1. Desaparecidos el
miriñaque y el
corsé, el vestido de
la mujer se
simplifica para
adaptarse a las
necesidades de la
agitada vida
moderna, y lo
mismo sucede con
el peinado.
Solía emplear seda y
consigue aunar
belleza, comodidad,
sobriedad, a través
del tejido noble que
cambiaba de
tonalidad y brillo
con el movimiento.
Aunque los diseños
tempranos fueron
adaptados de los trajes
de negocios
masculinos, sus
hombreras, faldas
lápices y cinturones de
hecho acentuaron la
forma femenina,
dándole a las chicas
una ventaja injusta.
Contraposición a
la década del 70,
se usaban los
pantalones
apretados y las
remeras anchas.
Ese color fue la
estrella de las
pasarelas y seguirá
como tendencia
dominante el
próximo invierno,
en todas sus
variantes
violáceas.
IGEM GRUPO 2 A
ALUMNA: NELLY MONSERRATH OJEDA PEREZ