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2018 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado.
Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto. Federico Salvador y
Rosario Arrevillaga – Edición actualizada
Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia
Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La
Inmaculada Niña.
http://angarmegia.com - angarmegia@angarmegia.com
Meditaciones
dadas a un alma
enamorada de la Esclavitud
en su grado más perfecto.
Federico Salvador y Rosario Arrevillaga
Publicadas en la revista mariana Esclava y Reina entre abril de 1925 y agosto de 1928
Guadix – Granada - España
Edición actualizada por
María Dolores Mira Gómez de Mercado
Antonio García Megía
CONTENIDO
EN TORNO A LAS MEDITACIONES............................................................................ 7
NOTAS DE LOS EDITORES ..........................................................................................................................................................................7
MADRE ROSARIO FORMADORA DE ESCLAVOS...................................................................................................................................................9
NIÑO LUISITO......................................................................................................................................................................................14
EL MOMENTO HISTÓRICO.........................................................................................................................................................................14
EL ENEMIGO INTERNO............................................................................................................................................................................16
ANEXO – ORIGEN DOCUMENTAL DE LOS TEXTOS............................................................................................................................................18
MEDITACIONES
1. DEL PRINCIPIO DE LA ESCLAVITUD .....................................................................................................................21
2. DEL VOTO DE OBEDIENCIA A LOS SRES. OBISPOS.................................................................................................23
3. DEL DESEO DE ESCLAVITUD ...............................................................................................................................29
4. EL AMOR A DIOS Y A LAS ALMAS QUE EXIGE NUESTRA ESCLAVITUD ......................................................................35
5. OBEDIENCIA PRÁCTICA DE LA ESCLAVITUD..........................................................................................................43
6. HUMILDAD DE LA ESCLAVITUD............................................................................................................................49
7. DE CÓMO SE HA DE PRACTICAR TANTA HUMILDAD ...............................................................................................55
8. NUESTRO MODELO ES JESÚS EN LA CRUZ............................................................................................................63
9. NUESTRO MODELO ES MARÍA EN LA ENCARNACIÓN ..............................................................................................69
10. NUESTRO MÁS PERFECTO MODELO: LA EUCARISTÍA..............................................................................................75
11. LA CRUZ ES EL ÁRBOL DE LA ESCLAVITUD ...........................................................................................................81
12. LA FLOR DE LA ESCLAVITUD SON LAS SACRAMENTADAS.......................................................................................87
13. LA OBEDIENCIA ES LA FLOR DE LA ESCLAVITUD...................................................................................................93
14. SÓLO LA ESCLAVITUD DE AMOR SALVA................................................................................................................99
15. LA ESCLAVITUD DE JESÚS ANUNCIADA..............................................................................................................103
16. LA ESCLAVITUD DE JESÚS. PADECIMIENTO, ABNEGACIÓN, PRIVACIÓN..................................................................109
17. LA ESCLAVITUD DE JESÚS PRACTICADA CUÁNDO, CÓMO Y SIEMPRE QUE DIOS QUIERE............................................114
18. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 1..........121
19. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 2..........125
20. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 3..........131
21. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 4..........137
22. JESÚS, CON ESTA DEPENDENCIA, SÓLO HA BUSCADO LA GLORIA DE SU PADRE......................................................143
23. HEMOS DE SER SEMEJANTES A JESÚS EN LA ESCLAVITUD..................................................................................147
24. HEMOS DE CUMPLIR LA VOLUNTAD DE JESÚS ....................................................................................................151
25. HEMOS DE OÍR PARA CUMPLIR LA PALABRA DE JESÚS........................................................................................155
26. GALARDÓN DE LOS QUE CON JESÚS CUMPLE LA DIVINA VOLUNTAD ......................................................................161
27. SERÉ ESCLAVO, ABNEGÁNDOME .......................................................................................................................167
28. SERÉ ESCLAVO ABNEGÁNDOME, Y SIGUIENDO A JESÚS.......................................................................................173
29. JESÚS NOS ENSEÑA A SER LOS ÚLTIMOS ..........................................................................................................179
30. JESÚS QUIERE QUE SEAMOS NIÑOS ..................................................................................................................184
31. SI NO SIGO A JESÚS SERÉ CASTIGADO..............................................................................................................191
32. POR AMOR HE DE OBEDECER A JESÚS...............................................................................................................195
33. SOMETIÉNDOME A JESÚS TODO LO ALCANZARÉ DEL PADRE.................................................................................201
34. EL EJEMPLO DE LOS APÓSTOLES Y DE LOS MÁRTIRES NOS INDUCE A SOMETERNOS A JESÚS .................................207
35. DEBEMOS OBEDECER A JESÚS SI QUEREMOS PERSEVERAR..................................................................................213
7
En torno a las Meditaciones
NOTAS DE LOS EDITORES
Este documento recoge las treinta y cinco primeras meditaciones incluidas en la sección
«Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto»,
que, con la firma I.M.R., publica la Revista Marina Esclava y Reina a partir de su número
100 (Guadix, Granada, abril de 1925). El contenido que sigue comienza en esa fecha y
concluye en el número 140 (Guadix, Granada, julio/agosto de 1928).
El hecho diferencial que singulariza el conjunto que se edita del resto de la serie, estriba
en que, todas ellas, salvo la primera, se inician con una propuesta temática y metodológica
del padre Federico Salvador que centra y monitoriza el comentario siguiente, a cargo de
Rosario Arrevillaga (I.M.R., Infantita Madre Rosario). Llama la atención el hecho de que,
pese a tratarse de reflexiones fechadas casi veinte años antes, 1906, su difusión pública
comienza apenas tres meses después del fallecimiento de Madre Rosario, acecido el 10
de enero de 1925,
Los textos, aun cuando se contemplen desde el exterior y a más de un siglo de distancia,
pueden cautivar a cualquier lector curioso, incluso si sus intereses no se incardinan en un
universo religioso-espiritual.
Su contenido permite intuir de manera clara la fortaleza de los vínculos que embonan las
almas de los dos fundadores de la Congregación de Esclavas y Esclavos de la Inmaculada
Niña, Divina Infantita. He aquí alguna muestra:
«Así como nuestro Padre dice que a nadie reconocerá por suyo si no es llevado a él por
mí y no quiere sujetarse a mi voluntad, yo tampoco reconoceré a las que no vean en él
a su Padre y le tengan suma confianza para descubrirle toda su alma, sin tener un
secreto, sin ocultarle un solo pensamiento, tratando de que su alma de Vds. embone
en la suya por medio de un amor lleno de respeto y de obediencia, porque solamente
así tendré esclavas formadas a su espíritu. Si Vds. creen que pueden ser esclavas sin el
espíritu de nuestro Padre, yo les digo que todo serán, menos esclavas, y que, por mi
parte, no las quiero, ni las acepto, ni las necesito.»
«Sí él quiere ver en sus hijos y en sus hijas un perfecto retrato mío, yo no quiero más
que hijas e hijos que lo imiten a él, que estudien sus virtudes, que beban su aliento
para que sean un retrato suyo. Pero eso no puede ser si Vds. no procuran consultarle
y seguir todas sus indicaciones y consejos».
«Yo no reconozco por hija a la que no se ocupe de nuestro Padre, ya lo saben. Con tal
motivo pueden decir únicamente que son hijas mías las que a él lo respeten, lo traten
con cariño, y lo quieran con encanto. Pero, en cambio, las que lo desprecien, las que
no sientan que les nace de corazón decirles algo y dejen pasar el tiempo sin acordarse
8
de que existe, esas, no son nada mío. Pueden hacer lo que gusten, las dejo en completa
libertad.»
«¡Lo que es las almas, a mí me importaban un comino y me tenía sin cuidado lo que
pudiera ser de ellas! ¿Saben quién ha sido el que me ha hecho amarlas y llegar a
interesarme por ellas? ¡Nuestro Padre! Dios Ntro. Señor, al unirnos a los dos para la
Obra, quiso que él me impregnara de esa locura que sentía en su corazón por la
salvación de las almas y permitió también que yo le dijera: sí, ayudaré a salvarlas, pero
mediante esta Reina pequeñita y en su nombre solamente.»
«Así quiso Ntro. Señor que él pusiera todo su amor en esa imagen de la Divina Niña,
porque no pensaba ni siquiera en una imagen, sino en un ideal que era la Inmaculada.
Y todo su corazón lo tenía lleno de amor por las almas y de celo por su salvación.»
Pero también define los pilares básicos sobre los que se constituye el edificio de la Orden,
los mecanismos y recursos utilizados en sus orígenes para la formación y fortalecimiento
de las almas de quienes aspiran a integrarse en la Esclavitud y el modo de encarar las
dificultades y obstáculos de todo tipo que, para su subsistencia y anhelo de crecimiento,
genera un convulso momento histórico caracterizado por un entorno sociopolítico
francamente hostil a la religión en lo estatal y claramente reticente en lo eclesial. Sirvan
como ejemplo de la última afirmación algunos fragmentos entresacados del discurso de
Madre Rosario que apuntan en ese sentido:
«¡Cómo que en el Gobierno no son capaces de enseñar nada bueno, ni de practicar un
acto de humildad puesto que tienen por padre a Lucifer y ese nunca se ha humillado!»
«Les aseguro que si yo hubiera tratado de hacer con la imagen de la Divina Niña lo que
el Gobierno ha hecho últimamente con el retrato de Juárez, obligando a todo el mundo
a que lo llevara en el pecho como un distintivo, quizá no lo hubiera conseguido. En
cambio, el Gobierno se impone y sabe obligar a cuantos le rinden a llevar como una
insignia el retrato de ese indio macuache tan horroroso.»
«Esta mañana, a las tres, estando yo en oración y pensando precisamente en lo mismo,
veía una cara burlesca que se reía a carcajadas porque todos nos tiran, no sé si sería mi
imaginación, así es que no me lo crean, pero, sin embargo, pienso que no fue cosa mía,
porque estaba yo con Dios, y esa cara me pareció del demonio que quería burlarse de
nosotros lleno de alegría. Pero entonces Ntro. Señor me volvió a repetir lo que siempre
me ha dicho, y sentí un consuelo inmenso al entender Estoy contigo, yo siempre a
tu favor.»
«Por eso les pido que me perdonen si, lastimada como estoy porque tengo mi alma
hecha pedazos, no siento más que pena al ver que, mientras más nos afanamos y
multiplicamos nuestros sacrificios trabajando en la salvación de las almas y abarcando
el mayor número posible de ellas, más palos nos den los mismos a quienes ayudamos.
Todas esas niñas son una carga que debía pesar sobre el Señor Arzobispo, sobre su
conciencia, porque debiera ser el responsable de ellas, y nosotros le aligeramos el peso
desde el momento que le quitamos a él esas ciento cincuenta o doscientas niñas para
tomarlas y responderle a Dios por esas almas. Pero no le hace. Aunque sintamos mucha
amargura, hemos de obedecer, hemos de humillarnos cada vez más, y hemos de hacer
meritoria la obediencia, sujetándonos a la voluntad no sólo de las personas que amamos
sino también de aquellas que nos lastiman y nos hieren.»
9
«Yo creo que D. Porfirio Díaz, cuando fue niño, se ha de haber criado al lado de su
madre, en el regazo de ella; que el Señor Arzobispo también, siendo pequeño debe
haber estado cerca de su madre. Y a los que no la tienen porque la han perdido desde
muy niños, no les ha de haber faltado una persona que se haya hecho cargo de ellos y
los haya tenido en su regazo. Si eso es así y todos lo comprenden, ¿qué tiene de raro el
que los Esclavos mientras sean niños estén al lado de su madre espiritual, encargada
por Dios de formarles sus almas?
«No pueden Vds. imaginar siquiera la felicidad tan grande que se siente en el alma
cuando sabe uno que, en medio de un desprecio tan terrible, tan absoluto, tiene uno,
sin embargo, de su parte a Dios Ntro. Señor. Así me lo hace ver en la oración. Y cada
vez que recurro a Él para quejarme del abandono en que estamos, porque todos nos
desprecian, y le lloro diciéndole, ya ves, Señor que situación la nuestra, ¡todo el mundo
en contra!, oigo claro cómo me responde: Y yo a favor.»
MADRE ROSARIO FORMADORA DE ESCLAVOS
«¿Quién soy? Una Doña Petate ignorante, tontísima, que no puedo ni siquiera pensar,
pero voy con Dios y de Él recibo las disposiciones, y Él me hace ver lo que conviene.
Y de esa manera no manda nuestro Padre, ¡y menos yo!, puesto que sólo Dios es quien
gobierna.»
Madre Rosario, desde un primer momento, deja claro que cuanto dice y hace en su calidad
de Maestra, lo realiza obligada por su voto de obediencia debida al Padre Fundador y a
la voluntad de Dios Padre, que así lo quiere, pues lo permite, y la dota de gracia especial
en forma de luz que alumbra su entendimiento.
«En Nuestra Congregación, ya saben que el escogido ha sido nuestro Padre. Él ha
recibido todo el espíritu y la doctrina propia de la Obra y yo solamente soy como un
ayudante suyo, como una emisaria, encargada de desmenuzarles a Vds. todo lo que él
les da y de enseñarles cómo han de practicarlo, cómo deben sujetarse al Reglamento y
observarlo con toda exactitud sin interrumpirlo por nada».
«Así es que élel Padre Fundador no tiene más afán que proporcionarle a la Obra
Esclavos para que yo los forme, y yo cifro todo mi empeño en sostenerle y formarle a
sus hijas para que él las haga Esclavas. Él, en todo, quiere ceder y dejarme todo el
mando, porque piensa que yo soy la que debo mandar, y yo no trato sino de obedecerlo
en todo lo que sé que es de su agrado. Y no tengo otro deseo que el de acatar y respetar
sus determinaciones porque sé que él es el escogido por Dios Nuestro Señor y el que
debe mandarnos y gobernarnos».
«Lo que él viene a decirles por mi boca, es de pura Esclavitud.»
«¡Qué dura es nuestra situación! Y, sin embargo, Dios Nuestro Señor es tan generoso
con nosotros que, mirando que el Padre que nos ha dado no puede estar cerca, ni ver
por nuestras almas, Él mismo les manda a Vds. la doctrina que necesitan valiéndose de
una pobrecita criatura como yo soy, llena de rudeza, porque pueden creer que muchas
veces no sé ni siquiera lo que les digo. Y al acabar la meditación, pueden asegurar que
no conservo en la cabeza una palabra de lo que les acabo de decir, de esa doctrina que
10
es toda de Dios y que, por una gracia especial suya, permite que la conserve en su
imaginación la niña Angelina1
para escribirla después.»
«Como a mí una enseñanza que me da Dios, una palabra suya me sirve mucho y hace
en mi alma mucho efecto, y, además, soy tontita y mi ignorancia hace que nada pueda
discurrir por mí sola, me fijo en todo lo que veo que es de Dios y de ahí saco doctrina
para trasmitírselas a Vds.»
«¡Fíjense, hijas mías, en las gracias tan hermosas que reciben; comprendan que, por mi
ignorancia y mi incapacidad tan absoluta, yo no podría decirles una sola palabra y, no
obstante eso, todos los días les hablo porque Dios quiere que yo sea la portadora de sus
recados para Vds., de los avisos cariñosos que les manda como un verdadero padre que
vela por el bien de sus hijas, espiritual y material!»
Y una vez asumido el rol que uno y Otro le han querido otorgar, ella lo interpreta con
todas las consecuencias:
«Yo tengo mucho empeño en explicarles detenidamente cada una de las meditaciones
de nuestro Padre, porque encierran toda la doctrina de la Esclavitud que es muy
grande, muy hermosa y muy santa, pero necesito desmenuzarla para que a Vds. no les
parezca difícil ponerla en práctica.»
Con la ayuda, eso sí,
«de ese, como faro, que yo vi que tenía puesto por Dios Ntro. Señor para poder
penetrar, con esa luz suya, dentro de las almas y conocer a todas Vds. interiormente.
De manera que iluminada por Dios es del único modo que puedo dirigir a Vds. y
hacerles ver a cada una lo que tiene que corregir para llegar a adquirir la santidad de
su alma.»
Y se siente madre. Y, como cualquier madre esforzada que se vuelca en la educación de
unos hijos que no siempre responden a las expectativas generadas, se lamenta de su
comportamiento y las extorsiona emocionalmente.
«De modo es que, ya saben, la que quiera ser esclava, tiene que ser hija de nuestro
Padre y mía y, en consecuencia, debe ser una pobrecita igual a nosotros, que eso somos.
No debe avergonzarse por nada.»
«Y aunque sientan pena pensando que en todo el día no me verán, que no oirán ni
siquiera meditación, que es cuando menos me ocupo de Vds., no lo crean, porque es
al contrario. En esos días es cuando me dedico más a pensar en todas y en agenciarles
con Dios las gracias que necesitan para su alma.»
«Así es que, cuando Vds. sepan que ha muertoel Padre fundador, no pregunten
cómo, ni de qué. Ya saben que murió matado por sus mismos hijos, martirizado por
ellos a fuerza de luchar para infundirles el espíritu que ellos no quisieron.»
«Eso si quieren ser Esclavas que, ¡quién sabe!, puede ser que desgraciadamente entre
todas Vds. las Esclavas sean nones y no lleguen a tres.»
1
N.E. Angelina Sort. Esposa de Luis Hebro, Luisito, Tras el fallecimiento de su marido, Angelina se
consagra por entero a la Divina Infantita, es octubre de 1908, con el nombre de Madre Infancia. Su papel
es muy relevante como responsable del Diario de la Orden desde 1905. En la época de estas Meditaciones,
aún en calidad de seglar, transcribe las reflexiones que cada día Madre Rosario dirige a las novicias.
11
«Se dan a entender por señas y llaman así a quien necesitan, lo mismo a las gordas y
chaparras que a las altas y flacas, porque para cada una tienen su seña especial, ¡y muy
bien que se entienden y se dan a entender! ¡Pobre de mí, porque habiendo querido
formar un noviciado perfecto, de almas calladas y silenciosas, solamente nos hemos
encontrado con una colección de sordomudas!»
«¡No, que hay momentos en que, más que madre de monjas, se me figura que soy madre
de cohetes corredizos!»
«Pues así me pasa, hijas mías. No logro que Vds. busquen a Dios como yo quisiera. Ven
que muchas veces las desprecio de intento, las trato duro, para ver si así consigo que
vayan a refugiarse con el único que podrá consolarlas y que sabe pagar con toda finura
los desprecios y humillaciones que se sufren por Él, pero hasta ahora no me siento
feliz, no le dan el lleno a mi corazón porque no saben amar.»
«Si, desgraciadamente, Vds. no llegan a ser esclavas, será una burla tan grande la que
el demonio me haga, que se reirá de mí sin misericordia se los aseguro. ¡Cómo se
alegrará Satanás al ver tanto tiempo empleado en santificar a Vds. y perdido
completamente si no se quieren hacer santas!»
«¡Miren que de la santificación de todas Vds. pende la mía y la de nuestro Padre! ¿No
les causará pena el día que se persuadan de que no fuimos santos porque Vds. no
quisieron serlo ni que nosotros lo fuéramos? Por eso sean muy dóciles, hijas mías,
déjense formar.»
«¿Por qué esperas que venga una orden de Roma a desbaratar la Obra, que es mía, y
por qué temes que eso lo haga el Santo Padre, cuando que tus mismas hijas con sus
acciones, están desbaratando la Congregación al no querer tomar el espíritu que se les
da? Todos los días les das meditaciones y ni una sola gota toman de esa doctrina, ni
una palabra siquiera conservan de la meditación».
Y advierte:
«Solamente de esa manera se harán santas, hijas mías. Procuren conservar en su
corazón la doctrina de la Esclavitud que les manda Dios Ntro. Señor, valiéndose, para
ello, de una criatura tonta y miserable que es quien menos merece esa gracia;
aprovéchense de ella y no se conformen con oírla nada más, sino que se han de esmerar
en practicarla.»
Impasible ante las dificultades. Madre Rosario repite una y otra vez a su colección de
cohetes corredizos sordomudos, capaces de matar a disgustos a sus padres y de enviarlos
al castigo del fuego eterno, cuáles son los pilares que sustentan el espíritu de la Esclavitud.
Y por eso habla continuamente de sacrificio, sí, pero confitado a modo de golosina:
«Pero ese sacrificio no hay que presentarlo sino confitado para que, de ese modo, no
nos parezca amargo. Y si nuestro Padre quiere tener la dicha de encontrar muchos
esclavos y de que haya almas fuertes y decididas que se prendan a la Esclavitud y la
sigan con alegría, que las lleve por ese camino nada más.»
«Porque si queremos presentarle a las almas desde luego el sacrificio terrible y el
martirio constante, es difícil conquistarlas, pues sólo almas privilegiadas por Dios y
formadas para seguir ese camino se encontrarán felices en él. Pero la mayor parte de
las almas prefieren siempre ir a la Cruz con mucha suavidad, y así han de quererlo los
corazones de los esclavos y de las esclavas.»
12
«Procuren, ahora que están viniendo los niños de la doctrina, corregirlos de sus faltas
porque no es posible dejarlos con ellas. Me dicen que no los corrigen por temor de que
no vuelvan. Y yo les digo que ese es un pretexto, nada más. Verán como, si yo bajo,
los meto en cintura, ¡no digo! ¡Y hasta les pego si es necesario, porque
indispensablemente necesitamos que haya orden! Pero a la vez que los corrijan, es
preciso que los traten con mucha dulzura, porque sólo así se cautiva a las almas.»
Pero, además, un Esclavo es un compendio de humildad y obediencia, de dejación de todo
lo personal en beneficio de los demás. Pero, ¡cuidado!, es fácil confundirse:
«¡Vaya una humildad! ¡Cuando que una rodilla en el suelo con un corazón duro y
rebelde no sirve de nada! Y en esa postura puede llevarse el diablo a un alma por más
hincadita que esté en ese momento. ¡Dios me libre de las esclavas normalistas que se
consideran esclavas nada más por un acto tan insignificante!»
La verdadera humildad consiste en doblar la cabeza, esto es, aceptar sin protestar las
precisiones y recomendaciones de los superiores, de los iguales y de los inferiores.
«La que quiera imitarme, por consiguiente, debe no tener cabeza.»
«Si quieren imitar a nuestro Padre han de doblarla muchola cabeza, porque
también de él me hizo ver Dios que la tiene completamente doblada, dividida por
decirlo así, y únicamente la tiene retenida como por la vena Aorta, porque así lo vi yo.
Y ahora discurro que eso era nada más lo que se la retenía, la vena que va al corazón,
como quien dice su cabeza está pendiente de su corazón. Y por eso en él no funciona
el juicio sino, el corazón, por eso está rendido como un niño y todo en él es puro
corazón sosteniendo su cabeza doblada.»
«¡Figúrense qué gracioso será ver que todos los esclavos llegan al cielo tan reunidos,
tan humillados, que no tienen cabeza, sino que la llevan en la mano! Porque es tanto
lo que la han doblado que, con toda facilidad, se la han quitado como quien se quita el
sombrero para saludar. Y cuando todos los bienaventurados vean entrar a un esclavo,
les causará admiración que no lleguemos como todos, sino llevando aparte nuestras
cabezas.»
