2. LIMPIA Y DESINFECTA TUS MANOS
Si llevas las uñas pintadas, lo primero es eliminar el
esmalte. Estés frente a una manicura normal o
permanente, el objetivo es que no quede ni rastro. Si tu
caso es el primero, aprieta tus uñas con un algodoncito
impregnado en quitaesmalte. Espera cinco segundos
hasta que el pintauñas se ablande y retíralo hacia fuera.
Ahora sí, lávate las manos en profundidad con agua y
jabón.
3. CORTA Y LIMA TUS UÑAS
Con las uñas largas, es mejor que
empieces cortándolas y no limándolas.
Realiza pequeños cortes en los extremos
y luego en el centro. Cuando tengas el
largo, límalas y dales la forma que te
apetezca.
4. PRESTAR ATENCIÓN A LAS CUTICULAS
Aplica una gota de Apricot Cuticle Oil de essie sobre
cada uña para ablandar las cutículas y majéalas unos
minutos. Después, devuélvelas a su origen con un
palillo de madera o con un moldeador de acero
inoxidable. Los restos —pellejos o padastros— retíralos
con el cortacutículas. Las cutículas son una barrera
protectora frente a las bacterias. En palabras de Rita
Remark: “No recortes demasiado tus cutículas para
evitar inflamaciones o infecciones”
5. EXFOLIA LA SUPERFICIE
Al igual que la piel, las uñas también
acumulan suciedad. Para exfoliarlas,
ayúdate de una suave lima de cuatro
pasos. ¡Cuidado! Si te pasas de pulido
puedes debilitarlas y quebrarlas.
6. APLICA LA BASE
Una capa de base coat será suficiente.
Espera a que se seque bien antes de
continuar.
7. QUE ENTRE EL ESMALTE
Y se hizo la luz! Aplica dos capas del
esmalte que elijas. Entre una y otra, ya
sabes, deja un tiempo prudencial.
8. SELLA CON UN ‘TOP COAT’
Como con la base, no te vamos a
contar otra vez todo lo que aporta
pero, sin duda, su brillo y su acabado
serán la guinda de tu manicura.