferenciador, y también nos he- mos aproximado a la concepción de estereotipo como uno de los instru- mentos que ayuda a que se produzca la diferencia de género. Estas dos revelaciones comienzan a modelar una situación social que es objeto de nuestro estudio. Fijémonos en que tanto el género como los estereotipos se unen con dos de los ejes del título que encabeza este estudio: cultura y discriminación. Claramente vemos esa concordancia, pero parece ob- vio que hace falta establecer una relación con el tercer eje que se sitúa como parte trascendental de este trabajo: el lenguaje. La cuestión es ¿tie- nen algo que ver? Por supuesto, como indicábamos al comienzo de esta introducción es el lenguaje el que da sentido a las situaciones de tipo humano y por ende social. Es el elemento que mejor distingue a nues- tra especie de otro tipo de animales, y con esto no queremos indicar que los animales no se comuniquen o posean un lenguaje propio, sino que debemos precisar que si es un elemento diferenciador es porque lo concebimos en toda la magnitud que la definición del término puede tener. Hay múltiples manifestaciones del lenguaje que los seres huma- nos hemos particularizado y únicamente son utilizadas por las perso- nas. El ejemplo más notable es el referido a la manifestación que supone el habla, que probablemente sea la expresión más compleja y lograda, ya que la correcta ejecución de la misma y la continuidad en su uso sólo ha sido lograda por el ser humano. Si de lenguaje hablamos está claro que estamos aludiendo a una manifestación exclusiva de nuestra especie, démonos cuenta de que en nuestra cotidianeidad es sencillo encontrar diversas manifestaciones de tipo lingüístico, incluso se podría afirmar que las personas son en sí mismas todo un lenguaje. Desde el momento en el cual comienza el día, ya sea de manera icónica, hablada o escrita estamos en contacto con el lenguaje, por lo que se hace prácticamente
  • 18. lenguaje, cultura y discriminación 18 imprescindible tener una conciencia y un conocimiento del mismo. La importancia que alcanza en nuestras vidas tal vez sea inconmensurable y es por esa razón por la que estamos en condiciones de afirmar que prác- ticamente sería imposible concebir una sociedad con las características actuales que estuviese exenta de lenguaje (Mauthner, 2001). El hecho de que sea inherente a nuestra existencia hace que su trascendencia sea elevada y también motiva que condicione muchas de las dimensiones de nuestro desarrollo vital. ¿Cómo va a venir dado ese condicionamiento? Parece claro que va a ser a través del uso del lenguaje como se van a producir todas las acciones posteriores, en su utilización tenemos que buscar la raíz del acontecer de las situaciones. De no ser así, el lenguaje no dejaría de ser algo abstracto que se situaría alejado de la realidad y que formaría parte del mundo de las ideas, ya que no habría manifesta- ciones que probasen que realmente existe. Por suerte, tenemos diversas acciones que demuestran que somos portadores de un lenguaje; tanto la oralidad, la escritura, lo icónico o la proxémica son diversificaciones del lenguaje para que éste no se presente de un modo único y pueda ser usado por las personas en diferentes contextos y situaciones. El lenguaje es la herramienta que va a ayudar a la persona a interpretar y reflexio- nar sobre la realidad que le acontece. Esta realidad adopta cada vez un mayor grado de complejidad, por lo que el lenguaje se especializa y las manifestaciones, a las cuales hemos aludido, se hacen más específicas. De esta manera, no es difícil encontrar un lenguaje de negocios, un lenguaje cinematográfico, un lenguaje referido a protocolos, etc. El len- guaje se orienta, de una manera más que evidente, hacia la acción social (Holtgraves, 2001), además de ser el eje central de la individualidad, por lo tanto no sólo es un hecho individual y social sino que se orienta hacia el establecimiento y la transformación de las estructuras de tipo social. Deducimos, pues, que a través del lenguaje se van forjando las carac- terísticas de una sociedad y, si queremos enlazar lo dicho con aspectos previamente tratados, diremos que la aparición de los estereotipos tiene mucho que ver con la utilización del lenguaje, por tanto la construcción de ese lenguaje tendrá también mucho que aportar a la conformación social. De todos modos, hay que indicar que pese a que, como hemos indicado, las manifestaciones son diversas, parece evidente que el nivel abstracto que estamos tratando sea difícil de aplicar a las situaciones cotidianas; por esa razón, tenemos que buscar una simplificación del concepto de lenguaje, un desglose, y éste lo encontramos en la distin- ción saussuriana referida a Lengua y habla. Por la primera entiende una
  • 19. 19 introducción forma particular que adquiere el lenguaje en una comunidad social de- terminada, mientras que por la segunda denotamos el comportamiento de la persona que pone en práctica la referida Lengua. Así, esta última es la que se convierte en la principal concreción del lenguaje y solemos referirnos al uso de la Lengua como concretización y como medio de simplificar nuestra tarea de estudio. Una vez efectuada esta distinción nos será más sencillo hacer uso de ambos términos cuando el mismo sea pertinente a lo largo de este discurso escrito. Los recursos de la Lengua y por ende del lenguaje son extensísimos pero queremos reparar especialmente en uno de ellos ya que nos pare- ce de especial trascendencia a la hora de poner en relación la cultura y la discriminación con el elemento lenguaje, estamos aludiendo a las metáforas. Es nuestro deseo ir más allá de la funcionalidad retórica de las mismas y considerarlas como un importante elemento de funciona- miento social. Así, a través de la metáfora conseguimos llevar a buen fin las comparaciones que los seres humanos solemos realizar. Recordemos que una de las funciones del lenguaje es la reguladora, es decir, nos sirve para tener una referencia de las otras personas y de las otras situacio- nes. Para poder ejecutar dicha acción en muchas ocasiones tenemos que recurrir a la comparación, que realizamos a través de la metáfora. Sin duda que el sabernos más que, igual que o menos que nos confiere una perspectiva diferente y nos informa sobre cuál es nuestra situación en la vida cotidiana (Lakoff y Johnson, 1995), pero si nos estamos refiriendo a metáforas tenemos que asumir que las mismas incluyen un uso de la Lengua, y esa utilización puede tener una connotación peyorativa; ob- servemos la expresión: eres más bruto que un arado en clara alusión a un estereotipo de género asignado al varón (rudeza), donde se compara la condición de la persona con la basta acción que supone el arado de una plantación o campo. Comparar es correcto y además es una acción que desarrollamos en la vida diaria pero hay que ser consciente de la impor- tancia de eximir aquellas comparaciones hiperbólicas que se basan en el uso de estereotipos de género. Deducimos pues, de lo expuesto hasta el momento, que el lenguaje es una poderosa arma que las personas poseemos para poder utilizar en las distintas situaciones de la vida; podríamos indicar que es la llave que nos facilita el acceso al conocimiento de la realidad, y que su domi- nio es directamente proporcional a las posibilidades de exploración que tenemos del ámbito social. En la actualidad, existe un problema im- portante relacionado con el lenguaje que es el descuido que se aplica al
