Este poema de Rubén Darío celebra la juventud, el amor y la belleza de la vida. Alienta al lector a disfrutar de los placeres del mundo y de la carne antes de que llegue la vejez y la muerte. Aunque la vida está llena de sufrimiento, también contiene momentos de dicha que vale la pena aprovechar, como el beso de la aurora, la música y el amor.
Selección de textos relacionados con imágenes de la patria de sus autores, los lugares mencionados en ellos u obras artísticas que ilustran el tema, con traducción de F. García Romero
Selección de textos relacionados con imágenes de la patria de sus autores, los lugares mencionados en ellos u obras artísticas que ilustran el tema, con traducción de F. García Romero
EL PIANO
I
Desnudo, ansioso, hoy te aguarda el piano,
un cajón antiguo de cedro oscuro y raso blanco
cárcava seria, robusta, altiva y arrogante.
Pégale sobre sus infaustas teclas dolientes
ponle encima tus rojas manos, recórrelo todo.
II
Que brote de él su creadora alma prisionera.
Tócalo con tu amor ágilmente, con firmeza
repica las vibraciones de su celeste arpa.
Lentamente en el vaivén de sus blancas olas
siente el escalofrió de mi alma agónica en ti.
III
Acarícialo despacio y sin temores, ábrelo
que él resuma hoy nuestra trágica historia.
En el concierto de las teclas que lloran
complacidas al sentir tus tibias falanges.
Y te embriaguen con todos los sonidos
de sus cuerdas y de sus tímidos martillos.
IV
Entre piezas negras y blancas, recibirás
en regalo, una comparsa de tristes llantos.
Hoy viste el mejor de tus trajes negros
en medio del viejo salón de paños dorados.
V
Allí te espera amado, impaciente el teclado
por el resto de su vida para ti inmolado.
A pesar de que las horas negras lo visiten
en el umbral del sueño del tiempo infinito.
VI
Cuando el blanco polvo de los años se acueste
en la tétrica playa de la ingratitud y el olvido.
Toca amor sobre él ácidas y tristes melodías
una tras otra sin aplazamiento extírpaselas,
saca del corazón las alicaídas notas sangrientas
al compás de estremecedores besos nocturnos.
VII
Que la canción melancólica aleje de ti la risa
y retumben millones de tristezas adoloridas.
El glorioso concierto de la muerte llene el salón
de las estrellas cautivas y las hadas muertas.
VIII
Que los faunos bailen desnudos y descalzos
sobre su fastuosa y sacrílega cola antigua.
Desclava toda su calida madera, hiérrelo
vibradle furioso hasta el último acorde gris.
IX
Pasea tus manos en la luz y en la penumbra
con pasión filarmónica de excitación y goce.
Desentierra los milenarios acordes de la cueva
del precioso teclado cadencioso omnipotente.
X
Haz que su alma se pronuncie con lisuras
dentro de la oscura caja musical de la muerte.
Mostrándole todos los sufrimientos y quejidos
de la vida que llevan los dolores y las congojas.
XI
Se alcen sus notas por la circunferencia finita
y se quiebren los cristales de toda ventana.
Las brujas huyan al final de las horas sombrías
y que la noche llore torrentes de horrenda sangre
XII
El magistral piano negro va derramando su alma
en cada nota que al salir se cristaliza en llama.
Entre las viejas partituras de grandiosas obras
se refinan y aminoran los conciertos de tristezas
de un contenido que él condenado piano solloza
XIII
Tierna serenata de un ataúd que implora y llora
al sentir tus manos sobre su triste teclado.
Una voz se asfixia dentro de negra caja sonora
y el aire entero se llena de notas de oro y plata.
XIV
Sinfonía de inmensa tristeza que entre sollozos
te dice: sufro dolor de oscuridad y de muerte.
callado, inerte, sombrío mi paso al helado paso
al infierno que se debate entre el amor y olvido.
XV.
Toca la tumba, mi sagrado aposento negro
¡Amado! que desde todos los tiempos ansío
que mi cuerpo ennegrecido por los deseos
sea por tus dedos surcado y profanado.
JEM WONG
11.02.2005
“En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca”.
