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MATERIA
AMERICANA
UNTREF
Rector
Aníbal Y. Jozami
Vicerrector
Martín Kaufmann
Secretario Académico
Carlos Mundt
Secretario de Investigación
y Desarrollo
Pablo Jacovkis
Secretario de Extensión Universitaria
y Bienestar Estudiantil
Gabriel Asprella
Directora Departamento de Arte y Cultura
Diana B. Wechsler
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Esta publicación ha contado con el generoso apoyo de Getty
Foundation a través de su iniciativa Connecting Art Histories.
© De los autores, 2020.
© De esta edición UNTREF (Universidad Nacional de Tres de
Febrero) para EDUNTREF (Editorial de la Universidad Nacional
de Tres de Febrero). Reservados todos los derechos de esta
edición para Eduntref (UNTREF), Mosconi 2736, Sáenz Peña,
Provincia de Buenos Aires.
www.untref.edu.ar
Primera edición: agosto de 2020
Impreso en la Argentina
Hecho el depósito que marca la ley 11.723.
Queda rigurosamente prohibida cualquier forma de reproduc­
ción total o parcial de esta obra sin el permiso escrito de los
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EDUNTREF
Director editorial
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Editoras
Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero
Coordinadora editorial
Florencia Incarbone
Asistentes de edición
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Coordinación gráfica
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Diseño gráfico
Estudio Marius Riveiro Villar
Traducción
Ian Bamett, Rafaela Gunner, Kit Maude y
Rodrigo Malina Zavalía
Corrección
Julia Benseñor
Materia Americana: el cuerpo de las imágenes hispanoame­
ricanas: siglos XVI a mediados del XIX/ Elena Phipps...
[et al.]; editado por Gabriela Siracusano; Agustina
Rodríguez Romero. - ia ed. - Sáenz Peña: Universidad
Nacional de Tres de Febrero, 2020.
468 p.; 25 x 19 cm.
1. Arte Colonial. l. Siracusano, Gabliela, ed.
II. Rodríguez Romero, Agustina, ed. III Phipps, Elena
CDD 704
MATERIA
AMERICANA
EL CUERPO DE LAS IMÁGENES
HISPANOAMERICANAS
(SIGLOS XVI A MEDIADOS DEL XIX)
Gabriela Siracusano
y Agustina Rodríguez Romero (eds.)
EDuNTREF EDITORIAL DE LA
_____ UNIVERSIDAD NACIONAL
DE TRES DE FEBRERO
Publicado con el apoyo de la Getty Foundation
ÍNDICE
9 Introducción
Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero
CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
21 Matices, brillo y lustre: cualidades del
color en los textiles del mundo andino
Elena Phipps
35 Patrones de referencia para identificación
de tintes naturales
Ana Roquero
45 Colores cambiantes en un mundo
cambiante: la tecnología de la pintura de
códices en la Mesoamérica posclásica y
colonial temprana
Davide Domenici, David Buti, Costanza
Miliani y Antonio Sgamellotti
59 Qeros andinos con grana cochinilla:
tecnología y estilo
Ellen Pearlstein
71 Mopa-mopa: una extraordinaria resina
aglutinante andina
Richard Newman, Emily Kaplan y Michele
Derrick
91 Caso #1: El barniz de pasto mopa-mopa
como decoración de esculturas coloniales
en Colombia
Mario Ornar Fernández-Reguera y
María Cecilia Álvarez-White
97 "Linda Grana, y finos colores de flores,
con que no queman lo que tiñen": usos
del índigo y la cochinilla en el territorio
andino. Un enfoque interdisciplinario
Marta S. Maier, Valeria Careaga Quiroga,
Blanca A. Gómez Romero y Gabriela
Siracusano
105 Las Islas Canarias: singular laboratorio para
los estudios de la materialidad en el arte
hispanoamericano
Pablo F. Amador Marrero
129 La imagen y la materia. La producción
indígena más allá de las misiones
Ticio Escobar
TOPOGRAFÍAS MATERIALES: DIÁLOGOS ENTRE DOS MUNDOS
153 Zurbarán y Murillo: dos pintores andaluces
que exportan obras al Nuevo Mundo.
Materiales y técnicas
Marisa Gómez y Pedro Pablo Pérez
173 Colores del Nuevo Mundo para consumo
del Viejo Mundo: los retratos de los incas
en Roma
Barbara Anderson
183 "Dibujado de mi mano": Martín de Murúa
como artista
Thomas Cummins
209 Materiales y técnicas de la pintura en
el norte de Portugal: confluencias y
divergencias con España
Ana Calvo
219 Materialidad y tecnología: la escultura
virreinal a debate. El caso del Señor de los
Temblores de Cuzco
Pablo F. Amador Marrero
241 Exégesis y visión de la Pasión: los murales
del claustro agustino de Atotonilco, entre
templas y obsidianas
Eumelia Hernández, Sandra Zetina, Jaime
Cuadriello y Eisa Arroyo
259 Entre todas las manos: la dimensión 313 Hediondez, color purpúreo triste y flores
material de la imaginería jesuítica guaraní marchitas. Inestabilidad técnica en la
Gabriela Siracusano, Marta S. Maier, Expedición Botánica Neogranadina
Blanca A. Gómez Romero, Eugenia Juan Ricardo Rey-Márquez
Tomasini y Leontina Etchelecu
329 De la vera efligies al retrato ilustrado:
271 "Dándose mutuamente las manos la textura y verismo en la pintura virreinal
América y la Europa... para bien universal": peruana
José Sánchez Labrador, S. J. (1717-1798), y Luis Eduardo Wuffarden
la materialidad de las esculturas en madera
339 Observaciones sobre la técnica pictórica
policromada de las misiones jesuítico-
de José Gil de Castro
guaraníes en el Paraguay
Néstor Barrio, Federico Eisner Sagüés y
Corinna Gramatke
Fernando Marte
285 Caso #2: Aportes técnicos sobre la obra de
355 Caso #3: El Museo de Arte
San Ignacio de Loyola de Matheo Pisarro
Hispanoamericano "Isaac Fernández
Mercedes de las Carreras
Blanco", la materialidad como
293 Técnica, pigmentos y materias colorantes construcción de un discurso museológico
para las expediciones científicas Gustavo Tudisco
americanas
Rocío Bruquetas Galán
MATERIALES PARA MOVER EL ÁNIMO DE LOS FIELES
365 Piedras y ladrillos, tepetates y oro: 419 Imagen, ruina, fragmento, documento:
traslaciones materiales entre Tierra Santa, vestigios de un lienzo de San Luis Gonzaga
Italia y Nueva España para una investigación interdisciplinaria
Luisa Elena Alcalá Agustina Rodríguez Romero, Gabriela
385 "Si lo quereys ser pentor, pintaldo la mona
Siracusano, Gustavo Tudisco, Damasia
con so mico". Nuevos estudios sobre la
Gallegos y Ana Morales
imagen de Nuestra Señora de Copacabana 435 Materialidades en la pintura mural de las
Gabriela Siracusano, Marta S. Maier, iglesias de la Ruta de la Plata: bitácora de
Eugenia Tomasini y Carlos Rúa Landa una investigación
399 Caso #4: La Virgen de Chiquinquirá.
Fernando Guzmán, Paola Corti, Magdalena
Pereira, Marcela Sepúlveda, José Cárcamo,
Reflexiones sobre una "imagen tan
Sebastián Gutiérrez, Marta S. Maier y
desblanquecida, y sin facciones"
Gabriela Siracusano
Oiga Isabel Acosta Luna
403 Entre tinieblas oscuras, sombras y
443 Caso #5: Metodologías para el análisis
manchas: avances en la caracterización
de aglutinantes proteicos en una pintura
simbólica y material de los pigmentos
mural colonial utilizando espectrometría
de masa
negros en la pintura colonial andina
lvana K. Levy y Marta S. Maier
Eugenia Tomasini, Agustina Rodríguez
Romero, Marta S. Maier y Gabriela 451 Caso #6: La actualidad de lo bello:
Siracusano repintes, copias, limpiezas y retoques en
el retrato de la Beata María Antonia de
San José
Diego Guerra
457 Reseñas biográficas de los autores
F
i
g. 1. Anónim o no
v
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s
p
an
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, Je s
ús Na zare n o(Divino In
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Convento de Jes ú s Naz a
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d
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Andalucí
a.
Foto: Pabl
o
Am ad
or M
arrer o
INTRODUCCION
Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero
Materia Americana es el corolario de un proyecto
ambicioso que comenzamos a imaginar en el año
2010 cuando, gracias al programa ConnectingArt
Histories de la Getty Foundation, nos propusimos
tejer una gran red de intercambios que cubriera
todo el continente americano y parte del europeo
en pos de promover y fortalecer un diálogo fran-
co entre quienes, desde diferentes perspectivas
disciplinares, teóricas y metodológicas, estamos
interesados en la dimensión material de las imá­
genes y los objetosproducidos en los virreinatos
hispanoamericanos. Sumergirse en las entrañas de
cualquier objeto americano es como abrir un enor­
me parasol bajo el cual se cobijan materias, objetos
y técnicas de los más variados orígenes: telas de lino
y cáñamo, maderas de cedro de la selva, planchas de
latón y cobre, tafetanes y sedas de Castilla, haces de
maguey y pasta de caña de maíz americanos, papel,
oro, plata y piedras preciosas, cabellos naturales,
marfiles de Filipinas, espejos, dientes de nácar,
plumas multicolores, conchas de nácar, ojos de
vidrio, alas de coleópteros, policromías brillantes y
mate, estofados luminosos, ceras, colas, barnices,
aceites y resinas translúcidas, flores y mucílagos,
mascarillas de plomo de Ecuador, papeles y tintas
de Flandes, yesos y calcitas, tierras arcillosas o
grisáceas, carmines de cochinilla oaxaqueña, ama­
rillos sulfurosos de los volcanes, cristales azules de
Sajonia o verdes brillantes de malaquita. La lista es
inagotable. De todas formas, cuando hablamos de la
dimensiónmaterial de estos objetos estéticos, ello
trasciende la mera enumeración de los materiales
que la componen y nos invita a ir un poco más allá
y preguntarnos acerca de las prácticas culturales
que intervinieron al seleccionarlos, manipularlos,
trabajarlos y aplicarlos en una pieza. Para reconocer
la importancia de este tipo de aproximaciones para
la historia del arte hispanoamericano es necesario
primero reseñar un breve estado de la cuestión.
La historiografía del arte colonial hispanoame­
ricano tiene una larga tradición que, podríamos
decir, se inició durante las primeras cuatro déca­
das del siglo XX (Siracusano y Rodríguez Romero
2017). Imágenes y objetos precolombinos, así
como pinturas, esculturas y arquitectura produ­
cidas entre el siglo XVI y principios del XIX en
los virreinatos españoles, se introdujeron en los
relatos académicos debido al auge del pensamiento
nacionalista (Rojas [1909] 1971; Gálvez 1913) y de
la corriente indigenista, junto con el surgimiento
de estilos neohispanos y neocoloniales en el arte y
la arquitectura (Majluf 1994, 6n-628). Estas ideas
coincidieron principalmente con las celebraciones
de los centenarios de las independencias en todo el
continente, la necesidad de construir una identidad
nacional y el surgimiento de los movimientos polí­
ticos populares en muchos países. Asimismo, estos
discursos evidenciaban cierta reconciliación con un
pasado hispano que había quedado casi silenciado
durante el siglo XIX. Por lo tanto, la introducción
de esas "nuevas" producciones artísticas en los
relatos de historia del arte de América Latina exigió
centrarse en ciertos problemas: la identificación y
localización de esas producciones, su descripción
y registro visual, la necesidad de definir estilos,
escuelas y nombres y, por último, pero no menos
importante, su significación para las culturas que
las habían producido.
Como sabemos, esta gran empresa exigió el
uso de categorías artísticas europeas, así como
métodos que, si bien eran necesarios, no siempre
resultaban los más adecuados para aplicar a los
objetos en cuestión. Esto derivó en experimentos
teóricos que incluían enfoques formalistas -como
la aplicación de las teorías de W6lfflin a obras de
arte precolombinas y coloniales (Telesca, Malosetti
y Siracusano 1999)-y la idea de estilos derivativos
que suponían una filiación polémica con estilos
SIRACUSANO / RODRÍGUEZ ROMERO 9
renacentistas, manieristas y barrocos, un problema
que facilitó el uso de términos como provincialis­
mo, regionalismo, dependencia, fusión, maridaje
y asimilación para referirse a estas producciones,
aunque también abrió el debate a la aceptación
de nuevas categorías estilísticas como la de "arte
mestizo" (Querejazu 2012). El binomio original-co­
pia estaba en el centro de la discusión, debido a
la evidencia de la utilización de programas arqui­
tectónicos europeos y a la circulación masiva de
grabados y pinturas europeos -de origen español,
francés, italiano, flamenco, etc.- dentro de los
territorios españoles americanos. Por otro lado,
el deseo de identificar características especiales
para cada región y provincia de los virreinatos
más extensos (Nueva España y Perú) condujo a
la necesidad de definir "escuelas" -aplicando una
vez más una categoría europea que difícilmen-
te podría sostenerse en el Nuevo Mundo- y a la
búsqueda insistente de los nombres de aquellos
pintores y escultores que habían participado en
estas producciones, las más de las veces colectivas.
Ello alentó las campañas de grandes relevamientos
de datos en archivos y bibliotecas y el desarrollo de
los primeros registros fotográficos. Para los años
cincuenta, todos estos objetivos habían sido bien
desarrollados y apoyados por académicos como
Diego Angulo Íñiguez, Marco Dorta, George Kubler,
Pál Kelemen, Erwin Palm, Martín Soria, Harold
Wethey, Manuel Toussaint, Francisco de la Maza,
Justino Fernández, Paul Westheim, Emilio Harth
Terré, Jorge Cornejo Bouroncle, Rubén Vargas
Ugarte, Carlos Arbeláez Camacho, Ángel Guido,
Martín Noel, Héctor Greslebin, Guillermo Furlong
y Mario Buschiazzo, entre muchos otros. En inte­
racción con ellos, una nueva generación represen­
tada por José de Mesa, Teresa Gisbert, Francisco
Stastny, Santiago Sebastián, Elisa Vargaslugo, Jorge
Manrique, Isabel Cruz de Amenábar, Adolfo Ribera
y Héctor Schenone continuaría su labor. Algunos
de ellos, al introducir nuevas preguntas sobre la
cultura y la sociedad; otros, al prestar especial
atención a los usos y significados de las imágenes,
al definir los lazos entre la iconografía europea
tradicional y las formas en que ésta fue reinter­
pretada y resignificada en América. A partir de los
ochenta comenzaron a emerger nuevos horizontes
teóricos y epistemológicos. La inclusión de objetos
10 MATERIA AMERICANA I INTRODUCCIÓN
no tradicionales, la sustitución de términos como
"asimilación" por "apropiación" e "invención",
el interés por la acción del poder político, eco­
nómico y religioso en este entramado, el análisis
de las prácticas culturales ligadas a la creación de
representaciones, el papel del mecenazgo, el pro­
tagonismo de nativos, mestizos, mulatos y criollos
en la producción artística, la organización de los
obradores y la formación artística o la circulación
y colección de objetos en un mundo globalizado de
fronteras borrosas son algunos de los vectores que
han contribuido a renovar los discursos historio­
gráficos. Estas nuevas aproximaciones teóricas
ancladas en la aceptación de la alteridad, de la
diversidad de estéticas divergentes y simultáneas
y de la intraducibilidad de los regímenes visuales/
textuales de una cultura a otra han permitido
Fig. 2. Anónimo, conjunto escultórico de la Crucifixión
de Cristo, detalle del Buen ladrón, siglo XVIII, escultura
policromada con alma de maguey. Iglesia de Corque,
departamento de Oruro.
Foto: Gabriela Siracusano
trazar una nueva cartografía crítico-estética sobre
todas estas producciones.
Entre todas estas aproximaciones que han
contribuido a una nueva valoración de los objetos
estéticos producidos en los virreinatos hispanoame­
ricanos, aquella enfocada sobre la materialidad de
las imágenes es una de las más recientes.
La dimensión material de una imagen encierra,
a veces de manera imperceptible a primera vista,
las huellas de la vida de ese objeto. Desvelar esas
marcas, esas huellas y traerlas al presente para
que puedan ser contrastadas con otras fuentes,
como las escritas, orales o visuales, es un ideal que
requiere que convoquemos un concierto de mira­
das. Desde los abordajes de la historia del arte que
han comenzado a incluir esta dimensión material
en sus especulaciones (historia cultural de las
imágenes, antropología de las imágenes, la biogra­
fía de los objetos, etc.) y la aplicación de diversos
métodos científicos que provienen del campo de
las ciencias químicas y físicas (a partir de los cuales
podemos caracterizar materiales, comprender
técnicas compositivas y constructivas o analizar
los procesos de deterioro de dicha materia), hasta
los valiosos aportes que ofrece la investigación en
conservación-restauración y su práctica. El diálogo
entre éstas y muchas otras disciplinas es no sólo
necesario sino, a esta altura, obligatorio si desea­
mos analizar en profundidad estas instancias de la
creación.
Ahora bien, ¿acaso una arqueología de la dimen­
sión material, una antropología de la materia podría
ayudar a desactivar estos preconceptos que mencio­
namos en los párrafos anteriores?
Fig. 3. Anónimo novohispano, Jesús Nazareno (Divino Indiano), detalle de la Cruz, anterior a 1674, madera y quiote policromados,
cera de Campeche, reliquias e incrustaciones de caparazones de escarabajos iridiscentes. Convento de Jesús Nazareno, Chiclana de
la Frontera, Cádiz, Andalucía.
Foto: Pablo Amador Marrero
SIRACUSANO/ RODRÍGUEZ ROMERO 11
Fig. 4. Cochinilla procesada
Foto: Gabriela Siracusano
Fig. 5. Anónimo, grutesco
,
siglo XVII -XVIII, pintura mural. Capilla de la Virgen Puri
ficada de Canincunca, Cuzco.
Foto: Gabriela Siracusano
12 MATERIA AMERICANA I INTRODUCC IÓN
Cuando hablamos de una arqueología de la
dimensión material nos referimos a la posibilidad
de inquirir, investigar la materialidad de los objetos
estéticos a partir de una mirada interdisciplinar que
procure comprender que los resultados que surgen
de la aplicación de métodos y técnicas provenien­
tes de ciencias como la química y la física son la
evidencia y el testimonio de una red de prácticas
culturales que los hicieron posibles. Aun aquellos
que, bajo la lupa del más complejo y sofisticado
de los equipos analíticos, se nos presentan como
irrefutables deben ser interpretados a la luz de esa
red cultural: un encuentro entre trama y urdimbre
que resulta imposible reconocer sin la intervención
de otras ciencias como las humanas y sociales y las
de la conservación. Desarrollar una investigación
histórico-artística interdisciplinaria basada en una
arqueología de la dimensión material (en tanto
reconoce la práctica arqueológica de encontrar en
la materia los trazos del pasado), en una antropo­
logia de la materia (en cuanto prioriza la relación
entre el hombre y los materiales con los que habita
e interactúa), y entendida la materia como un
documento del pasado, nos permite posicionarnos
de una manera distinta frente a estos artefactos e
identificar los procesos creativos que tuvieron lugar
en su factura.
A su vez, esta manera de investigar permite que
nos preguntemos: ¿existe una memoria material
de las acciones del pasado? rns posible rastrear las
huellas de prácticas artísticas, de conocimientos
y sentimientos en las entrañas de la materia? Una
imagen tiene eficacia cuando su materialidad no
sólo acompaña su sentido, sino también cuando lo
construye, lo define, lo crea. Se trata de un espesor
mental y material que no debería ser subestimado a
la hora de investigar cualquier objeto y que es impo­
sible evitar si queremos comprender sus procesos
creativos, sus condiciones de producción y consu­
mo o las funciones que alguna vez cumplió para la
sociedad que la albergó.
Estas reflexiones nos llevaron a pensar la
forma en que las huellas de prácticas artísticas
podían contribuir a conocer los objetos e imágenes
hispanoamericanos. Es a partir de estos funda­
mentos que este proyecto fue imaginado, al tener
como ejes problemáticos iniciales los siguientes
interrogantes:
• ¿cuáles fueron los materiales y las técnicas más
frecuentes utilizados en los virreinatos america­
nos? ¿podemos hablar de una materia americana,
con signos distintivos, auténticos, propios?
• ¿Qué tradiciones materiales y técnicas nativas
sobrevivieron o permanecieron y cuáles se
conjugaron, readaptaron y reinventaron con la
llegada de la conquista española? ¿Es posible
identificar en la dimensión material la perviven­
cia de varias tradiciones?
• ¿fueron los materiales utilizados de la mis­
ma manera en que lo fueron en la metrópolis?
¿o podemos identificar usos locales y regionales?
• ¿Qué relación existe en la América colonial entre
naturaleza, territorio y materia, y cuáles fueron
las maneras en que esta materia americana se
manifestó en la producción artística?
• ¿Es posible discutir el problema de la originali­
dad y la invención en el arte hispanoamericano a
partir de la clave material-cultural?
• ¿cómo se preserva la materialidad de estos
objetos? rns que las nuevas tecnologías e in­
tervenciones respetan las huellas de las viejas
prácticas?
• ¿cuál es la situación actual de la investigación de
la historia del arte colonial sobre el estudio de la
materialidad?
• ¿cómo se encara actualmente la actividad inter­
disciplinaria referida al arte hispanoamericano
en el campo académico latinoamericano? rnxiste
un verdadero diálogo franco entre los diferentes
actores?
• ¿Qué problemas epistemológicos y metodo­
lógicos aparecen cuando la "mirada" del histo­
riador del arte se pone en contacto con otras
miradas?
• ¿sería posible establecer una red intelectual
latinoamericana mediante la cual pudiéramos
compartir bases de datos y protocolos relativos
a la cultura material artística? me qué forma
esta interaccióncontribuiría a la construcción de
una nueva historia del arte colonial mundial sin
perder sus especificidades regionales?
SIRACUSANO/ RODRÍGUEZ ROMERO 13
Durante siete años consecutivos, el pro­
yecto "Materiality between Art, Science and
Culture in the Viceroyalties (16th
-18th
Centuries):
An Interdisciplinary Vision toward the Writing of a
New Colonial Art History''1
reunió a más de cincuen­
ta historiadores del arte, químicos, físicos, restaura­
dores, museólogos, técnicos, curadores, arqueólogos
y filósofos procedentes de México, Estados Unidos,
Colombia, Alemania, Paraguay, Perú, Bolivia, Chile,
España, Portugal, Italia, Brasil y Argentina. Mediante
la organización de cuatro seminarios intensivos
llevados a cabo en ciudades como Buenos Aires,
Rosario, Los Ángeles, Córdoba, Salta y Tilcara,
se intentó poner a punto el estado de la cuestión
respecto de los estudios sobre la materialidad del
arte colonial hispanoamericano. Asimismo, estos en­
cuentros se vieron enriquecidos con el intercambio
de los especialistas con investigadores en formación
de las diferentes áreas. El seminario, en este sentido,
se convirtió en una instancia de aprendizaje. Por
otra parte, la posibilidad de contrastar estas miradas
con el panorama presente en iglesias, conventos,
repositorios museológicos y colecciones privadas
que fueron visitados en cada uno de los encuentros
resultó fundamental para interactuar con aquellos
que custodian estos bienes, pero también para
comprender la importancia de la pregunta por la
condición material para la conservación y puesta en
valor del patrimonio artístico americano.