«Yo les aseguro que es terrible la misión de una persona que se propone llevar almas
a la santidad, y creo que todos cuantos se han encargado de hacerlo, han de haber
muerto los infelices, sin hígado, sin intestinos y sin corazón.»
«¡Qué pena hijas mías, pero es la verdad! Si un pobre escultor, cuando coge un tronco
de árbol para hacer con aquella madera la estatua de un santo, se encontrara con que
aquel pedazo de madera se quejaba, gritaba, se le escapaba de las manos cada vez que
le diera un golpe de martillo o de cincel para rebajarle todo lo burdo, lo sobrante, y
poco a poco irle dando forma, no duden Vds. que el santo aquel resultaría hermosísimo
tal vez, pero, al mismo tiempo que admiraran la estatua, tendrían que compadecer al
infeliz escultor hecho momia al lado de su obra, no tiene remedio.»
Un verdadero Esclavo derrocha amor, se hace niño y ama por encima de todo a la Virgen
Niña. El Padre Federico cautiva porque prodiga amor:
«Yo les aseguro que por eso nuestro Padre saca fruto de sus sermones. Porque están
predicados con el corazón. Y de ahí resulta que quien lo escucha se conmueve, se une
con él y sale encantado de su doctrina. Sin embargo, yo todavía quisiera que se
amoldara un poco más a la niñez, que las platiquitas que hiciera, para sus hijas sobre
13
todo, tuvieran la hermosura que tienen, por ejemplo, sus meditaciones, porque
encierran una doctrina hermosísima, es verdad, pero me gustaría más suavidad en ellas
todavía, más sencillas, como por el estilo de unos sermoncitos que les predicaba a las
niñas cuando se instituyó la Pequeña Corte de María, que verdaderamente eran puras
chiquillas y a mí me parecían encantadoras. Yo quisiera que Vds. lo hubieran oído
entonces. ¡Con qué dulzura, con cuanta suavidad les dirigía la palabra, haciéndose
pequeñito, lleno de naturalidad para que todas las niñas lo entendieran!2
»
Jesús dijo: « Dejad que los niños se acerquen a mí»:
«Eso es lo que a nosotros nos pide con especialidad y como no vamos a hacernos
pequeñitos cortándonos el cuerpo, porque no conseguiríamos nada y nos quedaríamos
tan viejas como somos, vamos a ver de qué manera nos hacemos niñas. Por supuesto
que el que yo les diga viejas, no quiere decir que yo me refiera a la edad, sino al juicio
duro y formal que todas tienen, que no lo pueden rendir y siempre están pensando
como personas grandes.»
La mediadora ideal es la Niña Divina:
«¡Yo, por su amor, he abarcado cuánto me han presentado! Por Ella realicé lo del Asilo,
no crean que por otra cosa. ¡Ni siquiera se figuren que lo hice pensando en el bien que
les resultaría a las almas! ¡Nada de eso! Mi locura consistía en que hubiera muchos que
la amaran con encanto y se sacrificaran por esa Niña encantadora.»
«Lo que Ella necesita es que nos hagamos niños como Nuestra Reinita angelical. Por
eso ven Vds. que a mí no me gusta lo grande, no lo entiendo, no lo puedo aceptar, y
en cambio lo pequeñito me encanta. Me gusta tratar a Vds. como a unas niñas
chiquititas, y entretenerlas con cosas propias de un niño, con una sonajita, con un
juguete y, así entretenidas, llevarlas al puro sacrificio, porque en él está concentrada
la vida de una esclava.»
Y Dios en el Sagrario:
«Eso es lo que yo hago al entrar a un retiro, buscar a Dios en la soledad para llorar
mucho delante de Él todas mis faltas, mis imperfecciones, mis debilidades, porque soy
muy miserable. Allí le ruego que me haga buena, que me de mucha dulzura, que me
sepa humillar, allí agencio todos los favores, allí consigo inmensos beneficios, allí me
dice Dios cuanto debe hacerse, y ya, después, no tengo más que hacer que determinar
lo que Él quiere que se haga.»
2
N.E. Esta precisión, más que un punto de discrepancia o de crítica, ratifica lo complementario de las
personalidades de los dos Fundadores. El Padre Federico, aunque de origen humilde, es hombre muy culto,
un orador reputado y, en su faceta periodística, un analista sociopolítico de altura. Sus discursos, sermones
y artículos brillan por un tono elevado, apasionado y vibrante, y se acercan a los temas a partir de una visión
amplia y general, rica en argumentos de autoridad y referencias, que transporta al auditorio fuera de sus
referentes cercanos. Es en sus escritos más íntimos, en sus poemas, donde se muestra el Federico sensible
y cercano. La Madre Rosario, por el contrario, construye sus alegatos en lenguaje informal y extrae de lo
cotidiano sus modelos y enseñanzas. La justificación de este comentario se encuentra más adelante: «Yo
no le diré que no estudie cuando sea necesario, cuando tenga que predicar determinados sermones, porque
es muy natural que lo haga y sería una temeridad decirle lo contrario, pero sí le digo que, para sus hijos y
para sus hijas, Dios le ha dado muchas gracias hermosísimas a su alma, le ha dado talento y sobre todo
corazón, y no necesitará andar estudiando él para buscar lo que debe enseñarles.»
14
NIÑO LUISITO
Aludido con reiteración por Madre Rosario en sus reflexiones, Niño Luisito merece unas
líneas que justifiquen su protagonismo.
D. Luis Hebro Mar y su esposa, Dª Angelina Sort, acuden a Tacubaya en 1904, junto a
otras personas de la alta sociedad mexicana, para felicitar al Padre Federico en ocasión
de su fiesta onomástica. Enterados a través de las palabras de los Fundadores de la
intención de constituir en fecha inmediata los Esclavos Seglares de la Divina Infantita,
deciden ser los primeros miembros de la nueva rama de la Esclavitud. Un par de meses
después consiguen la autorización eclesiástica pertinente para residir de manera
permanente en el Asilo. Trasladan enseres y pertenencias al templo y habitan de manera
humilde en una pequeña habitación del mismo, contribuyendo en cuerpo y alma a las
necesidades de la Obra.
D. Luis, Niño Luisito, se ocupará de modo directo del trato con los obreros que trabajan
en la construcción del Asilo del Templo mientras Dª. Angelina permanecerá cerca de
Madre Rosario a modo de secretaria personal.
Luisito fallece de fiebre tifoidea el 26 de mayo de 1906. La Madre Fundadora le considera
el primer mártir de la Esclavitud y siempre defendió que fue un eficaz intermediario desde
el cielo en cuantos beneficios disfrutó la Orden a partir de ese momento.
EL MOMENTO HISTÓRICO
Hasta la llegada del denominado porfiriato, nombre generalmente otorgado al largo
periodo de gobierno del General Porfirio Díaz (1876), la política anticlerical de sus
antecesores resulta especialmente dura para la Iglesia Católica. Vendida como un intento
de justo reparto de las inmensas riquezas del clero, consigue justo lo contrario: el
empobrecimiento y el desamparo de las clases más humildes. En el ámbito de lo
cotidiano, el pueblo no entiende qué razón aconseja el confinamiento de la religiosidad
al ámbito privado más estricto. ¿Por qué no es posible realizar procesiones, rituales o
cantos para bendecir los campos? ¿Por qué no pueden reunirse comunidades religiosas,
cuidar hospitales, regentar escuelas? ¿Por qué queda a la discreción judicial el uso de
terrenos de comunidades indígenas o edificios necesarios para la atención religiosa? ¿Por
qué se expulsa a congregaciones y órdenes que realizan una importante labor educativa,
sanitaria o asistencial entre los más necesitados?
La promulgación de la Constitución Política de 1857 ya establece la separación entre la
Iglesia y el Estado.
«Art. 19. El Estado y la Iglesia son independientes entre sí. El Congreso no
puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna.
Art. 39. Ninguna institución religiosa puede adquirir bienes raíces ni capitales
impuestos sobre éstos, con la sola excepción establecida en el Art. 27 de la
Constitución.
Art. 49. La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que
se contraen, sustituirá al juramento religioso con sus efectos y penas.»
El Art. 27 citado, en su redacción original, dictaminaba:
«Ninguna corporación civil o eclesiásticas, cualquiera que sea su carácter,
denominación u objeto, tendrá capacidad legal para adquirir en propiedad o
15
administrar por sí bienes raíces, con la única excepción de los edificios destinados
inmediata o directamente al servicio u objeto de la institución.»
Que, en septiembre de 1873, tiene la siguiente adición:
«Ninguna institución religiosa puede adquirir bienes raíces ni capitales impuestos
sobre éstos, con la sola excepción establecida en el presente artículo.»
Con anterioridad a la aprobación de la Constitución ya se han dictado normas que lesionan
o limitan los derechos eclesiales, como el decreto que suprime la coacción civil del voto
religioso, o la ley que obliga a corporaciones civiles y religiosas a sus vender casas y
terrenos. Y después, se prohíbe el cobro de derechos y diezmos parroquiales, se anula la
validez de matrimonio religioso, se secularizan los cementerios, se suprimen festividades
religiosas y prohíbe la asistencia oficial a actos sacros, se secularizan hospitales y centros
de beneficencia, se exclaustra a frailes y monjas… Son las Leyes de la Reforma.
Este grado de radicalización, lleva, en marzo de 1875, a los arzobispos de México, de
Michoacán y Guadalajara, a elaborar un documento con instrucciones de conducta para
los católicos que sugieren itinerarios concretos y propuestas de actuación para mantener
vivo el espíritu católico sin polemizar o mostrar beligerancia.
La llegada de Porfirio Díaz al poder, establece un punto de inflexión en la situación al
iniciar una política de reconciliación que tiene a la Iglesia Católica, jerarquía y feligresía,
como interlocutores que aportan apoyo y valor con importantes manifestaciones de
religiosidad y de ejercicios de la caridad. Así, en su discurso al Congreso de la Unión del
1 de agosto de 1876 expresa:
«La época de reconstrucción comienza. Deber, y muy sagrado, de todos los
funcionarios públicos es procurar realizar, a fuerza de probidad, de constancia y de
patriotismo, las esperanzas del pueblo. Restablecer por completo el imperio de la
constitución, afirmar la paz, proteger bajo su benéfico influjo todos los intereses
legítimos, para desarrollar los grandes elementos de riqueza del país.»
En diciembre de 1892, el arzobispo de Oaxaca, D. Eulogio Gregorio Gillow, convoca un
Concilio Provincial que finaliza en marzo del año siguiente, en el que participan, entre
otros, D. Miguel Mariano Luque, obispo de Chiapas, D. Crescencio Carrillo y Ancona,
de Yucatán, D. Perfecto Amézquita, de Tabasco y D. José Mora y del Río, de
Tehuantepec. El día de la apertura los Padres conciliares dirigen a don Porfirio un pliego
que contienen los párrafos que siguen:
«[...] Tenemos el alto honor de dirigirnos a Ud. para presentar por tal motivo nuestros
respetos a las autoridades legítimamente constituidas, no sólo tributándoles los
homenajes exteriores que le son debidos sino también dirigiendo al Señor por ellos,
constantes preces.
[…] Todas las formas de gobierno civil son aceptables, porque todas en su caso pueden
y deben corresponder a los fines morales que les impone una buena administración.
Por eso hacemos nuestras las instrucciones que el insigne Pontífice León XIII ha
dirigido a la Francia católica sobre que se adhiera a la República existente a fin de
ayudarla para que corresponda a su elevado fin.
[…] Prácticamente tenemos el ejemplo de los Estados Unidos del Norte, en donde la
Iglesia católica prospera de la manera más admirable. En ese vastísimo territorio, al
lado de cada iglesia se levanta una escuela, al niño se le enseñan los deberes del
cristiano y los del ciudadano, al proletario la santificación del trabajo y a los poderosos
16
las obligaciones que les incumben. Así es que, con la equidad en las leyes y las garantías
que éstas proporcionan, con el respeto absoluto para el bien y la tolerancia bien
entendida y con la educación del pueblo, se consigue tal bienestar que todos y cada
uno de los habitantes de esa gran República se consideran como miembros de una sola
familia, en la que disfrutan de la más amplia libertad.
[…] Nos proponemos el fomento de la instrucción en las masas y la educación de las
costumbres o regla práctica de la moral, enseñando a los fieles sus deberes para con
Dios y la patria, para consigo mismos y con sus semejantes. Estas obligaciones no se
oponen entre sí, bien al contrario, la experiencia continua nos demuestra que la
honradez se funda en la recta conciencia y el heroísmo en la abnegación.
[...] Afianzada la paz en la República, la tendencia de todo mexicano se dirige al
bienestar social. Esto se conseguirá si, desapareciendo los odios de partido, se ponen
en juego todos los elementos civilizadores y se empeñan los esfuerzos de la autoridad
civil y religiosa.»3
La intención existe, pero no desaparecen los odios de partido, no se ponen en juego todos
los elementos civilizadores, ni se empeñan en ello todas las fuerzas de autoridades civiles
y religiosas, como demuestra el paso del tiempo.
El porfiriato, gracias en buena parte a la voluntad e intervención doña Carmen Romero
Rubio, esposa del Presidente y ferviente católica, supone una etapa de cierto acercamiento
que suaviza tensiones. Pero representa solo una tregua en la batalla, y no completa. Un
ejemplo: el asunto de la inseguridad jurídica generada en la propiedad y uso de edificios
no directamente dedicados al culto pero con fines relacionado con él, como casas
episcopales o parroquiales, anexos, oficinas, atrios, escuelas, asilos…, que tantos abusos,
disputas y apelaciones judiciales había propiciado, dejando, no pocas, situaciones de
incertidumbre que mucho tiempo llevó clarificar, no concluye a satisfacción del mundo
religioso. Pero, eso no será nada comparado con las consecuencias del conflicto armado
en que degenera la situación y que enfrenta entre 1926 y 1929, al gobierno con milicias
de laicos, presbíteros y religiosos católicos que se resisten la aplicación de la llamada Ley
Calles, que propone limitar el culto católico en toda la nación.
EL ENEMIGO INTERNO
Entra en el ámbito de lo normal que la aparición de un nuevo instituto religioso sea
contemplada con recelo por la autoridad eclesiástica que ha de discernir si las propuestas
novedosas que incorpora proceden realmente de un don concedido por el Espíritu.
La Esclavitud no será una excepción. A las habituales tramas de envidia y ansia de poder
comunes a la mayoría de grupos humanos, en este caso amplificadas por la decisión del
Padre Federico de delegar en Rosario, ¡una mujer!, la formación de las almas de los
futuros esclavos, hay que añadir una fuerte contestación por parte de algunos clérigos,
especialmente del entorno de los Operarios Diocesanos posiblemente despechados por la
marcha del sacerdote, y las veladas insinuaciones acerca de la honestidad de los Padres
Fundadores que vierten varias muchachas asiladas y un aspirante a esclavo llegado de
3
Padre Fortino Hipólito Vera, Apuntamientos históricos de los Concilios Provinciales mexicanos y
privilegios de América. Estudios previos al 1er. Concilio de Antequera, México 1893.
17
España, Felipe Berenguer, resentido por la reconvención pública recibida de Madre
Rosario consecuente con una falta de respeto cometida.
Este conjunto de circunstancias llega a generar la duda en el alma del entonces Arzobispo
de México, D. Próspero María Alarcón, y origina la apertura de una grave investigación,
que, a pesar de quedar demostrada la improcedencia de los cargos, incluidos los
desmentidos de sus declaraciones iniciales de los propios acusadores, obstaculiza
seriamente el desarrollo normal de la Congregación. En las fechas en que se redactan las
Meditaciones el problema se encuentra en un momento álgido que complica
profundamente las gestiones del Padre Federico en su deseo del fundar Casas en España.
La solución definitiva se prolonga demasiado en el tiempo y hace pasar a sus
protagonistas por momentos terribles. Un ejemplo de tales padecimientos se puede leer
en algunos párrafos de las cartas remitidas por el Cardenal Vives, en calidad de Prefecto
de la Congregación de Religiosos de Roma, en marzo de 1910, a los titulares de las
diócesis de Almería y Granada. El ellas se lee:
«Esta Sagrada Congregación de Religiosos, después de cuidadoso estudio del origen,
constitución, personas y cosas del Instituto de la Divina Infantita, fundado en México
por el Sacerdote D. Federico Salvador y por la Señorita Rosario Arrevillaga, bien
miradas y ponderadas todas las cosas, hace saber a V.S. Rma., que no debe permitirse
ninguna fundación, ni de hombres ni de mujeres, de la Divina Infantita en esa
Diócesis. Si ya estuvieran fundadas, sus individuos o sean incorporados a otra Instituto
aprobado por la Santa Sede de los existentes con regularidad en esa Diócesis, si lo
desean; o vuelvan al siglo. En todo caso V.S. Rma. procure disolver absolutamente la
Casa Religiosa de la Divina Infantita y haga caritativamente regresar a México a las
jóvenes tan imprudentemente enviadas a España por el Sacerdote Salvador. […]4
»
Habrá que esperar a junio de 1921 para que Roma, finalmente, revoque sus decisiones
anteriores y reconozca a todos los efecto como Pía Asociación al Instituto de las Esclavas
de la Divina Infantita.
María Dolores Mira Gómez de Mercado
Antonio García Megía
4
Tomado literalmente de Álvarez Gómez, Jesús. Historia de las Esclavas de la Inmaculada Niña Divina
Infantita. Publicaciones Claretianas. Madrid. 1995. P. 421-422.
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ANEXO – ORIGEN DOCUMENTAL DE LOS TEXTOS
Documento Fecha Publicación Revista nº
Meditación I 29 de marzo 1906 Guadix – Abril 1925 100
Meditación II 29 de marzo 1906 Guadix – Abril 1925 100
Meditación III 30 de marzo 1906 Guadix – Mayo de 1925 101
Meditación IV 31 de marzo 1906 Guadix – Junio de 1925 102
Meditación V 1 de abril 1906 Guadix – Septiembre de 1925 105
Meditación VI 2 de abril de 1906 Guadix – Octubre de 1925 106
Meditación VII 3 de abril de 1906 Guadix – Noviembre de 1925 107
Meditación VIII 4 de abril de 1906 Guadix – Diciembre de 1925 108
Meditación IX 20 de abril de 1906 Guadix – Enero de 1926 109
Meditación X 20 de abril de 1906 Guadix – Febrero de 1926 110
Meditación XI 22 de abril de 1906 Guadix – Abril de 1926 112
Meditación XII 23 de abril de 1906 Guadix – Junio de 1926 114
Meditación XIII 24 de abril de 1906 Guadix – Agosto de 1926 116
Meditación XIV 25 de abril de 1906 Guadix – Octubre de 1926 118
Meditación XV 26 de abril 1906 Guadix – Diciembre de 1926 120
Meditación XVI 29 de abril de 1906 Guadix – Enero de 1927 121
Meditación XVII 30 de abril de 1906 Guadix – Febrero de 1927 122
Meditación XVIII 1 de mayo de 1906 Guadix – Marzo de 1927 123
Meditación XIX 2 de mayo de 1906 Guadix – Abril de 1927 124
Meditación XX 3 de mayo de 1906 Guadix – Mayo de 1927 125
Meditación XXI 5 de mayo de 1906 Guadix – Junio de 1927 126
Meditación XXII 20 de junio de 1906 Guadix – Julio de 1927 127
Meditación XXIII 21 de junio de 1906 Guadix – Agosto de 1927 128
Meditación XXIV 22 de junio de 1906 Guadix – Septiembre de 1927 129
Meditación XXV 24 de junio de 1906 Guadix – Octubre de 1927 130
Meditación XXVI 25 de junio de 1906 Guadix – Noviembre de 1927 131
Meditación XXVII 26 de junio de 1906 Guadix – Diciembre de 1927 132
Meditación XXVIII 27 de junio de 1906 Guadix – Enero/febrero de 1928 133
Meditación XXIX 28 de junio de 1906 Guadix – Enero/Febrero de 1928 134
Meditación XXX 29 de junio de 1906 Guadix – Marzo/Abril de 1928 135
Meditación XXXI 30 de junio de 1906 Guadix – Marzo/Abril de 1928 136
Meditación XXXII 1 de julio de 1906 Guadix – Mayo/Junio de 1928 137
Meditación XXXIII 2 de julio de 1906 Guadix – Mayo/Junio de 1928 138
Meditación XXXIV 3 de julio de 1906 Guadix – Julio/Agosto de 1928 139
Meditación XXXV 7 de julio de 1906 Guadix – Julio/Agosto de 1928 140
19
Meditaciones dadas a un alma enamorada de
la Esclavitud en su grado más perfecto
20
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906
.
21
Meditación
Del principio de la Esclavitud
Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión llorando mis pecados de
sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas, donde nací a la
vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 Dios, que tiende a sus fines fuertemente; pero que todos los medios los dispone con
suavidad, ha hecho que la Esclavitud sea conocida por mi inteligencia poco a poco; como
ahora nos la hace conocer también gradualmente en la realidad.
Punto II
 Cuando el Señor me dio luces para que yo conociera la desgraciada situación en que se
coloca un sacerdote que vive en pecado, hubiera yo querido poder librar de tan triste
estado a todos los sacerdotes del mundo. Como esto no era posible, entendí, no sé si
pensando, que los Párrocos son los que están más en peligro de pecar, de todos los
sacerdotes y que para ayudarlos era preciso que ellos hicieran confianza en quien deseara
hacer tal oficio y esta confianza la tendrían en quien más perfectamente se sometiera a
ellos; entonces me dije a mí mismo: «Yo les haré voto de obediencia».
Punto III
 Al modo de Dios, nosotros también procuremos con fortaleza conseguir trabajar en las
Parroquias, pero vayamos poco a poco y con suavidad poniendo los medios que conducen
a este fin.
Afectos
 Señor, santificador de tus sacerdotes, a todos salva. La tormenta arrecia, los escollos son
muchos y con los Sacerdotes se pierden pueblos enteros. «Domine salva nos, perimus».
Propósito
 Haré cuantos sacrificios sean menester por la salvación de un solo sacerdote.
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906
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23
Meditación
Del voto de obediencia a los Sres. Obispos
Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión llorando mis pecados de
sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas, donde nací a la
vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 El clero parroquial vive siempre expuesto a las mayores caídas. Los Sacerdotes en los
pueblos están muy en peligro de olvidarse de las prácticas espirituales por las atenciones
exteriores.
 Muchas veces está uno solo en una parroquia y entonces: Vae soli
 Hay feligreses que de intento procuran la relajación del cura.
 ¡Desgraciados sacerdotes! ¿Cómo sostenerlos? ¿Cómo levantarlos si cayeron?
Punto II
 Si algunos sacerdotes hicieran voto de obediencia a un Obispo, éste tendría confianza en
ellos y así podrían trabajar en este tan delicado asunto.
 «Yo haré voto de obediencia a los Sres. Obispos», me dije entonces, hija mía. Y sentí
como si del mismo Jesús recibiera fuerzas para salvar a todos con este voto de obediencia.
 Esta es la práctica por excelencia de la Esclavitud.
Punto III
 El Prelado representa a Cristo Nuestro Señor: luego el enviado por él cuenta con la ayuda
divina, así todo se puede: Omnia possum in eo qui me confortat.