Jacinto Benavente
(Jemwong)
Cantos de Vida y Esperanza Rubén Darío , poeta nicaragüense y figura más representativa del Modernismo, vivió intensamente los cuarenta y nueve años de su existencia. Conectó en fecha muy temprana con las nuevas corrientes poéticas y con la literatura francesa
EL PIANO
I
Desnudo, ansioso, hoy te aguarda el piano,
un cajón antiguo de cedro oscuro y raso blanco
cárcava seria, robusta, altiva y arrogante.
Pégale sobre sus infaustas teclas dolientes
ponle encima tus rojas manos, recórrelo todo.
II
Que brote de él su creadora alma prisionera.
Tócalo con tu amor ágilmente, con firmeza
repica las vibraciones de su celeste arpa.
Lentamente en el vaivén de sus blancas olas
siente el escalofrió de mi alma agónica en ti.
III
Acarícialo despacio y sin temores, ábrelo
que él resuma hoy nuestra trágica historia.
En el concierto de las teclas que lloran
complacidas al sentir tus tibias falanges.
Y te embriaguen con todos los sonidos
de sus cuerdas y de sus tímidos martillos.
IV
Entre piezas negras y blancas, recibirás
en regalo, una comparsa de tristes llantos.
Hoy viste el mejor de tus trajes negros
en medio del viejo salón de paños dorados.
V
Allí te espera amado, impaciente el teclado
por el resto de su vida para ti inmolado.
A pesar de que las horas negras lo visiten
en el umbral del sueño del tiempo infinito.
VI
Cuando el blanco polvo de los años se acueste
en la tétrica playa de la ingratitud y el olvido.
Toca amor sobre él ácidas y tristes melodías
una tras otra sin aplazamiento extírpaselas,
saca del corazón las alicaídas notas sangrientas
al compás de estremecedores besos nocturnos.
VII
Que la canción melancólica aleje de ti la risa
y retumben millones de tristezas adoloridas.
El glorioso concierto de la muerte llene el salón
de las estrellas cautivas y las hadas muertas.
VIII
Que los faunos bailen desnudos y descalzos
sobre su fastuosa y sacrílega cola antigua.
Desclava toda su calida madera, hiérrelo
vibradle furioso hasta el último acorde gris.
IX
Pasea tus manos en la luz y en la penumbra
con pasión filarmónica de excitación y goce.
Desentierra los milenarios acordes de la cueva
del precioso teclado cadencioso omnipotente.
X
Haz que su alma se pronuncie con lisuras
dentro de la oscura caja musical de la muerte.
Mostrándole todos los sufrimientos y quejidos
de la vida que llevan los dolores y las congojas.
XI
Se alcen sus notas por la circunferencia finita
y se quiebren los cristales de toda ventana.
Las brujas huyan al final de las horas sombrías
y que la noche llore torrentes de horrenda sangre
XII
El magistral piano negro va derramando su alma
en cada nota que al salir se cristaliza en llama.
Entre las viejas partituras de grandiosas obras
se refinan y aminoran los conciertos de tristezas
de un contenido que él condenado piano solloza
XIII
Tierna serenata de un ataúd que implora y llora
al sentir tus manos sobre su triste teclado.
Una voz se asfixia dentro de negra caja sonora
y el aire entero se llena de notas de oro y plata.
XIV
Sinfonía de inmensa tristeza que entre sollozos
te dice: sufro dolor de oscuridad y de muerte.
callado, inerte, sombrío mi paso al helado paso
al infierno que se debate entre el amor y olvido.
XV.
Toca la tumba, mi sagrado aposento negro
¡Amado! que desde todos los tiempos ansío
que mi cuerpo ennegrecido por los deseos
sea por tus dedos surcado y profanado.
JEM WONG
11.02.2005
“En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca”.
Jacinto Benavente
(Jemwong)
Cantos de Vida y Esperanza Rubén Darío , poeta nicaragüense y figura más representativa del Modernismo, vivió intensamente los cuarenta y nueve años de su existencia. Conectó en fecha muy temprana con las nuevas corrientes poéticas y con la literatura francesa
2. RUBÉN DARÍO Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Metapa, hoy Ciudad Darío, Matagalpa, 18 de enero de 1867 - León, 6 de febrero de 1916), fue un poetanicaragüense, máximo representante del Modernismo literario en lengua española. Es posiblemente el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico. Es llamado príncipe de las letras castellanas.
4. Tú, que estás la barba en la mano meditabundo, ¿has dejado pasar, hermano, la flor del mundo? Te lamentas de los ayeres con quejas vanas: ¡aún hay promesas de placeres en los mañanas!