Con la intención de posicionarse como un
texto de referencia en todo lo relativo a los usos y
funciones de las técnicas y los materiales artísticos
de la América colonial, este libro que hoy publica
la Universidad Nacional de Tres de Febrero exhibe
muchos trabajos de investigación presentados en
los seminarios y otros que, por su relevancia dentro
del campo, merecían estar en este volumen. Así,
temas y problemas como los usos prehispánicos
de ciertos materiales, la persistencia de antiguas
tradiciones locales, la apropiación activa de las
foráneas o la coexistencia de ambas, la posibilidad
de definir una paleta americana, la relación entre
praxis artística y conocimiento, la cuestión de la
creatividad e ingenio en la manipulación de la ma­
teria, el mercado de pigmentos y colorantes entre la
economía y la política mundiales durante el período
colonial, el estudio de la naturaleza cromática ame­
ricana para el control del territorio, la circulación
y rutas de distribución de los materiales del arte
entre América y el resto del mundo, los aportes de
la etnohistoria y la etnografía para la comprensión
de antiguos usos de los materiales, la discusión en
torno a la aplicación de técnicas y métodos físi­
co-químicos y su interacción con las humanidades,
los encantos y desencantos de la interdisciplinarie­
dad, o la condición sagrada de muchos materiales
utilizados en pinturas, esculturas, mobiliario y otros
objetos en el Nuevo Mundo son algunos de los ejes
intelectuales que vertebran este libro.
La decisión de una publicación bilingüe e inter­
disciplinar se sostiene sobre la convicción de que
muchos de los avances de investigaciones cientí­
ficas que actualmente se desarrollan en el mundo
académico de habla hispana respecto de estos
temas no siempre trascienden estas fronteras. Del
mismo modo, a más de cincuenta años desde que
Charles Percy Snow denunciara la incomunicación
de las "dos culturas", este desencuentro entre el
laboratorio y la biblioteca sigue vigente. La conse­
cuencia de estos dos escenarios es la generación
de una irradiación de voces aisladas que terminan
resonando sobre sí mismas, o bien se desvanecen
lentamente. Materia Americana propone, en cambio,
la consolidación de una "polifonía epistemológica"
en la que distintas voces -idiomáticas y disciplina­
res- se encuentren y se complementen para romper
la dinámica recursiva y así fortalecer los discursos
en torno a las imágenes y objetos hispanoamerica­
nos, una producción artística tan valiosa como rica
en su diversidad.
Su primera fase estuvo radicada en la Universidad Nacional de San Martín. Su fase segunda y final, jumo con el proyecto de esta
publicación, se ha desarrollado en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
16 MATERIA AMERICANA [ INTRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA
Gálvez, Manuel. 1913. El solar de la raza. Buenos Aires:
Sociedad Cooperativa Nosotros.
Majluf, Natalia. 1994. "El indigenismo en México y Perú:
hacia una visión comparativa". En AA. VV., XVII
Coloquio Internacional de Historia del arte. México D.F.:
IIE-UNAM, 611-628.
Querejazu, Lucía. 2012. "¿Híbrido o mestizo? El problema
semántico en la historiografía del arte andino".
Estudios Bolivianos 17: 107-124.
Rojas, Ricardo. [1909] 1971. La restauración nacionalista.
Crítica de la educación argentinay basespara una
reforma en el estudio de las humanidades modernas.
Buenos Aires: A. Peña Lillo.
Siracusano, Gabriela y Agustina Rodríguez Romero.
2017. "Materiality between Art, Science and Culture
in the Viceroyalties (16th-17th centuries): An
Interdisciplinary Visiontowards the Writing ofa New
Colonial Art History",Art in Translation vol. 9: 69-91.
Edimburgo: University ofEdinburgh.
Telesca, Ana, Laura Malosetti y Gabriela Siracusano.
1999. "Impacto de la 'moderna' historiografía europea
en la construcción de los primeros relatos de la
historia del arte argentino (1910-1930)". En AA. VV.,
(In)disciplinas: estética e historia del arte en el cruce de
los discursos. XXII Coloquio Internacional de Historia del
Arte. México D.F.: IIE-UNAM, 395-426.
SIRACUSANO/ RODRÍGUEZ ROMERO 17
MATICES, BRILLO Y LUSTRE:
CUAL.IDADES DEL COLOR EN LOS
TEXTILES DEL MUNDO ANDINO
Elena Phipps
El color en las tradiciones de los textiles andinos
-comenzando con la materialidad de sus numerosas
fuentes- forma parte de un diálogo cultural más am­
plio. Este diálogo involucra varios temas, entre ellos
la adquisición de conocimientos, el oficio, la maes­
tría y la estética que conforman las tradiciones cul­
turales. Incluye también la cuestión de la percepción
del color -tan sutil como difícil de expresar en pala­
bras-, que indica una suerte de supradiferenciación
de valor y cualidad, tanto para el creador como para
el usuario. En mi condición de académica dedicada al
estudio de los tejidos andinos en el marco de los mu­
seos, analizo los objetos físicos con el fin de intentar
comprender de qué manera conservan rastros de
sentido que se conectan con los sistemas de valores
de las tradiciones culturales antiguas. El tema de las
cualidades del color constituye, por consiguiente, un
punto de partida vital y enriquecedor (Fig. 1).
Las nociones de matiz, brillo y lustre -que
serán tratadas en este contexto- representan una
clase distinta de espacio de color que se ubica en
los intersticios que se abren entre los temas de la
materialidad y la cultura. Al analizar la trayectoria
de la producción textil andina en la era precolom­
bina, cuya ausencia de escritura no nos permite
un conocimiento directo de la percepción de las
cualidades de los tejidos, algunas de las ideas que
sirven de referencia sobre el tema pueden hallarse
englobadas en períodos posteriores de la historia
andina en determinados términos incas y otras
lenguas afines que los primeros escritores colo­
niales documentaron en los siglos XVI y XVII, en
especial en las crónicas de Felipe Guamán Poma de
Ayala y Martín de Murúa, así como en los antiguos
diccionarios de Ludovico Bertonio (Vocabulario
de la Lengua Aymara, 1612) y Diego González
Holguín (Vocabulario de la lengua general de todo el
Peru, 1608). Entre estos términos figuran cumbi,
lipi, huateca isi y tornasol, que se refieren a tipos
o cualidades especiales de los textiles, o lloque y
ch'imi, que denotan detalles y características de los
tejidos que crean aspectos o efectos específicos de
color en las telas (Phipps 2000). En investigaciones
etnográficas más recientes, Penny Dransart analiza
el término aimara samiri (que también aparece en
el diccionario de Bertonio) como una tela asociada
a cualidades diáfanas, y como "espíritu de aliento"
(Dransart 2016). Por su parte, Denise Arnold y Juan
de Dios Yapita Moya vinculan el término con el
color, el fulgor y el sonido (Arnold yYapita 1998).
Sabiendo que estos términos se hallabanpresen­
tes en el espacio cultural de los siglos XVI y XVII,
es también posible retroceder en el tiempo para
analizar algunos primeros orígenes o manifestacio­
nes potenciales de estos conceptos en los que color/
materiales/cualidad y valores culturales se entre­
mezclan en las tradiciones textiles. Para hacerlo,
examinaremos cómo se emplearon los elementos
de las tradiciones textiles para crear cualidades
especiales de la tela -específicamente, el brillo y
el lustre- y cómo se usó esta tela en los contextos
culturales andinos.
LOS MATERIALES BÁSICOS
Las características inherentes y macroscópicas de
las fibras desempeñan un papel importante en el
aspecto físico de los textiles. Estas cualidades físicas
propias de la composición de las fibras -incluidos el
color, el grado de finura, el lustre y la sensación al
tacto, entre otros- intervienen en el uso y el signifi­
cado que tienen en la sociedad andina. Los orígenes
geográficos y regionales de las fibras, su abundancia
PHIPPS 21
o escasez y la dificultad de su cultivo o procesamien­
to también influyen en su valor físico y cultural.
La especie de algodón autóctona de la región
(Gossypium barbadense) provee una de las fibras más
largas que las de cualquier otro algodón del mundo.
Como consecuencia, el algodón de alta calidad bien
hilado puede tener una suavidad y una flexibilidad,
así como un lustre, no habituales en ningún otro
lugar. Este efecto lustroso del algodón era tan pro­
nunciado que Francisco Pizarra y sus huestes nota­
ron la calidad "como de seda" de las prendas usadas
en la costa norte durante los primeros contactos en
1532.1
Además, los tejedores andinos aprovecharon
las variedades de color que se producían natural­
mente en el algodón, entre las que se contaban no
sólo el blanco genérico, sino también tonos marro­
nes, cremas, rosados y azules grisáceos.
Los camélidos (llamas, alpacas, vicuñas y
guanacos), cuya lana era un recurso primario para
tejer, tenían asimismo sus colores propios: desde el
blanco, el marrón, el pardo claro y el negro hasta el
gris. Su paleta de colores naturales se amplió con
el paso ffel tiempo y fue controlada a través de una
reproducción selectiva. La selección intencional
de las fibras animales por color, calidad y lustre fue
en parte el resultado del conocimiento puesto en
práctica por los profesionales que se ocupaban de
ellas así como por los artesanos que las limpiaban
e hilaban. La clasificación de sus cualidades depen­
día en gran medida del tipo y de la edad del animal
y del lugar del que se le extraía la fibra: el pelo del
pecho de un ejemplar joven podía ser el más fino y
el del lomo de uno viejo, el más basto (el género, la
edad y la fertilidad también podían influir). En el
caso de la vicuña, cuyo pelo es uno de los más finos
entre los camélidos, el cálido color amarronado
(p'aqo) de su pelaje era culturalmente reconocible y
señalaba su procedencia y, por ende, su condición de
fibra lujosa. El empleo de colores naturales de pelo
animal en forma individual y por pares era una parte
importante de varios ritos, como observamos en
los tiempos del Imperio inca en las prendas mor­
tuorias de la capacocha. En este sacrificio de niños,
que a menudo se llevaba a cabo a gran altitud en
cumbres volcánicas cubiertas de nieve, se hallaron
vestimentas específicas, confeccionadas al parecer
en varios grupos estandarizados de colores: ma­
rrón y blanco (como los encontrados en el Cerro El
Plomo, Chile), negro y marrón (en Sara Sara, Perú) y
algunos conjuntos teñidos que incluían rojo y blanco
(en Túcume, Perú, y Llullaillaco, Argentina) y rojo y
amarillo (enAmpato, Perú).2 Estos pares de colores
pueden asociarse con grupos particulares de acclas,
las así llamadas "mujeres escogidas" por el inca,
descript�s por Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui
Salcamaygua, un escritor del siglo XVII nacido en el
Perú, que clasifica a las acclasyurac (blancas), uayrur
(amarillas), p'aqo (marrones) yyana (negras).3
Aun cuando se consideraba a la vicuña como una
de las mejores especies de la familia de los caméli­
dos, otro animal que tiene pelo especialmente fino
y suave es la vizcacha, un roedor que pertenece a
la familia de la chinchilla de dos géneros: Lagidium
peruanum, del norte, y Lagidium viseada, del sur.
Su pelaje se caracteriza por su color naturalmente
jaspeado, que a la vez evoca la cualidad material
experiencia! de la considerable liviandad de la fibra.
Este color especial es también reconocido como
señal de su rareza, al igual, en cierto modo, que el de
la vicuña. La vizcacha, que habita en regiones altas,
secas y desérticas, posee asociacionesculturales casi
supematurales, quizá debido en parte a su capacidad
para vivir en zonas de transición en las que prácti­
camente no hay agua.4
El empleo de su suave pelaje
Incluso estudiosos contemporáneos han confundido el algodón peruano con la seda. Existe el ejemplo de una túnica precolombina
(41.2/7136) que en el pasado desconcertó a los curadores de un museo: en su catalogación indicaron que tenía seda -debldo al intenso
lustre de sus hilados estampados- y, por lo tanto, la reasignaron al período colonial. Una identificación microscópica reciente deter­
minó que se trataba, en realidad, de pelo de camélido y no de seda, lo que permitió la correcta asignación de su lugar histórico en la
era precolombina.
22
Phipps, manuscrito inédito de la ponencia presentada en la 6" Conferencia Internacional sobre Textiles Amerindios, celebrada en el
musée du quai Branly, París (noviembre 28-30, 2013). Véase también Reinhard y Ceruti (2010).
Las descripciones son de Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua (1993). No obstante, cuestiono la asociación de uayrur
con el amarillo, pues en otros contextos remite al rojo, dado que es el color de la semilla del mismo nombre. De modo que quizá
puede referirse a la combinación de rojo y amarillo que se encuentra en las prendas de las acclas. Véanse Phipps (200�) y Zuidema
(1990, 51-60).
En especial en los salares del Altiplano.
MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
Fig. 1. Detalle. Tela tornasol, siglo XIX (Bolivia), tejido liso con
cara de urdimbre, alpaca y seda. Colección privada, Nueva York.
Foto: B. Schwarz
sólo se ha identificado en ejemplos arqueológicos
poco frecuentes, tales como una bolsa de coca del
período incaico que pertenece al American Museum
ofNatural History, Nueva York.5
En el período
colonial advertimos más evidencias de la natura­
leza especial de este animal gracias a su presencia
en muchos tapices de los siglos XVI a XVIII, en los
cuales usualmente se lo representa en color azul. Un
ejemplo notable es el del tapiz andino del nacimien­
to de Eva del siglo XVII, donde se ve a un pequeño
animal azul grisáceo (la vizcacha) mordisqueándole
la pantorrilla a Adán, mientras Eva se alza desde su
costilla.6
Se trata de algo digno de mención; puesto
que el color azul era bastante poco frecuente duran­
te la época incaica. Además, puede señalarse que a
menudo el color se representa no como una masa
sólida, sino más bien con una apariencia algo motea­
da o jaspeada, como suele observarse en el propio
animal. Este azul jaspeado se empleó también para
la prenda que viste Dios. De este modo, tanto su
color como la manera distintiva y vivaz en que está
representada parecenindicar algún significado sub­
yacente en su presentación visual (Fig. 2).
Número de inventario: B3810, AMNH.
Fig. 2. Detalle. Lo creación de Evo, comienzos del siglo XVII,
tapiz, urdimbre de algodón, trama de camélidos. Círculo de
Armas, Buenos Aires.
MATICES DEL COLOR: LOS TINTES
Mientras que las fibras en sí mismas tienen colores y
tonos propios, el uso de colorantes de la naturaleza
intensifica y amplía considerablemente la paleta de
colores. Los colorantes provienen de minerales in­
orgánicos y también de fuentes orgánicas (vegetales
y animales). Los tintes son autóctonos de regiones
ecológicas específicas y su presencia (o ausencia) en
regiones de las que no proceden puede ser relevante
para las tradiciones textiles locales, al indicar una
probable evidencia de comercio o intercambio cul­
tural o de otra clase de interacción social.
La cantidad de colorantes que podían usarse
para el algodón era limitada por la naturaleza de
los materiales y por cómo podían fijarse a la fibra.
Por lo general, los colorantes empleados para el
algodón incluían varios pigmentos minerales, tales
como la hematita, el rojo de plomo y el cinabrio
(mercurio), o tintes como los colorantes de taninos
marrones -extraídos de nueces o árboles-, los
azules índigoy las púrpuras de moluscos. Esto
contrasta con la abundancia de los tintes que po­
dían aplicarse al pelo de los camélidos, es decir,
La vizcacha en los tapices coloniales: véase, por ejemplo, Phipps (2004b, 2004c, 2004d).
PHIPPS 23
casi todos los materiales orgánicos provenientes de
las raíces de plantas como las del género Relbunium,
de varias flores, hojas y maderas, y también de
insectos como la cochinilla, entre otros. Todos
estos materiales requieren determinadas condicio­
nes para producir colores brillantes, lo que incluye
conocimientos sobre la selección y el uso de los
tintes, su frescura y calidad, agua pura y sin minera­
les pesados, e instrumentos para el teñido y aditivos
para el baño de tintura adecuados, tales como los
limones ácidos o las cenizas alcalinas, según corres­
ponda para lograr el color deseado (Phipps 2012).
El brillo puede obtenerse no sólo con los más altos
niveles de la práctica del teñido, sino también con
la implementación de la coordinación del uso del
color durante el proceso de tejido.
LUMINOSIDAD Y BRILLO
La luminosidad y el brillo son características que
tienden a asociarse con materiales inherentes al
medio, introducidos en el interior del textil o en su
superficie, tales como metales brillantes o plumas
iridiscentes. Las artesanías coñ plumas -un impor­
tante componente del estatus y de los ritos en la
cultura precolombina de los Andes- se realizaban
generalmente en la superficie de prendas y tapices,
con lo que se creaban paños, túnicas y tocados que
resplandecían con la luz. Elegido por su iridiscencia
natural, el arte plumario era apreciado por muchas
culturas, y la recolección y distribución de las plu­
mas contribuyó a la formación de redes comerciales
de larga distancia, desde la selva tropical -hogar de
la mayoría de los pájaros coloridos- hasta la costa,
donde constituían importantes elementos ceremo­
niales y símbolos de alta jerarquía en los entierros.
El uso de metales en las tradiciones textiles
antes de la llegada de los españoles a América con­
sistía, como en el caso de las artesanías con plumas,
en su aplicación en la superficie de los tejidos, por
lo general en forma de pequeñas piezas o placas de
oro, plata, cobre y amalgamas. Los chimúes, por
ejemplo, usaban pequeños discos colgantes dorados
cosidos a las túnicas, de modo que éstos se agitaban
con el movimiento de quien vestía las prendas y bri­
llaban a la luz del sol. Recién en el período colonial
se comienza a ver el uso de metal en forma de hilos
tejidos en la propia tela. Estos hilos metálicos de
la épocacolonial-que seguían la tradición europea
y provenían de la misma Europa- estaban com­
puestos de tiras cortadas de hojas de metal sólidas
-oro, plata o plata dorada en el período inicial­
enrolladas alrededor de un hilo con alma de seda,
algodón o lino. Se usaban especialmente para embe­
llecer tapices y atuendos confeccionados con telas
de tapicería, generalmente como realces de peque­
ños elementos específicos en una representación
pictórica. Hacia el siglo XIX, y tal vez un poco antes,
los hilos metálicos se incorporaron a la tradición
del tejido de faz de urdimbre de la sierra. Se trata
de una proeza técnica sorprendentemente compleja
que requiere un alto grado de destreza para manejar
los rígidos elementos metálicos que contrastan con
los flexibles hilos de camélidos tendidos lado a lado
. en el tela_r (Phipps 2010) (Fig. 3).
La introducción de la seda en el período colonial
le aportó un nuevo significado al concepto de brillo
enla tejeduría andina. La seda, en cuanto fibra
procesada del capullo cultivado del gusano de seda
(Bombyx man) -como en Asia y España-, desen­
rollada para obtener una única hebra muy larga,
es un material que tiene un lustre intenso. Los
tejedores andinos se deleitaban con sus cualidades
y producían textiles finamente tejidos para vesti­
menta. Estos tejidos de seda se denominaban lipi,
un término quechua empleado en el Vocabulario de
González Holguín, quien lo definía como "sedas, o
ropa de lustre". Otro término relacionado es Uipic
pacha, definido en un diccionario de 1586 como
"ropa resplandeciente".7
CH'IMI, LLOQUE Y TORNASOL
Había otros métodos, además del uso de materiales
especiales, para añadirles lustre y brillo a las telas
en las tradiciones textiles andinas. A través de la
producción de efectos especiales en el proceso de
tejido, era posible crear una percepción visual de
brillo y lustre. Estosefectos podían lograrse usan­
do hilos especiales que, al tejersejuntos, influían
en el modo en que se percibían la superficie y su
color. Ch'imi, un efectopara el que se usan hilos de
múltiples colores torcidos juntos, y lloque, que con­
siste en hilar en direcciones opuestas, son y siguen
González Holguín (1608); Ricardo ([1586] 1951). Véase también Desrosiers (1986).
24 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
Fig. 3. Detalle. Manto de mujer de Perú o Bolivia, siglo XVIII-XIX, tejido con hilos de plata de faz de urdimbre, modelo de tejido de la
urdimbre con pelo de camélido y hebra metálica. Las hebras amarillo-doradas son de pelo de camélido, que imitan al oro.
The Field Museum, Chicago, Departamento de antropología, objeto nº
6258.
Foto: John Weinstein
PHIPPS 25
Fig. 4. Efectos de tejido:
a) Ch'imi, detalle de un manto, siglo XIX-XX (Bolivia), tejido de pelo de camélido. Metropolitan Museum of Art 1999.47.263,
Nueva York. b) Lloque, detalle de una túnica, siglo XVIII-XIX (Bolivia), tejido de pelo de camélido. Metropolitan Museum of Art
1999.47.230, Nueva York. c) Tornosol, detalle del manto de una mujer, urdimbre y trama de camélidos. Colección privada, Nueva York.
siendo dos técnicas importantes con las cuales
los tejedores andinos crean una especie de efecto
reluciente que le otorga un viso de luz y lustre a la
tela. Otra manera de generar estos efectos de color
era el empleo de hilos de colores contrastantes
durante el proceso de tejido, llamado "tornasol" en
castellano o huateca isi en quechua. En ocasiones,
a este tipo de tejido se lo denomina "cambiante"
(changeant en francés) o shot silk en inglés (Figs. 1,
4a, 4b y 4c).
Ya hemos discutido el tejido de la vizcacha
azul en el tapiz del nacimiento de Eva (Fig. 2) y
destacamos el uso del moteado -hilos de colores
mezclados-, que produce un azul vivaz y jaspeado
al representar al animal, que en sí mismo tiene
cualidades liminares. La inclusión de hilos de dos
colores, que en aimara se denomina ch'imi, podría
tratarse sólo de un efecto cromático o bien de
otorgar un reconocimiento visual a la relevancia
del animal. Uno de los primeros casos de telas
precolombinas hechas con hilo de color mixto, que
también se da en un contexto que puede inter­
pretarse como relevante, se observa en el antiguo
manto Nasca (comúnmente llamado el "tejido
de Paracas") que se encuentra en el Brooklyn
Museum.8
Una figura en especial, tal vez de un
chamán, está representada con una máscara felina
que cuelga de la nariz y una diadema frontal, y lleva
una túnica compuesta con hilos rojc::>s y blancos
mezclados en el torso, lo que le confiere a la prenda
un efeéto resplandeciente bastante singular. De las
noventa figuras que conforman el complejo margen
realizado en lazo cruzado de este famoso y espec­
tacular textil, solamente ésta en particular, que se
repite varias veces, usa esa túnica que produce ese
efecto visual (Fig. 5).
