Este capítulo explora los vínculos entre la creatividad y el mundo natural como fuente de inspiración. Argumenta que el mundo interno de las personas está impregnado por su entorno externo. Cuando maestros y alumnos están en armonía con su entorno, se sienten más motivados y felices. El desarrollo físico, emocional y creativo de los alumnos puede darse al mismo tiempo si se hacen uso pleno de los recursos naturales.