  • 20. lenguaje, cultura y discriminación 20 mismo. Baste decir que la carestía de vocabulario es una problemática que requiere una inminente solución, es posible poner en relación este aspecto con el concepto de estereotipo: la reducción de posibilidades implica una restrictiva visión del mundo, creando patrones determina- dos y no permitiendo una flexibilidad de pensamiento. Esto lo podemos ver reflejado en los roles de la mujer y del varón y en las imágenes so- ciales que se han confeccionado acerca de ellos. La regla es simple: si el léxico utilizado es reducido, la descripción y concepción de los elemen- tos del sistema también lo será, por lo que será muy difícil modificar la visión estereotipada. Dimana de lo dicho la necesidad de un cuidado del lenguaje y de un conocimiento del mismo para que no pierda su condición de poderosa arma capaz de configurar las situaciones y acon- tecimientos de la realidad. Precisamente, el hecho de hablar de un uso restringido del lenguaje está incardinado en la descripción del tipo de sociedad de la cual somos partícipes. En estos comienzos de milenio y de siglo, asistimos a la eclosión de la funcionalidad y del mercantilismo, la cultura de las artes y del conocimiento ha dejado paso a lo efectivo y a lo productivo. La especialización máxima de las personas a la hora de formarse motiva que su actuación dentro de la sociedad –como elemen- tos de la misma– sea restringida. Sin duda, tendemos a tener un cono- cimiento de un entorno reducido y los roles cada vez están más prede- terminados. ¿Esto sucede con el varón y con la mujer? Evidentemente, también quedan salpicados por la problemática ya que, las funciones y puestos laborales requieren un perfil y la sociedad ya tiene una pre- determinación prevista para los mismos, es decir, el estereotipo indica que si el varón es más emprendedor se adaptará mejor a un trabajo que requiera esa característica y como existe una urgencia de tiempo y efec- tividad, no ha lugar a probaturas con personas del otro género sino que se escoge al varón. Esto provoca que no exista una evolución real, un enriquecimiento, sino que se estreche el cerco de posibilidades y, si bien hay mujeres que acceden a puestos de varones y viceversa, no es esta la situación más corriente. Como indicábamos para estudiar el uso del lenguaje, la importancia de su enseñanza y su relación con las diferen- cias de género, tenemos que estar atentos a otros ámbitos que influyen significativamente en nuestra labor. En la conformación de la identidad de género influye el ámbito que tiene que ver con la política (Morgado 2001). Así, los entramados económico y político han tomado especial relevancia en nuestros días y vivimos bajo el amparo de una filosofía de pensamiento denominada neoliberalismo (Navarro, 1997). La misma
  • 21. 21 introducción está apoyada en unos presupuestos mercantiles donde es el producto final lo que se tiene en cuenta y el proceso para llegar al mismo queda en segundo plano; esta visión maquiavélica se convierte en un obstáculo para el fin de nuestro planteamiento; y lo hace porque eleva a la catego- ría de muy difícil el intento por mejorar los procesos de conformación de los estereotipos de género, ya que esto no es algo productivo y que pueda merecer la pena dentro del mercado. Es un hecho que dentro del neoliberalismo la globalización y la velocidad de la información son cruciales para que el sistema sea más productivo. La tendencia es cla- ra: hay que avanzar hacia la homogeneidad, dejando la diversidad en un segundo plano, sólo así se puede entender la insistencia en crear un mundo basado en la globalización (Navarro, 2000; Madhukar, 2003), donde las cosas dejan de tener una identidad definida y se diluyen en el grupo; este hecho viene a ahondar en la realidad estereotipada, donde es más sencillo funcionar con clichés, y anuncia un oscuro panorama para el pretendido cambio. La presencia de este sistema económico y político parece que será prolongada, con lo que no deja mucho margen de maniobra para nuestras intenciones. Pero, ¿cuál es el reducto en el cual nos tenemos que amparar? Sencillamente en que el conglomerado social está compuesto por personas y si éstas son las que han originado la situación actual, también pueden ser capaces de cambiarla. Parece claro que si el beneficio es lo que cuenta y que se presta gran atención a las cuestiones de producción (Chomsky, 2001), es compli- cado pensar que se va a dedicar esfuerzo y empeño a la transformación social y escolar que propugna la igualdad de género, pero desde el área de Ciencias Sociales tenemos que investigar y abogar por la expan- sión de investigaciones y difusión de resultados que sensibilicen a la sociedad de la situación que está aconteciendo. La época que vivimos es difícilmente adjetivable con un calificativo histórico al igual que el modernismo o el postmodernismo. De todas formas sí que podemos constatar que el afán de superación económica y de producción asola todos los ámbitos tanto sociales, como laborales o escolares; es posi- ble contemplar cómo la escuela va transformando sus finalidades y va centrando sus objetivos en la producción de personas competentes que puedan ser útiles al sistema, y en esa concepción tal vez no me- rezca la pena cuestionarse la problemática referida a las diferencias de género. Los achaques sociales y escolares parecen claros, la aparición de la conflictividad es un hecho, la inversión económica en la escuela exige de unos resultados más que la justificación de los procesos se-
  • 22. lenguaje, cultura y discriminación 22 guidos para llegar a los mismos (Giddens, 1990). El pretendido estado del bienestar se va diluyendo en las ansias de hacinar y producir cada vez más y más. Todo se halla pues en un continuo cambio, en una transición constante en la cual no hay tiempo para la reflexión y para cuestionarse determinados temas; dentro de los procesos formativos la transversalidad que supone educar para la igualdad de oportuni- dades entre ambos géneros no es algo que disponga de tiempo ya que restaría efectividad al resto de aprendizajes específicos que requiere la persona para insertarse de una manera productiva en el sistema social. Aquí es cuando nosotros lanzamos la pregunta: ¿queremos personas eficaces o queremos que estén formadas y posean unos conocimientos que les permitan conocer la realidad que les acontece? Nuestra defensa es diáfana ya que optamos por la segunda de las opciones planteadas, y en ella se incluye concienciarse de la desigualdad social entre muje- res y varones. Tal vez no se produzcan tantas cosas pero el bienestar personal y colectivo sea mayor en lo que respecta a la convivencia y a la concordia entre las personas. El mundo en continua transformación hace que tengamos que plan- tearnos muchas cosas si queremos pensar en un cambio; los ámbitos político, social, económico y educativo se entrelazan entre sí de manera inevitable y cualquier variación en uno de ellos motiva que se modifique el otro (King, 1999). Sin duda, pese a que hagamos esa aseveración y tengamos la certeza de que eso va a suceder así, la realidad es que vivi- mos unos tiempos en los que la incertidumbre es la característica funda- mental; no podemos calibrar hacia dónde se dirigen los continuos cam- bios sociales y, lo que es peor, no podemos saber si serán o no positivos para la evolución humana. Siendo componentes de este veloz sistema es difícil poseer una concepción aséptica y exterior de lo que realmente está aconteciendo, y dar una visión globalizada no es sencillo, los rasgos de identidad son muchos y variados (aumento de la edad poblacional, migraciones constantes, intento de desarrollo sostenible...) y por eso definir la sociedad actual por un rasgo significativo es prácticamente imposible (Kenway y Bullen, 2000). La situación ideológica que rodea con su halo la sociedad impulsa situaciones absolutistas donde, pese a vivir en estados democráticos, ese estado es más bien ilusorio que real. El hecho de que el poder haya pasado a estar en manos de unos pocos hace que la pretendida democracia se vaya diluyendo paulatinamente. Y en ese proceso absolutista la situación de desigualdad entre mujeres y varones también sigue estando patente (Navarro, 2002), lo cual va a
