2. Un día, el padre de
una familia rica,
un gran
empresario, llevó
a su hijo de viaje
hasta un lugar con
el firme propósito
de mostrar cuán
pobres pueden ser
las personas.
3. El objetivo era convencerlo
de la necesidad de valorar
los bienes materiales que
tenía, el estatus, el
prestigio social; el padre
quería, desde temprano,
transmitirle esos valores a
su heredero.
4. Pasaron un día y una noche en
una pequeña casa de barro, de un
habitante de la hacienda de su
primo.
5. Cuando regresaban del viaje, el
padre preguntó a su hijo:
- Y, hijito, ¿qué te pareció el viaje?
- Muy bueno papá, respondió el
pequeño.
- ¿Has visto la diferencia entre vivir
con riqueza y vivir en la pobreza?
- ¡Si papá! Retrucó el hijo, pensativo.
- ¿Y qué aprendiste, con todo lo que
viste en estos días, en aquél lugar
tan pobre?
6. El niño respondió:
- Papá, vi que nosotros tenemos un solo
perro en casa, y ellos tienen cuatro.
Tenemos una piscina que ocupa la mitad
del jardín, ellos tienen un arroyo que no
tiene fin.
7. Tenemos un balcón cubierto e iluminado
con lámparas fluorescentes y ellos tienen
las estrellas y la luna en el cielo.
Nuestro patio va hasta el portón de entrada
y ellos tienen un bosque completito.
Nosotros tenemos algunos canarios en una
jaula y ellos tienen todas las aves que la
naturaleza puede ofrecerles, ¡sueltas!
8. El hijo suspiró y
continuó:
- Y además papá, observé
que ellos oran antes de
cualquier comida, mientras
que nosotros en casa nos
sentamos a la mesa
hablando de negocios, dólar,
eventos sociales, y
comemos, empujamos el
plato y ¡listo!
9. En la habitación en la que
fui a dormir con Antonio,
pasé vergüenza, pues no
sabía siquiera orar,
mientras que él se
arrodilló y le agradeció a
Dios por todo, inclusive
por nuestra visita a su
hogar. En casa, vamos a
la habitación, nos
acostamos, miramos
televisión y dormimos.
10. Otra cosa, papá, dormí en la cama
de Antonio, mientras que él durmió
en el piso, pues no había una cama
para cada uno de nosotros.
En nuestra casa mandamos a
Maristela, nuestra empleada, a
dormir en aquel cuarto en el que
guardamos cosas, sin ninguna
comodidad, a pesar de que tenemos
camas suaves y perfumadas de
sobra.
11. A medida que el niño hablaba, su padre
quedaba estupefacto, sin sonreír y
avergonzado.
El hijo, en su sabia ingenuidad y en su
brillante desahogo, se levantó, abrazó al
padre y encima le dijo:
- ¡Gracias papá, por haberme mostrado cuán
pobres somos!
12. MORALEJA DE LA HISTORIA
No es lo que usted es, lo
que tiene, dónde está o qué
hace, lo que determinará su
felicidad; ¡sino lo que usted
piensa sobre eso!
La forma en la que valora
todo lo que usted tiene,
depende de la manera en
que lo mire.
13. Si usted tiene amor y sobrevive en esta
vida con dignidad, tiene actitudes positivas
y comparte con benevolencia sus cosas,
entonces…