La técnica ch'imi es una de las muchas utilizadas
para lograr esa apariencia reluciente o jaspeada de
la tela. Los hilos -o cabos- ch'imi se encuentran en
dos conformaciones generales.' Una es la combina­
ción de colores que contrastan mucho entre sí: rojo
y blanco, por ejemplo, o rojo y azul. Sin embargo, en
ocasiones se usan colores de bajo contraste -como
el negro y el azul o el marrón y el negro- y así se
crea un efecto mucho más sutil.9
Esto se observa
especialmente en los tejidos de cara de urdimbre
de la sierra, donde los únicos hilos visibles en la su­
perficie son los de la urdimbre, el primer conjunto
de hilos que se colocan en el telar. En estos textiles
densamente tejidos, los colores tiende� a estar
Brooklyn Museurn, "The Paracas Mantle". Número de inventario: 38.121. Véase https:/fwww.brooklynmuseum.org/opencollection/
objects/48296.
Guamán Poma de Ayala (1615/1616, 101) describe que el quinto inca, Capac Yupanqui, usa su manta de "encamado mescla de colora­
do"; en otras palabras, con dos tonos de rojo mezclados.
26 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
Fig. 5. Figura de chamán con túnica ch'imi roja y blanca,
período Nasca, ca. 100 AC-300 DC, detalle del borde del
"tejido de Paracas". Brooklyn Museum of Art, Nueva York.
Entrada n
º
38.121.
organizados en sectores con listas que representan
áreas diferenciadas para estos efectos de color.
Visto a menudo en las secciones lisas más amplias
-"pampas"- de los mantos y las túnicas de la sierra
del período comprendido entre los siglos XVII
y XIX, este efecto de color jaspeado posee una suti­
leza y una riqueza bastante diferentes de lo que se
habría logrado retorciendo juntoshilos de colores
10 Número de inventario: 1999-47.250, MMA.
más contrastantes, tales como rojo y blanco o azul
y amarillo.
Un ejemplo del empleo de colores de poco
contraste se observa en una túnica que pertenece
al Metropolitan Museum of Art.10
En ella, el efecto
ch'imi se crea con los hilos azules y negros retorci­
dos, y se ve aún más acentuado al urdir los hilos en
grupos de dos cabos ch'imi construidos de manera
diferente, uno más grueso que el otro e hilado
de modo menos apretado, aunque ambos forma­
dos combinando azul y negro. El uso de dos hilos
totalmente distintos y su ubicación uno al lado del
otro en las urdimbres da como resultado un efecto
extremadamente sutil -casi imperceptible- de
líneas jaspeadas.
La vivacidad de un color -por ejemplo, el negro­
parece ser algo que buscaban los tejedores andinos
de la sierra, y lo lograron de un modo espectacular.
Las prendas sencillas negras -usadas por hombres
y mujeres- se convirtieron en el elemento básico
entre las ropas de los Andes durante el período co­
lonial yconstituyen una de las superficies en las que
se aplicaron todos los efectos sutiles de la tejeduría.
La importancia de1 género negro y el uso de ese
color por parte de la población originaria durante
el período colonial fueron interpretados en parte
por las autoridades españolas como una forma de
protesta silenciosa: una señal de luto por los tiem­
pos incaicos perdidos.11 En una carta al secretario de
Indias en 1781, el virrey recomendaba una prohibi­
ción del uso del negro establecida por el visitador
José Antonio de Areche en la sentencia pronunciada
el 18 de mayo de 1781, en la que condena a muerte a
Tupac Amaru II y su familia.
...por eso negandose a la política civil española
conservan el trege dicho aun en el usual manejo de
sus casas, jamas abandonan la Yacolla y el Uncu, ni
dejan el negro color de sus ropas en señal de luto
que arrastran por los españoles que les dominan.12
11 En 1781, la administración virreinal prohibió "el que usen y traigan vestidos negros en señal de luto, que arrastran en algunas provin­
cias, corno recuerdos de sus difuntos monarcas". Carta de Agustín de Jáuregui, virrey del Perú, a José Bernardo de Gálvez y Gallardo,
secretario de Indias, 20 dejunio de 1781, en la que plantea las inquietudes que José Antonio de Areche le había comunicado en una
carta del 18 de mayo de 1781 sobre la prohibición del uso de vestimentas negras por parte de la población indígena (Valcárcel 1974, 410
[Archivo General de Indias, Audiencia de Lima, legajo 1041]).
12 Carta del obispo de Cuzco José Manuel Moscoso y Peralta dirigida al visitador general José Antonio de Areche Zomoza, 13 de abril de
1781, Archivo General de Indias, Sevilla, fol. sr.
PHIPPS 27
Fig. 6. Anónimo, de la serie del Corpus Christi, Cofr
adías de Santo Roso y Lo Lindo, ca. 1670/1685, óleo sobre lienzo, 208 x 335 cm.
Museo Arzobispal, Cuzco.
Foto: En Phipps, Hecht y Esteras Martín, 2004.
Sin embargo, Juan de Betanzos, en su Sumay
narración de los incas, escri
ta en 1550, ofrece otra
perspectiva acerca de la relevancia de las túnicas
negras. Describe allí la fabricación de una túnica -o
camiseta- negra especial para la ceremonia ri
tual de
perforación de las orejas, en la cual se iniciaba a los
jóvenes como guerreros. El autor relata que durante
la fiesta de cinco días, se hilaba lana negra para tejer
una camiseta. Cadajoven ayunaba desde que se
comenzaba a hilar hasta que la prenda estaba hecha.
Entonces, la camiseta se usaba para los ritos, que
llegaban a su pun
to más alto cuando a los iniciados
se les tusaba el cabello y se les perforaban las orejas,
y ellos lejuraban al Sol que defenderían la ciudad
con su vida (de Betanzos 1996, 60). Esta camiseta
negra, pues, contiene toda la energía del paso de la
niñez a la madurez, literalmente hilada y tejida en la
tela durante la ceremonia.
Se han conserv
ado varias túnicas de la épo­
ca colonial -aunque se desconoce la fecha de la
mayoría-, tales como la azul y negra que per­
tenece al Metropolitan Museum. Otra clase de
túnica con un minucioso bordado en sus bordes
puede asociarse con fiestas cristianas del siglo
XVII, como puede observarse en las pinturas de
las celebraciones del Corpus Christi en Cuzco de
la década de 1680 (Wuffarden 2004) (Fig. 6). Se
conservan varias de estas túnicas negras bordadas,
y todas tienen algunos elementos interesantes, que
parecen listas de diferentes colores. No obstante,
si se examina más de cerca la superficie, ésta deja
ver la yuxtaposición de grupos de cabos hilados en
direcciones opuestas que crean un efecto especial.
Un aspecto interesante de este efecto consiste en
que sólo es posible ver esas listas en determinadas
condiciones de iluminación. Por ejemplo, en el
caso de una pieza de la colección del Los Angeles
County Museum ofArt (Figs. 7a y 7b), cuando se
la observa en diferentes condiciones lumínicas,
parece que la túnica en realidad no es negra, sino
28 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
Fig. 7. a) Túnica masculina de procesión, siglo XVII, fibra de camélido en tejido liso de faz de urdimbre, bordado con hilos de seda y
metálicos, cuentas de vidrio cosidas, 76,2 x 88,9 cm. Art Museum Council Fund, (M.2007. 68) LA.CMA, Los Ángeles. b) Detalle.
marrón y negra. Sin embargo, si la luz le da desde
otra dirección, puede verse que todos los hilos son,
en efecto, del mismo color negro. No hay variación
de color -a diferencia de la túnica anterior, que tie­
ne hilos ch'imi azules y negros-, sino que el efecto
de la luz que da en el ángulo de la torsión de los
cabos hilados produce la apariencia de múltiples
colores. Cuando la luz alcanza la superficie, ésta
parece relucir y moverse.
Se trata de una tradición de principios del
período colonial que conocemos. Es lo que en el
diccionario de aimara de Bertonio se denomina
suq'uchaña o suq'u llaquta, es decir, tela urdida o
manta tejida "con hilo torcido, parte al derecho con
la mano derecha y parte con la izquierda" (Bertonio
[1612] 2011, 272), y que se llama lloque en la ac­
tualidad. Lloque significa literalmente "hilado a la
izquierda" e implica algo que es opuesto, que actúa
al revés, que va en contra de la "norma". Los pro­
pios hilados a la izquierda se usan como amuletos
en las actuales culturas de la sierra, en ocasiones
alrededor de la muñeca, a veces hechos de fibras
preciosas, como el pelo de vizcacha, que conllevan
una relevancia cultural.
En las tradiciones de la tejeduría de la sierra
vemos el uso del lloque en algunas prendas masculi­
nas y femeninas. Interpretado de varias maneras, a
menudo se encuentra sólo en los bordes de tejidos
de cara de urdimbre de un solo color hilados en
forma apretada. En la práctica, se considera que la
colocación de hilos torcidos a la izquierda y a la de­
recha sirve para prevenir que los bordes se enrollen,
lo que puede ocurrir con una tela tejida de manera
muy apretada. Visto desde otra perspectiva, el
empleo del lloque actúa como una fuerza protectora
que mantiene la integridad de la tela en los bordes,
que son la frontera entre el mundo interior y el
exterior (Cereceda 2009). Cuando se usa en toda
la prenda, como se aprecia en las túnicas negras de
Corp
us Christi, el lloque también presentaun efecto
visual que hace que la tela reluzca al sol, una alter­
nativa de esplendor que parece imbuirla -y, por lo
tanto, también a la persona que lleva la prenda- de
significado.
TORNASOL
La tela negra brillante que refulge al sol también
puede ser el resultado de un método distinto que
implicaba un cambio de color en la urdimbre y la
trama. El diccionario aimara de Bertonio de 1612
contiene el término huateca isi, que define como
''tornasol, seda que buelta de una manera parece de
una color, y de otra manera de otra color". 13
En mu­
chos aspectos, la tela tornasol constituye con fre­
cuencia el pináculo de la alta calidad en la tradición
de la tejeduría andina, y cuando se incorporan las
mejores de las fibras hiladas y un fuerte contraste
Fig. 8. Martín de Murúa, Historio General del Perú, fol. 30v.
Ludwig ms. XIII, 83.MP.159. J. Paul Getty Museum,
Los Ángeles.
13 "Tornasol, ropa o seda que tiene visos. Huateca isi, paya samiri isi" (Bertonio [1612], 2.011, 453); "Samiri, pospuesto a Paya. Paya samiri
isi: Ropa de dos colores, segun esta buelta a la luz. Puraparo hakhsuri isi. Idem. Tornasol" (307).
30 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
de color en la urdimbre y la trama, el efecto resplan­
deciente es notable. Algunos ejemplos que podrían
proceder del siglo XVII o XVIII (piezas que no han
sido datadas científicamente) parecen estar hechos
de seda, pero en general la tela tiene una urdimbre
de pelo fino de camélido, a veces con una trama de
camélido y otras, de seda. Ambas pueden producir
el efecto hermosamente, en parte debido a la fibra
muy lustrosa y al fino hilado de los sedosos pelos de
alpaca. Muchas de las telas tornasol usan urdimbres
negras y tramas rosas, aunque las tramas también
pueden ser azules. Asimismo, las urdimbres pueden
ser azules o púrpuras (Figs. 1 y 8).
Desconocemos el origen del tornasol en los
Andes: casi no se tienen indicios de él en la era
precolombina. Una vez más, se encuentran algunas
excepciones en el período Nasca, en el que abundan
temas relacionados con el color en la producción de
textiles extraordinariamente únicos en lo que atañe
a la técnica. En los diseños geométricos calados
creados con un método al que se llama "urdimbre y
trama discontinuas", en ocasiones puede observarse
un color diferente en cada dirección y, sin embargo,
no se produce el efecto que se ve en los ejemplos
de textiles tejidos muy densamente del período
colonial.
No obstante, el tornasol sí aparece en el ma­
nuscrito ilustrado de comienzos del siglo XVII de
Martín de Murúa, Historiageneral del Piru, como
parte de las descripciones de las prendas de los
reyes incas (J. Paul Getty Museum). Entre los
cuarenta y seis dibujos a color de los incas y sus
reinas que llevan el atuendo regio tradicional,
Murúa relata que el rey inca Topu Yupanque usa
una prenda de "torne azul" (Fig. 8). La ilustración
que acompaña el texto lo muestra con su manta
azul tornasol, que tiene realces rosados iridiscen­
tes.14 En su El primer nueva coránica i buen gobierno,
Guamán Poma de Ayala describe también el uso de
"torne azul" en las prendas de los reyes incas, en
especial en la parte superior del cinto de la túnica
tocapu del décimo segundo inca, Guascar.15 El uso
del término "torne azul" en estos documentos
parecería subrayar la tradición de confeccionar
telas azules con este efecto. Un fragmento fina­
mente tejido sin datar de un manto torne azul fue
desenterrado por Bandalier a fines del siglo XIX
en Patacamaya, Bolivia, y tenía una urdimbre azul
y una trama rosada, y se conocen otros ejemplos
etnográficos completos, probablemente de finales
del siglo XIX o comienzos del siglo XX.16 Si bien
estas versiones azules son conocidas en los Andes,
los diccionarios de español parecen recoger sólo
el término estándar "tornasol" (distinto de "torne
azul") para indicar la categoría general de estos
cambiantes tejidos de seda, que ya se conocían en
Europa desde antes del siglo XIII (Phipps 2015). No
queda claro cómo fue que este tipo de género de
origen europeo se volvió una parte tan importante
de las prendas tradicionales de los Andes. Acaso
puede haber sucedido que los tejedores andinos
que tuvieron la oportunidad de observar las sedas
importadas españolas con dicho efecto destacado
se inspiraron en ellas para realizar su propia ver­
sión. Este efecto se incorporó al lenguaje visual de
los textiles andinos.
Según Bernabé Cobo, los grandes maestros
tejedores del inca, los cumbicamayos, no debían ser
considerados artesanos que trabajaban para cual­
quiera, sino como los que dedicaban toda su vida
14
Guamán Poma también señala que Topa Ynga Yupanqui, el décimo inca, lleva un uncu especial todo de tocapu y una manta que era de
"tome azul". "EL DÉCIMO INGA, Topa Ynga Yupanqui, tenía su selada urna chuco azul escuro anas pacra, masca paycha ysu chanbi y
ua/lcanca y su manta de tome azul y su camegeta de todo de tocapo y cuatro ataderos a los pies". Guamán Poma de Ayala (1615), f. 111.
15
"Este dicho Ynga [Guasear, el décimo segundo inca] tenía su selada urna chuco [casco], anas pacra, mascapaycha [borla real] y su chan­
bi [porraJ y ua/lcanca [escudoJ. Tenía su manta de azul claro y su camegeta tome azul en medio tres tocapus [paño de labor tejidoJ y lo
de auajo uerde y quatro ataderos a los pies. Y tenía su rrostro morenete y largo, sancudo y feo y de malas entrañas". Guamán Poma de
Ayala (1615), fol. 116.
16
Según las notas que se encuentran en el American Museurn ofNatural History (AMNH), Nueva York, la pieza fue "encontrada en una
estructura de adobe cuadrada en Pata Ka,maya, Bolivia". (Mi propio examen de la pieza en la década de 1990 reveló que mide 19 ½
pulgadas de alto (49,5 cm) y 18 pulgadas de ancho (45,7 cm), con urdimbre de camélido azul púrpura y trama de seda roja. Tiene dos
cuerdas de extremidad de seda blanca y remiendos antiguos de seda).
PHIPPS 31
a su arte.17 A partir de un importante manuscrito
indígena llamado "de Huarochirí", Frank Salomon y
George L. Urioste no tradujeron el término quechua
cumbi camayo del modo en que suele hacerse, como
"maestro tejedor". Definen el término camayuc
como "poseedor de una fuerza o energía específica
[camay]" y también, en otro contexto, traducen
camay como "cargar" o "cargar con ser", "hacer",
"dar forma y fuerza" o "animar" (Salomon y Urioste
1991, 45, n. p. 33 y 31). Esto refuerza nuestra per­
cepción del tejedor andino como alguien que posee
la habilidad de insuflarles propiedades animadas
a los textiles, de darles vida. En el largo recorrido
de las tradiciones textiles andinas, puede obser­
varse que este esfuerzo por animar y "cargar" a los
tejidos importantes con "ser" es un proceso que
comienza en el material y la materialidad mismos
de la tela. Así como toda la historia de las tradicio­
nes textiles andinas demuestra el enorme talento
artístico de los tejedores para crear algunas de las
estructuras técnicas más complejas usadas en el
mundo, la destreza en la aplicación de métodos
relativamente simples, tales como el uso de hilos de
dos colores (ch'imz), la ubicación de hebras hiladas
en direcciones opuestas (lloque) y la incorporación
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de colores yuxtapuestos en la urdimbrey la trama
(tornasol), crea el efecto de transformar un tejido
bidimensional en un espacio tridimensional que
transciende su carácter plano para convertirse en
un tejido con matices, brillo y lustre. A pesar de que
no tenemos la capacidad de captar todo su signifi­
cado cultural, podemos apreciar su efecto exterior
y rastrear su historia y propósito desde un objeto
textil tradicional hacia una entidad de potenciación
y trascendencia. Cuando Guamán Poma de Ayala
describe la magnificencia de la prenda usada por el
inca, emplea el término capac uncu o "camiseta rica
y poderosa".18
Aunque se ha interpretado que estas
palabras se refieren tal vez a una prenda de una
sola pieza como el tocapu uncu (similar al maravi­
lloso ejemplo de la colección de Dumbarton Oaks
cubierto con las variaciones de la insignia de grado),
podría ser que el poder no siempre proviene del uso
de diseños simbólicos importantes, sino más bien
del interior de la propia tela. Una tela refulgente
tejida con un propósito, que produce una especie
de efecto liminar que -a falta de diseño y, podría
decirse, de color, pero con la presencia de luz solar
y el movimiento del cuerpo- crea un tejido que
interactúa con el espacio y el tiempo.
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por Hamilton. Austin: University ofTexas Press.
17
"Estos artífices y maestros que con estudio aprendían estos oficios, no eran oficiales públicos y comunes que trabajaban para cuales­
quiera del pueblo que se lo pagase[...], sino que sólo se ocupaban en servicio del Inca y de los grandes señores [...] oficios, conviene
a saber, cumbicamayos o tejedores de cumbis [...] los aprendían y profesaban personas que por toda la vida se dedicaban a ellos" (Cobo
1990, 239-240).
18 Capac uncu es un término que emplea Martín de Murúa ([1611] 1987, 225). (Phipps 2004e).
32 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
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PHIPPS 33
PATRONES DE REFERENCIA PARA
IDENTIFICACIÓN DE TINTES NATURALES
Ana Roquero1
Si tienes que cuidar de algo, es de gran ayuda
saber de qué está hecho...
Max Saltzman
Aunque hay encajes y lencería de blancura absoluta,
casi siempre tejidos y color van asociados. ¿con
qué se tiñeron las fibras de los tejidos históricos y
arqueológicos que se conservan? Conocer la natu­
raleza y el origen de los tintes naturales -extraídos
de plantas, insectos y moluscos marinos- que se
emplearon hasta mediados del siglo XIX aporta, en
algunos casos, importantes datos a la hora de fechar
un tejido y atribuir su procedencia y sirve, incluso,
para detectar casos de posible falsificación. Por otra
parte, la información sobre las características de
cada colorante -su solidez o su facilidad de degra­
dación- serán de máxima utilidad para establecer
criterios de restauración, así como sistemas adecua­
dos de conservación, almacenaje y exposición.
Históricamente, a finales del siglo XIX y prin­
cipios del siglo XX se produjo en Occidente un
renovado impulso a favor de las excavaciones
arqueológicas y se comenzaron a tener en cuenta
los hallazgos textiles. Simultáneamente, los museos
empezaron a coleccionar material etnográfico de
diferentes culturas, con singular interés por los
textiles. De esta manera se conserva un colosal
patrimonio, en parte gracias a que en el ámbito
privado los tejidos, tanto de ajuar doméstico como
de indumentaria, fueron histórica y universalmen­
te considerados objetos de valor que las familias
podían transportar fácilmente -al igual que las
joyas- en el caso de viajar por gusto o por necesi­
dad, y que eran incluidos en los legados y testamen­
tos de todas las clases sociales, desde las ricas telas
que poseía la nobleza hasta las humildes enaguas
"todavía en buen uso" que dejaría en herencia una
modesta campesina.
Si bien en un principio el interés era simple­
mente formar y poseer colecciones, quedaron
constituidos unos fondos cuyo estudio científico
habría de comenzar medio siglo más tarde. A partir
del momento en que se reconocieron los tejidos
antiguos como exponentes de refinada expresión
artística -además de auténticas obras de ingenie­
ría-, nacieron las instituciones privadas y públicas
para su estudio histórico y técnico. En ellas comen­
zaron a desarrollarse análisis multidisciplinares, en
los cuales participaron historiadores, arqueólogos,
fotógrafos, físicos, químicos, biólogos, botánicos,
restauradores y conservadores. Sin embargo, uno de
los mayores inconvenientes para llevar a cabo estos
estudios multidisciplinares fue, en un principio,
la escasa disponibilidad de patrones de referencia
teñidos con tintes naturales según recetas tradicio­
nales con los que comparar los tintes utilizados en
los tejidos históricos.
PATRONES DE REFERENCIA
El patrón consiste en una fibra teñida con una mate­
ria tintórea de propiedades y procedencia conocidas.
Dicha muestra debe ir avalada por su caracterización
mediante análisis químico que identifique y cuantifi­
que los elementos presentes en ella.
Para llegar a recrear un tinte antiguo y conden­
sar en una ficha su historial científico y técnico, el
recorrido es largo; las fuentes documentales dispo­
nibles se remontan a la Antigüedad. Ejemplos bien
conocidos de antiquísimos documentos con recetas
de teñido son la tablilla neobabilónica con escritura
cuneiforme (ca. siglo VII a.C.) que se conserva en
el Museo Británico y los papiros escritos en griego
Mi agradecimiento a Silvia Ventosa y Estrella Sanz, siempre mis mejores críticas.
ROQUERO 35
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Fig. 1. Colección de 457 patrones de tintes naturales procedentes de América, Europa, Asia y el norte de África.
Autora: Ana Roquero. Foto: Pedro Laguna
encontrados en Tebas, Papyrus Graecus Holmiensis2
y Papiro de Leiden3
(finales del siglo III o principios
del siglo IV d.C.).