  • 23. 23 introducción perpetuar la falta de justicia o equidad entre ambos géneros. Con este marco de actuación no es sencillo llevar a buen fin un trabajo como éste que está relacionado con la diferencia de géneros, pero nosotros parti- mos de la premisa de que tiene que ver con la relación entre sociedad y escuela. Partiendo de la cuestión retórica, ¿puede la escuela transformar la sociedad o es esta última la que cambia a la primera? Creemos que esa dualidad indisociable se decanta más por el hecho de que desde las estructuras escolares se puede influir sobremanera sobre la sociedad, es decir, desde las vivencias que se realizan en el entorno escolar se pueden acumular unos bagajes y experiencias que luego podrán ser puestos en práctica en el ámbito de lo social. El problema surge cuando las institu- ciones educativas comienzan a impregnarse de un ambiente neoliberal ya que de ese modo la ideología se expande desde los comienzos de la formación de las personas y éstas ya están predispuestas a actuar de una manera determinada, es decir, orientadas a la acumulación de bienes materiales y a la producción social (Pérez, 1998). Pero de momento esa situación no se ha dado de una manera total sino que todavía no se ha extendido ese modelo de educación basada en la producción don- de las instituciones ofertan una enseñanza para la captación de clientes como si de un centro comercial se tratase. No podemos desvirtuar la función de la educación, como proceso universal que posee una tradi- ción histórica muy importante, tenemos que defender su naturaleza, y que los procesos de enseñanza y aprendizaje se pongan al servicio de la sociedad, pero que sea una labor correcta y positiva para la mejora de las personas y para su desarrollo integral y en ningún caso para la transformación hacia una sociedad mecánica compuesta por autómatas. La educación se va a convertir pues en un útil recurso del cual vamos a hacer uso para el intento de transformar las estructuras referidas a la desigualdad de oportunidades entre mujeres y varones. Es la Educación el instrumento por nosotros elegido para conseguir los ambiciosos objetivos que nos hemos planteado. Cuando hablamos de Educación hemos de hacerlo siempre con el respeto que esta práctica lle- va asociado con ella; educar es algo que ha estado unido al ser humano desde el momento en el que las personas primitivas enseñaban a sus seme- jantes cómo cazar a los animales para poder satisfacer el instinto referido a la nutrición. Con el paso del tiempo, hemos llegado a una era en la que la Educación sin dejar de ser algo importante, sí que es considerada como un aspecto que está en segundo plano dentro del entramado social. Si hemos de regirnos por la ideología neoliberal, el hecho de que le sea asig-
  • 24. lenguaje, cultura y discriminación 24 nada una partida económica mucho menor que a otros ámbitos denota que no está tan considerada como debería. Tal circunstancia convierte a la ideal Educación en algo utópico ya que con los medios que se facilitan a la comunidad educativa es difícil lograr que los procesos de enseñanza y aprendizaje deriven en algo más productivo de lo que lo hacen. Co- mentado el hecho de que la Educación con el paso del tiempo siempre ha sido un elemento que ha estado inserto en las sociedades, es pertinente indicar que parece claro que es un aspecto social muy necesario (Delors, 1996), y así como el lenguaje es un hecho social parece que la Educación también puede recoger esta denominación. Lo cierto es que a través de la educación se canalizan todas las normas y pautas de actuación que la ciudadanía debe llevar a cabo durante su devenir vital, por ello debemos conceder una mayor importancia al hecho educativo y observar que des- de el mismo podemos sentar las bases de una transformación hacia la igualdad de géneros. Valga el juego lingüístico y digamos que coeducar es formar en valores, la educación también es un valor en sí misma (Sava- ter, 1997). Esto es, intrínsecamente posee una funcionalidad que es muy notable y que se traduce en los procesos de socialización, gradualmente el sistema escolar va introduciendo a nuevas generaciones en el sistema social, dichas personas han pasado buena parte de su vida adquiriendo unos conocimientos y unas destrezas que van a influir sobremanera en su comportamiento dentro de la sociedad. No hay duda de que el lenguaje y su enseñanza van a ser esenciales, ya que van a constituirse en un apren- dizaje instrumental de aplicación universal; no olvidemos que al resto de saberes llegamos a través del uso y conocimiento del lenguaje. Deducimos de esa afirmación que la Didáctica de la Lengua y la Literatura va a ser la disciplina de la que emane gran parte de la influencia sobre la conforma- ción de un pensamiento que propugne el conservadurismo con respecto a las desigualdades de género o que luche por intentar proporcionar las mismas posibilidades a mujeres y a varones. El intento debe consistir en tratar de proporcionar una trascendencia a la muestra de estas situaciones y qué mejor lugar que la clase de Lengua y Literatura en particular y el resto de las materias en general para hacer visible el trato que se profesan mujeres y varones dentro del sistema social y escolar del que forman par- te (Freixas y Fuentes-Guerra, 1997). La legislación actual aboga por una filosofía educativa que se ampara en la transversalidad educativa, donde no hay un trato taxativo de las materias sino que hay cierta flexibilidad que permite formar a la persona en valores, para que su educación sea integral y no esté basada únicamente en un tipo determinado de sabe-
  • 25. 25 introducción res teóricos; como transposición de esa mencionada transversalidad se proponen una serie de temáticas que pueden ser insertadas dentro de las Unidades Didácticas para el trabajo con las mismas con la finalidad de que desarrollen problemáticas que existen en la realidad social (González, 1994). Uno de estos temas es la educación para la igualdad de oportuni- dades entre mujeres y varones o también denominada coeducación, que obviamente trata de mostrar en qué situación se hallan la mujer y el varón tanto social, escolar como laboralmente. Desde nuestra óptica, tenemos que justificar nuestra incidencia educativa como algo que se va a producir desde una concepción del lenguaje como elemento transversal, por lo que intentamos ir más allá de la especificidad de las mencionadas temáticas y pensamos que desde el cambio a través del lenguaje es también posible la transformación social en el resto de problemáticas de tipo social. El tema de género nos parece algo fundamental ya que, además de ser una realidad más que evidente en cuanto a que hay una división tangible entre mujeres y varones, existen repercusiones importantes tanto sociales como escolares que tienen que ver con pertenecer a un género o a otro. Así, hay aspectos académicos que están fuertemente influenciados por esta pers- pectiva como puedan ser el rendimiento, el autoconcepto, la personalidad o los intereses profesionales (Martínez y Pereira, 1995). Esto es muy ilustra- tivo, ya que nos está indicando que la diferencia existe y que ésta se genera dentro de la educación, en definitiva, de la socialización. Si tenemos la fir- me creencia de que los aspectos cognitivos, sentimentales e ideales se forjan a partir del condicionamiento que supone el uso del lenguaje, lógicamente tenemos que pensar que la enseñanza del mismo podrá influir de un modo importante en el proceso formativo de la persona. Y como así lo pensamos es nuestra obligación tratar de bosquejar un marco teórico y unas estrategias que estén acordes con lo que propugnamos y que favorezcan la igualación de oportunidades entre los géneros. Lógicamente, la enseñanza de la Len- gua y la Literatura no podrá ser descontextualizada y se producirá dentro de un entorno social que tendrá como producto una serie de manifestaciones culturales; por ello cobra mucha importancia el introducir los elementos de tipo cultural dentro de la Didáctica de la Lengua y la Literatura (Pugi- bet, 2002) porque se van a constituir en un excelente recurso que ayude al conocimiento de los roles que deben desempeñar las personas a lo largo de sus vidas. Queda claro que si queremos cambiar el modelo androcéntrico imperante tenemos que conocer y observar cuáles son las manifestaciones culturales que refuerzan ese arquetipo, para transformar hay que conocer previamente y así debemos de actuar dentro de los procesos formativos. En