5. Aún puedes casar la olorosa rosa y el lis, y hay mirtos para tu orgullosa cabeza gris. El alma ahíta cruel inmola lo que la alegra, como Zingua, reina de Angola, lúbrica negra.
6. Tú has gozado de la hora amable, y oyes después la imprecación del formidable Eclesiastés. El domingo de amor te hechiza; mas mira cómo llega el miércoles de ceniza; Memento, homo...
7. Por eso hacia el florido monte las almas van, y se explican Anacreonte y Omar Kayam. Huyendo del mal, de improviso se entra en el mal, por la puerta del paraíso artificial.
8. Y no obstante la vida es bella, por poseer la perla, la rosa, la estrella y la mujer. Lucifer brilla. Canta el ronco mar. Y se pierde Silvano, oculto tras el tronco del haya verde.
9. Y sentimos la vida pura, clara, real, cuando la envuelve la dulzura primaveral. ¿Para qué las envidias viles y las injurias, cuando retuercen sus reptiles pálidas furias?
10. ¿Para qué los odios funestos de los ingratos? ¿Para qué los lívidos gestos de los Pilatos? ¡Si lo terreno acaba, en suma, cielo e infierno, y nuestras vidas son la espuma de un mar eterno!
11. Lavemos bien de nuestra veste la amarga prosa; soñemos en una celeste mística rosa. Cojamos la flor del instante; ¡la melodía de la mágica alondra cante la miel del día!
12. Amor a su fiesta convida y nos corona. Todos tenemos en la vida nuestra Verona. Aun en la hora crepuscular canta una voz: «Ruth, risueña, viene a espigar para Booz!»
13. Mas coged la flor del instante, cuando en Oriente nace el alba para el fragante adolescente. ¡Oh! Niño que con Eros juegas, niños lozanos, danzad como las ninfas griegas y los silvanos. El viejo tiempo todo roe y va de prisa; sabed vencerle, Cintia, Cloe y Cidalisa. Trocad por rosas azahares, que suena el son de aquel Cantar de los Cantares de Salomón.
14. Príapo vela en los jardines que Cipris huella; Hécate hace aullar a los mastines; mas Diana es bella; y apenas envuelta en los velos de la ilusión, baja a los bosques de los cielos por Endimión. ¡Adolescencia! Amor te dora con su virtud; goza del beso de la aurora, ¡oh juventud! ¡Desventurado el que ha cogido tarde la flor! Y ¡ay de aquel que nunca ha sabido lo que es amor!
15. Yo he visto en tierra tropical la sangre arder, como en un cáliz de cristal, en la mujer Y en todas partes la que ama y se consume como una flor hecha de llama y de perfume.
16. Abrasaos en esa llama y respirad ese perfume que embalsama la Humanidad. Gozad de la carne, ese bien que hoy nos hechiza, y después se tornará en polvo y ceniza. Gozad del sol, de la pagana luz de sus fuegos; gozad del sol, porque mañana estaréis ciegos. Gozad de la dulce armonía que a Apolo invoca; gozad del canto, porque un día no tendréis boca.
17. Gozad de la tierra que un bien cierto encierra; gozad, porque no estáis aún bajo la tierra. Apartad el temor que os hiela y que os restringe; la paloma de Venus vuela sobre la Esfinge. Aún vencen muerte, tiempo y hado las amorosas; en las tumbas se han encontrado mirtos y rosas. Aún Anadiódema en sus lidias nos da su ayuda; aún resurge en la obra de Fidias Friné desnuda.
18. Vive el bíblico Adán robusto, de sangre humana, y aún siente nuestra lengua el gusto de la manzana. Y hace de este globo viviente fuerza y acción la universal y omnipotente fecundación.
19. El corazón del cielo late por la victoria de este vivir, que es un combate y es una gloria. Pues aunque hay pena y nos agravia el sino adverso, en nosotros corre la savia del universo.
20. Nuestro cráneo guarda el vibrar de tierra y sol, como el ruido de la mar el caracol.
21. La sal del mar en nuestras venas va a borbotones; tenemos sangre de sirenas y de tritones.
22. A nosotros encinas, lauros, frondas espesas; tenemos carne de centauros y satiresas.
23. En nosotros la vida vierte fuerza y calor. ¡Vamos al reino de la Muerte por el camino del Amor!