Afectos
 Señor, no quiero desmayar en mi intento de ayudar a la santificación de los sacerdotes,
por tantas partes combatidos.
 El lobo infernal destruye a los pastores para hacer suyas las ovejas dispersas.
 No lo permitáis Señor.
Propósito.
 Seré fiel instrumento en las manos de mis Prelados para ayudarlos en la defensa y
conservación del espíritu sacerdotal.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
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Reflexión y comentario
SUMARIO:
—Los curas en los pueblos.—Pérdida del espíritu sacerdotal.—Quien podrá recordarles sus
deberes—Cómo se presentarán los Esclavos ante los curas—La recompensa que podrán exigir.—
Los profetas y los castigos anunciados.—Para qué serán los Esclavos mozos de los Sres.
Obispos.—Cómo viajará un Esclavo.—El salario de sus servicios.—La Esclavitud ha comenzado
como debía.—Lo que representaba el aguacero del día que se fue a España Nuestro Padre.—El
hijo de la viuda de Naím.—La muerte de nuestras pasiones.— La vida de la gracia.—Por qué se
asustan de la Obra los que no la entienden.—La unión de Esclavos y Esclavas sólo estará en el
alma.—El sostén de los Esclavos.—Ellos trabajarán sin descanso y sin paga.—Las Esclavas no
deben abandonarlos.—El depósito que alimenta la electricidad.—El respeto entre los Esclavos.—
Los niños que se crían al lado de su madre.—Donde se criaron el Sr. Arzobispo y el Presidente.—
Yo le formaré sus hijos y sus hijas a nuestro Padre.—La doctrina de la Obra es toda suya—La
unión entre nuestro Padre y yo a pesar de estar separados.—La participación de las penas y de las
gracias.— Las Esclavas tendrán parte en los frutos de salvación de los Esclavos.—A quien le
contará Dios cada paso de un Esclavo.—Basta de soberanía.—Dios no quiere en los pueblos, sino
padres cariñosos y pastores benéficos.—La dulzura para ganarse a los curas.—Los Esclavos
depositarios de sus penas.—Los ángeles en figura de hombres.
La meditación de nuestro Padre que hemos leído hoy, nos habla de la necesidad que hay
de salvar a los sacerdotes del peligro en que están los Señores Curas, sobre todo los que viven en
esos pueblos de gente ignorante, apartados de las Diócesis.
Naturalmente, algunos de esos sacerdotes, van perdiendo cada día más el espíritu
religioso, el celo para salvar a las almas y trabajar para instruirlas en las verdades de la Religión,
y, ¡quién sabe!, hasta puede suceder que algunas veces lleven una vida relajada faltando a sus
deberes y apartándose del camino que Dios Nuestro Señor les ha trazado.
Eso hijas mías, ¿qué remedio creen Vds. que pudiera tener? Desgraciadamente ninguno.
¿Quién se atrevería a acercarse a esos sacerdotes para recordarles sus obligaciones y salvarlos del
peligro en que se encuentran? Nadie seguramente. Y, ¿con qué derecho podría hacerlo? Sólo de
una manera: presentándose delante de ellos, el que lo hiciera, como un inferior suyo, lleno de
humildad, y conquistarlos con la mayor dulzura, ganar de ese modo su voluntad toda entera para
entregársela a Dios, para ofrecérsela, diciéndole que la tomara toda.
Por eso, Nuestro Señor, conociendo la necesidad tan grande que hay que remediar y
mirando todos esos males, ha querido que nazca la Esclavitud inspirándole a nuestro Padre el
pensamiento de formar una Congregación de Religiosos que, llamándose Esclavos, lo sean
realmente, y que, haciendo voto de obediencia a los Señores Obispos y Arzobispos, se pongan a
sus órdenes para servirlos, para ganarse a los Curas, presentándose delante de ellos siempre
humildes, haciéndoles ver que van en nombre de Dios para ayudarlos, para trabajar durante algún
tiempo a su lado, poniéndose a su disposición, teniendo ellos libertad de mandarlos como a sus
criados, y sin exigir de los Señores Curas otra recompensa que la de poder decirles:
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
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 Lo único que yo te pido al venir cerca de ti y ponerme bajo tu dominio, es tu voluntad;
quiero que me la des para que yo se la ofrezca a Dios como una prueba que quieres darle
de que, desde hoy, vas a trabajar con mayor celo por las almas de los pobrecitos pecadores
para salvarlas; que vas a atraerlas a ti como un padre cariñoso y lleno de misericordia para
llevarlas a Dios Nuestro Señor, para enseñarles el camino de la Cruz que es el único que
conduce a Él.
Esa ha de ser la misión de los Esclavos; ellos han de presentarse delante de su Obispo
para decirle:
 Aquí me tienes, soy tu criado. Considérame desde este momento como uno de tus mozos
y dame tus órdenes que cumpliré gustoso.
¿Y para qué van a ser los Esclavos mozos de los Obispos? ¿Será para limpiarles el
calzado? ¿Para cepillarles la ropa y bordarles un hábito o un vestido?
No, hijas mías, no es para eso, sino para trabajar en su servicio de esta manera, como
esclavos de todos los sacerdotes.
Y que así como antiguamente mandaba Nuestro Señor a sus Profetas a anunciar lo que Él
había dispuesto, y también mandaba terribles castigos sobre los rebeldes que no querían oír las
verdades ni escuchar la voz de Dios, así, ahora se presenten en los pueblos lejanos, en los lugares
donde se ofende a Dios Nuestro Señor, donde no se respetan sus Leyes ni se cumple con ellas,
esos hombres humildes y, con su ejemplo y su palabra, les hagan saber cuál es la voluntad de Dios
y cómo deben cumplirla.
Para eso es para lo que un Esclavo debe ofrecerse al ir a su Obispo y decirle:
 Estoy a tus órdenes; confía en mí, que yo te prometo servirte fielmente; seré un esclavo
tuyo, mándame donde quieras, a esos pueblos lejanos de tu Diócesis y que por razón
natural están como más apartados; mándame a servir a esos Curas foráneos, y haré lo que
me órdenes para serles útil y ganar muchas almas para Dios. Deposita en mí toda tu
confianza, quiero servirte sin retribución ninguna, viajaré en lo peor que haya, en lo
último, en lo más incómodo para no causarte molestias y hacerlo del modo más humilde;
cuando no se pueda de otra manera, caminaré a pie cuanto sea necesario, y no habrá fatiga
ni sacrificio que me detenga; y si, después de haber trabajado, crees tú que merezco salario
por mi trabajo, dame un desprecio, porque ese es el único salario que debe recibir un pobre
esclavo.
Sí, hijas mías, es la verdad. A un esclavo lo hacen trabajar sin descanso, lo maltratan, no
le guardan consideración y, después que ha trabajado, no merece otro salario que el más completo
desprecio. Por eso la Esclavitud ha comenzado como debía: lloviendo sobre ella desde sus
principios un aguacero terrible de desprecios.
¿Recuerdan Vds. el aguacero aquel que hubo cuando nuestro Padre se fue a España, tan
fuerte, que ya parecía que se iba a inundar México, y que todo nos cayó encima? Pues no fue sino
la representación del chubasco de tribulaciones que caería sobre nosotros al irse él; del aguacero
de desprecios en que nos dejaba y que también se llevaba consigo, porque ha sido para todos, lo
mismo para él que para nosotros.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
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Pero, en cambio, ¡qué raudal de gracias no ha derramado Dios sobre el corazón de nuestro
Padre al haberle dado la Esclavitud y, con ella, unos dones hermosísimos a su alma, y enteramente
gratuitos como todo lo que Dios Nuestro Señor nos concede con tanta generosidad!
Ahora vean Vds. qué bien se relaciona este punto de meditación con el que hemos leído
en el Cuaresmal y que trata del joven aquel, hijo de la viuda de Naím y resucitado por Dios
Nuestro Señor. Cuando Vds. lo oyeron leer no querían seguramente que yo lo explicara, porque,
es claro, empezarían a pensar que iba yo a hablarles de la muerte y, como no les gusta, protestaban.
En efecto, ¡qué mejor ocasión que ésta para hablar de la muerte de nuestras pasiones, de
cómo debemos morir a nosotros mismos, si queremos llegar a ser verdaderos esclavos!
¿No es cierto que el que tiene que sujetarse, de la manera que debe hacerlo un esclavo,
para no hacer sino la voluntad de los demás y vivir contrariándose a toda hora, necesita matar
todas sus pasiones, sus gustos, sus costumbres, su modo propio? ¡A todo tiene que darle muerte!
Y entonces Dios Nuestro Señor, mirando que ha sabido morir en vida, lo resucitará a la vida de
la gracia, a todo lo espiritual.
Y de esa manera le dará la Esclavitud, esa Obra tan hermosa que todavía no pueden
entender los hombres, que les asusta, porque piensan que siempre han de vivir los Esclavos unidos
a las Esclavas, es decir, cerca de ellas. Y eso no ha de ser hijas mías, por más que la unión exista
siempre entre ellos puesto que sus almas han de unirse en el mismo espíritu y han de vivir
trabajando para el mismo fin.
Vivirán separados unos de otros y, desde lejos, las Esclavas serán el sostén de los Esclavos
ayudándolos, sosteniéndolos con los recursos materiales de sus trabajos, de las limosnas que
consigan, de los bienes que puedan adquirir únicamente con ese objeto, el de poder sostener a los
Esclavos sin abandonarlos, ya que ellos trabajarán sin descanso y sin paga buscando únicamente
el bien de las almas.
Las Esclavas se encargarán, por decirlo así, de darles combustible a los Esclavos, de
alimentarlos, pero que no se asusten los que no lo entienden, porque para eso no es preciso vivir
juntos ni estar en comunicación directa. ¿Acaso es fuerza que en el depósito que alimenta la
electricidad que mueve toda una máquina, por ejemplo, el encargado de proporcionarle
combustible, o lo necesario para producir aquella electricidad, meta la mano? ¡Ni podría hacerlo
sin exponerse!, ¿no les parece? Pues lo mismo sucederá en la Esclavitud. ¡Qué grande será el
cuidado y el respeto que se tengan los Esclavos!
Por ahora, que todo comienza, es muy natural que no se haya hecho así, porque lo que
empieza tiene necesidad de formarse, y cuando los padres tienen a sus hijos pequeñitos todavía,
los conservan a su lado mientras crecen, ¿no es cierto?
Yo creo que D. Porfirio Díaz, cuando fue niño, se ha de haber criado al lado de su madre,
en el regazo de ella; que el Señor Arzobispo también, siendo pequeño debe haber estado cerca de
su madre. Y a los que no la tienen porque la han perdido desde muy niños, no les ha de haber
faltado una persona que se haya hecho cargo de ellos y los haya tenido en su regazo. Si eso es así
y todos lo comprenden, ¿qué tiene de raro el que los Esclavos, mientras sean niños, estén al lado
de su madre espiritual encargada por Dios de formarles sus almas? Yo no encuentro nada de
particular en que así sea. Y, después, cuando ya estén formados, cuando ya tengan en su alma
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
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inculcada la doctrina de la Esclavitud, bien impregnado el espíritu de ella, entonces que se separen
para ir a luchar y a matarse por Dios salvándole almas.
Yo, mientras tanto, siempre le formaré sus hijos y sus hijas a Nuestro Padre, enseñándoles
la doctrina que él me ha enseñado, porque toda es suya, hijas mías, y la prueba es que yo ni había
concebido siquiera una Obra como la que él me dio a conocer, ni la hubiera entendido, y, desde
luego, mucho menos la hubiera sabido practicar.
La Esclavitud se la dio Dios Nuestro Señor para que él la impregnara en mi alma, para
que allí quedara bien grabada y con ella su espíritu. Y de esa manera, mientras él por un lado
trabajaba y se sacrificaba por las almas, yo pudiera irle formando a sus hijos.
¡Esa es la unión encantadora de nuestras almas, que nadie entiende! Así es cómo estando
lejos de él, viviendo separados, nuestras almas, sin embargo, están muy unidas y mutuamente
participamos de los trabajos, de los sufrimientos, y también de las gracias que Dios concede a
unos y a otros.
Así también será como las esclavas, sin darse cuenta y mientras estén en un lugar
trabajando muy tranquilas y quitadas de la pena, estarán participando de todos los frutos de
salvación que obtengan los Esclavos con sus misiones, con su predicación, con sus trabajos
apostólicos, porque no cabe duda que quien ayuda o favorece una Obra santa tiene parte en ella,
y cada paso dado por un Esclavo cuando vaya, por ejemplo, a misionar, se los contará Dios
Nuestro Señor a él porque los da, y a la esclava que trabaja por ayudarlo y sostenerlo; porque es
una unión de puro sacrificio en la que cada uno pone su parte para la Obra de Dios y la
santificación de las almas.
Por eso también las Esclavas tendrán parte en la conquista de ellas, en la salvación de los
sacerdotes, sin tener que tratar con ellos, sin ir a predicarles, sino a fuerza de sacrificio y de
oración para que los Esclavos vayan siempre llenos de fe y con una fortaleza terrible a decirles:
 Vengo en nombre de Dios para deciros que os consideréis como los padres cariñosos de
vuestro pueblo, benéficos y llenos de indulgencia para con ellos; como los pastores que
deben conducir al redil a cuantas almas vivan descarriadas, porque se hayan apartado de
Dios.
Todo eso han de decirles los Esclavos a los Señores Curas, a los que no cumplan con sus
deberes, que deben ser sagrados como que han sido impuestos por el mismo Dios. ¡Pero no
olviden cómo deben decirlo! Siempre llenos de bondad y de misericordia para atraerlos a fuerza
de dulzura, para enseñarles a que sean humildes, humillándose a ellos, y luego hacerse los
depositarios de sus faltas para perdonarlos y exhortarlos, después de haberles inspirado una
confianza ciega, para que en su corazón desahoguen todas sus penas y luego, ya reconciliados con
Dios Nuestro Señor, puedan sus almas resucitar como el hijo de la viuda de Naím, al escuchar la
voz de Dios que le mandaba que se levantara.
Así resucitarán esos pobrecitos sacerdotes a la vida de la gracia al escuchar la voz de los
Esclavos que van, de parte de Dios, a recordarles cómo deben servirlo, y a anunciarles, como los
Profetas de los tiempos antiguos, porque muchas veces manda Dios al mundo ángeles en figura
de hombres para que obliguen a los demás a corregirse de sus faltas. Y esos hombres, quiere
Nuestro Señor que sean los Esclavos, porque el salvar a las almas es su principal objeto y el fin
de la Esclavitud.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
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Postrados en la presencia de la Divina Niña le diremos que, puesto que la Esclavitud es
suya y está consagrada a Ella, Ella es la que tiene que regenerar a los sacerdotes, valiéndose, como
medios para hacerlo, de los pobrecitos Esclavos. Que nos conceda que ya nazcan al mundo, que
encontremos esos hombres que, llenos de amor y dotados de alma grande y corazón generoso, se
ofrezcan a servirla con humildad, haciéndose niños, amoldándose a la doctrina que, llena de
sencillez, ha de impregnarles una Niña, como es la Divina Infantita, para que de esa manera,
bañados ellos en esa doctrina de puro amor y sacrificio, vayan en nombre de Dios a regenerar al
mundo, salvando a las almas.
Le pediremos a Nuestro Señor Sacramentado la bendición en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Meditación
Del deseo de Esclavitud
Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de
sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la
vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 ¿Qué puede hacer un sólo hombre? Poco, ciertamente, muy poco.
 ¿Qué haría yo solo, haciendo voto de obediencia a uno o más Prelados?
 ¿Conseguiría ayudar a todos los Sacerdotes de una sola diócesis?
No fuera poco conseguir esto; y en verdad fuera bastante poco.
Punto II
 Hacen falta hombres, Señor, me dije, que hagan estos votos, para que den resultados
ciertamente prácticos.
 Y entonces pronuncié por vez primera el nombre de «Esclavos de la Inmaculada», o
Congregación religiosa de almas que harían voto de obediencia a los Señores Obispos y
en ellos a los que los representen.
 Nada encontrarás, en que puedas agradar a Dios más que en este voto.
Punto III
 Una Congregación Religiosa que tiene por Superiores a los que son los genuinos
representantes del divino Salvador, no puede dejar de ser Salvadora.
Afectos
 Señor, tanto espíritu de sumisión me cautiva y me mueve a desechar siempre el espíritu
de insubordinación de Satanás y de todos los que militan debajo de su bandera.
Propósito
 Rogar a Dios ser siempre del número de los Esclavos.
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Reflexión y comentario
SUMARIO:
—El voto de los Señores Obispos.—Lo que perjudica al sacerdocio.—Efectos de la sabiduría en
el que no es humilde.—La Congregación de los curas y vicarios.—Lo que es preciso para
conservar el espíritu.—Lo que no pueden darle los Obispos.—Los hombres que los Obispos
necesitan.Quienes son los que nos persiguen.En dónde existen las virtudes que deben copiar
los Esclavos.Dónde está la soberbia del hombre.La cabeza aplastada por la planta de la Divina
Niña.Los Esclavos que quieran vivir respetados no sirven.El delirio de nuestro Padre.Lo
que pensará de formar a los Esclavos desde niños.Cinco años para que la Obra diera el primer
paso.Cuando llegó al cielo el eco de la voz de nuestro Padre.El primer nido de la
Esclavitud.Cómo se formarán los Esclavos.Nada de Seminarios.Los maestros
pagados.La poderosa ayuda de los Esclavos seglares.La cabeza es lo que nos pierde.Los
Esclavos averiguadores.Las que averiguan a Dios si tienen oración de sequedad.El
Crucificado obsequia con dulzura de su Cruz.Las lágrimas en la oración.De lo que pueden
ser esas lágrimas.Los delirios amorosos con Dios.La amargura produce dulzura.La
tranquilidad del que sufre venciéndose.Por qué defendí el Templo.
Ahora habla nuestro Padre en su punto de meditación, del deseo que él sintió de hacer
ese voto de obediencia a los Obispos y ponerse, desde luego, a sus órdenes para trabajar en la
salvación del sacerdocio; que luego pensó que un solo hombre, por mucho que hiciera, haría
ciertamente bien poco, aun cuando salvara a todos los sacerdotes de una Diócesis.
Y entonces se dijo: «hacen falta hombres que pronuncien esos votos». Y por primera vez
pronunció el nombre de Esclavos de la Inmaculada. Es decir, pensó en una Congregación
salvadora que, teniendo por Superiores a los Prelados, se pusiera incondicionalmente a su servicio
para ayudarles en la salvación de las almas de todos los sacerdotes que lo necesitaran.
Vamos a estudiar ahora qué es lo que pierde al sacerdocio, y se convencerán Vds. de lo
que ya otras veces les he dicho, la sabiduría, la mucha ciencia en el hombre que no es humilde,
lo perjudica mucho. Y como todos los sacerdotes, aun cuando no sean sabios, siempre tienen que
estudiar determinadas ciencias, y además, en los pueblos en que regularmente viven, la gente es
ignorante, de ahí viene que se consideren como los reyes de todos ellos.
En el confesionario los señores curas tienen también bajo su dominio a las familias que
están a su cargo. Son como los papás de todas y por eso demuestran esa superioridad.
Hagan de cuenta que todos ellos, curas y vicarios, pertenecientes a una Diócesis, forman
como una Congregación en donde el superior de ella es el Obispo. Y necesitaría ese superior
tener quien se ocupara de vigilar atentamente esa comunidad, de hacer algo directamente por el
bien de sus almas, puesto que él personalmente, aun cuando quisiera, no podría hacerlo por ser
mucho a lo que tiene que atender.
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Es indispensable, hijas mías, para que en toda Congregación se conserve el celo, el
espíritu de orden y de trabajo, que el superior vea por las almas que tiene a su cargo, ¿no es cierto?,
que se les proporcionen recursos espirituales como retiros, ejercicios, hablarles cada día. ¡Como
yo lo hago con Vds., para preguntarles cómo han estado, en qué disposición está su ánimo, cómo
se encuentran de fuertes para la lucha y el trabajo! ¿No les parece?
Pues precisamente eso es lo que necesitarían los curas y vicarios. Y eso no se los pueden
dar los Sres. Obispos sino de esta manera: teniendo a su disposición hombres verdaderamente
celosos del bien de las almas. Hombres que en la humildad tengan su fortaleza, que el Obispo los
considere como inferiores suyos y que les tenga plena confianza para depositar en ellos sus penas;
hombres que trabajen por amor de Dios y no por paga, que no les importe ser despreciados. Y
esos hombres han de ser los Esclavos.
¡Cómo!, me dirán Vds., ¿quiere decir que después de servirlos, todavía nos han de
despreciar? Precisamente, hijas mías.
¿Qué les parece a Vds.? ¿No ven ahora como todos nos hacen la guerra? Y fíjense en
quienes son los que nos persiguen. ¿Los del Gobierno? No, los pobres son de lo que menos se
ocupan.
Entonces, ¿quiénes son los que no nos quieren y tanto nos tiran? Los Arzobispos, los
Obispos, los Curas, todo el clero, las religiosas. Es decir, todos aquellos que han de utilizar
nuestros trabajos y nos han de tener a su servicio.
Pues así será siempre, porque ha de ser muy duro el trato que les den a los Esclavos.
Desde el momento en que nuestro Padre pensó en ellos, quiso ser el primero en hacer ese voto de
nunca mandar. Y así lo hizo al entrar en la Congregación de los Operarios cuando pretendió
encontrar allí los sacerdotes que buscaba, pero Dios Nuestro Señor lo pensaba de otro modo, por
eso permitió que no fuera allí, sino que, separándose de ellos, nuestro Padre se consagrara a formar
a sus hijos con la misma doctrina que él había recibido de Dios, con el espíritu que El mismo le
había dado, inculcándoles a todos los Esclavos y las Esclavas las encantadoras virtudes que Dios
ha sembrado en su alma y todas las cualidades que le ha concedido como un don gratuito, como
todo lo que nos viene de la mano de Dios Nuestro Señor.
Así es que por ahora, él no debe decir todavía nunca mandar. Eso ya vendrá después, pero
mientras tenga que formar a sus hijos, no puede ser, puesto que es fuerza que ellos vivan a su lado
y obedeciéndolo siempre.
Les decía yo que me parecía imposible llegar a ver un esclavo que quisiera hacerse niño,
siendo un sacerdote ya formado. Tan difícil lo considero que lo juzgaría como un milagro de Dios
si tal cosa sucediera. ¿Saben por qué? Porque la cabeza es lo más difícil de rendirse. Porque en
ella está toda la sabiduría del hombre y, al mismo tiempo, toda su soberbia, su amor a sí mismo.
Y necesitaría mucha fuerza de voluntad para decir:
 Voy a doblarme tanto que mi cabeza va a quedar aplastada como la de la serpiente bajo la planta
de una Niña pequeñita. Y como Ella me pide que me rinda a todo el mundo, hasta a los más
pequeños, comenzaré por humillarme rindiendo mi sabiduría delante de la mujer escogida por
Dios para formarme que es una ignorante. Y lo comprendo.
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Porque es claro, hijas mías, que quien tenga un poco de talento por fuerza ha de
comprender mi completa ignorancia. Pero también es cierto que, si Dios le permite ver claro,
entenderá que Él me concede las gracias que me hacen falta y que ¡hasta sabiduría podría darme!,
si comprendiera que la necesitaba.