  • 26. lenguaje, cultura y discriminación 26 el desarrollo de este trabajo podremos comprobar cómo todo va a derivar en una serie de propuestas o estrategias didácticas que deben ir en conso- nancia con el marco teórico que se está proponiendo. Queremos llevar a buen fin una propuesta educativa que se base en la acción comunicativa con el fin de consensuar nuestras reflexiones y pensamientos y poder producir el pretendido cambio. Como conclusiones de esta introducción debemos extraer varias. En- tre los puntos más destacados debemos mencionar que el lenguaje se sitúa en el centro de toda actividad humana y que a partir de él se van con- formando las estructuras sociales. Ese lenguaje está en conexión directa e indisociable con el pensamiento humano y lo condiciona, ayudando a su conformación. Tal nivel de abstracción encuentra su concreción en los tiempos en los cuales vivimos en una aplicación del uso del lenguaje que ayuda a construir una ideología neoliberal que basa sus actuaciones en el mercantilismo y más concretamente en la producción. Dentro de ese sistema seguimos asistiendo a la desigualdad de oportunidades entre géneros y a partir del mismo es difícil cambiar esa situación. Ahora bien, también hemos destacado que la Educación tiene que ser el medio que nos ayude a intentar transformar las estructuras sociales. Y dentro de los sistemas educativos, el aprendizaje instrumental que supone el lenguaje debe ser tratado de una manera didáctica con la finalidad de que las mu- jeres y los varones puedan acceder a las mismas oportunidades dentro del sistema social y escolar. Esas acciones que tenemos que llevar a la práctica dentro de esas anunciadas estrategias tienen que estar basadas en la sensi- bilización de la comunidad social y escolar sobre la perspectiva de género, de igual modo tiene que promover la plena participación de la mujer y del varón en las distintas actividades que se puedan realizar en distin- tos contextos; para ello es preciso que se aliente a los distintos ámbitos o sectores a promover la igualdad de oportunidades entre los géneros, y esto se podrá conseguir a partir de poner los medios necesarios para con- seguirlo. Como fin último lo que pretendemos alcanzar es la promoción de una imagen social equilibrada de la mujer y del varón representada en los distintos ámbitos como la publicidad, los medios de comunicación, los libros escolares o cualquier tipo de discurso. Se trata de ir erradicando los estereotipos sexistas y hacer que éstos se tornen hacia una igualdad real que permita una mejor convivencia dentro del universo social y cultural del que somos parte. Siendo opuestos a la cultura neoliberal, buscamos una real democra- cia, la plena ciudadanía y participación de todos los componentes del
  • 27. 27 introducción entramado social (Simón, 1999). Sólo así conseguiremos apreciar una verdadera evolución de la humanidad y no un anquilosamiento y una perpetuación de las estructuras androcéntricas. En el primero de los ca- pítulos, será justificada la necesidad de investigar esta temática desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura, es decir, se sentarán las bases sobre las cuales apoyar nuestra posterior actuación docente orientada al cambio; y de igual modo, también se mostrarán cuáles son las manifestaciones culturales que permiten que exista una clara diferenciación entre las cosas del mundo que pertenecen al varón y las que pertenecen a la mujer. Cree- mos que es positivo explicitar tales situaciones ya que ello nos va a indicar con claridad por qué aparece la necesidad de transformar las estructuras y promover la real igualdad de oportunidades entre mujeres y varones. LENGUAJE pensamiento tipo de sociedad (Neoliberal) ¿perpetuación de estereotipos y desigualdad? intento de cambio a través de la educación didáctica de la lengua y la literatura Figura 1: Situación
  • 28. 28 1Lenguaje, cultura y didáctica En este primer capítulo serán abordadas cuestiones referidas al área de conocimiento en la cual se incluye el trabajo de investigación, precisan- do las características de la Didáctica de la Lengua y la Literatura, aparte de su trascendencia; por otra parte, como aspecto más destacado ahon- daremos en la importancia de la cultura y de las manifestaciones que en ella encontramos referidas a la discriminación en razón de género. Si bien en la introducción, alentábamos a la persona lectora a sumer- girse en la sucesión de ideas que a lo largo de todo el trabajo van a ser expuestas, en este primer capítulo queremos ubicarla, para que tenga un referente claro acerca de lo que se ha realizado. Sabemos que hablar de Didáctica de la Lengua y la Literatura es hacerlo de una disciplina que posee como carácter más idiosincrástico su especificidad, es decir, que lejos de ser algo genérico se ocupa de una labor concreta, la cual tiene que ver con los procesos de enseñanza y aprendizaje que atañen a la Lengua y a la Literatura. Partiendo de nuestra asunción referida a la transversalidad del lenguaje en la vida humana, y la importancia que posee la didáctica o enseñanza del mismo, es fácil pensar que hemos incluido la temática de género como objeto de estudio de esta área de conocimiento. Esto no es algo caprichoso y sin fundamento si partimos de una situación donde el lenguaje llega a ser un elemento crucial en la conformación de un pensamiento de tipo diferencial, dividiendo el uni- verso humano en dos partes, mujeres y varones. Creemos firmemente que es preciso incidir en la enseñanza de la Lengua y la Literatura para que dentro de la misma disminuyan las diversas manifestaciones de tipo
  • 29. 29 1. lenguaje, cultura y didáctica sexista. En este primer capítulo no incidiremos directamente sobre la práctica escolar, pero sí en el cuarto, donde veremos cómo un instru- mento lingüístico y literario, como es el cuento, refuerza las situaciones de desigualdad de oportunidades entre los géneros. Para situar a la persona lectora en el contexto por nosotros deseado, es pertinente que uno de los apartados que conforman este capítulo esté referido a qué entendemos nosotros por Didáctica de la Lengua y la Literatura, es decir, si asumimos que simplemente llega a ser lingüísti- ca aplicada o está compuesta por la aportación de distintas materias o disciplinas del conocimiento que, juntas, llegan a constituir un corpus teórico-práctico que sin duda va a contribuir a que los procesos de ense- ñanza y aprendizaje de la Lengua y la Literatura sean de una naturale- za más óptima e integral. Ese enfoque ecléctico conllevará que existan muchos factores influyentes a la hora de llevar a buen fin un proceso didáctico; y ese desbroce colaborará sin ningún tipo de dudas a que seamos más conscientes de los procesos a través de los cuales se cimenta el discurso de las personas, que se constituye en algo distinto según se pertenezca al género femenino o al masculino. Argüimos pues que la Didáctica de la Lengua y la Literatura mantiene una relevancia en la conformación del pensamiento de tipo sexista, por lo que habrá que buscar una alternativa de tipo didáctico para reducir el poder androcén- trico y conducirlo hasta una situación más igualitaria. Por otra parte, como segundo de los apartados que se van a incluir en este capítulo trataremos un aspecto tan vasto como es la cultura, que supone prácticamente abordar todo el universo del ser humano, por lo que desde estas líneas lo que haremos será marcar las directrices funda- mentales que ayuden a entender cómo la problemática sexista impregna los esquemas de funcionamiento social, lo cual repercute sin duda en la formación de las personas. Y es que la Educación no es únicamente un acontecimiento que tenga lugar dentro de las aulas, sino que el trabajo en las mismas se complementa con lo que sucede en el exterior; en los distintos ámbitos en los cuales se desenvuelve el ser humano está ad- quiriendo unos aprendizajes, y es misión de las personas profesionales de la educación conferir unas herramientas críticas al alumnado para que en su interacción con el mundo sea capaz de discernir aquello que es positivo para la evolución de lo que es negativo. En este apartado se incluirán diferentes manifestaciones culturales que evidencian una distinción en el tratamiento que socialmente se otorga al varón y a la mujer, que pueden oscilar desde las imágenes que se proyectan acerca de
