El poema describe la lluvia como una fuerza paciente y benéfica que cae de las nubes y alimenta a la tierra y las plantas. Aunque la lluvia puede asustar a algunos seres, deja frutos y da vida con su esencia. El poema también menciona que la lluvia completa su ciclo sin importarle a quienes moleste, y que es un homenaje a todos los actos humanos.

1. Lluvia Tropical
Nerviosa sobre lápidas grises y oscuras
Aguardas serena y paciente tal cual eres
a la espera del retumbo y aberturas,
De las nubes que suavemente te sostienen.
Con avidez caes sobre la tierra,
Asustando a seres y flores,
Alimentado a miles de hierbas
Y bailando al compás de diversos acordes.
Tu ciclo completas incumpliendo a muchos,
Otros agradecen tu notable ausencia
Pero no se dan cuenta de que dejas frutos
Ni de la vida que dejas con solo tu esencia.
Tierra, agua, fuego y aire
Se estremecen con tu contacto
Porque eres la lluvia de nadie,
Eres la oda a todo acto humano.
Por Robert Torres.

2. Luciérnagas
Luciérnagas que abundan en la oscuridad,
Luciérnagas del bien y el mal,
Luciérnagas ante cualquier adversidad
Luciérnagas que me sacan de la soledad.
Luces cuyo reflejo se imponen en la hierba
Desvelando a seres discretos y juiciosos
Jugando siempre en la vereda
Ilusionando con movimientos misteriosos.
Desaparecen por el día sin dejar rastro
Cargando de luz tu misterioso cuerpo
Para iluminar hasta el más diminuto claustro
Sin descanso ni paz eterna.
Desearía tocar al menos una,
Y que sea fantasía adulta,
Para sentirme feliz bajo las lunas,
Y que mis noches sean siempre profundas.
Por Robert Torres.

3. El llanto de tus ojos
Singular mesura de tus ojos,
llorosos y pálidos de llorar,
vagantes observan en su horizonte,
el destino en su singular andar.
Vivir en un mundo de sueños,
morir en lo que fue soñado,
no quisieran ver más tus ojos,
nuestra vida, solo el verde prado.
Cuentas los días de ligero llanto,
al ver tus ojos que siguen igual,
solo la forma de la brisa danzando,
recordando momentos que no volverán.
Mueres pálida con tus ojos nublados,
triste tu corazón al notar tu espacio sombrío,
sólo la otra vida devolverá un tierno sollozo,
y nunca más tu cuerpo sentirá el estremecedor frío.
Por Robert Torres.