¿No les parece a Vds. que no es muy fácil que haya hombres sabios que quieran rendirse
tanto? Por eso, dudo mucho que así lleguemos a tener esclavos que realmente lo sean, que no
quieran vivir mandando ni esperen consideraciones, porque esclavos que pretendan vivir siempre
respetados y llenos de honores, por cierto, hijas mías, ¿para qué los queremos?
Yo bien sé que el delirio de nuestro Padre sería verse rodeado de muchos sacerdotes que,
desde luego, se decidieran a emprender el camino de la Esclavitud, porque como él tiene locura
por salvar a las almas, tarde se le hace. Y le parecerá que es mucho esperar formando a los
esclavos desde niños. Tiene razón, pero también es cierto que esos esclavos serán seguros, y, entre
tanto, Dios Nuestro Señor, mirando nuestros esfuerzos y nuestra paciencia, nos concederá algunos
hombres grandes que quieran de veras humillarse y hacerse niños por amor de la Santísima Virgen
Niña.
Si a nuestro Padre cuando me conoció, que tenía ya siete años de pensar en la Esclavitud,
le hubieran dicho que todavía se pasarían cinco años para que él rompiera las dificultades y la
Obra que tanto amaba, y deseaba, diera el primer paso, le habría parecido muy largo el tiempo.
¿No es verdad? Y ya ven Vds. como así fue. Porque no era la voluntad de Dios que la Esclavitud
comenzara mientras él no se convenciera de que la Divina Niña había de ser la Reina y Señora.
Como el ideal suyo fue desde el primer momento la Inmaculada, cuando conoció a la
Niña le pareció muy chiquita. La encontró insignificante, y decía: «Es imposible pretender que se
le dé toda una Obra tan grande a una imagencita acostada, la pararemos». Pero como Dios no lo
consentía, no le daba licencia, y nuestro Padre insistía en que fueran Esclavos de la Inmaculada
y decía:
 A esta Niña podremos quererla mucho, podremos tenerle gratitud, podremos concederle algo,
todo eso sí, ¡pero hacerla Reina de los Esclavos es imposible!
Y la Esclavitud, hijas mías, no daba un paso. En el momento que él se convenció, mirando
claro lo que Dios quería, y el 25 de diciembre dijo con toda firmeza: «Esclavos de la Divina
Infantita». Les aseguro, hijas mías, que el eco de su voz llegó hasta el cielo y desde ese momento
empezó ya a nacer la Esclavitud.
Por eso han visto que a poco tiempo de haberlo pronunciado y de haber dicho, «toda la
Esclavitud será para Ella», hubo quien le diera una casa en España para que fuera el primer nido
de la Esclavitud; quien le facilitara todo lo necesario para el viaje y para que empezara a formar
a los niños para Esclavos.
Esos niños serán pequeñitos, para que así podamos hacerlos al molde nuestro; estarán
cerca de nosotros, es decir, al lado de las esclavas, hasta los doce o trece años cuando más, y ya
es mucho extenderse. Yo había pensado que solamente hasta los diez años, porque el hombre
desde cierta edad necesita hombres que lo formen, pero, en fin, podrá ser que los eduquemos hasta
los doce años. Y después pasarán al lado de nuestro Padre a estudiar latín y todo lo necesario.
Pero siempre cerca de él, nada de Seminarios.
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Si es posible, se les deberá poner en el mismo Asilo maestros pagados que les enseñen.
Para eso contaremos con la poderosa ayuda de los Esclavos seglares, Esclavos que, siguiendo el
ejemplo de los primeros que Dios ha querido darnos, se quieran consagrar a su servicio
entregándole todo cuanto posean. Que hagan lo que han hecho los niños Luisito y Angelina,
decirle a Dios Nuestro Señor:
 Quiero trabajar por ti, quiero darte cuanto me pertenece y ponerme al servicio de las almas.
Entonces Él les hará ver cómo deben hacerlo, como se los hizo ver a ellos cuando le
decían:
 ¿Cómo te serviremos? ¿Nos proporcionaremos niños que enseñar? ¿Deberemos irnos a los
hospitales? ¿Te agradará que socorramos a cuantos pobres se nos presenten y vengan a pedirnos?
Y Dios les dijo cómo debían hacerlo. Y desde ese momento se pusieron a su servicio.
Con que, hijas mías, no olviden que la cabeza es la que nos pierde; que tiene que estar
siempre doblada. Por eso es preciso que rindamos nuestro juicio, para que esa cabeza venga a ser
lo mismo que la de un niño pequeñito que no discute, que no averigua, que no indaga el porqué
de lo que se le manda.
Los Esclavos no han de ser averiguadores. Por eso, cuando yo sé que alguna de mis hijas
que tiene oración de sequedad, le está discutiendo a Dios y preguntándole el por qué no siente o
no viene con ella, y le averigua por qué a otra le dio tal o cual prueba de su amor y a ella no se la
ha dado, yo digo, ¡lástima que todavía tenga cabeza, pues por eso está discurriendo tanto!
Si no la tuvieran irían delante de Dios con un corazón sencillo y esperarían allí, llenas de
humildad, las gracias que él quisiera concederles, sin estarle poniendo condiciones ni pidiendo
determinadas pruebas. A Dios Nuestro Señor no vayan a pedirle que las regale, porque no deben
hacerlo, Si Él es un Crucificado, ¡cómo quieren que las esté obsequiando con otra cosa que no sea
las dulzuras de la Cruz!
Lo que deben pedirle a toda hora es que las enseñe a sufrir, que sepan recibir con alegría
las tribulaciones y que lo bendigan en medio de ellas, porque vienen de su bendita mano. No
tengan apego a nada, ni siquiera a las dulzuras de la oración, ni crean que porque un alma está
llena de lágrimas, ya está gozando y tiene deliquios amorosos con Dios Nuestro Señor.
No, hijas mías. ¡Cuántas veces esas lágrimas serán de pena, de amargura! ¡Solamente de
verse tan miserable! Y entonces sí que puede llegar a tener deliquios, porque el conocimiento
propio que nos humilla es el que nos enseña a tener oración y unión con Dios. Cuando Nuestro
Señor quiere dispensar sus gracias a un alma es cuando ella se goza en el sufrimiento y todo lo
sacrifica por amor suyo, y por eso es por lo que quiero que todas Vds. aprendan a sufrir, porque
la dulzura que han de tener las Esclavas la han de adquirir a fuerza de pruebas y de amarguras.
¡Qué contraste, que la amargura pueda producir dulzura! Y sin embargo así es. El que se
enseña a sufrir se hace dulce, no les quepa duda. Vean Vds. a un alma atribulada que esté sufriendo
y que sepa vencerse y dominarse, y la verán Vds. siempre dulce y apacible, gozando una
tranquilidad, como no la gozará el que nunca haya sufrido. Yo les aseguro que a mí me ha
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sucedido eso, estar pasando por sufrimientos terribles y siempre contenta y feliz, porque Dios me
ha ayudado con su gracia, no crean que por mérito propio.
Como siempre le he pedido a Nuestro Señor que me enseñe a sufrir, porque esa ha sido
mi petición constante, Él no me lo ha negado. Y de tal manera estoy dispuesta a acatar su santa
voluntad que cuando intentaban quitarme el Templo Vds. me vieron tranquila. Y si lo defendí fue
porque ya tengo hijas. Tengo en primer lugar a nuestro Padre. Dios me lo ha dado a él y a Vds.,
y era mi deber haberlo defendido, pero si yo hubiera sido sola, nada habría intentado, pueden
creerlo, sino que hubiera dejado que hicieran lo que quisieran.
Ya han visto también, hijas mías, que hemos sufrido mucho y hemos pasado por penas
muy fuertes, y sin embargo todas están de acuerdo en decir:
 ¡Qué felices somos en medio de los sufrimientos! ¡Qué tranquilidad de alma se disfruta en esta
casa! ¡Qué paz tan grande reina siempre en ella!
Y no es más que por eso, hijas mías, por la dulzura con que se aprende a sufrir, porque
Dios Nuestro Señor endulza las amarguras y hace suave y agradable el sacrificio. Por eso no
duden que, trabajando sin descanso en busca de los Esclavos y formando sus almas desde niños,
Él nos facilitará hombres dóciles que se rindan también a la dulzura, y así nos abreviará el tiempo
para que no sea tan largo, y nos dará esclavos.
Postrados en la presencia de la Divina Niña, con verdaderos deseos de que se forme la
Esclavitud, digamos llenas de amor y de entusiasmo, como lo dijo nuestro Padre la vez primera
que sintió en su corazón la necesidad tan grande de que hubiera esos Esclavos: «Serán Esclavos
de la Inmaculada». Ahora vamos a decir nosotros:
 De la Inmaculada Niña, sí, de la Niña pequeñita que ha de reinar desde el primer instante de
su ser, ¡Esclavos de la Divina Infantita!, como él los llamó después, cuando Dios le hizo sentir
en su corazón que para Ella sería toda la Esclavitud.
Eso serán todos nuestros hijos y nuestras hijas, Esclavos de la Virgen Niña. Formados
con un espíritu de sencillez, como se necesita para vivir rendidos de juicio, con la cabeza
enteramente doblado y puesta bajo la planta de la Divina Niña.
Como en la cabeza reside toda la soberbia del hombre, por eso los Esclavos han de vivir
muy humillados siempre. Y para saberse humillar y conseguir esa humildad tan encantadora, que
es la que hace santos a los sabios y a todos los hombres, necesitan tener mucha dulzura, porque
quien es dulce con facilidad se hace humilde, mientras que el duro jamás llegará a serlo, nunca
querrá humillarse, no tolerará verse despreciado y, por consiguiente, no llegará a ser Esclavo.
Le pediremos a Nuestro Señor Sacramentado la bendición, en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Meditación
El amor a Dios y a las almas que exige Nuestra Esclavitud
Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de
sacerdote, en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la
vida religiosa e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 Considera de donde ha nacido este deseo de esclavizar a la propia voluntad y entonces
conocerás mejor la grandeza de la obra que Dios ha puesto en tus débiles manos. El amor
divino es la causa y el fin que determina a la Esclavitud a la más perfecta sumisión de la
propia voluntad.
 El amor a las almas exige la sumisión a los sacerdotes que las apacientan; el amor a la
santificación de los sacerdotes hizo natural y sencilla la sumisión a los Obispos y el amor
a éstos nos hace estar siempre obedientes hasta la muerte a la soberana voluntad del Señor.
Punto II
 Si son exacta medida del amor los sacrificios que se hacen por lo que se ama, cierto es
que el mayor sacrificio debe ser medida del mayor amor.
 Luego si hacemos de veras el sacrificio de la propia voluntad, como la Esclavitud exige,
o fruto es del extraordinario amor que ya existe en el corazón o prenda del que hemos de
adquirir.
Punto III
 Ve por qué, hija de mi amor, es la Esclavitud; ve por qué nunca me ha llamado la atención
cuando he oído decir a nuestras hijas que la Esclavitud ha de formar una nueva generación
de santos, más santos que todos los santos.
 Tú lo has dicho con ese instinto especialísimo que te caracteriza para penetrar las cosas
divinas; yo espero que así sea, porque así debe ser.
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Afectos
 Señor, que has querido en todo tiempo probar el verdadero amor con la verdadera
obediencia, haz que la obediencia a los que legítimamente te representan en tu santa
Iglesia sea siempre el norte de mi rumbo y el áncora de mi salvación.
Propósito
 Jesús mío, hazme obediente.
Reflexión y comentario
SUMARIO:
—El reloj sin maquinaria.—Los santos con apariencia exterior solamente.—Por qué se necesita
paciencia para santificar a las almas.—La inconstancia del hombre.—El atractivo que Dios nos ha
puesto para perseverar en el amor de la Niña.—Los santos en la Esclavitud.—Cómo hemos de
arrebatar el cielo.—Cual es la moneda para comprar la santidad.—Su valor.—La voluntad rendida
a la Divina Niña.—Las luchas que cuesta el vencimiento.—Cómo nos turba el demonio
impidiéndonos la santidad.—Nunca hiere con nobleza Satanás.—Mi petición para Vds.—Amor y
devoción; obediencia y sacrificio; dulzura y alegría.—Necesidad de ser dulces.—La dulzura que
a mí me falta.—Cómo debe ser un director espiritual según la Teología mística.—Esos modelos
son muy raros.—Yo sólo he encontrado uno en nuestro Padre.—Donde residen la cólera y la ira.—
Las almas que yo necesito. Lo que pienso cuando las veo pichicatas.—Los servicios por salario y
los servicios por amor. El reloj de nuestro corazón.—Cómo ha de andar una comunidad.—Cada
esclava debe ser un reloj fijo en el Sagrario.—Las Lágrimas al pie del Sagrario.—Cómo deben
pedir oración y santidad.—Los que quieren ser santos sin trabajos tienen un corazón mezquino.—
Las cadenas con que estamos atadas.—En qué consistirá la vida contemplativa entre nosotros.—
Los corazones en la Esclavitud.
Así como un reloj que nada más tuviera la carátula, las manecitas y una caja muy hermosa
no serviría de nada si interiormente no tuviera una máquina que hiciera mover esas manecitas, y
que anduviera con toda regularidad para marcar las horas con exactitud, lo mismo le sucedería a
un alma que queriendo caminar a la santidad, no tuviera de ella más que la forma exterior y en su
corazón no existiera el amor, que es el que da ese deseo de sacrificio y de vencimiento, que es el
que forma los santos.
Ayer pensaba yo que realmente se necesita mucha paciencia para llegar a santificarse y,
todavía más, para santificar a las almas. ¿Saben por qué? Porque el hombre por naturaleza es
voluble, es inconstante, no siempre tiene ganas de hacer lo mismo.
¡Cuántas veces nos ha pasado ver a una persona muy dada a Dios, que reza, que se
confiesa y comulga, que no habla más que de cosas santas, y sin embargo al verla tan
entusiasmada, hoy, sin querer, nos viene este pensamiento: lástima que ahora esté tan bien
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dispuesta, y tal vez mañana se resfríe y vuelva a abandonar todo lo que ahora practica con tanto
gusto!
¿No es cierto que así lo han pensado Vds. alguna vez? Por eso ven que a nosotros Dios
Nuestro Señor, compadecido de nuestra debilidad porque todos somos iguales y, si nos dejara un
momento, no tendríamos fortaleza para perseverar por mucha gana que tuviéramos, nos ha puesto
en el camino que hemos emprendido de la Esclavitud algo que nos llame la atención, que nos robe
el amor de nuestro corazón, para sacrificarnos por ese amor, puesto que no hay mayor encanto
que sacrificarse uno por el objeto amado y demostrarle de esa manera cuanto se le ama.
¿Y saben cuál es ese algo? La Divina Niña, la Santísima Virgen pequeñita, la chiquitita
encantadora, la Inmaculada desde su primer instante que, con el nombre de Divina Infantita, nos
ha sido dada por Dios Nuestro Señor para que la veneremos, para que nos consagremos a Ella de
todo corazón y su amor sea el que nos aliente y nos sostenga en la vida de luchas y sufrimientos
que llevamos, y que nos ha de hacer santas.
Sí, hijas mías, dice nuestro Padre en su meditación que los santos en la Esclavitud han de
ser muchos, generaciones enteras, y tan grandes, tan extraordinarios, que superen a todos los
demás.
El cielo está a nuestra disposición porque Dios lo ha hecho precisamente para los santos,
pero tenemos que arrebatarlo a fuerza de actos heroicos de sacrificio, ya lo saben. Por eso les
decía yo que hay que revestirse de paciencia para hacerse santo, porque cuestan muy caros los
sacrificios. Son la moneda con que hemos de comprar la santidad. Y esa moneda vale mucho
porque los vencimientos duelen, los trabajos cansan, las injurias lastiman, los golpes con que
tenemos que formarnos también son dolorosos. Yo les aseguro que hasta la madera de que se
forma una estatua de santo, si pudiera sentir, lloraría y se quejaría a cada golpe que recibe con el
cincel y el martillo para tomar la forma que el escultor quiere darle.
Si queremos de veras hacernos santas, le hemos de dar a la Divina Niña lo más rico que
tenemos que es nuestra voluntad. Esa voluntad que ha estado acostumbrada a darse gusto en todo,
a que no se le contraríe en lo más pequeño, a ser la reina y la señora para gobernarlas a su antojo,
y también a mí, porque, ¡no vayan a creer que yo me excluyo! No, hijas mías, todas tenemos
defectos y nunca trato yo de eximirme de la corrección cuando las corrijo a Vds.
Pues bueno, esa voluntad es la que principalmente debemos entregar bien atada, para
sujetarla por completo, para obligarla a que constantemente se contraríe; de tal manera que si, por
ejemplo, estamos a gusto en un lugar y no queremos pararnos de allí, en el momento mismo,
haciendo un vencimiento, nos paremos diciéndole a la voluntad:
 Tú bien quisieras quedarte aquí porque sientes comodidad, ¿no es cierto? Pero como yo no
estoy para darte gusto, por eso, te contrarío.
Si, por ejemplo, tienen muchas ganas de ir a hacer buñuelos, supongamos, le vuelven a
decir:
 ¿Eso te agradaría? Pues voy ahorita mismo a hacer cualquiera otra cosa menos lo que tú tengas
gana.
Si es hora de trabajo y se sienten con deseos de descansar, y no hacer nada, también le
dicen a la voluntad:
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 Vamos a donde nos llama el Reglamento aun cuando no ten gas gana, porque yo sé que
contrariándote en todo, adquiero méritos y sólo así llegaré a poseer las virtudes que me han de
hacer esclava.
Si están escribiendo en máquina y las mandan por un lápiz que está en la otra pieza, y la
voluntad quisiera decir, ¿por qué no lo traes tú?, no hay que hacerle caso, sino pararse de buena
gana a hacerlo porque en la obediencia ciega y pronta a todo el que nos mande, está el sacrificio,
y ese nos hará verdaderas esclavas.
Por supuesto que no esperen nunca que esos vencimientos los han de hacer sin que les
cueste trabajo, contrariedades y luchas, sobre todo porque el demonio no duerme, hijas mías, y
basta que Vds. digan:
 ¡Quiero ser santa!
Para que él, con todo empeño conteste:
 ¡No lo serás!
Y les presente cuantas dificultades encuentre para turbarlas, para desanimarlas, para
interrumpirles el paso.
Por eso, ¡cuídense mucho!, porque está deseoso de estorbarles la santificación. Y no crean
que ha de venir con nobleza a desafiarlas, ni a presentarse de frente para que se defiendan de él y
de sus ataques. Eso no, sino que vendrá traidoramente a ver como las hiere, con toda alevosía,
con premeditación y ventaja. Por eso hay que estar alerta siempre y no darle cabida al pensamiento
más insignificante que pueda ocasionarles turbación, porque desde el momento en que Vds. lo
alimenten ya están perdiéndose y expuestas a caer en las tentaciones que, con toda astucia, les ha
de poner.
Ayer en la oración, acordándome de todas Vds., le pedía yo a Dios que les concediera
devoción, sacrificio y alegría. Eso fue lo primero que le pedí, pero luego pensé que eso no les
bastaba, porque de nada sirve un exterior que parezca muy lleno de devoción si el corazón es
como un volcán de pasiones que no saben vencer. Y entonces pedí para cada una amor y devoción
que les diera recogimiento interior y gracia para vencerse. Obediencia y sacrificio, porque no vale
el sacrificio por sí solo lo que puede valer unido a una perfecta obediencia. Y pedí también dulzura
y alegría, porque pensé: ¿para qué quiero ver en ellas caras alegres si no saben tratar con dulzura
a los que las rodean?
La dulzura es una virtud indispensable y en la Esclavitud no se puede prescindir de ella,
porque ya saben que es la que ha de cautivar a las almas. Vi también que yo no soy todo lo dulce
que debiera, porque si en lo general tengo dulzura para tratar a las personas, la pierdo cuando
corrijo, y eso no lo debo hacer. Necesito aprender a corregir las faltas con suma dulzura, porque
sólo así se suavizan las almas y se les lleva sin sentir al sacrificio.
En ese libro de la Teología Mística lo vi muy claro en la pintura que hace de cómo debe
ser un buen director espiritual y la dulzura incomparable que debe tener para conducir a Dios a
todos los que se le acerquen, pero siempre con mucha suavidad, llevándolos casi sin que se den
cuenta, sin que les cueste trabajo. Ese modelo es, por desgracia, tan raro que yo les aseguro que
sólo en nuestro Padre lo he encontrado.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906
.
39
¡Pues bueno!, ya que Dios Nuestro Señor, por su bondad infinita, nos ha dado a nosotros
ese tesoro que no tiene precio, como es el tener un director espiritual como nuestro Padre, y ser
sus hijas, ¿no querrán Vds. tomar su espíritu y procurar imitarlo? Sí, hijas mías, suavícense, sean
muy dulces para tratar a los demás, y así verán cómo llegan a tener oración, porque para lograrla
se necesita tener mucha paz en el interior.
Leía yo también en esa Teología que la cólera reside en el cuerpo y la ira en el alma; que
son dos pasiones que se comprenden muy bien y siempre tienden a unirse, y que las personas
irascibles son muy difíciles de llegar a tener oración. Es casi imposible que quien tiene un carácter
arrebatado y violento logre esa oración contemplativa.
Parece que quiero hablarles más alto y que me aparto de donde debiera, pero no, hijas
mías. Puede haber entre Vds. alguna, o alguno, que sienta en su alma deseos de perfeccionarse y
de subir poco a poco en el camino de la oración, y por eso les hago ver lo que se los impide. Yo
quiero encontrar en Vds. almas grandes, valientes, decididas al sacrificio por el amor a la Divina
Niña, dispuestas a pasar cuantas penas y trabajos les mande Dios Nuestro Señor, pero también las
quiero dóciles, apacibles y llenas de dulzura. Por eso, cuando las veo disgustadas, que se apartan
de la Comunión, y con toda tranquilidad la dejan diciendo:
 Ahora no comulgo porque sentí coraje y no me pude vencer
Las veo tan pequeñas y tan pichicatas que no las considero hijas de la Santísima Virgen,
ni que puedan ser capaces de hacer un sacrificio pequeño por Ella.
A esas no las llamo yo hijas, ni parientes, ni nada mío, ni tampoco de nuestro Padre.
Cuando no quieren aprovecharse de los consejos que reciben, cuando todo lo desprecian y se
cansan de cualquier cosa, me acuerdo de las criadas que sirven por paga y que siempre ajustan al
salario sus servicios diciendo:
 Tanto me pagas, tanto trabajo. Y una vez que he cumplido con mi obligación no tienes derecho
a exigirme más.
¿No es cierto que así sirve el que está pagado? Entre Vds. tal vez haya alguna que haya
servido. Pregúntenle Vds. cómo hacía esos servicios y verán como tengo razón en lo que les he
dicho. Ahora, quien trabaja por puro amor es otra cosa. Ese se sacrifica y se mata por demostrar
que ama a quien sirve y darle pruebas de ello.