  • 30. lenguaje, cultura y discriminación 30 uno u otro género, hasta las manifestaciones de tipo artístico o, estando más próximos a la Lengua y a la Literatura, en las transmisiones tradi- cionales de tipo oral, lo cual es reflejo de la conservación de la cultura y queda como reminiscencia de situaciones anteriores. Hemos de ser conscientes de que toda persona transita por estos dos aspectos que se reflejan en los dos apartados en los que se divide este capítulo, es decir, la Educación lingüística y literaria, que junto con su inmersión en los distintos aspectos culturales a los cuales se accede me- diante la socialización, se constituyen en los pilares básicos formativos de la persona. El quid de la cuestión estriba en el grado de impregna- ción del sexismo en esas dos dimensiones apuntadas, ya que si no pode- mos eliminarlo de ninguna de las dos es un tanto absurdo el hecho de denunciar la desigualdad, ya que ésta se va a mantener indefinidamente. Por alguno de los dos polos debe empezar a cambiar la situación y el más concreto de ellos es el referido a lo educativo, que si bien depende de los niveles políticos, sociales y económicos, mantiene un nivel de complejidad menor que abarcar la sociedad como objeto de transfor- mación. El planteamiento hallará su consistencia en la labor didáctica que se realiza en las aulas y en la institución escolar para que luego tal realización enlace con las familias, los grupos de pares y los entornos sociales o laborales. El espíritu crítico debe ser la meta a conseguir para que las personas puedan juzgar las distintas manifestaciones culturales con las cuales se van a ir encontrando a lo largo de su devenir vital. Sin duda, los estereotipos creados se encuentran fuertemente arraigados en las estructuras de la sociedad, y las actuaciones a la ligera, consistentes sólo en meros actos puntuales, no van a hacer que cambie la situación; desde la planificación meditada de las cosas, y ante todo desde la re- configuración lingüística y literaria, tenemos que tratar de esbozar unas dinámicas sociales que posean una mayor igualdad de oportunidades entre los géneros Introduzcámonos pues en la concepción ecléctica que defendemos acerca de la Didáctica de la Lengua y la Literatura, la cual –como ve- remos– nos reportará una serie de beneficios a la hora de tratar la pro- blemática de género, ya que un enfoque que se basa en la aportación de varias disciplinas, permite ver cómo tanto la mujer como el varón están presentes en el conocimiento. Procediendo a la deconstrucción del mismo nos podremos dar cuenta de que existe una situación claramen- te interesada para que el lenguaje que envuelve nuestros entornos esté configurado de una determinada manera, esa manifestación lingüística,
  • 31. 31 1. lenguaje, cultura y didáctica ya sea oral, escrita, corporal o de otro tipo, condiciona sobremanera nuestras interacciones con el resto de personas, y hemos de ser cons- cientes de que no es una situación inamovible sino que en la enseñanza de esas estructuras lingüístico-literarias reside la clave, ya que –como hemos expresado– el lenguaje en sí mismo no es sexista o no conlleva la desigualdad, es en la utilización que hacemos del lenguaje donde se halla el problema, ya que la arbitrariedad del mismo responde a una necesidad social, por tanto si jugamos con la flexibilidad del lenguaje podremos adaptarlo al tipo de sociedad que pretendemos, un arquetipo que se asemeja a la propuesta de Tomás Moro (1984) cuando en plena época renacentista nos presentó su sociedad utópica. 1.1. Estudiar la temática del género desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura Si bien hemos mencionado la importancia de esta disciplina como específica y con un carácter relativamente autónomo, tenemos que indicar que para que esta área de conocimiento subsista y tenga sentido, debe estar apoyada en el elemento principal denominado lenguaje; éste así nombrado mantiene una significación abstracta y precisa de una concreción que ayude a hacerlo operativo. Eviden- temente el paso previo a hablar de la comunicación, de la cual nos ocuparemos en pasajes posteriores, es realizar la distinción entre Lengua y habla; debe quedar claro que ambas van a ser el desglose del lenguaje, es decir, se constituirán en un grado de operativiza- ción. Consideramos Lengua, como la forma determinada que ad- quiere el lenguaje en una comunidad social determinada, mientras que habla va a estar referida al comportamiento de las personas que ponen en práctica su Lengua, es decir, el uso que hacen de la misma. Realizar la distinción entre los tres conceptos es un hecho importante ya que en muchas ocasiones es frecuente confundirlos, o utilizarlos de manera inadecuada. Como veremos a lo largo de este texto, los tres términos serán utilizados según proceda, aunque debido a la naturaleza de la temática que pretendemos abordar pa- rece más enriquecedor que intentemos estudiar el lenguaje, ya que nos va a proporcionar más posibilidades de generalización, para que nuestras reflexiones puedan ser recogidas por un mayor número de personas.
  • 32. lenguaje, cultura y discriminación 32 Partir del hecho lingüístico conlleva tener que avanzar con sumo cuidado por los caminos del conocimiento y sobre todo de la investi- gación. Así, son frecuentes las ocasiones en las cuales se ha tratado de cuantificar el lenguaje, lo cual, sin ningún género de dudas, es un tanto aberrante; tenemos que ser conscientes de que el lenguaje está vivo y en continua evolución, ya que es flexible y lo utilizan todas las personas, por tanto, tratar de expresarlo en cantidades numéricas es algo práctica- mente imposible y elimina el carácter humano que esta cualidad posee; no debemos olvidar que el lenguaje es el principal eje de formación indi- vidual, colectivo y social (Reyzábal, 1993) por lo que de su dinamismo depende que la sociedad se conforme de una u otra manera. Por tanto parece claro que en nuestro proceso de investigación será difícil que el nivel cuantitativo sea el eje vertebrador de la misma; hay que pensar que los conceptos que estamos manejando a lo largo de este planteamien- to, están estrechamente ligados con conceptos sociales, elementos que dependen del ser humano y que no pueden ser objeto de la asepsia, el planteamiento tomará como referente, pues, al paradigma de investiga- ción cualitativo. Este modelo se ampara en la interpretación de situa- ción, para la comprensión de la misma y la generación de propuestas de cambio. La gran diferencia que se establece con respecto al paradigma cuantitativo se basa en que vamos a trabajar con personas o con aspectos que se relacionan con las mismas, con elementos que son complicados de medir y que para su obtención requerimos de otros procedimientos que no son estadísticos. Debe quedar claro que no se desdeña esta apor- tación, ya que es de utilidad, pero los datos estadísticos deben quedar en este trabajo como un apoyo más sin llegar a ser los justificadores de la tesis defendida. Por tanto, amparándonos en presupuestos hermenéu- ticos y fenomenológicos, pretendemos abordar la situación lingüístico- literaria de nuestra sociedad relacionada con las diferencias de género a través de ejemplos que se recogen dentro de la misma, y de igual modo observar cómo en el ámbito escolar también acontece tal situación de desigualdad entre el sector femenino y el masculino; la gran diferencia estribará en los instrumentos que vamos a utilizar para la recogida de datos y de igual modo en la forma de interpretar tales datos para apor- tar soluciones. El carácter cualitativo no va a desmerecer en absoluto la calidad científica de este trabajo de investigación, todo lo contrario, va a adaptarse a la situación deseada, y nos va a permitir comprender dife- rentes aspectos que tienen que ver con la cotidianeidad de las personas (Mancuso, 1999). Investigar desde el modelo cualitativo implica una
