Este documento presenta varios poemas de los poetas malditos franceses del siglo XIX, incluyendo a Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud y Paul Verlaine. Los poemas tratan temas como la soledad, la desesperanza, el sufrimiento y la mortalidad. A través de sus obras, estos poetas malditos buscaron renovar la poesía francesa, alejándose de las convenciones literarias establecidas.
Relación entre los temas de la poesía y los valores de una época.
Actividad: Interpreta cada párrafo de cada uno de los poemas, para descubrir la profundidad de las palabras del autor acordes a cada época.
4. El albatros
Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
el barco, que navega sobre abismos y azares.
Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.
¡Que débil y que inútil ahora el viajero alado!
El, antes tan hermoso, ¡que grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.
El poeta es igual ... Allá arriba, en la altura,
¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!
5. Letanías a Satán
¡Oh Tú, el más sabio y el más bello de los Angeles, Oh Dios
traicionado por la suerte y privado de alabanzas!
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Oh Príncipe del Exilio, a quien se le ha hecho un agravio, y que
vencido, siempre te levantas más fuerte,
Oh Satán ten piedad de mi larga miseria!
Tú que lo sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas, sanador
familiar de las angustias humanas,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que, lo mismo a los leprosos que a los parias malditos, enseñas
por amor el gusto del Paraíso,
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Transmetal
7. Primavera
" Tierna, la muchacha pelirroja,
A la que tanta inocencia enardece,
Dice a su amiguita rubia
Estas palabras, en voz dulce y queda:
Savia que asciende y flor que brota,
Tu infancia es una glorieta:
Deja en su musgo errar mis dedos,
Ahí donde brilla el botón de rosa:
Déjame, entre la hierba clara,
Beber las gotas de rocío,
Ahí donde la tierna flor está rociada;
Para que el placer, amada mía,
Ilumine tu frente cándida
Como, al alba, el azul tímido. "
8. Lasitud
Encantadora mía, ten dulzura, dulzura...
calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional;
la amante, a veces, debe tener una hora pura
y amarnos con un suave cariño fraternal.
Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa;
yo prefiero al espasmo de la hora violenta
el suspiro y la ingenua mirada luminosa
y una boca que me sepa besar aunque me mienta.
Dices que se desborda tu loco corazón
y que grita en tu sangre la más loca pasión;
deja que clarinee la fiera voluptuosa.
En mi pecho reclina tu cabeza galana;
júrame dulces cosas que olvidarás mañana
Y hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa.
9.
10. CANCIÓN DE LA MÁS ALTA TORRE
Que llegue, que llegue,
El tiempo en que se quiere.
Tanta paciencia tuve
Que todo lo he olvidado.
Temores y dolores
Al cielo se han volado. Y la malsana sed
Mis venas ha nublado.
Que llegue, que llegue,
El tiempo en que se quiere.
Tal como la pradera Entregada al olvido,
En que incienso y cizañas
Creciendo han florecido,
Bajo las sucias moscas
Y su feroz zumbido.
Que llegue, que llegue,
El tiempo en que se quiere.
11. HAMBRE
Si tengo apetito es sólo
De la tierra y de las piedras.
Yo almuerzo siempre con aire,
Hierro, carbones y peñas.
Hambres mías, girad. Hambres, cruzad
El prado de sonidos.
Atraed el veneno alegre
De los lirios.
Comed los cascotes rotos,
Piedras de viejas iglesias,
Guijas de antiguos diluvios,
Panes sueltos en grises glebas.
El lobo aullaba entre el follaje,
Las bellas plumas escupiendo
De su comida de volátiles:
Como él me estoy consumiendo.
Las ensaladas, las frutas,
Sólo esperan la cosecha;
Pero la araña del seto
No come más que violetas.
¡Que yo duerma! Que borbotee
En los altares de Salomón.
El hervor corre por la herrumbre,
Y se mezcla con el Cedrón.
12.
13.
14.
15. ¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje
ha concluido;
El barco ha enfrentado cada tormento, el premio que
buscamos fue ganado;
El puerto está cerca, las campanas oigo, toda la
gente regocijada,
Mientras los ojos siguen la firme quilla de la severa
y osada nave:
Pero ¡oh corazón! ¡Corazón! ¡Corazón! Oh las
sangrantes gotas rojas.
Cuando en la cubierta yace mi Capitán
Caído, frío y muerto. (…)
16. LO FATAL
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...