En el caso concreto de la colección de patrones
que presenté en el seminario "Materialitybetween
Art, Science and Culture in the Viceroyalties
(16th-18th Centuries): An Interdisciplinary Vision
toward the Writing ofa New Colonial Art History'',
Getty/UNSAM, Buenos Aires-Córdoba, en marzo de
2014 (Fig. 1), la bibliografía consultada se centró en
los siguientes bloques:
• Autores griegos y latinos, para los tintes de la
Antigüedad en la cuenca mediterránea
• Literatura de la España medieval cristiana y mu­
sulmana, para los tintes hispano-musulmanes
Real Academia Sueca de Letras, Historia y Antigüedades, Estocolmo.
Rijksmuseum van Oudheden, Leiden.
• Crónicas de Indias de los siglos XVI-XVII para
los tintes de la América precolombina
• Recopilaciones de recetas de los siglos XV-XVII
y tratados de tintorería del siglo XVIII, para
Europa
• Recetarios industriales de principios del siglo XX
• Estudios contemporáneos sobre historia y tecno­
logía del tinte
TRABAJO DE CAMPO
Aunque las recetas descriptas en los textos son
fundamentales para la recreación de un tinte, nada
es tan esclarecedor como observar los procedi­
mientos que han permanecido vivos en la práctica
popular. En muchas culturas en las que la tinto­
rería y las artes textiles estuvieron, en su origen,
36 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
sometidas a la producción para una élite, cuando
los antiguos tintoreros dejaron de estar al servicio
de reyes y amos continuaron, a veces por siglos,
tiñendo su propia ropa. En la actualidad, se trata
generalmente de modestos artesanos que viven en
lugares apartados, aunque, excepcionalmente, en
países como Japón y, en gran medida, en México,
son artífices reconocidos e incluso venerados por
sus conocimientos.
EXPERIMENTACIÓN
En la medida de lo posible, es conveniente emplear
los mordientes y el procedimiento mediante el que
se suponefue teñido el tejidooriginal, ya que no
sólo importa saber "de qué", sino también "cómo"
fue hecho el objeto de estudio. Por ello, en ocasio­
nes muy especiales o como experimento, puede ser
de interés reproducir recetas antiguas como la que
transcribimos a continuación para teñir un paño
escarlata (Tabla 1).
DOCUMENTACIÓN
El patrón resultante de la experimentación con una
receta no sería de gran utilidad por sí solo: debe
llevar adjunta la información que permita la mayor
aproximación posible al origen del tinte.
En las Tablas 2 y 3 puede verse un ejemplo de la
información que acompaña al patrón de color.
La Tabla 2 contiene la información resumida que
se adjunta al patrón. Como puede observarse, debe
incluir la identificación de sus principales compo­
nentes mediante análisis químico.
La Tabla 3 reproduce el modelo de ficha que
correspondería a la materia prima empleada para
obtener el tinte. Además de los datos acerca de
su naturalezay de los principios colorantes que
contiene, la cronología de las referencias históricas
y bibliográficas acerca de su empleo y su distri­
bución comercial en diferentes épocas ayudará al
investigador a acotar la procedencia y datación de
un tejido.
Asimismo, la herborización de plantas tintóreas
y su identificación en herbarios de los países donde
se recolectaron constituirán un valioso corpus para
consulta (Fig. 2).
Tabla 1
A far uno be/o pano de seor/atto.
Tal como fue aprobado en Venecia, a 18 días de
enero de 1488 (Rebora 1970, 121-122)*
Primera fase: preparar agua fuerte
agua 2 cubos
salvado 7,5 litros
agárico (Fornes officinalis) 2 onzas
almidón 12 onzas
levadura (como para un pan)
Calentar y dejar reposar una noche
Segunda fase: granar el paño
Lavar la lana en agua con salvado
En el mismo baño añadir:
grana en polvo
genciana (Gentiana lutea)
goma arábiga
agárico
Teñir
Tercera fase
36 libras
4 onzas
1 onza
1 onza
Sacar el paño y refrescar el tinte con dos cubos
de agua fuerte
Bañar nuevamente el paño
Sacar y lavar
Cuarta fase: "rosar" o "ranciar" el paño
Agregar al baño
agua fuerte 2 cubos
salvado un poco
cremar tártaro 4 onzas
alumbre 1 onza
agárico 1 onza
arsénico 2 onzas
sal amoníaco 1 onza
Disolver los ingredientes y meter el paño dándole
cinco vueltas.
• El manuscrito original (1490) se encuentra en la Biblioteca
Comunale di Como
ROQUERO 37
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CUERPOS AMERICANOS: TRADICI ONES E IDENTIDADE
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Tabla 2
Nombre científico Nombre común Procedencia Parte utilizada Procedimiento Soporte Caracterización
materia prima componentes
Cuscuta Zacatlaxcalí México Toda la planta Mordentado Lana Flavonoides:
americana L.
Tabla 3
Nombre científico (de la planta, insecto o molusco)
Nombres comunes
Hábitat
Distribución
Descripción
Partes utilizadas
IDEIHIFICACIÓN DE TINTES
Es obligado destacar la figura del químico estadou­
nidense Max Saltzman (1917-2001) como pionero
en la aplicación de técnicas específicas para la
identificación de los tintes históricos. Sus investi­
gaciones, iniciadas durante los años cincuenta del
sigloXX, sentaron las bases para el empleo de los
procedimientos mencionados y, asimismo, fue suya
la iniciativa de crear un programa académico sobre
tecnología del color, que se estableció a principios
de los sesenta en el Rensselaer Polytechnic Institute
de Nueva York (Saltzman 1978; 1986). No menos
importante dentro de su proyecto didáctico fue la
publicación, en colaboración con Fred W. Éillmeyer,
Jr., de la obra de referencia Principies ofColor
Technology (Billmeyer y Saltzman 1966). Respecto
de la metodología de análisis de los tintes, Sanz
Rodríguez (2010, 157-177) dice:
Actualmente, como la mayoría de los tintes contie­
nen más de un compuesto responsable de su color
y, ocasionalmente, se usaban mezclas de tintes para
obtener distintas tonalidades, las técnicas cromato­
gráficas capaces de separar mezclas de compuestos
son las queofrecen mejores resultados. De todas
estas técnicas, la cromatografía líquida (LC) es la
Sustanciascolorantespuras.
alumbre Kaempferol
Quercetina
Luteolína
Procedimiento habitual de teñido
Principios colorantes que contiene
Cronología de datos históricos y etnohistóricos
Bibliografía
más empleada. Utilizando este procedimiento se
consigue separar los compuestos presentes en una
muestra, quedando cada uno de ellos caracteri­
zado por su ''tiempo de retención" en el sistema
cromatográfico.
Para la identificación de dichos compuestos,
separados mediante LC, se acopla al sistema cro­
matográfico un detector. Tradicionalmente se han
utilizado detectores que determinan el espectro de
UV-vis (ultravioleta visible) de cada compuesto,
como son los detectores de fotodiodos en serie
(PDA). De este modo cada compuesto estará carac­
terizado, además de por su tiempo de retención,
por su espectro de UV-vis.
Comparando estos parámetros con los que
se pueden obtener mediante el análisis de "stan­
dards"4 (por ejemplo, ácido carmínico, alizarina,
indigotina, luteolina, etc.), se puede llevar a cabo la
identificación de cada compuesto y, en consecuen­
cia, del tinte/tintes presentes.
No obstante, muchos compuestos presentes
en los tintes naturales pueden presentar tiem­
pos de retención y espectros muy similares, aun
siendo compuestos diferentes. Adicionalmente,
pueden encontrarse compuestos cuyos tiempos
de retención y/o espectros de UV-vis no coincidan
ROQUERO 39
Fig. 3. Textil precolombino. Museo Amano, Lima.
Foto: Antón Laguna
con ningún "standard" disponible. Por esta razón,
la tendencia actual es ta utilización de espectróme­
tros de masas (MS) como detectores. Estos detec­
tores permiten la identificación de compuestos en
función de su espectro de masas, el cual constituye
la ''huella digital" de un componente.
Sin embargo, aun conociendo los principales
compuestos presentes en la muestra, la identifi­
cación exacta de la materia prima es, en muchos
casos, un reto difícil de superar. Esto es debido a
que plantas o animales de diferente familia, género
y especie pueden contener los mismos compuestos
principales responsables del color. Por ejemplo,
la alizarina y la purpurina, que son los principales
componentes de los tintes agrupados bajo la deno­
minación de granzas, están presentes en distintas
especies de los géneros Rubia y Galium. Del mismo
modo, el ácido carmínico es el principal compo­
nente de todas las cochinillas: americana, polaca
o armenia. Es, pues, necesario disponer de un
perfil cromatográfico completo que incluya todos
los compuestos existentes en una determinada
especie de planta o animal -no sólo el principal-,
así como saber en qué proporción se encuentran
estos compuestos en esa especie en concreto. Esta
información sólo puede obtenerse tras el análisis
del patrón de referencia teñido concretamente con
esa especie.
Como puede concluirse de lo anteriormente
dicho, disponer de una colección de patrones de
referencia de tintes históricos constituye una parte
fundamental a la hora de enfrentarse al análisis de
un tejido histórico. Los patrones se analizan previa-
. mente siguiendo el método analítico que después
será aplicado a las muestras "reales", de manera tal
que se dispondrá de una base de datos con la que
comparar los tiempos de retención, espectros de
UV-vis, espectros de masas, etc., obtenidos de las
muestras. Cuanto más numerosa, variada y deta­
llada sea la colección de patrones de referencia
disponible, la identificación del tinte presente en el
tejido será más rápida, eficaz y fiable.
PROCESO DE IDENTIFICACIÓN
El sistema generalmente empleado comprende los
siguientes pasos:
1. Comparación visual del color del fragmento con
patrones de referencia teñidos con materias
colorantes conocidas. Como ejemplo, en las
Figuras 3 y 4 el color rojo del fondo del tejido se
correspondería, a primera vista, con el patrón
número 66 de la colección, teñido con cochinilla
(Dactylopius coccus).
2. Comparación visual con patrones teñidos con
las mismas materias colorantes, pero sometidos
a envejecimiento artificialmente, ya que el color
original de la fibra puede haberse degradado.
3. Comparación visual con patrones teñidos con
las mismas materias colorantes sobre diferentes
fibras, puesto que un mismo tinte produce dife­
rentes tonalidades sobre diferentes soportes.
4. Toma de un pequeño fragmento de muestra del
tejido que se quiere analizar.
40 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
Fig. 4. Detalle. Colección de 303 patrones de tintes del
Continente Americano. Instituto de
l
Patrimonio Cultural de
España, Madrid.
Autora: Ana Roquero. Foto: Pedro Laguna
5. Examen del fragmento bajo el microscopio
estereoscópico para observar la composición de
la fibra y detectar fenómenos de decoloración e
impurezas.
6. An
tes de su análisis cromatográfico, los tin-
tes deben ser extraídos de la fibra mediante la
aplicación del tratamiento de muestra adecuado.
Ya que la mayoría de los tintes están mordenta­
dos con iones metálicos como A1•3 o Fe•3, entre
otros, el tratamiento de la muestra debe incluir
una etapa donde se produzca la ruptura del com­
plejo metal-tinte. Esta etapa es crucial, puesto
que el tinte natural será identificado en función
de los compuestos extraídos. El tratamiento
de la muestra requiere que la extracción sea
efectiva para todos los compuestos presentes y
que preserve su integridad, incluso la de aquellos
más lábiles. Una vez liberados, los compuestos
se ext
raen mediante un disolvente adecuado an­
tes de su inyección en el sistema cromatográfico.
7. Análisis cromatográfico: los parámetros analíti­
cos obtenidos para cada compuesto detectado,
como tiempo de retención, espectro de UV-vis
y/o espectro de masas, así como la proporción de
los compuestos detectados, se comparan con los
obtenidos para los patrones de referencia inclui­
dos en la base de datos creada previamente tras
su análisis (Sanz Rodríguez 2010, 157-177).
PROPUESTAS PARA FUTURAS
INVESTIGACIONES
Es gigantesco lo que se ha avanzado desde las
primeras décadas del siglo XX en la comprensión
de los fenómenos físicos y químicos que ocurren
durante los procesos de teñido, en el conocimiento
de la composición química y en la clasificación de
los colorantes naturales, de sus propiedades y su
comportamiento, así como en la tecnología que
permite identificarlos. Sin embargo, solamente un
pequeño porcentaje de los patrones disponibles ha
sido utilizado en los laboratorios (Fig. 5). La razón
estriba, sin duda, en que para las ricas telas que se
suelen estudiar -las únicas que se han conservado
hasta hoy- sólo se emplearon tintes de máxima
calidad, es decir, grana quermes, cochinillas, granza,
índigo y púrpura en un porcentaje abrumador.
Por ejemplo, sigue siendo un reto determinar
el origen de muchos tirites amarillos más allá de
ROQUERO 41
Fig. 5. Detalle. Colección de 64 patrones reproducidos a partir del manuscrito de un maestro sedero del siglo XVIII. Museo de la
Seda de El Paso, San Miguel de La Palma, Islas Canarias.
Autora: Ana Roquero. Foto: Pedro Laguna
la genista y la gualda predominantes en Europa.
Es el caso singular de la chilca o carqueja (Baccharis
genistelloides), cuyo tinte amarillo, debido a los fla­
vonoides que contiene, es modificado al ser atacada
la planta por el hongo Microcyclus tinctoria, que
proporciona un tinte verde. El hecho de aparecer
mencionado en las crónicas de Indias del siglo XVII
y su uso vigente en el área andina permite aventurar
que podría haberse empleado en textiles precolom­
binos peruanos (Roquero 2006, 109).
Un hecho comercial de dimensiones extraordi­
narias fue la explotación en las costas del Pacífico,
entre Ecuador y Pení, desde principios del siglo
XIX y a lo largo de más de cien años, de líquenes
productores de tinte púrpura. Según comunicación
personal de la investigadora Isabella Whitworth,
que ha tenido acceso a los archivos de la com-
pañía inglesa de colorantes Wood & Bedford, se
llegaron a importar desde Ecuador, durante ese
período, toneladas de líquenes (Whitworth 2010,
22-25; Aguirre-Hudson, Whitworth y Spooner 2011,
185-211). Sería interesante averiguar si las cultu-
ras costeras del antiguo Pení aprovecharon esta
abundante fuente de colorante púrpura, aun cuando
dispusieran de la púrpura procedente de moluscos
marinos. Actualmente, los tintoreros de la región
del Cuzco conocen y emplean líquenes de varias
especies, sobre todo del género Ramalina, para teñir
de rojo anaranjado, lo cual permitiría pensar que la
utilización de líquenes tintóreos puede proceder de
épocas remotas y encontrarse en tejidos antiguos.
En cuanto a soportes no textiles, se observa
igualmente en códices y manuscritos el predominio
del uso de la cochinilla para el rojo y el índigo para
el azul. Sin embargo, no fue así en todos los casos.
Para pintar sobre lámina vegetal, y más tarde sobre
papel europeo, los artistas andinos y centroameri­
canos, además de contar con pigmentos minerales,
hacían "muchos colores [...] de flores" (Benavente
1988, 251). Hacia finales del siglo XVIII y durante el
siglo XIX, los dibujantes de las expediciones cien­
tíficas ilustradas, encargados dé realizar láminas
de botánica y zoología en el continente americano,
emplearon, a modo de acuarela, jugos de pétalos
de flores. Martín Sessé y Mariano Mociño dejaron
constancia de haber utilizado matlalli (Commelina
coelestis) para iluminar los dibujos de plantas y pá­
jaros de la Nueva España: "La infusión de las flores
en agua proporciona un bello color azul, el papel
de las láminas de herbario queda teñido al prensar
las flores. Aplicado en nuestros dibujos de flores
y pájaros representa sus colores con gran nitidez"
(Sessé y Mociño 1894). He aquí otro interesantísimo
caso para estudio.
Por suerte, queda mucho por investigar y tene­
mos cada vez mejores herramientas para hacerlo.
42 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
BIBLIOGRAFÍA
Aguirre-Hudsop., Begoña, Isabella Whitworth y Brian
M. Spooner. 2011. "J. M.Despréaux' Lichens from the
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Ecuador". The Journalfor Weavers, Spinners and Dyers,
233.
ROQUERO 43
COLORES CAMBIANTES
EN UN MUNDO CAMBIANTE:
LA TECNOLOGÍA DE LA PINTURA
DE CÓDICES EN LA MESOAMÉRICA
POSCLÁSICA Y COLONIAL TEMPRANA
Davide Domenici, David Buti, Costanza Miliani y Antonio Sgamelotti
MANUSCRITOS PINTADOS EN
LA MESOAMÉRICA ANTIGUA
Los antiguos pueblos mesoamericanos produje­
ron una gran cantidad de manuscritos pictóricos o
códices -como a menudo se los llama- dedicados a
una gran variedad de temas, tales como las narrati­
vas y genealogías mitológico-históricas, los calen­
darios y almanaquesadivinatorios, los manuales
rituales, las tablas astronómicas, etc.1
El repertorio
visual precolonial en distintos medios y los relatos
coloniales muestran que los manuscritos pictó­
ricos se contaban entre los productos culturales
más apreciados, verdaderas materializaciones de
la memoria culturalmesoamericana. Los códices
eran pintados por hábiles artistas, llamados tlacuilo
en náhuatl y aj tz'ib en maya ch'olano clásico, a
quienes se describía como artistas paradigmáticos
y sabios. Según los informantes nativos nahuas del
fraile franciscano Bemardino de Sahagún, el sabio
(tlamatinz) era el que tiene ''los libros" (amoxtin),
mientras que el augur (tlapouhque) era el dueño de
manuscritos (amoxtin) y de pinturas (tlacuiloltin).
Como dato interesante, los colores empleados por
los pintores de los manuscritos se percibían como
ejemplificaciones materiales de conocimientos, de
modo que el difrasismo in tlilli, in tlapalli (por lo
general traducido como "tinta negra, tinta roja",
aunque de hecho tiene el significado más amplio
de "lo negro, lo coloreado") era una metáfora
nahua habitual del conocimiento sagrado y de los
principios morales. El sabio, entonces, no sólo era
el dueño de los manuscritos, sino también de "lo
negro, lo coloreado"; en realidad, en palabras de los
informantes de Sahagún, "él mismo es lo negro, lo
coloreado" (Sahagún 1950-1982, X, 29).
Dada la relevancia cultural de los manuscritos
pintados en la Mesoamérica antigua, resulta trágico
que menos de quince de ellos hayan sobrevivido
hasta nuestros días. Compuestos de materiales muy
perecederos, el gran número de códices que puede
afirmarse que se produjeron durante los períodos
, preclásico y clásico no soportó la dureza del clima
mesoamericano. Los pocos ejemplares recuperados
en excavaciones arqueológicas -en sitios mayas
como Uaxactún (Guatemala), Nebaj (Guatemala),
Altún Ha (Belice) y Copán (Honduras), o en el
sitio zoque en Mirador (México)- se redujeron a
trozos del carbonato de calcio que originariamente
cubría las páginas (Carter y Dobereiner 2016); la
única excepción a esta regla es el Códice Grolier, un
manuscrito del período posclásico temprano de la
civilización maya supuestamente saqueado de una
cueva seca en Chiapas, México (Coe et al. 2015). Y
es mucho más lamentable que los códices posclá­
sicos albergados en cortes y bibliotecas mesoame­
ricanas durante la conquista española terminaran
casi completamente destruidos durante los enfren­
tamientos militares y, en especial, en las subsiguien­
tes campañas de "extirpación de idolatrías". Los
manuscritos pictóricos que aún se conservan son
Véase una introducción a los códices mesoamericanos en Escalante Gonzalbo (2010).
DOMENICI / BUTI / MILIANI / SGAMELOTTI 45
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  • 1.
  • 3. UNTREF Rector Aníbal Y. Jozami Vicerrector Martín Kaufmann Secretario Académico Carlos Mundt Secretario de Investigación y Desarrollo Pablo Jacovkis Secretario de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil Gabriel Asprella Directora Departamento de Arte y Cultura Diana B. Wechsler Getty Foundation Esta publicación ha contado con el generoso apoyo de Getty Foundation a través de su iniciativa Connecting Art Histories. © De los autores, 2020. © De esta edición UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero) para EDUNTREF (Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero). Reservados todos los derechos de esta edición para Eduntref (UNTREF), Mosconi 2736, Sáenz Peña, Provincia de Buenos Aires. www.untref.edu.ar Primera edición: agosto de 2020 Impreso en la Argentina Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Queda rigurosamente prohibida cualquier forma de reproduc­ ción total o parcial de esta obra sin el permiso escrito de los titulares de los derechos de explotación. EDUNTREF Director editorial Alejandro Archain Editoras Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero Coordinadora editorial Florencia Incarbone Asistentes de edición Lucila Iglesias y Vanina Scocchera Coordinación gráfica Marcelo Tealdi Diseño gráfico Estudio Marius Riveiro Villar Traducción Ian Bamett, Rafaela Gunner, Kit Maude y Rodrigo Malina Zavalía Corrección Julia Benseñor Materia Americana: el cuerpo de las imágenes hispanoame­ ricanas: siglos XVI a mediados del XIX/ Elena Phipps... [et al.]; editado por Gabriela Siracusano; Agustina Rodríguez Romero. - ia ed. - Sáenz Peña: Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2020. 468 p.; 25 x 19 cm. 1. Arte Colonial. l. Siracusano, Gabliela, ed. II. Rodríguez Romero, Agustina, ed. III Phipps, Elena CDD 704
  • 4. MATERIA AMERICANA EL CUERPO DE LAS IMÁGENES HISPANOAMERICANAS (SIGLOS XVI A MEDIADOS DEL XIX) Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero (eds.) EDuNTREF EDITORIAL DE LA _____ UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRES DE FEBRERO Publicado con el apoyo de la Getty Foundation
  • 5.
