Primer cuento corto de terror de Luis Bermer. Solo, en una casa perdida entre las montañas, en mitda de una tormenta nocturna, tres golpes suenan en los postigos de la ventana del segundo piso....
TRIFOLIO DIA DE LA TIERRA.pdf Perdida libertad y educación social. • Pérdida ...
Lo trajo la noche
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LO TRAJO LA NOCHE
Era noche cerrada. La lluvia llevaba horas cubriéndolo todo con su
serenidad cristalina, pero pocas personas eran conscientes de ello. Vivir solo
en un caserón en medio de algún lugar entre las montañas es algo para lo que
no todo el mundo está preparado; yo creía estarlo...hasta aquella noche. Nunca
me había ocurrido nada igual. El suave repicar de la lluvia provocaba ecos por
toda la casa, reverberando por los pasillos, en cada rincón. Fuera, la lluvia se
convirtió en furiosa tormenta, mientras dentro de la casa un silencio expectante
se imponía sobre cualquier otro sonido. Tres golpes secos hicieron retumbar la
ventana, contundentes como verdades, rompiendo la seguridad de lo cotidiano.
No habían sido un producto de mi imaginación, a pesar de que la razón y las
circunstancias apuntaran a ello. Tres nuevos golpes, pausados, y aún más
vigorosos que los anteriores confirmaron esta angustiosa realidad. Era una
llamada, pero...¿de quién? ¿o de qué? El segundo piso donde me encontraba
se eleva cinco metros sobre el suelo, y la ventana apenas tiene alféizar sobre
el que apoyarse. A pesar de que estaba aterrorizado, una curiosidad morbosa
arrastró mis pies fuera de la cama y los condujo en aquella dirección, orientado
por la intermitente luminosidad de los relámpagos que la atravesaban para
inundar la habitación. La vieja madera del piso crujió bajo mi peso, mientras me
acercaba lentamente, paso a paso, hasta colocarme frente a la ventana y...allí
estaba, ocupando todo el vano con su cuerpo, aquella realidad imposible, error
de la Naturaleza y la lógica. Su bulbosa figura recordaba vagamente a la de un
pájaro deforme, creado según parámetros absurdos, cubierto su cuerpo por
agudas varillas oxidadas, como de paraguas, que entrechocaban produciendo
sonidos angustiosos al ritmo de su agitada respiración. El rostro de aquel ente
era lo peor...toda cordura quedaba destruida con su visión: poseía dos ojos
humanos asimétricos, sin párpados, circunferencias perfectas que reflejaban
odio fanático y furia infinita, congelados así sobre su víctima. Mostraba su
dentadura de colmillos irregulares, comprimida en un mordisco atroz. Mi mente
luchaba por volver a atar los cabos que le permitiesen unirse de nuevo al
mundo real, mientras mi cuerpo quedó congelado ante la aparición; no hizo
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nada, no dijo nada, sólo mirarme fijamente con rabia ancestral, lógica sólo
dentro de su conocimiento. La lluvia siguió cayendo...
Lo primero que vi al despertar fue la habitación blanca -acolchada- en que
me encontraba, y de donde no volvería a salir jamás. Ellos dicen que estoy
loco, que la soledad destruyó mi mente; pero ellos no lo vieron, no saben que
convive en nuestro mundo, quién sabe con cuántos entes más; su mensaje era
su presencia, dar a conocer su existencia real, traspasando el plano onírico.
Sin embargo, mi verdad no será nunca oída.
A veces, cuando la tormenta ruge y todos duermen, puedo escuchar entre
los truenos lejanos un débil tintineo de varillas herrumbrosas, como de
paraguas viejos...
Cuentos de terror de Luis Bermer