¿Cómo le decimos nosotros a una persona que la amamos? Sufriendo por ella,
ahorrándole penas, sacrificándonos por ese amor, ¿no es cierto? Pues si queremos amar con locura
a la Divina Niña, si Ella ha de ser la que reine en nuestros corazones, no le estemos ajustando
cuentas ni regateándole sacrificios. Vamos a rogarle que interceda con Dios Nuestro Señor para
que le ponga máquina al reloj de nuestro corazón, pero también es necesario que nosotros
pongamos cuanto esté de nuestra parte para que camine con toda regularidad, porque si no le
damos cuerda más que un día y luego lo dejamos parado, se irá entorpeciendo poco a poco, hasta
que llegue un día que no funcione, porque el aceite que Dios Nuestro Señor le ha puesto para
suavizarlo y para que todas las ruedas caminen bien, todas engranando unas con otras, se ha
resecado y las ha endurecido.
Una comunidad, hijas mías, también ha de caminar como un reloj, de manera que la
encargada de cada oficio tiene que trabajar sin parar, porque si se atrasa ella, atrasará a toda la
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud
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Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud

  • 1.
  • 2. Derechos de autor registrados 2018 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado. Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto. Federico Salvador y Rosario Arrevillaga – Edición actualizada Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La Inmaculada Niña. http://angarmegia.com - angarmegia@angarmegia.com
  • 3. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto. Federico Salvador y Rosario Arrevillaga Publicadas en la revista mariana Esclava y Reina entre abril de 1925 y agosto de 1928 Guadix – Granada - España Edición actualizada por María Dolores Mira Gómez de Mercado Antonio García Megía
  • 4.
  • 5. CONTENIDO EN TORNO A LAS MEDITACIONES............................................................................ 7 NOTAS DE LOS EDITORES ..........................................................................................................................................................................7 MADRE ROSARIO FORMADORA DE ESCLAVOS...................................................................................................................................................9 NIÑO LUISITO......................................................................................................................................................................................14 EL MOMENTO HISTÓRICO.........................................................................................................................................................................14 EL ENEMIGO INTERNO............................................................................................................................................................................16 ANEXO – ORIGEN DOCUMENTAL DE LOS TEXTOS............................................................................................................................................18 MEDITACIONES 1. DEL PRINCIPIO DE LA ESCLAVITUD .....................................................................................................................21 2. DEL VOTO DE OBEDIENCIA A LOS SRES. OBISPOS.................................................................................................23 3. DEL DESEO DE ESCLAVITUD ...............................................................................................................................29 4. EL AMOR A DIOS Y A LAS ALMAS QUE EXIGE NUESTRA ESCLAVITUD ......................................................................35 5. OBEDIENCIA PRÁCTICA DE LA ESCLAVITUD..........................................................................................................43 6. HUMILDAD DE LA ESCLAVITUD............................................................................................................................49 7. DE CÓMO SE HA DE PRACTICAR TANTA HUMILDAD ...............................................................................................55 8. NUESTRO MODELO ES JESÚS EN LA CRUZ............................................................................................................63 9. NUESTRO MODELO ES MARÍA EN LA ENCARNACIÓN ..............................................................................................69 10. NUESTRO MÁS PERFECTO MODELO: LA EUCARISTÍA..............................................................................................75 11. LA CRUZ ES EL ÁRBOL DE LA ESCLAVITUD ...........................................................................................................81 12. LA FLOR DE LA ESCLAVITUD SON LAS SACRAMENTADAS.......................................................................................87 13. LA OBEDIENCIA ES LA FLOR DE LA ESCLAVITUD...................................................................................................93 14. SÓLO LA ESCLAVITUD DE AMOR SALVA................................................................................................................99 15. LA ESCLAVITUD DE JESÚS ANUNCIADA..............................................................................................................103 16. LA ESCLAVITUD DE JESÚS. PADECIMIENTO, ABNEGACIÓN, PRIVACIÓN..................................................................109 17. LA ESCLAVITUD DE JESÚS PRACTICADA CUÁNDO, CÓMO Y SIEMPRE QUE DIOS QUIERE............................................114 18. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 1..........121 19. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 2..........125
  • 6. 20. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 3..........131 21. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 4..........137 22. JESÚS, CON ESTA DEPENDENCIA, SÓLO HA BUSCADO LA GLORIA DE SU PADRE......................................................143 23. HEMOS DE SER SEMEJANTES A JESÚS EN LA ESCLAVITUD..................................................................................147 24. HEMOS DE CUMPLIR LA VOLUNTAD DE JESÚS ....................................................................................................151 25. HEMOS DE OÍR PARA CUMPLIR LA PALABRA DE JESÚS........................................................................................155 26. GALARDÓN DE LOS QUE CON JESÚS CUMPLE LA DIVINA VOLUNTAD ......................................................................161 27. SERÉ ESCLAVO, ABNEGÁNDOME .......................................................................................................................167 28. SERÉ ESCLAVO ABNEGÁNDOME, Y SIGUIENDO A JESÚS.......................................................................................173 29. JESÚS NOS ENSEÑA A SER LOS ÚLTIMOS ..........................................................................................................179 30. JESÚS QUIERE QUE SEAMOS NIÑOS ..................................................................................................................184 31. SI NO SIGO A JESÚS SERÉ CASTIGADO..............................................................................................................191 32. POR AMOR HE DE OBEDECER A JESÚS...............................................................................................................195 33. SOMETIÉNDOME A JESÚS TODO LO ALCANZARÉ DEL PADRE.................................................................................201 34. EL EJEMPLO DE LOS APÓSTOLES Y DE LOS MÁRTIRES NOS INDUCE A SOMETERNOS A JESÚS .................................207 35. DEBEMOS OBEDECER A JESÚS SI QUEREMOS PERSEVERAR..................................................................................213
  • 7. 7 En torno a las Meditaciones NOTAS DE LOS EDITORES Este documento recoge las treinta y cinco primeras meditaciones incluidas en la sección «Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto», que, con la firma I.M.R., publica la Revista Marina Esclava y Reina a partir de su número 100 (Guadix, Granada, abril de 1925). El contenido que sigue comienza en esa fecha y concluye en el número 140 (Guadix, Granada, julio/agosto de 1928). El hecho diferencial que singulariza el conjunto que se edita del resto de la serie, estriba en que, todas ellas, salvo la primera, se inician con una propuesta temática y metodológica del padre Federico Salvador que centra y monitoriza el comentario siguiente, a cargo de Rosario Arrevillaga (I.M.R., Infantita Madre Rosario). Llama la atención el hecho de que, pese a tratarse de reflexiones fechadas casi veinte años antes, 1906, su difusión pública comienza apenas tres meses después del fallecimiento de Madre Rosario, acecido el 10 de enero de 1925, Los textos, aun cuando se contemplen desde el exterior y a más de un siglo de distancia, pueden cautivar a cualquier lector curioso, incluso si sus intereses no se incardinan en un universo religioso-espiritual. Su contenido permite intuir de manera clara la fortaleza de los vínculos que embonan las almas de los dos fundadores de la Congregación de Esclavas y Esclavos de la Inmaculada Niña, Divina Infantita. He aquí alguna muestra: «Así como nuestro Padre dice que a nadie reconocerá por suyo si no es llevado a él por mí y no quiere sujetarse a mi voluntad, yo tampoco reconoceré a las que no vean en él a su Padre y le tengan suma confianza para descubrirle toda su alma, sin tener un secreto, sin ocultarle un solo pensamiento, tratando de que su alma de Vds. embone en la suya por medio de un amor lleno de respeto y de obediencia, porque solamente así tendré esclavas formadas a su espíritu. Si Vds. creen que pueden ser esclavas sin el espíritu de nuestro Padre, yo les digo que todo serán, menos esclavas, y que, por mi parte, no las quiero, ni las acepto, ni las necesito.» «Sí él quiere ver en sus hijos y en sus hijas un perfecto retrato mío, yo no quiero más que hijas e hijos que lo imiten a él, que estudien sus virtudes, que beban su aliento para que sean un retrato suyo. Pero eso no puede ser si Vds. no procuran consultarle y seguir todas sus indicaciones y consejos». «Yo no reconozco por hija a la que no se ocupe de nuestro Padre, ya lo saben. Con tal motivo pueden decir únicamente que son hijas mías las que a él lo respeten, lo traten con cariño, y lo quieran con encanto. Pero, en cambio, las que lo desprecien, las que no sientan que les nace de corazón decirles algo y dejen pasar el tiempo sin acordarse
  • 8. 8 de que existe, esas, no son nada mío. Pueden hacer lo que gusten, las dejo en completa libertad.» «¡Lo que es las almas, a mí me importaban un comino y me tenía sin cuidado lo que pudiera ser de ellas! ¿Saben quién ha sido el que me ha hecho amarlas y llegar a interesarme por ellas? ¡Nuestro Padre! Dios Ntro. Señor, al unirnos a los dos para la Obra, quiso que él me impregnara de esa locura que sentía en su corazón por la salvación de las almas y permitió también que yo le dijera: sí, ayudaré a salvarlas, pero mediante esta Reina pequeñita y en su nombre solamente.» «Así quiso Ntro. Señor que él pusiera todo su amor en esa imagen de la Divina Niña, porque no pensaba ni siquiera en una imagen, sino en un ideal que era la Inmaculada. Y todo su corazón lo tenía lleno de amor por las almas y de celo por su salvación.» Pero también define los pilares básicos sobre los que se constituye el edificio de la Orden, los mecanismos y recursos utilizados en sus orígenes para la formación y fortalecimiento de las almas de quienes aspiran a integrarse en la Esclavitud y el modo de encarar las dificultades y obstáculos de todo tipo que, para su subsistencia y anhelo de crecimiento, genera un convulso momento histórico caracterizado por un entorno sociopolítico francamente hostil a la religión en lo estatal y claramente reticente en lo eclesial. Sirvan como ejemplo de la última afirmación algunos fragmentos entresacados del discurso de Madre Rosario que apuntan en ese sentido: «¡Cómo que en el Gobierno no son capaces de enseñar nada bueno, ni de practicar un acto de humildad puesto que tienen por padre a Lucifer y ese nunca se ha humillado!» «Les aseguro que si yo hubiera tratado de hacer con la imagen de la Divina Niña lo que el Gobierno ha hecho últimamente con el retrato de Juárez, obligando a todo el mundo a que lo llevara en el pecho como un distintivo, quizá no lo hubiera conseguido. En cambio, el Gobierno se impone y sabe obligar a cuantos le rinden a llevar como una insignia el retrato de ese indio macuache tan horroroso.» «Esta mañana, a las tres, estando yo en oración y pensando precisamente en lo mismo, veía una cara burlesca que se reía a carcajadas porque todos nos tiran, no sé si sería mi imaginación, así es que no me lo crean, pero, sin embargo, pienso que no fue cosa mía, porque estaba yo con Dios, y esa cara me pareció del demonio que quería burlarse de nosotros lleno de alegría. Pero entonces Ntro. Señor me volvió a repetir lo que siempre me ha dicho, y sentí un consuelo inmenso al entender Estoy contigo, yo siempre a tu favor.» «Por eso les pido que me perdonen si, lastimada como estoy porque tengo mi alma hecha pedazos, no siento más que pena al ver que, mientras más nos afanamos y multiplicamos nuestros sacrificios trabajando en la salvación de las almas y abarcando el mayor número posible de ellas, más palos nos den los mismos a quienes ayudamos. Todas esas niñas son una carga que debía pesar sobre el Señor Arzobispo, sobre su conciencia, porque debiera ser el responsable de ellas, y nosotros le aligeramos el peso desde el momento que le quitamos a él esas ciento cincuenta o doscientas niñas para tomarlas y responderle a Dios por esas almas. Pero no le hace. Aunque sintamos mucha amargura, hemos de obedecer, hemos de humillarnos cada vez más, y hemos de hacer meritoria la obediencia, sujetándonos a la voluntad no sólo de las personas que amamos sino también de aquellas que nos lastiman y nos hieren.»
  • 9. 9 «Yo creo que D. Porfirio Díaz, cuando fue niño, se ha de haber criado al lado de su madre, en el regazo de ella; que el Señor Arzobispo también, siendo pequeño debe haber estado cerca de su madre. Y a los que no la tienen porque la han perdido desde muy niños, no les ha de haber faltado una persona que se haya hecho cargo de ellos y los haya tenido en su regazo. Si eso es así y todos lo comprenden, ¿qué tiene de raro el que los Esclavos mientras sean niños estén al lado de su madre espiritual, encargada por Dios de formarles sus almas? «No pueden Vds. imaginar siquiera la felicidad tan grande que se siente en el alma cuando sabe uno que, en medio de un desprecio tan terrible, tan absoluto, tiene uno, sin embargo, de su parte a Dios Ntro. Señor. Así me lo hace ver en la oración. Y cada vez que recurro a Él para quejarme del abandono en que estamos, porque todos nos desprecian, y le lloro diciéndole, ya ves, Señor que situación la nuestra, ¡todo el mundo en contra!, oigo claro cómo me responde: Y yo a favor.» MADRE ROSARIO FORMADORA DE ESCLAVOS «¿Quién soy? Una Doña Petate ignorante, tontísima, que no puedo ni siquiera pensar, pero voy con Dios y de Él recibo las disposiciones, y Él me hace ver lo que conviene. Y de esa manera no manda nuestro Padre, ¡y menos yo!, puesto que sólo Dios es quien gobierna.» Madre Rosario, desde un primer momento, deja claro que cuanto dice y hace en su calidad de Maestra, lo realiza obligada por su voto de obediencia debida al Padre Fundador y a la voluntad de Dios Padre, que así lo quiere, pues lo permite, y la dota de gracia especial en forma de luz que alumbra su entendimiento. «En Nuestra Congregación, ya saben que el escogido ha sido nuestro Padre. Él ha recibido todo el espíritu y la doctrina propia de la Obra y yo solamente soy como un ayudante suyo, como una emisaria, encargada de desmenuzarles a Vds. todo lo que él les da y de enseñarles cómo han de practicarlo, cómo deben sujetarse al Reglamento y observarlo con toda exactitud sin interrumpirlo por nada». «Así es que élel Padre Fundador no tiene más afán que proporcionarle a la Obra Esclavos para que yo los forme, y yo cifro todo mi empeño en sostenerle y formarle a sus hijas para que él las haga Esclavas. Él, en todo, quiere ceder y dejarme todo el mando, porque piensa que yo soy la que debo mandar, y yo no trato sino de obedecerlo en todo lo que sé que es de su agrado. Y no tengo otro deseo que el de acatar y respetar sus determinaciones porque sé que él es el escogido por Dios Nuestro Señor y el que debe mandarnos y gobernarnos». «Lo que él viene a decirles por mi boca, es de pura Esclavitud.» «¡Qué dura es nuestra situación! Y, sin embargo, Dios Nuestro Señor es tan generoso con nosotros que, mirando que el Padre que nos ha dado no puede estar cerca, ni ver por nuestras almas, Él mismo les manda a Vds. la doctrina que necesitan valiéndose de una pobrecita criatura como yo soy, llena de rudeza, porque pueden creer que muchas veces no sé ni siquiera lo que les digo. Y al acabar la meditación, pueden asegurar que no conservo en la cabeza una palabra de lo que les acabo de decir, de esa doctrina que
  • 10. 10 es toda de Dios y que, por una gracia especial suya, permite que la conserve en su imaginación la niña Angelina1 para escribirla después.» «Como a mí una enseñanza que me da Dios, una palabra suya me sirve mucho y hace en mi alma mucho efecto, y, además, soy tontita y mi ignorancia hace que nada pueda discurrir por mí sola, me fijo en todo lo que veo que es de Dios y de ahí saco doctrina para trasmitírselas a Vds.» «¡Fíjense, hijas mías, en las gracias tan hermosas que reciben; comprendan que, por mi ignorancia y mi incapacidad tan absoluta, yo no podría decirles una sola palabra y, no obstante eso, todos los días les hablo porque Dios quiere que yo sea la portadora de sus recados para Vds., de los avisos cariñosos que les manda como un verdadero padre que vela por el bien de sus hijas, espiritual y material!» Y una vez asumido el rol que uno y Otro le han querido otorgar, ella lo interpreta con todas las consecuencias: «Yo tengo mucho empeño en explicarles detenidamente cada una de las meditaciones de nuestro Padre, porque encierran toda la doctrina de la Esclavitud que es muy grande, muy hermosa y muy santa, pero necesito desmenuzarla para que a Vds. no les parezca difícil ponerla en práctica.» Con la ayuda, eso sí, «de ese, como faro, que yo vi que tenía puesto por Dios Ntro. Señor para poder penetrar, con esa luz suya, dentro de las almas y conocer a todas Vds. interiormente. De manera que iluminada por Dios es del único modo que puedo dirigir a Vds. y hacerles ver a cada una lo que tiene que corregir para llegar a adquirir la santidad de su alma.» Y se siente madre. Y, como cualquier madre esforzada que se vuelca en la educación de unos hijos que no siempre responden a las expectativas generadas, se lamenta de su comportamiento y las extorsiona emocionalmente. «De modo es que, ya saben, la que quiera ser esclava, tiene que ser hija de nuestro Padre y mía y, en consecuencia, debe ser una pobrecita igual a nosotros, que eso somos. No debe avergonzarse por nada.» «Y aunque sientan pena pensando que en todo el día no me verán, que no oirán ni siquiera meditación, que es cuando menos me ocupo de Vds., no lo crean, porque es al contrario. En esos días es cuando me dedico más a pensar en todas y en agenciarles con Dios las gracias que necesitan para su alma.» «Así es que, cuando Vds. sepan que ha muertoel Padre fundador, no pregunten cómo, ni de qué. Ya saben que murió matado por sus mismos hijos, martirizado por ellos a fuerza de luchar para infundirles el espíritu que ellos no quisieron.» «Eso si quieren ser Esclavas que, ¡quién sabe!, puede ser que desgraciadamente entre todas Vds. las Esclavas sean nones y no lleguen a tres.» 1 N.E. Angelina Sort. Esposa de Luis Hebro, Luisito, Tras el fallecimiento de su marido, Angelina se consagra por entero a la Divina Infantita, es octubre de 1908, con el nombre de Madre Infancia. Su papel es muy relevante como responsable del Diario de la Orden desde 1905. En la época de estas Meditaciones, aún en calidad de seglar, transcribe las reflexiones que cada día Madre Rosario dirige a las novicias.
  • 11. 11 «Se dan a entender por señas y llaman así a quien necesitan, lo mismo a las gordas y chaparras que a las altas y flacas, porque para cada una tienen su seña especial, ¡y muy bien que se entienden y se dan a entender! ¡Pobre de mí, porque habiendo querido formar un noviciado perfecto, de almas calladas y silenciosas, solamente nos hemos encontrado con una colección de sordomudas!» «¡No, que hay momentos en que, más que madre de monjas, se me figura que soy madre de cohetes corredizos!» «Pues así me pasa, hijas mías. No logro que Vds. busquen a Dios como yo quisiera. Ven que muchas veces las desprecio de intento, las trato duro, para ver si así consigo que vayan a refugiarse con el único que podrá consolarlas y que sabe pagar con toda finura los desprecios y humillaciones que se sufren por Él, pero hasta ahora no me siento feliz, no le dan el lleno a mi corazón porque no saben amar.» «Si, desgraciadamente, Vds. no llegan a ser esclavas, será una burla tan grande la que el demonio me haga, que se reirá de mí sin misericordia se los aseguro. ¡Cómo se alegrará Satanás al ver tanto tiempo empleado en santificar a Vds. y perdido completamente si no se quieren hacer santas!» «¡Miren que de la santificación de todas Vds. pende la mía y la de nuestro Padre! ¿No les causará pena el día que se persuadan de que no fuimos santos porque Vds. no quisieron serlo ni que nosotros lo fuéramos? Por eso sean muy dóciles, hijas mías, déjense formar.» «¿Por qué esperas que venga una orden de Roma a desbaratar la Obra, que es mía, y por qué temes que eso lo haga el Santo Padre, cuando que tus mismas hijas con sus acciones, están desbaratando la Congregación al no querer tomar el espíritu que se les da? Todos los días les das meditaciones y ni una sola gota toman de esa doctrina, ni una palabra siquiera conservan de la meditación». Y advierte: «Solamente de esa manera se harán santas, hijas mías. Procuren conservar en su corazón la doctrina de la Esclavitud que les manda Dios Ntro. Señor, valiéndose, para ello, de una criatura tonta y miserable que es quien menos merece esa gracia; aprovéchense de ella y no se conformen con oírla nada más, sino que se han de esmerar en practicarla.» Impasible ante las dificultades. Madre Rosario repite una y otra vez a su colección de cohetes corredizos sordomudos, capaces de matar a disgustos a sus padres y de enviarlos al castigo del fuego eterno, cuáles son los pilares que sustentan el espíritu de la Esclavitud. Y por eso habla continuamente de sacrificio, sí, pero confitado a modo de golosina: «Pero ese sacrificio no hay que presentarlo sino confitado para que, de ese modo, no nos parezca amargo. Y si nuestro Padre quiere tener la dicha de encontrar muchos esclavos y de que haya almas fuertes y decididas que se prendan a la Esclavitud y la sigan con alegría, que las lleve por ese camino nada más.» «Porque si queremos presentarle a las almas desde luego el sacrificio terrible y el martirio constante, es difícil conquistarlas, pues sólo almas privilegiadas por Dios y formadas para seguir ese camino se encontrarán felices en él. Pero la mayor parte de las almas prefieren siempre ir a la Cruz con mucha suavidad, y así han de quererlo los corazones de los esclavos y de las esclavas.»