  • 6. ÍNDICE 9 Introducción Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES 21 Matices, brillo y lustre: cualidades del color en los textiles del mundo andino Elena Phipps 35 Patrones de referencia para identificación de tintes naturales Ana Roquero 45 Colores cambiantes en un mundo cambiante: la tecnología de la pintura de códices en la Mesoamérica posclásica y colonial temprana Davide Domenici, David Buti, Costanza Miliani y Antonio Sgamellotti 59 Qeros andinos con grana cochinilla: tecnología y estilo Ellen Pearlstein 71 Mopa-mopa: una extraordinaria resina aglutinante andina Richard Newman, Emily Kaplan y Michele Derrick 91 Caso #1: El barniz de pasto mopa-mopa como decoración de esculturas coloniales en Colombia Mario Ornar Fernández-Reguera y María Cecilia Álvarez-White 97 "Linda Grana, y finos colores de flores, con que no queman lo que tiñen": usos del índigo y la cochinilla en el territorio andino. Un enfoque interdisciplinario Marta S. Maier, Valeria Careaga Quiroga, Blanca A. Gómez Romero y Gabriela Siracusano 105 Las Islas Canarias: singular laboratorio para los estudios de la materialidad en el arte hispanoamericano Pablo F. Amador Marrero 129 La imagen y la materia. La producción indígena más allá de las misiones Ticio Escobar TOPOGRAFÍAS MATERIALES: DIÁLOGOS ENTRE DOS MUNDOS 153 Zurbarán y Murillo: dos pintores andaluces que exportan obras al Nuevo Mundo. Materiales y técnicas Marisa Gómez y Pedro Pablo Pérez 173 Colores del Nuevo Mundo para consumo del Viejo Mundo: los retratos de los incas en Roma Barbara Anderson 183 "Dibujado de mi mano": Martín de Murúa como artista Thomas Cummins 209 Materiales y técnicas de la pintura en el norte de Portugal: confluencias y divergencias con España Ana Calvo 219 Materialidad y tecnología: la escultura virreinal a debate. El caso del Señor de los Temblores de Cuzco Pablo F. Amador Marrero 241 Exégesis y visión de la Pasión: los murales del claustro agustino de Atotonilco, entre templas y obsidianas Eumelia Hernández, Sandra Zetina, Jaime Cuadriello y Eisa Arroyo
  • 7. 259 Entre todas las manos: la dimensión 313 Hediondez, color purpúreo triste y flores material de la imaginería jesuítica guaraní marchitas. Inestabilidad técnica en la Gabriela Siracusano, Marta S. Maier, Expedición Botánica Neogranadina Blanca A. Gómez Romero, Eugenia Juan Ricardo Rey-Márquez Tomasini y Leontina Etchelecu 329 De la vera efligies al retrato ilustrado: 271 "Dándose mutuamente las manos la textura y verismo en la pintura virreinal América y la Europa... para bien universal": peruana José Sánchez Labrador, S. J. (1717-1798), y Luis Eduardo Wuffarden la materialidad de las esculturas en madera 339 Observaciones sobre la técnica pictórica policromada de las misiones jesuítico- de José Gil de Castro guaraníes en el Paraguay Néstor Barrio, Federico Eisner Sagüés y Corinna Gramatke Fernando Marte 285 Caso #2: Aportes técnicos sobre la obra de 355 Caso #3: El Museo de Arte San Ignacio de Loyola de Matheo Pisarro Hispanoamericano "Isaac Fernández Mercedes de las Carreras Blanco", la materialidad como 293 Técnica, pigmentos y materias colorantes construcción de un discurso museológico para las expediciones científicas Gustavo Tudisco americanas Rocío Bruquetas Galán MATERIALES PARA MOVER EL ÁNIMO DE LOS FIELES 365 Piedras y ladrillos, tepetates y oro: 419 Imagen, ruina, fragmento, documento: traslaciones materiales entre Tierra Santa, vestigios de un lienzo de San Luis Gonzaga Italia y Nueva España para una investigación interdisciplinaria Luisa Elena Alcalá Agustina Rodríguez Romero, Gabriela 385 "Si lo quereys ser pentor, pintaldo la mona Siracusano, Gustavo Tudisco, Damasia con so mico". Nuevos estudios sobre la Gallegos y Ana Morales imagen de Nuestra Señora de Copacabana 435 Materialidades en la pintura mural de las Gabriela Siracusano, Marta S. Maier, iglesias de la Ruta de la Plata: bitácora de Eugenia Tomasini y Carlos Rúa Landa una investigación 399 Caso #4: La Virgen de Chiquinquirá. Fernando Guzmán, Paola Corti, Magdalena Pereira, Marcela Sepúlveda, José Cárcamo, Reflexiones sobre una "imagen tan Sebastián Gutiérrez, Marta S. Maier y desblanquecida, y sin facciones" Gabriela Siracusano Oiga Isabel Acosta Luna 403 Entre tinieblas oscuras, sombras y 443 Caso #5: Metodologías para el análisis manchas: avances en la caracterización de aglutinantes proteicos en una pintura simbólica y material de los pigmentos mural colonial utilizando espectrometría de masa negros en la pintura colonial andina lvana K. Levy y Marta S. Maier Eugenia Tomasini, Agustina Rodríguez Romero, Marta S. Maier y Gabriela 451 Caso #6: La actualidad de lo bello: Siracusano repintes, copias, limpiezas y retoques en el retrato de la Beata María Antonia de San José Diego Guerra 457 Reseñas biográficas de los autores
  • 8.
  • 9. F i g. 1. Anónim o no v o h i s p an o , Je s ús Na zare n o(Divino In d ia n o), deta l le de l rostro y de la C r u z , a n t erio r a 1674, made r a y quiote p olic ro mado s, cer a d e Ca mp e che, rel i quias e incrust a c ion e s d e c a p a razon es de esc a ra b ajo s iridis c entes. Convento de Jes ú s Naz a re n o, Chicl ana d e l a F ro ntera, C á d iz, Andalucí a. Foto: Pabl o Am ad or M arrer o
  • 10. INTRODUCCION Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero Materia Americana es el corolario de un proyecto ambicioso que comenzamos a imaginar en el año 2010 cuando, gracias al programa ConnectingArt Histories de la Getty Foundation, nos propusimos tejer una gran red de intercambios que cubriera todo el continente americano y parte del europeo en pos de promover y fortalecer un diálogo fran- co entre quienes, desde diferentes perspectivas disciplinares, teóricas y metodológicas, estamos interesados en la dimensión material de las imá­ genes y los objetosproducidos en los virreinatos hispanoamericanos. Sumergirse en las entrañas de cualquier objeto americano es como abrir un enor­ me parasol bajo el cual se cobijan materias, objetos y técnicas de los más variados orígenes: telas de lino y cáñamo, maderas de cedro de la selva, planchas de latón y cobre, tafetanes y sedas de Castilla, haces de maguey y pasta de caña de maíz americanos, papel, oro, plata y piedras preciosas, cabellos naturales, marfiles de Filipinas, espejos, dientes de nácar, plumas multicolores, conchas de nácar, ojos de vidrio, alas de coleópteros, policromías brillantes y mate, estofados luminosos, ceras, colas, barnices, aceites y resinas translúcidas, flores y mucílagos, mascarillas de plomo de Ecuador, papeles y tintas de Flandes, yesos y calcitas, tierras arcillosas o grisáceas, carmines de cochinilla oaxaqueña, ama­ rillos sulfurosos de los volcanes, cristales azules de Sajonia o verdes brillantes de malaquita. La lista es inagotable. De todas formas, cuando hablamos de la dimensiónmaterial de estos objetos estéticos, ello trasciende la mera enumeración de los materiales que la componen y nos invita a ir un poco más allá y preguntarnos acerca de las prácticas culturales que intervinieron al seleccionarlos, manipularlos, trabajarlos y aplicarlos en una pieza. Para reconocer la importancia de este tipo de aproximaciones para la historia del arte hispanoamericano es necesario primero reseñar un breve estado de la cuestión. La historiografía del arte colonial hispanoame­ ricano tiene una larga tradición que, podríamos decir, se inició durante las primeras cuatro déca­ das del siglo XX (Siracusano y Rodríguez Romero 2017). Imágenes y objetos precolombinos, así como pinturas, esculturas y arquitectura produ­ cidas entre el siglo XVI y principios del XIX en los virreinatos españoles, se introdujeron en los relatos académicos debido al auge del pensamiento nacionalista (Rojas [1909] 1971; Gálvez 1913) y de la corriente indigenista, junto con el surgimiento de estilos neohispanos y neocoloniales en el arte y la arquitectura (Majluf 1994, 6n-628). Estas ideas coincidieron principalmente con las celebraciones de los centenarios de las independencias en todo el continente, la necesidad de construir una identidad nacional y el surgimiento de los movimientos polí­ ticos populares en muchos países. Asimismo, estos discursos evidenciaban cierta reconciliación con un pasado hispano que había quedado casi silenciado durante el siglo XIX. Por lo tanto, la introducción de esas "nuevas" producciones artísticas en los relatos de historia del arte de América Latina exigió centrarse en ciertos problemas: la identificación y localización de esas producciones, su descripción y registro visual, la necesidad de definir estilos, escuelas y nombres y, por último, pero no menos importante, su significación para las culturas que las habían producido. Como sabemos, esta gran empresa exigió el uso de categorías artísticas europeas, así como métodos que, si bien eran necesarios, no siempre resultaban los más adecuados para aplicar a los objetos en cuestión. Esto derivó en experimentos teóricos que incluían enfoques formalistas -como la aplicación de las teorías de W6lfflin a obras de arte precolombinas y coloniales (Telesca, Malosetti y Siracusano 1999)-y la idea de estilos derivativos que suponían una filiación polémica con estilos SIRACUSANO / RODRÍGUEZ ROMERO 9
  • 11. renacentistas, manieristas y barrocos, un problema que facilitó el uso de términos como provincialis­ mo, regionalismo, dependencia, fusión, maridaje y asimilación para referirse a estas producciones, aunque también abrió el debate a la aceptación de nuevas categorías estilísticas como la de "arte mestizo" (Querejazu 2012). El binomio original-co­ pia estaba en el centro de la discusión, debido a la evidencia de la utilización de programas arqui­ tectónicos europeos y a la circulación masiva de grabados y pinturas europeos -de origen español, francés, italiano, flamenco, etc.- dentro de los territorios españoles americanos. Por otro lado, el deseo de identificar características especiales para cada región y provincia de los virreinatos más extensos (Nueva España y Perú) condujo a la necesidad de definir "escuelas" -aplicando una vez más una categoría europea que difícilmen- te podría sostenerse en el Nuevo Mundo- y a la búsqueda insistente de los nombres de aquellos pintores y escultores que habían participado en estas producciones, las más de las veces colectivas. Ello alentó las campañas de grandes relevamientos de datos en archivos y bibliotecas y el desarrollo de los primeros registros fotográficos. Para los años cincuenta, todos estos objetivos habían sido bien desarrollados y apoyados por académicos como Diego Angulo Íñiguez, Marco Dorta, George Kubler, Pál Kelemen, Erwin Palm, Martín Soria, Harold Wethey, Manuel Toussaint, Francisco de la Maza, Justino Fernández, Paul Westheim, Emilio Harth Terré, Jorge Cornejo Bouroncle, Rubén Vargas Ugarte, Carlos Arbeláez Camacho, Ángel Guido, Martín Noel, Héctor Greslebin, Guillermo Furlong y Mario Buschiazzo, entre muchos otros. En inte­ racción con ellos, una nueva generación represen­ tada por José de Mesa, Teresa Gisbert, Francisco Stastny, Santiago Sebastián, Elisa Vargaslugo, Jorge Manrique, Isabel Cruz de Amenábar, Adolfo Ribera y Héctor Schenone continuaría su labor. Algunos de ellos, al introducir nuevas preguntas sobre la cultura y la sociedad; otros, al prestar especial atención a los usos y significados de las imágenes, al definir los lazos entre la iconografía europea tradicional y las formas en que ésta fue reinter­ pretada y resignificada en América. A partir de los ochenta comenzaron a emerger nuevos horizontes teóricos y epistemológicos. La inclusión de objetos 10 MATERIA AMERICANA I INTRODUCCIÓN no tradicionales, la sustitución de términos como "asimilación" por "apropiación" e "invención", el interés por la acción del poder político, eco­ nómico y religioso en este entramado, el análisis de las prácticas culturales ligadas a la creación de representaciones, el papel del mecenazgo, el pro­ tagonismo de nativos, mestizos, mulatos y criollos en la producción artística, la organización de los obradores y la formación artística o la circulación y colección de objetos en un mundo globalizado de fronteras borrosas son algunos de los vectores que han contribuido a renovar los discursos historio­ gráficos. Estas nuevas aproximaciones teóricas ancladas en la aceptación de la alteridad, de la diversidad de estéticas divergentes y simultáneas y de la intraducibilidad de los regímenes visuales/ textuales de una cultura a otra han permitido Fig. 2. Anónimo, conjunto escultórico de la Crucifixión de Cristo, detalle del Buen ladrón, siglo XVIII, escultura policromada con alma de maguey. Iglesia de Corque, departamento de Oruro. Foto: Gabriela Siracusano
  • 12. trazar una nueva cartografía crítico-estética sobre todas estas producciones. Entre todas estas aproximaciones que han contribuido a una nueva valoración de los objetos estéticos producidos en los virreinatos hispanoame­ ricanos, aquella enfocada sobre la materialidad de las imágenes es una de las más recientes. La dimensión material de una imagen encierra, a veces de manera imperceptible a primera vista, las huellas de la vida de ese objeto. Desvelar esas marcas, esas huellas y traerlas al presente para que puedan ser contrastadas con otras fuentes, como las escritas, orales o visuales, es un ideal que requiere que convoquemos un concierto de mira­ das. Desde los abordajes de la historia del arte que han comenzado a incluir esta dimensión material en sus especulaciones (historia cultural de las imágenes, antropología de las imágenes, la biogra­ fía de los objetos, etc.) y la aplicación de diversos métodos científicos que provienen del campo de las ciencias químicas y físicas (a partir de los cuales podemos caracterizar materiales, comprender técnicas compositivas y constructivas o analizar los procesos de deterioro de dicha materia), hasta los valiosos aportes que ofrece la investigación en conservación-restauración y su práctica. El diálogo entre éstas y muchas otras disciplinas es no sólo necesario sino, a esta altura, obligatorio si desea­ mos analizar en profundidad estas instancias de la creación. Ahora bien, ¿acaso una arqueología de la dimen­ sión material, una antropología de la materia podría ayudar a desactivar estos preconceptos que mencio­ namos en los párrafos anteriores? Fig. 3. Anónimo novohispano, Jesús Nazareno (Divino Indiano), detalle de la Cruz, anterior a 1674, madera y quiote policromados, cera de Campeche, reliquias e incrustaciones de caparazones de escarabajos iridiscentes. Convento de Jesús Nazareno, Chiclana de la Frontera, Cádiz, Andalucía. Foto: Pablo Amador Marrero SIRACUSANO/ RODRÍGUEZ ROMERO 11
  • 13. Fig. 4. Cochinilla procesada Foto: Gabriela Siracusano Fig. 5. Anónimo, grutesco , siglo XVII -XVIII, pintura mural. Capilla de la Virgen Puri ficada de Canincunca, Cuzco. Foto: Gabriela Siracusano 12 MATERIA AMERICANA I INTRODUCC IÓN
  • 14. Cuando hablamos de una arqueología de la dimensión material nos referimos a la posibilidad de inquirir, investigar la materialidad de los objetos estéticos a partir de una mirada interdisciplinar que procure comprender que los resultados que surgen de la aplicación de métodos y técnicas provenien­ tes de ciencias como la química y la física son la evidencia y el testimonio de una red de prácticas culturales que los hicieron posibles. Aun aquellos que, bajo la lupa del más complejo y sofisticado de los equipos analíticos, se nos presentan como irrefutables deben ser interpretados a la luz de esa red cultural: un encuentro entre trama y urdimbre que resulta imposible reconocer sin la intervención de otras ciencias como las humanas y sociales y las de la conservación. Desarrollar una investigación histórico-artística interdisciplinaria basada en una arqueología de la dimensión material (en tanto reconoce la práctica arqueológica de encontrar en la materia los trazos del pasado), en una antropo­ logia de la materia (en cuanto prioriza la relación entre el hombre y los materiales con los que habita e interactúa), y entendida la materia como un documento del pasado, nos permite posicionarnos de una manera distinta frente a estos artefactos e identificar los procesos creativos que tuvieron lugar en su factura. A su vez, esta manera de investigar permite que nos preguntemos: ¿existe una memoria material de las acciones del pasado? rns posible rastrear las huellas de prácticas artísticas, de conocimientos y sentimientos en las entrañas de la materia? Una imagen tiene eficacia cuando su materialidad no sólo acompaña su sentido, sino también cuando lo construye, lo define, lo crea. Se trata de un espesor mental y material que no debería ser subestimado a la hora de investigar cualquier objeto y que es impo­ sible evitar si queremos comprender sus procesos creativos, sus condiciones de producción y consu­ mo o las funciones que alguna vez cumplió para la sociedad que la albergó. Estas reflexiones nos llevaron a pensar la forma en que las huellas de prácticas artísticas podían contribuir a conocer los objetos e imágenes hispanoamericanos. Es a partir de estos funda­ mentos que este proyecto fue imaginado, al tener como ejes problemáticos iniciales los siguientes interrogantes: • ¿cuáles fueron los materiales y las técnicas más frecuentes utilizados en los virreinatos america­ nos? ¿podemos hablar de una materia americana, con signos distintivos, auténticos, propios? • ¿Qué tradiciones materiales y técnicas nativas sobrevivieron o permanecieron y cuáles se conjugaron, readaptaron y reinventaron con la llegada de la conquista española? ¿Es posible identificar en la dimensión material la perviven­ cia de varias tradiciones? • ¿fueron los materiales utilizados de la mis­ ma manera en que lo fueron en la metrópolis? ¿o podemos identificar usos locales y regionales? • ¿Qué relación existe en la América colonial entre naturaleza, territorio y materia, y cuáles fueron las maneras en que esta materia americana se manifestó en la producción artística? • ¿Es posible discutir el problema de la originali­ dad y la invención en el arte hispanoamericano a partir de la clave material-cultural? • ¿cómo se preserva la materialidad de estos objetos? rns que las nuevas tecnologías e in­ tervenciones respetan las huellas de las viejas prácticas? • ¿cuál es la situación actual de la investigación de la historia del arte colonial sobre el estudio de la materialidad? • ¿cómo se encara actualmente la actividad inter­ disciplinaria referida al arte hispanoamericano en el campo académico latinoamericano? rnxiste un verdadero diálogo franco entre los diferentes actores? • ¿Qué problemas epistemológicos y metodo­ lógicos aparecen cuando la "mirada" del histo­ riador del arte se pone en contacto con otras miradas? • ¿sería posible establecer una red intelectual latinoamericana mediante la cual pudiéramos compartir bases de datos y protocolos relativos a la cultura material artística? me qué forma esta interaccióncontribuiría a la construcción de una nueva historia del arte colonial mundial sin perder sus especificidades regionales? SIRACUSANO/ RODRÍGUEZ ROMERO 13
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  • 17. Durante siete años consecutivos, el pro­ yecto "Materiality between Art, Science and Culture in the Viceroyalties (16th -18th Centuries): An Interdisciplinary Vision toward the Writing of a New Colonial Art History''1 reunió a más de cincuen­ ta historiadores del arte, químicos, físicos, restaura­ dores, museólogos, técnicos, curadores, arqueólogos y filósofos procedentes de México, Estados Unidos, Colombia, Alemania, Paraguay, Perú, Bolivia, Chile, España, Portugal, Italia, Brasil y Argentina. Mediante la organización de cuatro seminarios intensivos llevados a cabo en ciudades como Buenos Aires, Rosario, Los Ángeles, Córdoba, Salta y Tilcara, se intentó poner a punto el estado de la cuestión respecto de los estudios sobre la materialidad del arte colonial hispanoamericano. Asimismo, estos en­ cuentros se vieron enriquecidos con el intercambio de los especialistas con investigadores en formación de las diferentes áreas. El seminario, en este sentido, se convirtió en una instancia de aprendizaje. Por otra parte, la posibilidad de contrastar estas miradas con el panorama presente en iglesias, conventos, repositorios museológicos y colecciones privadas que fueron visitados en cada uno de los encuentros resultó fundamental para interactuar con aquellos que custodian estos bienes, pero también para comprender la importancia de la pregunta por la condición material para la conservación y puesta en valor del patrimonio artístico americano. Con la intención de posicionarse como un texto de referencia en todo lo relativo a los usos y funciones de las técnicas y los materiales artísticos de la América colonial, este libro que hoy publica la Universidad Nacional de Tres de Febrero exhibe muchos trabajos de investigación presentados en los seminarios y otros que, por su relevancia dentro del campo, merecían estar en este volumen. Así, temas y problemas como los usos prehispánicos de ciertos materiales, la persistencia de antiguas tradiciones locales, la apropiación activa de las foráneas o la coexistencia de ambas, la posibilidad de definir una paleta americana, la relación entre praxis artística y conocimiento, la cuestión de la creatividad e ingenio en la manipulación de la ma­ teria, el mercado de pigmentos y colorantes entre la economía y la política mundiales durante el período colonial, el estudio de la naturaleza cromática ame­ ricana para el control del territorio, la circulación y rutas de distribución de los materiales del arte entre América y el resto del mundo, los aportes de la etnohistoria y la etnografía para la comprensión de antiguos usos de los materiales, la discusión en torno a la aplicación de técnicas y métodos físi­ co-químicos y su interacción con las humanidades, los encantos y desencantos de la interdisciplinarie­ dad, o la condición sagrada de muchos materiales utilizados en pinturas, esculturas, mobiliario y otros objetos en el Nuevo Mundo son algunos de los ejes intelectuales que vertebran este libro. La decisión de una publicación bilingüe e inter­ disciplinar se sostiene sobre la convicción de que muchos de los avances de investigaciones cientí­ ficas que actualmente se desarrollan en el mundo académico de habla hispana respecto de estos temas no siempre trascienden estas fronteras. Del mismo modo, a más de cincuenta años desde que Charles Percy Snow denunciara la incomunicación de las "dos culturas", este desencuentro entre el laboratorio y la biblioteca sigue vigente. La conse­ cuencia de estos dos escenarios es la generación de una irradiación de voces aisladas que terminan resonando sobre sí mismas, o bien se desvanecen lentamente. Materia Americana propone, en cambio, la consolidación de una "polifonía epistemológica" en la que distintas voces -idiomáticas y disciplina­ res- se encuentren y se complementen para romper la dinámica recursiva y así fortalecer los discursos en torno a las imágenes y objetos hispanoamerica­ nos, una producción artística tan valiosa como rica en su diversidad. Su primera fase estuvo radicada en la Universidad Nacional de San Martín. Su fase segunda y final, jumo con el proyecto de esta publicación, se ha desarrollado en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. 16 MATERIA AMERICANA [ INTRODUCCIÓN
  • 18. BIBLIOGRAFÍA Gálvez, Manuel. 1913. El solar de la raza. Buenos Aires: Sociedad Cooperativa Nosotros. Majluf, Natalia. 1994. "El indigenismo en México y Perú: hacia una visión comparativa". En AA. VV., XVII Coloquio Internacional de Historia del arte. México D.F.: IIE-UNAM, 611-628. Querejazu, Lucía. 2012. "¿Híbrido o mestizo? El problema semántico en la historiografía del arte andino". Estudios Bolivianos 17: 107-124. Rojas, Ricardo. [1909] 1971. La restauración nacionalista. Crítica de la educación argentinay basespara una reforma en el estudio de las humanidades modernas. Buenos Aires: A. Peña Lillo. Siracusano, Gabriela y Agustina Rodríguez Romero. 2017. "Materiality between Art, Science and Culture in the Viceroyalties (16th-17th centuries): An Interdisciplinary Visiontowards the Writing ofa New Colonial Art History",Art in Translation vol. 9: 69-91. Edimburgo: University ofEdinburgh. Telesca, Ana, Laura Malosetti y Gabriela Siracusano. 1999. "Impacto de la 'moderna' historiografía europea en la construcción de los primeros relatos de la historia del arte argentino (1910-1930)". En AA. VV., (In)disciplinas: estética e historia del arte en el cruce de los discursos. XXII Coloquio Internacional de Historia del Arte. México D.F.: IIE-UNAM, 395-426. SIRACUSANO/ RODRÍGUEZ ROMERO 17