  • 33. 33 1. lenguaje, cultura y didáctica mayor carga de subjetividad por parte de la gente que se involucra en tal investigación, y además requiere un alto grado de preparación para la interpretación de la realidad y el uso de aquellos aspectos que más nos van a ayudar a la hora de buscar la mejora. Un tanto alejados de la esta- dística, la labor desde este enfoque investigador tiene que ver con dise- ños abiertos, donde se intenta incidir en los elementos relacionados con las personas, es decir, cosas abstractas como puedan ser los valores, los pensamientos o los sentimientos. Está claro que no es posible trabajar con los mismos sin que exista una concreción, sin que llevemos a cabo una labor que nos ayude a operativizarlos; esto se va a producir gracias a determinados instrumentos que nos van a ayudar a convertir los men- cionados elementos en datos para poder analizarlos e interpretarlos. Así, no es raro que las encuestas, las entrevistas, los sociogramas, los anecdo- tarios, las listas de control o las escalas de actitudes sean elementos que ayuden a la labor investigadora desde el paradigma cualitativo (Valles, 1997). Desde el área de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la Literatura plantearemos un instrumento de recogida de datos que con- sideramos más ilustrativo de la problemática que investigamos como son las producciones escritas de las personas. No cabe duda de que en el discurso escrito la persona deja entrever explícitamente sus pensamien- tos, sentimientos y actitudes. No será de extrañar pues que aparezcan los temidos estereotipos de género en las mencionadas producciones es- critas; esta forma de recogida de datos bien planteada ayuda a eliminar factores que condicionan los resultados ya que al alumnado en cuestión no se le indica el motivo real para el que se requiere su producción escri- ta, simplemente se le plantea una actividad creativa relacionada con esta habilidad lingüística básica, en la cual invertirá un determinado tiempo y con la cual disfrutará. Así, inconscientemente dejará las marcas sexis- tas en el argumento de su historia, y con ello, sin duda, confirmará o no las ideas que nosotros estamos planteando. Pero antes de verificar tales aspectos, creemos que es preciso dotar de un consistente corpus teórico que ayude a comprender por qué se realiza esta profundización en la temática social que concierne a mujeres y a varones, además de servir de referente para que esas producciones escritas no queden en la mera realización sino que tengan una trascendencia real reflejando qué es lo que sucede con el pensamiento de las personas componentes de una sociedad. El valor de las narraciones obtenidas y su incardinación en un mo- delo cualitativo de investigación puede elevarse si podemos alcanzar la
  • 34. lenguaje, cultura y discriminación 34 deconstrucción de los textos producidos por esas personas. Es decir, que podremos intentar aventurar cuáles son las influencias sociales que con- tribuyen a que el alumnado produzca textos de esa índole donde apa- rezcan estereotipos o marcas de género. Más que cuantificar, desde esta opción cualitativa, intentamos agrupar los términos y las connotaciones más notorias de los mismos para corroborar nuestro planteamiento refe- rido a la existencia de una sociedad donde existe un universo cultural y social que se halla dividido en dos partes diferenciadas: la femenina y la masculina; y es que a través de las manifestaciones lingüísticas es donde se explicita el pensamiento y el mundo interior de las personas. Por ello, el texto escrito debe ser el reflejo de aquello que se tiene por óptimo en el devenir vital de las personas, lo que automáticamente aflora y que sin duda influye en los comportamientos y en la interacción con el resto de semejantes. Como ya hemos expresado con anterioridad, no nos parece correcto el hecho de que el lenguaje quede reducido a una serie de cifras y que éstas sean comentadas con posterioridad, lo que ansiamos es que el lenguaje sirva para vivir y que sea algo que esté fluyendo constante- mente, ya que de ese modo poseerá una mayor riqueza y nos conferirá una mejor información dotada de calidad. Con respecto a lo que acabamos de expresar tenemos que concebir el lenguaje como algo que va más allá de lo meramente gramatical ya que de lo contrario va a ser muy difícil que podamos llevar a buen fin el en- foque cualitativo del cual estamos hablando. Es decir, la gramática tiene unos presupuestos que básicamente se amparan en lo correcto y en la reducción de la imaginación, ya que hay que atenerse a unas normas de- terminadas. Hospedarse de manera taxativa en esta concepción supon- dría ver el lenguaje como algo que se mantiene dentro de unos cauces determinados y sobre el cual es difícil intervenir. Desde nuestra óptica no desdeñamos esos aspectos gramaticales, es más los necesitamos para que la Lengua mantenga unos parámetros a los que pueda acceder el mayor número de personas, pero tenemos que concebir el lenguaje no como ergon, es decir como algo acabado y perfecto sino como energeia, como algo potencial (Humboldt, 1991), algo que tiene la posibilidad de ir adaptándose y sobre todo ir recreándose según las necesidades de las personas para obtener un bienestar personal. Esa potencialidad es la que ampara gran parte de nuestros planteamientos con respecto a la temática de las diferencias de género ya que de no creer en esa flexibili- dad y posibilidad de transformación tendríamos que conformarnos con las estructuras que ya nos son dadas. Ya nos indica Wittgenstein, que
  • 35. 35 1. lenguaje, cultura y didáctica en nuestra interacción con el mundo exterior y con las demás personas tendemos a hacer una utilización casi lúdica del lenguaje. Los juegos de lenguaje tienen que ver con la respuesta a querer llevar a buen fin una serie de determinados intereses, de alguna manera jugamos con nues- tras estructuras lingüísticas y literarias para adaptarnos a las situacio- nes, convertimos ese lenguaje en algo flexible (Prades y Sanfelix, 1990). La cuestión importante es que en muchas ocasiones no somos cons- cientes de las posibilidades que nuestro uso del lenguaje nos otorga, ni tampoco reflexionamos sobre las consecuencias que nuestros procesos comunicativos poseen. Estos procesos metalingüísticos se encuentran en el ostracismo e influenciados por el ritmo frenético de la sociedad de la cual somos partícipes; no nos detenemos a reflexionar sobre las posibilidades que nos conceden nuestras habilidades de tipo lingüístico. En ellas se encuentra la clave referida a las diferencias de género ya que nuestra no reflexión acerca de nuestros comportamientos lingüísticos motiva que nuestras manifestaciones corporales, orales o escritas estén estereotipadas y, como no hay una intención explícita de modificarlas, los patrones se perpetúan a lo largo del tiempo y de las sociedades. 1.1.1. Conformación de la Didáctica de la Lengua y la Literatura La gran clave para el intento de transformación reside en los procesos de enseñanza y aprendizaje, y según nuestro punto de vista, más con- cretamente de la Lengua y la Literatura, ya que a través de la segunda se va forjando el ideal estético y a través de la lectura se van transmitiendo una serie de valores que la persona está en condiciones de interiorizar o no según sea el tratamiento didáctico de esas lecturas; por otra par- te con la primera estamos dotando al mundo de significado y estamos forjando un instrumento para desenvolvernos con éxito a lo largo de nuestro proceso vital, y si no aprendemos a usar el lenguaje de una ma- nera positiva, podemos encontrarnos ante situaciones dirigidas en el uso de la Lengua, es decir, que no tengamos la capacidad crítica para saber cuándo tenemos varias alternativas de uso, y tengamos que recalar en el convencionalismo social que sin duda viene impregnado por un tipo de- terminado de ideología, en lo cual por supuesto se incluye la diferencia de género. Por esa razón, creemos que hay que prestar especial atención a la Didáctica de la Lengua y la Literatura como disciplina más apega-
