Este poema expresa el deseo del autor de ver a Jesús no solo cargando la cruz sino también liberado de ella y enseñándole cómo tomar fielmente su propio camino a través de la vida, mientras le pide a Jesús que no se olvide de él a pesar de la distancia.
Los atletas olímpicos de la antigüedad participaban en los juegos movidos por el afán de
gloria, pero sobre todo por las suculentas recompensas que obtendrían si ganaban..
Es una presentación desde el punto de vista histórico, escultórico y pictórico, gracias a la
cual podemos apreciar a través del tiempo como el arte ha contribuido a la historia de
los olímpicos.
1. Mi camino
No basta verte, Jesús mío
Con una cruz a cuestas
Observando al mundo y su ignomia.
Hasta no verte, Jesús mío,
Desprendido de esa cruz
Y de ese pesado suplicio.
No basta verte, Jesús mío,
Librado de esos pesados maderos,
Con tus pies lacerados.
Hasta no verte Jesús mío,
Descendido, sin los clavos,
Que mis injurias te han puesto.
Anhelo verte, Jesús mío,
En el Sermón de La Montaña,
En el Mar de Galilea.
Hasta no volver a Tí, Jesús mío,
Llevando mi cruz con valentía,
Demostrar que puedo con el día a día.
Hasta no ver, Jesús mío,
La senda construida para mí,
Amarla sublimemente como Tú conmigo.
2. Hoy, Jesús mío, te escribo,
Y suplicarte me enseñes
A tomar fielmente mi camino.
Decirte que no te olvides de mí
Aunque lejos esté,
Con mi alma, teniendo frío.
Jaime Botello
Agosto 25 e 2016