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  • 21. MATICES, BRILLO Y LUSTRE: CUAL.IDADES DEL COLOR EN LOS TEXTILES DEL MUNDO ANDINO Elena Phipps El color en las tradiciones de los textiles andinos -comenzando con la materialidad de sus numerosas fuentes- forma parte de un diálogo cultural más am­ plio. Este diálogo involucra varios temas, entre ellos la adquisición de conocimientos, el oficio, la maes­ tría y la estética que conforman las tradiciones cul­ turales. Incluye también la cuestión de la percepción del color -tan sutil como difícil de expresar en pala­ bras-, que indica una suerte de supradiferenciación de valor y cualidad, tanto para el creador como para el usuario. En mi condición de académica dedicada al estudio de los tejidos andinos en el marco de los mu­ seos, analizo los objetos físicos con el fin de intentar comprender de qué manera conservan rastros de sentido que se conectan con los sistemas de valores de las tradiciones culturales antiguas. El tema de las cualidades del color constituye, por consiguiente, un punto de partida vital y enriquecedor (Fig. 1). Las nociones de matiz, brillo y lustre -que serán tratadas en este contexto- representan una clase distinta de espacio de color que se ubica en los intersticios que se abren entre los temas de la materialidad y la cultura. Al analizar la trayectoria de la producción textil andina en la era precolom­ bina, cuya ausencia de escritura no nos permite un conocimiento directo de la percepción de las cualidades de los tejidos, algunas de las ideas que sirven de referencia sobre el tema pueden hallarse englobadas en períodos posteriores de la historia andina en determinados términos incas y otras lenguas afines que los primeros escritores colo­ niales documentaron en los siglos XVI y XVII, en especial en las crónicas de Felipe Guamán Poma de Ayala y Martín de Murúa, así como en los antiguos diccionarios de Ludovico Bertonio (Vocabulario de la Lengua Aymara, 1612) y Diego González Holguín (Vocabulario de la lengua general de todo el Peru, 1608). Entre estos términos figuran cumbi, lipi, huateca isi y tornasol, que se refieren a tipos o cualidades especiales de los textiles, o lloque y ch'imi, que denotan detalles y características de los tejidos que crean aspectos o efectos específicos de color en las telas (Phipps 2000). En investigaciones etnográficas más recientes, Penny Dransart analiza el término aimara samiri (que también aparece en el diccionario de Bertonio) como una tela asociada a cualidades diáfanas, y como "espíritu de aliento" (Dransart 2016). Por su parte, Denise Arnold y Juan de Dios Yapita Moya vinculan el término con el color, el fulgor y el sonido (Arnold yYapita 1998). Sabiendo que estos términos se hallabanpresen­ tes en el espacio cultural de los siglos XVI y XVII, es también posible retroceder en el tiempo para analizar algunos primeros orígenes o manifestacio­ nes potenciales de estos conceptos en los que color/ materiales/cualidad y valores culturales se entre­ mezclan en las tradiciones textiles. Para hacerlo, examinaremos cómo se emplearon los elementos de las tradiciones textiles para crear cualidades especiales de la tela -específicamente, el brillo y el lustre- y cómo se usó esta tela en los contextos culturales andinos. LOS MATERIALES BÁSICOS Las características inherentes y macroscópicas de las fibras desempeñan un papel importante en el aspecto físico de los textiles. Estas cualidades físicas propias de la composición de las fibras -incluidos el color, el grado de finura, el lustre y la sensación al tacto, entre otros- intervienen en el uso y el signifi­ cado que tienen en la sociedad andina. Los orígenes geográficos y regionales de las fibras, su abundancia PHIPPS 21
  • 22. o escasez y la dificultad de su cultivo o procesamien­ to también influyen en su valor físico y cultural. La especie de algodón autóctona de la región (Gossypium barbadense) provee una de las fibras más largas que las de cualquier otro algodón del mundo. Como consecuencia, el algodón de alta calidad bien hilado puede tener una suavidad y una flexibilidad, así como un lustre, no habituales en ningún otro lugar. Este efecto lustroso del algodón era tan pro­ nunciado que Francisco Pizarra y sus huestes nota­ ron la calidad "como de seda" de las prendas usadas en la costa norte durante los primeros contactos en 1532.1 Además, los tejedores andinos aprovecharon las variedades de color que se producían natural­ mente en el algodón, entre las que se contaban no sólo el blanco genérico, sino también tonos marro­ nes, cremas, rosados y azules grisáceos. Los camélidos (llamas, alpacas, vicuñas y guanacos), cuya lana era un recurso primario para tejer, tenían asimismo sus colores propios: desde el blanco, el marrón, el pardo claro y el negro hasta el gris. Su paleta de colores naturales se amplió con el paso ffel tiempo y fue controlada a través de una reproducción selectiva. La selección intencional de las fibras animales por color, calidad y lustre fue en parte el resultado del conocimiento puesto en práctica por los profesionales que se ocupaban de ellas así como por los artesanos que las limpiaban e hilaban. La clasificación de sus cualidades depen­ día en gran medida del tipo y de la edad del animal y del lugar del que se le extraía la fibra: el pelo del pecho de un ejemplar joven podía ser el más fino y el del lomo de uno viejo, el más basto (el género, la edad y la fertilidad también podían influir). En el caso de la vicuña, cuyo pelo es uno de los más finos entre los camélidos, el cálido color amarronado (p'aqo) de su pelaje era culturalmente reconocible y señalaba su procedencia y, por ende, su condición de fibra lujosa. El empleo de colores naturales de pelo animal en forma individual y por pares era una parte importante de varios ritos, como observamos en los tiempos del Imperio inca en las prendas mor­ tuorias de la capacocha. En este sacrificio de niños, que a menudo se llevaba a cabo a gran altitud en cumbres volcánicas cubiertas de nieve, se hallaron vestimentas específicas, confeccionadas al parecer en varios grupos estandarizados de colores: ma­ rrón y blanco (como los encontrados en el Cerro El Plomo, Chile), negro y marrón (en Sara Sara, Perú) y algunos conjuntos teñidos que incluían rojo y blanco (en Túcume, Perú, y Llullaillaco, Argentina) y rojo y amarillo (enAmpato, Perú).2 Estos pares de colores pueden asociarse con grupos particulares de acclas, las así llamadas "mujeres escogidas" por el inca, descript�s por Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, un escritor del siglo XVII nacido en el Perú, que clasifica a las acclasyurac (blancas), uayrur (amarillas), p'aqo (marrones) yyana (negras).3 Aun cuando se consideraba a la vicuña como una de las mejores especies de la familia de los caméli­ dos, otro animal que tiene pelo especialmente fino y suave es la vizcacha, un roedor que pertenece a la familia de la chinchilla de dos géneros: Lagidium peruanum, del norte, y Lagidium viseada, del sur. Su pelaje se caracteriza por su color naturalmente jaspeado, que a la vez evoca la cualidad material experiencia! de la considerable liviandad de la fibra. Este color especial es también reconocido como señal de su rareza, al igual, en cierto modo, que el de la vicuña. La vizcacha, que habita en regiones altas, secas y desérticas, posee asociacionesculturales casi supematurales, quizá debido en parte a su capacidad para vivir en zonas de transición en las que prácti­ camente no hay agua.4 El empleo de su suave pelaje Incluso estudiosos contemporáneos han confundido el algodón peruano con la seda. Existe el ejemplo de una túnica precolombina (41.2/7136) que en el pasado desconcertó a los curadores de un museo: en su catalogación indicaron que tenía seda -debldo al intenso lustre de sus hilados estampados- y, por lo tanto, la reasignaron al período colonial. Una identificación microscópica reciente deter­ minó que se trataba, en realidad, de pelo de camélido y no de seda, lo que permitió la correcta asignación de su lugar histórico en la era precolombina. 22 Phipps, manuscrito inédito de la ponencia presentada en la 6" Conferencia Internacional sobre Textiles Amerindios, celebrada en el musée du quai Branly, París (noviembre 28-30, 2013). Véase también Reinhard y Ceruti (2010). Las descripciones son de Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua (1993). No obstante, cuestiono la asociación de uayrur con el amarillo, pues en otros contextos remite al rojo, dado que es el color de la semilla del mismo nombre. De modo que quizá puede referirse a la combinación de rojo y amarillo que se encuentra en las prendas de las acclas. Véanse Phipps (200�) y Zuidema (1990, 51-60). En especial en los salares del Altiplano. MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 23. Fig. 1. Detalle. Tela tornasol, siglo XIX (Bolivia), tejido liso con cara de urdimbre, alpaca y seda. Colección privada, Nueva York. Foto: B. Schwarz sólo se ha identificado en ejemplos arqueológicos poco frecuentes, tales como una bolsa de coca del período incaico que pertenece al American Museum ofNatural History, Nueva York.5 En el período colonial advertimos más evidencias de la natura­ leza especial de este animal gracias a su presencia en muchos tapices de los siglos XVI a XVIII, en los cuales usualmente se lo representa en color azul. Un ejemplo notable es el del tapiz andino del nacimien­ to de Eva del siglo XVII, donde se ve a un pequeño animal azul grisáceo (la vizcacha) mordisqueándole la pantorrilla a Adán, mientras Eva se alza desde su costilla.6 Se trata de algo digno de mención; puesto que el color azul era bastante poco frecuente duran­ te la época incaica. Además, puede señalarse que a menudo el color se representa no como una masa sólida, sino más bien con una apariencia algo motea­ da o jaspeada, como suele observarse en el propio animal. Este azul jaspeado se empleó también para la prenda que viste Dios. De este modo, tanto su color como la manera distintiva y vivaz en que está representada parecenindicar algún significado sub­ yacente en su presentación visual (Fig. 2). Número de inventario: B3810, AMNH. Fig. 2. Detalle. Lo creación de Evo, comienzos del siglo XVII, tapiz, urdimbre de algodón, trama de camélidos. Círculo de Armas, Buenos Aires. MATICES DEL COLOR: LOS TINTES Mientras que las fibras en sí mismas tienen colores y tonos propios, el uso de colorantes de la naturaleza intensifica y amplía considerablemente la paleta de colores. Los colorantes provienen de minerales in­ orgánicos y también de fuentes orgánicas (vegetales y animales). Los tintes son autóctonos de regiones ecológicas específicas y su presencia (o ausencia) en regiones de las que no proceden puede ser relevante para las tradiciones textiles locales, al indicar una probable evidencia de comercio o intercambio cul­ tural o de otra clase de interacción social. La cantidad de colorantes que podían usarse para el algodón era limitada por la naturaleza de los materiales y por cómo podían fijarse a la fibra. Por lo general, los colorantes empleados para el algodón incluían varios pigmentos minerales, tales como la hematita, el rojo de plomo y el cinabrio (mercurio), o tintes como los colorantes de taninos marrones -extraídos de nueces o árboles-, los azules índigoy las púrpuras de moluscos. Esto contrasta con la abundancia de los tintes que po­ dían aplicarse al pelo de los camélidos, es decir, La vizcacha en los tapices coloniales: véase, por ejemplo, Phipps (2004b, 2004c, 2004d). PHIPPS 23
  • 24. casi todos los materiales orgánicos provenientes de las raíces de plantas como las del género Relbunium, de varias flores, hojas y maderas, y también de insectos como la cochinilla, entre otros. Todos estos materiales requieren determinadas condicio­ nes para producir colores brillantes, lo que incluye conocimientos sobre la selección y el uso de los tintes, su frescura y calidad, agua pura y sin minera­ les pesados, e instrumentos para el teñido y aditivos para el baño de tintura adecuados, tales como los limones ácidos o las cenizas alcalinas, según corres­ ponda para lograr el color deseado (Phipps 2012). El brillo puede obtenerse no sólo con los más altos niveles de la práctica del teñido, sino también con la implementación de la coordinación del uso del color durante el proceso de tejido. LUMINOSIDAD Y BRILLO La luminosidad y el brillo son características que tienden a asociarse con materiales inherentes al medio, introducidos en el interior del textil o en su superficie, tales como metales brillantes o plumas iridiscentes. Las artesanías coñ plumas -un impor­ tante componente del estatus y de los ritos en la cultura precolombina de los Andes- se realizaban generalmente en la superficie de prendas y tapices, con lo que se creaban paños, túnicas y tocados que resplandecían con la luz. Elegido por su iridiscencia natural, el arte plumario era apreciado por muchas culturas, y la recolección y distribución de las plu­ mas contribuyó a la formación de redes comerciales de larga distancia, desde la selva tropical -hogar de la mayoría de los pájaros coloridos- hasta la costa, donde constituían importantes elementos ceremo­ niales y símbolos de alta jerarquía en los entierros. El uso de metales en las tradiciones textiles antes de la llegada de los españoles a América con­ sistía, como en el caso de las artesanías con plumas, en su aplicación en la superficie de los tejidos, por lo general en forma de pequeñas piezas o placas de oro, plata, cobre y amalgamas. Los chimúes, por ejemplo, usaban pequeños discos colgantes dorados cosidos a las túnicas, de modo que éstos se agitaban con el movimiento de quien vestía las prendas y bri­ llaban a la luz del sol. Recién en el período colonial se comienza a ver el uso de metal en forma de hilos tejidos en la propia tela. Estos hilos metálicos de la épocacolonial-que seguían la tradición europea y provenían de la misma Europa- estaban com­ puestos de tiras cortadas de hojas de metal sólidas -oro, plata o plata dorada en el período inicial­ enrolladas alrededor de un hilo con alma de seda, algodón o lino. Se usaban especialmente para embe­ llecer tapices y atuendos confeccionados con telas de tapicería, generalmente como realces de peque­ ños elementos específicos en una representación pictórica. Hacia el siglo XIX, y tal vez un poco antes, los hilos metálicos se incorporaron a la tradición del tejido de faz de urdimbre de la sierra. Se trata de una proeza técnica sorprendentemente compleja que requiere un alto grado de destreza para manejar los rígidos elementos metálicos que contrastan con los flexibles hilos de camélidos tendidos lado a lado . en el tela_r (Phipps 2010) (Fig. 3). La introducción de la seda en el período colonial le aportó un nuevo significado al concepto de brillo enla tejeduría andina. La seda, en cuanto fibra procesada del capullo cultivado del gusano de seda (Bombyx man) -como en Asia y España-, desen­ rollada para obtener una única hebra muy larga, es un material que tiene un lustre intenso. Los tejedores andinos se deleitaban con sus cualidades y producían textiles finamente tejidos para vesti­ menta. Estos tejidos de seda se denominaban lipi, un término quechua empleado en el Vocabulario de González Holguín, quien lo definía como "sedas, o ropa de lustre". Otro término relacionado es Uipic pacha, definido en un diccionario de 1586 como "ropa resplandeciente".7 CH'IMI, LLOQUE Y TORNASOL Había otros métodos, además del uso de materiales especiales, para añadirles lustre y brillo a las telas en las tradiciones textiles andinas. A través de la producción de efectos especiales en el proceso de tejido, era posible crear una percepción visual de brillo y lustre. Estosefectos podían lograrse usan­ do hilos especiales que, al tejersejuntos, influían en el modo en que se percibían la superficie y su color. Ch'imi, un efectopara el que se usan hilos de múltiples colores torcidos juntos, y lloque, que con­ siste en hilar en direcciones opuestas, son y siguen González Holguín (1608); Ricardo ([1586] 1951). Véase también Desrosiers (1986). 24 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 25. Fig. 3. Detalle. Manto de mujer de Perú o Bolivia, siglo XVIII-XIX, tejido con hilos de plata de faz de urdimbre, modelo de tejido de la urdimbre con pelo de camélido y hebra metálica. Las hebras amarillo-doradas son de pelo de camélido, que imitan al oro. The Field Museum, Chicago, Departamento de antropología, objeto nº 6258. Foto: John Weinstein PHIPPS 25
  • 26. Fig. 4. Efectos de tejido: a) Ch'imi, detalle de un manto, siglo XIX-XX (Bolivia), tejido de pelo de camélido. Metropolitan Museum of Art 1999.47.263, Nueva York. b) Lloque, detalle de una túnica, siglo XVIII-XIX (Bolivia), tejido de pelo de camélido. Metropolitan Museum of Art 1999.47.230, Nueva York. c) Tornosol, detalle del manto de una mujer, urdimbre y trama de camélidos. Colección privada, Nueva York. siendo dos técnicas importantes con las cuales los tejedores andinos crean una especie de efecto reluciente que le otorga un viso de luz y lustre a la tela. Otra manera de generar estos efectos de color era el empleo de hilos de colores contrastantes durante el proceso de tejido, llamado "tornasol" en castellano o huateca isi en quechua. En ocasiones, a este tipo de tejido se lo denomina "cambiante" (changeant en francés) o shot silk en inglés (Figs. 1, 4a, 4b y 4c). Ya hemos discutido el tejido de la vizcacha azul en el tapiz del nacimiento de Eva (Fig. 2) y destacamos el uso del moteado -hilos de colores mezclados-, que produce un azul vivaz y jaspeado al representar al animal, que en sí mismo tiene cualidades liminares. La inclusión de hilos de dos colores, que en aimara se denomina ch'imi, podría tratarse sólo de un efecto cromático o bien de otorgar un reconocimiento visual a la relevancia del animal. Uno de los primeros casos de telas precolombinas hechas con hilo de color mixto, que también se da en un contexto que puede inter­ pretarse como relevante, se observa en el antiguo manto Nasca (comúnmente llamado el "tejido de Paracas") que se encuentra en el Brooklyn Museum.8 Una figura en especial, tal vez de un chamán, está representada con una máscara felina que cuelga de la nariz y una diadema frontal, y lleva una túnica compuesta con hilos rojc::>s y blancos mezclados en el torso, lo que le confiere a la prenda un efeéto resplandeciente bastante singular. De las noventa figuras que conforman el complejo margen realizado en lazo cruzado de este famoso y espec­ tacular textil, solamente ésta en particular, que se repite varias veces, usa esa túnica que produce ese efecto visual (Fig. 5). La técnica ch'imi es una de las muchas utilizadas para lograr esa apariencia reluciente o jaspeada de la tela. Los hilos -o cabos- ch'imi se encuentran en dos conformaciones generales.' Una es la combina­ ción de colores que contrastan mucho entre sí: rojo y blanco, por ejemplo, o rojo y azul. Sin embargo, en ocasiones se usan colores de bajo contraste -como el negro y el azul o el marrón y el negro- y así se crea un efecto mucho más sutil.9 Esto se observa especialmente en los tejidos de cara de urdimbre de la sierra, donde los únicos hilos visibles en la su­ perficie son los de la urdimbre, el primer conjunto de hilos que se colocan en el telar. En estos textiles densamente tejidos, los colores tiende� a estar Brooklyn Museurn, "The Paracas Mantle". Número de inventario: 38.121. Véase https:/fwww.brooklynmuseum.org/opencollection/ objects/48296. Guamán Poma de Ayala (1615/1616, 101) describe que el quinto inca, Capac Yupanqui, usa su manta de "encamado mescla de colora­ do"; en otras palabras, con dos tonos de rojo mezclados. 26 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 27. Fig. 5. Figura de chamán con túnica ch'imi roja y blanca, período Nasca, ca. 100 AC-300 DC, detalle del borde del "tejido de Paracas". Brooklyn Museum of Art, Nueva York. Entrada n º 38.121. organizados en sectores con listas que representan áreas diferenciadas para estos efectos de color. Visto a menudo en las secciones lisas más amplias -"pampas"- de los mantos y las túnicas de la sierra del período comprendido entre los siglos XVII y XIX, este efecto de color jaspeado posee una suti­ leza y una riqueza bastante diferentes de lo que se habría logrado retorciendo juntoshilos de colores 10 Número de inventario: 1999-47.250, MMA. más contrastantes, tales como rojo y blanco o azul y amarillo. Un ejemplo del empleo de colores de poco contraste se observa en una túnica que pertenece al Metropolitan Museum of Art.10 En ella, el efecto ch'imi se crea con los hilos azules y negros retorci­ dos, y se ve aún más acentuado al urdir los hilos en grupos de dos cabos ch'imi construidos de manera diferente, uno más grueso que el otro e hilado de modo menos apretado, aunque ambos forma­ dos combinando azul y negro. El uso de dos hilos totalmente distintos y su ubicación uno al lado del otro en las urdimbres da como resultado un efecto extremadamente sutil -casi imperceptible- de líneas jaspeadas. La vivacidad de un color -por ejemplo, el negro­ parece ser algo que buscaban los tejedores andinos de la sierra, y lo lograron de un modo espectacular. Las prendas sencillas negras -usadas por hombres y mujeres- se convirtieron en el elemento básico entre las ropas de los Andes durante el período co­ lonial yconstituyen una de las superficies en las que se aplicaron todos los efectos sutiles de la tejeduría. La importancia de1 género negro y el uso de ese color por parte de la población originaria durante el período colonial fueron interpretados en parte por las autoridades españolas como una forma de protesta silenciosa: una señal de luto por los tiem­ pos incaicos perdidos.11 En una carta al secretario de Indias en 1781, el virrey recomendaba una prohibi­ ción del uso del negro establecida por el visitador José Antonio de Areche en la sentencia pronunciada el 18 de mayo de 1781, en la que condena a muerte a Tupac Amaru II y su familia. ...por eso negandose a la política civil española conservan el trege dicho aun en el usual manejo de sus casas, jamas abandonan la Yacolla y el Uncu, ni dejan el negro color de sus ropas en señal de luto que arrastran por los españoles que les dominan.12 11 En 1781, la administración virreinal prohibió "el que usen y traigan vestidos negros en señal de luto, que arrastran en algunas provin­ cias, corno recuerdos de sus difuntos monarcas". Carta de Agustín de Jáuregui, virrey del Perú, a José Bernardo de Gálvez y Gallardo, secretario de Indias, 20 dejunio de 1781, en la que plantea las inquietudes que José Antonio de Areche le había comunicado en una carta del 18 de mayo de 1781 sobre la prohibición del uso de vestimentas negras por parte de la población indígena (Valcárcel 1974, 410 [Archivo General de Indias, Audiencia de Lima, legajo 1041]). 12 Carta del obispo de Cuzco José Manuel Moscoso y Peralta dirigida al visitador general José Antonio de Areche Zomoza, 13 de abril de 1781, Archivo General de Indias, Sevilla, fol. sr. PHIPPS 27
  • 28. Fig. 6. Anónimo, de la serie del Corpus Christi, Cofr adías de Santo Roso y Lo Lindo, ca. 1670/1685, óleo sobre lienzo, 208 x 335 cm. Museo Arzobispal, Cuzco. Foto: En Phipps, Hecht y Esteras Martín, 2004. Sin embargo, Juan de Betanzos, en su Sumay narración de los incas, escri ta en 1550, ofrece otra perspectiva acerca de la relevancia de las túnicas negras. Describe allí la fabricación de una túnica -o camiseta- negra especial para la ceremonia ri tual de perforación de las orejas, en la cual se iniciaba a los jóvenes como guerreros. El autor relata que durante la fiesta de cinco días, se hilaba lana negra para tejer una camiseta. Cadajoven ayunaba desde que se comenzaba a hilar hasta que la prenda estaba hecha. Entonces, la camiseta se usaba para los ritos, que llegaban a su pun to más alto cuando a los iniciados se les tusaba el cabello y se les perforaban las orejas, y ellos lejuraban al Sol que defenderían la ciudad con su vida (de Betanzos 1996, 60). Esta camiseta negra, pues, contiene toda la energía del paso de la niñez a la madurez, literalmente hilada y tejida en la tela durante la ceremonia. Se han conserv ado varias túnicas de la épo­ ca colonial -aunque se desconoce la fecha de la mayoría-, tales como la azul y negra que per­ tenece al Metropolitan Museum. Otra clase de túnica con un minucioso bordado en sus bordes puede asociarse con fiestas cristianas del siglo XVII, como puede observarse en las pinturas de las celebraciones del Corpus Christi en Cuzco de la década de 1680 (Wuffarden 2004) (Fig. 6). Se conservan varias de estas túnicas negras bordadas, y todas tienen algunos elementos interesantes, que parecen listas de diferentes colores. No obstante, si se examina más de cerca la superficie, ésta deja ver la yuxtaposición de grupos de cabos hilados en direcciones opuestas que crean un efecto especial. Un aspecto interesante de este efecto consiste en que sólo es posible ver esas listas en determinadas condiciones de iluminación. Por ejemplo, en el caso de una pieza de la colección del Los Angeles County Museum ofArt (Figs. 7a y 7b), cuando se la observa en diferentes condiciones lumínicas, parece que la túnica en realidad no es negra, sino 28 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 29. Fig. 7. a) Túnica masculina de procesión, siglo XVII, fibra de camélido en tejido liso de faz de urdimbre, bordado con hilos de seda y metálicos, cuentas de vidrio cosidas, 76,2 x 88,9 cm. Art Museum Council Fund, (M.2007. 68) LA.CMA, Los Ángeles. b) Detalle.