  • 36. lenguaje, cultura y discriminación 36 da a la adquisición del lenguaje por parte de las personas. Encargarse de diseñar los procedimientos más óptimos para el aprendizaje no va a ser algo baladí sino que va a ser fundamental a la hora de engranar una sociedad. Si es nuestro deseo erradicar las diferencias de género, y hemos asumido que el uso del lenguaje es una contribución a que éstas acontezcan, parece claro que tendremos que buscar alternativas didác- ticas que permitan acceder a la pretendida igualdad de oportunidades entre mujeres y varones. Ahora bien, en el planteamiento que hagamos de la disciplina de conocimiento tenemos que pensar si nos atenemos a la tradición o buscamos un nuevo enfoque que nos ayude a conseguir de un mejor modo nuestros objetivos. Con esto nos estamos refiriendo a las dos visiones un tanto antagónicas sobre la real trascendencia de la Didáctica de la Lengua y la Literatura. Tradicionalmente se ha podido observar cómo la incidencia a la hora de enseñar Lengua y Literatura se realizaba sobre el dominio de la gramática, y el acceso a la historia de la Literatura que en muchas ocasiones se limitaba al estudio pormenoriza- do de la biografía de los grandes literatos, pero cabe plantearse a partir de esa visión una cuestión a nuestro juicio bastante importante, ¿qué funcionalidad tiene todo ello en la vida real de las personas? Realmen- te, hemos de contestar a tal enunciación interrogativa que tiene mucha funcionalidad, pero la problemática surge cuando al poner demasiado énfasis en esos contenidos obviamos otros que realmente tienen mayor importancia a la hora de dotar a la persona de un bagaje lingüístico y literario óptimo para que se pueda comunicar de una manera adecuada en diferentes contextos con los cuales se va a encontrar a lo largo de su vida. Por ello, si queremos dotar de un significado total al área de co- nocimiento tendremos que abogar por la integración de los saberes lin- güísticos y literarios para que su influencia en el discurso de la persona sea positiva y notable. Por esa razón, no podemos constreñir esta didác- tica específica a las aportaciones filológicas, que sin duda van a estar en la base de la docencia, tenemos que tomar de las diferentes disciplinas del conocimiento aquellos aspectos que ayuden a que la persona se pue- da impregnar de una mejor manera con los componentes lingüísticos y literarios que le ayuden a comunicarse. Ese conocimiento del lenguaje va a motivar una mayor maniobrabilidad con respecto a problemáticas sociales como la discriminación en razón de género pueda ser. Por eso, desde estas líneas apostamos por un enfoque ecléctico de la Didáctica de la Lengua y la Literatura, quiere esto decir que recibirá aportaciones de diferentes disciplinas para ir conformando un corpus teórico-prácti-
  • 37. 37 1. lenguaje, cultura y didáctica co que beneficie la formación de las personas. Así, no es de extrañar que para la construcción de este discurso en este libro se hayan utilizado hasta el momento referencias sociales que tienen que ver con la disci- plina en que se constituye la Sociología, o cuando se ha hablado de la potencialidad del lenguaje o los juegos de lenguaje se haya aludido a la Filosofía. De estas áreas de conocimiento se pueden tomar aportaciones que ayudan a entender mejor los hechos lingüísticos y además dotan de un mayor sentido a nuestra práctica educativa, si nos apoyamos en el presupuesto fundamental de que el lenguaje es un elemento transver- sal que nos trasciende social y culturalmente. Así, las dos disciplinas mencionadas se unirán a la Filología, a la Pedagogía y a la Psicología para conformar un amplio abanico que aporte saberes necesarios para la persona que quiera llegar a ser competente comunicativamente. En el caso de la Literatura, a estas disciplinas tenemos que añadir la Historia, que nos muestra y explica muchas de las características de un texto. Eso no quiere decir que la Historia no sirva para la Lengua, que sí lo hace, pero en este caso es más exquisita su utilización y se puede generalizar menos. De no optar por esta alternativa para concebir la Didáctica de la Lengua y la Literatura a la hora de abordar las diferencias de género, únicamente podríamos pensar en las diferencias de tipo gramatical, con lo que restringiríamos nuestro estudio y sólo veríamos la realidad de una forma parcelada. Por esa razón, porque deseamos que la formación de las personas sea integral y se ampare en la adquisición de saberes para su bienestar y su mejora personal, queremos adherirnos a esta con- formación ecléctica de la Didáctica de la Lengua y la Literatura que a continuación procedemos a pormenorizar. La primera disciplina de la que debemos hablar es la Filosofía. Orientada principalmente hacia los procesos de discusión y genera- ción de ideas acerca de acontecimientos de la vida, en ella vamos a ha- llar gran parte del sustento gnoseológico que requerimos para proce- der a planificar y llevar a cabo los procesos de enseñanza y aprendizaje de la Lengua y la Literatura. Hemos utilizado los planteamientos de Wittgenstein y de Humboldt para dar cobertura a nuestras actuacio- nes prácticas en situaciones educativas. La Filosofía nos va a permitir poder replantear las cosas y ante todo escapar de dogmatismos que constriñen la verdadera dimensión de la didáctica. Seamos conscien- tes de que la magnitud de la Filosofía es exacerbada y sus dimensiones variadas, pero a nosotros nos interesa en concreto lo que concierne a la Filosofía del lenguaje, la cual obviamente tendrá que ver con la
  • 38. lenguaje, cultura y discriminación 38 filosofía antropología social y cultural sociología didáctica de la lengua y la literatura (enfoque ecléctico) pedagogía psicología filología Figura 2: Conformación de la Didáctica de la Lengua y la Literatura emanación de ideas concernientes a este objeto de estudio exclusiva- mente humano (Corredor, 1999). Hacer uso de esta disciplina nos va a permitir plantearnos muchos aspectos que entroncan con el lenguaje que conocemos y con las características del mismo, pero ante todo nos permite ver el proceso de conformación de esas estructuras lingüísti- cas que sin duda se apoyan en un importante factor: la arbitrariedad. No podemos pensar que el lenguaje ha sido introducido en nuestras vidas de una forma aséptica sino que ha sido creado y moldeado por las mentes humanas y contiene una serie de connotaciones y denota- ciones que ayudan a llevar a buen fin un determinado número de in- tereses. Hacer explícitos estos pensamientos, y estas ideas corresponde a un ámbito mucho más específico que el que atañe a la Didáctica de
  • 39. 39 1. lenguaje, cultura y didáctica la Lengua y la Literatura, pero hay que indicar que es muy positiva la aparición de los mismos cuando se están planificando actividades o diseños curriculares, ¿por qué? La respuesta es sencilla, tales procesos cognitivos, que a veces se apoyan en la dialéctica, permiten no ver la educación como algo cerrado, algo mecánico, sino que ofertan un es- pectro nuevo de posibilidades. Y eso es lo que sucede con la temática de las diferencias de género, ya que hacer uso de una filosofía de corte crítico –que como más adelante veremos se corresponde con la escuela de Francfort (Molina, 1993)– repercute en el uso del lenguaje y, por supuesto, en los presupuestos básicos de la enseñanza. Elucubrar acer- ca de cómo debe ser la concepción del lenguaje ya conlleva un proceso de pensamiento, un proceso de divagación, de generación de alternati- vas, lo que sin duda motiva que usemos la Filosofía como referente. Tenemos que hacer notar que en la configuración ecléctica existe una interrelación entre las diferentes disciplinas. Así, podemos compro- bar cómo, al hablar de la Filosofía, inevitablemente tenemos que aludir al contexto social, a factores sobre los que va a influir ese discurrir por el mundo de las ideas. Por tanto estaremos lindando con otra área de co- nocimiento específica como es la Sociología. Al igual que sucedía con la anterior materia, a nosotros nos va a interesar sólo una parte específica de la misma, la referida a la Educación, ya que la investigación socioló- gica, y la configuración que nos muestra, nos va a servir para tener otro elemento de juicio importante para planificar la enseñanza, es decir, hay muchos indicadores sociales que tienen que ver con la discriminación en razón de género (véase publicidad, medios de comunicación...) cuyo co- nocimiento tiene que venir dado por la Sociología; además es desde esta materia desde la que tenemos que observar cómo se constituye la socie- dad y cómo evoluciona, para tener una consonancia entre lo que sucede en las instituciones educativas y lo que acontece en el ámbito social. De este modo, esta disciplina nos va a proporcionar información sobre las características sociales de las personas participantes en los procesos educativos y, sin duda, nos va a conferir una información muy válida a la hora de comprobar cuáles son las relaciones que se establecen entre profesorado y alumnado, entre iguales o entre personas de distintos es- tamentos. Conocer la configuración social de una institución y, de igual modo, saber la consideración o el impacto que tiene la misma dentro del sistema, tiene un gran valor. Por ello, nosotros somos conscientes de que los procesos formativos siguen teniendo una gran importancia a la hora de configurar una dinámica de funcionamiento de una sociedad, y