  • 12. 12 «Procuren, ahora que están viniendo los niños de la doctrina, corregirlos de sus faltas porque no es posible dejarlos con ellas. Me dicen que no los corrigen por temor de que no vuelvan. Y yo les digo que ese es un pretexto, nada más. Verán como, si yo bajo, los meto en cintura, ¡no digo! ¡Y hasta les pego si es necesario, porque indispensablemente necesitamos que haya orden! Pero a la vez que los corrijan, es preciso que los traten con mucha dulzura, porque sólo así se cautiva a las almas.» Pero, además, un Esclavo es un compendio de humildad y obediencia, de dejación de todo lo personal en beneficio de los demás. Pero, ¡cuidado!, es fácil confundirse: «¡Vaya una humildad! ¡Cuando que una rodilla en el suelo con un corazón duro y rebelde no sirve de nada! Y en esa postura puede llevarse el diablo a un alma por más hincadita que esté en ese momento. ¡Dios me libre de las esclavas normalistas que se consideran esclavas nada más por un acto tan insignificante!» La verdadera humildad consiste en doblar la cabeza, esto es, aceptar sin protestar las precisiones y recomendaciones de los superiores, de los iguales y de los inferiores. «La que quiera imitarme, por consiguiente, debe no tener cabeza.» «Si quieren imitar a nuestro Padre han de doblarla muchola cabeza, porque también de él me hizo ver Dios que la tiene completamente doblada, dividida por decirlo así, y únicamente la tiene retenida como por la vena Aorta, porque así lo vi yo. Y ahora discurro que eso era nada más lo que se la retenía, la vena que va al corazón, como quien dice su cabeza está pendiente de su corazón. Y por eso en él no funciona el juicio sino, el corazón, por eso está rendido como un niño y todo en él es puro corazón sosteniendo su cabeza doblada.» «¡Figúrense qué gracioso será ver que todos los esclavos llegan al cielo tan reunidos, tan humillados, que no tienen cabeza, sino que la llevan en la mano! Porque es tanto lo que la han doblado que, con toda facilidad, se la han quitado como quien se quita el sombrero para saludar. Y cuando todos los bienaventurados vean entrar a un esclavo, les causará admiración que no lleguemos como todos, sino llevando aparte nuestras cabezas.» «Yo les aseguro que es terrible la misión de una persona que se propone llevar almas a la santidad, y creo que todos cuantos se han encargado de hacerlo, han de haber muerto los infelices, sin hígado, sin intestinos y sin corazón.» «¡Qué pena hijas mías, pero es la verdad! Si un pobre escultor, cuando coge un tronco de árbol para hacer con aquella madera la estatua de un santo, se encontrara con que aquel pedazo de madera se quejaba, gritaba, se le escapaba de las manos cada vez que le diera un golpe de martillo o de cincel para rebajarle todo lo burdo, lo sobrante, y poco a poco irle dando forma, no duden Vds. que el santo aquel resultaría hermosísimo tal vez, pero, al mismo tiempo que admiraran la estatua, tendrían que compadecer al infeliz escultor hecho momia al lado de su obra, no tiene remedio.» Un verdadero Esclavo derrocha amor, se hace niño y ama por encima de todo a la Virgen Niña. El Padre Federico cautiva porque prodiga amor: «Yo les aseguro que por eso nuestro Padre saca fruto de sus sermones. Porque están predicados con el corazón. Y de ahí resulta que quien lo escucha se conmueve, se une con él y sale encantado de su doctrina. Sin embargo, yo todavía quisiera que se amoldara un poco más a la niñez, que las platiquitas que hiciera, para sus hijas sobre
  • 13. 13 todo, tuvieran la hermosura que tienen, por ejemplo, sus meditaciones, porque encierran una doctrina hermosísima, es verdad, pero me gustaría más suavidad en ellas todavía, más sencillas, como por el estilo de unos sermoncitos que les predicaba a las niñas cuando se instituyó la Pequeña Corte de María, que verdaderamente eran puras chiquillas y a mí me parecían encantadoras. Yo quisiera que Vds. lo hubieran oído entonces. ¡Con qué dulzura, con cuanta suavidad les dirigía la palabra, haciéndose pequeñito, lleno de naturalidad para que todas las niñas lo entendieran!2 » Jesús dijo: « Dejad que los niños se acerquen a mí»: «Eso es lo que a nosotros nos pide con especialidad y como no vamos a hacernos pequeñitos cortándonos el cuerpo, porque no conseguiríamos nada y nos quedaríamos tan viejas como somos, vamos a ver de qué manera nos hacemos niñas. Por supuesto que el que yo les diga viejas, no quiere decir que yo me refiera a la edad, sino al juicio duro y formal que todas tienen, que no lo pueden rendir y siempre están pensando como personas grandes.» La mediadora ideal es la Niña Divina: «¡Yo, por su amor, he abarcado cuánto me han presentado! Por Ella realicé lo del Asilo, no crean que por otra cosa. ¡Ni siquiera se figuren que lo hice pensando en el bien que les resultaría a las almas! ¡Nada de eso! Mi locura consistía en que hubiera muchos que la amaran con encanto y se sacrificaran por esa Niña encantadora.» «Lo que Ella necesita es que nos hagamos niños como Nuestra Reinita angelical. Por eso ven Vds. que a mí no me gusta lo grande, no lo entiendo, no lo puedo aceptar, y en cambio lo pequeñito me encanta. Me gusta tratar a Vds. como a unas niñas chiquititas, y entretenerlas con cosas propias de un niño, con una sonajita, con un juguete y, así entretenidas, llevarlas al puro sacrificio, porque en él está concentrada la vida de una esclava.» Y Dios en el Sagrario: «Eso es lo que yo hago al entrar a un retiro, buscar a Dios en la soledad para llorar mucho delante de Él todas mis faltas, mis imperfecciones, mis debilidades, porque soy muy miserable. Allí le ruego que me haga buena, que me de mucha dulzura, que me sepa humillar, allí agencio todos los favores, allí consigo inmensos beneficios, allí me dice Dios cuanto debe hacerse, y ya, después, no tengo más que hacer que determinar lo que Él quiere que se haga.» 2 N.E. Esta precisión, más que un punto de discrepancia o de crítica, ratifica lo complementario de las personalidades de los dos Fundadores. El Padre Federico, aunque de origen humilde, es hombre muy culto, un orador reputado y, en su faceta periodística, un analista sociopolítico de altura. Sus discursos, sermones y artículos brillan por un tono elevado, apasionado y vibrante, y se acercan a los temas a partir de una visión amplia y general, rica en argumentos de autoridad y referencias, que transporta al auditorio fuera de sus referentes cercanos. Es en sus escritos más íntimos, en sus poemas, donde se muestra el Federico sensible y cercano. La Madre Rosario, por el contrario, construye sus alegatos en lenguaje informal y extrae de lo cotidiano sus modelos y enseñanzas. La justificación de este comentario se encuentra más adelante: «Yo no le diré que no estudie cuando sea necesario, cuando tenga que predicar determinados sermones, porque es muy natural que lo haga y sería una temeridad decirle lo contrario, pero sí le digo que, para sus hijos y para sus hijas, Dios le ha dado muchas gracias hermosísimas a su alma, le ha dado talento y sobre todo corazón, y no necesitará andar estudiando él para buscar lo que debe enseñarles.»
  • 14. 14 NIÑO LUISITO Aludido con reiteración por Madre Rosario en sus reflexiones, Niño Luisito merece unas líneas que justifiquen su protagonismo. D. Luis Hebro Mar y su esposa, Dª Angelina Sort, acuden a Tacubaya en 1904, junto a otras personas de la alta sociedad mexicana, para felicitar al Padre Federico en ocasión de su fiesta onomástica. Enterados a través de las palabras de los Fundadores de la intención de constituir en fecha inmediata los Esclavos Seglares de la Divina Infantita, deciden ser los primeros miembros de la nueva rama de la Esclavitud. Un par de meses después consiguen la autorización eclesiástica pertinente para residir de manera permanente en el Asilo. Trasladan enseres y pertenencias al templo y habitan de manera humilde en una pequeña habitación del mismo, contribuyendo en cuerpo y alma a las necesidades de la Obra. D. Luis, Niño Luisito, se ocupará de modo directo del trato con los obreros que trabajan en la construcción del Asilo del Templo mientras Dª. Angelina permanecerá cerca de Madre Rosario a modo de secretaria personal. Luisito fallece de fiebre tifoidea el 26 de mayo de 1906. La Madre Fundadora le considera el primer mártir de la Esclavitud y siempre defendió que fue un eficaz intermediario desde el cielo en cuantos beneficios disfrutó la Orden a partir de ese momento. EL MOMENTO HISTÓRICO Hasta la llegada del denominado porfiriato, nombre generalmente otorgado al largo periodo de gobierno del General Porfirio Díaz (1876), la política anticlerical de sus antecesores resulta especialmente dura para la Iglesia Católica. Vendida como un intento de justo reparto de las inmensas riquezas del clero, consigue justo lo contrario: el empobrecimiento y el desamparo de las clases más humildes. En el ámbito de lo cotidiano, el pueblo no entiende qué razón aconseja el confinamiento de la religiosidad al ámbito privado más estricto. ¿Por qué no es posible realizar procesiones, rituales o cantos para bendecir los campos? ¿Por qué no pueden reunirse comunidades religiosas, cuidar hospitales, regentar escuelas? ¿Por qué queda a la discreción judicial el uso de terrenos de comunidades indígenas o edificios necesarios para la atención religiosa? ¿Por qué se expulsa a congregaciones y órdenes que realizan una importante labor educativa, sanitaria o asistencial entre los más necesitados? La promulgación de la Constitución Política de 1857 ya establece la separación entre la Iglesia y el Estado. «Art. 19. El Estado y la Iglesia son independientes entre sí. El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna. Art. 39. Ninguna institución religiosa puede adquirir bienes raíces ni capitales impuestos sobre éstos, con la sola excepción establecida en el Art. 27 de la Constitución. Art. 49. La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que se contraen, sustituirá al juramento religioso con sus efectos y penas.» El Art. 27 citado, en su redacción original, dictaminaba: «Ninguna corporación civil o eclesiásticas, cualquiera que sea su carácter, denominación u objeto, tendrá capacidad legal para adquirir en propiedad o
  • 15. 15 administrar por sí bienes raíces, con la única excepción de los edificios destinados inmediata o directamente al servicio u objeto de la institución.» Que, en septiembre de 1873, tiene la siguiente adición: «Ninguna institución religiosa puede adquirir bienes raíces ni capitales impuestos sobre éstos, con la sola excepción establecida en el presente artículo.» Con anterioridad a la aprobación de la Constitución ya se han dictado normas que lesionan o limitan los derechos eclesiales, como el decreto que suprime la coacción civil del voto religioso, o la ley que obliga a corporaciones civiles y religiosas a sus vender casas y terrenos. Y después, se prohíbe el cobro de derechos y diezmos parroquiales, se anula la validez de matrimonio religioso, se secularizan los cementerios, se suprimen festividades religiosas y prohíbe la asistencia oficial a actos sacros, se secularizan hospitales y centros de beneficencia, se exclaustra a frailes y monjas… Son las Leyes de la Reforma. Este grado de radicalización, lleva, en marzo de 1875, a los arzobispos de México, de Michoacán y Guadalajara, a elaborar un documento con instrucciones de conducta para los católicos que sugieren itinerarios concretos y propuestas de actuación para mantener vivo el espíritu católico sin polemizar o mostrar beligerancia. La llegada de Porfirio Díaz al poder, establece un punto de inflexión en la situación al iniciar una política de reconciliación que tiene a la Iglesia Católica, jerarquía y feligresía, como interlocutores que aportan apoyo y valor con importantes manifestaciones de religiosidad y de ejercicios de la caridad. Así, en su discurso al Congreso de la Unión del 1 de agosto de 1876 expresa: «La época de reconstrucción comienza. Deber, y muy sagrado, de todos los funcionarios públicos es procurar realizar, a fuerza de probidad, de constancia y de patriotismo, las esperanzas del pueblo. Restablecer por completo el imperio de la constitución, afirmar la paz, proteger bajo su benéfico influjo todos los intereses legítimos, para desarrollar los grandes elementos de riqueza del país.» En diciembre de 1892, el arzobispo de Oaxaca, D. Eulogio Gregorio Gillow, convoca un Concilio Provincial que finaliza en marzo del año siguiente, en el que participan, entre otros, D. Miguel Mariano Luque, obispo de Chiapas, D. Crescencio Carrillo y Ancona, de Yucatán, D. Perfecto Amézquita, de Tabasco y D. José Mora y del Río, de Tehuantepec. El día de la apertura los Padres conciliares dirigen a don Porfirio un pliego que contienen los párrafos que siguen: «[...] Tenemos el alto honor de dirigirnos a Ud. para presentar por tal motivo nuestros respetos a las autoridades legítimamente constituidas, no sólo tributándoles los homenajes exteriores que le son debidos sino también dirigiendo al Señor por ellos, constantes preces. […] Todas las formas de gobierno civil son aceptables, porque todas en su caso pueden y deben corresponder a los fines morales que les impone una buena administración. Por eso hacemos nuestras las instrucciones que el insigne Pontífice León XIII ha dirigido a la Francia católica sobre que se adhiera a la República existente a fin de ayudarla para que corresponda a su elevado fin. […] Prácticamente tenemos el ejemplo de los Estados Unidos del Norte, en donde la Iglesia católica prospera de la manera más admirable. En ese vastísimo territorio, al lado de cada iglesia se levanta una escuela, al niño se le enseñan los deberes del cristiano y los del ciudadano, al proletario la santificación del trabajo y a los poderosos
  • 16. 16 las obligaciones que les incumben. Así es que, con la equidad en las leyes y las garantías que éstas proporcionan, con el respeto absoluto para el bien y la tolerancia bien entendida y con la educación del pueblo, se consigue tal bienestar que todos y cada uno de los habitantes de esa gran República se consideran como miembros de una sola familia, en la que disfrutan de la más amplia libertad. […] Nos proponemos el fomento de la instrucción en las masas y la educación de las costumbres o regla práctica de la moral, enseñando a los fieles sus deberes para con Dios y la patria, para consigo mismos y con sus semejantes. Estas obligaciones no se oponen entre sí, bien al contrario, la experiencia continua nos demuestra que la honradez se funda en la recta conciencia y el heroísmo en la abnegación. [...] Afianzada la paz en la República, la tendencia de todo mexicano se dirige al bienestar social. Esto se conseguirá si, desapareciendo los odios de partido, se ponen en juego todos los elementos civilizadores y se empeñan los esfuerzos de la autoridad civil y religiosa.»3 La intención existe, pero no desaparecen los odios de partido, no se ponen en juego todos los elementos civilizadores, ni se empeñan en ello todas las fuerzas de autoridades civiles y religiosas, como demuestra el paso del tiempo. El porfiriato, gracias en buena parte a la voluntad e intervención doña Carmen Romero Rubio, esposa del Presidente y ferviente católica, supone una etapa de cierto acercamiento que suaviza tensiones. Pero representa solo una tregua en la batalla, y no completa. Un ejemplo: el asunto de la inseguridad jurídica generada en la propiedad y uso de edificios no directamente dedicados al culto pero con fines relacionado con él, como casas episcopales o parroquiales, anexos, oficinas, atrios, escuelas, asilos…, que tantos abusos, disputas y apelaciones judiciales había propiciado, dejando, no pocas, situaciones de incertidumbre que mucho tiempo llevó clarificar, no concluye a satisfacción del mundo religioso. Pero, eso no será nada comparado con las consecuencias del conflicto armado en que degenera la situación y que enfrenta entre 1926 y 1929, al gobierno con milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que se resisten la aplicación de la llamada Ley Calles, que propone limitar el culto católico en toda la nación. EL ENEMIGO INTERNO Entra en el ámbito de lo normal que la aparición de un nuevo instituto religioso sea contemplada con recelo por la autoridad eclesiástica que ha de discernir si las propuestas novedosas que incorpora proceden realmente de un don concedido por el Espíritu. La Esclavitud no será una excepción. A las habituales tramas de envidia y ansia de poder comunes a la mayoría de grupos humanos, en este caso amplificadas por la decisión del Padre Federico de delegar en Rosario, ¡una mujer!, la formación de las almas de los futuros esclavos, hay que añadir una fuerte contestación por parte de algunos clérigos, especialmente del entorno de los Operarios Diocesanos posiblemente despechados por la marcha del sacerdote, y las veladas insinuaciones acerca de la honestidad de los Padres Fundadores que vierten varias muchachas asiladas y un aspirante a esclavo llegado de 3 Padre Fortino Hipólito Vera, Apuntamientos históricos de los Concilios Provinciales mexicanos y privilegios de América. Estudios previos al 1er. Concilio de Antequera, México 1893.
  • 17. 17 España, Felipe Berenguer, resentido por la reconvención pública recibida de Madre Rosario consecuente con una falta de respeto cometida. Este conjunto de circunstancias llega a generar la duda en el alma del entonces Arzobispo de México, D. Próspero María Alarcón, y origina la apertura de una grave investigación, que, a pesar de quedar demostrada la improcedencia de los cargos, incluidos los desmentidos de sus declaraciones iniciales de los propios acusadores, obstaculiza seriamente el desarrollo normal de la Congregación. En las fechas en que se redactan las Meditaciones el problema se encuentra en un momento álgido que complica profundamente las gestiones del Padre Federico en su deseo del fundar Casas en España. La solución definitiva se prolonga demasiado en el tiempo y hace pasar a sus protagonistas por momentos terribles. Un ejemplo de tales padecimientos se puede leer en algunos párrafos de las cartas remitidas por el Cardenal Vives, en calidad de Prefecto de la Congregación de Religiosos de Roma, en marzo de 1910, a los titulares de las diócesis de Almería y Granada. El ellas se lee: «Esta Sagrada Congregación de Religiosos, después de cuidadoso estudio del origen, constitución, personas y cosas del Instituto de la Divina Infantita, fundado en México por el Sacerdote D. Federico Salvador y por la Señorita Rosario Arrevillaga, bien miradas y ponderadas todas las cosas, hace saber a V.S. Rma., que no debe permitirse ninguna fundación, ni de hombres ni de mujeres, de la Divina Infantita en esa Diócesis. Si ya estuvieran fundadas, sus individuos o sean incorporados a otra Instituto aprobado por la Santa Sede de los existentes con regularidad en esa Diócesis, si lo desean; o vuelvan al siglo. En todo caso V.S. Rma. procure disolver absolutamente la Casa Religiosa de la Divina Infantita y haga caritativamente regresar a México a las jóvenes tan imprudentemente enviadas a España por el Sacerdote Salvador. […]4 » Habrá que esperar a junio de 1921 para que Roma, finalmente, revoque sus decisiones anteriores y reconozca a todos los efecto como Pía Asociación al Instituto de las Esclavas de la Divina Infantita. María Dolores Mira Gómez de Mercado Antonio García Megía 4 Tomado literalmente de Álvarez Gómez, Jesús. Historia de las Esclavas de la Inmaculada Niña Divina Infantita. Publicaciones Claretianas. Madrid. 1995. P. 421-422.
  • 18. 18 ANEXO – ORIGEN DOCUMENTAL DE LOS TEXTOS Documento Fecha Publicación Revista nº Meditación I 29 de marzo 1906 Guadix – Abril 1925 100 Meditación II 29 de marzo 1906 Guadix – Abril 1925 100 Meditación III 30 de marzo 1906 Guadix – Mayo de 1925 101 Meditación IV 31 de marzo 1906 Guadix – Junio de 1925 102 Meditación V 1 de abril 1906 Guadix – Septiembre de 1925 105 Meditación VI 2 de abril de 1906 Guadix – Octubre de 1925 106 Meditación VII 3 de abril de 1906 Guadix – Noviembre de 1925 107 Meditación VIII 4 de abril de 1906 Guadix – Diciembre de 1925 108 Meditación IX 20 de abril de 1906 Guadix – Enero de 1926 109 Meditación X 20 de abril de 1906 Guadix – Febrero de 1926 110 Meditación XI 22 de abril de 1906 Guadix – Abril de 1926 112 Meditación XII 23 de abril de 1906 Guadix – Junio de 1926 114 Meditación XIII 24 de abril de 1906 Guadix – Agosto de 1926 116 Meditación XIV 25 de abril de 1906 Guadix – Octubre de 1926 118 Meditación XV 26 de abril 1906 Guadix – Diciembre de 1926 120 Meditación XVI 29 de abril de 1906 Guadix – Enero de 1927 121 Meditación XVII 30 de abril de 1906 Guadix – Febrero de 1927 122 Meditación XVIII 1 de mayo de 1906 Guadix – Marzo de 1927 123 Meditación XIX 2 de mayo de 1906 Guadix – Abril de 1927 124 Meditación XX 3 de mayo de 1906 Guadix – Mayo de 1927 125 Meditación XXI 5 de mayo de 1906 Guadix – Junio de 1927 126 Meditación XXII 20 de junio de 1906 Guadix – Julio de 1927 127 Meditación XXIII 21 de junio de 1906 Guadix – Agosto de 1927 128 Meditación XXIV 22 de junio de 1906 Guadix – Septiembre de 1927 129 Meditación XXV 24 de junio de 1906 Guadix – Octubre de 1927 130 Meditación XXVI 25 de junio de 1906 Guadix – Noviembre de 1927 131 Meditación XXVII 26 de junio de 1906 Guadix – Diciembre de 1927 132 Meditación XXVIII 27 de junio de 1906 Guadix – Enero/febrero de 1928 133 Meditación XXIX 28 de junio de 1906 Guadix – Enero/Febrero de 1928 134 Meditación XXX 29 de junio de 1906 Guadix – Marzo/Abril de 1928 135 Meditación XXXI 30 de junio de 1906 Guadix – Marzo/Abril de 1928 136 Meditación XXXII 1 de julio de 1906 Guadix – Mayo/Junio de 1928 137 Meditación XXXIII 2 de julio de 1906 Guadix – Mayo/Junio de 1928 138 Meditación XXXIV 3 de julio de 1906 Guadix – Julio/Agosto de 1928 139 Meditación XXXV 7 de julio de 1906 Guadix – Julio/Agosto de 1928 140
  • 19. 19 Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
  • 20. 20
  • 21. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 21 Meditación Del principio de la Esclavitud Preludios 1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza. 2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión llorando mis pecados de sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas, donde nací a la vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar. 3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos. Punto I  Dios, que tiende a sus fines fuertemente; pero que todos los medios los dispone con suavidad, ha hecho que la Esclavitud sea conocida por mi inteligencia poco a poco; como ahora nos la hace conocer también gradualmente en la realidad. Punto II  Cuando el Señor me dio luces para que yo conociera la desgraciada situación en que se coloca un sacerdote que vive en pecado, hubiera yo querido poder librar de tan triste estado a todos los sacerdotes del mundo. Como esto no era posible, entendí, no sé si pensando, que los Párrocos son los que están más en peligro de pecar, de todos los sacerdotes y que para ayudarlos era preciso que ellos hicieran confianza en quien deseara hacer tal oficio y esta confianza la tendrían en quien más perfectamente se sometiera a ellos; entonces me dije a mí mismo: «Yo les haré voto de obediencia». Punto III  Al modo de Dios, nosotros también procuremos con fortaleza conseguir trabajar en las Parroquias, pero vayamos poco a poco y con suavidad poniendo los medios que conducen a este fin. Afectos  Señor, santificador de tus sacerdotes, a todos salva. La tormenta arrecia, los escollos son muchos y con los Sacerdotes se pierden pueblos enteros. «Domine salva nos, perimus». Propósito  Haré cuantos sacrificios sean menester por la salvación de un solo sacerdote.
  • 22. .
  • 23. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 23 Meditación Del voto de obediencia a los Sres. Obispos Preludios 1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza. 2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión llorando mis pecados de sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas, donde nací a la vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar. 3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos. Punto I  El clero parroquial vive siempre expuesto a las mayores caídas. Los Sacerdotes en los pueblos están muy en peligro de olvidarse de las prácticas espirituales por las atenciones exteriores.  Muchas veces está uno solo en una parroquia y entonces: Vae soli  Hay feligreses que de intento procuran la relajación del cura.  ¡Desgraciados sacerdotes! ¿Cómo sostenerlos? ¿Cómo levantarlos si cayeron? Punto II  Si algunos sacerdotes hicieran voto de obediencia a un Obispo, éste tendría confianza en ellos y así podrían trabajar en este tan delicado asunto.  «Yo haré voto de obediencia a los Sres. Obispos», me dije entonces, hija mía. Y sentí como si del mismo Jesús recibiera fuerzas para salvar a todos con este voto de obediencia.  Esta es la práctica por excelencia de la Esclavitud. Punto III  El Prelado representa a Cristo Nuestro Señor: luego el enviado por él cuenta con la ayuda divina, así todo se puede: Omnia possum in eo qui me confortat. Afectos  Señor, no quiero desmayar en mi intento de ayudar a la santificación de los sacerdotes, por tantas partes combatidos.  El lobo infernal destruye a los pastores para hacer suyas las ovejas dispersas.  No lo permitáis Señor. Propósito.  Seré fiel instrumento en las manos de mis Prelados para ayudarlos en la defensa y conservación del espíritu sacerdotal.