  • 30. marrón y negra. Sin embargo, si la luz le da desde otra dirección, puede verse que todos los hilos son, en efecto, del mismo color negro. No hay variación de color -a diferencia de la túnica anterior, que tie­ ne hilos ch'imi azules y negros-, sino que el efecto de la luz que da en el ángulo de la torsión de los cabos hilados produce la apariencia de múltiples colores. Cuando la luz alcanza la superficie, ésta parece relucir y moverse. Se trata de una tradición de principios del período colonial que conocemos. Es lo que en el diccionario de aimara de Bertonio se denomina suq'uchaña o suq'u llaquta, es decir, tela urdida o manta tejida "con hilo torcido, parte al derecho con la mano derecha y parte con la izquierda" (Bertonio [1612] 2011, 272), y que se llama lloque en la ac­ tualidad. Lloque significa literalmente "hilado a la izquierda" e implica algo que es opuesto, que actúa al revés, que va en contra de la "norma". Los pro­ pios hilados a la izquierda se usan como amuletos en las actuales culturas de la sierra, en ocasiones alrededor de la muñeca, a veces hechos de fibras preciosas, como el pelo de vizcacha, que conllevan una relevancia cultural. En las tradiciones de la tejeduría de la sierra vemos el uso del lloque en algunas prendas masculi­ nas y femeninas. Interpretado de varias maneras, a menudo se encuentra sólo en los bordes de tejidos de cara de urdimbre de un solo color hilados en forma apretada. En la práctica, se considera que la colocación de hilos torcidos a la izquierda y a la de­ recha sirve para prevenir que los bordes se enrollen, lo que puede ocurrir con una tela tejida de manera muy apretada. Visto desde otra perspectiva, el empleo del lloque actúa como una fuerza protectora que mantiene la integridad de la tela en los bordes, que son la frontera entre el mundo interior y el exterior (Cereceda 2009). Cuando se usa en toda la prenda, como se aprecia en las túnicas negras de Corp us Christi, el lloque también presentaun efecto visual que hace que la tela reluzca al sol, una alter­ nativa de esplendor que parece imbuirla -y, por lo tanto, también a la persona que lleva la prenda- de significado. TORNASOL La tela negra brillante que refulge al sol también puede ser el resultado de un método distinto que implicaba un cambio de color en la urdimbre y la trama. El diccionario aimara de Bertonio de 1612 contiene el término huateca isi, que define como ''tornasol, seda que buelta de una manera parece de una color, y de otra manera de otra color". 13 En mu­ chos aspectos, la tela tornasol constituye con fre­ cuencia el pináculo de la alta calidad en la tradición de la tejeduría andina, y cuando se incorporan las mejores de las fibras hiladas y un fuerte contraste Fig. 8. Martín de Murúa, Historio General del Perú, fol. 30v. Ludwig ms. XIII, 83.MP.159. J. Paul Getty Museum, Los Ángeles. 13 "Tornasol, ropa o seda que tiene visos. Huateca isi, paya samiri isi" (Bertonio [1612], 2.011, 453); "Samiri, pospuesto a Paya. Paya samiri isi: Ropa de dos colores, segun esta buelta a la luz. Puraparo hakhsuri isi. Idem. Tornasol" (307). 30 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 31. de color en la urdimbre y la trama, el efecto resplan­ deciente es notable. Algunos ejemplos que podrían proceder del siglo XVII o XVIII (piezas que no han sido datadas científicamente) parecen estar hechos de seda, pero en general la tela tiene una urdimbre de pelo fino de camélido, a veces con una trama de camélido y otras, de seda. Ambas pueden producir el efecto hermosamente, en parte debido a la fibra muy lustrosa y al fino hilado de los sedosos pelos de alpaca. Muchas de las telas tornasol usan urdimbres negras y tramas rosas, aunque las tramas también pueden ser azules. Asimismo, las urdimbres pueden ser azules o púrpuras (Figs. 1 y 8). Desconocemos el origen del tornasol en los Andes: casi no se tienen indicios de él en la era precolombina. Una vez más, se encuentran algunas excepciones en el período Nasca, en el que abundan temas relacionados con el color en la producción de textiles extraordinariamente únicos en lo que atañe a la técnica. En los diseños geométricos calados creados con un método al que se llama "urdimbre y trama discontinuas", en ocasiones puede observarse un color diferente en cada dirección y, sin embargo, no se produce el efecto que se ve en los ejemplos de textiles tejidos muy densamente del período colonial. No obstante, el tornasol sí aparece en el ma­ nuscrito ilustrado de comienzos del siglo XVII de Martín de Murúa, Historiageneral del Piru, como parte de las descripciones de las prendas de los reyes incas (J. Paul Getty Museum). Entre los cuarenta y seis dibujos a color de los incas y sus reinas que llevan el atuendo regio tradicional, Murúa relata que el rey inca Topu Yupanque usa una prenda de "torne azul" (Fig. 8). La ilustración que acompaña el texto lo muestra con su manta azul tornasol, que tiene realces rosados iridiscen­ tes.14 En su El primer nueva coránica i buen gobierno, Guamán Poma de Ayala describe también el uso de "torne azul" en las prendas de los reyes incas, en especial en la parte superior del cinto de la túnica tocapu del décimo segundo inca, Guascar.15 El uso del término "torne azul" en estos documentos parecería subrayar la tradición de confeccionar telas azules con este efecto. Un fragmento fina­ mente tejido sin datar de un manto torne azul fue desenterrado por Bandalier a fines del siglo XIX en Patacamaya, Bolivia, y tenía una urdimbre azul y una trama rosada, y se conocen otros ejemplos etnográficos completos, probablemente de finales del siglo XIX o comienzos del siglo XX.16 Si bien estas versiones azules son conocidas en los Andes, los diccionarios de español parecen recoger sólo el término estándar "tornasol" (distinto de "torne azul") para indicar la categoría general de estos cambiantes tejidos de seda, que ya se conocían en Europa desde antes del siglo XIII (Phipps 2015). No queda claro cómo fue que este tipo de género de origen europeo se volvió una parte tan importante de las prendas tradicionales de los Andes. Acaso puede haber sucedido que los tejedores andinos que tuvieron la oportunidad de observar las sedas importadas españolas con dicho efecto destacado se inspiraron en ellas para realizar su propia ver­ sión. Este efecto se incorporó al lenguaje visual de los textiles andinos. Según Bernabé Cobo, los grandes maestros tejedores del inca, los cumbicamayos, no debían ser considerados artesanos que trabajaban para cual­ quiera, sino como los que dedicaban toda su vida 14 Guamán Poma también señala que Topa Ynga Yupanqui, el décimo inca, lleva un uncu especial todo de tocapu y una manta que era de "tome azul". "EL DÉCIMO INGA, Topa Ynga Yupanqui, tenía su selada urna chuco azul escuro anas pacra, masca paycha ysu chanbi y ua/lcanca y su manta de tome azul y su camegeta de todo de tocapo y cuatro ataderos a los pies". Guamán Poma de Ayala (1615), f. 111. 15 "Este dicho Ynga [Guasear, el décimo segundo inca] tenía su selada urna chuco [casco], anas pacra, mascapaycha [borla real] y su chan­ bi [porraJ y ua/lcanca [escudoJ. Tenía su manta de azul claro y su camegeta tome azul en medio tres tocapus [paño de labor tejidoJ y lo de auajo uerde y quatro ataderos a los pies. Y tenía su rrostro morenete y largo, sancudo y feo y de malas entrañas". Guamán Poma de Ayala (1615), fol. 116. 16 Según las notas que se encuentran en el American Museurn ofNatural History (AMNH), Nueva York, la pieza fue "encontrada en una estructura de adobe cuadrada en Pata Ka,maya, Bolivia". (Mi propio examen de la pieza en la década de 1990 reveló que mide 19 ½ pulgadas de alto (49,5 cm) y 18 pulgadas de ancho (45,7 cm), con urdimbre de camélido azul púrpura y trama de seda roja. Tiene dos cuerdas de extremidad de seda blanca y remiendos antiguos de seda). PHIPPS 31
  • 32. a su arte.17 A partir de un importante manuscrito indígena llamado "de Huarochirí", Frank Salomon y George L. Urioste no tradujeron el término quechua cumbi camayo del modo en que suele hacerse, como "maestro tejedor". Definen el término camayuc como "poseedor de una fuerza o energía específica [camay]" y también, en otro contexto, traducen camay como "cargar" o "cargar con ser", "hacer", "dar forma y fuerza" o "animar" (Salomon y Urioste 1991, 45, n. p. 33 y 31). Esto refuerza nuestra per­ cepción del tejedor andino como alguien que posee la habilidad de insuflarles propiedades animadas a los textiles, de darles vida. En el largo recorrido de las tradiciones textiles andinas, puede obser­ varse que este esfuerzo por animar y "cargar" a los tejidos importantes con "ser" es un proceso que comienza en el material y la materialidad mismos de la tela. Así como toda la historia de las tradicio­ nes textiles andinas demuestra el enorme talento artístico de los tejedores para crear algunas de las estructuras técnicas más complejas usadas en el mundo, la destreza en la aplicación de métodos relativamente simples, tales como el uso de hilos de dos colores (ch'imz), la ubicación de hebras hiladas en direcciones opuestas (lloque) y la incorporación BIBLIOGRAFÍA Arnold, Denise y Juan de Dios Yapita. 1998. Río de vellón, Río de canto. Cantar a los animales, una poética andina de la creación. La Paz: Universidad Mayor de San Andrés. Bertonio, Ludovico. [1612] 2011. Transcripción del Vocabulario de la Lengua Aymara. La Paz: Instituto de Lenguas y Literaturas Andinas-Amazónicas (ILLA-A). Betanzos, Juan de. 1987. Sumay narración de los incas. Transcripción, prólogo y notas de Carmen Martín Rubio. Madrid: Ediciones Atlas. __. 1996. Narrative ofthe Incas. Traducido y editado por Roland Hamilton y Dana Buchanan. Austin: University ofTexas Press. de colores yuxtapuestos en la urdimbrey la trama (tornasol), crea el efecto de transformar un tejido bidimensional en un espacio tridimensional que transciende su carácter plano para convertirse en un tejido con matices, brillo y lustre. A pesar de que no tenemos la capacidad de captar todo su signifi­ cado cultural, podemos apreciar su efecto exterior y rastrear su historia y propósito desde un objeto textil tradicional hacia una entidad de potenciación y trascendencia. Cuando Guamán Poma de Ayala describe la magnificencia de la prenda usada por el inca, emplea el término capac uncu o "camiseta rica y poderosa".18 Aunque se ha interpretado que estas palabras se refieren tal vez a una prenda de una sola pieza como el tocapu uncu (similar al maravi­ lloso ejemplo de la colección de Dumbarton Oaks cubierto con las variaciones de la insignia de grado), podría ser que el poder no siempre proviene del uso de diseños simbólicos importantes, sino más bien del interior de la propia tela. Una tela refulgente tejida con un propósito, que produce una especie de efecto liminar que -a falta de diseño y, podría decirse, de color, pero con la presencia de luz solar y el movimiento del cuerpo- crea un tejido que interactúa con el espacio y el tiempo. Cereceda, Verónica. 2009. "The semiology of Andean textiles: the talegas ofIsluga". En Anthropological History ofAndean Polities, John V. Murra, Nathan Wachtel y Jacques Revel, eds., 149-173. Cambridge: Cambridge University Press. __. 2010. "Semiología de los textiles andinos: las talegas de Isluga". Chungará, Revista de Antropología Chilena [online] 42 1: 181-198. Coba, Bernabé. 1891. Historia del Nuevo Mundo. Sevilla: Imprenta de E. Rasco. __. 1990. Inca Religion and Customs, Book II. Traducido por Hamilton. Austin: University ofTexas Press. 17 "Estos artífices y maestros que con estudio aprendían estos oficios, no eran oficiales públicos y comunes que trabajaban para cuales­ quiera del pueblo que se lo pagase[...], sino que sólo se ocupaban en servicio del Inca y de los grandes señores [...] oficios, conviene a saber, cumbicamayos o tejedores de cumbis [...] los aprendían y profesaban personas que por toda la vida se dedicaban a ellos" (Cobo 1990, 239-240). 18 Capac uncu es un término que emplea Martín de Murúa ([1611] 1987, 225). (Phipps 2004e). 32 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 33. Desrosiers, Sophie. 1986. "An Interpretation ofTechnical Weaving Data Found in an Early 171:h-Century Chronicle". En The Junius B. Bird Conference on Andean Textiles, April 7th arid 8th, 1984, 219-241. Washington D.C.:TheTextileMuseum. Dransart, Penelope. 2016. "The sounds and tastes of colours: hue and saturation in Isluga textiles". Nuevo MundoMundos Nuevos [en línea],Coloquios, puesto en línea 07/07/2016. https://journals.openedition. org/nuevomundo/69188 (fecha de la última consulta: 18/11/2017). González Holguín, Diego. 1608. Vocabulario de la lengua general de todo el Peru llamada lengua Qquichua, o del Inca. Lima: Imprenta de Francisco delCanto. Guamán Poma de Ayala, Felipe. 1615/1616. El primer nueva coránica i buen gobierno. GKS 2232 4º . Copenhague: Det Kongelige Bibliotek. http://www. kb.dk/permalink/2006/poma/info/en/frontpage.htm (fecha de la última consulta: 20/11/2017) Murúa,Martín de. [1613] 2008. Historia general del Piru [edición facsímil]. LosÁngeles:Getty Publications. Pachacuti Yamqui Salcamaygua, Joan de SantaCruz. 1993. "Relación de antiguedades <leste reyno del Piru". En Pierre Duviols yCésar Itier, eds. París:Travaux de l'Institut fran�ais d'études andines. https:/jbooks. openedition.org/ifea/2333?lang=en. Phipps, Elena. 2000. "'Tornesa/': AColonial synthesis of European and Andean textile traditions". En Approaching Textiles, Varying Viewpoints: Proceedings ofthe Seventh Biennial Symposium ofthe Textile Sodety of America, Santa Fe, New Mexico. 834, 221-230. http://digitalcommons.unl.edu/tsaconf/834 (fecha de la última consulta:20/11/2017). __. 200�. ''Woman's dress (anacu)". En Elena Phipps, Johanna Hecht yCristina EsterasMartín, The. Colonial Andes: Tapestries and Silverwork, 1530-1830. Entrada de catálogo nº 3, 130-132, y n. p. 1. Nueva York: TheMetropolitanMuseum ofArt y New Haven, y Londres: Yale University Press. __. 2004b. "Tapestry with interlace designs and viscachas". En The ColonialAndes... Entrada de catálogo nº 53, 214-216. __. 2004c. "Tapestry carpet with wreaths". En The Colonial Andes... Entrada de catálogo nº 70, 238-240. __. 2004d. "Tapestry with wreath and tocapu". En The ColonialAndes... Entrada de catálogo nº 71, 240-242. __. 2004e. "Man's tunic (uncu)". En The Colonial Andes... Entrada de catálogo nº 18, 153-156. __. 2010. "Woven Silver and Gold:Metallic Yarns in Colonial AndeanTextiles". Notes in the History of Art 29 3, Spedal Issue: Paradoxes and Parallels in the New World:4-11. __. 2012. "TextileColors andColorants in the Andes". En Colors between Two Worlds. The FlorentineCodex of Bernardino de Sahagún, Gerhard Wolf, JosephConnors y Louis A. Waldman, eds., 256-280. Florencia: Harvard University Press. __. 2015. ''Woven Documents:Color, Design and Cultural Origin of theTextiles in the GettyMurúa". EnManuscript Cultures of ColonialMexico and Peru: New Questions and Approaches,Thomas B. F.Cummins, Emily A. Engel, Barbara Anderson y JuanM. Ossio A., eds., 65-84. Los Ángeles: GettyResearch Institute Publications. Reinhard, Johan yMaríaConstanzaCeruti. 2010. Inca Rituals and Sacred Mountains: A Study of the World's HighestArchaeological Sites. Los Ángeles:TheCotsen Institute of Archaeology Press. Ricardo, Antonio, ed. [1586] 1951. Vocabulario y phrasis en la lengua general de los indios del Perú, llamada quichua, y en la lengua española. Lima: Universidad Nacional Mayor de SanMarcos_, Instituto de Historia de la Facultad de Letras. Salomon, Frank y George L. Urioste, eds. 1991. The HuarochiriManuscript:A Testament ofAncient and Colonial Andean Religion. Austin: University ofTexas Press. Valcárcel,Carlos Daniel. 1974. Fuentes documentales para la historia de la independenda deAmerica. Vol. 3: Misión de investigación en los archivos europeos, 408.Caracas: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Comité Orígenes de la Emancipación. Wuffarden, Luis Eduardo. 2004. "CorpusChristi". En Elena Phipps, Johanna Hecht yCristina Esteras Martín, The Colonial Andes: Tapestries and Silverwork, 1530-1830. Entradas de catálogo nº n6a-d, 311-318. Nueva York:TheMetropolitanMuseum of Art y New Haven, y Londres:Yale University Press. Zuidema,R.Tom. 1990. Inca Civilization in Cuzco. Traducido por Jean-Jacques Decoster. Austin: University ofTexas Press. PHIPPS 33
  • 34.