  • 40. lenguaje, cultura y discriminación 40 por eso deseamos incidir desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura para propiciar un cambio social. Otra de las aportaciones que hace la Sociología está referida a la utilización del lenguaje, al manejo de los códigos, pero esto será tratado con mayor profundidad cuando en un capítulo posterior nos refiramos a las diferencias específicas que existen a la hora de comunicarse entre mujeres y varones, ya que los códigos de uno y otro género también desempeñan un papel relevante en la cons- trucción del universo cultural y social, que se encuentra dividido. Prosiguiendo con la somera descripción de las materias que confor- marían la aportación necesaria para llevar a buen fin la Didáctica de la Lengua y la Literatura, hallamos la Pedagogía y, unida a ésta, la Psicología. Parece claro que si vamos a llevar a la práctica procesos de tipo didáctico, tendremos que conocer qué es lo que nos dice la teoría educativa, cuál es la historia de la Educación, cuáles son los agentes didácticos, qué métodos o estrategias generales se pueden proponer..., en definitiva, conocer qué es lo que se realiza en la cotidianeidad del medio escolar. Tenemos que dotar de un sentido a la Didáctica y éste tiene que venir dado por el amparo pedagógico, el cual encuentra en el aprendizaje su leit motiv; para alejar- nos del autodidactismo debemos tener conocimiento de unos parámetros y planificar el tiempo y los espacios de una manera determinada para que las personas puedan acceder a los conocimientos de una manera más óptima. Unido a esta situación hallamos el conocimiento de los procesos cognitivos por los que transita la persona; con anterioridad hemos aludido al pensamiento, uno de los elementos más complejos y, en la mayoría de las ocasiones, más inaccesibles que posee el ser humano, pero tenemos que tener en cuenta aquellos factores psicológicos que conocemos ya que nos van a ayudar a comprender mejor por qué se producen determinadas si- tuaciones de aula. La Psicología nos proporciona un aporte específico que se relaciona con los procesos psicológicos básicos (Davidoff, 1995), con la personalidad o con los comportamientos grupales. Precisamente el con- cepto de estereotipo lo tomamos del campo de la Psicología social, por lo que podemos dejar patente que a la hora de enfocar la investigación sobre las diferencias de género desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura hemos recurrido a esta disciplina específica para que nos aporte esta serie de conceptos y nos ayude a entender cómo se produce el procesamiento de la información por parte de las personas. El hecho de unir ambas ma- terias, Psicología y Pedagogía, responde a una mayor proximidad entre las mismas a la hora de poder llevar a buen fin nuestros objetivos ya que se hacen más explícitas dentro de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
  • 41. 41 1. lenguaje, cultura y didáctica Por último, unida a estas dos disciplinas mencionadas, como gran núcleo de nuestra labor, hallamos la Filología, la cual se encarga princi- palmente del estudio exhaustivo de la Lengua y la Literatura. A través de la misma vamos a conseguir la materia prima para efectuar nuestra labor, pero, como ya hemos enunciado con anterioridad, la actuación de ella sola no es suficiente para que acontezcan unos procesos óptimos referidos a la educación lingüística y literaria. A partir de esta materia podemos acercarnos de una manera pormenorizada a los diferentes ni- veles lingüísticos (fonético, morfosintáctico, semántico y pragmático) y, de igual modo, tener conocimiento de los distintos movimientos litera- rios que han acontecido a lo largo del tiempo y acceder al análisis de los textos que se incluyen en tales movimientos literarios. Se puede indicar que tomaremos de esta disciplina la materia prima para poder adecuarla a situaciones de enseñanza-aprendizaje; el enfoque en el cual se basa este trabajo de investigación, mantiene que el lenguaje es el elemento clave de la situación social que se pretende estudiar, y es su uso el que ayuda a que se perpetúe la situación de desigualdad. Por tanto, parece muy evidente que debemos conocer bien ese lenguaje y la forma del mismo, para poder estudiar, y ver su posterior uso en situaciones de tipo social. Queremos decir que si bien la Filología estará en la base de nuestras ac- tuaciones educativas tendrá que combinarse con el resto de disciplinas, sobre todo con la Psicología y la Pedagogía, para poder lograr el objeti- vo último: la formación de personas que tengan un dominio adecuado de la Lengua y la Literatura y sepan utilizarlas en distintos contextos con los que se encontrarán a lo largo de sus vidas (Puren, 2001). 1.1.2. El desarrollo de las habilidades lingüísticas Como podemos apreciar, este enfoque ecléctico justifica perfectamente la temática de estudio escogida y sobre todo el área de conocimiento desde la cual se realiza, ya que hablar de diferencias de género, de len- guaje, de cultura y de alternativas educativas, supone tener que hacer uso de aportaciones de las diferentes materias que hemos mencionado. Es cierto que podían haber sido añadidas otras como la Historia o la Antropología, pero como referentes claros queremos citar las que han sido comentadas. Es preciso volver a insistir en el carácter transversal y procesual del lenguaje, y cómo éste se instaura en la base de la construc- ción de las distintas sociedades y nos va proporcionando información
  • 42. lenguaje, cultura y discriminación 42 de diversa índole acerca de las mismas (Duranti, 1997). Como aspectos remanentes que tenemos que tener en cuenta a la hora de seguir abor- dando la temática de las diferencias de género en este libro, hemos de tener bien presente la no adscripción radical a una disciplina de cono- cimiento, lo que implica poder recopilar diferentes elementos que nos proporcionan otras materias; ello motiva que podamos lograr una vi- sión más amplia y contextualizadora del tema que estamos abordando y, sin duda, permite que las alternativas que surjan sean más ubérrimas y elaboradas. Es momento de proceder a comentar uno de los aspectos más trascendentes a los que se enfrenta la Didáctica de la Lengua y la Literatura, que es el desarrollo de habilidades lingüísticas de las per- sonas, independientemente de su edad; esta didáctica específica debe atender a la mejora de dichas habilidades tanto se trate de personas de corta edad como si concierne a personas mayores. El lenguaje del que hemos hablado como elemento abstracto se concreta en una serie de habilidades que pueden poseer o no una intencionalidad comunicati- va. Así, hablar, escuchar, conversar, leer y escribir se constituyen en las habilidades lingüísticas básicas y la persona tiene la posibilidad de co- nocerlas de forma individual o bien utilizarlas con un sentido comuni- cativo. Independientemente de esta matización, hemos de indicar que las cinco se pueden subdividir en más o menos específicas; hablar, es- cuchar y conversar es algo prácticamente universal a lo que las personas tienen acceso, sin embargo, leer y escribir requieren unos procesos más específicos de aprendizaje; por eso hablamos de analfabetismo y no por la carencia de poder expresarse o escuchar al resto. Otro aspecto bien distinto es la calidad de ese desarrollo de habilidades; es obvio que una persona analfabeta va a poder expresarse pero sus códigos van a ser res- tringidos y sus posibilidades comunicativas serán menores con respecto a un mejor dominio del habla, la escucha, la conversación, la lectura y la escritura. Como podemos comprobar, es la gradación del desarrollo de estas habilidades lo que otorga un mayor o menor bienestar a los seres humanos. Por eso, desde la Didáctica de la Lengua y la Literatura tene- mos que pensar en una enseñanza que motive el desarrollo armónico y conjunto de las mencionadas habilidades, los diseños curriculares deben integrar las cuatro para que puedan tener incidencia al mismo tiempo sobre la persona. Claro está que en un principio serán el habla y la escu- cha las que nos conduzcan a las otras habilidades más específicas pero una vez que hemos sido introducidos en las mismas, ya estaremos en condiciones de trabajar al mismo tiempo con todas ellas. Hablar es una