  • 24. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 24 Reflexión y comentario SUMARIO: —Los curas en los pueblos.—Pérdida del espíritu sacerdotal.—Quien podrá recordarles sus deberes—Cómo se presentarán los Esclavos ante los curas—La recompensa que podrán exigir.— Los profetas y los castigos anunciados.—Para qué serán los Esclavos mozos de los Sres. Obispos.—Cómo viajará un Esclavo.—El salario de sus servicios.—La Esclavitud ha comenzado como debía.—Lo que representaba el aguacero del día que se fue a España Nuestro Padre.—El hijo de la viuda de Naím.—La muerte de nuestras pasiones.— La vida de la gracia.—Por qué se asustan de la Obra los que no la entienden.—La unión de Esclavos y Esclavas sólo estará en el alma.—El sostén de los Esclavos.—Ellos trabajarán sin descanso y sin paga.—Las Esclavas no deben abandonarlos.—El depósito que alimenta la electricidad.—El respeto entre los Esclavos.— Los niños que se crían al lado de su madre.—Donde se criaron el Sr. Arzobispo y el Presidente.— Yo le formaré sus hijos y sus hijas a nuestro Padre.—La doctrina de la Obra es toda suya—La unión entre nuestro Padre y yo a pesar de estar separados.—La participación de las penas y de las gracias.— Las Esclavas tendrán parte en los frutos de salvación de los Esclavos.—A quien le contará Dios cada paso de un Esclavo.—Basta de soberanía.—Dios no quiere en los pueblos, sino padres cariñosos y pastores benéficos.—La dulzura para ganarse a los curas.—Los Esclavos depositarios de sus penas.—Los ángeles en figura de hombres. La meditación de nuestro Padre que hemos leído hoy, nos habla de la necesidad que hay de salvar a los sacerdotes del peligro en que están los Señores Curas, sobre todo los que viven en esos pueblos de gente ignorante, apartados de las Diócesis. Naturalmente, algunos de esos sacerdotes, van perdiendo cada día más el espíritu religioso, el celo para salvar a las almas y trabajar para instruirlas en las verdades de la Religión, y, ¡quién sabe!, hasta puede suceder que algunas veces lleven una vida relajada faltando a sus deberes y apartándose del camino que Dios Nuestro Señor les ha trazado. Eso hijas mías, ¿qué remedio creen Vds. que pudiera tener? Desgraciadamente ninguno. ¿Quién se atrevería a acercarse a esos sacerdotes para recordarles sus obligaciones y salvarlos del peligro en que se encuentran? Nadie seguramente. Y, ¿con qué derecho podría hacerlo? Sólo de una manera: presentándose delante de ellos, el que lo hiciera, como un inferior suyo, lleno de humildad, y conquistarlos con la mayor dulzura, ganar de ese modo su voluntad toda entera para entregársela a Dios, para ofrecérsela, diciéndole que la tomara toda. Por eso, Nuestro Señor, conociendo la necesidad tan grande que hay que remediar y mirando todos esos males, ha querido que nazca la Esclavitud inspirándole a nuestro Padre el pensamiento de formar una Congregación de Religiosos que, llamándose Esclavos, lo sean realmente, y que, haciendo voto de obediencia a los Señores Obispos y Arzobispos, se pongan a sus órdenes para servirlos, para ganarse a los Curas, presentándose delante de ellos siempre humildes, haciéndoles ver que van en nombre de Dios para ayudarlos, para trabajar durante algún tiempo a su lado, poniéndose a su disposición, teniendo ellos libertad de mandarlos como a sus criados, y sin exigir de los Señores Curas otra recompensa que la de poder decirles:
  • 25. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 25  Lo único que yo te pido al venir cerca de ti y ponerme bajo tu dominio, es tu voluntad; quiero que me la des para que yo se la ofrezca a Dios como una prueba que quieres darle de que, desde hoy, vas a trabajar con mayor celo por las almas de los pobrecitos pecadores para salvarlas; que vas a atraerlas a ti como un padre cariñoso y lleno de misericordia para llevarlas a Dios Nuestro Señor, para enseñarles el camino de la Cruz que es el único que conduce a Él. Esa ha de ser la misión de los Esclavos; ellos han de presentarse delante de su Obispo para decirle:  Aquí me tienes, soy tu criado. Considérame desde este momento como uno de tus mozos y dame tus órdenes que cumpliré gustoso. ¿Y para qué van a ser los Esclavos mozos de los Obispos? ¿Será para limpiarles el calzado? ¿Para cepillarles la ropa y bordarles un hábito o un vestido? No, hijas mías, no es para eso, sino para trabajar en su servicio de esta manera, como esclavos de todos los sacerdotes. Y que así como antiguamente mandaba Nuestro Señor a sus Profetas a anunciar lo que Él había dispuesto, y también mandaba terribles castigos sobre los rebeldes que no querían oír las verdades ni escuchar la voz de Dios, así, ahora se presenten en los pueblos lejanos, en los lugares donde se ofende a Dios Nuestro Señor, donde no se respetan sus Leyes ni se cumple con ellas, esos hombres humildes y, con su ejemplo y su palabra, les hagan saber cuál es la voluntad de Dios y cómo deben cumplirla. Para eso es para lo que un Esclavo debe ofrecerse al ir a su Obispo y decirle:  Estoy a tus órdenes; confía en mí, que yo te prometo servirte fielmente; seré un esclavo tuyo, mándame donde quieras, a esos pueblos lejanos de tu Diócesis y que por razón natural están como más apartados; mándame a servir a esos Curas foráneos, y haré lo que me órdenes para serles útil y ganar muchas almas para Dios. Deposita en mí toda tu confianza, quiero servirte sin retribución ninguna, viajaré en lo peor que haya, en lo último, en lo más incómodo para no causarte molestias y hacerlo del modo más humilde; cuando no se pueda de otra manera, caminaré a pie cuanto sea necesario, y no habrá fatiga ni sacrificio que me detenga; y si, después de haber trabajado, crees tú que merezco salario por mi trabajo, dame un desprecio, porque ese es el único salario que debe recibir un pobre esclavo. Sí, hijas mías, es la verdad. A un esclavo lo hacen trabajar sin descanso, lo maltratan, no le guardan consideración y, después que ha trabajado, no merece otro salario que el más completo desprecio. Por eso la Esclavitud ha comenzado como debía: lloviendo sobre ella desde sus principios un aguacero terrible de desprecios. ¿Recuerdan Vds. el aguacero aquel que hubo cuando nuestro Padre se fue a España, tan fuerte, que ya parecía que se iba a inundar México, y que todo nos cayó encima? Pues no fue sino la representación del chubasco de tribulaciones que caería sobre nosotros al irse él; del aguacero de desprecios en que nos dejaba y que también se llevaba consigo, porque ha sido para todos, lo mismo para él que para nosotros.
  • 26. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 26 Pero, en cambio, ¡qué raudal de gracias no ha derramado Dios sobre el corazón de nuestro Padre al haberle dado la Esclavitud y, con ella, unos dones hermosísimos a su alma, y enteramente gratuitos como todo lo que Dios Nuestro Señor nos concede con tanta generosidad! Ahora vean Vds. qué bien se relaciona este punto de meditación con el que hemos leído en el Cuaresmal y que trata del joven aquel, hijo de la viuda de Naím y resucitado por Dios Nuestro Señor. Cuando Vds. lo oyeron leer no querían seguramente que yo lo explicara, porque, es claro, empezarían a pensar que iba yo a hablarles de la muerte y, como no les gusta, protestaban. En efecto, ¡qué mejor ocasión que ésta para hablar de la muerte de nuestras pasiones, de cómo debemos morir a nosotros mismos, si queremos llegar a ser verdaderos esclavos! ¿No es cierto que el que tiene que sujetarse, de la manera que debe hacerlo un esclavo, para no hacer sino la voluntad de los demás y vivir contrariándose a toda hora, necesita matar todas sus pasiones, sus gustos, sus costumbres, su modo propio? ¡A todo tiene que darle muerte! Y entonces Dios Nuestro Señor, mirando que ha sabido morir en vida, lo resucitará a la vida de la gracia, a todo lo espiritual. Y de esa manera le dará la Esclavitud, esa Obra tan hermosa que todavía no pueden entender los hombres, que les asusta, porque piensan que siempre han de vivir los Esclavos unidos a las Esclavas, es decir, cerca de ellas. Y eso no ha de ser hijas mías, por más que la unión exista siempre entre ellos puesto que sus almas han de unirse en el mismo espíritu y han de vivir trabajando para el mismo fin. Vivirán separados unos de otros y, desde lejos, las Esclavas serán el sostén de los Esclavos ayudándolos, sosteniéndolos con los recursos materiales de sus trabajos, de las limosnas que consigan, de los bienes que puedan adquirir únicamente con ese objeto, el de poder sostener a los Esclavos sin abandonarlos, ya que ellos trabajarán sin descanso y sin paga buscando únicamente el bien de las almas. Las Esclavas se encargarán, por decirlo así, de darles combustible a los Esclavos, de alimentarlos, pero que no se asusten los que no lo entienden, porque para eso no es preciso vivir juntos ni estar en comunicación directa. ¿Acaso es fuerza que en el depósito que alimenta la electricidad que mueve toda una máquina, por ejemplo, el encargado de proporcionarle combustible, o lo necesario para producir aquella electricidad, meta la mano? ¡Ni podría hacerlo sin exponerse!, ¿no les parece? Pues lo mismo sucederá en la Esclavitud. ¡Qué grande será el cuidado y el respeto que se tengan los Esclavos! Por ahora, que todo comienza, es muy natural que no se haya hecho así, porque lo que empieza tiene necesidad de formarse, y cuando los padres tienen a sus hijos pequeñitos todavía, los conservan a su lado mientras crecen, ¿no es cierto? Yo creo que D. Porfirio Díaz, cuando fue niño, se ha de haber criado al lado de su madre, en el regazo de ella; que el Señor Arzobispo también, siendo pequeño debe haber estado cerca de su madre. Y a los que no la tienen porque la han perdido desde muy niños, no les ha de haber faltado una persona que se haya hecho cargo de ellos y los haya tenido en su regazo. Si eso es así y todos lo comprenden, ¿qué tiene de raro el que los Esclavos, mientras sean niños, estén al lado de su madre espiritual encargada por Dios de formarles sus almas? Yo no encuentro nada de particular en que así sea. Y, después, cuando ya estén formados, cuando ya tengan en su alma
  • 27. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 27 inculcada la doctrina de la Esclavitud, bien impregnado el espíritu de ella, entonces que se separen para ir a luchar y a matarse por Dios salvándole almas. Yo, mientras tanto, siempre le formaré sus hijos y sus hijas a Nuestro Padre, enseñándoles la doctrina que él me ha enseñado, porque toda es suya, hijas mías, y la prueba es que yo ni había concebido siquiera una Obra como la que él me dio a conocer, ni la hubiera entendido, y, desde luego, mucho menos la hubiera sabido practicar. La Esclavitud se la dio Dios Nuestro Señor para que él la impregnara en mi alma, para que allí quedara bien grabada y con ella su espíritu. Y de esa manera, mientras él por un lado trabajaba y se sacrificaba por las almas, yo pudiera irle formando a sus hijos. ¡Esa es la unión encantadora de nuestras almas, que nadie entiende! Así es cómo estando lejos de él, viviendo separados, nuestras almas, sin embargo, están muy unidas y mutuamente participamos de los trabajos, de los sufrimientos, y también de las gracias que Dios concede a unos y a otros. Así también será como las esclavas, sin darse cuenta y mientras estén en un lugar trabajando muy tranquilas y quitadas de la pena, estarán participando de todos los frutos de salvación que obtengan los Esclavos con sus misiones, con su predicación, con sus trabajos apostólicos, porque no cabe duda que quien ayuda o favorece una Obra santa tiene parte en ella, y cada paso dado por un Esclavo cuando vaya, por ejemplo, a misionar, se los contará Dios Nuestro Señor a él porque los da, y a la esclava que trabaja por ayudarlo y sostenerlo; porque es una unión de puro sacrificio en la que cada uno pone su parte para la Obra de Dios y la santificación de las almas. Por eso también las Esclavas tendrán parte en la conquista de ellas, en la salvación de los sacerdotes, sin tener que tratar con ellos, sin ir a predicarles, sino a fuerza de sacrificio y de oración para que los Esclavos vayan siempre llenos de fe y con una fortaleza terrible a decirles:  Vengo en nombre de Dios para deciros que os consideréis como los padres cariñosos de vuestro pueblo, benéficos y llenos de indulgencia para con ellos; como los pastores que deben conducir al redil a cuantas almas vivan descarriadas, porque se hayan apartado de Dios. Todo eso han de decirles los Esclavos a los Señores Curas, a los que no cumplan con sus deberes, que deben ser sagrados como que han sido impuestos por el mismo Dios. ¡Pero no olviden cómo deben decirlo! Siempre llenos de bondad y de misericordia para atraerlos a fuerza de dulzura, para enseñarles a que sean humildes, humillándose a ellos, y luego hacerse los depositarios de sus faltas para perdonarlos y exhortarlos, después de haberles inspirado una confianza ciega, para que en su corazón desahoguen todas sus penas y luego, ya reconciliados con Dios Nuestro Señor, puedan sus almas resucitar como el hijo de la viuda de Naím, al escuchar la voz de Dios que le mandaba que se levantara. Así resucitarán esos pobrecitos sacerdotes a la vida de la gracia al escuchar la voz de los Esclavos que van, de parte de Dios, a recordarles cómo deben servirlo, y a anunciarles, como los Profetas de los tiempos antiguos, porque muchas veces manda Dios al mundo ángeles en figura de hombres para que obliguen a los demás a corregirse de sus faltas. Y esos hombres, quiere Nuestro Señor que sean los Esclavos, porque el salvar a las almas es su principal objeto y el fin de la Esclavitud.
  • 28. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 28 Postrados en la presencia de la Divina Niña le diremos que, puesto que la Esclavitud es suya y está consagrada a Ella, Ella es la que tiene que regenerar a los sacerdotes, valiéndose, como medios para hacerlo, de los pobrecitos Esclavos. Que nos conceda que ya nazcan al mundo, que encontremos esos hombres que, llenos de amor y dotados de alma grande y corazón generoso, se ofrezcan a servirla con humildad, haciéndose niños, amoldándose a la doctrina que, llena de sencillez, ha de impregnarles una Niña, como es la Divina Infantita, para que de esa manera, bañados ellos en esa doctrina de puro amor y sacrificio, vayan en nombre de Dios a regenerar al mundo, salvando a las almas. Le pediremos a Nuestro Señor Sacramentado la bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
  • 29. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 29 Meditación Del deseo de Esclavitud Preludios 1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza. 2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar. 3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos. Punto I  ¿Qué puede hacer un sólo hombre? Poco, ciertamente, muy poco.  ¿Qué haría yo solo, haciendo voto de obediencia a uno o más Prelados?  ¿Conseguiría ayudar a todos los Sacerdotes de una sola diócesis? No fuera poco conseguir esto; y en verdad fuera bastante poco. Punto II  Hacen falta hombres, Señor, me dije, que hagan estos votos, para que den resultados ciertamente prácticos.  Y entonces pronuncié por vez primera el nombre de «Esclavos de la Inmaculada», o Congregación religiosa de almas que harían voto de obediencia a los Señores Obispos y en ellos a los que los representen.  Nada encontrarás, en que puedas agradar a Dios más que en este voto. Punto III  Una Congregación Religiosa que tiene por Superiores a los que son los genuinos representantes del divino Salvador, no puede dejar de ser Salvadora. Afectos  Señor, tanto espíritu de sumisión me cautiva y me mueve a desechar siempre el espíritu de insubordinación de Satanás y de todos los que militan debajo de su bandera. Propósito  Rogar a Dios ser siempre del número de los Esclavos.
  • 30. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 30 Reflexión y comentario SUMARIO: —El voto de los Señores Obispos.—Lo que perjudica al sacerdocio.—Efectos de la sabiduría en el que no es humilde.—La Congregación de los curas y vicarios.—Lo que es preciso para conservar el espíritu.—Lo que no pueden darle los Obispos.—Los hombres que los Obispos necesitan.Quienes son los que nos persiguen.En dónde existen las virtudes que deben copiar los Esclavos.Dónde está la soberbia del hombre.La cabeza aplastada por la planta de la Divina Niña.Los Esclavos que quieran vivir respetados no sirven.El delirio de nuestro Padre.Lo que pensará de formar a los Esclavos desde niños.Cinco años para que la Obra diera el primer paso.Cuando llegó al cielo el eco de la voz de nuestro Padre.El primer nido de la Esclavitud.Cómo se formarán los Esclavos.Nada de Seminarios.Los maestros pagados.La poderosa ayuda de los Esclavos seglares.La cabeza es lo que nos pierde.Los Esclavos averiguadores.Las que averiguan a Dios si tienen oración de sequedad.El Crucificado obsequia con dulzura de su Cruz.Las lágrimas en la oración.De lo que pueden ser esas lágrimas.Los delirios amorosos con Dios.La amargura produce dulzura.La tranquilidad del que sufre venciéndose.Por qué defendí el Templo. Ahora habla nuestro Padre en su punto de meditación, del deseo que él sintió de hacer ese voto de obediencia a los Obispos y ponerse, desde luego, a sus órdenes para trabajar en la salvación del sacerdocio; que luego pensó que un solo hombre, por mucho que hiciera, haría ciertamente bien poco, aun cuando salvara a todos los sacerdotes de una Diócesis. Y entonces se dijo: «hacen falta hombres que pronuncien esos votos». Y por primera vez pronunció el nombre de Esclavos de la Inmaculada. Es decir, pensó en una Congregación salvadora que, teniendo por Superiores a los Prelados, se pusiera incondicionalmente a su servicio para ayudarles en la salvación de las almas de todos los sacerdotes que lo necesitaran. Vamos a estudiar ahora qué es lo que pierde al sacerdocio, y se convencerán Vds. de lo que ya otras veces les he dicho, la sabiduría, la mucha ciencia en el hombre que no es humilde, lo perjudica mucho. Y como todos los sacerdotes, aun cuando no sean sabios, siempre tienen que estudiar determinadas ciencias, y además, en los pueblos en que regularmente viven, la gente es ignorante, de ahí viene que se consideren como los reyes de todos ellos. En el confesionario los señores curas tienen también bajo su dominio a las familias que están a su cargo. Son como los papás de todas y por eso demuestran esa superioridad. Hagan de cuenta que todos ellos, curas y vicarios, pertenecientes a una Diócesis, forman como una Congregación en donde el superior de ella es el Obispo. Y necesitaría ese superior tener quien se ocupara de vigilar atentamente esa comunidad, de hacer algo directamente por el bien de sus almas, puesto que él personalmente, aun cuando quisiera, no podría hacerlo por ser mucho a lo que tiene que atender.
  • 31. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 31 Es indispensable, hijas mías, para que en toda Congregación se conserve el celo, el espíritu de orden y de trabajo, que el superior vea por las almas que tiene a su cargo, ¿no es cierto?, que se les proporcionen recursos espirituales como retiros, ejercicios, hablarles cada día. ¡Como yo lo hago con Vds., para preguntarles cómo han estado, en qué disposición está su ánimo, cómo se encuentran de fuertes para la lucha y el trabajo! ¿No les parece? Pues precisamente eso es lo que necesitarían los curas y vicarios. Y eso no se los pueden dar los Sres. Obispos sino de esta manera: teniendo a su disposición hombres verdaderamente celosos del bien de las almas. Hombres que en la humildad tengan su fortaleza, que el Obispo los considere como inferiores suyos y que les tenga plena confianza para depositar en ellos sus penas; hombres que trabajen por amor de Dios y no por paga, que no les importe ser despreciados. Y esos hombres han de ser los Esclavos. ¡Cómo!, me dirán Vds., ¿quiere decir que después de servirlos, todavía nos han de despreciar? Precisamente, hijas mías. ¿Qué les parece a Vds.? ¿No ven ahora como todos nos hacen la guerra? Y fíjense en quienes son los que nos persiguen. ¿Los del Gobierno? No, los pobres son de lo que menos se ocupan. Entonces, ¿quiénes son los que no nos quieren y tanto nos tiran? Los Arzobispos, los Obispos, los Curas, todo el clero, las religiosas. Es decir, todos aquellos que han de utilizar nuestros trabajos y nos han de tener a su servicio. Pues así será siempre, porque ha de ser muy duro el trato que les den a los Esclavos. Desde el momento en que nuestro Padre pensó en ellos, quiso ser el primero en hacer ese voto de nunca mandar. Y así lo hizo al entrar en la Congregación de los Operarios cuando pretendió encontrar allí los sacerdotes que buscaba, pero Dios Nuestro Señor lo pensaba de otro modo, por eso permitió que no fuera allí, sino que, separándose de ellos, nuestro Padre se consagrara a formar a sus hijos con la misma doctrina que él había recibido de Dios, con el espíritu que El mismo le había dado, inculcándoles a todos los Esclavos y las Esclavas las encantadoras virtudes que Dios ha sembrado en su alma y todas las cualidades que le ha concedido como un don gratuito, como todo lo que nos viene de la mano de Dios Nuestro Señor. Así es que por ahora, él no debe decir todavía nunca mandar. Eso ya vendrá después, pero mientras tenga que formar a sus hijos, no puede ser, puesto que es fuerza que ellos vivan a su lado y obedeciéndolo siempre. Les decía yo que me parecía imposible llegar a ver un esclavo que quisiera hacerse niño, siendo un sacerdote ya formado. Tan difícil lo considero que lo juzgaría como un milagro de Dios si tal cosa sucediera. ¿Saben por qué? Porque la cabeza es lo más difícil de rendirse. Porque en ella está toda la sabiduría del hombre y, al mismo tiempo, toda su soberbia, su amor a sí mismo. Y necesitaría mucha fuerza de voluntad para decir:  Voy a doblarme tanto que mi cabeza va a quedar aplastada como la de la serpiente bajo la planta de una Niña pequeñita. Y como Ella me pide que me rinda a todo el mundo, hasta a los más pequeños, comenzaré por humillarme rindiendo mi sabiduría delante de la mujer escogida por Dios para formarme que es una ignorante. Y lo comprendo.