  • 35. PATRONES DE REFERENCIA PARA IDENTIFICACIÓN DE TINTES NATURALES Ana Roquero1 Si tienes que cuidar de algo, es de gran ayuda saber de qué está hecho... Max Saltzman Aunque hay encajes y lencería de blancura absoluta, casi siempre tejidos y color van asociados. ¿con qué se tiñeron las fibras de los tejidos históricos y arqueológicos que se conservan? Conocer la natu­ raleza y el origen de los tintes naturales -extraídos de plantas, insectos y moluscos marinos- que se emplearon hasta mediados del siglo XIX aporta, en algunos casos, importantes datos a la hora de fechar un tejido y atribuir su procedencia y sirve, incluso, para detectar casos de posible falsificación. Por otra parte, la información sobre las características de cada colorante -su solidez o su facilidad de degra­ dación- serán de máxima utilidad para establecer criterios de restauración, así como sistemas adecua­ dos de conservación, almacenaje y exposición. Históricamente, a finales del siglo XIX y prin­ cipios del siglo XX se produjo en Occidente un renovado impulso a favor de las excavaciones arqueológicas y se comenzaron a tener en cuenta los hallazgos textiles. Simultáneamente, los museos empezaron a coleccionar material etnográfico de diferentes culturas, con singular interés por los textiles. De esta manera se conserva un colosal patrimonio, en parte gracias a que en el ámbito privado los tejidos, tanto de ajuar doméstico como de indumentaria, fueron histórica y universalmen­ te considerados objetos de valor que las familias podían transportar fácilmente -al igual que las joyas- en el caso de viajar por gusto o por necesi­ dad, y que eran incluidos en los legados y testamen­ tos de todas las clases sociales, desde las ricas telas que poseía la nobleza hasta las humildes enaguas "todavía en buen uso" que dejaría en herencia una modesta campesina. Si bien en un principio el interés era simple­ mente formar y poseer colecciones, quedaron constituidos unos fondos cuyo estudio científico habría de comenzar medio siglo más tarde. A partir del momento en que se reconocieron los tejidos antiguos como exponentes de refinada expresión artística -además de auténticas obras de ingenie­ ría-, nacieron las instituciones privadas y públicas para su estudio histórico y técnico. En ellas comen­ zaron a desarrollarse análisis multidisciplinares, en los cuales participaron historiadores, arqueólogos, fotógrafos, físicos, químicos, biólogos, botánicos, restauradores y conservadores. Sin embargo, uno de los mayores inconvenientes para llevar a cabo estos estudios multidisciplinares fue, en un principio, la escasa disponibilidad de patrones de referencia teñidos con tintes naturales según recetas tradicio­ nales con los que comparar los tintes utilizados en los tejidos históricos. PATRONES DE REFERENCIA El patrón consiste en una fibra teñida con una mate­ ria tintórea de propiedades y procedencia conocidas. Dicha muestra debe ir avalada por su caracterización mediante análisis químico que identifique y cuantifi­ que los elementos presentes en ella. Para llegar a recrear un tinte antiguo y conden­ sar en una ficha su historial científico y técnico, el recorrido es largo; las fuentes documentales dispo­ nibles se remontan a la Antigüedad. Ejemplos bien conocidos de antiquísimos documentos con recetas de teñido son la tablilla neobabilónica con escritura cuneiforme (ca. siglo VII a.C.) que se conserva en el Museo Británico y los papiros escritos en griego Mi agradecimiento a Silvia Ventosa y Estrella Sanz, siempre mis mejores críticas. ROQUERO 35
  • 36. -f,__ ,_ 1 � L :;. r,rt 1 > � �,_· Fig. 1. Colección de 457 patrones de tintes naturales procedentes de América, Europa, Asia y el norte de África. Autora: Ana Roquero. Foto: Pedro Laguna encontrados en Tebas, Papyrus Graecus Holmiensis2 y Papiro de Leiden3 (finales del siglo III o principios del siglo IV d.C.). En el caso concreto de la colección de patrones que presenté en el seminario "Materialitybetween Art, Science and Culture in the Viceroyalties (16th-18th Centuries): An Interdisciplinary Vision toward the Writing ofa New Colonial Art History'', Getty/UNSAM, Buenos Aires-Córdoba, en marzo de 2014 (Fig. 1), la bibliografía consultada se centró en los siguientes bloques: • Autores griegos y latinos, para los tintes de la Antigüedad en la cuenca mediterránea • Literatura de la España medieval cristiana y mu­ sulmana, para los tintes hispano-musulmanes Real Academia Sueca de Letras, Historia y Antigüedades, Estocolmo. Rijksmuseum van Oudheden, Leiden. • Crónicas de Indias de los siglos XVI-XVII para los tintes de la América precolombina • Recopilaciones de recetas de los siglos XV-XVII y tratados de tintorería del siglo XVIII, para Europa • Recetarios industriales de principios del siglo XX • Estudios contemporáneos sobre historia y tecno­ logía del tinte TRABAJO DE CAMPO Aunque las recetas descriptas en los textos son fundamentales para la recreación de un tinte, nada es tan esclarecedor como observar los procedi­ mientos que han permanecido vivos en la práctica popular. En muchas culturas en las que la tinto­ rería y las artes textiles estuvieron, en su origen, 36 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 37. sometidas a la producción para una élite, cuando los antiguos tintoreros dejaron de estar al servicio de reyes y amos continuaron, a veces por siglos, tiñendo su propia ropa. En la actualidad, se trata generalmente de modestos artesanos que viven en lugares apartados, aunque, excepcionalmente, en países como Japón y, en gran medida, en México, son artífices reconocidos e incluso venerados por sus conocimientos. EXPERIMENTACIÓN En la medida de lo posible, es conveniente emplear los mordientes y el procedimiento mediante el que se suponefue teñido el tejidooriginal, ya que no sólo importa saber "de qué", sino también "cómo" fue hecho el objeto de estudio. Por ello, en ocasio­ nes muy especiales o como experimento, puede ser de interés reproducir recetas antiguas como la que transcribimos a continuación para teñir un paño escarlata (Tabla 1). DOCUMENTACIÓN El patrón resultante de la experimentación con una receta no sería de gran utilidad por sí solo: debe llevar adjunta la información que permita la mayor aproximación posible al origen del tinte. En las Tablas 2 y 3 puede verse un ejemplo de la información que acompaña al patrón de color. La Tabla 2 contiene la información resumida que se adjunta al patrón. Como puede observarse, debe incluir la identificación de sus principales compo­ nentes mediante análisis químico. La Tabla 3 reproduce el modelo de ficha que correspondería a la materia prima empleada para obtener el tinte. Además de los datos acerca de su naturalezay de los principios colorantes que contiene, la cronología de las referencias históricas y bibliográficas acerca de su empleo y su distri­ bución comercial en diferentes épocas ayudará al investigador a acotar la procedencia y datación de un tejido. Asimismo, la herborización de plantas tintóreas y su identificación en herbarios de los países donde se recolectaron constituirán un valioso corpus para consulta (Fig. 2). Tabla 1 A far uno be/o pano de seor/atto. Tal como fue aprobado en Venecia, a 18 días de enero de 1488 (Rebora 1970, 121-122)* Primera fase: preparar agua fuerte agua 2 cubos salvado 7,5 litros agárico (Fornes officinalis) 2 onzas almidón 12 onzas levadura (como para un pan) Calentar y dejar reposar una noche Segunda fase: granar el paño Lavar la lana en agua con salvado En el mismo baño añadir: grana en polvo genciana (Gentiana lutea) goma arábiga agárico Teñir Tercera fase 36 libras 4 onzas 1 onza 1 onza Sacar el paño y refrescar el tinte con dos cubos de agua fuerte Bañar nuevamente el paño Sacar y lavar Cuarta fase: "rosar" o "ranciar" el paño Agregar al baño agua fuerte 2 cubos salvado un poco cremar tártaro 4 onzas alumbre 1 onza agárico 1 onza arsénico 2 onzas sal amoníaco 1 onza Disolver los ingredientes y meter el paño dándole cinco vueltas. • El manuscrito original (1490) se encuentra en la Biblioteca Comunale di Como ROQUERO 37
  • 38. HERBAR I O DE PLANTAS TINTÓREA S· ANA ROQUER O Pliego n º : Fa mil ia: l€5VUvi1,,4,QfQ,g . Géncrn yes p<cic, Ca.er ..lT'i 1M � ecLvi"-,h; Loca li u,c ió n, call e d e '), w -Pw/,; Ha bi ta t: ot'l,,Ul, rM. ( .l,lf� I · Co lc c cio n a J cr. Q...uc. llc,7u-erCJ Jlctccm i n ad o, '5wi /y,,. l.ew i r / KeuJ · Lou,do //1 • f ec ha , 1- 'Se r. Zoo z Fi g. 2. Pliego de herbar io de Caesa l p in ia echino t a (pa l o brasil). Colección de Plantas tintóreas del Continent e A mer i ca no , R ea l J a r d ín Bo tánico , Madri d . A ut o r a : A n a Ro q uero. F o t o: P e d r o Lagu na 3 8 MA T ERIA AMERICAN A I CUERPOS AMERICANOS: TRADICI ONES E IDENTIDADE S
  • 39. Tabla 2 Nombre científico Nombre común Procedencia Parte utilizada Procedimiento Soporte Caracterización materia prima componentes Cuscuta Zacatlaxcalí México Toda la planta Mordentado Lana Flavonoides: americana L. Tabla 3 Nombre científico (de la planta, insecto o molusco) Nombres comunes Hábitat Distribución Descripción Partes utilizadas IDEIHIFICACIÓN DE TINTES Es obligado destacar la figura del químico estadou­ nidense Max Saltzman (1917-2001) como pionero en la aplicación de técnicas específicas para la identificación de los tintes históricos. Sus investi­ gaciones, iniciadas durante los años cincuenta del sigloXX, sentaron las bases para el empleo de los procedimientos mencionados y, asimismo, fue suya la iniciativa de crear un programa académico sobre tecnología del color, que se estableció a principios de los sesenta en el Rensselaer Polytechnic Institute de Nueva York (Saltzman 1978; 1986). No menos importante dentro de su proyecto didáctico fue la publicación, en colaboración con Fred W. Éillmeyer, Jr., de la obra de referencia Principies ofColor Technology (Billmeyer y Saltzman 1966). Respecto de la metodología de análisis de los tintes, Sanz Rodríguez (2010, 157-177) dice: Actualmente, como la mayoría de los tintes contie­ nen más de un compuesto responsable de su color y, ocasionalmente, se usaban mezclas de tintes para obtener distintas tonalidades, las técnicas cromato­ gráficas capaces de separar mezclas de compuestos son las queofrecen mejores resultados. De todas estas técnicas, la cromatografía líquida (LC) es la Sustanciascolorantespuras. alumbre Kaempferol Quercetina Luteolína Procedimiento habitual de teñido Principios colorantes que contiene Cronología de datos históricos y etnohistóricos Bibliografía más empleada. Utilizando este procedimiento se consigue separar los compuestos presentes en una muestra, quedando cada uno de ellos caracteri­ zado por su ''tiempo de retención" en el sistema cromatográfico. Para la identificación de dichos compuestos, separados mediante LC, se acopla al sistema cro­ matográfico un detector. Tradicionalmente se han utilizado detectores que determinan el espectro de UV-vis (ultravioleta visible) de cada compuesto, como son los detectores de fotodiodos en serie (PDA). De este modo cada compuesto estará carac­ terizado, además de por su tiempo de retención, por su espectro de UV-vis. Comparando estos parámetros con los que se pueden obtener mediante el análisis de "stan­ dards"4 (por ejemplo, ácido carmínico, alizarina, indigotina, luteolina, etc.), se puede llevar a cabo la identificación de cada compuesto y, en consecuen­ cia, del tinte/tintes presentes. No obstante, muchos compuestos presentes en los tintes naturales pueden presentar tiem­ pos de retención y espectros muy similares, aun siendo compuestos diferentes. Adicionalmente, pueden encontrarse compuestos cuyos tiempos de retención y/o espectros de UV-vis no coincidan ROQUERO 39
  • 40. Fig. 3. Textil precolombino. Museo Amano, Lima. Foto: Antón Laguna con ningún "standard" disponible. Por esta razón, la tendencia actual es ta utilización de espectróme­ tros de masas (MS) como detectores. Estos detec­ tores permiten la identificación de compuestos en función de su espectro de masas, el cual constituye la ''huella digital" de un componente. Sin embargo, aun conociendo los principales compuestos presentes en la muestra, la identifi­ cación exacta de la materia prima es, en muchos casos, un reto difícil de superar. Esto es debido a que plantas o animales de diferente familia, género y especie pueden contener los mismos compuestos principales responsables del color. Por ejemplo, la alizarina y la purpurina, que son los principales componentes de los tintes agrupados bajo la deno­ minación de granzas, están presentes en distintas especies de los géneros Rubia y Galium. Del mismo modo, el ácido carmínico es el principal compo­ nente de todas las cochinillas: americana, polaca o armenia. Es, pues, necesario disponer de un perfil cromatográfico completo que incluya todos los compuestos existentes en una determinada especie de planta o animal -no sólo el principal-, así como saber en qué proporción se encuentran estos compuestos en esa especie en concreto. Esta información sólo puede obtenerse tras el análisis del patrón de referencia teñido concretamente con esa especie. Como puede concluirse de lo anteriormente dicho, disponer de una colección de patrones de referencia de tintes históricos constituye una parte fundamental a la hora de enfrentarse al análisis de un tejido histórico. Los patrones se analizan previa- . mente siguiendo el método analítico que después será aplicado a las muestras "reales", de manera tal que se dispondrá de una base de datos con la que comparar los tiempos de retención, espectros de UV-vis, espectros de masas, etc., obtenidos de las muestras. Cuanto más numerosa, variada y deta­ llada sea la colección de patrones de referencia disponible, la identificación del tinte presente en el tejido será más rápida, eficaz y fiable. PROCESO DE IDENTIFICACIÓN El sistema generalmente empleado comprende los siguientes pasos: 1. Comparación visual del color del fragmento con patrones de referencia teñidos con materias colorantes conocidas. Como ejemplo, en las Figuras 3 y 4 el color rojo del fondo del tejido se correspondería, a primera vista, con el patrón número 66 de la colección, teñido con cochinilla (Dactylopius coccus). 2. Comparación visual con patrones teñidos con las mismas materias colorantes, pero sometidos a envejecimiento artificialmente, ya que el color original de la fibra puede haberse degradado. 3. Comparación visual con patrones teñidos con las mismas materias colorantes sobre diferentes fibras, puesto que un mismo tinte produce dife­ rentes tonalidades sobre diferentes soportes. 4. Toma de un pequeño fragmento de muestra del tejido que se quiere analizar. 40 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 41. Fig. 4. Detalle. Colección de 303 patrones de tintes del Continente Americano. Instituto de l Patrimonio Cultural de España, Madrid. Autora: Ana Roquero. Foto: Pedro Laguna 5. Examen del fragmento bajo el microscopio estereoscópico para observar la composición de la fibra y detectar fenómenos de decoloración e impurezas. 6. An tes de su análisis cromatográfico, los tin- tes deben ser extraídos de la fibra mediante la aplicación del tratamiento de muestra adecuado. Ya que la mayoría de los tintes están mordenta­ dos con iones metálicos como A1•3 o Fe•3, entre otros, el tratamiento de la muestra debe incluir una etapa donde se produzca la ruptura del com­ plejo metal-tinte. Esta etapa es crucial, puesto que el tinte natural será identificado en función de los compuestos extraídos. El tratamiento de la muestra requiere que la extracción sea efectiva para todos los compuestos presentes y que preserve su integridad, incluso la de aquellos más lábiles. Una vez liberados, los compuestos se ext raen mediante un disolvente adecuado an­ tes de su inyección en el sistema cromatográfico. 7. Análisis cromatográfico: los parámetros analíti­ cos obtenidos para cada compuesto detectado, como tiempo de retención, espectro de UV-vis y/o espectro de masas, así como la proporción de los compuestos detectados, se comparan con los obtenidos para los patrones de referencia inclui­ dos en la base de datos creada previamente tras su análisis (Sanz Rodríguez 2010, 157-177). PROPUESTAS PARA FUTURAS INVESTIGACIONES Es gigantesco lo que se ha avanzado desde las primeras décadas del siglo XX en la comprensión de los fenómenos físicos y químicos que ocurren durante los procesos de teñido, en el conocimiento de la composición química y en la clasificación de los colorantes naturales, de sus propiedades y su comportamiento, así como en la tecnología que permite identificarlos. Sin embargo, solamente un pequeño porcentaje de los patrones disponibles ha sido utilizado en los laboratorios (Fig. 5). La razón estriba, sin duda, en que para las ricas telas que se suelen estudiar -las únicas que se han conservado hasta hoy- sólo se emplearon tintes de máxima calidad, es decir, grana quermes, cochinillas, granza, índigo y púrpura en un porcentaje abrumador. Por ejemplo, sigue siendo un reto determinar el origen de muchos tirites amarillos más allá de ROQUERO 41
  • 42. Fig. 5. Detalle. Colección de 64 patrones reproducidos a partir del manuscrito de un maestro sedero del siglo XVIII. Museo de la Seda de El Paso, San Miguel de La Palma, Islas Canarias. Autora: Ana Roquero. Foto: Pedro Laguna la genista y la gualda predominantes en Europa. Es el caso singular de la chilca o carqueja (Baccharis genistelloides), cuyo tinte amarillo, debido a los fla­ vonoides que contiene, es modificado al ser atacada la planta por el hongo Microcyclus tinctoria, que proporciona un tinte verde. El hecho de aparecer mencionado en las crónicas de Indias del siglo XVII y su uso vigente en el área andina permite aventurar que podría haberse empleado en textiles precolom­ binos peruanos (Roquero 2006, 109). Un hecho comercial de dimensiones extraordi­ narias fue la explotación en las costas del Pacífico, entre Ecuador y Pení, desde principios del siglo XIX y a lo largo de más de cien años, de líquenes productores de tinte púrpura. Según comunicación personal de la investigadora Isabella Whitworth, que ha tenido acceso a los archivos de la com- pañía inglesa de colorantes Wood & Bedford, se llegaron a importar desde Ecuador, durante ese período, toneladas de líquenes (Whitworth 2010, 22-25; Aguirre-Hudson, Whitworth y Spooner 2011, 185-211). Sería interesante averiguar si las cultu- ras costeras del antiguo Pení aprovecharon esta abundante fuente de colorante púrpura, aun cuando dispusieran de la púrpura procedente de moluscos marinos. Actualmente, los tintoreros de la región del Cuzco conocen y emplean líquenes de varias especies, sobre todo del género Ramalina, para teñir de rojo anaranjado, lo cual permitiría pensar que la utilización de líquenes tintóreos puede proceder de épocas remotas y encontrarse en tejidos antiguos. En cuanto a soportes no textiles, se observa igualmente en códices y manuscritos el predominio del uso de la cochinilla para el rojo y el índigo para el azul. Sin embargo, no fue así en todos los casos. Para pintar sobre lámina vegetal, y más tarde sobre papel europeo, los artistas andinos y centroameri­ canos, además de contar con pigmentos minerales, hacían "muchos colores [...] de flores" (Benavente 1988, 251). Hacia finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, los dibujantes de las expediciones cien­ tíficas ilustradas, encargados dé realizar láminas de botánica y zoología en el continente americano, emplearon, a modo de acuarela, jugos de pétalos de flores. Martín Sessé y Mariano Mociño dejaron constancia de haber utilizado matlalli (Commelina coelestis) para iluminar los dibujos de plantas y pá­ jaros de la Nueva España: "La infusión de las flores en agua proporciona un bello color azul, el papel de las láminas de herbario queda teñido al prensar las flores. Aplicado en nuestros dibujos de flores y pájaros representa sus colores con gran nitidez" (Sessé y Mociño 1894). He aquí otro interesantísimo caso para estudio. Por suerte, queda mucho por investigar y tene­ mos cada vez mejores herramientas para hacerlo. 42 MATERIA AMERICANA I CUERPOS AMERICANOS: TRADICIONES E IDENTIDADES
  • 43. BIBLIOGRAFÍA Aguirre-Hudsop., Begoña, Isabella Whitworth y Brian M. Spooner. 2011. "J. M.Despréaux' Lichens from the Canary Islands and West Africa: An Account ofa 19th Century Collection Found in an English Archive". Botanical Journal ofthe Linnean Society, 166. Benavente, Fray Toribio de. 1988. Historia de los Indios de Nueva Esp!Íña. Madrid: Alianza. Billmeyer, Fred y Max Saltzman. 1966. Principies ofColor Technology. Nueva York: Interscience Publishers. Hofenk de Graaf, Judith. 2004. The Colourful Past. Origins, Chemistry and Identification ofNatural Dyestuffs. Londres: Abegg-Stifftung & Archetype. Rebora, Giovanni. 1970. Un Manuale di Tintoria del Quattrocento. Milán: A. Giuffre Roquero, Ana. 2006. Tintesy tintoreros de América - Catálogo de materias primasy registro etnográfico de México, Centro América, Andes Centralesy Selva Amazónica. Madrid: Instituto del Patrimonio Histórico Español, Ministerio de Cultura. Saltzman, Max. 1986. "Analysis ofDyes in Museum Textiles; or, You Can't Tell a Dye by its Color''. En Textile Conservation Symposium in Honour of Pat Reeves, C. McLeany P. Connel, eds., 32-39. Los Ángeles: Conservation Center, Los Angeles County Museum ofArt. __. 1978. "The Identification ofDyes in Archaeological and Ethnographic Textiles". Archaeological Chemistry II, Advances in Chemistry Series, 171: 172-185. Sanz Rodríguez, Estrella. 2010. "Metodología analítica para el análisis de los tintes naturales presentes en tejidos históricos". En Jornadas Internacionales sobre Conservación de Tejidos Procedentes de Contextos Funerarios. Madrid: Ministerio de Cultura y Secretaría General Técnica. Schweppe, Helmut. 1986. "Identification ofDyes in Historie TextileMaterials". En Historie Textile and Paper Materials: Conservation and Characterization, H. L. Needles y S. H. Zeronian, eds., 153-174. Washington D.C.: American Chemical Society. __. 1988. Practica/ Informationfor the Identification of Dyes on Historie Textile Materials. Washington D.C.: Smithsonian Institution Press. Sessé, Martín y José Mariano Mociño. 1894. Flora mexicana. México: OficinaTipográfica de la Secretaría de Fomento. Whitworth, Isabella. 2010. "Beyond the Archive to Ecuador". The Journalfor Weavers, Spinners and Dyers, 233. ROQUERO 43
  • 44.
  • 45. COLORES CAMBIANTES EN UN MUNDO CAMBIANTE: LA TECNOLOGÍA DE LA PINTURA DE CÓDICES EN LA MESOAMÉRICA POSCLÁSICA Y COLONIAL TEMPRANA Davide Domenici, David Buti, Costanza Miliani y Antonio Sgamelotti MANUSCRITOS PINTADOS EN LA MESOAMÉRICA ANTIGUA Los antiguos pueblos mesoamericanos produje­ ron una gran cantidad de manuscritos pictóricos o códices -como a menudo se los llama- dedicados a una gran variedad de temas, tales como las narrati­ vas y genealogías mitológico-históricas, los calen­ darios y almanaquesadivinatorios, los manuales rituales, las tablas astronómicas, etc.1 El repertorio visual precolonial en distintos medios y los relatos coloniales muestran que los manuscritos pictó­ ricos se contaban entre los productos culturales más apreciados, verdaderas materializaciones de la memoria culturalmesoamericana. Los códices eran pintados por hábiles artistas, llamados tlacuilo en náhuatl y aj tz'ib en maya ch'olano clásico, a quienes se describía como artistas paradigmáticos y sabios. Según los informantes nativos nahuas del fraile franciscano Bemardino de Sahagún, el sabio (tlamatinz) era el que tiene ''los libros" (amoxtin), mientras que el augur (tlapouhque) era el dueño de manuscritos (amoxtin) y de pinturas (tlacuiloltin). Como dato interesante, los colores empleados por los pintores de los manuscritos se percibían como ejemplificaciones materiales de conocimientos, de modo que el difrasismo in tlilli, in tlapalli (por lo general traducido como "tinta negra, tinta roja", aunque de hecho tiene el significado más amplio de "lo negro, lo coloreado") era una metáfora nahua habitual del conocimiento sagrado y de los principios morales. El sabio, entonces, no sólo era el dueño de los manuscritos, sino también de "lo negro, lo coloreado"; en realidad, en palabras de los informantes de Sahagún, "él mismo es lo negro, lo coloreado" (Sahagún 1950-1982, X, 29). Dada la relevancia cultural de los manuscritos pintados en la Mesoamérica antigua, resulta trágico que menos de quince de ellos hayan sobrevivido hasta nuestros días. Compuestos de materiales muy perecederos, el gran número de códices que puede afirmarse que se produjeron durante los períodos , preclásico y clásico no soportó la dureza del clima mesoamericano. Los pocos ejemplares recuperados en excavaciones arqueológicas -en sitios mayas como Uaxactún (Guatemala), Nebaj (Guatemala), Altún Ha (Belice) y Copán (Honduras), o en el sitio zoque en Mirador (México)- se redujeron a trozos del carbonato de calcio que originariamente cubría las páginas (Carter y Dobereiner 2016); la única excepción a esta regla es el Códice Grolier, un manuscrito del período posclásico temprano de la civilización maya supuestamente saqueado de una cueva seca en Chiapas, México (Coe et al. 2015). Y es mucho más lamentable que los códices posclá­ sicos albergados en cortes y bibliotecas mesoame­ ricanas durante la conquista española terminaran casi completamente destruidos durante los enfren­ tamientos militares y, en especial, en las subsiguien­ tes campañas de "extirpación de idolatrías". Los manuscritos pictóricos que aún se conservan son Véase una introducción a los códices mesoamericanos en Escalante Gonzalbo (2010). DOMENICI / BUTI / MILIANI / SGAMELOTTI 45