  • 32. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 32 Porque es claro, hijas mías, que quien tenga un poco de talento por fuerza ha de comprender mi completa ignorancia. Pero también es cierto que, si Dios le permite ver claro, entenderá que Él me concede las gracias que me hacen falta y que ¡hasta sabiduría podría darme!, si comprendiera que la necesitaba. ¿No les parece a Vds. que no es muy fácil que haya hombres sabios que quieran rendirse tanto? Por eso, dudo mucho que así lleguemos a tener esclavos que realmente lo sean, que no quieran vivir mandando ni esperen consideraciones, porque esclavos que pretendan vivir siempre respetados y llenos de honores, por cierto, hijas mías, ¿para qué los queremos? Yo bien sé que el delirio de nuestro Padre sería verse rodeado de muchos sacerdotes que, desde luego, se decidieran a emprender el camino de la Esclavitud, porque como él tiene locura por salvar a las almas, tarde se le hace. Y le parecerá que es mucho esperar formando a los esclavos desde niños. Tiene razón, pero también es cierto que esos esclavos serán seguros, y, entre tanto, Dios Nuestro Señor, mirando nuestros esfuerzos y nuestra paciencia, nos concederá algunos hombres grandes que quieran de veras humillarse y hacerse niños por amor de la Santísima Virgen Niña. Si a nuestro Padre cuando me conoció, que tenía ya siete años de pensar en la Esclavitud, le hubieran dicho que todavía se pasarían cinco años para que él rompiera las dificultades y la Obra que tanto amaba, y deseaba, diera el primer paso, le habría parecido muy largo el tiempo. ¿No es verdad? Y ya ven Vds. como así fue. Porque no era la voluntad de Dios que la Esclavitud comenzara mientras él no se convenciera de que la Divina Niña había de ser la Reina y Señora. Como el ideal suyo fue desde el primer momento la Inmaculada, cuando conoció a la Niña le pareció muy chiquita. La encontró insignificante, y decía: «Es imposible pretender que se le dé toda una Obra tan grande a una imagencita acostada, la pararemos». Pero como Dios no lo consentía, no le daba licencia, y nuestro Padre insistía en que fueran Esclavos de la Inmaculada y decía:  A esta Niña podremos quererla mucho, podremos tenerle gratitud, podremos concederle algo, todo eso sí, ¡pero hacerla Reina de los Esclavos es imposible! Y la Esclavitud, hijas mías, no daba un paso. En el momento que él se convenció, mirando claro lo que Dios quería, y el 25 de diciembre dijo con toda firmeza: «Esclavos de la Divina Infantita». Les aseguro, hijas mías, que el eco de su voz llegó hasta el cielo y desde ese momento empezó ya a nacer la Esclavitud. Por eso han visto que a poco tiempo de haberlo pronunciado y de haber dicho, «toda la Esclavitud será para Ella», hubo quien le diera una casa en España para que fuera el primer nido de la Esclavitud; quien le facilitara todo lo necesario para el viaje y para que empezara a formar a los niños para Esclavos. Esos niños serán pequeñitos, para que así podamos hacerlos al molde nuestro; estarán cerca de nosotros, es decir, al lado de las esclavas, hasta los doce o trece años cuando más, y ya es mucho extenderse. Yo había pensado que solamente hasta los diez años, porque el hombre desde cierta edad necesita hombres que lo formen, pero, en fin, podrá ser que los eduquemos hasta los doce años. Y después pasarán al lado de nuestro Padre a estudiar latín y todo lo necesario. Pero siempre cerca de él, nada de Seminarios.
  • 33. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 33 Si es posible, se les deberá poner en el mismo Asilo maestros pagados que les enseñen. Para eso contaremos con la poderosa ayuda de los Esclavos seglares, Esclavos que, siguiendo el ejemplo de los primeros que Dios ha querido darnos, se quieran consagrar a su servicio entregándole todo cuanto posean. Que hagan lo que han hecho los niños Luisito y Angelina, decirle a Dios Nuestro Señor:  Quiero trabajar por ti, quiero darte cuanto me pertenece y ponerme al servicio de las almas. Entonces Él les hará ver cómo deben hacerlo, como se los hizo ver a ellos cuando le decían:  ¿Cómo te serviremos? ¿Nos proporcionaremos niños que enseñar? ¿Deberemos irnos a los hospitales? ¿Te agradará que socorramos a cuantos pobres se nos presenten y vengan a pedirnos? Y Dios les dijo cómo debían hacerlo. Y desde ese momento se pusieron a su servicio. Con que, hijas mías, no olviden que la cabeza es la que nos pierde; que tiene que estar siempre doblada. Por eso es preciso que rindamos nuestro juicio, para que esa cabeza venga a ser lo mismo que la de un niño pequeñito que no discute, que no averigua, que no indaga el porqué de lo que se le manda. Los Esclavos no han de ser averiguadores. Por eso, cuando yo sé que alguna de mis hijas que tiene oración de sequedad, le está discutiendo a Dios y preguntándole el por qué no siente o no viene con ella, y le averigua por qué a otra le dio tal o cual prueba de su amor y a ella no se la ha dado, yo digo, ¡lástima que todavía tenga cabeza, pues por eso está discurriendo tanto! Si no la tuvieran irían delante de Dios con un corazón sencillo y esperarían allí, llenas de humildad, las gracias que él quisiera concederles, sin estarle poniendo condiciones ni pidiendo determinadas pruebas. A Dios Nuestro Señor no vayan a pedirle que las regale, porque no deben hacerlo, Si Él es un Crucificado, ¡cómo quieren que las esté obsequiando con otra cosa que no sea las dulzuras de la Cruz! Lo que deben pedirle a toda hora es que las enseñe a sufrir, que sepan recibir con alegría las tribulaciones y que lo bendigan en medio de ellas, porque vienen de su bendita mano. No tengan apego a nada, ni siquiera a las dulzuras de la oración, ni crean que porque un alma está llena de lágrimas, ya está gozando y tiene deliquios amorosos con Dios Nuestro Señor. No, hijas mías. ¡Cuántas veces esas lágrimas serán de pena, de amargura! ¡Solamente de verse tan miserable! Y entonces sí que puede llegar a tener deliquios, porque el conocimiento propio que nos humilla es el que nos enseña a tener oración y unión con Dios. Cuando Nuestro Señor quiere dispensar sus gracias a un alma es cuando ella se goza en el sufrimiento y todo lo sacrifica por amor suyo, y por eso es por lo que quiero que todas Vds. aprendan a sufrir, porque la dulzura que han de tener las Esclavas la han de adquirir a fuerza de pruebas y de amarguras. ¡Qué contraste, que la amargura pueda producir dulzura! Y sin embargo así es. El que se enseña a sufrir se hace dulce, no les quepa duda. Vean Vds. a un alma atribulada que esté sufriendo y que sepa vencerse y dominarse, y la verán Vds. siempre dulce y apacible, gozando una tranquilidad, como no la gozará el que nunca haya sufrido. Yo les aseguro que a mí me ha
  • 34. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 34 sucedido eso, estar pasando por sufrimientos terribles y siempre contenta y feliz, porque Dios me ha ayudado con su gracia, no crean que por mérito propio. Como siempre le he pedido a Nuestro Señor que me enseñe a sufrir, porque esa ha sido mi petición constante, Él no me lo ha negado. Y de tal manera estoy dispuesta a acatar su santa voluntad que cuando intentaban quitarme el Templo Vds. me vieron tranquila. Y si lo defendí fue porque ya tengo hijas. Tengo en primer lugar a nuestro Padre. Dios me lo ha dado a él y a Vds., y era mi deber haberlo defendido, pero si yo hubiera sido sola, nada habría intentado, pueden creerlo, sino que hubiera dejado que hicieran lo que quisieran. Ya han visto también, hijas mías, que hemos sufrido mucho y hemos pasado por penas muy fuertes, y sin embargo todas están de acuerdo en decir:  ¡Qué felices somos en medio de los sufrimientos! ¡Qué tranquilidad de alma se disfruta en esta casa! ¡Qué paz tan grande reina siempre en ella! Y no es más que por eso, hijas mías, por la dulzura con que se aprende a sufrir, porque Dios Nuestro Señor endulza las amarguras y hace suave y agradable el sacrificio. Por eso no duden que, trabajando sin descanso en busca de los Esclavos y formando sus almas desde niños, Él nos facilitará hombres dóciles que se rindan también a la dulzura, y así nos abreviará el tiempo para que no sea tan largo, y nos dará esclavos. Postrados en la presencia de la Divina Niña, con verdaderos deseos de que se forme la Esclavitud, digamos llenas de amor y de entusiasmo, como lo dijo nuestro Padre la vez primera que sintió en su corazón la necesidad tan grande de que hubiera esos Esclavos: «Serán Esclavos de la Inmaculada». Ahora vamos a decir nosotros:  De la Inmaculada Niña, sí, de la Niña pequeñita que ha de reinar desde el primer instante de su ser, ¡Esclavos de la Divina Infantita!, como él los llamó después, cuando Dios le hizo sentir en su corazón que para Ella sería toda la Esclavitud. Eso serán todos nuestros hijos y nuestras hijas, Esclavos de la Virgen Niña. Formados con un espíritu de sencillez, como se necesita para vivir rendidos de juicio, con la cabeza enteramente doblado y puesta bajo la planta de la Divina Niña. Como en la cabeza reside toda la soberbia del hombre, por eso los Esclavos han de vivir muy humillados siempre. Y para saberse humillar y conseguir esa humildad tan encantadora, que es la que hace santos a los sabios y a todos los hombres, necesitan tener mucha dulzura, porque quien es dulce con facilidad se hace humilde, mientras que el duro jamás llegará a serlo, nunca querrá humillarse, no tolerará verse despreciado y, por consiguiente, no llegará a ser Esclavo. Le pediremos a Nuestro Señor Sacramentado la bendición, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
  • 35. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 35 Meditación El amor a Dios y a las almas que exige Nuestra Esclavitud Preludios 1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza. 2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de sacerdote, en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la vida religiosa e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar. 3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos. Punto I  Considera de donde ha nacido este deseo de esclavizar a la propia voluntad y entonces conocerás mejor la grandeza de la obra que Dios ha puesto en tus débiles manos. El amor divino es la causa y el fin que determina a la Esclavitud a la más perfecta sumisión de la propia voluntad.  El amor a las almas exige la sumisión a los sacerdotes que las apacientan; el amor a la santificación de los sacerdotes hizo natural y sencilla la sumisión a los Obispos y el amor a éstos nos hace estar siempre obedientes hasta la muerte a la soberana voluntad del Señor. Punto II  Si son exacta medida del amor los sacrificios que se hacen por lo que se ama, cierto es que el mayor sacrificio debe ser medida del mayor amor.  Luego si hacemos de veras el sacrificio de la propia voluntad, como la Esclavitud exige, o fruto es del extraordinario amor que ya existe en el corazón o prenda del que hemos de adquirir. Punto III  Ve por qué, hija de mi amor, es la Esclavitud; ve por qué nunca me ha llamado la atención cuando he oído decir a nuestras hijas que la Esclavitud ha de formar una nueva generación de santos, más santos que todos los santos.  Tú lo has dicho con ese instinto especialísimo que te caracteriza para penetrar las cosas divinas; yo espero que así sea, porque así debe ser.
  • 36. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 36 Afectos  Señor, que has querido en todo tiempo probar el verdadero amor con la verdadera obediencia, haz que la obediencia a los que legítimamente te representan en tu santa Iglesia sea siempre el norte de mi rumbo y el áncora de mi salvación. Propósito  Jesús mío, hazme obediente. Reflexión y comentario SUMARIO: —El reloj sin maquinaria.—Los santos con apariencia exterior solamente.—Por qué se necesita paciencia para santificar a las almas.—La inconstancia del hombre.—El atractivo que Dios nos ha puesto para perseverar en el amor de la Niña.—Los santos en la Esclavitud.—Cómo hemos de arrebatar el cielo.—Cual es la moneda para comprar la santidad.—Su valor.—La voluntad rendida a la Divina Niña.—Las luchas que cuesta el vencimiento.—Cómo nos turba el demonio impidiéndonos la santidad.—Nunca hiere con nobleza Satanás.—Mi petición para Vds.—Amor y devoción; obediencia y sacrificio; dulzura y alegría.—Necesidad de ser dulces.—La dulzura que a mí me falta.—Cómo debe ser un director espiritual según la Teología mística.—Esos modelos son muy raros.—Yo sólo he encontrado uno en nuestro Padre.—Donde residen la cólera y la ira.— Las almas que yo necesito. Lo que pienso cuando las veo pichicatas.—Los servicios por salario y los servicios por amor. El reloj de nuestro corazón.—Cómo ha de andar una comunidad.—Cada esclava debe ser un reloj fijo en el Sagrario.—Las Lágrimas al pie del Sagrario.—Cómo deben pedir oración y santidad.—Los que quieren ser santos sin trabajos tienen un corazón mezquino.— Las cadenas con que estamos atadas.—En qué consistirá la vida contemplativa entre nosotros.— Los corazones en la Esclavitud. Así como un reloj que nada más tuviera la carátula, las manecitas y una caja muy hermosa no serviría de nada si interiormente no tuviera una máquina que hiciera mover esas manecitas, y que anduviera con toda regularidad para marcar las horas con exactitud, lo mismo le sucedería a un alma que queriendo caminar a la santidad, no tuviera de ella más que la forma exterior y en su corazón no existiera el amor, que es el que da ese deseo de sacrificio y de vencimiento, que es el que forma los santos. Ayer pensaba yo que realmente se necesita mucha paciencia para llegar a santificarse y, todavía más, para santificar a las almas. ¿Saben por qué? Porque el hombre por naturaleza es voluble, es inconstante, no siempre tiene ganas de hacer lo mismo. ¡Cuántas veces nos ha pasado ver a una persona muy dada a Dios, que reza, que se confiesa y comulga, que no habla más que de cosas santas, y sin embargo al verla tan entusiasmada, hoy, sin querer, nos viene este pensamiento: lástima que ahora esté tan bien
  • 37. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 37 dispuesta, y tal vez mañana se resfríe y vuelva a abandonar todo lo que ahora practica con tanto gusto! ¿No es cierto que así lo han pensado Vds. alguna vez? Por eso ven que a nosotros Dios Nuestro Señor, compadecido de nuestra debilidad porque todos somos iguales y, si nos dejara un momento, no tendríamos fortaleza para perseverar por mucha gana que tuviéramos, nos ha puesto en el camino que hemos emprendido de la Esclavitud algo que nos llame la atención, que nos robe el amor de nuestro corazón, para sacrificarnos por ese amor, puesto que no hay mayor encanto que sacrificarse uno por el objeto amado y demostrarle de esa manera cuanto se le ama. ¿Y saben cuál es ese algo? La Divina Niña, la Santísima Virgen pequeñita, la chiquitita encantadora, la Inmaculada desde su primer instante que, con el nombre de Divina Infantita, nos ha sido dada por Dios Nuestro Señor para que la veneremos, para que nos consagremos a Ella de todo corazón y su amor sea el que nos aliente y nos sostenga en la vida de luchas y sufrimientos que llevamos, y que nos ha de hacer santas. Sí, hijas mías, dice nuestro Padre en su meditación que los santos en la Esclavitud han de ser muchos, generaciones enteras, y tan grandes, tan extraordinarios, que superen a todos los demás. El cielo está a nuestra disposición porque Dios lo ha hecho precisamente para los santos, pero tenemos que arrebatarlo a fuerza de actos heroicos de sacrificio, ya lo saben. Por eso les decía yo que hay que revestirse de paciencia para hacerse santo, porque cuestan muy caros los sacrificios. Son la moneda con que hemos de comprar la santidad. Y esa moneda vale mucho porque los vencimientos duelen, los trabajos cansan, las injurias lastiman, los golpes con que tenemos que formarnos también son dolorosos. Yo les aseguro que hasta la madera de que se forma una estatua de santo, si pudiera sentir, lloraría y se quejaría a cada golpe que recibe con el cincel y el martillo para tomar la forma que el escultor quiere darle. Si queremos de veras hacernos santas, le hemos de dar a la Divina Niña lo más rico que tenemos que es nuestra voluntad. Esa voluntad que ha estado acostumbrada a darse gusto en todo, a que no se le contraríe en lo más pequeño, a ser la reina y la señora para gobernarlas a su antojo, y también a mí, porque, ¡no vayan a creer que yo me excluyo! No, hijas mías, todas tenemos defectos y nunca trato yo de eximirme de la corrección cuando las corrijo a Vds. Pues bueno, esa voluntad es la que principalmente debemos entregar bien atada, para sujetarla por completo, para obligarla a que constantemente se contraríe; de tal manera que si, por ejemplo, estamos a gusto en un lugar y no queremos pararnos de allí, en el momento mismo, haciendo un vencimiento, nos paremos diciéndole a la voluntad:  Tú bien quisieras quedarte aquí porque sientes comodidad, ¿no es cierto? Pero como yo no estoy para darte gusto, por eso, te contrarío. Si, por ejemplo, tienen muchas ganas de ir a hacer buñuelos, supongamos, le vuelven a decir:  ¿Eso te agradaría? Pues voy ahorita mismo a hacer cualquiera otra cosa menos lo que tú tengas gana. Si es hora de trabajo y se sienten con deseos de descansar, y no hacer nada, también le dicen a la voluntad:
  • 38. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 38  Vamos a donde nos llama el Reglamento aun cuando no ten gas gana, porque yo sé que contrariándote en todo, adquiero méritos y sólo así llegaré a poseer las virtudes que me han de hacer esclava. Si están escribiendo en máquina y las mandan por un lápiz que está en la otra pieza, y la voluntad quisiera decir, ¿por qué no lo traes tú?, no hay que hacerle caso, sino pararse de buena gana a hacerlo porque en la obediencia ciega y pronta a todo el que nos mande, está el sacrificio, y ese nos hará verdaderas esclavas. Por supuesto que no esperen nunca que esos vencimientos los han de hacer sin que les cueste trabajo, contrariedades y luchas, sobre todo porque el demonio no duerme, hijas mías, y basta que Vds. digan:  ¡Quiero ser santa! Para que él, con todo empeño conteste:  ¡No lo serás! Y les presente cuantas dificultades encuentre para turbarlas, para desanimarlas, para interrumpirles el paso. Por eso, ¡cuídense mucho!, porque está deseoso de estorbarles la santificación. Y no crean que ha de venir con nobleza a desafiarlas, ni a presentarse de frente para que se defiendan de él y de sus ataques. Eso no, sino que vendrá traidoramente a ver como las hiere, con toda alevosía, con premeditación y ventaja. Por eso hay que estar alerta siempre y no darle cabida al pensamiento más insignificante que pueda ocasionarles turbación, porque desde el momento en que Vds. lo alimenten ya están perdiéndose y expuestas a caer en las tentaciones que, con toda astucia, les ha de poner. Ayer en la oración, acordándome de todas Vds., le pedía yo a Dios que les concediera devoción, sacrificio y alegría. Eso fue lo primero que le pedí, pero luego pensé que eso no les bastaba, porque de nada sirve un exterior que parezca muy lleno de devoción si el corazón es como un volcán de pasiones que no saben vencer. Y entonces pedí para cada una amor y devoción que les diera recogimiento interior y gracia para vencerse. Obediencia y sacrificio, porque no vale el sacrificio por sí solo lo que puede valer unido a una perfecta obediencia. Y pedí también dulzura y alegría, porque pensé: ¿para qué quiero ver en ellas caras alegres si no saben tratar con dulzura a los que las rodean? La dulzura es una virtud indispensable y en la Esclavitud no se puede prescindir de ella, porque ya saben que es la que ha de cautivar a las almas. Vi también que yo no soy todo lo dulce que debiera, porque si en lo general tengo dulzura para tratar a las personas, la pierdo cuando corrijo, y eso no lo debo hacer. Necesito aprender a corregir las faltas con suma dulzura, porque sólo así se suavizan las almas y se les lleva sin sentir al sacrificio. En ese libro de la Teología Mística lo vi muy claro en la pintura que hace de cómo debe ser un buen director espiritual y la dulzura incomparable que debe tener para conducir a Dios a todos los que se le acerquen, pero siempre con mucha suavidad, llevándolos casi sin que se den cuenta, sin que les cueste trabajo. Ese modelo es, por desgracia, tan raro que yo les aseguro que sólo en nuestro Padre lo he encontrado.
  • 39. Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto Federico Salvador – Rosario Arrevillaga 1906 . 39 ¡Pues bueno!, ya que Dios Nuestro Señor, por su bondad infinita, nos ha dado a nosotros ese tesoro que no tiene precio, como es el tener un director espiritual como nuestro Padre, y ser sus hijas, ¿no querrán Vds. tomar su espíritu y procurar imitarlo? Sí, hijas mías, suavícense, sean muy dulces para tratar a los demás, y así verán cómo llegan a tener oración, porque para lograrla se necesita tener mucha paz en el interior. Leía yo también en esa Teología que la cólera reside en el cuerpo y la ira en el alma; que son dos pasiones que se comprenden muy bien y siempre tienden a unirse, y que las personas irascibles son muy difíciles de llegar a tener oración. Es casi imposible que quien tiene un carácter arrebatado y violento logre esa oración contemplativa. Parece que quiero hablarles más alto y que me aparto de donde debiera, pero no, hijas mías. Puede haber entre Vds. alguna, o alguno, que sienta en su alma deseos de perfeccionarse y de subir poco a poco en el camino de la oración, y por eso les hago ver lo que se los impide. Yo quiero encontrar en Vds. almas grandes, valientes, decididas al sacrificio por el amor a la Divina Niña, dispuestas a pasar cuantas penas y trabajos les mande Dios Nuestro Señor, pero también las quiero dóciles, apacibles y llenas de dulzura. Por eso, cuando las veo disgustadas, que se apartan de la Comunión, y con toda tranquilidad la dejan diciendo:  Ahora no comulgo porque sentí coraje y no me pude vencer Las veo tan pequeñas y tan pichicatas que no las considero hijas de la Santísima Virgen, ni que puedan ser capaces de hacer un sacrificio pequeño por Ella. A esas no las llamo yo hijas, ni parientes, ni nada mío, ni tampoco de nuestro Padre. Cuando no quieren aprovecharse de los consejos que reciben, cuando todo lo desprecian y se cansan de cualquier cosa, me acuerdo de las criadas que sirven por paga y que siempre ajustan al salario sus servicios diciendo:  Tanto me pagas, tanto trabajo. Y una vez que he cumplido con mi obligación no tienes derecho a exigirme más. ¿No es cierto que así sirve el que está pagado? Entre Vds. tal vez haya alguna que haya servido. Pregúntenle Vds. cómo hacía esos servicios y verán como tengo razón en lo que les he dicho. Ahora, quien trabaja por puro amor es otra cosa. Ese se sacrifica y se mata por demostrar que ama a quien sirve y darle pruebas de ello. ¿Cómo le decimos nosotros a una persona que la amamos? Sufriendo por ella, ahorrándole penas, sacrificándonos por ese amor, ¿no es cierto? Pues si queremos amar con locura a la Divina Niña, si Ella ha de ser la que reine en nuestros corazones, no le estemos ajustando cuentas ni regateándole sacrificios. Vamos a rogarle que interceda con Dios Nuestro Señor para que le ponga máquina al reloj de nuestro corazón, pero también es necesario que nosotros pongamos cuanto esté de nuestra parte para que camine con toda regularidad, porque si no le damos cuerda más que un día y luego lo dejamos parado, se irá entorpeciendo poco a poco, hasta que llegue un día que no funcione, porque el aceite que Dios Nuestro Señor le ha puesto para suavizarlo y para que todas las ruedas caminen bien, todas engranando unas con otras, se ha resecado y las ha endurecido. Una comunidad, hijas mías, también ha de caminar como un reloj, de manera que la encargada de cada oficio tiene que trabajar sin parar, porque si se atrasa ella, atrasará a toda la